2 de mayo de 2015

[LDS] Último secreto: Nuestro reencuentro

Ciaossu~!!
Y así, como quién no quiere la cosa, llegamos al final de LDS. La verdad... este fic fue tomando forma solo xD Empezó siendo una forma de no aburrirme en el laburo xD pero terminó teniendo una historia completamente distinta xD (y me saqué las ganas de meter la primera persona en mis historias, así que, ya he cumplido mi cometido). Si el final está bien, si no les gustó, si hubieran esperado otra cosa... Espero todo tipo de comentarios, pero por sobre todo, espero que la historia les haya agradado (#^___^#)
Enjoy~ ♥


Título: Little dirty secrets.
Fandom: Johnnys.
Formato: Multi-chaptered.
Género: Smut.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizado.
Capítulo: 14/ 14
Cantidad de palabras: 2201.
Sinopsis: Ryo logra escapar y llega a lo que cree, sigue siendo su hogar. Con la ayuda de Toma y Yuya, logra enfrentar a Tadayoshi.
Nota: En este episodio, la letra itálica corresponde a lo relatado por Ryo.

( Décimotercer secreto: Brisa )

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Último secreto: Nuestro reencuentro.

Le sonreí al portero cuando entré a la recepción. Él se sorprendió al verme, pero no creía que fuera por mi estado o mi vestimenta, estaba seguro de que era porque yo estaba entrando allí. Entré al ascensor y con los ojos cerrados, dejé que la tranquila melodía en el corto viaje hasta el décimo piso llegara a mis oídos, acompañando mi respiración.
Llegué al piso y aminoré mi andar. Después de todo, ya estaba ahí.
Golpeé la puerta del departamento y esperé. Pude oír débilmente el sonido de unos pasos a acercándose, sonido que se hizo cada vez más cercano, hasta que la puerta se abrió.

— Llegué — Le dije, sonriéndole de esa forma que a él tanto le había gustado en algún momento de su vida. Abrió sus labios, pero no pudo articular palabra. En cambio, sus ojos se llenaron de lágrimas y se abalanzó sobre mí, abrazándome con fuerza, de esa forma que yo dejé escapar —. Perdóname — Le susurré, estrechándolo entre mis brazos, sin deseo alguno de dejarlo ir.
Sin mediar más palabras, ambos entramos y él me ayudó a sentarme en el grande sillón de tres cuerpos. Devoré con la mirada todo lo que se encontraba a mi alrededor y, tal como lo supuse, no había cambiado nada.

— Te estuvimos buscando como locos — Me dijo, acercándose a mí con un vaso de agua —. Está calentándose algo para que comas.
— Gracias — Susurré, después de beber casi la mitad del contenido del vaso de un sólo sorbo.
— ¿Cómo... ocurrió...? — Preguntó, con una mirada curiosa. Creo que se refería a cómo Okura me había encontrado.
— Fui a trabajar y me dejó inconsciente golpeándome con algo en la cabeza.
— Lo siento — Musitó. Cuando lo miré, tenía ambas manos cerradas formando un puño sobre sus rodillas, su cabeza estaba gacha y me di cuenta que, de nuevo, había empezado a llorar, eso leí sobre sus labios fruncidos y temblorosos. Apoyé mi mano sobre una de las suyas y con la otra, lo obligué a mirarme.
— Tegoshi, no fue tu culpa — Le dije, antes de acariciar su mejilla y llegar con mis labios hasta su frente, donde deposité un sonoro beso —. Yo soy el único que debe pedirte disculpas, yo soy el único que tiene la culpa de todo esto — Volví a abrazarlo. Quizás fue porque lo necesitaba; en ese momento, y en esas circunstancias —. Creo que... este es mi castigo... por haberte engañado.
— No — Negó él rotundamente, alejándose para mirarme fijamente a los ojos —. A pesar de todo, yo jamás te hubiera deseado todo esto. Hubiera preferido mil veces que vinieras y me dijeras que querías separarte de mí porque estabas saliendo con Okura que todo esto. Si las cosas hubieran sido de esa forma, lo hubiera entendido...
— Igual hubieras hecho un berrinche — Aclaré, acariciando sus cabellos.
— Pero después..., lo hubiera entendido. Y sólo te hubiera deseado que fueras feliz.
— ¿Aún lo deseas? ¿Que sea feliz?
— Por supuesto que sí. No importa a quién elijas. Siempre desearé lo mejor para ti.
Sonreí. No sabía cómo responderle.
¿Acaso esperaba que me correspondiera? ¿Acaso en lo más profundo de mi alma deseaba volver con él? ¿Volver a sentir esa paz y tranquilidad que sólo él me daba?
Seguí sonriendo, no quería decir cosas de las cuales después fuera a arrepentirme
.
— Iré a ver la comida — Agregó, levantándose. No dije nada, pero lo agarré del brazo. No le dije nada, pero lo acerqué a mí. No le dije absolutamente nada..., pero le di uno de esos besos que a él lo enloquecían.
Tegoshi no respondió.
Sus brazos no rodearon mi cuello como antes sucedía.
No buscó que aquel beso fuera profundamente apasionado, como antes lo hacía.
Ya no me amaba.
En ese momento me di cuenta que toda su vida ya no giraba en torno a mí, ahora giraba en torno a Toma.
Lo solté y agaché la cabeza casi hasta la altura de mis rodillas, donde la agarré con fuerza entre mis manos.
Suspiré.

