31 de agosto de 2012

[Touch] Capítulo 12 - Graduación

 Tengo hambre~ xD Vamos a ver qué hay~
 JOKER - Stand up
 En casa~


Ciaossu~!!
Todo tiene un final~ Todo termina~ ;_; y en este caso es este fic u.u
Antes que nada, paso a explicar la adivinanza o las duda que les dejé en el episodio anterior, que les dije que había algo que no estaba y eso es el fragmento que siempre "escribe Tego" al principio y al final de cada capítulo.
El resto de las aclaraciones, es mejor escribirlas al final, porque es respecto a este episodio, así que lean hasta el final ^^
Enjoy~ ♥


Título: Touch
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], OkuMassu [Okura Tadayoshi x Masuda Takahisa] (pero nadie dice que no pueden haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, drama.
Rating: PG-13
Capítulos: 12 / 12
Sinopsis: La llegada de la primavera y la ceremonia de graduación, también puede coincidir con el final de algo más.

"Terminemos..."




Capítulo 12: Graduación


En el aire podía olerse la llegada de la ceremonia de graduación. Todo era bullicio en el instituto, lleno de risas y de alegría por parte del alumnado. Una parte de ellos, los que al mes siguiente ya no pisarían más aquel suelo estaban nerviosos por la entrega de diplomas y por el nuevo título que tendrían, el de graduados; y aquellos que ocuparían su lugar, estaban dispuestos a ser los nuevos superiores del instituto, con todas las responsabilidades que eso significaba. ¿Qué nuevos rostros asomarían por aquellas enormes puertas junto con la llegada de las flores de cerezo formando parte de los nuevos primeros años? Nadie lo sabía.

Hideaki levantó su vista de la planilla con unas muy bajas notas para ver al dueño de la misma.
- ¿Qué te sucede, Tegoshi-kun?
- Nada.
- Tus notas no dicen eso – No recibió otra explicación por parte de su alumno. Yuya jugaba con sus dedos, manteniendo ambas manos apoyadas sobre su ombligo -.  De un día para otro, tus notas bajaron considerablemente – Yuya no dijo nada, por lo que el mayor suspiró -. Tegoshi-kun, cualquier cosa que te suceda… Puedes decírmelo, ¿de acuerdo?
- Sí, sensei. Si me disculpa – Dijo Yuya, mirándolo finalmente, antes de darse la media vuelta y salir de la sala de profesores. Hideaki hizo apenas su asiento hacia atrás y se estiró.
- Ese muchacho… me preocupa mucho – Le dijo a Tomoya, la persona que estaba sentada más cerca suyo.

De: Tegoshi
¿Podemos vernos detrás de los dormitorios?

- Qué raro que tú me hayas llamado.
Yuya, quien estaba sentado en el césped, se acostó sobre el mismo, al sentir lo suficientemente cerca al recién llegado como para poder tocarlo.
- Hazme el amor – Suplicó.
El aludido rió, arrodillándose a su lado y acariciando sus cabellos.
- ¿Cómo puedo resistirme a ese rostro lastimoso? – Preguntó, jalando de sus cabellos para besarlo apasionadamente.

Lo único que sus ojos veían eran las estrellas, mientras la persona a su lado se incorporaba y se vestía.
- No sé qué te sucede, pero creo que ya es tarde para que estés aquí… Y así – Su oyente no dijo nada, por lo que se fue.

Jin estaba escuchando música, acostado en la cama, hojeando unos apuntes, hasta que el celular de Ryo cayendo sobre los mismos, lo interrumpieron. Levantó la vista, frunciendo el ceño y se sacó un solo auricular.
- Léelo – Le dijo el muchacho de Osaka. El aludido agarró el aparato entre sus manos y leyó el mensaje de texto. Inmediatamente, buscó su reproductor musical para apagarlo, se quitó el otro auricular y miró a su compañero de cuarto, todo en una fracción de segundo.
- ¿Esto es en serio?
- Sí. Tegoshi quiso encontrarse conmigo – Dijo el aludido, lanzándose a la cama -. Aunque debo decir que no es lo mismo hacérselo sin trabas de por medio, pero… Estuvo bien, sí…
- ¿Y Toma?
- Ni idea – Le respondió, hincándose de hombros -. Y tampoco me importa. Vamos, Jin, no falta nada para que nos graduemos, deja que disfrute de esto un poco.
El aludido no dijo nada, simplemente frunció sus labios y levantó ambas palmas abiertas a la altura de sus hombros, indicándole que no contara con él para lo que sea que se estaba proponiendo.

Takahisa rondaba por el edificio escolar como si estuviera buscando un tesoro y no era para menos, ya habían pasado casi tres semanas desde la última vez que había charlado con su mejor amigo y eso, lo preocupaba demasiado. No respondía sus llamadas ni sus mensajes de texto y lo único que recibía de su parte, si es que se encontraban de casualidad, no eran más que monosílabos.
- Takahisa – Lo llamó la voz de su pareja, sonriendo al  ver lo perdido que estaba el pelirrojo -. ¿Qué sucede?
- Ah… Eh – Musitó el aludido, buscando a alguien con la vista -. ¿Viste a Tegoshi?
- ¿A Tegoshi-kun? Mhh… No, no lo he visto el día de hoy, ¿por qué?
- Desde que volvimos del viaje de estudios que no lo veo y que no cruzo palabras con él fuera del hola y el adiós.
- Si lo veo le digo que lo estás buscando, ¿de acuerdo?
- Está bien – Suspiró el aludido, sonriendo -. Gracias.

