[Tainted love] Capítulo 02 - Rosas amarillas

 Sé que tenía avatares de Ryo-chan ;;
 La tele~
 El el comedor


Ciaossu~!!
Estaba por subir el dos de TL antes de ayer, pero escribir esto (bueno, más que nada la sinopsis porque soy mala para eso xD) me da flojera, mil disculpas mis queridos lectores~
Notarán que tengo problemas con el número cinco... Ya que TL va a tener cinco episodios xD
No sé qué pasa con este número, en serio... No quiero que Supplier se termine a los cinco ;; ¿Un episodio más estaría bien? xD Aunque recién estoy por empezar el tercero de Supplier y creo que se va a venir toda la acción junta *-* y un momento IkuTego del cual Tego va a quedar tan arrepentido y que no le va alcanzar nueve vidas para remediarlo xD (¿era un gato? jajajajaa).

Enjoy~ ♥

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Título: Tainted love.
Fandom: Johnnys.
Pairing: Oikawa Sousuke x Tsubaki Jun.
Personajes: Kaori, Oikawa Sousuke, Oki Kenji, Oki Yasuko, Tsubaki Erika, Tsubaki Jun (por ahora).
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, smut, violento.
Rating: NC-17.
Estado: Terminado, pero en proceso de subida.
Episodios: 02/ 05.
Sinopsis: Jun duda de los sentimientos de Sousuke, el mayor le pide que deje de hablar con Yasuko y le dice que oficializará su relación durante la fiesta de cumpleaños de Erika. Pero, ¿será capaz de hacerlo?

Notas

Las rosas amarillas simbolizan la amistad, los celos, la infidelidad, la disculpa, un corazón roto, una intensa emoción, amor eterno, la traición extrema. En la hanakotoba, sólo simbolizan los celos. 

( 01. Clavel rojo)

Capítulo 02: Rosas amarillas.

“¿Qué rayos haces aquí, Sousuke?”. Aunque esta pregunta se repetía en la cabeza de Jun, una y otra vez, no podía preguntárselo directamente o, al menos, no delante de Yasuko. Le daba miedo. Temía qué podía ser capaz de hacerle Sousuke. Aunque, si se ponía a hacer memoria rápidamente, no recordaba que Sousuke se había dejado llevar y le había dado una bofetada con gente alrededor.

– Los tulipanes amarillos… significan “amor sin esperanza”…, ¿cierto, Jun? – Preguntó Sousuke, asintiendo el aludido, tragando saliva en seco –. ¿Qué sucede, Jun? ¿Tienes un amor sin esperanza? ¿O acaso es un amor no correspondido?

Lanzó una risotada. Estaba por demás nervioso y era malo para mentir. Hasta Yasuko se dio cuenta de lo exagerado que había sido, mirándolo con los labios sellados mientras negaba apenas con la cabeza.

– Claro que significa eso, Sousuke-san; pero la razón por la que se las regalé a Oki-san fue porque ella me las pidió.

– S… Sí, así fue – Dijo la muchacha rápidamente, suplicándole al mayor con la mirada que le creyera. El aludido sólo la miro, forzando una sonrisa y acariciando sus cabellos luego.

– Qué linda eres Oki-chan – Le dijo. Acto seguido, Sousuke se levantó, quitándose el poco pasto que había quedado pegado sobre sus rodillas con ambas manos –. Eres perfecta para Jun.

El muchacho frunció el ceño, no lograba comprender sus palabras. Lo que era peor, nunca lo había llegado a comprender siquiera un poco, pero si de algo estaba seguro era de que su vida no iba a poder ser la misma si se separaba de él. Una y mil veces, cada vez que el mayor marcaba su cuerpo, había intentado imaginar un futuro sin él, pero le resultaba imposible. Sabía que no iría a tener vida si él no estaba a su lado.

– ¿Perdón? – Preguntó Jun, ocasionando que Sousuke fingiera una expresión de sorpresa que, obviamente, no fue creída en lo absoluto por él.

