29 de agosto de 2012

[Touch] Capítulo 11 - Osaka

 Me duele la espalda... Otra vez xD
 *buscando canción cortavenas con galletita de agua mojada y una pal ñaca-ñaca para hacer la revisión xD*
 En casa~

Ciaossu~!!
Puffffffff~ Sí que me llevo su tiempo este episodio Dx
Este es de esos episodios que estuvo planeando casi desde el principio xD Realmente, el viaje de estudios a Osaka fue planeado al poco tiempo de estar escribiendo Touch xD

¿Qué tan importante es esta ciudad en esta historia?
Bueno, como... ya no recuerdo su fue Massu, Shige o los dos que le contaban a Tego, el viaje de estudios es algo muy entre comillas, en realidad (y como pasó en el episodio 3), y en este caso, es LA gran excusa para sacar a los alumnos de las instalaciones del instituto y desligarse un poco de ellos xD
En este caso, Osaka es importante no sólo por ser la ciudad natal de Ryo-chan y Tacchon (también de Hina, pero no es un personaje sumamente relevante en la historia), sino también la de Yasu, y él es EL GENERADOR DE CELOS en Massu.
Este episodio tiene de TODO, léanlo hasta el final ;3
Enjoy~ ♥

Título: Touch
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], OkuMassu [Okura Tadayoshi x Masuda Takahisa] (pero nadie dice que no pueden haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, drama.
Rating: PG-13
Capítulos: 11 / ¿12?
Sinopsis: A veces hay situaciones en la que las personas que más quieren estar juntas, terminan separándose, y los que más quieren estar separados, terminan juntándose. A veces, el destino vuelve a pasar por el mismo lugar. ¿Qué harías si no eres capaz de evitarlo, aunque esto arruine tu vida? Y si, ¿cuándo crees que tu vida no podría estar peor, tienes la oportunidad de enmendarlo todo?


"Hasta el momento en que nos fuimos,
Massu no había aparecido, y mucho menos
habían noticias de Okura senpai.
Creo que se habían reconciliado.
Ninguno de los dos nunca nos dijo a Toma
o a mí qué había ocurrido exactamente, pero
la sonrisa con la que Okura senpai nos recibió
nos dijo todo."

( 06. Susto


Nota: Van a notar qué algo le falta a este episodio. Me gustaría que al leer este capítulo, me digan exactamente qué es lo que le falta. Total voy a explicar el por qué de ese vacío en el siguiente y quizás, último episodio de Touch.


Capítulo 11: Osaka


Osaka…
Ciudad de la prefectura de Kansai, en la isla principal de Honshu.
Osaka…
La tercera ciudad con mayor población después de Tokio y Yokohama.
Osaka…
Conocida por sus okonomiyaki, takoyaki, udon y el tradicional oshizushi.
Osaka…
Lugar de nacimiento de Tadayoshi, de Ryo y de muchas otras personas en el instituto Kitagawa.

Aunque había pasado ya un mes desde aquel encuentro coincidiendo con la primera nevada, Takahisa sentía que las cosas no habían terminado de aclararse con Tadayoshi, y esperaba poder hacerlo en aquel lugar.
Aunque fueron separados por años y divisiones, desde el lugar en el que estaba, podía verlo en la fila. Se preguntaba si iría con ellos al hotel o iría a su casa, después de todo, los viajes de estudio de lo que menos se trataban era de estudio, ya que los alumnos terminaban haciendo lo que querían.
Lo vio mandando un mensaje de texto, con una sonrisa en el rostro. A él no le llegó nada así que supuso que el remitente de ese mensaje sería Shota. Su ceño se frunció. El hecho de volver a acercarse a Tadayoshi, hacía que esos celos respecto a su superior, volvieran a nacer, hasta llegando a olvidarse el hecho que lo había ayudado a convencer al morocho de que volviera a tocar la batería para el festival escolar y llegando incluso a odiarse a sí mismo por el simple hecho de haber ayudado a quien veía como un rival. Eso era. Todo aquel que tuviera una relación más cercana e íntima que él con Tadayoshi, era su enemigo.
- ¡¡Tacchon!!
Un agudo y exagerado grito hizo que absolutamente todos los presentes en aquel sector del aeropuerto voltearan a ver a su emisor. Los ojos de Takahisa un poco más y se le salieron de las órbitas al intentar procesar lo que sus ojos estaban viendo. Shota había ido corriendo a su encuentro con Tadayoshi y apresó sus labios con suma dulzura, generando una pícara sonrisa cuando lo soltó.
- Y… Yasu..., ¿qu…? – Titubeó Tadayoshi, visiblemente sonrojado y sorprendido.
- Cállate y sígueme la corriente – Le dijo el rubio, al oído, sin perder su sonrisa. Shota agarró a Tadayoshi del brazo y lo alejó a las corridas de sus compañeros.  El morocho a duras penas, fue capaz de agarrar su valija, siendo arrastrado por su amigo.
- Yasu, ¿qué significa esto? Mira si te ve…
- No te preocupes, ellos están esperándote afuera.
- ¿Y Maruyama-san?
- Ah… Maru me dijo que podía hacerlo – Respondió el rubio, sonriendo.
- Pero, qué… liberal…
- Si es para ayudarte a que finalmente le digas a Masuda-kun que te gusta, dijo que hiciera todo lo que estuviera a mi alcance.
- De todos modos, Yasu. Eso fue demasiado – Suspiró el morocho.

- ¿Viste lo que yo? – Le preguntó Shigeaki a Yuya, quien igual o aún más sorprendido que él, asintió apenas con la cabeza -. ¿En qué momento Okura-san empezó a salir con Yasuda-san?
- No… lo sé – Dijo Yuya, intentando dar con su amigo, a quien no logró hallar en la multitud, por lo que sacó su teléfono celular y envió un rápido mensaje de texto.

A la salida del aeropuerto internacional de Kansai, Tadayoshi se soltó del agarre de Shota, quien se lo quedó mirando para prestar atención a la vibración de su teléfono celular, el cual sacó de su bolsillo para mirar el mensaje que le había llegado.

De: Tegoshi Yuya-kun
Cuando llegue a casa, por favor, llámeme, senpai.
  
Tadayoshi suspiró y miró a Shota con el ceño fruncido.
- Voy a matarte – Dijo, guardando el celular en su lugar.
- ¡¿Ahora qué hice?!
- ¿Cómo que qué hiciste? – Le preguntó, acercándose a él para seguir los pocos metros que los separaban de la puerta de salida -. ¡Me besaste! ¡Tegoshi-kun ya me está mandando mensajes!
- Debería ser Masuda-kun el que te pida una explicación.
- Bueno… No te lo dije, pero… en Navidad…
- Te quedaste en Tokio, lo sé. Tu mamá me lo dijo.
- Parece ser que te has vuelto un gran confidente de mi madre.
- Sólo cuando me preocupas – Le dijo Shota, saliendo finalmente del aeropuerto y mirando para todos lados hasta dar con parte de la familia de Tadayoshi: su madre y sus hermanos pequeños, apoyados sobre el automóvil manejado por Wakayama-san.
- Niisan!! – Exclamaron al unísono los hermanos de Tadayoshi, acercándose corriendo el muchacho, a quien abrazaron con fuerza, correspondiendo el mayor al abrazo.
- Ken, Bon, ¿cómo están? ¿Me extrañaron?
- ¡Por supuesto que sí!
- Vamos – Los apresuró Shota, empujando apenas a Tadayoshi, para seguir su camino hacia el vehículo, al cual entraron los cuatro antes de que el morocho fuera abrazado afectuosamente por su madre.
- ¿Por qué estás tan apurado? – Le preguntó Tadayoshi, mirándolo sorprendido.
- Es que… te extrañé, Tacchon – Dijo el muchacho, apoyando su cabeza sobre su hombro, con una pícara sonrisa en el rostro.
- Ya basta – Le dijo el aludido, entre risas, alejándolo de él.

Yuya desarmaba las valijas en silencio en el cuarto asignado para Takahisa y él. Aunque el plan había sido que Tadayoshi estuviera en su lugar, no había reparado en que él iría a su casa en lugar de descansar en el hotel junto a ellos.
- ¿Adónde vamos cuando terminemos? – Le preguntó.
- Creo que voy a quedarme a leer un libro o algo así – Dijo Takahisa, dedicándole una media sonrisa -. El viaje en avión me cansa bastante, Tegoshi – Se masajeó el tabique nasal. Yuya entendió que sus palabras eran ciertas, que realmente necesitaba descansar, por lo cual, no le insistió más.
- Está bien – Dijo el rubio, sentándose en su cama -. Pero cualquier cosa, llámame.
- ¿Por qué debería hacerlo? – Le preguntó, mirándolo con una sonrisa.
- Mhh… Por las dudas.
- De acuerdo, cualquier cosa, arruino tu cita con Ikuta para que vengas por mí.
- Tonto – Lo insultó el pelirrojo, lanzándole su almohada.

