Algo me dice que me voy a engripar ;A;
El sonido de la calle~
En casa~
El sonido de la calle~
En casa~
Ciaossu~!!
Un nuevo #ViernesDeFics en Yokubou no Rain :) (ok, no, ya es sábado, pero shhh xD)
¿Cómo les parece que va el fic? ¿Cómo creen que va a terminar? A diferencia de Star, todavía faltan unos cuantos capítulos para que LDS termine :D
Enjoy~ ♥
Fandom: Johnnys.
Formato: Multi-chaptered.
Género: Smut.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizado.
Capítulo: 11/ 14
Cantidad de palabras: 1548.
Sinopsis: Cuando parecía que todo estaba bien, sólo era la calma antes de la tormenta. Ryo estaba a salvo en la casa de Toma, a cuidado de su madre, pero la preocupación y el miedo vuelve a él cuando Tadayoshi lo llama por teléfono, dando así con su paradero.
Nota: En este episodio, la letra itálica corresponde a lo relatado por Ryo.
( Segundo secreto: Antes de la medianoche I )
( Tercer secreto: Antes de la medianoche II )
( Cuarto secreto: Decisión )
( Quinto secreto: Joker )
( Sexto secreto: Confesión )
( Séptimo secreto: Sinceridad )
( Octavo secreto: Lenguaje corporal )
( Noveno secreto: Obsesión )
( Décimo secreto: Escapatoria )
( Tercer secreto: Antes de la medianoche II )
( Cuarto secreto: Decisión )
( Quinto secreto: Joker )
( Sexto secreto: Confesión )
( Séptimo secreto: Sinceridad )
( Octavo secreto: Lenguaje corporal )
( Noveno secreto: Obsesión )
( Décimo secreto: Escapatoria )
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Duodécimo secreto: Encierro.
Demás estaba decir que Toma estaba saliendo con
Tegoshi. Me di cuenta de eso cuando al girarse para ver si estaba dormido, se
daban un beso furtivo en algún que otro semáforo. Me si cuenta de eso cuando
Tegoshi se encontró durmiendo con más comodidad sobre el hombro de Toma. Me di
cuenta que se había olvidado de mí, y de que ahora estaba con una de las
mejores personas que hay sobre la tierra. Estaba feliz por ellos, y si
realmente no era así, tenía que poner mi mejor rostro de fiesta, ya que era por
ellos que estaba vivo.
No quería ni pensar qué hubiera sido capaz de
hacer Okura si ellos no hubieran derribado la puerta del departamento y me
hubieran sacado de allí.
No sé cuánto tiempo había pasado desde aquel día
en que fui recibido por los padres de Toma. No sé qué estaba pasando en la
agencia con exactitud. Poco sabía de mis compañeros de grupo y poco me decían
para no preocuparme. Y tampoco sabía que sabían ellos de mí. Qué sospechaban,
qué les había dicho Okura, si los había terminando enredando en una red de
mentiras.
Lo único que sabía era que trabajaba en un
pequeño restorán familiar, manejado por una pareja amiga de los Ikuta. Me
encargaba de varias cosas: limpiaba cuando no había comensales -por obvias razones-,
ayudaba en la cocina, cargaba los productos que llegaban a principio del día.
Estaba bien así. Tampoco tenía muchos gastos. Salvo en cigarrillos. Necesitaba
un par durante el día para calmar mis ideas. Para dejar de pensar qué sucedería
la próxima vez que enfrentara a Okura. Aunque pensé que no volvería a preguntar
por él, lo hice un par de veces, pero ni Tegoshi ni Toma tenían respuesta a
eso. Toma me dijo que Okura sospechaba que ellos tenían algo que ver con mi
desaparición, así que prefirieron no mantener un estrecho contacto con él.
No le creí.
A ninguno de los dos.
Pero pensar qué había sucedido en realidad, era
peor, me hacía peor.
