Ciaossu~!!
Tercer capítulo de Ring ^^
Título: Ring 「指輪」
Fandom: Johnnys.
Pairings: Ryokura [Okura Tadayoshi x Nishikido Ryo].
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, drama, romance.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizado.
Capítulo: 03/ 08
Cantidad de palabras: 4101.
Sinopsis: Mientras Tadayoshi quiere ver más a Ryo, Masami siente curiosidad por el anillo que vio que tenía su esposo.
( 01. Promesa )
( 02. Trátame suavemente )
***************************************
Capítulo 03: Dudas.
Tercer capítulo de Ring ^^
Enjoy y hasta la semana que viene~ ♥
Título: Ring 「指輪」
Fandom: Johnnys.
Pairings: Ryokura [Okura Tadayoshi x Nishikido Ryo].
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, drama, romance.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizado.
Capítulo: 03/ 08
Cantidad de palabras: 4101.
Sinopsis: Mientras Tadayoshi quiere ver más a Ryo, Masami siente curiosidad por el anillo que vio que tenía su esposo.
( 02. Trátame suavemente )
***************************************
Capítulo 03: Dudas.
Sólo
había un par de clientes en el bar, así que aprovechó para descansar un poco en
la parte trasera, escuchando música. Oyó sonidos que no parecían provenir de su
reproductor musical. Al abrir los ojos, vio a Aya chasqueando sus dedos a la
altura de sus oídos para llamar su atención. Sin dejar de cantar una de sus
canciones favoritas en voz baja, le sonrió, quitándose los auriculares.
—
¿Qué sucede?
— Si
vas a dejarme allá sola, avísame.
— No
estás sola, estás con Eita — Se sonrió Ryo.
— ¿Y
bien? ¿Qué pasó con el señor millones?
—
¿Crees que estoy sentado sobre una cubeta con hielo a causa del calor?
—
Ay, no… ¿No me digas qué…? — Aya lanzó un chillido en forma de grito, generando
la sonrisa de su oyente —. Cuéntamelo todo. ¿Te dolió?
—
Horrores… Pero… la segunda no tanto…
—
¡Qué insaciable eres, Ryo-chan! — Reconoció la muchacha, codeándolo.
—
Hubiera habido una tercera, pero… no iba a llegar al trabajo.
—
Ah… Su esposa es tu nueva jefa, ¿no? ¿Cómo te trata?
—
Aya… Estuve tratando de olvidarme ese detalle mientras escuchaba música, ¿sabes?
— Suspiró.
— Lo
siento. Pero, bueno, nadie dijo que sería fácil, ¿no?
—
Chicos, ¿vienen a ayudarme? — Les pidió Eita, metiendo medio cuerpo dentro de
la habitación —. Ryo, ¿está todo bien? — Le preguntó a su empleado, al ver lo
que le costó levantarse de la cubeta de hielo.
—
¡Ah! Sí, está todo bien. No te preocupes — Respondió, palmeando su hombro —.
Voy a cambiarme y voy, ¿de acuerdo? — Antes de salir al bar, Ryo lavó su rostro
y se miró al espejo. Volver a la realidad le hacía darse cuenta no sólo que
estaba engañando a la persona que le había tendido una mano cuando necesitaba
una ayuda económica más, sino también, a todo el mundo. ¿Cómo iba a salir a la
calle y decir abiertamente que estaba saliendo con una persona casada y, para
colmo, que esa persona era un hombre, igual que él?
Ese
día, su trabajo había sido normal. Tal y como le había advertido Suzuki, en el
lapso que estuvo en la empresa, fue de un lado al otro.
Pero
así como Tadayoshi no podía sacarse del paladar el sabor de su café –el cual
Ryo veía como extraño, ya que para él, no tenía nada fuera de lo normal-,
tampoco podía hacerlo Meisa, encargada de relaciones públicas de la
empresa.
Fue
a llevarle su café de la media tarde, minutos antes de terminada su jornada
laboral cuando, al entrar a su oficina, la encontró hablando por teléfono,
pero, al verlo, sin soltar el tubo telefónico, la mujer le dijo que entrara,
con una seña de mano.
—
¿Puedes ir a buscarla tú? Hoy no creo que pueda salir temprano — Suspiró —.