Bajó las escaleras, mirando antes la hora en su teléfono celular. Suspiró. Necesitaba algo para divertirse en ese mismo instante. Se detuvo en el descanso de la escalera, sonriendo ampliamente al ver a su próxima víctima a quien se le acercó sigilosamente y abrazó por la cintura, apoyando su mentón sobre su hombro y besando sonoramente su cuello.
- To~ma~
El aludido se zafó rápidamente del agarre, mirando al acosador con una mirada asesina, agarrando su cuello besado con la mano, como si quisiera cubrir el beso que le había dejado.
- Ryo…
- Estás todo rojo – Dijo el morocho, entre risas -. No pensé que serías tan sensible a esas cosas.
- ¿Por qué no vas a hacer algo productivo y dejas de molestar a la gente?
- Oye, yo no te insulté, así que no veo por qué tú me insultas a mí – Dijo Ryo, seriamente -. Oye – Bajó los pocos escalones de distancia que había entre ambos y le susurró al oído -…, estuve bien en casa de Takahisa, ¿no?
- Ryo – Lo llamó una voz sumamente familiar para ambos, haciendo que el morocho se girara rápidamente para ver a la persona que lo había llamado.
- Takahisa – Le dijo el aludido, con una sonrisa.
- ¿Estás de salida?
- Sí, ¿quieres que te guíe por Osaka? – El pelirrojo asintió con la cabeza efusivamente.
- Oye… Espera… ¿No ibas a venir con Yuya y conmigo, Masuda? – Le preguntó Toma.
- No… No quiero molestarlos – Le dijo el muchacho, con una fingida sonrisa -. Seguro que hace mucho que planean estar juntos, así que… Mejor me voy solo.
- Ya ves, Toma, Takahisa me eligió a mí – Dijo Ryo, fingiendo estar bromeando, cuando la realidad era muy distinta a esa.
Toma se quedó mirándolos salir del hotel, suspirando luego.
- ¿Ese era Massu? – Le preguntó Yuya, a sus espaldas, asustándolo.
- Yuya… Me asustaste…
- Ah, lo siento…
- Sí, ese era Masuda… Con Ryo…
Yuya suspiró.
- No sé si lo viste hoy, pero… Yasuda-san besó a Okura senpai.
- Sí, oí su grito, pe – Toma parpadeó varias veces, mirando a su pareja -… ¿Que hizo qué?
- Que lo besó – Reiteró el rubio, sonriendo por la expresión en el rostro del morocho -. Estoy esperando la llamada o al menos un mensaje de Okura senpai. Aunque… Claro… Debería ser Massu el que debió haberle llamado pidiéndole explicaciones, pero, aparte… Quiero saber qué pasó en Navidad. Ninguno de los dos nos dijo nada – Dijo Yuya, inflando sus mejillas.
Toma sonrió.
- Yuya, vámonos de aquí.
- ¿Mhh? ¿Por qué?
- Sino terminaré haciéndote el amor aquí mismo – Susurró, entrelazando su mano a la suya.
- Tomaaaa…

- ¿Adónde quieres ir? – Le preguntó Ryo a Takahisa, quien no parecía estar en ese lugar, junto a él -. Conozco muchos lugares donde venden comida exquisita.
- No – Musitó, deteniendo sus pasos -… No quiero comer…
- ¿Estás bien? – El morocho lo miró. Aunque estaban en la vereda en una avenida, no había gente a su alrededor, excepto por los automovilistas que poco reparaban en su presencia.
- Lo que ibas a hacer conmigo, hazlo – Le dijo, mirándolo a los ojos.
- ¿A qué te refieres?
- ¿No ibas a usarme? Estoy dispuesto a que lo hagas. Úsame.

- Ya. Cuéntame – Le dijo Shota a Tadayoshi, entrando a su habitación y sentándose en su cama.
- ¿Qué quieres saber? – Le preguntó el morocho, arrastrando su bolso sobre el suelo para dejarlo en medio de la habitación y sentarse él en la silla frente a su escritorio.
- Todo. Por algo te quedaste en Tokio en estas últimas vacaciones.
- Casualmente, Tegoshi-kun iba a hacer que me quedara.
- ¿Tegoshi? ¿Para qué?
- Para armar un plan que me reconcilie con Takahisa.
- ¿Seguías molesto con él por lo del concierto?
- Yasu… No fue solo eso… Este fue el primer año en el que olvidé el cumpleaños de Ryo, y sabes lo que esa fecha significaba para mí.
- Estoy seguro que Ryo estaba sumamente agradecido por eso. Tacchon… Lo único que te faltaba era armarle una pancarta en medio de la calle diciéndole feliz cumpleaños – El aludido sonrió -. ¿Qué más?
- Y… En el mes que pasó desde el festival, me propuse no verlo, no hablarle, al menos hasta volver a entender qué quería, qué iría a hacer con lo que me pasaba con él. Pero, aunque lo tuve lo más cerca posible… No pude… No pude decírselo…

- No hables, por favor – Le pidió el aludido -. Déjame quedarme así… un rato más – Murmuró.
El pelirrojo asintió con la cabeza, sintiendo algo frío y blanco que caía al suelo.
- Nieve…
- Un milagro de Navidad, ¿eh…? – Susurró Tadayoshi, recordando las palabras de Keiichiro.
- ¿Milagro de Navidad? – Preguntó Takahisa, abrazando los brazos que lo rodeaban.
- No, nada. Keiichiro dijo algo así durante la última clase en el salón de literatura – Dijo Tadayoshi.
- Ya veo…
- Okura-san, ¿tiene idea acerca de qué quiere hablarme Koyama-san cuando volvamos?
- Debe ser para darte un cargo en el club. Tú sabes… Nosotros… el año que viene nos graduamos. Yo creo que tú serás un excelente presidente, Takahisa.
- ¡¿En serio?! – Le preguntó el pelirrojo, girando sobre sus talones para mirarlo.
- Claro que sí – Tadayoshi estaba feliz, de nuevo aquella sonrisa, aquellos ojos brillantes, lo estaban mirando sólo a él. Pero no podía dejar de preguntarse por qué Ryo había entrado a su casa. ¿Cuándo se habían encontrado? ¿Habían acordado alguna cita antes de llegar a ese lugar? Cuando se encontraron…, ¿cómo se habían besado? El morocho simplemente dejó que sus labios se curvaran hacia arriba y acarició una de las mejillas del menor.
- ¿Senpai…? Lo siento… acerca de lo del festival… Lo siento.
- Yo soy el que debe disculparse. No debí molestarme por algo así, después de todo… fue para ayudar a Yasu y a Maruyama-san.
Takahisa asintió con la cabeza, tiritando luego.
- Tengo frío - Tadayoshi rió, sacándose la campera que llevaba y abrigando a Takahisa con ella -. Ah… Pero Usted…
- Estaré bien – Dijo el muchacho, subiendo el cierre de la campera y mirando a Takahisa. Miró de reojo sus labios, necesitaba besarlos en ese mismo instante, pero el millar de preguntas sin respuestas que rondaban su mente se lo impedían, al igual que su cobardía.

- … Y volvimos a su casa tomados de la mano.
- ¿Y Ryo?
- Cuando volvimos, se había ido, al igual que Toma y Tegoshi-kun.
- Ah – Musitó Shota antes de acostarse sobre la cama del morocho y abrazar su almohada -. Tacchon, eres toda una gallina...
- Si estuvieras en mi lugar, ¿qué habrías hecho?
- Lo hubiera besado y me hubiera importado un bledo Ryo y todo ese asunto – Le dijo, dando vueltas en su cama sin soltar la almohada de su amigo.
- Ojalá fuera tan fácil como eso. Ojalá pudiera olvidar todo lo que significó Ryo para mí.
- ¿No crees que poco a poco lo estás haciendo? – Le preguntó el rubio, sentándose de un salto en la cama -. ¿Que es gracias a Masuda-kun que lo estás logrando? Tacchon, ese chico te devolvió la vida. Nunca te había visto feliz por algo desde hace mucho tiempo.
- Este es el mismo rostro que tengo cuando logro comprar un libro que deseé mucho tiempo – Bromeó el morocho.
- No, no es el mismo. Tú eres otro gracias a Masuda-kun. Díselo de una vez. No dejes que Ryo te siga atormentando.
- ¿Es relevante esta conversación? Realmente. Falta poco para que nos graduemos, para que todo se termine. Estoy seguro que en la universidad habrán un montón de chicas que querrán ser mi novia.
- Pero…
- ¿Pero…?
- No podrás ser realmente feliz con alguien a menos que le des fin a esta historia.
- Gracias.
- Voy a maldecirte si es necesario.
Tadayoshi rió sonoramente.
- En serio, gracias. No sé qué haría sin ti.
Shota sonrió, siendo interrumpido por el sonido de una llamada entrante en su celular.
- ¡Ah! Es Maru.
- Los dejo solos – Bromeó Tadayoshi, levantándose rápidamente de la silla.
- Quédate ahí… Jajaja – Dijo su amigo, mientras atendía la llamada -. Hola. Con Tacchon. Quería irse para que pudiera hablar contigo, pero no hace falta. Sí, estoy en su casa, pero ya salgo. No queda muy lejos el lugar donde quedamos para vernos. Okay. Nos vemos – Shota levantó su vista y miró a Tadayoshi de reojo, antes de cubrir el auricular de su celular y decirle algo a Ryuhei que su amigo no alcanzó a oír.
- ¡Oye! ¿Qué le dijiste? ¡No quiero secretos! – Se quejó Tadayoshi, gritando para que Ryuhei lo oyera al otro lado de la línea.
- ¡Shhh! Nos vemos. Sí – Shota cortó la llamada y miró al morocho.
- ¿Qué le dijiste?
- ¿Qué te importa? – Dijo el muchacho, entre risas nerviosas mientras se levantaba y guardaba el celular en su bolsillo.
- Sho-chan~
- Le dije que lo amo, ¿feliz? – Respondió, visiblemente sonrojado.
- Sí, un poco – Dijo Tadayoshi, con una sonrisa -. Oye, Yasu.
- ¿Qué?
- Estoy feliz de que hayas encontrado a una persona a quien amar – Reconoció.
- Tonto – Musitó Shota, sin atreverse a mirarlo. Las sinceras palabras de su amigo, no hacían más que sonrojarlo cada vez más -. Si quieres que sea todavía más feliz… Habla con Masuda-kun, sino yo terminaré contándole todo – Le dijo, posando su mano sobre uno de sus hombros -. Bueno, me voy.
- Suerte.
Shota se fue de la casa de Tadayoshi, mensajes con Ryuhei mediante para avisar de su paradero. Habían arreglado para encontrarse en una tienda de instrumentos musicales no muy lejos de allí. Ryuhei sabía que su pareja necesitaba pasar algo de tiempo con su mejor amigo, y él no era nadie para negarle eso, por lo que le había pedido a Shota que escogiera un punto de encuentro cómodo para ambos.
- Perdón por la espera – Dijo el rubio, asustando al muchacho que veía los precios de unos instrumentos a través de la vidriera.
- No te preocupes, recién llego – Dijo Ryuhei, girándose para recibir un dulce beso en los labios por parte de Shota -. ¿Qué cuenta Okura-kun?
- Lo mismo de siempre, sigue con sus problemas amorosos – Espetó el rubio, generando una sonrisa lastimera por parte de Ryuhei. De repente, Shota miró hacia su izquierda, reparando en dos figuras sumamente familiares para él. Aunque al principio se había sorprendido bastante, al poco tiempo comprendió el porqué de esa especie de cita.
- ¿Yasu? ¿Qué sucede?
- No, nada – Dijo el aludido, negando rápidamente con la cabeza. Suspiró. Quizás, el beso que le había dado a Tadayoshi en el aeropuerto para despertar los celos de Takahisa, habían tenido un efecto contrario al esperado.