– ¿Qué? ¿Acaso no son novios?

Abrió sus labios, pero no salieron palabras. No sabía exactamente cómo negarlo. Decirle, “sabes que es mentira, que tú eres mi pareja”, en un espacio público, rodeados de personas, ¿estaría bien? Yasuko lo sabía, pero Sousuke no estaba consciente de eso. ¿Había sido por eso que lo había preguntado? Pero, lo peor era la duda, ¿por qué dudaba en negar algo que no estaba ocurriendo?

– Claro que no – Dijo Yasuko, siendo ella el centro de las miradas. La muchacha se sorprendió por esto, pero intentó que no fuera tan obvio en su expresión –. Sí tuvimos una relación con Tsubaki-kun hace un tiempo, pero él está enamorado de otra persona. ¡Qué se le va a hacer, ¿no?! Si la persona a la que amas ya no te ama, lo mejor es dejarlo libre, ¿cierto, Oikawa-san?

Jun pudo sentir cómo Yasuko indirectamente, le hablaba a Sousuke. No pudo descifrar la expresión que puso su pareja, pero sí pudo ver una sonrisa esbozarse sobre su rostro.

– Linda y, además, divertida – Le dijo, mirando luego a Jun –. Me intriga saber por qué clase de persona cambiaste a esta jovencita, Jun – Estiró su mano derecha para ver la hora en su reloj de pulsera –. ¿Te molestaría acompañarme a mi casa? – Su voz no había cambiado en lo absoluto, pero, aún así, su cuerpo entero se estremeció –. Un compañero de trabajo va a cumplir su quinto aniversario de casado y quiere saber qué tipo de flores debería regalarle a su mujer – Mentira –. No nos llevará mucho tiempo – Mentira. Todo lo que siguió saliendo de sus labios después de eso, fueron mentiras. Jun tampoco pudo oírlas a todas, intentaba prepararse mentalmente para lo que sucedería luego. Se despidió de Yasuko con una profunda reverencia y siguió los pasos del mayor en silencio. En el tiempo que llevaba saliendo con él, se había dado cuenta de que, cuando estaba enojado, Sousuke caminaba más rápido y el camino a casa, lo hacía en silencio.

Se dio cuenta de dónde estaba cuando sintió el ruido de la puerta cerrarse a sus espaldas. Cuando levantó la vista para ver a su pareja, ya no lo halló allí. Estaba en el living, deshaciéndose de su saco, mientras su otra mano desanudaba su corbata.

– No la veas más – Le dijo, sentándose en torno a la mesa ratona para disponerse a encender un cigarrillo.

– ¿Eh?

– A esa chica… No quiero que le veas más – Reiteró, dejando que el fuego del encendedor quemara el filtro del cigarrillo.

– Pero… Oki-san es… la cuñada de mi hermana.

– Mhh… Ya veo.

Sentía que no le estaba prestando atención. El mayor se estaba centrando en hacer alguna figura con el humo del cigarrillo, pero no llegaba a nada.

– Mi hermana va a cumplir años la semana que viene.

– Dile que me invite – Los ojos del menor parecían estar por salírseles de las órbitas ante sus palabras.

– ¿Qué…?

– ¿Acaso hay algo de malo? – Dejó al cigarrillo consumirse sobre el cenicero para acercarse a él. Jun intentó hacer un paso hacia atrás, pero sus pies parecían estar pegados al suelo. Y ahí estaba de nuevo, su mirada inquisidora, queriendo penetrar su mente y hurgar entre sus más profundos pensamientos –. Para ella, no soy un desconocido. Además – Rodeó su cuello con ambos brazos, apoyando su mejilla sobre ellos, acortando de este modo, la distancia existente entre ambos –…, me gustaría que oficialicemos lo nuestro.

– E… ¿Eh…?

– Bueno… Hace casi cuatro meses que estamos saliendo. ¿Crees que está mal? – Acomodó un cabello rebelde que se posaba sobre los ojos del menor, desviando su vista para mirarlo a los ojos.

