Ciaossu~!!
Título: Would you like to be my Valentine?
Fandom: Kanjani8.
Pairing: Ryokura (Nishikido Ryo x Okura Tadayoshi).
Formato: Twoshot, two-shot, two shot..., como sea xD
Cantidad de palabras: .1571
Género: AU, romance.
Rating: PG-13.
Resumen: Tadayoshi le confiesa a Ryo lo sucedido en la pastelería. Ahí mismo se da cuenta porqué hizo lo que hizo, y por qué llevó a Ryo hasta ese lugar rodeados de estrellas.
14 de Febrero
Mientras esperaba por su pastel, tocando con sus dedos
una melodía parecida a la que salía de la radio, una voz familiar lo hizo
girarse.
— ¿Okura-san?
Tadayoshi se quedó más que sorprendido al ver a su
antigua musa, justo a su lado, esperando a ser atendida.
— Ho… Hola.
— Buenas noches. ¡Tanto tiempo! ¿Cómo está?
— Muy,… bien, ¿y tú?
— Aquí tiene su pedido — Le dijo una de las encargadas
del negocio, extendiéndole un paquete decorado a la muchacha.
— Muchas gracias.
— ¿Viniste a comprar…?
— Para mi pareja, sí — Respondió la muchacha,
tímidamente.
— Señor, el suyo — Dijo la misma persona que había hecho
la entrega a su acompañante de mostrador, acomodando sobre el mismo, su
correspondiente caja.
— Muchas gracias.
— Es extraño que Okura-san sea el que esté comprando
chocolate…
— Digamos que no ha tenido tiempo para hacerlo.
— Ya veo — Se sonrió la muchacha —. Bueno… Debo irme.
— Sí, claro.
— Espero que nos volvamos a encontrar algún día.
— Yo también lo espero.
Tadayoshi se quedó unos instantes en su lugar, sólo girando su cuerpo para
poder apoyarlo sobre el mostrador. Desde allí pudo ver a quien antes había
compartido una milésima parte de su vida besando unos labios ajenos a los
suyos. Sacudió su cabeza de un lado a otro y, cuando ya no los vio a través de
la ventana, optó por tener el coraje para salir del lugar y enfrentarse una vez
más al gélido clima invernal. Llegó hasta la esquina, pero no encontró allí a
Ryo.
— Te tardaste…
Al mirar hacia abajo, encontró a su acompañante
arrodillado, esperándolo hecho un bollo con su sobre todo.
— Lo siento — Respondió Tadayoshi, extendiéndole luego su
mano para ayudarlo a levantarse.
— Gracias — Le dijo Ryo, pero como un vehículo pasaba
frente a ambos, se dio cuenta que no había logrado oírlo.
Llegaron a la casa de Tadayoshi que no era nada más que
el último piso de un antiguo edificio. Las luces se encendieron para mostrarle
el lugar de trabajo de aquel desconocido. El dueño del lugar se metió en una de
las puertas del lugar y salió de allí a los pocos minutos, acercándose a Ryo,
que aún mantenía su sobretodo encima de sus espaldas.
— Vas a sacarte eso, ¿no? Ya encendí la calefacción, y no
vas a tardar mucho en empezar a sudar.
— Ah, lo siento. Toma — Le dijo, extendiéndole su ropa —.
Muchas gracias por prestármelo.
— No hay de qué.
Ryo se quedó mirándolo volviendo sus pasos a un sillón un
poco alejado de lo que parecía ser su lugar del trabajo.
Se acercó a otro sillón ubicado contra la pared del mismo
y se sentó, terminando acostado de lado.
— Oye, ¿Okura? — El aludido, que se había quedado mirando
algo más allá de la ventana, lo miró —. ¿Me pintas como a tus modelos
francesas?
El aludido se sonrió, y se acercó a él.
— Nunca he pintado a hombres…
— Bueno… Siempre hay una primera vez para todo — El
aludido le sonrió de lado —. ¿Sucedió algo malo?
— ¿Mh?
— Estás… raro… No lo sé…
— ¿Tú crees?
— Es verdad que te conozco desde hace apenas unas horas,
pero…
Sus palabras hicieron voltear su cabeza para mirarlo, con
una expresión de sorpresa.
— Ven conmigo — Le pidió, levantándose y extendiéndole su
mano, sobre la cual Ryo posó su mirada, y lo hizo luego con sus ojos.
— ¿Ya no vas a llevarme a la rastra? — Le preguntó Ryo,
robándole una sonrisa. Seguido a eso, Tadayoshi lo levantó de un salto,
estrechando su mano lo más fuerte que pudo —. Gracias — Le dijo Ryo, sonriendo.
Siguiendo los pasos del dueño del lugar, saliendo del
departamento, llegaron al frío pasillo, sobre el cual, a oscuras, subieron unas
escaleras hasta que Tadayoshi se detuvo para sacar algo de lo que parecía ser
un simple hueco sobre la pared que iba desde el techo al suelo, combinando su
base con los escalones. Recién cuando salieron a la azotea y unas débiles luces
los iluminaron, se dio cuenta que Tadayoshi llevaba una manta consigo, la cual
extendió en medio de aquel frío cemento.
— Ven. ¿Qué esperas? — Le dijo al darse cuenta que desde
que habían salido, Ryo no había despegado los pies del suelo.
— Ah… Sí — Dijo el aludido, acercándose a él y sentándose
luego a su lado. Segundos más tarde, Tadayoshi se lanzó de espaldas sobre la
frazada y miró las estrellas. Bajó la brillante luz de la luna, Ryo no podía
decir dónde terminaba el cabello de Tadayoshi y dónde empezaba la penumbra del lugar.