Quizás por preocupación o por simple curiosidad, Tadayoshi fue al salón del tercer año, clase C, en búsqueda de Toma.
- ¿Buscas a alguien? – Le preguntó Junnosuke, al verlo en el umbral, buscando a alguien con la mirada.
- A… Toma…
- Ahora te lo llamo – Le dijo el muchacho, con una amplia sonrisa.
Junnosuke se dirigió hasta una horda de gente para dar con Toma, quien se acercó a Tadayoshi.
- ¿Me buscabas? – Preguntó el aludido, riendo desde que salió de aquella reunión.
- ¿Sabes dónde está Tegoshi-kun?
- ¿Por qué debería saberlo? – Preguntó el aludido, apoyando su cuerpo sobre el umbral del salón e hincándose de hombros. 
- ¿Porque eres su pareja?
- No, ya no.
- ¿Eh…? – Alcanzó a decir el morocho, totalmente sorprendido.
- Lo que oíste, terminé con Tegoshi.
- ¿Por qué…? Es decir… Debió suceder algo realmente grave, como para…
- Tadayoshi. Eso es un tema zanjado, por favor…
- Ah… Está bien… Yo… Entonces, me voy.
- Nos vemos.
Tadayoshi no podía salir de su sorpresa. De repente, un nombre cruzó por su mente. Esperaba estar equivocado al respecto. Bajo la mirada de Toma, se dirigió al curso contiguo, el de la clase D.
El muchacho entró y se acercó al pupitre en torno al cual estaba sentado Jin.
- ¿Sabes dónde está Ryo? – Le preguntó.
- ¿Por qué debería saberlo? ¿Acaso no eres tú el delegado de su curso?
- Sí, pero tú eres su mejor amigo.
- No, no sé dónde está. A juzgar por la hora, debe estar fumando por ahí.
Tadayoshi suspiró.
- Gracias – Le dijo el muchacho, volviendo sus pasos hacia la salida.
- Oye, Tadayoshi  – El aludido se giró -… ¿Sabes que Ryo está enamorado de Tegoshi? - El aludido abrió sus ojos como platos -. Parece que no lo sabías. Mira… la verdad no tengo idea de lo que está sucediendo, pero… sí sé que Ryo está disfrutando de todo esto. Esté bien o mal… Ryo está feliz.
- Já… Eso es imposible. Ryo no conoce lo que es la felicidad – Dijo Tadayoshi, antes de salir corriendo del curso. Cruzó del mismo modo por el pasillo y, bajo la mirada de Toma, hizo una llamada telefónica -. ¿Takahisa? Ya sé dónde puede estar Tegoshi-kun... Sí… Detrás del edificio de los dormitorios.
Usando las escaleras como atajo, Toma salió en búsqueda de Yuya. No sabía por qué lo hacía, si estaban peleados, o quizás no quería reconocer que todavía estaba enamorado de él, o al menos, que todavía seguía preocupándose por él. Al llegar al lugar donde supuestamente iría a encontrar a Yuya, efectivamente lo halló, siendo acorralado contra la pared y siendo besado por Ryo.
- ¡¿Qué estás haciendo?! – Le gritó, alejando al morocho del menor, quien lo miró sorprendido -. ¿Estás bien?
- ¿Qué haces aquí? – Musitó Yuya.
- Vine… porque…
- No tiene nada que hacer aquí…, Ikuta senpai – Le dijo el rubio, arreglándose un poco la ropa y acercándose a Ryo -. Vámonos.
- Claro – Dijo el aludido, con la respiración agitada, mirando a Toma con una sonrisa burlona. Camino a los dormitorios, Tadayoshi y Takahisa los vieron entrar al edificio, mirándose entre ellos, completamente sorprendidos.

Era bastante tarde, pero había algo que no lo dejaba dormir. Todo lo contrario le sucedía a su compañero de cuarto, que dormía como un bebé en su respectiva cama. Sigilosamente, se dirigió a la cafetería, encontrando a Kazuya sentando en torno a una de las mesas, rascándose la cabeza.
- ¿Tienes problemas? – Le dijo Jin, sentándose frente a él.
- Sí… Matemáticas…
- Déjame ver – Dijo el morocho, sacándole la hoja y revisando los problemas resueltos. Agarró un lápiz, le marcó los errores y escribió algo en el margen de la hoja -. Usa esta fórmula para resolver estos.
- Gracias – Le dijo el menor, volviendo a prestar atención a su hoja.
Jin se lo quedó mirando, mientras el muchacho volvía a resolver los problemas.
- ¿Qué sucede? – Le preguntó.
- ¿Cómo lo hiciste? – Kazuya lo miró, con el ceño fruncido -. Cuando cambié, ¿cómo hiciste para soportarme?
- Bueno… Debí hacerlo. Intenté que cambiaras, pero si tú no quería hacerlo, no había más remedio. ¿Por qué lo preguntas?
- Siento que hay una persona que conozco que quiere cambiar, pero… Tengo miedo… Tengo un mal presentimiento al respecto… Kame… ¿Puedo pedirte algo?
- ¿Qué? – Respondió el aludido, sin mirarlo.
- ¿Puedes darme un abrazo? – Le pidió. Kazuya lo miró, más que sorprendido. En los ojos de Jin, pudo ver la misma mirada que hacía mucho tiempo había dejado de ver. La misma mirada de ese Jin que él había conocido cuando era pequeño. Sin darle una respuesta, dejó el lápiz sobre la mesa, se levantó y se acercó a él. Jin se dejó abrazar, no necesitaban palabras para mediar aquel cálido contacto -. Sigues usando el mismo shampoo – Musitó Jin, sonriendo, embriagándose con el aroma a lavanda que se desprendía de sus cabellos. Lentamente, alejó su rostro del cuello de Kazuya y acarició una de sus mejillas, mirándolo a los ojos. Sus labios probaron los del menor con dulzura, siendo Kazuya el que se separó -. Lo siento… Lo… Lo siento…
Kazuya se soltó y volvió a sentarse frente a Jin, quien se levantó luego de mirarlo por casi un minuto.
- Jin – El aludido se giró -… Gracias.
El morocho asintió con la cabeza, antes de salir de la cafetería. Detuvo sus pasos frente a la máquina expendedora y apoyó su cabeza sobre la misma.
- Realmente, ¿vas a soportar todo esto…, Ryo…?

Pasaron dos días de aquel encuentro en el que Tadayoshi y Takahisa, lejos de comprender el porqué de la separación de Toma y Yuya o el comportamiento del segundo, terminaron confundiéndose todavía más. Algo si tenían en común esos dos: su boca era una tumba para ellos. No habían podido sonsacarle palabra de ninguna forma y eso, los preocupaba sobremanera.
Tadayoshi bajó las escaleras, finalizando con su tarea de vice-presidente del club de literatura, al menos por ese día. Había dejado a Takahisa entre las garras de Keiichiro, quien se quedaba un poco más con él para explicarle las funciones del presidente del club. A diferencia suya, él no estaba siendo demasiado estricto con Shigeaki, ya que conocía su potencial y sabía que él sería perfecto para reemplazarlo el mes siguiente. En el descanso de la escalera, encontró a Ryo fumando, por lo que frunció el ceño.
- Está prohibido fumar en el recinto escolar.
- Lo sé, pero no tengo ganas de salir – Dijo el aludido, dedicándole una bocanada de humo que, al estar él sentado en el suelo, no le llegó, generando su sonrisa. Tadayoshi suspiró y siguió sus pasos -. Oye… ¿Por qué no vas a buscar a Tegoshi? Creo que debe estar muriéndose de frío.
- ¿Qué?
- Estuvimos haciéndolo todo el día – Dijo Ryo, mirando la colilla encendida de su cigarrillo -. Debe estar exhausto, pobrecito…
- ¿Qué le hiciste…?
- Nada distinto a lo que él me pidió – Respondió Ryo. Segundos más tarde, Tadayoshi bajaba corriendo las escaleras, dejando a Ryo solo.

