Ciaossu~!!
*abraza a sus lectores porque los extrañó mucho* ;_;
Llegué con más Forever, un Yasuba en la cabeza, otro fic que no es Yasuba en la cabeza... Van a pasar unas hermosas vacas conmigo xD
¿Ustedes cómo las están pasando? :3
Enjoy~ ♥
Título: Forever.
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], Ryokura [Okura Tadayoshi x Nishikido Ryo], RyoTego [Tegoshi Yuya x Nishikido Ryo] (pero nadie dice que no puedan haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: Drama humano (?), romance.
Rating: PG-13
Capítulos: 04 / ¿?
Sinopsis: Rabia, confusión y abandono. Lo incorrecto no sólo es la persona a quien Yuya está amando, sino también sus recuerdos que tiene de él. Toma termina tomando una dolorosa decisión que no hace más que desatar el infierno.
Notas
• Daikanransha: Es una rueda de la fortuna ubicada en el Pallet town (no, no queda cerca de la casa de Ash xD) en la localidad de Odaiba. Cuando se inauguró, en 1999, fue la rueda de la fortuna más alta del mundo. [Página en Wikipedia]
• Seven-eleven/ 7-Eleven: Son mini-mercados muy conocidos en Japón. [Página en Wikipedia]
• DiverCity Tokyo Plaza: Shopping gigante en la ciudad de Koto (y cuando digo gigante, ES GIGANTE xD). Es conocido por tener un Gundam gigante frente al mismo :P [Página oficial]
( 01. Introducción )
( 03. Pareja )
Capítulo 04: Error.
Entró al departamento completamente desganado. Después de
haber estado ido durante todo el día y tras haber sido regañado por la mayoría
de sus compañeros, sus ánimos estaban por el suelo. La brillante sonrisa con la
que fue recibido era todo lo contrario a él.
- ¿Qué te sucedió? – Preguntó Yuya, percatándose de la
hinchazón que tenía casi sobre su boca.
- No, nada…
- Pero, Ryo-chan, eso…
- Tegoshi – El aludido lo miró -. No es nada. Sólo… me
caí. En serio, no tienes de qué preocuparte.
El rubio asintió con la cabeza, aunque su rostro
demostrara otra cosa. Ryo acomodó su bolso sobre su hombro y se dirigió al
cuarto.
- ¿No vas a cenar?
- No, cené algo por ahí.
- ¿Vas a dormir?
- Sí – Suspiró el morocho.
- Que descanses, Ryo-chan.
- Gracias – Respondió el aludido, antes de entrar a la
habitación, cerrando la puerta a su paso.
Yuya cenó solo, acompañado por el silencio del
departamento. No quería encender el televisor y que el sonido del mismo
interrumpiera sus pensamientos.
No podía dormir. Se dio cuenta de que había estado media
hora mirando el reloj donde los minutos pasaban. Suspiró. Se sentó en la cama y
sintió con sus pies la textura del suelo alfombrado. Descalzo, se levantó,
agarrando el paquete de cigarrillos y su celular, que estaban sobre la mesa de
noche a su derecha y salió de la habitación. Se sentó en el sillón y encendió
un cigarrillo. Exhaló el humo del mismo en una gran bocanada. Espió apenas su
teléfono celular, casi con miedo, esperando al menos un mensaje de texto, pero
no lo tenía. Ni siquiera uno. Se agarró la cabeza con ambas manos. Esa
situación estaba desesperándolo.
Era la tercera vez que se equivocaba con su línea. Lo
peor era que en esa escena era la única que tenía y estaba perjudicando al
resto del elenco y al personal de filmación.
- Tegoshi-kun, ¿quieres tomarte un descanso? – Preguntó
el director.
- Por favor – Musitó el aludido, apenado.
- ¿No dormiste bien anoche? – Le preguntó Toma,
acercándose a él.
- ¿Eh? Ah… No… Bueno… Sí.
