Ciaossu~!!
Aish... Tengo miles de cosas que hacer y entre una de ellas es terminar este fic. Creo que termina en el quinto, gente xD
Espero que les guste, aunque haya sido corto. Pero mejor así, ¿no? Sino empiezo a divagar como con Chain of love y lo dejo en hiatus por un año. Pero les tengo novedades, es posible... que siga Chain of love xDDDDDDD se me ocurrió algo hoy para poder seguirla xD aunque creo que más que seguirla es darle un cierre y ya u.u
Y Forever está siguiendo ese camino y no quiero ;_; Es horrible tener el final de un fic pensado y no todo lo anterior >_< en serio que es feo.
Los dejo con MTS :3
Enjoy~ ♥
Título: More than souls.
Fandom: Johnnys.
Pairings: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], RyoTego [Nishikido Ryo x Tegoshi Yuya] (pero nadie dice que no puedan haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, smut, violento.
Rating: NC-17.
Capítulos: 03 / ¿?
Sinopsis: Un encuentro en el presente que lleva al doloroso pasado y a darse cuenta poco a poco de cosas que uno no quiere ver.
( 01. Almas )
( 02. Contacto )
Capítulo 03: Mal tiempo
Martes.
Día laboral.
Martes.
Pero después de
todo, eso significaba ser parte del gran círculo de amigos de Jin. Y allí
estaba él. Por estar en ese lugar y por permanecer en él y no salir huyendo, ya
no lo tildaban de antisocial pero, la razón de su estadía ni siquiera había
llegado. Suspiró. ¿Sería posible que esa noche no fuera? No. Estaba seguro de
haber oído a Jin preguntándole a Tomohisa por “Yu-chan” y que esté le respondiera que había confirmado su
presencia, junto con Ryo, claro está. Le pareció extraño que lo llamara así
cuando siempre lo había llamado Tegoshi. Pensó que la razón de ese apodo sería
la ausencia de Ryo. Quizás lo celaba hasta de sus propios amigos. Sumido en sus
propios pensamientos, entró al baño y revoleó los ojos. ¿Será que él siempre
había sido tan diferente al resto del común de las personas que siempre sintió
al acto amoroso como algo íntimo entre dos personas y no un acto banal que
podía llevarse a cabo en cualquier lado? Tal parecía que las personas en el
cubículo al lado del suyo pensaban todo lo contrario a él. Ni siquiera levantó
la vista al acercarse a lavarse las manos al lavabo pero, al hacerlo, deseó no
haberlo hecho. Había olvidado su blanca piel, los movimientos de su cuerpo y
hasta aquellos gemidos que, en ese momento, no estaban siendo sólo para él. Una
mano ajena a la suya lo masturbaba y unos labios ajenos a los suyos lo besaban,
suplicándole el menor de ellos que cambiara aquel gentil trato por unas
mordidas. Sus muñecas estaban atadas alrededor del cuello de Ryo, mientras
Yuya, de cara al cielo, dejaba que hiciera lo que quisiera sobre su cuello y
sobre su propio cuerpo. Ladeó su cabeza hacia la derecha, encontrándose con la
mirada de Toma a través del espejo, pero antes de poder ser capaz de decir
algo, el morocho huyó rápidamente del lugar, destrozado, y seguro en un cien
por ciento de que Yuya había olvidado a Tadayoshi. Que se había olvidado de él.
Quizás por ese
motivo, quizás por estar, de nuevo, pensando en él, es que no pudo volver a
pegar un ojo en toda la noche.
Oyó su celular
recibiendo un mensaje de texto en el mismo momento en que Morfeo buscaba
llevárselo entre sus brazos. Entrecerrando los ojos, dejándose llevar por la
pesadez de sus párpados, cayó dormido.
Esta vez se
despertó solo. Se levantó lentamente y se aseó del mismo modo, sintiéndose
cómodo con el agua que caía sobre su cuerpo, llevándose consigo las
preocupaciones de su vida anterior y las de la vida con la que lidiaba en ese
momento. Estaba preparándose el desayuno cuando se dio cuenta que la noche
anterior le había llegado un mensaje que no alcanzó al leer, por lo que agarró
su celular y se sentó en la cama. Al leerlo, agradeció estar sentado, sino en
ese entonces, hubiera caído al suelo sin dudarlo. Provenía del celular de Yuya
y quería verlo cuando antes.