Seguro. Intentaré que Masa-chan me libere para la cena. Besos.
Adiós.
—
Aquí tiene su café — Le dijo Ryo, dejando su bebida frente a Meisa, junto con
el trozo de pastel de manzanas que siempre pedía de la cafetería de la
esquina.
—
¡Miles de gracias! — Agradeció, aplaudiendo —. No he podido quedarme sentada ni
un rato.
— Si
no se le ofrece algo más…
—
¿Puedes quedarte a hacerme compañía? — Ante la pregunta de la mujer, el aludido
no hizo otra cosa más que pestañear sorprendido —. Es que no me gusta estar
sola. Ja, ja, ja.
— De
acuerdo… Con permiso — Dijo Ryo, sentándose en uno de los sillones frente a su
escritorio.
— Tu
nombre es Ryo, ¿no? — Le preguntó Meisa, devorando casi la mitad del trozo de
pastel de un solo bocado.
—
Eh… Sí…
—
Puedes decirme Meisa cuando estemos solos — Ryo la miró —. Los amigos de Tada,
también son mis amigos — La mujer apoyó ambos codos sobre la mesa y su rostro
sobre ambas palmas abiertas —. Vaya… No puedo creer que finalmente te haya
conocido…
—
Habla como si fuera famoso o algo así — Se apenó el aludido.
—
Bueno, cuando estábamos estudiando, mi esposo y yo, y Masa-chan y Tada, éramos
mejores amigos. En un primer tiempo, Tada siempre estaba hablando de ti — Ryo
se hizo escasos milímetros hacia atrás, sorprendido por sus palabras.
—
¿Okura… hablaba de mí?
—
¡Sí! — Respondió Meisa, bebiendo un poco de café —. Siempre fuiste una persona
muy importante para Tada.
— N…
No diga esas cosas. Las hace sonar raras.
Meisa
rió.
—
Sí, ¿no? — La mujer se quedó mirando las nubes blancas que surcaban vagamente
el cielo azul mientras enfriaba el contenido del pocillo que sostenía entre sus
finas manos —. Pero, realmente creo que es así.
Ryo
se quedó mirando el rostro de la mujer. Por algún motivo, le pareció que había
una carga de seriedad en aquella última frase.
—
Kuro… Meisa-san… Es hora de irme — La aludida lo miró —. Mi turno termina a las
tres — Se disculpó el muchacho.
—
Ah, tienes razón. No te quito más tiempo. Vete, vete — Lo echó Meisa, con un
movimiento de mano —. ¿Tienes otro trabajo?
— En
realidad… Vengo de otro trabajo. Trabajo a la noche en un bar.
—
Ah… Suerte con eso, entonces. Nos vemos mañana.
—
Gracias. Nos vemos.
Antes
de irse, como parte de su trabajo, debía dejar limpias las cosas que había
usado en el transcurso del día. Es por eso que se dirigió a la cocina, al mismo
tiempo que una nueva reunión finalizaba. Les dedicó una reverencia a las
personas que se le cruzaron en el camino, al igual que a Masami y
Tadayoshi.
—
¿Vas a estar en tu oficina? — Le preguntó la mujer a su esposo.
—
Sí, cualquier cosa, búscame ahí — Le respondió, viendo la ruta que había tomado
Ryo.
— Te
llevo unas cosas que quiero que revises — Le dijo su mujer, sin advertir las
acciones de su esposo.
—
Claro, llévalas, llévalas. Voy al baño — Dijo él, rápidamente, siguiendo luego
los pasos de Ryo.
—
Sí, sí — Dijo Masami para ella misma, tomando el camino contrario.
Cuando
Tadayoshi entró a la cocina, vio a Ryo de un lado a otro, intentando lavar las
cosas lo más rápido que podía. También había una empleada, a quien le dedicó
una reverencia y cuyo saludo fue imitado.
—
¿Te ayudo? — Le preguntó a Ryo, una vez la muchacha salió de la cocina,
arremangándose el saco.
—
¡Claro que no! Esto es parte de mi trabajo — Se quejó Ryo.
—
Pues parece que tienes mucho. Oye, ¿no crees que ya es demasiado trabajo?