Aquellas blancas sábanas y la calidez que su cuerpo tenía entre las mismas le impedía levantarse. Aunque el débil sol entraba por la ventana, sólo bastaba con darle la espalda para poder seguir durmiendo, pero los pasos de su compañero de habitación dentro del mismo, le impidió conciliar el sueño. Terminó por sentarse en la cama, quejándose, una vez Takahisa se fue.
Se levantó, se aseó rápidamente y bajó las escaleras en busca de su amigo. Aunque al día anterior lo había pasado junto con Toma, no era lo mismo estar junto a su mejor amigo. Lo halló desayunando en el bar de hotel, por lo que le dio un suave beso en la mejilla a modo de saludo, pidiendo lo mismo que él una vez el mesero se acercó a tomar su pedido.
- No me dejaste seguir durmiendo, así que me lo vas a pagar.
- ¿Ah, sí? – Preguntó Takahisa, dedicándole una rápida mirada -. ¿Y cómo?
- Vas a pasar conmigo tooooodo el día – Respondió el rubio, con un tono infantil.
- Lo siento, pero tengo planes para hoy – Rechazó la invitación el pelirrojo, sin detenerse a mirarlo.
- Ahh… ¿Qué hiciste ayer? – Le preguntó Yuya, mientras le dedicaba una reverencia al mesero que había llegado con su pedido, a modo de agradecimiento.
- Nada en particular.
- ¿Conociste muchos lugares en Osaka?
- Sí, lo normal. ¿Tú?
- También. Fue divertido. Casi nos perdemos – Reconoció el rubio, entre risas -. Ni Toma ni yo habíamos venido antes a Osaka, así que fue divertido.
- Ya veo…
- ¿Con quién fuiste?
- ¿No te lo dijo Ikuta? – Yuya se ahogó con el café que estaba bebiendo, generando una carcajada por parte de su amigo -. Si te lo dijo, ¿para qué lo preguntas, Tegoshi?
- Massu… Aunque estés cerca, siento que cada vez estás más lejos – El pelirrojo no dijo nada -. No quiero eso. No lo quiero…
- Me voy – Dijo Takahisa, finalmente, dejando solo al rubio. Yuya por su parte, se quedó un rato jugando con una tostada, hasta que optó por volver a su cuarto. Después de todo, tal y como había sucedido el día anterior, tenía una cita con su pareja. Necesitaba calmarse y pensar en otra cosa antes de estar con Toma, no quería tener que mortificarlo con los problemas que tenía con Takahisa, culpa de Ryo.
Ryo…
Se lanzó a la cama y abrazó la almohada, estremeciéndose su cuerpo entero al recordar aquel suceso hacía ya mucho tiempo. Aunque ya era hora que lo olvidara, aunque ya tuviera todas las herramientas necesarias para hacerlo, aunque ya no estaba solo, recién lograría hacerlo una vez él se graduara a principios de Abril, lamentablemente, junto con Toma.
Dos suaves golpes en la puerta interrumpieron sus pensamientos. Sea quien sea que estaba al otro lado de aquella puerta, se merecía sus agradecimientos. No quería acordarse de eso nunca más, quería borrar aquella parte de su vida, pero eso era prácticamente imposible.
- ¿Quién es? – Preguntó suavemente, sin recibir respuesta del otro lado -. ¿Quién es? – Reformuló, con un tono de voz un poco más alto, pensando que no lo habían oído. Sintió su celular recibiendo un mensaje. Al abrirlo y leerlo, descubrió que era Toma buscando su paradero, por lo que supuso, que era él quien estaba al otro lado de aquella puerta. Abrió la misma con una sonrisa que duró apenas una fracción de segundo. Como un resorte, Yuya saltó hacia atrás.
- ¿Por qué tienes esa expresión de miedo, Tegoshi-kun? – Preguntó el recién llegado, cerrando la puerta a su paso, poniendo el seguro.
- ¿Q… Qué haces aquí?
- ¿No puedo venir a visitarte? – Preguntó Ryo, con fingida inocencia. Miró a Yuya de arriba abajo, el estado de miedo que le despertaba, lo excitaba sobremanera. Sus ojos mirándolo fijamente, intentando leer sus movimientos, sus propios movimientos torpes, su piel erizándose por culpa de los fuertes latidos de su corazón, la adrenalina que el mismo miedo le generaba. Todo él. De entre todas las personas a quienes había abusado y molestado, Tegoshi Yuya se había vuelto en la predilecta para pasar un buen rato -. ¿Por qué estás temblando, Tegoshi-kun? – Le preguntó, ambos a los pies de la cama perteneciente al rubio, mientras Ryo acariciaba uno de sus brazos con las yemas de sus dedos, sonriendo al ver sus finos cabellos erizándose al contacto -. ¿Lo ves? – Dijo Ryo, mirando a Yuya de reojo, con una sonrisa -. Es hermoso ver cómo tu piel se eriza cada vez que te toco…, Yuya – Musitó sobre su oído, sintiendo cómo su pronta víctima gimoteaba. Besó su cuello, aferrando una de sus manos a su cintura mientras la otra se encargaba de hacer que soltara su teléfono celular y lanzarlo al suelo alfombrado de la habitación, evitando esto que el aparato estallara en pedazos. Su lengua y sus labios recorrieron el cuerpo del rubio incontables veces mientras la mano que descansaba sobre su cuerpo, ayudada por la otra desde adelante que, bajaba la cremallera de su pantalón, masajeaba sus muslos, una y otra vez -. Cómo me excitas, Yuya… Yuya – Gimió, lanzando el cuerpo del rubio sobre la cama y colocándose a horcajadas suyo para evitar que escapara.
- Por favor, déjeme – Suplicó Yuya, intentando zafarse, pero Ryo dio rápidamente con el cinto de su bata de baño y lo amordazó, agarrando con una mano ambas muñecas suyas, para evitar que se escapara o que intentara hacerlo.
- Ahora sí – Dijo, estirando el lóbulo de su oreja con los dientes -. Te lo había dicho, que no estaría nada mal un segundo encuentro. Sus labios no dejaron de besarlo en ningún momento. En ese momento, sólo había una cosa ocupando la totalidad de los pensamientos de Ryo: hacer a Yuya suyo por segunda vez, y por todas las veces que no había podido hacerlo antes. Aunque, obviamente Yuya no se había dado cuenta, su cuerpo era el complemento perfecto para el de Ryo, algo que él había notado y por lo que no había podido olvidar aquella única vez que lo había obligado a ser suyo. Sumando su negación a estar por él, Yuya era el platillo perfecto para Ryo, que sabía cómo domar a las personas, cómo jugar con ellas. El sonido del celular de Yuya recibiendo una llamada interrumpió sus pensamientos. Desde el lugar que estaban podían ver el nombre de la persona que llamaba a través de la pantalla del celular. Era Toma -. Le dices algo, y no me encargaré de ti. El que pagará por esto… será Toma – Susurró sobre su oído, antes de quitar por escasos segundos la mordaza de entre sus labios para besarlo apasionadamente.