- ¿Sí o no? – Reformuló el morocho, sonriendo por la duda
de su compañero.
- A decir verdad… Estoy preocupado por Ryo-chan.
- ¿Qué sucedió ahora?
- Anoche se levantó y se quedó despierto casi toda la
noche. Cuando lo despedí, parecía un muerto en vida.
- ¿No será por el trabajo?
- No. Creo que es otra cosa.
- ¿No crees que te estás preocupando demás?
- Es mi pareja. Es normal que me preocupe por él – Su
oyente intentó responder a eso, pero no pudo. No tenía el coraje suficiente
para responder en forma afirmativa a eso cuando en realidad, no era así -. El
otro día… pensé en volver al lugar donde tuvimos nuestra primera cita.
- ¿Ah, sí?
- Sí. Fuimos al Daikanransha de Odaiba - Toma se lo quedó
mirando con los ojos abiertos como platos. Por unos instantes, olvidó que debía
respirar -. ¿Ikuta-san? – Lo llamó Yuya, con una sonrisa -. ¿Sucede algo? Te
pusiste pálido…
- Eh… No… Nada… Me… ¿disculpas? Recordé que tengo que
tengo que hacer algo y… aprovecharé este descanso.
- De acuerdo…
El mayor se alejó rápidamente de Yuya, intentando, al
hacerlo, llamar a alguien desde su teléfono celular, pero fallando en el
intento al notar que, sin saber la causa, su mano temblaba. En ese momento, una
llamada entrante lo alertó.
- Estaba a punto de llamarte.
- “¿Estás en las
locaciones al aire libre?”
- Sí.
- “Estoy en el
parque que está cerca de allí. Tengo algo importante que decirte.”
- Qué casualidad. Yo también tengo algo importante qué
decirte.
- “Entonces, nos
vemos allí.”
- Nos vemos.
Intentando calmarse, pero no lo consiguió ni siquiera un
poco, Toma llegó al parque donde encontró a la persona que lo había llamado.
- Ikuta – No sabía exactamente por dónde empezar. El
aludido por su parte, estaba con la mirada perdida, perdido del mismo modo por
dentro. Se desplomó sobre el banco frente suyo y se agarró la cabeza con ambas
manos, mas Takahisa se quedó de pie, mirándolo, sin entender qué le sucedía.
- Yuya… No olvidó nuestra relación. No olvidó lo que
vivimos. Lo que le sucedió a Yuya – Suspiró, haciendo una interminable pausa,
ya que decir esas palabras, significaba que eso que estaba pensando, era la
realidad -… Yuya lo que olvidó… es a mí.
- Lo sé – Dijo el pelirrojo, por lo que el muchacho lo
miró -. Ayer estaba por decírtelo, pero… Okura me oyó cuando dije que Ryo lo
había besado. Yo… lo siento – Masculló.
- ¿Por qué lo sientes?
- Creo que haberlo oído por mí… hubiera sido menos
doloroso que oírlo de… su propia boca.
- ¿Sabes? En realidad esa no fue nuestra primera cita –
Recordó, de cara el cielo, apoyando ambos brazos sobre el extremo superior del
banco -. Hubo dos días de descanso en que coincidimos y… nos fuimos a una
posada cerca del mar. Yuya nunca tomó esa salida como una cita, siempre fueron
“dos días en los que coincidimos y salimos juntos” – Sonrió -. No te das una
idea de lo que duele esto…, Masuda.
- Créeme que… lo sé – Dijo el muchacho -. Créeme que lo
sé.
- ¿Massu? – Preguntó Yuya, encontrando a ambos en el lugar.
Su voz hizo que Toma se sentara derecho de un salto -. ¿Qué haces aquí?
- Ah. Vine a verte, ¿acaso no puedo?
- Ah… Y…
- Me encontré con Masuda regresando a la locación – Dijo
Toma, levantándose.
- El director me mandó a llamarte – Dijo Yuya.
- Entonces vamos. No lo hagamos esperar.