El lugar de
encuentro sería casualmente la cafetería donde Rina lo había visto. Llegó allí
corriendo, hallando al rubio revisando su celular, con una notable expresión de
disgusto en el rostro. Tragó saliva y se acercó a él con pasos seguros.
– Tegoshi-kun –
Llamó su atención, levantando el aludido la vista, con una sonrisa, pero
sorprendiéndose al verlo allí –. Buenos días.
– ¿Qué… haces
aquí…?
– ¿Eh? ¿Cómo que
qué hago aquí? Tú me enviaste un mensaje de texto pidiéndome que viniera, ¿no?
Sonrió. Nunca
había podido olvidar aquella hermosa sonrisa.
– Mañana. Te dije
que mañana – Aclaró el rubio.
Toma frunció el
ceño y agarró su celular para leer que, efectivamente, la cita debía ser al día
siguiente.
– Ah… Yo… Lo
siento…
– Bueno… Después
de todo… Ya estás aquí, ¿no? – Preguntó, mirándolo, luego de enviar un mensaje
de texto –. Pasemos la cita de mañana para hoy.
– ¿No… estás
esperando a alguien? – Dudo el morocho.
– Para nada –
Respondió el rubio –. Vengo aquí a menudo para matar el tiempo.
– ¿Estás de
descanso en el trabajo?
– Digamos que sí
– Respondió el aludido con una sonrisa –. Lamento haberte hecho venir hasta
aquí.
– No, no es
problema. No vivo muy lejos de aquí. Pero…, ¿cuál era la urgencia?
– Ah, sí – Dijo
el rubio, tragando rápidamente el batido que había bebido para hablar –.
Quisiera disculparme por lo de anoche.
– ¿Anoche?
– Anoche entraste
al baño del club y… nos viste… a Ryo-chan y a mí – Intentó explicarse el menor.
– Ah… Eso…
– Realmente lo
siento, Ikuta-kun. No esperaba que alguien entrara y menos que… Bueno… fueras
tú. Lo que menos quiero – A medida que se sinceraba, Yuya acercó sus manos a
las de Toma, para posarlas sobre ellas –… es que te lleves una mala impresión
de mí – Ante el contacto, Toma bajó ambas manos de la mesa –. Lo siento. ¿No te
gustan los hombres? – El aludido lo miró, generando su sonrisa.
– Es que… Me
sorprendiste… eso es todo.
– Entonces, ¿no
estás acostumbrado al contacto físico con otra persona?
– Quizás. O… Más
bien será que… Hay cierto tipo de contacto que no me gusta mantener con la
gente.
“No puedo tocarte como quisiera, así que, no
me toques.”
Esas eran las
palabras que en realidad quería decirle, pero a esas alturas, poco le importaba
lo que Yuya pensara de él. Sentía que para acercarse a él, debía mostrarse lo
más distante posible. Después de todo, Yuya siempre hacía lo contrario que lo
que hacía su compañero de tiempo. Sí, eso era Toma en ese momento, tan sólo un
compañero en los minutos que pasaría allí con Yuya.
– ¿Eres
homofóbico?
– Ni me gustan,
ni me desagradan.
– Digamos que… No
te molesta tener amigos gays.
– Exactamente.
– Qué bien – Toma
lo miró –. Porque realmente me gustaría ser tu amigo – Su oyente parpadeó
varias veces, sin comprender sus palabras –. Por favor, no pienses mal de mí –
Le pidió, negando con ambas manos –. La verdad es que… Me pareces una buena
persona. Eso es todo – Guardó silencio, oyendo ambos el sonido ambiente del
lugar. Los labios de Yuya se posaron sobre el sorbete de su batido y sus ojos
se dedicaron a mirar a la gente que pasaba por la ventana frente a la cual
estaban sentados. Apoyó su cabeza sobre su mano y suspiró –. En este mundo,
escasea ese tipo de gente…
– ¿Eh? – Preguntó
Toma que, al haber hablado Yuya en un tono muy bajo de voz, no había llegado a
oírlo.
– No, nada.
Olvídalo – Respondió el aludido, sonriendo –. ¿Quieres? – Le extendió su
batido, el cual el morocho agarró.
– Gracias.
– Beso indirecto
– Susurró Yuya, mientras el morocho bebía un sorbo del líquido. Sus ojos se
encontraron directamente con los suyos. Aunque estaba allí y lo sentía allí,
por algún motivo, sentía que Yuya estaba vacío por dentro. Percatándose de sus
palabras, tosió, escupiendo todo el batido que había bebido, generando la
melodiosa risa del rubio. Él también rió, aunque había ensuciado su ropa, le
dio bastante gracia todo ese asunto –. ¿Realmente podrás tolerar tener amigos
homosexuales? ¡Te pones nervioso por cualquier cosa!