– No – Sonrió –…,  para nada… Es sólo que… no me lo esperaba…

– También quiero que vengas a vivir conmigo – Se alejó de él para apagar el cigarrillo y dirigirse a la cocina.

– ¿Estás hablando en serio? – Jun no podía salir de su asombro. Se asomó a la cocina para ver al mayor buscando qué podía hacer para cenar –. Es decir…, tú ya tienes tus horarios establecidos, en cambio, yo…

– En cambio, tú, nada. Es lo normal, ¿no? Que una pareja viva junta.

Al mirarlo a los ojos, pudo sentir que le hablaba con sinceridad. Atinó a sonreír, suspirando luego. Quizás la idea de vivir juntos no estaría mal, después de todo, como él lo había dicho, era normal que una  pareja viviera bajo el mismo techo.

El frío de la noche le habría pegado de lleno de no ser por la campera de algodón que le había dado Sousuke.

– “Cuídate”, le había dicho, antes de besar sus labios con dulzura. Jun debió esconder la estúpida sonrisa que se dibujaba en su rostro cada vez que lo recordaba, cada vez que su cuerpo recordaba lo que sentía cuando Sousuke lo besaba.

– ¡Ah! ¡Mocoso!

La voz de Kenji lo hizo girar su cabeza hacia la derecha. Lo esperó en el cruce de calle. Al mirarlo, se dio cuenta de que había estado corriendo.

– ¿Qué sucede?

– ¡Cómo, ¿qué sucede?! ¡¿Dónde estabas metido?!

– ¿Eh? ¿Oki-san no le dijo nada?

– ¡Claro que sí! ¡Dijo que te fuiste con un tipo que daba miedo! – Jun se quedó perplejo. Después de todo, su amiga no era tan tonta como lo aparentaba. Ella también podía mentir y hasta montar un espectáculo si quería –. Como sea, vamos a casa. Allá están todos esperando. Y la próxima vez…, llévate el maldito aparato– Le pidió, haciendo una clara referencia a su teléfono celular.

Al llegar ambos a la casa del mayor, Erika se levantó cual resorte. Al mirarla, Jun se dio cuenta que estaba enojada, después de estar viviendo a su lado toda la vida, había llegado a leer sus expresiones. Pero la mujer terminó suspirando y abrazándolo con fuerza.

– Tonto. ¿Por qué no te llevas el celular contigo?

– Lo siento, hermana – Se disculpó el menor.

– Creo que ya lo he regañado bastante en el camino de regreso – Dijo Kenji, sentándose en su usual lugar en torno a la mesa del comedor –. Deja que vaya con Yasuko, ella estaba realmente preocupada.

– Ah, no, está bien – Dijo Jun, rápidamente, hallándose con la curiosa mirada de los mayores –. Creo que ya he hecho preocupar bastante a Oki-san. Lo mejor por hoy, será que descanse.

– Tienes razón, Jun – Lo apoyó su hermana, arreglando el nudo de su corbata –. Lo mejor será que Yasuko-chan descanse, después de todo, pueden verse en la escuela, ¿cierto? 

Jun asintió con la cabeza, aunque no estaba muy seguro de eso. En ese momento, no supo por qué, pero recordó que Sousuke sabía el nombre de Yasuko. ¿Sería posible que tuviera informantes en la secundaria? Se negó a sí mismo con la cabeza, no siendo visto por los adultos, quienes estaban hablando de algo en voz baja.

Esa noche no pudo dormir. Una parte suya estaba sumamente feliz por, finalmente, ser capaz de decir abiertamente que estaba en pareja con la persona que amaba pero, por el otro, se preguntaba cómo hacer para evitar a Yasuko. Hundió la cara en su almohada. Quería que el día del cumpleaños de su hermana llegara y, a la vez, quería que pasara sin pena ni gloria.

