Ciaossu~!!
Como soy buena (?) les traigo el dos de MTS ^^
Enjoy~ ♥
Título: More than souls.
Fandom: Johnnys.
Pairings: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], RyoTego [Nishikido Ryo x Tegoshi Yuya] (pero nadie dice que no puedan haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, smut, violento.
Rating: NS-17.
Capítulos: 02 / ¿?
Sinopsis: Un primer encuentro hará posible un segundo, pero con el tiempo, hay costumbres que no cambian pero personas que sí lo hacen.
( 01. Almas )
Capítulo 02: Contacto.
El hecho de
formar parte del círculo de amigos de Jin Akanishi significaba una sola cosa:
seguirlo adónde sea, cómo sea y cuándo sea. Así fuera día laboral al día
siguiente. Esa sería su primera vez, no sólo visitando su departamento, sino
también de ver, después de casi
cuatro años, a Yuya.
Llegó caída la
medianoche. A medida que el ascensor llegaba al décimo piso, podía oírse la música
que sonaba en aquel piso. Las paredes eran demasiado finas por lo
que podía apreciarse. El sonido retumbaba sobre las plantas de sus pies. Se
notaba que los vecinos estaban acostumbrados, o que en ese piso no vivía nadie,
o que todos esos mismos vecinos, estaban reunidos en el lugar al cual él se
dirigía. “Sólo trae una buena cantidad de
bebidas si es que quieres agradarle a Jin,” le había dicho Tomohisa. Se
había dado cuenta de lo buen bebedor que era el muchacho en cuestión el día que
se reunieron para festejar su graduación. Tocó el timbre y esperó. Frunció el
ceño al darse cuenta de lo estúpido que había sido al haber hecho eso. Ni
siquiera se oyó dentro de aquel lugar. Sacó su teléfono celular del bolsillo y
le envió un mensaje de texto a su amigo, dando aviso de su paradero. A los
pocos segundos, la puerta se abrió, hallándose Toma con la brillante sonrisa de
Tomohisa.
– Bebida, como
dijiste – Dijo Toma, enseñándole las bolsas que descansaban a ambos lados de su
cuerpo.
– Gracias –
Suspiró el aludido, agarrando las bebidas –. Nos estábamos muriendo de sed –
Bromeó. Le dio el paso para que su amigo
entrara e intentara pasar por entre toda esa exagerada cantidad de gente hasta
llegar al dueño de casa, para agradecerle la invitación. Esperaba ser él la última persona que faltaba llegar, ya que literalmente, en ese departamento, no cabía
más un alfiler –. Aka… Jin – Llamó su atención al hombre sentado en un sillón
de un cuerpo, rodeado de dos mujeres distintas a las que lo habían acompañado
en el centro nocturno. Le dio la impresión que Jin tenía mucho amor para darle
a todo el mundo.
– ¡Ah! ¡Toma-kun! ¿Cómo estás? – Lo saludó, con un
ademán con la cabeza.
– Muy bien,
muchas gracias por la invitación.
– ¿Me disculpan,
princesas? – Pidió Jin, soltando a ambas muchachas, quienes se quedaron con las
mejillas infladas por la pronta ausencia del hombre, pero no tardaron mucho en
consolarse mutuamente. Toma frunció el ceño, siendo guiado a los pocos segundos
por Jin a otro sillón de tres cuerpos allí ubicado –. Ikuta-kun, te presento a
unos buenos amigos míos – Al levantar la vista, Toma se quedó sin habla. Allí
estaban, y de nuevo, juntos –. Él es Nishikido Ryo – Presentó Jin a un muchacho
no mucho más grande que él, de tez y cabellos oscuros, corto –. Y él es su
pareja, Tegoshi Yuya – Agregó, señalando a la persona que Ryo estaba abrazando,
un muchacho aparentemente de su edad, de ojos oscuros y cabello rubio –. Chicos,
esta es la persona de la que les hablé, Ikuta Toma-kun.
– Yamapi me contó
que se graduaron en la ToDai.
– Ah… Sí –
Respondió Yuya, buscando la mirada de su pareja.
– Así es, pero
Tegoshi prefirió no ejercer…
– ¿Tú… no estabas
estudiando también?
Tenía mala
memoria, pero no tanta como para no recordar que Ryo también iba a ir a
estudiar a esa prestigiosa universidad.
– Digamos que…
Tuve un percance y dejé la carrera. A ti te sucedió al revés, ¿cierto?