– No eres la
primera persona con esa inclinación sexual que he conocido.
– “Con esa inclinación sexual.” ¿Acaso eso
fue despectivo?
– Por supuesto
que no. Lamento que haya sonado así.
Yuya sonrió.
- Está bien, te
perdono. Sólo si pasas conmigo el resto del día.
– Seguro.
– Voy a buscar
otro batido. Estaba rico, ¿no?
Toma asintió con
la cabeza.
- ¡Ah! ¿Quieres
dinero?
– No, está bien.
Tengo algo.
El morocho se lo
quedó mirando todo el tiempo que tardó en regresar. Había olvidado lo hermoso
que era.
– Me contó Ryo
que… Fuiste pareja de su mejor amigo.
Al principio Yuya
se lo quedó mirando sin expresión aparente, pero terminó por beber un sorbo del
batido antes de decir algo.
– Vaya, sí que
Ryo-chan no pierde tiempo en llorar sus miserias – Toma estaba por decir algo,
pero no sabía exactamente qué, por lo que cerró la boca y esperó a que el rubio
siguiera su monólogo –. Sí, así es. Yo… fui pareja del mejor amigo de Ryo-chan.
– Él falleció…,
¿verdad?
– En un accidente
de tránsito. Básicamente, un camión se lo llevó puesto. Y ya te imaginarás el
resultado.
– Debiste haber
estado muy mal, ¿cierto?
– Intenté
quitarme la vida reiteradas veces, nada de otro mundo.
La expresión de
sorpresa en el rostro de Toma hizo que Yuya estallara en risas.
– Fue broma,
broma – Le dijo, sacudiendo el batido, avisándole a Toma que era su turno de
beber –. La verdad es que… Sí, sufrí mucho con la muerte de Tatsu, pero… La
vida sigue, ¿no? No me sirve de nada estar llorando por los rincones y llorarle
a un muerto que nunca más va a volver.
– Qué insensible
eres…
– Él me hizo así.
– ¿Realmente fue
así? Eso quiere decir que no fuiste feliz con esa persona…
– Sí lo fui.
Realmente lo fui. Pero, Tatsu ya no está – Volvió su vista a la gente, mientras
bebía un sorbo de la bebida –. ¿Tienes tiempo… para acompañarme a un lugar?
No había visto
adónde se dirigían, simplemente, se dejó llevar. Sobre el Shinkansen, se dio
cuenta que lo estaba llevando a Osaka, aunque no estaba del todo seguro a qué
parte de la prefectura, ni para qué. Bajaron del tren y abordaron un autobús.
Toma se levantó cuando Yuya lo hizo, esperando a que el vehículo frenara para
dejarlos en esa parada. Al levantar la vista, notó que estaban frente a un
cementerio. Escasos pasos detrás suyo, Toma lo siguió. El menor frente a él,
detuvo sus pasos frente a una tumba. Al leer el nombre de la persona a quien
pertenecía, el morocho sintió un nudo en la garganta.
– ¿Qué es… esto…?
– Alcanzó a decir.
– Nunca vine a
este lugar – Dijo el muchacho, sacándole la tapa al vaso del batido, para
derramar su contenido sobre la tumba, al estar falto de agua y flores –. Desde
que Tadayoshi murió…, no vine a verlo ni una sola vez. No siento que tenga el
derecho a hacerlo…
A cada palabra
que salía de aquellos labios, menos entendía Toma su comportamiento. Se
preguntaba qué tanto había sufrido cuando “él falleció,” y de ser así, si ese
sufrimiento había sido real.
En el recorrido
de regreso, Yuya se la pasó durmiendo sobre su hombro. Toma lo dejó, después de
todo, sabía que eso era lo mejor que debía hacer. Bajaron del tren y con ellos,
la lluvia. Corrieron hasta resguardarse debajo de un puente.
– Sí que nos
agarró la lluvia – Dijo Toma.
– Tienes razón –
Dijo Yuya, mirando las luces de los vehículos que pasaban frente suyo.
– Te quedaste
pensando en ese muchacho, ¿verdad?
El rubio lo miró,
dedicándole luego una sonrisa forzada.