—
Suzuki-san me dijo que esto podía suceder. Además, ya estoy acostumbrado —
Dijo, levantando los hombros —. Trabajo en un bar después de todo.
—
Déjame ayudarte — Volvió a pedir Tadayoshi.
— Te
dije que está bien. Además…, no estaría bien visto que el jefe esté con la
camisa remangada y lavando las tazas — Se burló.
— En
realidad, la jefa es Masami-chan — Dijo el aludido, inflando levemente las
mejillas.
— Te
miro y a veces no aparentas tener la edad que tienes.
—
Perdón por eso.
Estando
los dos solos en aquel pequeño lugar, aún con el bullicio normal en un horario
de oficina, Tadayoshi sentía una inmensa paz. Ryo se dio cuenta que se había
quedado mirándolo cuando sintió el débil roce de las yemas de sus dedos sobre
su sien. Al girar la cabeza, se dio cuenta que había acomodado un mechón de
cabello detrás de su oreja.
—
¿Qué haces?
— Te
miro.
— No
lo hagas — Murmuró.
—
¿Por qué? — Se sonrió el aludido.
—
Porque está mal que me mires en la forma que lo haces…
— Es
tu culpa por provocarme.
—
Estoy lavando una maldita taza. Si eso te parece provocativo, hay algo que está
andando mal contigo — Dijo, sacudiendo el agua de sus manos y cerrando luego el
grifo de la canilla.
—
¿Ya está? — Le preguntó Tadayoshi.
—
Voy al baño y me voy — Le respondió Ryo, mirándolo.
—
Está bien — Dijo Tadayoshi —. Nos vemos mañana.
Ryo
no se cercioró si lo siguió o no. Al oír sus palabras, creyó que volvería sobre
sus pasos, después de todo, estaban en su lugar de trabajo y, para peor, con la
esposa de Tadayoshi en el mismo piso que ambos. Estaba por suspirar
profundamente cuando entró al baño y vio el reflejo de su rostro en el espejo,
pero lo siguiente que sintió fue su cuerpo siendo arrastrado hacia dentro de
uno de los cubículos y una mano sobre su boca que le impidió pegar un grito de
auxilio.
—
¡¿Qué rayos haces?! — Preguntó, en voz baja, a un sonriente Tadayoshi.
— Ni
siquiera me diriges la palabra cuando estamos solos. Es normal que me sienta
abandonado — Le susurró el aludido, besando su cuello.
—
Okura… Espera… Aquí no podemos — Un fogoso beso le impidió seguir hablando.
Toda su fuerza pareció desvanecerse en aquel contacto. Por unos instantes, se
olvidó de todos los obstáculos que había entre ambos, por unos instantes, deseó
volver a ser suyo como aquella noche.
— Te
lo pusiste — Susurró Tadayoshi, en referencia al anillo que descansaba en su
dedo medio, besándolo luego, sin despegar su mirada de la suya.
—
¿Recién lo notas?
—
No. Me había dado cuenta el otro día — Respondió Tadayoshi, entrelazando su
mano a la suya.
—
Okura… Aquí no podemos — Reitero Ryo, seriamente.
—
Entonces, déjame ir, por lo menos, dos veces a la semana a tu casa.
—
Está bien.
— Y
un día por medio, los fines de semana.
—
Pareces un niño — Dijo Ryo, abrazándolo con ternura.
— Tú
me consientes.
—
¡Yo no he hecho nada!
Tadayoshi
estaba por abrir la puerta del cubículo, pero la mano de Ryo lo detuvo. Acto
seguido, él salió, espió para ambos lados y le hizo una señal para que él
también saliera.
Masami
llegó a la oficina de Tadayoshi en el mismo instante en que el teléfono sonaba,
por lo cual, atendió.
—
¿Diga? ¡Ah! Habla Nagasawa. Sí… Eh… En estos momentos no se encuentra, pero…
Deme unos segundos, por favor, enseguida lo mando a llamar — Le dijo a la
persona al otro lado de la línea, saliendo luego de la oficina —. ¿Tanto va a
tardarse en el baño este hombre?
—
¿Me lavas las manos, Ryo-chan?
—
¿No puedes hacerlo tú? — Sonrió el aludido.
— Me
gusta que tú lo hagas — Reconoció Tadayoshi, apoyando su cabeza sobre el hombro
del más bajo, mientras éste se secaba las manos con un par de toallas de
papel.