Imitándolo, se acostó a su lado, y se dispuso a mirar las estrellas.
— Hoy la encontré — Susurró Tadayoshi.
-- ¿A quién? — Le preguntó Ryo, mirándolo.
— A la muchacha que te dije que era mi modelo.
— Ah. ¿Y?
— Estaba en la pastelería, comprando algo para su…
pareja…
— Todavía te duele, ¿no es así?
— Esto no iba a ser de esta forma, te lo juro — Soltó,
minutos más tarde, sentándose y dejando su cabeza entre sus piernas. Ryo se
sentó y acarició su espalda con ternura.
— No tienes que pedirme perdón.
— Iba a ser diferente — Repitió Tadayoshi, sin atreverse
a mirarlo.
— ¿Qué sentiste cuando la viste? — El aludido lo miró —.
Es obvio que te afectó.
— No fue por ella — Dijo, ocasionando que Ryo arqueara
una ceja —… Fue por ti.
— ¿Qué? — Susurró Ryo, sin comprender del todo lo que
estaba sucediendo.
— Podrás decirme que estoy loco, y es probable que tengas
razón, pero… ¿Te gustaría ser mi Valentín?
— ¿Tu Valentín?
— Pedí que escribieran eso en el pastel…
— ¿Por qué?
— No lo sé. Sólo… tuve la necesidad de hacerlo… Tú fuiste
la primera persona que se me cruzó por la cabeza. La persona a quien quise
regalarle eso…
— ¿Aún cuando nos conocimos hace un par de horas?
— ¿No crees en el destino? — Le preguntó Tadayoshi al
cabo de unos segundos.
— No.
— Pues, yo sí — Le dijo, incorporándose para besar los
labios del sujeto que estaba sentado a su lado, sin darle oportunidad alguna de
zafarse de él. Aún mantenía el adictivo sabor de la cerveza, fundiéndose con el
embriagante pero a la vez ácido aroma a champagne que permanecía sobre los
suyos. Se separaron sonoramente. Tadayoshi abrió apenas los ojos para
encontrarse con los de Ryo, esperando una respuesta a lo que quería hacer:
seguir conociéndolo en una forma más profunda y, hasta más íntima. Sus labios volvieron
a chocarse, pero al sentir el roce de sus narices dándole cosquillas, Tadayoshi
optó por girar la cabeza y encontrar el ángulo perfecto para volver a besarlo,
pero Ryo lo detuvo, alzando ambas manos y posándolas sobre su pecho.
— Entonces…, ¿eres gay?
— Le preguntó. Sin soltarlo, Tadayoshi lo miró y se alejó unos cuantos
centímetros.
— No.
— ¿Por qué…?
— Quería hacerlo.
— ¿Es por esto que crees en el destino? — Susurró.
— Porque estás aquí…, sí.
— Pero te encontraste con tu antigua novia y…
— Nunca lo fuimos.
— Y sentiste algo por ella.
— Quizás en aquel entonces, dos palabras podrían haber
solucionado el asunto, pero… Digamos que nunca hubo un momento exacto para
decirlo.
— ¿Qué palabras? ¿Te amo?
— Exacto…
— Y ahora vas a venir a decírmelas a mí porque a ella no
pudiste decírselas…
— No. No es eso. No te considero un reemplazo ni mucho
menos. Mira, empezamos a hablar siendo un par de desconocidos, y te invito a mi
casa a preguntarte si quieres pasar conmigo la noche y hasta San Valentín, ¿no
crees que es algo más que un reemplazo? Junto con el hecho de que pude haberte
dicho que te amo, y no me dejas hacerlo — Viendo cómo la mirada de Tadayoshi se
volvía cada vez más esquiva gracias a la vergüenza y el nerviosismo, Ryo se
acercó más a él y lo estrechó entre sus brazos, encontrándose sus manos
enredadas entre su cabello azabache.
— Dilo.
— ¿Quieres ser mi Valentín? — Le preguntó, con la cabeza
apoyada sobre el hombro de Ryo.
— Eso, no — Dijo el aludido, sonriendo.
— Entonces, ¿qué?
— Lo que ibas a decirme…
Tadayoshi deshizo aquel cálido contacto para mirar a Ryo
a los ojos y sostener su rostro con ambas manos.
— Aunque suene ilógico, completamente un sin sentido…, te
amo.
— ¿Aunque no sepas absolutamente nada de mí?
— ¿No crees que estamos en igualdad de condiciones?
— Yo podría hablar con tu primo y preguntarle qué tipo de
sujeto eres…
— Y yo puedo hacer exactamente lo mismo.
Ryo sonrió y se abalanzó sobre Tadayoshi, lanzándolo
sobre la frazada. Acto seguido besó sus labios con ternura.
— ¿Y si mejor lo hacemos entre nosotros?
— ¿Qué cosa?
— Conocernos.
— De acuerdo. ¿Qué es lo que quieres saber de mí?
— Todo…
El repentino sonido de las entrañas de Ryo, lo hizo
sonreír ampliamente.
— ¿Tienes hambre?
— Sí — Reconoció el aludido, con una expresión de completa
y total vergüenza.
— Entonces, vayamos a buscar el pastel — Le dijo
Tadayoshi, incorporándose.
— ¿No tienes frío? — Le preguntó, imitándolo.
— Claro que no — Respondió el aludido, extendiendo su
mano para que Ryo la tomara entre las suyas —. El calor que Ryo-chan me da es
lo máximo que puedo pedir…
— Qué idiota…
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