No supo cómo, pero lo había logrado. Estaba seguro de haber oído que Yasuko había reprobado de nuevo un examen y debía darle explicaciones al profesor. Caminando hacia el portón de salida, sin prisa alguna, divisó una figura familiar esperándolo al otro lado.

– Sousuke – Musitó para sí mismo, sonriendo antes de iniciar una carrera fallida hacia él.

– ¡Tsubaki-kun!

La voz de Yasuko, no sólo lo hizo voltear a él, sino también a Sousuke, que tan sólo giró su cuerpo para observar las acciones de su pareja. Jun pudo sentir su mirada posándose directamente sobre él. Dirigió su vista a Yasuko y le dedicó una reverencia.

– Lo siento, pero tengo que irme – Le dijo, sin poder ser capaz de mirarla a los ojos. La muchacha estaba por detenerlo, pero al ver a Sousuke a lo lejos, comprendió, en parte, por qué Jun la había ignorado –. ¿Esperaste mucho? – Le preguntó al hombre, negando este con la cabeza.

– Recién llego. ¿Cómo estuvo tu día?

– Normal – Dijo Jun, empezando a caminar junto a él –. ¿El tuyo?

– Bien – Esperó a cruzar el semáforo y llegar a la otra acerca para seguir hablando –. ¿Cumpliste tu promesa? – Jun lo miró –. De no ver a Oki-chan.

– Sí, la cumplí – Dijo el menor, afirmando sus palabras con un movimiento de cabeza.

– Ya veo.

Cuando llegaron a una intersección que quedaba junto a medio camino de los hogares de ambos, Jun detuvo sus pasos, ocasionando que el mayor lo imitara y lo mirara.

– Desde aquí, voy solo.

– Pensé que vendrías un rato a casa – El menor no dijo nada. Sousuke suspiró –. De haber sabido hubiera tomado la ruta que me quedaba más cómoda… Este camino es más largo que el que suelo tomar…

– Lo siento mucho – Dijo Jun. Lo miró y, de nuevo, como la primera vez que lo había visto, no podía decirle que no –. Creo que… un café no me hará mal.

Estaba sentado en el sillón, esperando por su café. Suspiró, mirando su reflejo en el televisor apagado. Una cálida caricia sobre su mejilla lo hizo voltear su cabeza. Había sido Sousuke, quien le extendía una taza de café con una sonrisa que sólo se la enseñaba a él. 

Sostuvo aquel cálido pocillo entre sus manos hasta terminar su contenido, hablando de lo que había sucedido durante el día, como siempre ocurría. Después de eso, como siempre, estaba nervioso, porque sabía que lo próximo que sucedería sería ser suyo. ¿Cuántas veces había sentido aquel nerviosismo? Aunque no era la primera vez que hacían el amor, aquel sentimiento era algo inevitable. Siempre se preguntaba si Sousuke sentía lo mismo por él. Aunque podía sentir su cuerpo, su alma misma en cada entrega, sólo había oído de sus labios la frase “Te amo”, la primera vez que lo habían hecho. Luego de eso, en las consecutivas repeticiones de aquel acto amoroso, sus labios parecían sellados para él; a excepción de sus gemidos, nada más salía de ellos. Le dolía no oírlo.

Y, como siempre, mientras aquellos besos y caricias lo dejaban sin razón, terminaba enviándole un mensaje a su hermana, diciéndole que estaba en casa de un amigo. Por mensaje de texto, le era sumamente fácil mentir.

Por Sousuke mentía, por estar a su lado, no le importaba alejarse del resto del mundo, porque él siempre estaría ahí.

¿Verdad?

Estiró apenas su mano, en la madrugada. Podía sentir su calor, su cuerpo dormido a su lado. Extendió su mano para alcanzarlo y acariciar suavemente su rostro, haciéndolo despertar.

– ¿Qué sucede? – Preguntó Sousuke.

– Puedo sentirte… Puedo sentir tu calor, pero…, al mismo tiempo…, te siento tan lejos, Sousuke.