– ¡No te das una
idea! – Dijo Jin, pasando su brazo por sobre el hombro de Toma –. Es como si
fuera otra persona.
– No fue eso –
Aclaró el muchacho con una sonrisa –. Más bien, podría decirse que tuve un
sueño revelador.
– Sí, era eso,
era eso. Se lo dices a Pi todo el tiempo – Se quejó Jin –. Bueno, Ikuta-kun, te
dejo en buenas manos – Agregó el morocho, empujando apenas al aludido hacia
adelante –. Ryo, Tegoshi, me lo cuidan, ¿eh?
– Claro que sí –
Respondió Ryo. Su pareja tan sólo sonrió. Toma se sentó al lado de Yuya. Se
preguntó en qué momento la gente se multiplicó. De un momento a otro, ir a la
cocina por una cerveza, terminó pareciendo una carrera de obstáculos.
– ¿Quieres que
vaya por unas cervezas? – Oyó Toma que Yuya le preguntaba a Ryo, quien asintió
con la cabeza.
– ¿Quieres una
cerveza, Toma-kun?
– Ah… No, no hace
falta.
– ¿Cómo que no?
Tráele una a él también, Tegoshi.
– De acuerdo.
– No debes ser
tan aburrido, hombre – Dijo el morocho, a modo de broma. Toma le respondió con
una media sonrisa. Al volver la mirada a Yuya, se dio cuenta que lo había
perdido de vista –. Esto es una fiesta después de todo. Y ni te cuento lo que
está pasando en el cuarto de Jin – Agregó, señalando con el dedo un pasillo en
una de las puntas del departamento.
– Supongo que no
tengo que ir a interrumpirlos.
– Vas a oírlos
igual. El baño está al lado.
– Me aguantaré
las ganas, entonces.
– Vamos a ver
cuánto aguantas – Lo retó el morocho.
– ¿Es una
competencia?
– No había pensado
en eso… Pero si eso quieres…
– Trato hecho.
Era imposible
negársele a eso. Menos siendo de Osaka.
– Regresé – Dijo
Yuya, apareciendo con tres cervezas.
– Trae más –
Pidió Ryo.
– ¿Eh?
– Le jugué una
apuesta a Toma-kun y necesitamos más cervezas – El rubio revoleó los ojos y se
hincó de hombros. Se dio media vuelta y fue en busca de lo pedido por su novio
–. ¿No es lindo? – Bromeó Ryo, viéndolo esquivar gente para llegar a la cocina.
Toma tan sólo lo miró y no dijo nada –. ¿Empezamos? – Le preguntó, abriendo su
botella de cerveza. Toma asintió con la cabeza y la abrió del mismo modo en que
lo había hecho Ryo, con el borde de la mesa ratona frente a ambos –. Que gane
el mejor.
Ambos muchachos
chocaron las botellas y bebieron hasta saciarse. Estaba por demás helada, y a
cada sorbo, el deseo de beber más y más, se incrementaba. Ryo y Yuya vieron la
pierna derecha de Toma moviéndose frenéticamente al ingerir la sexta botella.
– Ikuta-kun,
¿estás bien?
– Perdí –
Respondió el aludido, levantándose de un salto del sillón.
– ¡Oye, Ikuta! –
Lo llamó Ryo –. ¡El baño es la segunda puerta!
– Segunda puerta,
segunda puerta – Repitió el aludido, entrando al cuarto correspondiente. Cuando
se deshizo de todo lo que había bebido se sintió en el Paraíso, lanzando un
sonoro gemido al hacerlo. Se acercó al lavabo a lavarse las manos, notando
algo: en ese sitio, no llegaba el sonido de la música o, al menos, las paredes
parecían ser más gruesas que las otras con las que estaba hecha el resto del
departamento. O, al menos, tres de esas paredes. Pudo oír un sórdido sonido a
sexo repicando en sus oídos. En ese momento, recordó las palabras de Ryo. Se
notaba que Jin realmente se divertía en sus fiestas y quién sabe con cuantas
mujeres. Salió de allí, lanzándose literalmente al sillón donde Ryo seguía
bebiendo –. Oye, ¿no tienes ganas de ir al baño?
– Puede aguantar
una cerveza más – Dijo Yuya, sonriendo.
– Cállate… Oye,
Ikuta, ¿quieres venir a casa? Mi familia fue de viaje al exterior, y me trajo
unos vinos exquisitos… Pregúntale a Tegoshi sino.