El rubio asintió con la cabeza, dejando que él se
adelantara para regresar al set de filmación del brazo de su mejor amigo.
- ¿Me esperas cuando salga?
- ¿Me estás invitando a cenar?
- Algo así – Sonrió Yuya.
- Está bien, después de todo… No tengo nada más que
hacer.
- Qué malo eres…
El sol se puso en la ciudad, marcando de ese modo, el
final del día laboral. Se fijó la hora en su reloj celular. Había llegado a
horario. Vio un rostro familiar, por lo que se acercó a él.
- Massu – Al ser llamado, el aludido giró su cabeza,
abriendo los ojos como platos al ver al recién llegado -. ¿Qué haces aquí?
- Eso es lo que yo debería preguntar – Inquirió Toma, por
demás cansado y con razón, no sólo por el atareo de la filmación, sino también
por la presencia del muchacho de Osaka en el lugar.
- Tegoshi me pidió que viniera a buscarlo.
- ¿Eh? Pero si me dijo que me invitaba a cenar – Dijo
Takahisa.
- A mí también me invitó – Dijo Toma, mirando al menor de
los presentes.
- Llegaste – Saludó Yuya al recién llegado, desviando
Toma su vista al ver cómo estaba por saludar a su amigo.
- Tegoshi, ¿no me dijiste que íbamos a ir a cenar? –
Preguntó Takahisa, empezando a enfadarse por no entender la situación.
- ¿Qué tiene de malo que también haya invitado a
Ryo-chan? – Repreguntó el rubio, mirando a su amigo -. Claro que tú también
estás invitado, Ikuta-san. Los amigos de Ryo-chan también son mis amigos - Toma
no pudo evitar sonreír forzadamente. Qué diferente era al Tegoshi Yuya que él
conoció. Su Yuya no le permitía acercarse a sus propios amigos por los celos
que esto le generaba. Realmente, difería mucho a aquel Yuya que tanto amaba -.
Bueno, ¿nos vamos?
Yuya los condujo a un pequeño restorán a unas pocas
cuadras del set de filmación. Al entrar al mismo, lo hallaron sin mucha gente,
lo cual los alivió bastante.
- Vayan a escoger una mesa – Pidió Yuya a Ryo y Toma -.
Yo iré con Massu a escoger la comida.
Ambos muchachos asintieron, viendo Toma cómo el rubio se
llevaba a la rastra a su mejor amigo.
Eligieron una mesa un poco alejada de la puerta, no fuera
cosa que la presencia de algún conocido arruinara la velada. Toma tardó escasos
segundos en darse cuenta la forma con la que estaba siendo observado por Ryo.
- ¿Qué? – Bufó.
- ¿Sabes por qué Tegoshi quiso venir con ustedes? – El
morocho frunció el ceño -. Cree que estás enamorado de Massu.
Toma lo miró con los ojos abiertos, sin poder ser capaz
de decir algo, ocasionando que el muchacho de Osaka ensanchara su risa.
- ¿Qué…?
- Me lo dijo camino a aquí – Agregó, rompiendo una de las
cinco galletas de la fortuna que estaban en medio de la mesa.
- Oye, Massu – Dijo Yuya, luego de que su amigo se
encargó de hacer los pedidos para sus tres acompañantes -. ¿Qué te parece
Ikuta-san?
El aludido lo miró, sin pestañear un rato, para luego
pensar en qué responderle.
- ¿Ikuta? ¿A qué viene esa pregunta?
- Mhh… No, nada – Susurró, agarrándolo del brazo para
dirigirse junto a él a su mesa -. Sólo… curiosidad.
Toma quedó eclipsado con su hermosa sonrisa, pero debió
desviar su vista cuando éste lo miró.
- ¿Me permites? – Le preguntó Yuya a Ryo, pidiéndole que
le dejara ocupar la silla que estaba a su lado.
- Claro, disculpa.