Aquella mañana el reloj sonó con su sonido
usual. Ya me había acostumbrado a él. Como de costumbre, desde que llegué allí,
me levanté, me aseé, me vestí y bajé las escaleras hasta llegar a la cocina,
donde la madre de Toma me dejaba un desayuno recién preparado antes de irse a
hacer las compras para el almuerzo.
Interrumpiendo ruidosamente la calma melodía
musical que salía de la radio, el teléfono sonó. Ikuta-san estaba grabando el
contenido de la heladera en su córnea, así que yo me ofrecí para atender la
llamada.
— ¿Diga?
— “¿Ya te olvidaste de mí?”
Pude sentir cómo unos escalofríos recorrieron mis
espaldas y me congeló hasta los huesos. Después de tantos años, jamás sería
capaz de olvidar su voz. Esa forma sensual que tenía para hablarme solo a mí.
No pude responderle. No quería hacerlo. No quería que él supiera que estaba
allí.
— ¿Nishikido-kun?
— Oí la voz de Ikuta-san llamándome.
Corté la llamada rápidamente. Sin darme cuenta, mis manos empezaron a temblar
—. ¿Quién era?
— N... No
era nadie... Era equivocado — Le respondí
rápidamente, agarrando el pequeño bolso donde sólo estaba mi teléfono celular,
mi billetera, mi paquete de cigarrillos y la copia de las llaves del negocio.
— ¿No vas a
desayunar?
— No,
desayuno allá. Nos vemos.
— Suerte.
Salí de la casa prácticamente corriendo. Salí
mirando para todos lados. Pensaba que me había encontrado, que me estaba
siguiendo.
Llegué a la parte trasera del negocio, y las
llaves que saqué del bolso, se me cayeron a los pies. Chisteé, insulté y las
levanté. Abriendo la puerta y cerrándola a mis espaldas, rápidamente. Me apoyé
sobre la puerta y respiré profundamente, mirando el techo. Dejé mi mente en
blanco por unos instantes, pero como hacía mucho tiempo no pasaba, recordé todo
lo que no quería volver a vivir.
Entré a los vestidores para dejar mis cosas y
ponerme el uniforme. No faltaba mucho para que empezaran a traer los productos
y los alimentos del día y debía estar listo y con los pies sobre la tierra.
Crucé de nuevo la parte trasera del local para
entrar a la cocina, pero vi que la puerta estaba abierta y el viento la hacía
golpear.
¿La puerta estaba abierta? Si yo la había
cerrado y hasta me apoyé sobre ella.
Claro.
Dejé las llaves del lado de afuera.
Me acerqué cautelosamente a la puerta de
entrada. La abrí, entré las llaves y la cerré. Estaba por volver sobre mis
pasos pero sentí un sonido sordo sobre mi cabeza. Mi vista se nubló. Cerré los
ojos con fuerza y me llevé una mano a la cabeza. Me dolía. Me ardía. Y no era
para menos. Cuando miré mi mano, estaba ensangrentada. Quise darme vuelta pero
mis pies no podían despegarse del suelo. En cambio, estaba volviéndome cada vez
más débil. Antes de darme cuenta, estaba cayendo estrepitosamente al frío suelo
de cemento. Estaba por cerrar mis ojos y dejarme ir, pero sentí un fuerte
agarre sobre mis cabellos, alguien estaba levantando mi cabeza de esa forma.
Abrí los ojos, quise grabar la imagen de mi atacante en esa fracción de
segundo. Pero lo sabía. Sabía quién me había atacado. Pero, la realidad era que
no quería reconocer lo astuto que fue como para descubrir que estaba en lo de
Toma.
— Te llevó
mucho tiempo encontrarme.
— Mejor
tarde que nunca — Me dijo, soltando mis
cabellos y dejando que volviera a encontrarme con el suelo.
— ¿Qué vas
a hacerme ahora? — Le pregunté, con la
poca consciencia que me quedaba.
— Tengo
todo el tiempo del mundo para hacerte pagar lo que me hiciste.