Takahisa, siendo alertado por su pareja, llegó a la parte trasera del edificio de los dormitorios, encontrando a Yuya a medio vestir, mirando las estrellas.
- Tegoshi – Musitó, acercándose corriendo a él.
- ¿Qué haces aquí? – Le dijo el rubio, intentando alejarse de él.
- No. Vienes conmigo – Lo obligó el pelirrojo, terminando de vestirlo -. Tegoshi, ¿qué haces? ¿Qué pasó?
- Toma me dejó.
- ¿Qué?
- Lo que oyes – Dijo el aludido, mirándolo -. Y realmente… No me importa… Massu… No me importa – Musitó hasta terminar por llorar sobre su hombro, sin fuerzas siquiera para levantar sus brazos y abrazarlo. Tadayoshi los miró a la distancia, suspirando.
- Sabes que puedes contar conmigo… ¿Por qué no lo hiciste? ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué te estás destruyendo la vida?
- Massu… Ya no siento nada… Yo… estoy muerto por dentro – Sollozó el rubio -. Por favor… Déjame solo… Te lo pido…
- No, no lo haré – Le dijo el pelirrojo, mirándolo -. Vas a venir conmigo.
El pelirrojo ayudó a su mejor amigo a levantarse. Tadayoshi, quien había estado mirándolos hasta ese momento, se acercó también a ayudarlo. Ambos, llevaron a Yuya a su cuarto, sorprendiéndose Shigeaki al ver a su compañero de cuarto en tal deplorable estado. Con unas señas, Tadayoshi lo llamó hasta la puerta, la cual cerró a su paso.
- Shigeaki, por favor, no preguntes nada, ¿sí?
- Está bien – Dijo el aludido.
- Tengo una inquietud… ¿Tegoshi-kun te ha comentado algo? ¿Te ha dicho algo respecto a él o… respecto a Toma…? – Preguntó el mayor, mirándolo fijamente.
- No, para nada. Tegoshi-kun sólo viene al cuarto a dormir, y se va incluso más temprano que yo. Cuando él llega, realmente estoy muy dormido y sólo escucho sonidos, pero sé que por más que le pregunte algo, no va a responderme. Tengo esa sensación – El muchacho dejó de hablar y lo miró -.
¿Le sucede algo malo a Tegoshi-kun?
Tadayoshi sonrió, recordando en aquel momento, que Shigaeki, más que el compañero de cuarto de Yuya, también era su amigo.
- Se peleó con Toma.
- Ya veo.
- Por eso no quiero que le menciones nada, ¿está bien?
El aludido asintió con la cabeza.
Al entrar, Takahisa le entregaba a Yuya una toalla y ropa para que se cambiara.
- ¿Quieres que te acompañe?
- Massu, puedo ducharme solo – Respondió Yuya, dedicándole una débil sonrisa -. Permiso.
Shigeaki y Tadayoshi se hicieron un lado para que rubio pudiera salir de la habitación.
- ¿Te dijo algo? – Preguntó el mayor a su pareja, una vez Yuya se fue.
- No. Y conociéndolo, no va a querer hablar del tema hasta que a él se le ocurra. Lo único que espero es que, sea lo que sea que pasó entre ambos, pueda solucionarse.
- Takahisa… Hay algo que creo que debes saber – El aludido lo miró, sentado en la cama de su amigo, mientras Shigeaki lo imitaba, sentándose en su cama -. Ryo… está enamorado de Tegoshi.
El pelirrojo lo miró. Gesticuló algo, pero de su boca no salió sonido alguno. Tragó saliva y volvió a mirar a su pareja.
- ¿Qué?
- Me lo dijo Jin. Y no creo que él tenga necesidad de mentirme.
- Esto es lo único que me faltaba.
- Quizás… O Tegoshi-kun sabe eso o siente que lo de Ryo es más fuerte de lo que pensaba… Es grave.
- ¿Por qué? – Preguntó Shigeaki.
- Porque no sé qué sería capaz de hacer Ryo si Tegoshi-kun lo deja… Conozco a Ryo, pero en este caso… No sé qué podría llegar a hacer…

Las luces de la habitación de Shigeaki y Yuya se apagaron. Tadayoshi les alcanzó la cena para que no tuvieran necesidad de bajar a la cafetería y dejó que su pareja durmiera junto a su mejor amigo, al menos esa noche. Shigeaki había quedado dormido apenas la oscuridad fue lo único presente en aquel lugar, mas el caso de Takahisa y Yuya era muy distinto.
- Massu, ¿estás despierto?
- Sí.
- ¿Puedes… abrazarme? - El aludido, quien le daba la espalda, se giró para poder estrechar al rubio entre sus brazos -. Gracias, Massu – Susurró Yuya.
- Sabes que siempre voy a estar para lo que necesites, Tegoshi. Por favor, no vuelvas a cometer locuras.
- Creo que… ya me he golpeado contra la pared. Y, ¿sabes una cosa? Realmente dolió.

- Jin… ¡Jin! – Lo mecía Ryo -. Vas a llegar tarde.
- Ya voy, ya voy – Respondió el aludido, dándole la espalda.
- Levántate – Riendo, su compañero de cuarto levantó sus frazadas, ocasionando que Jin se sentara, restregándose los ojos, sobre la cama.
- Dije que ya voy – Reiteró, levantándose, frente a la risa de Ryo y saliendo del cuarto con la bata de baño. Al abrir la puerta, vio a Yuya frente a la misma, por lo cual, volvió a entrar a la habitación y a agarrar su uniforme escolar.
- ¿Qué sucede? – Preguntó Ryo, entre risas.
- Tienes visitas – Respondió Jin, antes de irse -. Puedes pasar – Le dijo a Yuya, quien le dedicó una reverencia antes de entrar a la habitación.
- Hola – Dijo el rubio, entrando y poniéndole el seguro a la puerta. Ryo no dijo nada, dejó que se acercara a él y acariciara su rostro, de pie entre sus piernas abiertas.
- Qué raro… que quieras hacerlo tan temprano. ¿Te levantaste de mal humor?
- Algo así – Dijo el rubio -. ¿Tienes que hacer algo importante el día de hoy?
Ryo lo lanzó a la cama.
- Hacerte el amor todo el día – Respondió, besando sus labios apasionadamente.