- Qué raro – Dijo Toma, cortando la llamada telefónica, esperando a su pareja a los pies de la escalera principal del hotel donde estaban alojados -. Ah, Masuda-kun.
- ¿Qué? – Preguntó, casi en un tono molesto.
- Eh… Yuya… ¿Lo has visto? – Le dijo, parpadeando varias veces por sentir la furia en su forma de hablar.
- Estaba en la cafetería hace un rato.
- Ah, muchas gracias. Es que quedamos en vernos y… no me responde las llamadas.
- Hay buena recepción en la cafetería, quizás se haya ido a dar una ducha antes de salir.
- Sí, puede ser…
- Toma, ahí estás – Dijo Keiichiro, palmeando la espalda del aludido varias veces -. Al fin te encuentro…
- ¿Qué quieres…? – Le preguntó el morocho, mirándolo de reojo, notando por su tono de voz que le iba a pedir algo.
- ¿Me ayudas con las cosas del club? – Le pidió Keiichiro, con un tono aniñado.
- ¿Yo?
- Sí, por favor. No quiero molestar a Tadayoshi una vez que está con su familia, aunque – miró al techo con expresión dubitativa -… quizás sí lo haga mañana.
- Está bien, está bien – Suspiró Toma -. ¿Me das unos momentos para que le avise a Yuya?
- De acuerdo. Te esperamos en la sala de atrás.
- ¿Estás listo? – Le preguntó Ryo a Takahisa, mientras bajaba las escaleras -. Toma… Debemos dejar de encontrarnos así.
- No creas que es un placer para mí verte, Ryo.
- Qué malo eres.
- ¿Vamos?
- Sí.
- Estás agitado – Le dijo Takahisa a Ryo, una vez fuera del hotel.
- ¿En serio? Debe ser porque estuve a las corridas. Me levanté tarde y…
- Ah, ya veo.
- ¿Adónde vamos hoy?
- Adonde tú quieras…

Yuya se sentó en la cama, mientras se secaba el cabello con una toalla. Vio su celular aún en el suelo recibiendo un mensaje, por lo cual lo agarró con esfuerzo y leyó todos los mensajes que había recibido hasta el momento. Todos eran de Toma, y todos preguntaban por él. Respondió tan sólo uno diciéndole que en pocos minutos bajaría para reunirse con él. Aunque, claro que la realidad fue muy distinta. Estaba seguro de que había tardado un poco más de media hora. Bajó con lentitud las escaleras, apresurando su andar al acercarse al final de las mismas, para que no quedara tan obvio que algo le había sucedido. Toma lo vislumbró, sentado en uno de los sillones de la recepción y se acercó a él. Aunque quería besar sus labios, Yuya se lo impidió, conformándose Toma tan sólo con la suave piel de su mejilla.
- ¿Yuya…? – Inquirió el morocho, frunciendo el ceño.
- Vamos – Le dijo el rubio, sin siquiera mirarlo a los ojos, agarrándolo de la mano para jalarlo suavemente en dirección a la salida.
- Ah… No, no puedo.
- ¿Eh? – Yuya lo miró.
- Keiichiro quiere que lo ayude con algo del club… Dice que no quiere molestar a Tadayoshi… hoy. Así que me pidió que lo ayudara. ¿Por qué no sales tú? Busca a Yamapi o a Shigeaki y sal con ellos.
- Es… tá bien – Dijo Yuya, dejando que Toma lo abrazara y besara sus cabellos. Suspiró, escuchando el tranquilo compás de los latidos de su corazón.
- Cuídate – Le dijo Toma, soltándolo.
Yuya asintió con la cabeza, saliendo con pasos lentos del hotel. Envió un mensaje de texto y esperó su respuesta para saber exactamente qué camino tomar.

- “Mansión de la familia Okura, ¿en qué puedo ayudarlo?
- Ah… Eh… Soy… Tegoshi Yuya… Okura sen… Okura-san me está esperando…
- “Espere un momento, por favor.
- Ahh… Sí…
No pasó mucho tiempo hasta que el enorme portón de la mansión se abrió frente a Yuya.
- “Pase, por favor.”
- Muchas gracias…
El rubio entró a la mansión, cerrándose el portón a sus espaldas. Cruzó el enorme jardín, caminando por el medio del camino de cemento hecho para los automóviles y llegó hasta la enorme mansión, suspirando Yuya antes de golpear la enorme puerta. La misma se abrió, encontrándose así el muchacho con Tadayoshi, quien lo recibió con una gran sonrisa.
- Tegoshi-kun, bienvenido – Le dijo el muchacho, haciéndose a un lado para dejarlo entrar al enorme hall.
- ¿Podemos hablar?
- Sí, vamos al living si…
- En… privado – Pidió el rubio.
Tadayoshi lo miró. Podía ver en sus ojos la necesidad de hablar con él.
- Está bien, vayamos al jardín, entonces – Dijo el mayor, dirigiendo sus pasos para cruzar el living y salir al jardín. Llevó a Yuya a una de las mesas al final de la galería que rodeaba el césped, sentándose en una silla y esperando a que su invitado hiciera lo mismo para empezar a hablar -. ¿Qué sucede?
- ¿Puedo pedirle… que no le cuente esto a nadie? – Musitó Yuya, mirándolo a los ojos -. Ni siquiera a Toma, por favor… Si algo le llegara a suceder, yo – Dijo el rubio, antes de estallar en llanto. Cual resorte, Tadayoshi se levantó de la silla y se arrodilló a su lado, abrazándolo con fuerza.
- Tegoshi-kun, puedes confiar en mí.
- Soy un estúpido – Le dijo, soltando de a poco el abrazo para poder hablarle -. Volví a caer de nuevo en la misma trampa… Soy un estúpido…
- ¿Qué sucedió? ¿De qué trampa hablas? – Preguntó Tadayoshi, secando las lágrimas del muchacho con la palma de la mano.
- Ryo… Otra vez - No necesitó escuchar nada más. Suspiró y volvió a estrechar aquel frágil cuerpo entre sus brazos -... Me dijo que si le contaba a alguien, iba a ir contra Toma… No podría soportarlo. Si algo le llega a suceder a Toma, yo me muero.
- Nada va a sucederle a Toma, y nada va a sucederte a ti. ¿En qué lugar… sucedió…?
- En mi habitación. Había hablado antes con Massu y subí a mi habitación a hacer tiempo antes de reunirme con Toma.
- ¿Y por qué viniste aquí?
- Kei-chan le pidió a Toma ayuda con algo del club de literatura…
- Ah… Ya veo – Dijo Tadayoshi, acomodando los cabellos del rubio -. ¿Qué sucedió con Takahisa?
- Ayer… salió de nuevo con Ryo.
Su oyente suspiró, agachando la cabeza y negando con la misma.
- Le dije a Yasu que eso no estaba bien – Volvió su vista a Yuya, que esperaba que siguiera con su parlamento -. Que me besara. Dijo que lo hizo para que Takahisa se pusiera celoso, pero… tal parece que le salió mal – Dijo, finalmente el morocho.
- ¿Por qué no habla con Massu…?
- ¿Podrías dejar de hablar con Yasu? – Le pidió Tadayoshi, sonriendo -. Debería, pero… La verdad es que no quedó claro… nada entre nosotros en Navidad. Es como si… ninguno se puso a pensar en abordar el tema “pareja” en ese momento. Tegoshi-kun… Gracias… por haber hecho todo eso para que me reconciliara con Takahisa. Realmente a Toma y a ti, les debo mucho. En estos momentos, creo que deberías refugiarte más que nunca en Toma. Olvídate de Ryo, tienes un motivo para hacerlo. Tienes algo en qué refugiarte – El morocho se levantó y miró a Yuya -. ¿Qué haces todavía ahí sentado? Ve con Toma de una vez.
Como si hubiera sido impulsado por un cohete, Yuya salió corriendo del lugar y volvió del mismo modo al hotel. Por boca de Shingo, supo que su pareja seguía siendo la presa del presidente del club de literatura, por lo que siguió su camino hasta su cuarto con un andar normal, enviándole un mensaje de texto pidiéndole que lo fuera a ver apenas se desocupara. Necesitaba abrazarlo, besarlo, refugiarse entre sus brazos, tal y como le había dicho Tadayoshi que hiciera.
No supo cuánto tiempo había pasado desde ello, pero había caído en un profundo sueño. Unos golpes sobre la puerta lo despertaron, haciéndolo levantar de un salto.
- ¿Quién es? – Preguntó.
- Soy yo, Toma – Respondió la voz de su pareja al otro lado de la puerta.
El latido de su corazón volvió a su normalidad, mientras abría la puerta, dándole paso a su pareja, a quien besó dulcemente una vez estuvieron ambos solos en la habitación.
- ¿Qué sucede? – Le preguntó el rubio, al no recibir respuesta por parte del morocho.
- Me estás besando como si hubieras hecho algo… malo….
- ¡¿Qué cosas dices?! – Preguntó Yuya, sonriendo y rodeando su cuello con ambos brazos. 
- Lo que parece – Dijo el aludido agarrando sus brazos para hacer que lo soltara -. ¿Dónde estuviste? – Preguntó, en un tono de voz más serio.
- Por ahí – Dijo Yuya, sentándose en la cama.
- ¿Con quién?
- ¿Es relevante?
- Yuya…, ¿con quién estuviste? Y antes de que empieces a buscar personas ficticias, todas las personas que te mencione para que les pidieras que te acompañaran estuvieron en el hotel todo el día – Yuya se lo quedó mirando, rompiendo con la barrera invisible que se había puesto el morocho. Toma suspiró y se sentó a su lado, llevando la cabeza de su pareja a su hombro -. Perdón… Estaba preocupado por ti. Tenía miedo de que te sucediera algo… De que te volvieras a encontrar con Ryo o algo así… Después de todo, estamos en su territorio… literalmente… Yuya, ¿con quién fuiste?
- Fui… a casa de Okura senpai… Quería hablar de Massu con él…
- Ya veo – Dijo el morocho, besando los dorados cabellos de su pareja -. ¿Y? ¿En qué quedaron?
- En que va a hablar con Massu…  Y que lo del beso con Yasuda-san había sido para despertar los celos en él.
- Bueno, me parece que Masuda no piensa así, o quizás esté realmente furioso y por eso está de mal genio con todo el mundo.
- ¿Te dijo algo? – Preguntó Yuya, mirándolo.
- No, pero hoy cuando le pregunté por ti un poco más y me golpea – Rió Toma, al recordar la actitud agresiva del pelirrojo.
- Espero que puedan reconciliarse…