– Me dejaron
mareado a los dos sorbos…
– Eres un
debilucho.
– Y tú, un
abusivo.
– Bueno, ¿vienes
o no? – Le preguntó Ryo, levantándose y mirándolo. Toma le dedicó una rápida
mirada a Yuya y luego, se levantó.
– ¿Tegoshi-kun no
viene?
– ¿Eh? – Preguntó
el rubio, mirándolo –. No, no, no. Yo me quedo un rato más.
– Ya veo…
Entonces… Fue un placer, Tegoshi-kun – Le dijo, extendiéndole su mano.
– El placer fue
mío, Ikuta-kun – Lo despidió cálidamente el menor, estrechando su mano.
Sonrió. Con ese
mínimo contacto, él estaba feliz. Internamente, deseaba que se repitiera y
sabía que la única persona con la que debía relacionarse para lograrlo, era con
Ryo.
Toma siguió sus
pasos hasta salir del edificio.
– ¿Me esperas un
momento? – Le preguntó Ryo, a lo que el aludido asintió con la cabeza.
Rápidamente, el morocho cruzó la calle hasta uno de los enormes árboles frente
al edificio, se bajó los pantalones y orinó. Toma no pudo evitar sonreír,
desviando su vista mientras negaba con la cabeza.
– ¿Pensabas
aguantar mucho más?
– Como te dijo
Tegoshi, iba a aguantarme una cerveza más. Además, no me gusta el baño de Jin.
– Te entiendo…
El departamento
de Ryo no estaba muy lejos de allí. Tampoco estaba muy lejos del centro
nocturno donde lo había visto con Yuya. Quizás por eso se había vuelto amigo de
Jin.
Al entrar al
mismo, halló ropa tirada por todos lados, platos sucios en la cocina, quizás
del día anterior –o al menos, eso le pareció–. En pocas palabras, ese
departamento era un caos.
– Lo siento. Como
verás… Hoy no vino el Hada de la Limpieza.
– No te
preocupes. Yo soy igual cuando no espero visitas.
Mintió, pero
debía hacerlo si quería ver a Yuya más seguido.
– No lo creo –
Dijo Ryo, sacando una botella de una bolsa de papel madera y agarrando dos
copas limpias que estaban colgadas sobre la mesada –. No tienes esa apariencia.
– ¿Ah, no? ¿Y qué
tipo de apariencia tengo? – Le preguntó el muchacho, escoltándolo hasta la
habitación que, por el contrario del resto de la casa, estaba impecable.
- Mhhhh… Bueno –
Pensó Ryo, sentándose cerca de la cabecera, dejando las copas y la botella en
una de las mesas de luz a ambos lados de la cama –. Pareces una persona normal.
– ¿No crees que
eso es una descripción muy general? – Preguntó Toma, sonriendo, al muchacho que
servía vino en ambas copas.
– Creo que es la
más acertada – Respondió el morocho, entregándole una copa.
– ¿Por qué
brindamos?
– Mhh… Por el
inicio de una nueva amistad.
– Muy bien – Sus
copas chocaron, resonando ese sonido en toda la habitación. Toma se lo quedó
mirando un rato -. ¿Por qué… Tegoshi-kun se quedó en el departamento? Se lo
veía algo cansado.
– Ah… A Tegoshi
le gustan ese tipo de reuniones.
– ¿Sí? A mí no me
dio esa impresión – Se sinceró el muchacho, quien sólo recibió una fugaz mirada
por parte de su oyente.
– Bueno… Dicen
que las apariencias engañan, ¿no?
– ¿Hace cuánto se
conocen?
– Uhh… Eso es una
pregunta complicada, ¿sabes? – Dijo Ryo, volviendo a llenar por la mitad su
copa de vino –. Conozco a Tegoshi desde hace cinco años o más. Él… era la
pareja de mi mejor amigo.
– Ah… Ya veo –
Toma fingió desconocimiento, mientras le extendía su copa al morocho –. ¿Se
pelearon?
– No. Él murió…
en un accidente de tránsito – Musitó, casi con un deje de dolor el aludido,
dejando que el líquido pardo cayera dentro de la copa de su acompañante –. Por
eso digo que… las apariencias engañan. Después de todo, fue él quien se acercó
a mí. No es que quiera hacerme el playboy
ni nada por el estilo, pero… realmente fue así.
– ¿Y tú? ¿Por qué
lo aceptaste?