—
Oye, basta, pueden vernos. Es en serio — Se quejó Ryo, haciéndose a un
lado.
—
¿Por qué eres tan malo? — Preguntó Tadayoshi, entrelazando su mano a la de Ryo.
Masami alcanzó a ver esto último y a oír la última frase que dijo su esposo.
Rápidamente, cruzó la puerta del baño de hombres del lado de afuera y se quedó
oyendo su conversación.
— No
es que sea malo. Es que… tú ya sabes…
—
Simplemente, no me ignores. Si no lo haces, no te molestaré en todo el
día.
—
Está bien, no lo haré. Ahora, ¿puedo irme? Tengo sueño y tengo que
trabajar a la noche.
—
Puedes irte — Respondió Tadayoshi, soltando el agarre que tenía sobre su mano y
frunciendo sus labios, llamando su atención. Ryo suspiró y miró a ambos lados,
dándole un corto beso en los labios —. Hasta mañana.
—
Hasta mañana.
Con
Ryo saliendo del baño de hombres, Masami entró al baño de damas, ubicado
exactamente al lado para que ninguno de los dos la vieran cuando salieran de
allí.
A la
noche, a Ryo le pareció ver a Masami hablando con Eita, pero cuando volvió a la
barra, ella, o la mujer parecida a ella, ya no estaba.
—
Oye, la mujer que estaba aquí recién, ¿no era Nagasawa-san?
—
Sí… ¿La conoces? — Le preguntó Eita, sorprendido por su pregunta.
— Si…
Casualmente ella es mi superior en el trabajo al que me mandó Aya.
—
Ah… Ya veo. Sí. Bebió un Blood Mary y se fue. Dijo que tenía trabajo acumulado
o algo así — Le dijo el mayor, mirándolo de reojo.
Tadayoshi
había terminado de secarse el cabello con el secador, pero aún seguía con su
bata de baño. La tela de paño todavía calentaba su cuerpo así que, quiso
quedarse con ella hasta que esa sensación se fuera.
Salió
y se sentó en la cama vacía al lado de su mesa de noche. Abrió el cajón de la
misma y escarbó hasta encontrar una pequeña bolsa de tela, algo vieja, y sacó
el contenido de ella. Era el mismo anillo que vio sobre el dedo medio de Ryo
esa misma tarde. Sonrió, admirando el objeto con la luz del
velador.
—
¿Tendré que ponérmelo yo también? — Susurró, para sí mismo. El sonido de la
puerta de la habitación abriéndose, lo volvió a tierra, alcanzando a cerrar su
mano en un puño y esconder dentro del mismo, los objetos que había estado
mirando segundos antes —. Masami-chan…
—
Ah, ¿terminaste?
—
Sí… ¿Y tú? — Repreguntó, cerrando el cajón de su mesa de luz lentamente
mientras la miraba de reojo, pero su esposa estaba concentrada en sacar ropa de
su armario, dándole la espalda.
—
No, pero lo termino mañana. Siempre y cuando estés dispuesto a ayudarme — Dijo
la mujer, ahora sí, mirándolo y dedicándole una sonrisa.
—
Sabes que no voy a decirte que no.
—
Gracias. Voy a bañarme yo también. Me dio frío.
—
Está bien — Dijo Tadayoshi, cerrando su puño con más fuerza. Recién cuando Masami
entró y cerró la puerta del baño detrás de sí fue que volvió a prestar atención
a los objetos que había escondido —. Quizás todavía no sea el momento — Se
dijo, en voz baja.
Al
día siguiente, Ryo odió haberle hecho caso a su amiga y haber ido a ese trabajo.
No pudo sentarse sino hasta diez minutos antes de terminado su turno. Lanzó un
sonoro suspiro al hacerlo, en una de las banquetas de la
cocina.
—
Buen trabajo — Le dijo Suzuki, entrando.
—
Buen trabajo — Respondió Ryo, dedicándole una reverencia —. ¿Qué es lo que está
sucediendo que está todo demasiado movido?
— La
empresa cumple su aniversario número cincuenta.
—
Ah…
— No
te sorprendas si te hacen trabajar de mozo.
—
Eso no es parte de mi trabajo.