El mayor se acercó lo más que pudo a él, acortando completamente la distancia que los separaba, y lo estrechó entre sus brazos.

– ¿Así está bien, Jun?

– No… lo sé – Musitó, suspirando luego y cerrando los ojos –. ¿Sousuke?

– ¿Mh?

– ¿Me amas?

– Sí. Te amo, Jun.

Finalmente el día había llegado. El cumpleaños de Erika y el día en que Jun les contaría a todos su verdadera relación con Sousuke. Pero el muchacho se preguntaba, si en la casa de Kenji, le sería posible esquivar a Yasuko y no ser sumamente notoria esta actitud para el resto y, de no poder hacerlo, cuál sería la reacción de Sousuke, puesto que estaba completamente seguro de que su mirada estaría posada en todos y cada uno de sus movimientos.

Suspiró, sentado en torno a la pequeña mesa redonda del comedor. En ese momento, su hermana llegó con una bandeja con comida, dejándola en medio de la misma.

– Jun, ¿sucede algo?

– No, ¿por qué?

– Siento que te pasa algo.

– ¿Lo sientes…?

– Sí, después de todo, soy tu hermana, ¿no? – Le dijo, sonriendo.

– Sólo… Hay algo que quiero decir… cuando estén todos aquí.

Una hora más tarde, sólo faltaba un invitado. Aunque quisiera, a Yasuko le resultaba imposible acercarse a Jun.  Parecía, pero no era estúpida. Sabía por qué Jun la evitaba y eso la irritaba.

Cuando el timbre sonó, se dio cuenta que Jun se estremeció y que en su rostro se dibujó una sonrisa que le era imposible borrar.

– Buenas tardes – Saludó Sousuke a los presentes, acompañadas sus palabras de una reverencia –. Feliz cumpleaños, Erika-san – El recién llegado se acercó a la cumpleañera y le extendió una pequeña bolsa color roja, la cual la mujer agarró entre sus manos, luego de mirar reiteradas veces a Sousuke y a lo que le estaba siendo extendido a ella.

– Ah… Sousuke-san… No era necesario – Titubeó la mujer.

– Claro que lo es. Desde que nos conocimos, creo que no he hecho otra cosa más que causarles molesta, tanto a Usted como a Jun-kun y a Kaori-san – Al mencionar tanto a Jun como a Kaori, el hombre los ubicó con la mirada. Por algún motivo, a Kaori nunca había terminado de caerle bien aquel hombre. Sentía que tenía un aura oscura o algo así, pero Erika, la única persona con la que había comentado aquella sensación y conocía a Sousuke, le había dicho que era su imaginación. En cambio, Ajidasu, decía que Kaori tenía la razón. Sin darse cuenta, Sousuke cruzó miradas con Yasuko, quien lo miraba furiosa –. Buenas tardes, Oki-chan – La saludó, con una sonrisa.

– ¿Ustedes… se conocen…? – Preguntó Kenji, sentado al lado de su hermana.

– Sí. Él estaba conmigo cuando Tsubaki-kun me trajo los tulipanes, el otro día.

Kenji la miró. Estaba por preguntar algo, pero selló sus labios, volviendo su mirada a Sousuke.

– Puede sentarse, Oikawa-san.

– Muchas gracias – El aludido se sentó al lado de Jun, poniendo al menor todavía más nervioso de lo que estaba –. Espero que le guste el regalo, Erika-san.

– Ah, cierto, el regalo – Dijo la aludida que, hasta el momento, había estado abrazando aquel regalo. Mientras se sentaba, la dejó sobre la mesa y sacó lo que había dentro: una pequeña caja musical en forma circular de un material parecido al metal. La tapa estaba decorada sutilmente por un dibujo de unas rosas rodeadas por unas sépalas de color verde. Al abrirla, una diminuta bailarina giró en el centro, al compás de la música que la acompañaba –. ¡Es hermoso! Muchas gracias, Oikawa-san – Dijo la mujer, sinceramente, con una enorme sonrisa, la cual fue imitada por el aludido.