El muchacho le sonrió y tomó asiento. Takahisa se quedó
de pie al lado de Toma, quien, al darse cuenta que iba a sentarse frente a su
compañero de grupo, se puso de pie y le dio el paso.
- Gracias – Soltó el pelirrojo, recibiendo por respuesta
un movimiento afirmativo de cabeza por parte del morocho -. Ya elegí el menú.
- Espero que esté bueno – Bromeó Ryo.
El sonido de su celular recibiendo una llamada lo alertó,
pero terminó por cortar la misma y dejar el aparato sobre la mesa.
- ¿Quién era? – Preguntó Yuya.
- No, nadie - Antes de poder seguir charlando, nuevamente
su celular recibió una llamada, obligando a Ryo a ver a través de la pantalla
quién era la persona que lo estaba llamando -. Es Yasu – Respondió, volviendo a
cortar la llamada.
- Atiéndelo – Le dijo Yuya.
- Sí, si te llama debe ser por algo importante – Alegó
Takahisa, devorando con mucha prisa dos galletas de la fortuna. Ryo lo miró
tanto a él como a Yuya, levantándose cuando volvió a recibir una llamada por
parte de Shota. Se alejó unos metros hasta dar con los baños, desde los cuales
no llegaba a oírse el sonido ambiente -. ¿Qué quieres?
- “Lamento
molestarte. ¿Estás ocupado?”
- Estoy por cenar.
- “¿Dónde estás?”
El morocho suspiró.
- Estoy en un restorán con Massu, Tegoshi y Toma. ¿Puedes
esperar hasta que terminemos de cenar y te regreso la llamada?
- “Ah… Es que… Ryo…”
- Te llamo luego – Agregó, sin esperar respuesta y cortó,
apagando luego el celular. Entró al baño y se lavó la cara, mirándose fijamente
en el espejo. Acto seguido, suspiró pesadamente y regresó a la mesa como si
nada hubiera ocurrido.
Era ya bastante tarde cuando salieron del restorán.
- Oh, esto es malo – Dijo Takahisa, siendo el centro de
las miradas de todos -. Se me ha ido el último tren.
- Ikuta-san, ¿tú no viniste en automóvil? – Preguntó
Yuya.
- ¿Mh? Sí,
está en el estacionamiento.
- ¿Puedes
llevar a Massu a casa, por favor?
- Tegoshi,
nosotros podemos llevarlo. Su casa queda en el camino – Dijo Ryo.
- Pero – El rubio bostezó -…, estoy muy cansado. La
verdad es que quiero llegar a casa cuanto antes – Agregó, guiñándole el ojo sin
que Takahisa y Toma lo vieran.
- No te preocupes, yo lo llevo – Dijo Toma a
regañadientes.
- ¿En serio? ¡Muchísimas gracias! – Exclamó Yuya, en una
forma tan exagerada que fue completamente notorio para sus amigos -. Entonces,
vamos. Nos vemos mañana.
- Nos vemos – Lo saludó Takahisa, sin comprender del todo
su accionar. Las parejas se separaron en el parque, y Takahisa siguió como pudo
las largas zancadas de la persona que iría a llevarlo a su casa. El pelirrojo se
dejó guiar por el sonido de la alarma de la camioneta de Toma para dar con la
misma, a la cual entró del mismo modo en que había llegado a ella, en silencio
-. ¿Puedo preguntar qué es lo que sucede?
- Yuya piensa que estoy enamorado de ti.
Automáticamente, Takahisa se rió a carcajadas, pero la
cara de seriedad de Toma hizo que poco a poco su risa se esfumara.
- Ah… Estás hablando en serio…
- ¿Acaso estás viendo que me estoy riendo?
- La verdad que no – Toma suspiró -. Ikuta… Todo estará
bien…
- No lo estará – Dijo, alzando la voz -. ¿Estará bien? –
Preguntó, al cabo de un rato de haber estado con el rostro postrado sobre sus
brazos, cruzados estos sobre el volante del vehículo.