— Lo siento — Musité. Él sólo acarició mis cabellos, sacándome la capucha y pude oír que sonrió.
— Puedes irte a duchar si quieres — Me dijo, antes de irse a la cocina.
Mis cosas ya no estaban ahí. Era normal, ya que nos habíamos separado. Una muda de ropa me había quedado ahí perdida, la cual encontré sobre la tapa del inodoro gracias a que Tegoshi la había dejado sobre la misma. Cuando cerré la ducha, oí una segunda voz proveniente del comedor. Pude reconocerla, después de todo, era sumamente familiar para mí. Era Toma.
Dudé en salir del baño, pero tampoco podía quedarme allí por siempre. Cuando llegué al comedor, Toma se abalanzó sobre mí, como Tegoshi lo había hecho, y me abrazó con fuerza, como Tegoshi lo había hecho
.
— Ryo — Mencionó mi nombre en un susurro, como queriendo comprobar que yo estaba ahí.
Yo también lo abracé.
Había besado a su pareja, pero lo abracé. Después de todo, era mi amigo. Y Tegoshi, nunca había sido de mi propiedad. Él ya había decidido a la persona que me reemplazaría en el rol de estar por siempre a su lado. Cerré los ojos y suspiré. Con aquel abrazo, yo también lo había aceptado todo. Que Tegoshi ya no me amaba, que había elegido estar con Toma, y que a mí me perseguía un maniático a quien no podía evitar para siempre. Temblé, inconscientemente, al recordarlo a él y a todas las cosas que me hizo.

— Ya no tienes nada de qué preocuparte — Me dijo Toma, mirándome —. Ya todo estará bien.
— Hablé con Yasuda-kun — Me dijo Tegoshi —. Me vino a ver y le conté lo que Okura te estaba haciendo. Le dije que con Toma habíamos pensado que lo mejor era que te tomaras unas vacaciones y aunque me preguntó dónde estabas o dónde podía contactarte, no se lo dije. Él lo entendió y me dijo que intentaría persuadir a Okura para que se olvidara de ti, pero mientras más lo hacía, más se daba cuenta de lo mentiroso que se había vuelto. Hasta le preguntaba por ti a propósito, para saber con qué nueva excusa saldría cada vez que se lo preguntaba.
— ¿Y los chicos?
— Nadie más lo sabe. Pero creo que todos debieron haber intentado averiguar algo a su manera. De cierta forma, creo que ya nadie confía en Okura.
— ¿Qué debo hacer?
— Debes enfrentarlo — Respondió Toma. Yo lo miré, después de llevar un poco de arroz a mi boca —. No creo que lo correcto sea que nosotros te acompañáramos, pero ya sabes que cuentas con Yasuda para hacerlo.
— Gracias... a ambos — Dije, con la boca llena.
Al día siguiente, lo primero que hice fue comprarme un teléfono nuevo. En realidad, le pedí a Toma que lo hiciera. Necesitaba tener un par de contactos en el mismo, y Tegoshi era el único que podía dármelos, así que fueron juntos, mientras yo los esperaba en el automóvil antes de ir a la agencia.

Le pedí a Sho-chan que los reuniera a todos, pero que esperara a que yo estuviera allí para llamar a Okura. Quería que todos estuvieran presentes y vieran su rostro cuando él me viera sentado allí y no en la cabaña, como él creería.
Cuando llegué, nadie me preguntó nada. Pero pude intuir las miles de preguntas que me esperaban una vez Okura llegara.
La puerta se abrió y él entró. Estaba por decir "buen día", pero sus palabras fueron interrumpidas abruptamente al verme allí, sentado en uno de los extremos de la mesa que se extendía a lo largo de la habitación. Aunque estaba alejado, pude ver cómo tragó saliva en seco. No podía deshacer la expresión de sorpresa que estaba dibujando su rostro en aquel momento.
Reaccionó y cerró la puerta a su paso.