Era la segunda vez que estaba en una habitación de ese tipo, pero no lograba acostumbrarse a la tenue luz de la misma.
- ¿Estás seguro? – Le preguntó Ryo, casi por enésima vez, recostándose en la cama para jugar con los botones que encendían y apagaban luces en el lugar.
- Sí – Musitó Takahisa, no del todo seguro, en realidad.
- Muy bien – Susurró Ryo, acariciando su mano desde la cama, antes de jalarlo a la misma de un tirón y besar su cuello apasionadamente, mientras sus manos levantaban su ropa. Takahisa cerró los ojos con fuerza, internamente quería que su mente proyectara la imagen de una persona distinta a la que estaba a punto de hacerle el amor, pero la forma que Ryo tenía de tratarlo, difería mucho con la de la persona que él necesitaba en esos momentos.
Empujó a Ryo hacia un costado, sentándose de un salto en la cama. Se cubrió el rostro con una mano y se levantó, siendo observado por el ceño fruncido del morocho.
- Lo siento – Musitó, finalmente, lanzando unos cuantos billetes sobre la cama -. No puedo…
- Al menos me dejas dinero – Dijo Ryo, pero no fue oído por Takahisa, ya que él, sin esperar réplica  de parte suya, había salido disparado de allí.
Afuera estaba cayendo aguanieve, un espectáculo poco frecuente. No sabía dónde ir, ya que su mente nunca había prestado atención al camino que habían hecho. Hizo apenas dos cuadras, hasta dar con nada más que negocios cerrados. Si se quedaba en aquel lugar, quién sabe qué le sucedería, con qué clase de persona se encontraría. Deslizó su cuerpo sobre una cortina cerrada de un negocio y agarró su teléfono celular.
- Ven a buscarme… Por favor – Dijo, una vez lo atendieron al otro lado.
- “¿Takahisa? ¿Dónde estás?”
- No lo sé – Reconoció el pelirrojo, sollozando -. Soy tan patético…
- “No creo que estés demasiado lejos del hotel”, dijo la voz al otro lado, entre risas. “Dime lo que ves a tu alrededor e intentaré llegar lo más rápido posible. Te lo prometo.

No le importó aquella mezcla de lluvia y nieve que mojaba su cuerpo. Aunque su madre le había dicho que esperara a que el chofer regresara para ir a buscarlo, no podía, su alma no se lo permitió. Sentía que el momento de decirle sus verdaderos sentimientos había llegado, que esa sería su primera y quizás la última oportunidad en la que iba a poder hacerlo. Llegó corriendo al lugar donde creía, podía estar y no se equivocó. Lo encontró hecho un ovillo, siendo víctima de la constante aguanieve que mojaba y enfriaba su cuerpo. Se le acercó lentamente, sacándose su campera para rodear su cuerpo con él, junto con sus brazos. Takahisa se sorprendió y al mismo tiempo, se calmó. Si estaba a su lado, sabía que todo estaría bien, que no le sucedería nada malo. Se dejó abrazar incluso más tiempo que el que lo había dejado en Navidad. Dejó que sus brazos rodearan su cintura con fuerza.
- No voy a dejarte – Le susurró Tadayoshi, sin soltarlo -. No voy a dejarte.
Soltó apenas el agarre de su cuerpo para besarlo dulcemente en los labios. Aunque al principio Takahisa se sorprendió, sintiendo un cosquilleo sobre sus mejillas por culpa de las lágrimas que rodaban sobre ellas para encontrarse sobre su mentón, terminó cerrando sus ojos, embriagándose de él por completo, deseando que aquel beso no terminara jamás. Tímidamente sus manos se encontraron alrededor de su cintura, mientras Tadayoshi acariciaba con suavidad su nuca y se separaba escasos segundos antes de volver a saborear aquellos labios que tanto había deseado.

- “Mansión de la familia Okura, ¿en qué puedo ayudarlo?
- Soy yo – Se anunció Tadayoshi, ocasionando que el portón frente a él se abriera. Entró junto a Takahisa de la mano y caminó con pasos lentos pero seguros por el césped. Se sonreía al oír el sonido de sus pisadas sobre el suelo antes de color verde, bañado de la blanca nieve.
- Okura-san…
- Tadayoshi.
- ¿Eh?
- Que me llames Tadayoshi – Le dijo el morocho, dedicándole una rápida mirada.
- Ahm… Ta… dayoshi…
- Dime.
- ¿Está bien… que estemos tomados de la mano?
- Tranquilo, falta un largo trecho para llegar a casa.
- Ahh… ¿Está bien… que nos vean así?
Tadayoshi dejó de caminar y soltó la mano del menor para girarse y levantar su rostro con ambas manos.
- Takahisa, no te preocupes. No vamos a entrar a mi casa tomados de la mano. Cálmate.
El aludido suspiró, asintiendo con la cabeza, pero la cercanía con Tadayoshi le generaba todo lo contrario a la calma. Finalmente, entraron a la enorme mansión perteneciente a la familia de morocho.
- Guau – Fue lo único que pudo musitar Takahisa, girando sobre su eje para ver todo lo que sus ojos podían captar.
- ¿Tienes hambre? – Le preguntó Tadayoshi. El aludido negó efusivamente con la cabeza -. En ese caso, lo mejor es que nos demos un baño.
- Ehhh…
- Ve tú primero – Siguió hablando Tadayoshi, riendo al haber leído de alguna forma, los pensamientos del menor -. Sígueme a mi cuarto.
- ¿Tienen un baño por cuarto?- Preguntó el pelirrojo, siguiendo los pasos del dueño de casa subiendo las escaleras.
- Sólo nosotros. Aunque hay muchos cuartos de huéspedes, esos cuartos no tienen baño.
- Ahh…