– No tienes idea…
de lo que sufrí cuando murió – Se sinceró –. Mi vida… se fue con él. ¿Realmente
creíste lo que te dijo Ryo? ¿Qué apenas murió Tadayoshi me acosté con él?
– Él no me dijo
eso…
– Qué extraño…
Siempre suele decir eso – Sonrió Yuya –. Yo nunca lo olvidé. Hasta el día de
hoy… No logré olvidarlo. ¿Sabes por qué? Porque lo odio. Lo odio por haberme
dejado aquí. No mentí cuando dije que varias veces atenté contra mi propia
vida, pero… ¿Crees que los que se suicidan van al mismo lugar que los que no?
– Supongo que no.
– Lo odio porque…
Ni siquiera se despidió de mí cuando se fue esa noche, por haberme dejado vacío
– Mientras más se sinceraba, más desgarrador era su llanto –. Quiero morir para
decírselo, para decirle que ya no lo amo, que lo odio.
No podía
soportarlo más. Lo agarró de los brazos con fuerza y lo besó. Aflojó su agarre
cuando se dio cuenta que el ataque de histeria de Yuya había pasado. Al
hacerlo, el menor se lo quedó mirando con los ojos abiertos.
- Lo… lo siento –
Se disculpó Toma, mas no recibió ningún regaño de su parte. A pesar de la
lluvia, Yuya se fue, dejándolo solo. Impotente, golpeó con fuerza la pared,
molesto por haber sido tan débil ante Yuya y dejarse llevar.
Hasta el sábado
no volvió a verlo. Y hasta el domingo, iba a tratar de esquivar a Rina. No
quería tener que contarle su traspié y que, como buena Yamashita que era, se
riera en su cara hasta el punto del desmayo. Más que Yamashita, cada vez que
hablaba con ella, sentía que lo estaba haciendo con una muchacha oriunda de su
prefectura natal. Se dio cuenta que estaba usando con más frecuencia en dialecto
de Kansai cada vez que hablaban. Supongo que eso quería decir que había pasado
a formar parte de su círculo de amigos. Al menos ese círculo no era tan vicioso
y estricto como el de Jin. Pero, de nuevo, todo lo hacía por Yuya.
De nuevo aquel
primer piso del club nocturno y, de nuevo, al lado de Ryo y Yuya. O era el
destino o el diablo estaba metiendo la mano en el asunto.
– ¿Quieres ir a
buscarme algo para tomar, Yu-chan? – Le pidió Jin, levantando Toma la mirada al
oír aquel apodo afectivo, seguido de un guiño de ojo por parte del morocho. El
aludido, sin decir que lo haría o no, se levantó de su asiento, pasando por
sobre el cuerpo de Ryo -. A propósito, hoy es tu presentación, ¿no?
El rubio asintió
con la cabeza frenéticamente, antes de dirigirse a la barra.
– Ahhhh… ¿Tegoshi
fue por bebidas? – Le preguntó Tomohisa a Toma.
– Sí, ¿por qué?
– ¿Puedes traerme
algo a mí también?
– Seguro – Dijo
Toma, agradeciendo internamente el pedido de su amigo. Al acercarse a la barra,
vio a Yuya hablar muy amistosamente con el barman,
pero su presencia obviamente, hizo que la charla se terminara abruptamente –.
¿Interrumpo?
– Para nada –
Sonrió Yuya –. ¿Esto es un seguimiento?
– No. Yamapi se
olvidó de pedir algo él también, eso es todo.
– Entonces,
pídele algo.
– Si dejaras de
hablarme, lo haría – Yuya sonrió, pero luego desvió su vista –. Algo para
Yamapi, por favor.
– Enseguida –
Dijo el barman.
– ¿Así que tienes
una presentación? – Le preguntó Toma a Yuya, apoyando su cuerpo contra la
barra.
– Que me preguntes
eso con esa pose… No te queda.
– Si me siento en
la banqueta, ¿me queda más?
– Un poco. Y sí,
tengo un show esta noche. Es mi primera vez sobre el escenario, espero que me
vaya bien.
– Estoy seguro de
que será así.
– Gracias.
– Yuu – Lo llamó
una muchacha vestida con la parte de arriba de un traje de baño color negro,
con lentejuelas plateadas y un pantalón corto del mismo color, con un cinto del
mismo color que las lentejuelas –. ¿Estás listo?
– Ah, ¿ya es
hora?
– Sí.
– Oh, ya voy.
Ikuta-kun, ¿puedes llevarle las bebidas a los chicos?