- ¿Qué cosa?
- Que Yuya tenga esa cita…
- ¿Qué?
- Quizás con eso…, ¿crees que me recordará? – Lo miró de
reojo a través de sus brazos. Aunque Takahisa apenas podía ver sus ojos por
culpa de la débil luz de la camioneta y por el cabello que caía sobre los
mismos, pudo ver cómo la angustia se reflejaba en ellos.
El lugar elegido para encontrarse fue la entrada del
Seven eleven del DiverCity Tokyo Plaza. Aunque estaban expuestos a la mirada de
la gente que iba al mismo complejo, esperaba que tanto su vestimenta como con
la de su pareja, pasaran desapercibidas. Le había pedido que se desligara de
sus responsabilidades ese día. Quería tenerlo sólo para él. Sonrió al pensar
todo lo que les esperaba ese día. Mas sus deseos por pasar desapercibido se
fueron al demonio al verlo entrar al lugar, siendo lo único que podía llegar a
hacerlo pasar desapercibido, los anteojos de sol que llevaba. Esbozó una
sonrisa al encontrarse con su mano en alto, advirtiendo de este modo, su
presencia en el lugar. Se le acercó y besó suavemente sus labios.
- ¿Llegué tarde? – Preguntó Ryo.
- Para nada. Llegué hace apenas un rato – Le respondió
Yuya.
- ¿Y bien? ¿Qué quieres hacer? – Volvió a preguntar el
morocho, acomodándose la gorra que descansaba sobre su cabeza.
- Pues… Podemos comer algo si quieres, antes de ir al
Daikanransha – Sugirió el rubio, empezando a caminar mientras lo agarraba del
brazo.
- En realidad, esto es una simple excusa para ir allí,
¿cierto? – Preguntó Ryo, sonrisa por medio.
- Claro que no. Pero la razón por la cual te traje aquí…
Por ahora la mantendré en secreto.
Ninguno de los dos hubiera sido capaz de decir cuánto
tiempo estuvieron en aquel lugar. Se dieron cuenta que era pasado el mediodía
cuando se dirigieron al parque Odaiba Kaihin. Aunque les quedaba a trasmano del
destino final, fue Yuya el que pidió ir allí. El viento era perfecto, al igual
que el día. Yuya terminó quedándose con la gorra de Ryo, dado que el muchacho
no quiso prestarle sus anteojos.
Era apenas la tarde cuando emprendieron el regreso al
pueblo Paleta. Yuya no dijo nada desde el trayecto del estacionamiento hasta
subir finalmente al Daikanransha.
- ¿Y bien? – La pregunta de Ryo resonó en la cabina. Yuya
lo miró -. Tienes quince minutos para decirme porqué me trajiste aquí.
El rubio agachó la cabeza, sonriendo, mordiéndose el
labio inferior cuando la levantó.
- Más bien – Dijo, sentándose a su lado y rodeando su
cuello con ambos brazos -…, creo que tengo quince minutos para besarte todo lo
que quiera.
Antes de poder decir o hacer algo, Yuya acaparó los
labios del morocho.
- Tegoshi – Susurró Ryo, intentando zafarse del agarre
del menor, pero el contraataque de Yuya fue tan rápido que evitó que lo
soltara. No supo cuánto tiempo había estado besándolo, pero sintió que fue eterno,
que su mente estaba libre de problemas y que no tenía nada por lo cual
preocuparse. Fue Yuya quien lo soltó, una vez se sació.
- Te amo – Susurró el rubio, sobre sus labios, antes de
darle un corto beso. Se sentó derecho y le tomó la mano -. La razón por la cual
te traje aquí es porque…
- Porque aquí tuvimos nuestra primera cita – Dijo Ryo.
- Lo recordaste – Sonrió Yuya, apretando la mano del
morocho, que descansaba a su lado.
- Claro. ¿Cómo pretendes que lo olvide? – Preguntó, sonriendo.