De: Takahisa
Buen día. De casualidad, ¿hoy te cruzaste con Tegoshi?

Para: Takahisa
No, ¿acaso no dormiste con él? xD

De: Takahisa
Sí, pero hoy me despertó Shige avisándome que no estaba.

Para: Takahisa
Creo que sé dónde debe estar. Ryo tampoco vino.

No debía despertar, al menos, no hacía falta que lo hiciera, podía seguir durmiendo todo el día, pero no podía hacerlo. Simplemente, su sueño se fue y se despertó. Se dio media vuelta y vio a su compañero de cama fumando, costumbre suya a la cual le guste o no, se había habituado.  
- ¿Te desperté? – Le preguntó, levantando un poco más sus sábanas para cubrir su cuerpo desnudo.
- No, no puedo dormir. Anoche dormí muy bien como para tener sueño ahora.
- Ah, ya veo – Respondió, apagando el cigarrillo en el cenicero que descansaba al lado de la cama. El recién despierto, todavía con su cuerpo bajo las sábanas, se colocó a horcajadas de su amante, generando su risa -. ¿Qué te sucede?
- Quiero que hagamos el amor – Pidió, besando su cuello y acariciando todo su cuerpo. Su víctima, o no, acarició su cintura, deshaciéndose de las sábanas al bajarlas mientras su mano acariciaba su espalda. Agarró con fuerza pero, al mismo tiempo con suma dulzura su nuca para besar sus labios y profundizar aquel beso.
- No quiero que esto suene a despedida – Le pidió, posando su frente sobre la suya, con los ojos cerrados -. No lo hagas sonar así, Tegoshi.
- Está bien – Respondió el aludido -. Entonces, no voy a decir nada más - Aunque lo único que salió de sus labios luego de esa última frase fueron gemidos de placer, Ryo sentía que aquello era una despedida. Cada beso le era dado como si fuera la última vez que sus labios se encontraran. Por primera vez, sentía que Yuya se estaba entregando a él en cuerpo y alma. Lo estrechó entre sus brazos hasta quedarse dormido, cosa que el rubio aprovechó para salir sigilosamente de entre sus sábanas y así poder vestirse. Besó una de sus mejillas con delicadeza, teniendo especial cuidado de no despertarlo -. Gracias – Susurró, antes de irse.

Para: Massu
Estoy bien. No te preocupes. Para la siguiente hora, voy a ir a clases. Besos.

La clase del primer año terminó y Yuya, con pasos firmes, pero seguros, se acercó a Hideaki.
- Eh… Sensei…
- Dime – Le dijo el profesor, sacudiéndose el polvo de tiza que había quedado entre sus manos al borrar el pizarrón.
- ¿Podría explicarme el tema anterior? – Le preguntó el menor, con timidez.
Hideaki levantó la vista, pudo ver en sus ojos que aquel Tegoshi Yuya que había recibido a principios de Abril, había vuelto.
- Claro que sí – Le respondió, con una amplia sonrisa -. ¿Quieres pasar por la sala de profesores cuando terminen las clases?
- Está bien. Muchas gracias, sensei.
- No me lo agradezcas. Como profesor, es mi deber.
Ese día, Yuya tuvo clases particulares no solo con su profesor tutor, sino también con Shigeaki u hasta Takahisa. Todos estaban felices de que el Tegoshi que ellos conocían, hubiera regresado.

Jin regresó a su cuarto después de cenar, encontrando a Ryo con la luz apagada, mirando el techo. Había reparado en su presencia gracias al cigarrillo encendido que descansaba entre sus labios.
- ¿Qué te sucede ahora? – Le preguntó, lanzando su mochila sobre la cama.
- Terminó.

En el cuarto de Shigeaki  y Yuya, Takahisa corregía los ejercicios hechos por su mejor amigo, dándole algo de tiempo para que fuera al baño, mientras Tadayoshi se ponía en el mejor plan de profesor en el último examen a la hora de escribirle problemas para que el rubio resuelva.
- ¿No crees que estás exagerando con los problemas que le estás dando? – Le preguntó el pelirrojo, sentado en el suelo -. Hasta a mí, que lo corregí, me dio dolor de cabeza…
Sus quejas fueron interrumpidas por el sonido del celular de Yuya recibiendo un mensaje.
- ¿Por qué no lo atiendes? – Preguntó Tadayoshi.
- Olvídalo – Respondió Takahisa -. Tegoshi odia que toquen sus cosas. Y cuando digo que lo odia, es porque lo odia.
- Quizás sea algo importante…
- Que lo averigüe por sí mismo. Yo no quiero problemas.
En ese momento, el rubio entró a la habitación, siendo el centro de las miradas.
- ¿Sucede algo? – Preguntó, sonriendo por aquellas miradas.
- Te llegó un mensaje al celular – Dijo Shigeaki.
- Gracias – Dijo Yuya, abriendo el aparato y leyendo el mensaje.
- ¿Quién es? – Le preguntó Takahisa, con una mirada inquisidora.
- Toma – Respondió su amigo, mirándolo -. Dice que quiere que vaya al club de piano. Quiere saber si voy a seguir yendo o no.
- ¿Quieres que te acompañe? – Volvió a preguntar el pelirrojo.
- No, está bien. Iré solo.

Yuya llegó al club de piano. Estaba igual que la última vez que lo había visto. No había cambiado en lo más mínimo. Ni siquiera Toma.
- ¿Qué vas a hacer? – Le preguntó el morocho.
Yuya lanzó una carcajada.
- Vamos, Toma. A veces ni siquiera practicábamos piano.
- ¿Qué vas a hacer? – Reiteró, seriamente.
- Lo dejo. Voy a dejar el club de piano. Después de todo, el mes que viene, se cerrará. No veo la diferencia.
- Muy bien – Dijo el presidente del club, cruzado de brazos con el cuerpo apoyado sobre el piano. Sin más palabras mediante, Yuya se dio media vuelta disponiéndose a volver sobre sus pasos. Esa sería la última vez que vería a Toma, que su sola presencia lo lastimaría. Pero, lejos de suceder eso, no tuvo en cuenta los sentimientos del mayor, quien jaló de su brazo para atraerlo hacia él y poder de ese modo abrazarlo con fuerza.
- ¿Por qué? – Musitó Yuya -. ¿Por qué me dejaste?
- No pude. No pude ser capaz de protegerte, Yuya. No pude ser lo suficientemente fuerte para protegerte… Nunca… Lo siento, por haberte fallado.
Toma aflojó el agarre sobre su cuerpo para que Yuya pudiera darse vuelta.
- Tú nunca me fallaste. ¿No te diste cuenta, Toma? – Sollozó -. Que sin ti no soy nada. Que sin ti no existo. Nunca más me dejes solo.
- No lo haré – Susurró el morocho, besando su frente dulcemente -. Nunca más te dejaré.

