[Agosto] Capítulo 06 - Y sólo olvida el mundo

 Comiendo chocolate *_*
村上信吾・錦戸亮・大倉忠義 - それでいいんじゃない
 Sigo en casa xD

Ciaossu~!
Como dije, como es agosto, ¡hay actualización de Agosto! :D
Parece que se viene bien limoncito el día de hoy xD
Oh, sí, porque me gustan los spoilers, les di un super spoiler xD

Enjoy~ ♥

Título: Agosto.
Fandom: Johnnys.
Autor: nekoism / c0nfabulati0n
Pairing: OhYasu [Okura Tadayoshi x Yasuda Shota].
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, drama.
Rating: PG-13
Capítulos: 06 / 10
Sinopsis: Tadayoshi quiere celebrarle el cumpleaños a Shota... a solas, teniéndolo sólo y todo para él.
Canción: My sweet prince - Placebo.

Tadayoshi quiere crecer. 

Shota está cansado de crecer. 

En un día soleado ellos se conocen a mitad de camino... conectados. 

( 01. La secuela de mi esperanza de muerte ) 

( 02. La banda sonora de mi verano ) 

( 03. Por la emoción de la caída )

( 04. Un tú y yo no tan cercanos )
( 05. Tú sabes quien soy )


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Capítulo 06: Y sólo olvida el mundo

Nueva entrada de thinkgreen

4 de Septiembre, 2008 @ 1:10 AM
[sin título]

Si los globos rojos son para volar

Y los azules son para caída libre

¿Para qué son los violetas?

¿Me mantendrás volando

O sólo me dejarás caer (por ti)?

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“Ahora que lo mencionas, te he elegido tu sobrenombre perfecto.”

Tipeó una madrugada, cuatro horas antes de que nuestra sesión de chat comenzara.

“¿Cuál es?”

“Yassan. Apócope de Yasu-san. La misma manera es que me bautizaste como Tacchon.”

“Yassan. No es intimidante. Juguetón, pero sigue siendo con respeto… Perfecto. ^o^”

“Gracias. Ahora, ¿cómo estuvo tu día?”

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Septiembre ha empezado.

Ha pasado un mes de estar al lado del otro, continuando con nuestras conversaciones usuales.

Sin embargo, eso usual ha cambiado aún más drásticamente.

No podría negar que ya había cambiado todo después de la gran confrontación.

Seguimos hablando como si fuéramos amigos, aunque es claro que ya no lo seríamos más.

Seguimos existiendo en la mente del otro sin tener una idea de lo que realmente somos.

Las líneas que nos unían, parecían volverse más frágiles cada día, por una razón que no podría señalar.

Y en ese momento deseé nunca haber confrontado mis sentimientos por él en primer lugar.

Aún más con el inicio de las lluvias frecuentes.

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“FELIZ, FELIZ CUMPLEAÑOS, YASSAN!”

Como esperaba, lo tipeó en negrita y mayúsculas, en mi color favorito, con una docena de corazones y emoticones.

“Gracias.” Fue mi única respuesta.

“¿Cómo lo estás celebrando?”

“He tenido una cena simple con mi familia, todo de mi propio bolsillo.”

“Oye, ser un adulto sí que es duro.”

“Por favor, ¡no me digas así!” Respondí agriamente.

“Pero, ¿cómo debería llamarte? ¡Recién cumpliste 23! :))”

“Dime Yassan, ¿cómo sino?” Respondí, con un par de emoticones.

“LOL.” Reflexionó Tadayoshi.

Entonces, de nuevo, estuvimos faltos de cosas acerca de las cuales hablar.

“Quiero atenderte en el hotel por tu cumpleaños.”

Los sábados siempre estoy libre. De hecho, estoy libre todo el tiempo, si es exclusivamente por él.

Esa es mi única razón por la cual abandoné mi trabajo de mecanografía después de que Agosto terminara.

“¿El sábado por la noche?”

Esa fue una extraña pero sincera petición.

“Está bien.” Terminé.

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Si no hubiera sido por mi alto y mi deseo de no crecer tan rápido,

Mi mundo no se hubiera detenido a mitad de camino, no me hubiera permitido conocerlo.