El agua caía sobre su cuerpo como si estuviera arrastrando todo lo que malo que había vivido hasta el momento. Suspiró, mirando el techo. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta abriéndose.
- Te dejo la ropa aquí – Dijo Tadayoshi, dejando algo de ropa sobre un pequeño asiento.
- Ah… Oku–
- ¿Sí?
- Tada… yoshi – Lo llamó el pelirrojo. Aunque la mampara tuviera una textura que le hacía imposible verlo, podía notar en el tono de su voz, la amplia sonrisa que se había formado en el rostro del morocho en esa fracción de segundo -. G… Gracias – Musitó el muchacho.
- De nada – Dijo Tadayoshi, antes de irse.
Apenas Takahisa salió del baño, Tadayoshi tan solo acarició sus cabellos antes de reemplazarlo. En aquel contacto, el menor pudo sentir el frío al cual había estado sometido el morocho hasta el momento en que abrió la ducha.
Se sentó en su cama y acarició la suave frazada que estaba sobre la misma. Repentinamente, sintiendo sus mejillas arder, se levantó de un salto, notando en aquel momento lo tarde que era. Si Tadayoshi no le permitía irse esa noche… ¿Él iba a dormir… allí? Recordó que le había mencionado que habían cuartos de invitados, pero dudaba mucho que Tadayoshi fuera a dejarlo solo, sobre todo si su familia no sabía de su presencia en el lugar. Además, porque cuando él había ido a su casa, habían dormido en el mismo cuarto… Reparó en la pequeña biblioteca a la izquierda de la habitación. Cuando quiso agarrar un libro, notó que le interesaría mucho más leer aquel que estaba abajo. Esa pequeña biblioteca sólo tenía obras maestras.
- ¿Qué sucede? – Le susurró Tadayoshi, rodeando la cintura de Takahisa con una mano, haciéndolo sobresaltar al sentir aquel contacto.
- ¡Ah! Eh… No… Yo – El menor tragó saliva, no podía dejarse llevar por sus emociones tan fácilmente -. Esta biblioteca… es genial.
- Gracias – Le dijo el morocho, besando dulcemente su mejilla -. Todos los que están ahí son mis libros favoritos. Coincidimos en varios, ¿no? – Preguntó, volviendo a besarlo apasionadamente sobre el cuello, ocasionando que el aludido se girara y le tapara la boca con ambas manos.
- Detente, por favor – Le pidió, completamente sonrojado.
- Lo siento – Susurró Tadayoshi, agarrando ambas manos del pelirrojo para que dejara su boca libre -. Es que… Estando a tu lado, realmente… No puedo controlarme – Lo abrazó, suspirando, lamentándose por su bajo autocontrol.
- No – Musitó Takahisa, con la cabeza apoyada sobre el pecho de Tadayoshi -. Sé a lo que… te refieres – El pelirrojo bostezó en forma exagerada, generando una sonrisa en el mayor.
- O tienes sueño… O te estoy aburriendo – Le dijo, acariciando sus mejillas, las cuales se hincharon  a los segundos de haber dicho aquellas palabras.
- Claro que no me aburres, Oku… Tadayoshi – Le negó, sonrojándose al pronunciar su nombre -. Es que… Tengo sueño.
- Entonces…, ¿vamos a dormir? – Le dijo, a lo cual el menor asintió. Tadayoshi soltó el abrazo que lo unía al menor y se acercó al interruptor de luz, apagándolo una vez vio a Takahisa bien arropado entre sus frazadas. Notó la naturalidad con la que trataba a sus cobijas. O realmente tenía sueño o no se había percatado de que esa sería su primera noche juntos. Takahisa, por su parte, se quedó mirando la pared, cerrando los ojos apenas la luz se apagó. Su cuerpo entero se sobresaltó al sentir las frazadas correrse al lado suyo y al sentir el peso del cuerpo de Tadayoshi junto a él. Sus ojos se abrieron de par en par, recién ahí cayó en cuenta de que Tadayoshi no iba a irse a otro cuarto, que iba a quedarse allí con él y por lo consiguiente… Era bastante obvio lo que iba a suceder a continuación. El pelirrojo tragó en seco, pero Tadayoshi parecía no hacer ningún movimiento, ni siquiera había atinado a levantar el brazo para acariciar su cuerpo. Aún así, el hecho de saber que era él quien estaba a su lado, lo ponía sumamente inquieto. Estaba seguro que en aquel condenado silencio, estaba oyendo los latidos de su propio corazón.
- ¿Lo oyes? – Preguntó el dueño de aquella cama, rompiendo el incómodo silencio.
- ¿Qué… cosa…? – Musitó su oyente, sumamente nervioso.
- Los latidos de mi corazón – Respondió el muchacho. El menor agradeció que le estaba dando la espalda y aún más, que las luces estuvieran apagadas; sintió cómo sus mejillas ardieron como nunca al oírlo decir aquellas palabras -. Date la vuelta – Susurró. Takahisa pudo notar que Tadayoshi estaba igual o más nervioso que él, por lo que, lentamente, se giró y lo miró a los ojos, aún en la oscuridad, tan sólo siendo iluminados por la débil luz de la luna que se colaba por la ventana. Al hacerlo, Tadayoshi tomó una de sus manos para posarla sobre su corazón -. ¿Lo sientes? – Preguntó, esbozando una sonrisa -. Nunca antes… había sentido esto… Nunca… Realmente… Estoy verdaderamente nervioso – Agregó. El silencio volvió a hacerse presente, hasta que fue Takahisa quien imitó los actos previos de Tadayoshi y posó una de sus manos sobre su pecho.
- Yo… siento lo mismo...
- Ya veo.
- Tadayoshi…
- ¿Sí?
- Te amo – Musitó.
Aunque no podía verlo demasiado en la oscuridad, y mucho menos el detalle de sus mejillas rojas, Tadayoshi sintió que estaba  sonrojado y acarició ambas mejillas, besando con delicadeza sus labios, a priori.
- Yo también. Escuchar esas palabras de tus labios, me hacen la persona más feliz del mundo. Takahisa, te amo con toda mi alma. Te prometo – Dijo, buscando una de sus manos para poder entrelazarla a la suya y llevarla a la altura de sus labios para poder besarla -… que nunca te dejaré. Estaré a tu lado, amándote… para siempre.
Takahisa se dio cuenta que nunca antes había conocido el amor hasta el momento en que sintió los labios de Tadayoshi sobre los suyos, sintiendo cómo, a medida que buscaba algo más de parte suya, cada una de sus células vibraba y sentía su cabeza afiebrarse.
- Tada… yoshi – Gimió Takahisa, intentando recuperar el aliento que el mayor le robaba en cada beso, sin poder lograrlo, ya que no pasaban demasiado segundos hasta que Tadayoshi volvía a besarlo -. Ta… Mhh…
Aunque al principio estaba nervioso, sintió que con cada caricia aquel nerviosismo desaparecía sólo para darle paso a la expectación. Las manos de Tadayoshi estaban ligeramente frías, lo cual sólo ocasionaba que su piel se estremeciera al contacto de las yemas de sus dedos sobre su cuerpo, desvistiéndolo poco a poco.
Sin dejar de besarlo, hurgando su cuello con sus labios, Tadayoshi sentó a Takahisa a horcajadas suyo, dejando a un lado las frazadas y las sábanas, después de todo, el frío tras haber salido de la ducha, estaba disipándose poco a poco y más entre aquellos besos. El mayor besó el pecho íntegro del mayor, teniendo el sumo cuidado de no dejar ningún sector de piel sin besar. Sentía cómo Takahisa se derretía literalmente entre sus brazos, dejando que él hiciera lo que quisiera con su cuerpo. Sus manos bajaron hasta el pantalón que él le había prestado, pero las manos del menor detuvieron sus actos.
- ¿Quieres… hacerlo tú…? – Le preguntó el mayor, agitado. Takahisa lo miró, haciendo una pausa antes de responder, negando con la cabeza en forma exagerada.
- No… Lo… siento – Dijo el pelirrojo, apenándose.
Tadayoshi detuvo sus movimientos, incorporándose apenas para abrazar al menor.
- Si no… quieres hacerlo… no lo hagamos. No es estrictamente necesario que lo hagamos hoy…
- N… No es eso… Yo… Sí quiero hacerlo… contigo… Quiero demostrarte cuánto te amo – Musitó el muchacho, entrelazando sus manos sobre la cintura del mayor.
- Entonces… Lo haré – Dijo Tadayoshi, abrazando con fuerza a Takahisa -. Voy a hacerte el amor…
El menor se sonrojó por todo lo que aconteció. Sintió su piel erizarse al sentir el mínimo roce de las yemas de los dedos del mayor sobre su piel. Mordió con fuerza su hombro cuando Tadayoshi lo masturbó, lo hacía sentir en el Paraíso, sus caricias eran tan certeras y excitantes que si no mantenía su boca ocupada con algo, terminaría gritando y alertando a todos en la casa -. Qué sensible que eres…
- Eso es… porque… tú eres… el que me está tocando - Tadayoshi detuvo sus movimientos sobre la hombría del menor y lo miró, perplejo -. ¿Q… Qué…?
- Eres muy excitante… con tus palabras  - Gimió, alzando su cuerpo y rozando su entrada con su virilidad, haciéndolo estremecer. Takahisa cerró con fuerza sus ojos, generando la sonrisa de Tadayoshi -. Te amo – Le susurró al oído, al mismo tiempo que llevó una de sus manos para cubrir la boca de Takahisa antes de bajar su cuerpo y penetrarlo así de una sola estocada, mordiéndose el labio al sentir el placer de la estrechez de su interior -.Taka… hisa – Gimió, estirando el lóbulo de su oreja con los dientes, succionándolo reiteradas veces mientras su mano libre volvió a masturbar al menor. Primero fue Tadayoshi quien se movió dentro suyo, con dificultad, pero al poco tiempo, eran ambos los que estaban moviéndose en sentido contrario uno del otro, sintiendo incontrolables espasmos de placer, no sólo por el acto mismo, sino, porque por primera vez, se estaban amando como siempre lo habían deseado. El cuerpo de Takahisa se estremecía cada vez que su próstata era golpeada por la erección de Tadayoshi. Sus manos se aferraron a su espalda, haciendo una tarea complicada para el mayor, el estar cubriéndole la boca con la mano, de a momentos. El mayor le susurraba palabras de afecto al oído, acariciando todo su cuerpo hasta terminar finalmente, Takahisa acostado sobre la cama, sin haberse separado de Tadayoshi. Esta vez, lo que mantenía su boca cerrada eran los besos que recibía y los cuales no parecían tener fin. Sentía que su sangre hervía, que su cuerpo quería aún mucho más de él, aunque ya ambos estaban llegando a su límite. El viento helado del invierno fuera de aquella mansión era lo que mejor contrastaba con la calidez de sus cuerpos en ese momento. Takahisa agarró el rostro de Tadayoshi para que dejara de besarlo.
- No… No aguanto más – Susurró.
- Yo… tampoco – Reconoció el morocho, besando con torpeza los labios del pelirrojo -. Takahisa… T… Te amo… Te amo – Gimió ronco, sintiendo un cosquilleo recorriéndole la espina dorsal hasta su bajo vientre, dándole una última fuerte estocada al cuerpo del menor, antes de descargarse en su interior, haciendo Takahisa lo mismo, segundos más tarde -. Eres… tan hermoso – Dijo Tadayoshi, embelesado con el rostro del menor que a duras penas podía ver gracias a la luz de la luna que entraba en el cuarto -. Tan hermoso – Repitió, besando sonoramente su frente.
- Gracias – Dijo Takahisa, ocasionando que el mayor se incorporara apenas para mirarlo -… por amarme, gracias.
Tadayoshi sonrió y lo abrazó.
- Ya te lo dije. Siempre voy a amarte.