Faltaba apenas una semana para la tan ansiada ceremonia de graduación. Con ella llegaba la primavera, y el calor de por sí ya estaba llegando poco a poco al instituto Kitagawa, por lo que los refrescos en lata estaban a la orden del día. Pero, ese año, por algún motivo, por donde quiera que se mirara, había un grupo de alumnos bebiendo un refresco.
Junnosuke miraba a Toma buscar algo casi con desesperación entre sus cosas.
- ¿Buscas algo?
- Mi celular, no lo encuentro – Reconoció apenado el muchacho.
- ¿No lo habrás dejado en tu cuarto?
- Ah… Seguramente – Respondió el muchacho, pensativo.

De: º*{ Toma }*º
Nos vemos cuando terminen las clases. Te espero en el club de piano.

Yuya salió corriendo del salón apenas recibió ese mensaje. Los pasillos y las escaleras apenas se estaban llenando de alumnos, y todos ellos siguieron por detrás el mismo camino tomado por Yuya. Al salir recibió un nuevo mensaje de texto. 

De: º*{ Toma }*º
Mira hacia arriba.

La tranquilidad de Kazuya practicando una exposición que debía entregar al día siguiente fue interrumpida por el sonido de un auto chocando o de algo de vidrio rompiéndose. Al asomarse por la ventana, lo que vio, no difería demasiado con eso. Recordó cómo al día anterior, un compañero suyo casi le rogó que no tirara la lata que estaba bebiendo a la basura, que estaban juntándolo para fines benéficos. Pudo ver cuál era ese fin, aunque distaba mucho de ser uno benéfico. Las miles de latas que habían juntado entre todo el alumnado desde quien sabe qué día, habían caído directo hacia Yuya desde el techo que sobresalía de la salida del edificio y servía para salvaguardar los dos canteros con arbustos a ambos lados de la salida del edificio. Desde su dormitorio, antes de salir corriendo del cuarto, Kazuya divisó a dos figuras bastante conocidas para él.
Alertados por el mismo sonido, Keiichiro, Shigeaki, Tadayoshi, Takahisa y Toma, que estaban en la cafetería también salieron, encontrándose con un tumulto de gente, algunos riéndose y otros susurrando. Toma se quedó estático al ver el cuerpo herido de Yuya, con la innumerable cantidad de latas vacías alrededor y sobre su cuerpo.
- Tegoshi – Dijo Takahisa, el único lo suficiente fuerte como para acercarse a socorrerlo. Pateando las latas a los costados, seguido por Keiichiro y Tadayoshi, mientras se oía la voz de Shigeaki  pidiendo una ambulancia, se arrodilló al lado del cuerpo de Yuya, notando que había perdido el conocimiento.
- ¡¿Qué demonios hiciste?!  - Exclamó Kazuya, encontrando a Jin y agarrándolo del cuello de la camisa.
- ¡No sé de qué hablas! ¡Yo no tuve nada que ver!
Kazuya lo soltó, aún desconfiando de él.
- Entonces, ¿por qué Tanaka y Ueda estaban sobre el techo?
- ¡Y yo qué sé! Pregúntaselo a ellos. Para que sepas, no son mis perros falderos como para que estén siempre a mis órdenes. Ellos pueden moverse libremente.
- Ryo – Masculló Kazuya, acercándose al centro de la ronda que Keiichiro, junto con Tomohsa intentaba disipar. Toma seguía quieto, tan sólo respiraba. Finalmente dio con la persona que estaba buscando, que estaba detrás de dos alumnos, a quienes estaba seguro, le estaba pidiendo que lo escondieran, o peor, a quienes había amenazado -. Ryo…
Al oír su nombre, Toma levantó la cabeza y lo miró, haciendo a un lado de un empujón a los dos muchachos que lo estaban escondiendo, para agarrarlo del cuello.
- ¿Qué hiciste…? – Dijo, en un suave susurro -. ¿Qué carajo hiciste…? – Volvió a preguntar con los ojos inyectados de odio puro.
- ¿Qué se siente perder lo que más amas en la vida, Toma?
- ¿Qué es…? – La llegada de Hideaki, Tomoya y Tsubasa ocasionó que los alumnos se separaran, haciendo la ronda más grande -. ¡Tegoshi-kun! – Exclamó el profesor acercándose a socorrer a su alumno -. ¡Tsubasa, llama a una ambulancia!
- Yo llame recién – Dijo Shigeaki -. Me dijeron que en quince minutos estaban aquí.
- Ayúdenme a llevarlo a la enfermería – Masculló el mayor, ahogando el llanto.
- Sensei, lo mejor es esperar a que lleguen las ambulancias – Lo calmó Keiichiro -. Tegoshi-kun sólo está inconsciente. Todo está bien.

De: Ikuta
Takizawa sensei se quedó con Yuya, a mí me mandó de regreso, literalmente. Tiene una fractura de húmero, pero el médico dijo que con reposo puede ir a la ceremonia de graduación. Espero que no le hayas dicho nada a su madre.

Para: Ikuta
No le dije nada. Si dices que no es grave, entonces, no es necesario preocuparla. Que Tegoshi hable con ella cuando salga. Gracias.

Pensó que aquel sería el último lugar donde lo encontraría, pero, al mismo tiempo, si algo recordaba de su vida de estudiante de secundaria era lo mucho que le gustaba estar solo. Y al abrir la puerta de salida a la azotea, no se equivocó. Estaba mirando el cielo, dándole la espalda. Como siempre, era una persona inalcanzable.
- Tegoshi-kun está bien – Le dijo -. Sólo tiene una fractura. Estará aquí para la ceremonia de graduación.
- ¿Por qué me lo dices? – Le preguntó Ryo.
- Pensé que querías saber eso – Escuchó una risa de su parte, pero siguió dándole la espalda -. Ryo, si realmente lo amas, ¿por qué lo heriste?
- Porque no quiere estar conmigo.
- Sabes que…
- Lo sé, lo sé. Por primera vez en mi vida, alguien me usó. No se sintió lindo, si tengo que serte sincero, pero al mismo tiempo, aquellos fueron los días más felices de toda mi puta vida.
- Si con eso quisiste que Tegoshi-kun nunca se olvidara de ti… Créeme que lo has logrado.
No sabía si debía responder a eso, por lo que guardó silencio hasta oír el sonido de la puerta cerrándose.