Suzuki
sonrió. El teléfono de Ryo sonó, avisándole que tenía un nuevo mensaje de
texto. Era de Tadayoshi. Miró de reojo a su compañera, pero ella no pareció
haberlo oído. Pensó que estaba en medio de una reunión, pero así y todo, la
respuesta de Tadayoshi fue que estaba aburrido, y que quería encontrarse con
él, al menos un rato, a la noche. Ryo le advirtió que iba a dormir todo el día
hasta tener que presentarse en el bar, por lo cual, Tadayoshi se ofreció a
llevarlo a su trabajo nocturno. Ryo no se negó.
—
¿Así que se cumplen cincuenta años de la apertura de la empresa? — Le preguntó
Ryo, ni bien subió al auto de Tadayoshi.
—
Hola — Le dijo el aludido, con el ceño fruncido. Su oyente, después de
colocarse el cinturón de seguridad, le dio un suave beso en los labios —. Ahora
sí… En efecto, se cumplen cincuenta años, pero dejar las cosas a último
momento… es normal en la empresa — Suspiró.
— Ya
veo.
—
¿Cómo van tus trabajos?
—
Bien… Hago lo que puedo — Respondió Ryo, frotándose las rodillas con las palmas
—. ¿Y tú?
—
Van bien. Pero detesto tener que seguir las cosas en casa — Reconoció
Tadayoshi, revoleando los ojos —. Lo único que quiero es descansar.
— Yo
sí puedo hacer eso cuando llego a casa.
— Te
odio.
— Sé
que sí — Hasta llegar al bar donde trabajaba Ryo, charlaron de cosas triviales.
El tráfico estuvo a su favor, y agradeció haber podido llegar más temprano —.
Todavía no le dije a Eita por qué no fui el otro día — Se sinceró —. Así que
intento llegar lo más temprano que puedo todos los días.
—
Mejor, así puedes faltar otro día.
— ¡Ni
lo sueñes!
—
Oye, Ryo-chan…
—
¿Mh?
— Un
fin de semana, ¿puedes acompañarme a un lugar? — Le preguntó, con la cabeza
levemente apoyada sobre el volante.
—
Claro… ¿Adónde me quieres llevar?
—
Secreto…
—
Eres malo — Se quejó el aludido.
— Lo
sé — Susurró Tadayoshi, quitándose los anteojos y dándole un profundo beso en
los labios —. Suerte en el trabajo — Le dijo, al darse cuenta que Ryo se había
quedado con los ojos cerrados, como si hubiera perdido consciencia de sí mismo
culpa de ese beso.
—
Gracias — Dijo el aludido, sonriéndole y dándole un corto beso en los labios
antes de bajarse del vehículo. Mientras Ryo bajaba, un coche a toda velocidad
pasó al lado del de Tadayoshi, pero ninguno de los dos le prestó
atención.
Tal
y como Suzuki le había dicho a Ryo, alguien lo había designado como mozo para
la fiesta aniversario de Nagasawa Corporations. Por más que intentó, no pudo
comunicarse con Masami, ya que ésta iba de reunión en reunión. Ella salió de su
oficina con Tadayoshi, tanteó los bolsillos a ambos lados de su saco, pero no
halló lo que estaba buscando.
—
¿Me prestas tu celular? — Le preguntó a su esposo.
— ¿Y
el tuyo?
— Lo
habré dejado en la oficina de Meisa, es para hacer una llamada corta, no te
preocupes.
—
Está bien — Suspiró Tadayoshi, sacando su celular del bolsillo pero, al
agarrarlo, el anillo que estaba en el mismo sitio salió rodando hacia la
alfombra, llamando su atención y la de Masami.
— Se
te cayó algo — Dijo la mujer, pero por más que Tadayoshi intentó agarrar
rápidamente el anillo, ella fue más veloz que él —. ¿Qué es esta baratija? — Le
preguntó, sonriendo ampliamente.
—
Ah… No es nada — Respondió el aludido, sacándole de las manos el objeto y
volviendo a guardarlo en el bolsillo de su saco.
— Si
no quieres que se pierda, ese es el lugar menos seguro para dejarlo. ¿Por qué
no te lo pones?