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Trece de Septiembre, nueve de la mañana.

Otra cita secreta.

Estaba parado en la azotea, con el muchacho que había llegado a gustarme mucho.

Las espesas nubes nos cubrían, la lluvia amenazaba con caer.

Él estaba probando una cerveza ligera (¡a la mierda con la legalidad!) y yo estaba probando una más fuerte.

Su botella hizo un tintineo agudo al aterrizar sobre la mesa.

Yo miraba la luna desaparecer y reaparecer detrás de las nubes.

De repente, sus brazos me envolvieron. Él me abrazó por detrás. Lo sentí apoyar su mentón sobre mi cabeza.

No me acobardé. En cambio, saboreé el momento, el contacto físico, la unión.

Sus grandes manos me agarraron de los hombros. Me hizo mirarlo.

Como siempre, nos estábamos comunicando sin palabras.

El viento se hacía más fuerte y golpeaba sobre nuestros rostros.

Él me miró con esos ojos penetrantes, esos ojos de los cuales no me canso.

Entonces, lentamente se inclinó hacia mí. Aún así, no podía moverme.

Nuestros labios se tocaron.

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Mis ojos estaban ampliamente abiertos, sin creer lo que estaba sucediendo.

Era como si yo hubiera existido en un lugar donde las edades se encuentran a mitad de camino.

No.

Sólo habíamos hecho de su azotea un lugar donde las edades ya no importaban.

Abrí mi boca y le di la bienvenida.

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Estábamos empapados por la lluvia. Aún así, el suelo estaba seco.

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Sentí que el mundo se detuvo desde el momento en que entramos a su cuarto, asegurándonos sobre el otro por calor.

Volvió las luces tenues, después, me sentó sobre su cama de agua, descansando parte de su peso sobre mi pecho.

Lo mire y luego susurré, “Es… Espera, ¿no nos estamos apresurando con esto?”

Pero mis palabras fueron interrumpidas mientras él me besaba todavía más profundo de lo que lo había hecho.

Sentí la cerveza ligera, pero su dulzura, la suavidad de su lengua era evidente.

Lo siguiente que note, fue que mi ropa fue quitada una por una.

Yo también lo ayudé con la suya, y lentamente rocé mis yemas contra su caliente y roja piel.

Mientras, su toque derritió mi contundente fachada.

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“Yassan… Tú nunca te enojas, ¿no?” Nuestra conversación se repitió.

“Sí, lo hago. Por supuesto, soy humano.”

“¿Cuándo fue la última vez que REALMENTE te enojaste?”

Una duda, “¿…el año pasado?”

“¡¿EN SERIO?!” Tipeó, con asombro.

Silencio.

“Y lloraste por mí cuando me confesé. Tonto.”

Sólo pude tipear un emoticon sonriente, aunque mis sentimientos eran de otro modo. Lo estaba conteniendo todo.

“Quizás… esa vez habías llorado tus propias lágrimas, ¿no?”

“Supongo.”

“Esa es tu falla. No te liberas.” Tipeó, como si fuera nada.

Me mantuve en silencio. Sus palabras me habían golpeado justo, especialmente con lo que siguió a continuación.

“Yassan, déjame ser tu libertad.”

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Él le dio una buena mirada a mi desnudez después de que nuestras lenguas danzaran una vez más.

Sentí una especie de vergüenza porque él me estaba viendo en mi estado vulnerable, pero no emitía sonido.

Más bien, levantó mi pierna para encontrar la entrada.

“¿Me permites entrar?” Susurró roncamente, sus ojos misteriosamente fueron oscurecidos  por su flequillo negro.

Solo podía verlo con sus ojos claramente vidriados de deseo, mis sentimientos se desbordaron en mi interior.

“¿Puedo?”

Temblando, me aferré a su longitud y dije, con igual ronquera, “Dentro mío, Tacchon. A… Ahora.”

Me sonrió después de empujarme sobre mis rodillas.

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Las aguas se desbordaban. Nosotros bailábamos en la lluvia.

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Gemí en voz alta mientras él continuaba empujando su longitud dentro mío.

Él masajeaba mi muslo para calmar el continuo dolor.