“Terminemos…”

Takahisa, siendo advertido por Yuichi que Yuya ya estaba en el recinto escolar, dio con él en su cuarto.
- Guau, ¿quién te arregló? – Le preguntó, al ver el cabestrillo en su brazo izquierdo.
- Tonto – Le dijo el rubio, girándose para mirarlo.
- Me alegra verte bien, Tegoshi.
- Gracias.
- ¿Vienes? – El aludido negó con la cabeza -. ¿Te espero abajo? – Yuya asintió.
- Ahhh… Massu –El pelirrojo lo miró -… Dijiste que siempre ibas a estar cuando lo necesitara, ¿no?
- Sí, eso dije.
- Gracias por decir eso – Takahisa se sorprendió por las palabras del rubio, pero sólo atinó a sonreír -. ¿Puedo pedirte algo ahora?
- Lo que quieras.
- ¿Puedes darme un abrazo?
El muchacho se acercó al rubio y lo abrazó.
- Espero que se te fracture más seguido el brazo.
- ¡No digas eso! ¡Realmente dolió mucho! – Se quejó Yuya, riendo.
- Nos vemos, Tego – Le dijo, besando sonoramente una de sus mejillas antes de irse.

“Terminemos…”

No había personas en ese lugar. Sólo ellos lo conocían. Tomados de la mano, hicieron el camino en silencio. El chirrido de una puerta abriéndose hizo que el viento los golpeara con fuerza al salir.

- ¿Estás listo? – Le preguntó Tsubasa a Hideaki, en la sala de profesores. Ese sería su primer año como orador en la ceremonia de graduación y por consecuente, estaba muy nervioso. Al acomodar las cosas que debía llevar al salón de actos, notó algo parecido a una carta, a su nombre, que había caído de entre sus hojas.
- ¿Qué es esto…?
- ¿Sucede algo?
- ¿Me esperas un segundo? – Le pidió Hideaki, por lo que su colega asintió con la cabeza, de pie en el lugar.
El morocho abrió la carta, sentándose en la silla frente su escritorio.

“Gracias, sensei. Este año que pasé como estudiante del instituto Kitagawa sin duda fue el mejor, y al mismo tiempo el peor.
El mejor, porque tuve la dicha de conocer a gente que de un momento a otro se volvió valiosa para mí. Aunque ya conocía a Massu (Masuda Takahisa del 2°B), gracias a él pude conocer a muchas personas más y a la persona que hizo que mi vida cambiara su rumbo por completo. Aunque esa es la parte mala de este año.
Una de esas personas valiosas, la más valiosa de todas, se llama Ikuta Toma. Toma y yo empezamos a salir después de mucho debatirnos internamente qué nos sucedía. Es el día de hoy que mi corazón late con fuerza cuando sólo me está llamando (qué niño, ¿no?).
Toma me enseño lo que es el verdadero amor, que no importa clase, estatus social o género para enamorarse de alguien.
Y después, llega la parte mala del año.
Como usted y como todos los profesores, me imagino, deben saber, fui víctima de los constantes abusos por parte de mis compañeros, que lejos de darme la bienvenida por ser un muchacho becado, más parecía que quería darme la despedida.
No voy a echarle la culpa a nadie respecto a mis acciones a posteriori. Uno siembra lo que cosecha, ¿no es así el dicho, sensei?  Y lamentablemente yo, no he cosechado nada más que la desgracia a mí mismo. No sé si la solución hubiera sido irme del instituto, pero lo que sea, no puedo soportarlo más. Mientras más lo pienso, menos puedo soportarlo. Ni mi cuerpo ni mi alma soportarían otro golpe más.
Sensei, gracias por todo.
Pero realmente, no le veo otra solución a esto.
Ni siquiera el exilio o la distancia podrán hacer que esas heridas sanen alguna vez.
Los oí hablar a usted y al doctor que me atendió esta mañana. No saben si voy a volver a recuperar la movilidad del brazo, ¿cierto?”

Un escalofrío recorrió la espalda de Hideaki al leer aquella línea. Frunció el ceño, adjudicándole la sensación a un repentino viento primaveral.

Sensei, gracias por todo.
¿Podría por favor entregarle a Massu y a Okura-san las cartas que están junto con esta?
Yo no podré ser capaz de hacerlo. No tendré el valor de volver a mirar a Massu a los ojos después de esto. Después de todo, soy una persona demasiado débil.
Sensei, gracias.

Hideaki se levantó de un salto, alertando a Tsubasa, quien lo miró.
- ¿Takki…? – Lo llamó, por su apodo.
- Algo está mal…
- ¿Qué sucede? ¿Qué dice esa carta?
- Tegoshi-kun… Tenemos que encontrar a Tegoshi-kun…

- ¿Crees que ya es hora?
- Siento que el viento me va a llevar en cualquier momento – Respondió entre risas, sintiendo su mano siendo aferrada con fuerza a la suya -. ¿Tú… estás seguro…?
- Dije que nunca más volvería a dejarte solo, y eso no va a cambiar ahora.
Sus ojos se encontraron con los suyos. En ellos pudo ver la paz y la tranquilidad que tanto anhelaba en ese momento.
- Te amo, Tegoshi Yuya.
- Yo también, Ikuta Toma.
Al abrir la puerta que conducía a la terraza, Hideaki vio como ajenos a los sentimientos que despertaría ese desenlace en los demás, dos brillantes sonrisas desaparecían de su vista, buscando algo intangible para ambos. Aunque su mano quiso agarrarlos, evitar que lo hicieran, no llegó a tiempo. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Podía sentir el sonido de su propia alma gritando en sus oídos.