La puerta del
departamento se abrió, interrumpiendo la conversación. Demás estaba decir que
la persona que había entrado debía ser Yuya. Aunque externamente no lo
aparentaba, por dentro, Toma se estaba muriendo a cada respuesta que había
recibido por parte de Ryo.
— Ah, ¿siguen
aquí? – Preguntó el muchacho, acercándose a la mesa de luz opuesta a la cual
Ryo había dejado la botella de vino para sacarse los anillos, el reloj de
muñeca y deshacerse de sus demás pertenencias personales.
– He aquí el Hada
de la Limpieza que no hizo sus quehaceres el día de hoy – Dijo Ryo, respecto al
recién llegado, obteniendo por respuesta un esbozo de sonrisa de su parte –. ¿Vas
a ducharte? – Le preguntó, estirándose un poco para acariciar su brazo. Toma
desvió la vista, ahogando un gruñido junto con el sorbo de vino que había
bebido.
– Sí, si no les
molesta – Pidió el rubio, con una sonrisa forzada.
– Por mí no te
preocupes, yo ya me voy – Dijo Toma, levantándose de la cama y apoyando la copa
sobre la mesa de luz al lado de Ryo.
– ¡Pero ni
siquiera habíamos empezado a hablar! – Se quejó el morocho, con una fingida
expresión de tristeza, volviendo a su posición original para persuadir a su
nuevo amigo.
– No te
preocupes, tenemos muchos días por delante, ¿no lo crees?
– Más te vale –
Dijo el aludido, señalándolo con el dedo –. Bueno, al menos te acompaño a la
puerta.
– Que tengas
buenas noches, Tegoshi-kun – Lo saludó el muchacho, dedicándole una reverencia,
acto que imitó el rubio, a los pocos segundos.
– Espero verte
más seguido por aquí – Le dijo Ryo mientras le abría la puerta a su invitado
–. Cuando tengas algún problema, sabes que puedes contar conmigo.
Y allí estaba la
muestra de amistad por parte de Ryo: una leve palmada sobre la espalda. El
tiempo había pasado, pero sus costumbres no habían cambiado en lo absoluto.
– Muchas gracias,
Nishikido-kun.
– Ryo está bien.
– ¡Es injusto si
tú me llamas Ikuta!
– Lo siento, es
una mala costumbre. Con el tiempo terminaré llamándote Toma, no te preocupes.
¿Eso significaba
que cuando estaba vivo nunca había
sido realmente su amigo? Recordó que desde que se conocieron y hasta el último
momento, siempre lo había llamado por su apellido. Aunque, ni siquiera a su
pareja lo llamaba por su nombre de pila.
– Eso espero.
Entonces…, nos vemos.
Apoyó su cuerpo
sobre la puerta, una vez Toma se fue, y le dio la cara al techo, lanzando un
sonoro suspiro de cansancio. Volvió sus
pasos al dormitorio pero, mientras masajeaba sus sienes, chocó con un
envoltorio de algún tipo de fritura. Al darse cuenta de eso, la pateó con
fuerza para alejarla de su camino. Entró con pasos rápidos al dormitorio y del
mismo modo agarró la botella de vino entre sus manos para beber directamente
del pico. Se volvió al baño, viendo la borrosa silueta de su pareja duchándose
a través del vapor que se desprendía culpa de la temperatura del agua. Se apoyó
al lado de la entrada, sin dejar de beber, mientras su mano libre, lo despojaba
de su ropa de la cintura para abajo, para acariciar directamente su virilidad
erecta. Dejó la botella dentro del lavabo, sin percatarse que el líquido se iba
directo por el desagüe. Se metió a la ducha y abrazó a Yuya por detrás,
acariciando su pecho mientras su lengua recorría su cuello, haciéndolo
gemir.
– Qué suerte que
Ikuta se fue…
– ¿Por qué? –
Gimió el rubio, acariciando los cabellos de Ryo por detrás.
– Mira cómo estás
– Dijo Ryo, sonriendo, antes de estirar el lóbulo de su oreja con los dientes,
ocasionando que un gemido ahogado saliera de los labios de su pareja. Yuya se
agarró de la pared, haciendo su pelvis hacia atrás, mientras su mano se
masturbaba.
– Hazlo… Ahh… De
una vez… No aguanto más…
– Me di cuenta –
Susurró Ryo, sobre su oído, notando cuánto se excitaba Yuya con eso al oír sus
gemidos. Rozó su entrada con la punta de su virilidad. Su cuerpo se tensó al
sentir los dedos de Yuya enterrándose sobre sus muslos, indicándole que lo
penetrara en ese mismo instante –. Pero si te bañas con agua caliente, no se te va a quitar la calentura, Tegoshi.