Mi piel se crispó. No estaba excitado, tenía
miedo. Sinceramente, hubiera preferido morir ahí mismo, de un palazo en la
cabeza, que experimentar otra vez lo que viví.
Desperté, y sentí que mi cabeza daba vueltas,
aún acostado. Quise sentarme, pero un suero metiendo un dudoso contenido
directamente a mis venas, me lo impedía. Intuyendo lo que podía llegar a ser,
me lo arranqué, ahogando un grito de dolor al hacerlo. Me agarré el brazo con
fuerza en el momento justo en que la puerta de la habitación se abría.
— ¿Qué
hiciste? — Preguntó Okura, sentándose
rápidamente a mi lado para ver cómo la sangre no paraba de salir de mi brazo.
Chistó, me miró y se agachó para agarrar un pequeño botiquín de una de las
mesas de luz al lado de la cama. Desinfectó la herida y me puso una gasa —.
¿Por qué hiciste eso?
— ¡Mira
quién habla! El que me pegó en la cabeza para dejarme inconsciente.
— Necesitaba
hablar contigo.
— Podemos
hacerlo como dos personas normales. No hace falta que hayan drogas de por
medio.
— No lo
entiendes, Ryo-chan — Me dijo, estaba más
calmo de lo que yo creía —. Nosotros no necesitamos palabras para
comunicarnos — Se explicó, acariciando
una de mis mejillas, pero yo me hice unos centímetros hacia atrás, alejándome
de su caricia. Lo único que ocasioné con ello, fue que él se acercara todavía
más a mí, hasta que me quedé sin salida, contra la cabecera de la cama donde
estaba —. Sólo necesitamos sentir el calor del otro para saber que todo
está bien.
En algún otro momento, lo hubiera hecho, por
Dios, pero en ese momento, me daba miedo estar ahí. Y más miedo me daba que él
estuviera ahí, tan cerca mío.
— Perdóname
— Le dije. Él se sorprendió. Se alejó
unos milímetros y terminó por sentarse sobre sus piernas, sin dejar de mirarme
—. Todo esto... es mi culpa, ¿verdad? Por eso, te pido perdón. Pero, las cosas
no se arreglan así. ¿Está bien que yo tenga que vivir escondido, temiéndote?
— ¿Me
temes? — Preguntó él, en un susurro,
después de unos interminables minutos.
— Es lo
menos que siento por ti en estos momentos. Antes podía leer tu siguiente
movimiento, podía intuir qué estabas pensando o sintiendo tan sólo con mirarte.
Pero ahora, Tatsu, ahora no puedo. No eres el mismo que yo conocí y que yo
quise.
— Me
mentiste. Dijiste que nunca me habías amado — Estaba sollozando cuando dijo la última frase. Con algo de energía, me
acerqué a él y acaricié su mejilla para que me mirara, pero él se giró y se
levantó.
— ¿Cómo
supiste que estaba aquí?
— ¿Ni siquiera
te lo imaginas?
Tragué saliva, pero mi garganta estaba seca.
— No.
— Se lo
pregunté a Tegoshi-kun — Respondió,
acercándose a la puerta.
— Tegoshi
no pudo habértelo dicho así como así - Le dije, sonriéndome.
— Es
verdad. Al principio, no quiso decírmelo. Pero, dime, Ryo-chan, ¿quién puede
resistirse a mis encantos? — En su
sonrisa se vislumbraba un destello de picardía.
— ¿Qué le
hiciste? — Pregunté después de un rato,
seriamente.
— Lo violé.
Tardé en reaccionar. No sé cuánto, pero tardé.
No sé si estaba más furioso con él o conmigo mismo, por haber metido a Tegoshi
en todo esto. Me dolía todo el cuerpo, pero me levanté de la cama y golpeé con
fuerza la puerta de la habitación que, para mí, estaba cerrada. Maldije a Okura
hasta quedarme sin voz. Lo maldije hasta que caí sobre mis pies, débil, sin
poder evitar el llanto.
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