¿Será esta una forma errónea de terminarlo todo? Sólo quiero paz. Junto a la persona que amo. Paz…

El salón de actos estaba repleto. Los alumnos estaban ordenados por año y división. Hideaki, de pie sobre el escenario, hizo a un lado el discurso que había practicado desde hace un mes, para acomodar encima del estrado las cartas encomendadas por Yuya. Miró a Tsubasa, quien, sentado junto al resto de los profesores, asintió con la cabeza, dándole fuerzas.
- Hoy estamos celebrando la salida de nuestros estudiantes de tercer año… Pero lo que tengo que decir… difiere mucho de esta celebración. Apenas me gradué de este instituto, no logré salir de él. Es más, quise quedarme dentro. Fue así como me convertí en profesor. Cada año, existe una luz que ilumina mi camino. Cada año, hay un alumno que siempre puedo recordar con una sonrisa en el rostro. Este año, una de esas luces se fue. Quizás algunos esté diciendo ¿a mí qué me importa? ¡Que termine esto de una vez!  O Quiero que esto termine para irme a casa. Ustedes pueden soportar el sermón de un profesor, o de todos los profesores de este instituto en esta tarde, porque deben hacerlo. Pero, ¿saben algo? No todas las personas son capaces de soportarlo todo. Vayamos a un ejemplo cotidiano… Una mala cena. Uno prepara con extremo cuidado una cena y la misma a último momento se estropea. Si esa persona se lo cuenta a otra, lo verá como algo hasta tonto por lo cual preocuparse o molestarse, pero la persona a la que le sucedió, no lo verá así, porque será, quizás, la primera vez que hacía la cena, o una cena que quería hacerle a su pareja. Lo que quiero decir es que… No todos somos capaces de soportar las mismas cosas. Hace poco un alumno fue víctima de bullying por parte de todo el instituto. Quiero preguntarles algo, a todos ustedes… imagínense que a ustedes les lanzan una piedra. No importa quién sea, el problema es que una piedra les golpeó el brazo y no pueden ser capaces de escribir. ¿Serían capaces de soportarlo? ¿Verdad que no? – Suspiró -. Vayan a sus casas, no va a haber entrega de diplomas el día de hoy. Okura Tadayoshi-kun, ¿puedes acercarte al escenario, por favor?
Desde el más lejano hasta los alumnos que estaban en primera fila, buscaban una explicación a las últimas oraciones de Hideaki. Tomoya se levantó y se acercó al micrófono.
- El instituto Kitagawa se viste de luto el día de hoy – Sus palabras hicieron que el murmullo se silenciara -. No sé del todo muy bien lo que sucedió, pero – Miró a Hideaki, quien estaba al lado del estrado, esperando por la llegada de Tadayoshi -… Lo que sí sé es que varios de ustedes no van a recibir su diploma – El profesor enseñó los diplomas que descansaban en su mano izquierda y los rompió -. Realmente,  me avergüenzo de haber sido el profesor de uno de ellos… Akanishi Jin, Nishikido Ryo, Tanaka Koki y Ueda Tatsuya no aparecerán como alumnos de este instituto. El día de hoy Ikuta Toma y Tegoshi Yuya… cometieron suicidio…
Tadayoshi, que estaba por recibir las cartas dejadas por Yuya para él y Takahisa, miró a Tomoya y luego a Hideaki.
- Esto es de parte de Tegoshi-kun.
- ¿Sensei…? ¿Eso es… verdad…? – Susurró el menor, afirmando el profesor las palabras de su colega con un rápido movimiento afirmativo de cabeza.


Si había una tarea difícil, esa era conseguir trabajo tan sólo con un título secundario bajo el brazo y experiencia en absolutamente nada. Sabía que él estaría allí, aunque no estaba seguro de si sería bien recibido o no. Llegó al jardín de juegos, donde un niño se tropezó y cayó al suelo. Se acercó corriendo a él y lanzó su mochila al suelo.
- Sana, sana, colita de rana. Si no sana hoy sanará mañana – Ante el sorprendido rostro del pequeño, el recién llegado hizo que el dolor desapareciera por arte de magia. El niño sonrió, se levantó y volvió corriendo con su grupo de amigos.
- No sabía que te gustaban los niños.
Pudo reconocer su voz. La conocía de toda la vida.
- Hay que adaptarse a los nuevos desafíos.
- ¿Cuál fue el último de tus desafíos?
- Conseguir un lugar donde dormir… y mantenerme... Al menos conseguir dinero para comprar comida instantánea…
- ¿Te gustaría trabajar aquí?
- ¡Qué suerte que te agarré en tus días buenos! – Dijo el morocho, levantándose y sacudiéndose la tierra que había quedado en sus pantalones.
- Si sigues hablando vas a limpiar el gimnasio…
- ¡Sí, señor!
- ¿Cómo estás, Jin?
- Ya te lo dije, como puedo. Como te imaginarás, después del escándalo, fui desheredado, desterrado, desnudado… Bueno… Olvida lo de desnudado…
Kazuya sonrió.
- ¿Sabes algo de Ryo? Hablo con Yamapi cada tanto, pero no sabe nada.
- Ni idea. No creo que lo hayan recibido como un príncipe en su casa… ¿Sabes? Estoy por entrar a una escuela para adultos.
- Me alegro por ti.
- Claro, me verás menos tiempo, por supuesto que estarás feliz.
- ¿Comiste? Puedo prepararte algo de curry en la cafetería.
- ¿En serio? – El aludido asintió con la cabeza -. Siempre me gustó tu curry… Siempre me gustó… todo lo que haces.
Kazuya lo miró y sonrió, agachando la cabeza.
- Idiota…
- ¡¿Qué dijiste?! – Exclamó.
- ¡Nada! ¡No dije nada!
- Andaaaaaa… Sé que dijiste algo, Kameeeeeeee – Le suplicó jalando de su ropa.
- Suéltame o no tienes curry.


Eran principios de noviembre cuando Takahisa estaba en casa de Yuya. En la carta dirigida a él, en la que Yuya le pedía disculpas desde lo más profundo de su corazón, le había confiado su diario íntimo.

Si hay una persona que deseo que tenga eso, ese eres tú, Massu…
                                                                     
“Un nuevo comienzo de ciclo lectivo como cualquier otro…

La venganza puede ser un plato que se come frío, pero cuando no estás satisfecho, querrás vengarte todavía más y más sólo para satisfacer tu propio egoísmo, aunque eso signifique lastimar a cuanto ser te rodea. Esa fue la especie de enseñanza que me dejó Nishikido Ryo a principios de julio…

“No tuve más noticias acerca de Massu y Okura senpai. No volvieron a hablar en todo ese mes. Algo tenía que hacer, para volver a ver la sonrisa en el rostro de mi mejor amigo.