Toma miró su reloj. Ya era bastante tarde. Miró a Yuya, quien estaba acostado boca abajo en la cama, al lado suyo, mirando algo mucho más lejos de lo que sucedía en el televisor. Repentinamente, empezó a reír para llamar su atención.
- ¿Oíste lo que dijo? – Preguntó, riendo sonoramente.
- ¿Eh? No, lo siento. No le estaba prestando atención – Reconoció el rubio, forzando una sonrisa.
- Lo sé, yo tampoco le presté atención. Sólo fue para saber dónde estabas.
- Estoy aquí.
- Realmente no lo parece – Dijo el morocho, mirándolo. Terminó suspirando mientras acariciaba sus cabellos -. Yuya… ¿Qué te sucede?
- N…. ¡Nada! Es sólo que estoy preocupado por Massu, ni siquiera ha mandado un mensaje de texto… Me preocupa.
- ¿No crees que eso es una buena señal? – Su pareja lo miró, esperando a que siguiera hablando -. No sólo Masuda se habrá reconciliado con Tadayoshi, sino que – Se levantó de la cama y se acostó al lado de Yuya, volviendo a acariciar sus cabellos -… Nos deja esta noche sólo para nosotros dos – El aludido rió bajito -. Entre Masuda y Tadayoshi ya me arruinaron bastantes citas y encuentros amorosos contigo. ¡Ya era hora que me recompensaran de alguna forma!
- Estás exagerando – Defendió el rubio a ambos, entre risas.
- Claro que no – Se separó un poco de Yuya para poder mirarlo a los ojos -. ¿O es que no quieres estar conmigo?
- ¡No digas eso ni en broma, Toma! Te amo, y claro que me muero de ganas de estar contigo. Si no dio el tiempo, sólo… ¡No se dio! No busques culpables que no existen, amor, por favor – Le pidió, con una mirada suplicante.
- Está bien, está bien – Suspiró el mayor, estrechando el cuerpo de Yuya entre sus brazos -. Sólo si dejas que te haga mío esta noche. Yuya…, te amo – Le susurró al oído, besando todo su cuello. Había una diferencia radical entre los besos de Toma con los de Ryo, sólo Toma, aunque Yuya se negara, terminaba por hacer vibrar todas y cada una de sus células.

El rayo del sol invernal entró sin importarle demasiado las dos personas que dormían plácidamente en la única cama ocupada a esa hora. El menor se restregó los ojos y alzó apenas la cabeza para encontrar el rostro todavía dormido de Tadayoshi. Se incorporó apenas, con miedo a despertarlo y acarició suavemente las facciones de su rostro, besando con dulzura sus labios, viendo su ancha sonrisa decorando su rostro.
- Buen día – Musitó, más dormido que despierto.
- Buen día – Dijo Takahisa, acurrucándose a su lado, abrazándolo con fuerza.
- ¿Dormiste bien?
El pelirrojo asintió con la cabeza.
- Perfectamente.
Tadayoshi estiró sus brazos, volviendo a abrazar al menor.
- Lo mismo digo – Dijo, antes de besar sus cabellos -. ¿Quieres descansar un poco más mientras yo me aseo? Cuando termine, te despierto.
- Está bien – Dijo el menor, besando sus labios nuevamente.
Tadayoshi se sentó en la cama y se estiró para dar con la bata de seda que, en el descuido del acto amoroso, había terminado en el suelo. Aunque la sacudió para sacarle toda la tierra que pudo habérsele pegado, eso era algo imposible de imaginar en aquel brillante suelo de cerámica blanca.
En el tiempo que Tadayoshi estuvo en el baño, no pudo pegar el ojo en ningún momento. Pero no podía negar que estar entre aquellas sábanas era maravilloso. Todo en ese lugar olía a Tadayoshi. Rió como un niño pequeño en el momento en que el dueño del lugar salió del cuarto de baño.
- ¿De qué te ríes? – Le preguntó, sentándose en la cama mientras se secaba el cabello con una toalla, ya vestido.
- De felicidad. Estoy feliz de estar aquí – Se sinceró, acariciando su mano, obligando al mayor a besarlo, mojando parte de su cabeza con la toalla que descansaba encima suyo.
- Y yo también. No te imaginas cuanto, mi amor.
- ¿Cómo me dijiste?
- ¿Mi amor? – Le preguntó, acariciando sus mejillas, con una sonrisa.
- Dímelo de nuevo.
- Te amo, mi amor – Susurró, acaparando apasionadamente sus labios. Al soltar su agarre, vio la enorme sonrisa que se había dibujado en su rostro -. Ahora, ve a asearte así vamos a desayunar.
- Síp – Dijo Takahisa, mientras agarraba la bata de baño que le entregaba el mayor. No tardó más de media hora entre bañarse y vestirse, esta vez con su ropa, pero, al salir, Tadayoshi ya no estaba allí, por lo que sí o sí, tuvo que salir de ese cuarto, con miedo a que alguien lo viera y llamara a seguridad para sacarlo de allí -. ¿Dónde estará? – Susurró para sí. Caminó por el largo pasillo hasta la enorme escalera de mármol, la cual bajó lentamente. Se topó con un hombre que parecía ser el mayordomo, quién lejos de llamar a seguridad, le dedicó una reverencia, imitada esta por el menor, con extrema timidez.
- Tú debes ser… Masuda Takahisa-kun, ¿verdad? – Oyó una voz femenina que lo hizo incorporar de un salto. Sabía que Tadayoshi no tenía hermanas mujeres, así que supuso que esa mujer que le había dirigido la palabra no era otra que su madre. Al percatarse de ello, le dedicó una reverencia, generando la melodiosa risa de la mujer -. No hace falta que hagas eso, Takahisa-kun – Sus palabras, lo hicieron incorporar -. ¿Pueden llevarnos unos refrigerios al jardín? – Le pidió al mayordomo, quien asintió con la cabeza antes de dirigirse, quizás, a la cocina -. No falta mucho para que esté el desayuno, pero Tadayoshi me dijo que anoche no comieron nada, así que supongo que debes estar muriendo de hambre, si es que tienes el estómago del tamaño que mi hijo dijo – Prosiguió, entrando al living, siendo seguida por el invitado. A medida que caminaban, Takahisa devoraba todo con la vista. Aquella mansión era inexplicable, quizás porque nunca había estado en un lugar tan elegante. Ambos salieron al jardín y llegaron a los asientos ubicados al final del mismo. Vio a Tadayoshi jugando como buen hermano mayor con sus dos pequeños hermanos, sin percatarse de la presencia del pelirrojo en el lugar. Takahisa sólo atinó a sonreír, siendo visto de reojo por la madre del morocho.
- Gracias – Le dijo la mujer, una vez se sentaron en torno a la mesa ya provista de algunos pequeños refrigerios.
- ¿Por qué? – Le preguntó el muchacho, comiendo con timidez una pequeña bola de arroz.
- Por Tadayoshi… Gracias – Le dijo mujer, bebiendo un poco de té, ocasionando que, con sus palabras, el menor se atragantara y bebiera un largo sorbo de té.
- Eh… No – Intentó negar lo innegable, aún cuando sus mejillas estaban igual de rojas que su cabello. En ese momento Tadayoshi notó su presencia en el lugar, atinando sólo a sonreír por lo que su madre estaba generando en su pareja.
- Hace muchos años que Tadayoshi no se me acercaba para hablar de alguien. Muchas veces, llegué a pensar que no tenía amigos, y eso como madre, obviamente me tenía preocupada. Desde hace un corto tiempo él volvió a acercarse a mí, me habló de Koyama-kun, de Ikuta-kun, de Tegoshi-kun, de Yamashita-kun, del club de literatura que tanto ama y de ti, porque en todas las cosas siempre aparecía tu nombre, Takahisa-kun – El aludido miró a la mujer  como si le estuviera contando su vida pero desde ese otro punto de vista que siempre quiso conocer -. Y cada vez que te nombraba una enorme sonrisa y una brillante luz aparecía en los ojos de Tadayoshi. En ese momento, en esos momentos, me di cuenta que mi hijo estaba enamorado – Su oyente se sentó derecho sobre la silla, llevando ambas manos sobre sus rodillas, queriendo que la tierra se lo tragara por las conclusiones que la mujer había sacado por sí sola -. Takahisa-kun, ¿tú harás feliz a Tadayoshi?
- Claro que sí – Dijo, levantando la vista y mirándola a los ojos, más rojo que antes -. Haré… todo lo que esté a mi alcance para hacerlo feliz.
Sus palabras generaron la sonrisa en la mujer. Takahisa sintió que esa sonrisa era la aprobación a su reciente noviazgo.
- Señora – Los interrumpió la llegada del mayordomo -… El señor y el señorito Hajime los están esperando para desayunar.
- Perfecto – Dijo la mujer, levantándose -. ¿Vamos, Takahisa-kun? – Le pidió, siguiendo su invitado, sus pasos, nuevamente. Mientras se dirigían al comedor, seguidos a la distancia por Tadayoshi y sus pequeños hermanos, Takahisa cayó en cuenta en lo que le esperaba, no sólo el hermano mayor de Tadayoshi, sino también, su padre. Lo que sea que le hubiera contado a su madre, esperaba que Tadayoshi no se lo hubiera informado también a su padre.
- Perdón por la intromisión – Dijo el pelirrojo, apenas ingresó al comedor, ocasionando que los que estaban allí presentes lo miraran.
- ¡Ah! Masuda-kun, tanto tiempo – Le dijo el dueño de la casa -. Por favor, siéntense, así empezamos a desayunar. No queremos que Ken y Bon lleguen tarde a la escuela, ¿cierto? – Preguntó, examinando antes la hora en su reloj de muñeca. Ambos niños negaron con la cabeza, generando una sonrisa en los presentes -. ¿Qué tienes que decir de la ciudad de Osaka, Masuda-kun?
- Eh… Bueno… La verdad es que… No he salido… demasiado – Respondió, apenado el pelirrojo.
- ¡Sí que eres un mal anfitrión, Tadayoshi! – Se quejó Hajime.
- Ahhh… No fue culpa de Tadayoshi – Lo defendió Takahisa.
- ¿Tadayoshi…? – Preguntó Hajime.
- Ehh… Sí – Dijo Takahisa.
- La última vez que nos vimos lo llamabas Okura senpai... Qué rápido que pierden los honoríficos los chicos de esta generación…
- No lo culpes, Hajime. Fui yo quien le dijo que ya era suficiente de tanta formalidad, al menos cuando no estamos en el instituto.
- ¿Señorito Tadayoshi? – Lo llamó el mayordomo -. Tiene un invitado.
- ¿Un invitado? ¿A esta hora? – Preguntó el muchacho, levantándose de su silla -. ¿Quién es?
- Nishikido Ryo-san.
Ese nombre no hizo sólo que Tadayoshi y Takahisa se sobresaltaran, sino que hasta la propia señora de la casa levantara la vista para mirar las reacciones de ambos muchachos.
- Ya regreso – Dijo Tadayoshi.
- ¿Un amigo? – Le preguntó Tadashi a Takahisa.
- Ah… Eh…
- ¿Por qué no lo haces pasar? – Le preguntó Hajime a Tadayoshi.
- No hace falta, estoy seguro de que está de paso – Dijo el aludido, dirigiéndose rápidamente a la puerta de entrada, frente a la cual, al abrirla, se encontró con la cara sonriente de Ryo.
- Buenos días, Tadayoshi.
- ¿Qué haces aquí? – Le preguntó Tadayoshi, saliendo de la casa y cerrando la puerta a su paso.
- Vine a visitarte, ¿acaso no puedo?
- Ryo, vete, por favor.
- Si soy mal recibido, dímelo, no hace falta que andemos con rodeos, Tadayoshi. Dime… ¿Takahisa está ahí? – El morocho lo miró, frunciendo el ceño -. Sí está ahí, ¿cierto? – Volvió a formular, entre risas -. ¿Te dijo que lo estuve consolando todo este tiempo desde que vinimos a Osaka? ¿Qué lo hice gemir hasta perder el conocimiento? A propósito…, en el sexo oral… Lo prefiero más a él que a…
Tadayoshi no pudo soportarlo más y le dio un puñetazo, haciendo que el cuerpo de Ryo golpeara contra una de las columnas de la entrada. El atacado se sorprendió no por el golpe, sino porque era Tadayoshi quien lo había golpeado. Escupió un poco de sangre y lo miró.
- Vete – Le susurró, encolerizado, agarrándolo del cuello de la campera -. Ryo, déjanos en paz y vete de una maldita vez.
Sin decir nada, tan sólo, riendo, Ryo volvió sus pasos hacia el portón. Tadayoshi suspiró y entró a la casa, encontrándose con Takahisa en el hall.
- Ah… Yo - Sin mediar palabra, el mayor agarró de la mano al pelirrojo, llevándolo a la rastra a su cuarto -. ¡Ahhh! ¡Tadayoshi! ¡Espera! – Exclamó hasta que el aludido cerró la puerta de su cuarto, lanzando al menor dentro del mismo.
- Dímelo. Todo lo que tengas que decirme, dímelo. Todo lo que quieras preguntarme, pregúntamelo, pero nunca… Óyeme bien... Jamás dudes de mí – Le dijo, abrazándolo con fuerza al finalizar su monólogo.
- ¿Qué… te dijo Ryo…?
- Que estuviste con él desde que llegaron a Osaka – Respondió, mirándolo a los ojos -. Eso fue por la estupidez que hizo Yasu en el aeropuerto, ¿verdad?
- Lo siento, yo… realmente – Dijo el menor, negando con la cabeza.
- No, no te disculpes. Takahisa… Lo que hizo Yasu fue para darte celos. Él está saliendo con un senpai suyo de la universidad. Yasu… Es como un hermano para mí. Sí es cierto que estuve enamorado de Ryo, que él hizo exactamente lo mismo que te hizo a ti. Ryo sólo existe para traerle la desgracia a las personas que lo rodean. No sé en qué momento se volvió así, tan vengativo – Suspiró y volvió a mirarlo -. Pero desde que te conocí… Todo cambió, poco a poco. Créeme, por favor.
- Claro que te creo – Dijo Takahisa, rodeando su cuello con ambos brazos -. Por supuesto que te creo. De hecho, hasta me había olvidado lo del aeropuerto – Murmuró.
- Mejor así, entonces.
- ¿Tú no tienes nada que preguntarme?
- Para nada. Aunque no lo creas, yo sé mucho más de ti que tú mismo.
- ¿Hablaste con Tegoshi?
- ¡Claro que no! Pero eres muy transparente para mí.
- Hablando de Tegoshi, ¿vas a volver al hotel? Me olvidé de mandarle al menos un mensaje de texto para avisarle que estaba… aquí…
- Está bien, vámonos. Me enteré que Toma estaba siendo blanco de los ataques de Keiichiro… No creo que pueda soportar eso un día más.