La tarde pasó tranquila. Podía verse por los ventanales abiertos al otro lado de la puerta, que afuera había comenzado a llover finamente. Jun varias veces perdió sus pensamientos en medio de la misma, siendo llamado varias veces tanto por su hermana como por su cuñado.

– ¿Qué te pasa, mocoso? Has estado perdido toda la tarde. Es el cumpleaños de tu hermana, ¿lo sabes?

– Sí, lo siento – Se apenó el aludido.

– Jun, ¿no había algo que querías decir? – Preguntó Erika, dulcemente –. Dijiste que lo harías cuando estuviéramos todos…

– Eh… Yo – Sousuke vio de reojo cómo el menor se aferraba a sus piernas, apretando sus pantalones, con la cabeza gacha. Jun tragó saliva y levantó la cabeza, mirando a todos y cada uno de los presentes, salvo a Sousuke –…  Estoy en pareja – Instintivamente, Kenji giró lentamente su cabeza para mirar a su hermana –. No es… Oki-san – Se apresuró a decir Jun, recibiendo por respuesta un ceño fruncido por parte de Kenji –. Esa persona es… Oikawa… Sousuke…-san – Terminó su oración, lentamente.

– Lo siento – Dijo Sousuke, luego de un incómodo silencio. Por primera vez, Jun lo miró, con los ojos abiertos como platos –. Creo que malinterpretaste mi trato, Jun-kun.

– ¿Q… Qué…?

Del mismo modo en que Jun estaba estupefacto ante lo que estaba oyendo, lo estaba Yasuko, quien sabía que estaba mintiendo.

– Lo siento – Reiteró Sousuke, levantándose –. Debo irme.

Jun se quedó inmóvil, con la vista clavada en el lugar donde hasta ese momento había estado sentado Sousuke.

– ¡Tsubaki-kun!

La voz de Yasuko lo volvió a tierra. Al mirarla, con una seña, la muchacha le dijo que lo siguiera, levantándose Jun de un salto, para seguir los pasos de Sousuke.

– ¡Jun! – Lo llamó Erika.

– ¡Erika-san! – La aludida miró a Yasuko, a punto de salir corriendo detrás de su hermano –. Las palabras de Tsubaki-kun son ciertas. Él está saliendo con ese hombre – Afirmó la muchacha, seriamente. Sin intercambiar palabras, Erika salió de la casa.

– Yasuko…

– ¡Tú no lo entiendes, hermano! – Vociferó la muchacha, mirándolo –. ¡Tsubaki-kun ha sufrido mucho todo este tiempo por no poder decir nada! No sé qué se le pasó por la cabeza a ese tipo, pero no voy a dejar que Tsubaki-kun parezca un mentiroso, ¡porque no lo es!

– Yasuko-chan…

Jun encontró a Sousuke a pocos pasos cerca de la casa de Kenji y se acercó a él corriendo.

– ¡Sousuke!

El aludido se giró apenas y esperó a que llegara a él.

– Lo siento, Jun – Dijo –. Parece ser que no estoy listo para enfrentar a tu familia.

– ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué tuviste que echarte hacia atrás cuando dije lo nuestro? – Sus manos se aferraron al saco del mayor, mirándolo a los ojos, suplicando por una respuesta. Sousuke agarró con fuerza sus muñecas, a punto de obligarlo a que lo soltara, aunque eso significara tener que hacerlo de una forma violenta, pero al ver de reojo la figura de Erika observando al situación, dejó sus manos sobre las de Jun.

– Lo siento – Reiteró, sonriendo, haciendo que el muchacho lo soltara.

Jun miró a Sousuke alejándose hasta que se perdió entre la lluvia, la cual empezaba a golpear con fuerza sobre el asfalto.

– Jun…

Por primera vez, el aludido reparó en la llegada de su hermana, girándose apenas para poder apoyar su rostro sobre su hombro y llorar amargamente.

– Lo amo, hermana… Lo amo con mi vida.