- Jujuju… Sí que eras tonto, Tegoshi – Dijo Takahisa, sonriendo, a una fotografía de su amigo sobre una pequeña mesa de noche a su lado -. Preocupándote más por la gente que te rodeaba que por ti mismo – Su sonrisa se borró, como si en ese momento hubiera recordado que no podría decirle eso a la cara nunca más. Se acercó a la fotografía y rezó -. Feliz cumpleaños, Tegoshi.
En silencio, del mismo modo en que llegó, bajó las escaleras. Aunque la madre de Yuya lo invitó a quedarse a cenar bajo cualquier excusa, Takahisa terminó diciéndole que la esperaban en su casa a la hora de cenar. La mujer comprendió que no querían que ese día estuviera sola, por lo cual asintió con la cabeza y lo acompañó hasta su casa. Al llegar a la misma, se encontró con una figura familiar saliendo de ella.
- ¿Qué haces tú aquí?
- Ah… Hola – De entre una pequeña canasta, el individuo sacó un pequeño paquete que le entregó a ambos -. Es un pequeño obsequio por haber llegado al vecindario.
- ¿Tú eres el que alquiló la casa de la otra cuadra? – Preguntó la madre de Yuya.
- Sí, así es.
- Okaasan, por favor, ¿puede entrar? Dígale a mi madre que ya regreso.
- Es… Está bien – Dijo la mujer, siguiendo su camino hasta la entrada de la casa.
- ¿Qué haces aquí, Ryo?
- No me mires así. Cuando vi que esta era tu casa, realmente me sorprendí. En serio, esta es una coincidencia – Un incómodo silencio se formó entre ambos, mas el frío no parecía acompañarlos -. ¿Quieres acompañarme a casa? Está un poco desordenada aún, pero creo saber dónde están los vasos para invitarte a tomar algo – Takahisa notó algo completamente diferente a él, por lo que, lo siguió. No caminaron demasiado hasta llegar a su casa, la cual, como había predicho su dueño, aún estaba bastante desordenada con los muebles mal acomodados y cajas de mudanza sin abrir -. Lo siento, es que me mudé hoy y…
- ¿Tú hiciste esto? – Le preguntó, en referencia al pequeño origami color marrón que estaba dentro de la caja hecha también de papel que le había entregado en la puerta de su casa.
- ¿Eh? – Preguntó, mirándolo rápidamente desde la cocina, donde buscaba dos vasos -. ¡Ah! Sí. Lo hice yo. Sólo espero no haber hecho pocas – Dijo, regresando al poco tiempo con dos vasos de agua.
- Te has vuelto independiente – Dijo Takahisa.
- Mi familia me rechaza. Y no es para menos – Dijo Ryo, sentado en torno a la mesa en medio del living -. ¿Sabes? Hablé con Kazuki. Él me tendió la mano, aún desde Osaka. De hecho, fue él el que me consiguió trabajo y con ello, la posibilidad de alquilar este lugar – Prosiguió, mirando el lugar -. Es extraño, que la persona que menos pensé que me tendería su mano, lo haría.
- Esperaste demasiado.
- Lo sé. Le hablé en el peor momento. Obviamente… Estaba enterado de todo. Pero no me juzgó, me escuchó… Me aconsejó y me ayudó. Demonios – Dijo, agarrándose la cabeza -… A veces, me gustaría saber qué pensaba Tegoshi para terminar del modo en que lo hizo.
- ¿En su lugar no estarías cansado de los constantes abusos que recibía día a día?
- ¿Tendrías el valor de acabar con todo… de ese modo? – Suspiró. De nuevo, se estaba haciendo presente un silencio bastante incómodo -. Hoy es su cumpleaños, ¿cierto? – Takahisa lo miró -. Aunque fue demasiado tarde, lo terminé. Las mil grullas. Donde sea que esté junto a Toma, le deseo felicidad, porque pese a todo... Eso fue lo que Tegoshi me dio a mí, y es eso, lo que quiero devolverle.

Terminemos…
Juntos para siempre.


Fin.

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Sí, ya sé que tengo que dejar de matar a todos ¬¬ pero sino este fic no iba a tener final. 
Igual, realmente, si que tenían que estar hartos los dos como para suicidarse :S
Aunque hubiese pensado en otro final, tampoco la iban a tener fácil xD ya que el único que se graduó (y hasta ahí porque si desaparecían, iban a hacerlo antes de la ceremonia) iba a ser Toma, y Tego se las iba a ver negras. 

Respecto a lo de Ryo, se me ocurrió a último momento xD y creo que fue lo más bizarro después de su inventado parentezco con Kazuki. 
La razón por la cual Ryo atacó a Yuya por última vez fue por haber vuelto con Toma y era esa replesalia que tanto temía Jin. 
Respecto a Jin, por si no quedó del todo claro xD termina siendo contratado en la guardería/ jardín de infantes/ elija uno donde también trabaja Kame :3
Ahora lo de los origami... En serio no entiendo cómo anoche a las 3 de la mañana fui capaz de coordinar mis pensamientos para escribir todo esto @@' 
Las mil grullas es una leyenda japonesa que dice que si una persona llega a hacer mil grullas de origami teniendo el mismo deseo al hacer todas esas, ese deseo puede llegar a cumplírsele, pero es una leyenda, la verdad no sé si alguien lo hizo o si a alguien se le cumplió lo que pidió xD También se hacen y regalan esas mil grullas a los enfermos para su pronta recuperación (si vieron ROMES y se acuerdan cuando a Sawamura lo agarró el auto-bomba lo que le alcanza... el tipo que le dispara a las gaviotas cuyo nombre no encuentro y tampoco recuerdo xD le da a Narushima son esas mil grullas xD). Ahora... ¿por qué el origami que reparte Ryo es de color marrón? Porque el marrón (también el beige) representan el sustento, bajar a la tierra y ser dependiente; es la confianza y lealtad de un verdadero amigo. Con ese color, de alguna forma, Ryo está queriendo decir que realmente cambió, que bajó a la tierra, que se volvió una persona confiable. Y el hecho de que esté regalándolo en el vecindario es porque es común que un vecino recién llegado le regale algo a su nuevo vecino :3

Mhhh... Creo que no hay nada más que aclarar... Espero que, pese al final, les haya gustado el fic :3
Ahora a evocarme al 100% con Agosto~ ♥

Nos vemos en otros fics ^^ Muchísimas gracias por leer~ ♥



2 comentarios:

  1. TT____________TT realmente fue un final triste. pero tal como dijiste dejando el final a un lado el fic estuvo hermoso!!!

    pero xq tuvieron que morir Tego y Toma!! ok ok, ya, lo siento....me cuesta asimilarlo XD
    En serio el fic estuvo muy bonito *w* pocos fics logran hacerme reir,enojarme,llorar, ....incluso comentar jejeje pero lo lograste ^_^
    Excelente historia

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    1. ;A; No pude encontrarle otro final u.u
      Quizás debería hacer una versión alternativa del final xD

      Y sí, tengo problemas con la vida de mis personajes xD Los amo, pero quiero asesinarlos xD (y Tego va ganando el premio al que muere más veces ><')

      Wiiiii~ :3 ¡Logré que comentaras mi fic! ;-;
      Más que eso, te agradezco que lo hayas hecho ^^ siempre es lindo recibir comentarios~

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