Sentí su pulsante longitud presionando más al fondo, llenando todo el espacio en mí.

Me estaba desgarrando.

Tomó unos buenos tres minutos antes de que el dolor disminuyera y fuera reemplazada por una inmensa plenitud.

Era consciente de cómo mis dedos hicieron medialunas crecientes sobre su espalda, y quería pedirle disculpas.

Pero mantuve mi borrosa vista sobre él con una expresión tan enfocada, tan satisfecha, mucho más en éxtasis.

Encontré mi voz para decir su nombre repetidas veces.

Lo vi sonreír, como si disfrutara el dolor que me estaba dando.

En el amor, todo es acerca de herir al otro solo para obtener el placer que realmente deseaban.

Danzábamos juntos en la oscuridad; piel resbaladiza contra piel resbaladiza.

“Ya… Yassan.” Murmuró bruscamente mi nombre, mientras me perforaba rítmicamente, me penetraba con todo su ser.

Nuestras respiraciones eran profundas y enfurecidas, pero sorprendentemente iban al unísono.

Nunca en mi vida había sentido este todo, con otra persona dentro mío.

La actividad al alcance de mi mano drenaba mi energía, pero me esmeré en moverme solo para él, mientras recibía de nuevo sus embestidas.

Intercambiamos lugares y me abrí aún más para él, y solo para él.

Y él lo absorbió todo. Todos sus toques eran sobre los lugares correctos, todas sus embestidas golpeaban los lugares correctos.

Incluso el creciente crujido de la cama nos marcaba un ritmo para que nosotros lo siguiéramos.

Nuestras respiraciones, que llenaban el cuarto, eran el acompañamiento. Las continuas menciones al nombre del otro, como si estuviéramos diciendo oraciones, eran la letra.

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Aceleramos dirigiéndonos al amanecer.

Las sensaciones de ardor en nuestros ingles y sobre la boca del estómago  aumentaban en intensidad.

Sus caricias se volvieron más ásperas, cómo si lo estuviera haciendo para salvar su vida.

Mi nombre se volvió incomprensible, y sus embestidas, penetrantes. Sentí como si mi interior ya estuviera sangrando.

En una muy penetrante embestida de toda su longitud, un líquido viscoso me recubrió internamente.

Lancé un grito agudo y mi semen se desbordó sobre él, también, mojando las sábanas y hasta su abdomen descubierto.

Esa liberación agotó nuestros espíritus hasta su esencia.  Sentí como si hubiera nacido de nuevo.

Colapsé encima suyo, y él colapsó sobre su cama de agua, pero usando lo que le quedaba de energía para abrazarme con fuerza sobre su sudado pecho. Justos, disfrutamos del resplandor.

Descansé sobre su pecho y controlé mi respiración mientras nuestros corazones latían como uno solo.

Cuando la descarga se calmó, Tadayoshi corrió las despeinadas franjas rubias que estaban sobre mis ojos y luego los investigó profundamente.

Y me besó de nuevo, como si los cientos de besos que habíamos compartido esa noche no hubieran sido suficientes para decir que me quería tanto.

Le devolví el beso, pasando todos mis sentimientos, las palabras que no habían sido dichas, directamente en su boca.

Rompimos la unión de nuestras lenguas, después, él me miró de nuevo.

Sus ojos seguían llenos de una insaciable lujuria.

La repetición fue todavía más electrizante. Fue todavía más intensa la segunda… y la tercera vez.

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Quiero que él esté conmigo, dentro mío, para siempre.

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La mañana siguiente, cuando recuperé mi consciencia, seguía atrapado en su abrazo, una parte suya seguía sepultada en mí.

No podía entender por qué, o cómo me había entregado tan fácilmente, pero cuando vi su rostro dormido, lo entendí.

Me lo estaba gritando.

Lo amo. Realmente lo amo.

Abrió un ojo.

“Buen día.” Le dije, perezosamente.

Él sonrió, débilmente.

Quizás, había sido cegado por el éxtasis, y no me di cuenta de cómo cambiarían las cosas drásticamente después de esa única y magnífica noche.

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En las noches que siguieron, me pregunté si él realmente me retribuiría ese amor.