– Seguro – Dudó
un poco en hacerlo, pero terminó haciéndolo –. ¡Tegoshi-kun! – El aludido se
giró para mirarlo –. Suerte.
– Espero verte en
la primer fila – Le sonrió el rubio, ocasionando que el morocho asintiera con
la cabeza.
Toma estuvo a
punto de volver a su mesa, pero la llegada de su grupo de amigos, se lo
impidió. Tal parecía que la última frase que le dijo Yuya antes de ir a
cambiarse, se la había repetido a cada uno de los integrantes de aquel grupo. Después
de todo, para él, no era más que un amigo.
Llegaron frente
al escenario del lugar. Hasta le había dado la impresión que la gente se hizo a un lado ante la presencia
de Jin. Yuya salió a escena, no pudo verlo directamente ya que, frente a él, cuatro
bailarines hombres y dos mujeres tapaban su vista –casualmente, una de ellas
había sido la que fue a buscarlo a la barra–. La música sonó y con ella, el
grupo empezó a bailar. A medida que bailaba, intentaba grabar cada una de las
piezas que cubrían el cuerpo de Yuya. Estaba vestido con una musculosa negra,
un buzo del mismo color con lentejuelas oscuras, un pantalón y unas botas,
siendo tan sólo el adorno plateado del calzado y la decoración de la camiseta,
del mismo color, lo que le daban un toque de color. La presentación fue
sencillamente increíble. En la mente de Toma todavía daba vueltas la
representación de La bella durmiente que hizo el curso de Yuya en secundaria
alta. Claro, cuando él estaba vivo. Al finalizar, Toma fue el primero
en estallar en aplausos y ovaciones, pero su vitoreo no llegó a oídos suyos o
al menos, no pareció hacerlo. Quizás fue por eso que terminó saliendo de allí,
diciéndole a Tomohisa que lo disculpara con Jin, pero que tenía un malestar y
por eso volvía a su casa. Era la madrugada cuando salió del club. No se dio
cuenta que estaría fresco, por lo que para resguardarse del frío de la noche,
simplemente guardó sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
– ¿Quién me mandó
a venir sin abrigo? – Se quejó, a regañadientes.
– ¡Oye! – Creyó
oír algo, pero prefirió no darse vuelta y averiguarlo, por el contrario, por
las dudas, aceleró el paso –. ¡Oye, Ikuta! – Lo estaban llamando a él, y al oír
su apellido, reconoció al dueño de aquella voz. Detuvo sus pasos y se giró.
Estaba corriendo para alcanzarlo –. ¿Ibas a irte sin despedirte de mí?
– ¿Desde cuánto
te preocupa tanto que lo haga?
– Tarado… ¿Y
bien? ¿Qué te pareció mi presentación?
– Maravillosa.
– Gracias –
Sonrió Yuya –. De todos modos, los chicos que estuvieron bailando conmigo
también merecen crédito.
– Lo siento, pero
no pude prestarles atención a ellos – Se sacó la camisa que estaba sobre su
camiseta blanca y cubrió el cuerpo de Yuya con ella.
– Gracias –
Musitó el rubio –. Pero no hace falta. ¿Tú no tienes frío?
– No voy a tardar
mucho en llegar a casa, no te preocupes.
– Sí me preocupo
– Dijo el muchacho, mientras el morocho arreglaba el cuello de su camisa.
– ¿Por qué lo
haces? Nadie dijo que lo hicieras.
Se encontró con
sus ojos. Podía ver algo en ellos, pero no estaba del todo seguro qué. Cuando
se dio cuenta, sintió la calidez de sus labios sobre los suyos. Se quedó
inmóvil, quizás tomando el rol que Yuya había tomado cuando había sido él quien
le robó un beso.
– Por esto –
Susurró el menor sobre sus labios.
– No tiene
sentido – Sonrió Toma –. Regresa al club, deben estar esperándote.
– Cuídate camino
a casa.
– Gracias.
No sabía por qué
Yuya lo había besado, pero se sentía feliz. Con un simple beso, estaba
profundamente feliz.
Yuya se quedó
mirando su andar hasta que Toma se perdió en la oscuridad. Al darse vuelta, vio
a Ryo salir de detrás de una columna, aplaudiendo mientras lentamente iba
acercándose a él.
– Por esto –
Repitió Ryo, riéndose luego –. ¡Eres todo un poeta! – Dijo, abrazándolo.
Yuya suspiró y
cerró los ojos, hundiendo su cabeza sobre el pecho de Ryo.
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