Cuando se despertó, Yuya oyó el sonido del televisor. Miró a ambos lados en busca de Toma, pero no lo encontró. Se aseó y al salir, esperó en el umbral del cuarto de baño, por la entrada de Takahisa.
- Ah… Lo siento – Dijo el recién llegado. Entró, cerró la puerta y se le acercó -. Lo siento, lo siento, lo siento.
- Mhhhh – Dijo el aludido, sentándose en la cama y mirándolo con un solo ojo abierto -. Claro que te perdono, tonto. Sólo si me dices que te reconciliaste con Okura-san.
- Estás en tu día de suerte…
- ¿No me digas que…?
- Sí, nos reconciliamos.
- ¿En serio…?
- ¡Sí! – Exclamó el muchacho, sentándose a su lado -. De hecho, recién volvimos de su casa. Fue a salvar a Ikuta de las garras de Koyama-san, así que…
- Massu, me hace tan feliz que – Dijo Yuya, pero sus felicitaciones fueron interrumpidas por el sonido de su celular recibiendo un mensaje -… Ah… Debe ser Toma. Cuando me desperté, no estaba así que…
- Ahhh… ¿Así que aprovecharon que yo no estaba para hacer sus cositas?
- ¡Massu! – Lo regañó Yuya, sonrojado, antes de leer el mensaje que le había llegado.

De: (Número desconocido)
¿Le contaste a Toma lo bien que la pasamos ayer? Ah… Cierto que no puedes contarle nada ;)

Yuya sintió cómo se le formaba un nudo en la garganta, mientras lanzaba un suspiro lastimero, acompañado del inicio del llanto.
- ¿Tegoshi…? – Le preguntó Takahisa, levantándose al instante y llegando a su lado para terminar leyendo el mismo mensaje. Lanzó el aparato ya cerrado sobre la cama y estrechó a su amigo entre sus brazos -. Es que ese tipo no tiene límites… ¿Qué sucedió? Tego…
- ¿Qué va a suceder? Después de todo, no soy más que un débil, que un inútil.
- ¿Volvió a abusar de ti?
Toma, que había ido a pedir dos desayunos para su pareja y él, trámite que le tomó más de los planeado, estaba por golpear la puerta de ese mismo cuarto, pero la pregunta del mejor amigo de Yuya, hizo que bajara su mano y se limitara a escuchar.
- Sí. Me amenazó, me dijo que si le contaba algo a alguien, iba a vengarse de mí con Toma. Yo… ¡Yo no puedo permitir eso, Massu!
- Lo sé, lo sé – Dijo el pelirrojo, abrazándolo y acariciando su espalda -. Tegoshi, ya no falta mucho para que todo esto termine. Ten calma, evita estar solo y ya está. No hará falta que le mientas más a Ikuta, aunque sea por su propio bien. Ve, lávate ese rostro y vamos a desayunar. Quizás nos encontremos con Ikuta camino a la cafetería, ¿está bien?
El rubio asintió con la cabeza.

Tal y como había dicho Takahisa, Yuya recibió un mensaje de texto de su pareja, diciéndole que quería verlo en las afueras del hotel. El pelirrojo despidió a su amigo en la entrada y volvió sus pasos a la cafetería.
Yuya encontró a Toma sentado en uno de los bancos del parque a unos pocos pasos del hotel. El morocho al verlo llegar, se levantó del mismo y lo miró.
- ¿Qué sucede? – Preguntó Yuya -. Qué raro que me hayas cita…
- Terminamos – Dijo Toma, antes de volver al hotel tomando el camino por el cual Yuya había llegado.
El rubio se quedó anonadado. Pasó aproximadamente treinta segundos mirando la nada frente a  él, hasta que finalmente se giró sobre sí mismo, buscando una explicación, pero Toma ya estaba bastante lejos de él y aunque quisiera, de su garganta no salía el más mínimo sonido, se había formado un grueso nudo imposible de desatar.



3 comentarios:

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  2. waaaaaa que fue eso!!! por qué terminó con Tegoshi??!!! es para protegerlo o se molestó por que le mintió? uwaaaa no sé que pensar!!!

    Me alegra que Massu y Okuran por fin hayan sido sinceros con sus sentimientos *w* y que bonita reconciliación jejeje
    pero aun así estoy en shock por las palabras de Toma!!!! o_o

    waa la historia está genial!!!

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    Respuestas
    1. Ahhhhhhhh :D
      No sé xD

      Personalmente, AMO este capítulo ♥ :3 creo que se me fundieron varias neuronas pensando el viajecito que se hizo Tatsu D: hasta Tokio -.-

      Ellos son la pareja perfecta xD en vez de estar unidos por un hilo rojo, los une el amor a la comida ._.

      Gracias por el comentario ^///^ *chu*

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