Molesto
por la cantidad de carpetas que estaba cargando, Tadayoshi las posó sobre su
pecho y se colocó el anillo como pudo, en su dedo medio, generando la sonrisa
en Masami.
—
¿Entramos? — Le preguntó Tadayoshi, ambos frente a la sala de reuniones.
Ryo
fue llamado desde el salón donde se realizaría la fiesta, en la planta baja, y
grande fue su sorpresa al encontrar a Aya también trabajando como moza y a Eita
en la barra.
—
¿Qué haces ustedes aquí? — Preguntó, sonriendo, cargando una fila de
sillas.
— Ya
sabes que Nagasawa-san es cliente del bar. Ella me pidió si podíamos venir a
cubrir unas vacantes — Respondió su jefe en el bar.
— Un
poco de dinero extra no viene mal, ¿eh? — Dijo el muchacho, siguiendo con su
trabajo, dirigiéndose al otro extremo de la sala. Ryo no se dio cuenta que
Masami, si bien chequeaba junto con Meisa que todo estuviera en orden, no le
sacaba los ojos de encima.
—
¿Sucede algo, Masa-chan? — Le preguntó Meisa a la mujer.
—
No, nada.
—
Hace rato que estás prestando atención a cualquier otra cosa menos a
esto…
—
Nada, nada. No me hagas caso.
—
Buenas tardes — Las saludó Ryo a ambas.
—
Ah. Nishikido-kun — Llamó su atención Masami.
—
¿Sí? — Preguntó el aludido, volviéndose.
— ¿Y
ese anillo? — Le preguntó, en referencia al objeto sobre su dedo medio.
—
Eh… ¿Esto…? — Masami se dio cuenta, en ese preciso momento, que Ryo no sabía
mentir. Se le notaba a la legua el nerviosismo generado por su pregunta —.
Esto… Esto…
—
Déjalo Masa-chan. ¿No ves que Nishi-chan no va a contarnos nada de su novia? —
Dijo Meisa, bromeando.
—
¡No! ¡No es nada de eso! — Se apresuró en aclarar Ryo.
—
Tienes razón, Meisa — Dijo Masami, sin despegar su mirada del muchacho —. Sigamos
con esto — Agregó, girando unos noventa grados y apoyando su mano sobre el
hombro de su amiga para alejarse de Ryo, quien se quedó extrañado por la
situación —. Ah. ¿Nishikido-kun? — Ryo volvió a mirarla —. ¿Puedes pedir que
lleven las copas a la mesa de entrada y las acomoden allí, por favor?
—
Sí… Claro — Su pedido le pareció extraño, pero debía llevarlo a cabo, ya que
después de todo, en ese lugar, debía responder a sus órdenes.
Claramente,
ese día no tendría trabajo en el bar. No estaba preparado para pasarse toda la
noche en ese sitio sin haber pegado el ojo, así que decidió confiar en la
cafeína para mantenerse despierto. Estaba por prepararse un café cuando vio a
Masami entrando a la cocina.
—
¿Me preparas uno, por favor?
— Seguro
— Dijo el aludido, sacando otro pocillo de la alacena.
—
¿Cómo vas a sobrevivir el día de hoy? — Le preguntó la mujer, sentándose en
torno a la pequeña mesa en medio de la habitación. Ryo la miró —. ¿Te vas
directo al bar desde aquí todos los días?
—
No, voy a mi casa a dormir un rato — Respondió, vertiendo el agua caliente en
ambos pocillos.
—
Disculpa mi indiscreción hace unos momentos — Le dijo, agarrando la taza de
café que Ryo le estaba entregando.
— No
hay nada de qué disculparse.
—
¿Puedo verlo? — Le preguntó, mientras Ryo se sentaba frente a ella.
—
¿Qué cosa?
—
Ese anillo.
—
Claro — Le dijo el aludido, entregándole el objeto. Masami lo examinó
cuidadosamente con la mirada —. ¿Hay algo malo en él? — Dijo, mientras la mujer
le devolvía el objeto.
—
No. Nada — Respondió —. Ah. Me olvidé el celular en la oficina — Recordó.
—
¿Quiere que se lo vaya a buscar? — Preguntó Ryo —. Hoy tampoco vi que
Masami-san haya podido sentarse siquiera un rato — Le dijo, levantándose de su
asiento.