El menor apoyó su cabeza sobre su hombro, cerrando los
ojos.
- Y yo que pensé que estabas distante conmigo. Pero veo
que no. Sólo estabas preocupado por mí, ¿verdad?
- Claro que sí – Respondió el morocho luego de un rato,
acariciando sus cabellos.
Yuya sintió que en esos quince minutos tuvo a Ryo de
nuevo con él, que no había necesitado otra cosa más que esa cita y en ese
lugar. Bajaron del Daikanransha tomados de la mano, pero Ryo se quedó mirando
algo fuera de su alcance, algo que se escabulló entre la multitud, por lo cual,
lo soltó lentamente.
- ¿Qué sucede? – Le preguntó Yuya.
- Eh… No… Nada… ¿Quieres… beber algo?
- Está bien – Dijo el muchacho, hincándose de hombros.
- Si quieres ve yendo al auto – Le sugirió, entregándole
las llaves de su automóvil -. Yo no me tardo.
Con pasos apresurados, Ryo se volvió hacia donde había
estado mirando antes. Mientras caminaba, encendió su teléfono celular; aunque
le había dicho a Yuya que iba a desprenderse de todo, le era imposible no estar
sin aquel aparato, así fuera apagado, necesitaba sentir su presencia cerca
suyo. Cerca de los baños, se dio cuenta que había perdido su objetivo,
dirigiendo su vista al celular una vez el sonido que advertía que había
encendido, terminó. No tenía ni mensajes ni llamadas perdidas. Hizo el intento
de hacer una llamada y suspiró mientras oía, muy cerca suyo, el sonido de un
celular recibiendo una llamada. Extrañado, entró sigilosamente a los baños,
desde donde intuyó provenía el sonido, pero el mismo se cortó abruptamente,
coincidiendo en su celular, con la voz de una contestadora automática
diciéndole que podía dejar un mensaje al número que había llamado después de la
señal. Pero lejos de hacer eso, el muchacho de Osaka cortó la llamada y volvió
a marcar el mismo número. De nuevo, oyó un celular, pero el sonido se detuvo
escasos segundos más tarde. Abrió la puerta de uno de los cubículos y lo halló
de espaldas a él, agarrando con fuerza algo que estaba entre sus manos -. Sabía
que eras tú – Dijo, enseñando su mejor sonrisa de victoria, mientras Tadayoshi
se levantaba y guardaba su celular dentro del bolsillo del pantalón -. ¿Qué
haces aquí?
- ¿Acaso no puedo venir a distender mi mente? –
Repreguntó, acercándose al lavabo a lavarse las manos -. ¿Solo?
- No, no puedes – Dijo Ryo, mirándolo, con el cuerpo
apoyado sobre el mármol.
- Pues, déjame decirte que tengo una vida.
- ¿Viniste con Yasu?
- Te dije que vine solo – Respondió el menor, sacándose
las manos con unas toallas de papel antes de dirigirse rápidamente a la salida.
- Me estabas espiando – Sonrió Ryo.
Tadayoshi detuvo sus pasos, se dio media vuelta y lo
miró.
- ¿Por qué no te vas con tu novio? Debe estar preocupado
por ti.
Estaba por irse, pero el agarre que Ryo hizo sobre su
brazo, haciéndolo entrar al baño y cerrando la puerta con su propio cuerpo, se
lo impidió.
- Porque tú eres mi novio – Le dijo, mirándolo a los
ojos. Una caricia fugaz pasó por su mejilla, haciéndolo cerrar los ojos,
dejando que de sus labios escapara un suspiro. Él mejor que nadie conocía sus
debilidades, todo él era su completa debilidad. Dejó que sus labios lo besaran
una, dos y tres veces, dejando que sus labios hicieran estremecer su piel ante
el mínimo roce sobre los suyos. Lo abrazó con fuerza, pasando sus brazos por
debajo de los suyos, agarrándose con fuerza de su remera mientras sus ojos se
entreabrían para poder verlo y sentir que no estaba soñando, que la persona que
él amaba era quien lo estaba besando. Mas aquel deseo fue apagado por el
empujón que dio una persona intentando ingresar al baño, haciendo que ambos se
alejaran de la puerta, entre risas. La persona que ingresó estaba tan apurada
que no reparó en su presencia, encerrándose luego en uno de los baños.