— Buen día — Dijo. Se acercó a nosotros y se sentó en uno de los lugares vacíos cerca nuestro —. ¿Qué ocurre?
— Es lo que nos morimos por saber — Dijo Maru, estirándose sobre la mesa.
— Okura — Lo llamé. Él me miró con terror. No sabía ni qué sabían nuestros compañeros de grupo, ni qué iba a decir en ese momento -, quiero hablar a solas contigo.
Los chicos salieron, entre quejas, sin entender nada, pero se quedaron al otro lado del vidrio. Eso era lo que yo quería. No iba a poder enfrentarlo frente a ellos, pero al mismo tiempo, no quería estar solo al momento de la confrontación.
— ¿Qué sucede? — Me preguntó.
— Quiero que vayas a un psiquiatra — Se sorprendió por mis palabras. Después de unos largos segundos, él me sonrió. Estaba por acariciar mi mejilla, fue lo que deduje al ver el movimiento de su brazo izquierdo levantándose. En cambio, optó por no hacerlo y seguir en silencio —. ¿Quieres que te espere? — Le pregunté.
— No lo sé — Soltó, sin atreverse a mirarme —. No sé qué quiero...
— Debes recuperarte. No importa el tiempo que te tome. Debes hacerlo... por ti. Que no te importe nadie a tu alrededor, sé un poco más egoísta y preocúpate por ti.

Esa fue la última conversación que tuvimos.
Eso fue lo último que le dije.
Y ya habían pasado tres meses de eso.
Supe por Sho-chan que había vuelto a Osaka con su familia, y que estaba ayudando a su padre en el negocio de
torikazu. También me dijo que se estaba tratando con un psiquiatra de la ciudad, así que supuse que estaba bien.
Pero de eso había pasado casi tres meses.
Okura le pidió que no lo llamara más. No quería mantener contacto con ninguna persona cercana a mí. Me enteré por Yokoyama-kun que les había mandado un correo electrónico a cada uno de ellos, y les dijo absolutamente todo lo que había sucedido. Absolutamente todo. Recién en ese momento comprendieron la situación. Y los cinco habían acordado deshacerse de ese correo una vez leído, por las dudas.

— Fuiste muy valiente, Dokkun — Me dijo -, por enfrentarlo de la forma en que lo hiciste.

Tres meses habían pasado y la nieve ya había teñido la ciudad de un hermoso color blanco.
Llegué un poco más temprano que de costumbre. Haber cumplido los treinta ya me estaba empezando a afectar y no me dejaba dormir
.
— Apresúrate — Me dijo Murakami-kun, con quien me crucé en el pasillo —. Tenemos sesión.
— ¿Eh? ¡Pero si llegué temprano! — Me quejé, con el ceño fruncido —. ¡Son las siete!
— Son las ocho — Aclaró Subaru-kun, quien me hizo volver la vista a mi reloj de muñeca el cual marcaba las siete y cuarto.
Me quejé y llegué casi corriendo al vestuario
.
— Buen día.
Esta vez, yo me sorprendí.
Esta vez, él estaba ahí
.
— Buen... día — Le dije, sin querer creerlo. Me acerqué y dejé mis cosas regadas por el lugar, sin darle la espalda y mirándolo de reojo. Él en cambio, sí me estaba dando la espalda, buscando algo en su bolso —. Llegaste justo. Apenas te reincorporas y ya tienes que trabajar.
— Trabajo es trabajo — Me dijo. Sin darme cuenta, él estaba a mi lado, extendiéndome un amuleto —. Toma.
— ¿Qué es? — Por alguna extraña razón, no temblé, él ya no me generaba temor.
— Es un amuleto. Una vecina lo hizo para mí cuando le dije que tenía que ir al hospital.
— Una vecina...
— ¡Tiene siete años! — Aclaró él, sonriendo, y generando mi propia sonrisa. Lo miré, y él también se quedó mirándome, pero al mismo tiempo, ambos desviamos nuestra mirada.
— Bueno... Lo mejor es que vayamos yendo — Dije, para cortar con ese incómodo clima.
Sin siquiera pensarlo, él me besó. Quiso hacerlo en mis labios, pero sólo llegó hasta mi comisura.

— Feliz cumpleaños, Ryo-chan — Me dijo, dulcemente.
Lo miré, sorprendido y lo besé con esa misma dulzura que él me había transmitido con sus palabras y sus acciones.

— Gracias — Le dije.
Tenía miedo a tocarlo y creo que él también tenía miedo a volver a sentir el roce de mi piel sobre la suya. Pero creo que un beso despertaba muchísimo más, y que ese beso despertó raros sentimientos en ambos. Quizás porque nunca nos habíamos besado de esa forma. Con tanta dulzura y sinceridad.
Se sonrió cuando nos separamos y me miró.
Busqué en su mirada a la persona que me había deslumbrado un lejano tiempo atrás, pero en cambio, encontré ese mismo brillo que Tegoshi tenía cada vez que me miraba, cuando estábamos saliendo. Ese brillo en la mirada que ahora Tegoshi tenía cada vez que miraba a Toma.
Y en ese momento lo supe. Que pese a todo lo sucedido, mi destino era estar a su lado.
Hice un paso hacia adelante y sonreí nervioso. Acaricié su mejilla. En ningún momento habíamos dejado de mirarnos a los ojos.
Lo estreché con fuerza entre mis manos. Lentamente, con miedo, sus brazos se encontraron alrededor de mi cintura.

— Bienvenido — Le susurré.
— Regresé — Me dijo

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