Apoyó todo su
cuerpo encima del menor para cerrar la canilla del agua caliente y abrir la de
la fría. Sintió cómo la piel debajo de la suya se estremeció al estar sus
labios besando toda su espalda.
– Ry… Ryo – Le
suplicó.
– Está bien, está
bien – Accedió el mayor, sosteniendo sus caderas y penetrándolo de una sola
estocada. Oyó un exagerado gemido que lo hizo sonreír –. No me mientas… A
alguien te le… tiraste… Mhh… mientras venías hacia aquí…
– Ahh… No… No…
– Mentiroso –
Jadeó el morocho, embistiéndolo con fuerza.
– No hay nadie
que… Ahh… Me lo haga como tú…
No supo cuánto
tiempo había permanecido despierto. Cuando oyó el piar de los pájaros de la
mañana se dio cuenta que había estado toda la noche pensando en Yuya y en su
relación con Ryo.
– ¿Tan poco
significó lo que vivimos para ti…, Yuya…? – Musitó para sí.
Un par de golpes
sobre la puerta lo sacaron de sus pensamientos. No se levantó a atender, puesto
que pensó que había sido producto de su imaginación, pero se equivocó. Al oír
una seguidilla de puñetazos sobre la misma, terminó levantándose de un salto,
hallándose con la sonrisa de Rina al otro lado.
– Buenos días,
Okura-san – Lo saludó, enseñándole una bolsa –. La semana pasada fue el cumpleaños
de una amiga y como hicieron pastel de más, pasé a traerte un poco – Le dijo,
entrando a la casa sin siquiera pedirle permiso.
– No puedes negar
que eres la hermana de Yamapi – Se quejó Toma, bostezando –. Sólo te falta la
llave…
– Cierto, ¿no? –
Dijo la muchacha, sonriendo, mientras sacaba el pedazo de pastel y lo colocaba sobre un plato –. ¿Y bien?
¿Cómo te fue anoche con Tegoshi, galán?
El muchacho
sonrió.
– ¿Al menos
puedes esperar a que vaya a asearme…?
– Tienes tiempo
hasta que termine de preparar el desayuno. Sino, vestido o no, te saco a la
rastra del baño.
– Sí, no se puede
negar que son hermanos – Dijo Toma, entrando a su cuarto, cerrando la puerta a
su paso. Al salir del mismo, encontró a la muchacha entretenida con un programa
de televisión y con el desayuno esperando sobre la mesa –. Después de todo –
Rina lo miró –… Yuya… está en pareja con Ryo…
– Hablando del
rubio en cuestión – Toma se sonrió, agarrando un pedazo de pastel –. Si te
interesa, tengo un lugar donde puedes ubicarlo – El muchacho la miró –. Todos
los miércoles va a la cafetería cerca de la casa de una amiga mía.
– ¿Todos los
miércoles?
– Sí, rondando el
mediodía…
– ¿Por qué haces
esto por mí?
– No creas que he
estado siguiéndolo o algo así… Realmente, fue una casualidad. Salimos a pasear
con unas amigas, y lo vi.
– Pero después sí
lo seguiste…
– Tenía que
corroborar qué días iba a ese lugar – Sonrió la muchacha.
– De nuevo, ¿por
qué haces esto por mí?
– Te lo dije el
otro día, ¿no? Si yo estuviera en su lugar, me gustaría saber que la persona
que amé está viva.
– Tú misma lo
dijiste. Yuya me amó. Pero eso no quiere decir que aún lo siga haciendo. Sino,
no estaría saliendo con Ryo-chan.
– ¿Por qué no se
lo preguntas?
– ¿A Yuya?
– A Ryo.
Pregúntale por qué empezó a salir con Tegoshi. Después de todo, él era pareja
de su mejor amigo, ¿no? ¿Y si, en realidad, siempre estuvo detrás de él y tú ni
siquiera te diste cuenta?
– Qué imaginación
que tienes…
– Sangre
Yamashita, mi querido Okura-san.
– De acuerdo –
Suspiró Toma, revoleando los ojos –. Este miércoles iré a ver a Yuya. Aunque…
No sé con qué excusa me presentaré frente a él…
– Ya se te
ocurrirá algo – Le dijo Rina, zamarreándolo suavemente desde los hombros.
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