Tadayoshi aprovechó el momento para salir corriendo del lugar, y Ryo volvió sus
pasos al automóvil donde Yuya lo esperaba, con un refresco en las mano.
- ¿Había mucha gente? – Preguntó el rubio, cambiando la
estación de radio.
- Bastante – Suspiró el mayor, quedándose con la mirada
perdida por unos instantes.
- ¿Ryo-chan? – Su llamado lo volvió a Tierra. Sus orbes
oscuros lo miraban, preocupado -. ¿Estás bien?
- Sí, sí, sí. Sí – Respondió el aludido, encendiendo el
automóvil.
Ambos llegaron más que cansados al departamento. Aunque
Yuya le rogó que fueran a descansar, Ryo le dijo que había olvidado su celular
en la empresa, por lo que lo dejó y salió en busca del dichoso aparato. Aunque
la realidad era que necesitaba hablar con Tadayoshi y explicarle por qué estaba
en aquel lugar con Yuya. Aunque llamó mil veces a su puerta, al teléfono del departamento
y hasta a su celular, no logró hallarlo, aun sabiendo por boca del propio
portero que él había llegado hacía menos de media hora.
Las luces del departamento de Yuya todavía estaban
prendidas cuando regresó. El muchacho estaba sentado en el living mirando televisión. Se lo quedó mirando al verlo
cabizbajo. Se sentó a su lado y apoyó su cabeza sobre su hombro. El rubio apagó
el televisor, dejó el mando a distancia a un costado y lo abrazó, levantando su
cabeza con ambas manos.
- ¿Qué sucede? – Le preguntó, besando su frente con
ternura. No tuvo respuesta. Al menos, no una verbal. Ryo lo abrazó con fuerza.
No sabía qué hacer o qué sentir en ese momento, simplemente, dejó que las cosas
sucedieran. Si estaba bien o mal, o se estaba aprovechando de la situación, no
lo sabía; pero al mismo tiempo, lo necesitaba, necesitaba alguien que lo amara.
Su mente estaba en blanco o, quizás, eran los labios de
Yuya recorriendo su cuerpo junto con sus manos lo que impedían que intentara
pensar en algo. Cuando el menor llegó hasta sus pantalones, se dio cuenta que
instintivamente, su cuerpo estaba reaccionando a él y a cada uno de los
estímulos. Pudo percibir el sonido de una risita al haber visto sus ojos su
erección -. Si tú también me necesitabas…, ¿por qué? – Susurró, besando apenas
la virilidad del morocho, haciéndolo estremecer -. ¿Por qué no me tomaste
antes? – Jadeó, succionando su hombría por completo. Ryo se sentía en el
Paraíso, no había otra descripción para el trabajo que estaba haciendo Yuya
sobre su cuerpo. No había más problemas y cosas por las cuales preocuparse.
Yuya hacía que en su mente sólo él estuviera presente -. Ryo-chan… Mhhh…
Ryo-chan – Jadeó el rubio, masturbándose.
Ryo hizo que se sentara, acaparando sus labios con
pasión, jadeando sobre ellos, deseando mucho más de él. Estrechándolo entre sus
brazos, sin poder dejar de besar su cuerpo, lo sentó encima suyo, penetrándolo
lentamente. Encima suyo, Yuya era hermoso. Se dio cuenta de la cantidad de
veces que se lo había susurrado al oído, al oír por su parte, cuantas veces más
iba a decírselo.