—
Por favor — Le pidió, con una sonrisa. El aludido asintió con la cabeza y salió
de la cocina a toda marcha. Internamente, agradeció que automáticamente Masami
hubiera recordado que no llevaba consigo el celular, ya que si preguntaba algo
más acerca de su anillo, no iba a saber qué responder. Cuando regresó a la
cocina, halló a Masami con el pocillo de café que él había estado bebiendo
entre sus manos.
—
Eh… ¿Sucedió algo?
—
¡Ah! ¡Regresaste! Toma — Le dijo, revolviendo el contenido de su taza —. Pensé
que iba a enfriarse en lo que regresabas, así que me tomé el atrevimiento de
ponerle un poco más de agua caliente.
—
Aquí tiene su celular — Musitó Ryo, agarrando aquella taza entre sus manos
mientras él le entregaba su teléfono a Masami.
—
Muchas gracias. No sé qué haría sin él — Se sonrió la mujer, atesorando aquel
aparato entre sus manos —. Cuando termines con el café, baja al salón, por
favor.
—
Seguro — Dijo Ryo. Cuando quiso darse cuenta, Masami había dejado su café por
la mitad y lo había dejado solo en la cocina —. Se ve que el día de hoy va a
ser terrible para mí…
Aunque
las idas y vueltas en aquel lugar eran comparables a una noche con el bar
lleno, por algún motivo, Ryo no podía soportarlo. Podía sentir que las luces
artificiales sobre su cabeza lo enceguecían.
—
Nishikido-san, ¿te encuentras bien? — Se dio cuenta que era Suzuki quien le
hablaba, pero no por haberla visto, sino, por haber oído su voz. El aludido
asintió levemente con su cabeza, ya que al abrir la boca, no pudo pronunciar palabra
alguna —. ¿Quieres ir a descansar? Tienes un trabajo por la noche, ¿no?
—
Sí, pero…
— Ve
a la entrada. Todavía falta que arreglemos un par de cosas allá — Le dijo la
muchacha. Ryo se dio cuenta que su compañera había empezado a preocuparse por
él. ¿Tan mal se veía? Pensó en ir con Eita y pedirle un trago que levantara su
ánimo, pero no podía ponerse a beber en medio del trabajo.
—
Está bien — Dijo, accediendo a la petición hecha por la muchacha. Mientras más
se acercaba a la entrada del salón, la sentía más lejos de lo que realmente
estaba. En vez de pies, parecía que estaba arrastrando dos bloques de cemento.
Se acercó a la mesa de entrada como pudo, pero llegó hasta el mantel, del cual
tiró con fuerza al mismo tiempo que perdía el conocimiento.
se me hizo supero cortito ! D:
ResponderEliminarme estoy volviendo adicta a este fic !
y eso que apenas van 3 caps! D:
xD
Está embarazado!?!?!?!?!??! D:
por eso se desmayó!
xDDDDDDD *la patean *
OMG!
Masami ya sabe!? ya sospecha!?!? y le contó a Meisa!? por eso dijo lo que dijo!?
Tatsu todo cariñoso <3 lo amo!
Ryo sentado en hielo xDDDDD OMG! tan adolorido lo dejó!?!??! que no lo hace con cuidado!? o que?! xDDDD
no sé por que comente de fin a inicio xDDDD
Gracias por la conti ! *O* a esperar por más !
¿¿Se te hizo corto?? xD
ResponderEliminarEso que me parece que es uno de los capítulos más largos que escribí ^.^
JJAJAJAJAJAAAAJAJAAAJAJAJAJAJA~ No séééééééé~ Si te digo, es spoiler :P
Me perdí xD ¿Qué le dijo Masami a Meisa que te hace pensar que sospecha? xD
Siiiii~ Tatsu como que parece un nene al lado de Ryo~ ♥ :3 (o se hace el nene :v)
Fue su primera veeeeeeeeeeeezzzzzzzzzzzzzzzz xD jajajajajajajaja
Pero sí, fue media exagerada la cubeta con hielo xD
No te preocupes, yo hago lo mismo a veces xDDDDDDDDDDD
Gracias a vos ^3^ *chu* Mucho no vas a esperar, porque mañana toca actualizar Ring :3