- T… Tegoshi – Gimió, sintiendo una oleada de calor
recorriéndole la espina dorsal -… Estoy por… correrme…
- Yo… ah… también…
Ryo marcó los movimientos finales del menor,
estremeciéndose ambos cada vez que el mayor llegaba hasta lo más profundo de su
ser.
- Y… Yu… ya – Jadeó Ryo, encontrándose con su mirada
mientras él corría los cabellos rebeldes que estaban pegados en su rostro para
poder besarlo sonoramente en los labios.
- Te… a… mo – Musitó, manchando su mano y los abdómenes
de ambos al haberse descargado.
- Yo… también… Ah… Ahhh – Se aferró a su cuerpo, al mismo
tiempo que una corriente eléctrica recorría todo su cuerpo hasta su bajo
vientre.
La noche aún estaba encima suyo, estuvieron un largo
tiempo besándose, grabando en las yemas de sus dedos la textura de su húmeda
piel, sonriendo al sentir cómo su piel se estremecía por aquellas caricias
recibidas.
Ambos se dieron cuenta de la hora al despertarse
sobresaltados por la llamada al celular que recibió Yuya por parte de
Keiichiro. Aunque esta fue respondida por Ryo, fue él quien le dio aviso al
menor de la hora. Salieron del edificio para el mismo lugar, pero apenas entraron
a la empresa, se separaron, yendo Ryo directamente al jardín interno del lugar,
desde la cual hizo una llamada telefónica.
- ¿Podemos hablar?
- “¿Dónde estás?”
- En el patio.
- “Voy para allá.”
No pasaron más de cinco minutos hasta que Takahisa apareció
a su lado, sentándose.
- Espero que Tegoshi no piense que estoy enamorado de ti.
Eso sí que sería lo último – Suspiró, generando su sonrisa -. ¿De qué quieres
hablar? – Le preguntó el pelirrojo al notar que el morocho no había pronunciado
palabra.
- Ayer… Tuve una cita con Tegoshi.
- Lo sé. Ikuta me lo dijo.
- Ah – Dijo Ryo, asintiendo con la cabeza -. Okura…, nos
siguió.
- ¿Apareció frente a Tegoshi?
- No. No, pero – Suspiró, masajeándose el tabique nasal
con los ojos cerrados -. No me preguntes por qué lo hice, pero… Tuve la
necesidad de hacerlo – Su oyente frunció el ceño -. Algo dentro mío… me pedía…
que lo hiciera – Agregó, haciendo gestos con sus manos, señalando su corazón.
Takahisa tragó en seco.
- Ryo… ¿Qué hiciste?
- Hice el amor con Yuya – Soltó finalmente, en un
suspiro.
- ¿Qué? – Logró musitar el pelirrojo, con los ojos
abiertos como platos.
- No… No lo sé… No sé por qué lo hice, pero… Lo
necesitaba. Fue… maravilloso.
- Oye, Ryo… No. Simplemente… No – El aludido lo miró -.
Ni se te ocurra decírselo a Ikuta, a menos que quieras morir joven.
- ¿Qué cosa? – Su voz alertó a ambos. Takahisa cerró los
ojos con fuerza y Ryo agachó la mirada escasos segundos, hasta que Toma
apareció frente a ambos -. ¿Qué es lo que se supone que no debas decirme, Ryo?
El aludido lo miró un tiempo prudencial. Tenía sus dedos
entrelazados y ambas manos apoyadas sobre sus labios. Cerró los ojos, dejó sus
manos a ambos lados y volvió a mirarlo. Mas Takahisa miraba a ambos tan sólo
con un ojo abierto.
- Que hice el amor con Yuya.
Takahisa notó un mínimo cambio en su expresión. Notó que
sus ojos se abrieron un poco más, pero al mismo tiempo parecía que Toma no
estaba respirando. Lanzó una risa, dedicándole una rápida mirada al suelo,
volviendo su vista hacia Ryo.
- ¿Yuya? ¿Ahora le dices, Yuya?
- Hicimos el amor – Reiteró el morocho.
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