[Supplier] Capítulo 11 - Agonía

Ciaossu~!!
Estamos a dos capítulos del final de Supplier :3 ¿¿Qué pasará ahora?? xD

Enjoy~ ♥

Título: Supplier.
Fandom: Johnnys.
Pairing: Ohkura Tadayoshi x Nishikido Ryo.
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, smut, violento.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizado.
Cantidad de palabras: 5943.
Sinopsis: Preocupado por Ryo, Yuya se deja llevar por su instinto, que puede ser muy malo...

( 01. Unnamed )

( 02. Supplier )

( 03. Disculpa tardía )

( 04. Plan )

( 05. Escape  )
( 06. Buscando la muerte )
( 07. Reviviendo recuerdos )
( 08. Bienvenida )
( 09. Baile de máscaras )
 (10. Red de mentiras )

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Capítulo 11: Agonía.
Casi cuatro meses habían pasado desde que la noticia del embarazo de Mirei fue de dominio público. Pero no fue así la reacción de Ryo. Yuya supo por boca de Hiroki, quien fue reacio a contarle lo sucedido, que la habitación que le había cedido Keiichiro había estado patas para arriba por varias semanas, y que su dueño, estuvo por demás deprimido. El primer día de regreso a la empresa, hasta se acercó a la feliz pareja y los felicitó. Aunque Toma le había dicho que no se metiera, si lograba encontrar algo sin quererlo, sería casualidad, no porque él haya querido saberlo, así que, en sus momentos libres, se disponía a seguir sigilosamente los pasos de Ryo.
Fue recién a la tercera semana que obtuvo algunos resultados inesperados. Siguiéndolo por uno de los pasillos, lo vio entrar a la oficina de Subaru, lugar al cual se dirigió una vez el morocho se marchó, aproximadamente media hora más tarde.
Dudó un poco en entrar, sobre todo porque si se metía en problemas, Toma no estaría para ayudarlo.
– Ni que fuera mi niñera – Se dijo a sí mismo el rubio, en referencia a su pareja, tragando en seco. Cuando se dio cuenta, ya había llamado a la puerta, y la voz de Subaru, ya le había respondido al otro lado. Juntó fuerzas y entró lentamente, cerrando la puerta detrás suyo. La vista de Subaru se posó una milésima de segundo sobre él, volviendo su vista a los papeles que revisaba, sentado detrás del escritorio, pero volvió a mirarlo, esta vez, sorprendido –. Vaya… ¿Debería sentirme afortunado por tener a Tegoshi Yuya-san en mi oficina?
– Déjame decirte que Yoko nunca te nombró como su apoderado, por lo tanto, esta sigue siendo su oficina.
– Entonces, mi sorpresa es mucho mayor, pero, en estos momentos, tengo asuntos qué atender, así que, si puede ser breve…
– ¿Qué te traes con Ryo-chan?
Subaru posó su vista sobre la del rubio un largo tiempo.
– ¿No lo sabes…? – El aludido tragó en seco, ocasionando un esbozo de sonrisa por parte del secretario –. No lo sabes… Si es así… ¿Por qué debo ser yo quién se lo diga? ¿Acaso Nishikido-kun no es su amigo? ¿No debería ser él quien le contara sus planes?
– ¿Planes? ¿A qué te refieres?
Lentamente, Subaru dejó aquello que estaba revisando sobre el escritorio, y se acercó a Yuya, quien se aferró a las carpetas que llevaba entre sus brazos, sin dejar de observar cada mínimo movimiento hecho por Subaru.
– Aunque se aferre a esas carpetas, no dejo de sentir su miedo – Susurró, tocando apenas el dorso de una de sus manos con una de sus yemas, ocasionando que el muchacho soltara el agarre sobre sus carpetas y estas cayeran estrepitosamente al suelo –. ¿Quién lo diría? Que Tegoshi Yuya-san le tendría miedo a un simple secretario.
– ¿Realmente es así? – Subaru lo miró –. ¿Realmente eres un simple secretario?
– ¿Quiere saberlo…? – Yuya negó con la cabeza, sin poder dejar de mirar sus oscuras pupilas –. ¿No cree que ya es un poco tarde para eso? – Lo siguiente que sintió Yuya fue una horrible sensación de ahogo. Aunque su mente le dijera que quizás era debido a la mirada de Subaru, no podía despegar su vista de la suya, era como si tuviera un imán dentro de ellos, un imán que poco a poco, le estaba arrebatando cada uno de sus sentidos. Intentó gritar, llamar a Toma, sabía que él lo escucharía, no importaba cuán débil lograra decir su nombre, pero no lo logró, por más veces que lo intentó, lo único que fluyó de su ser, fue una catarata de lágrimas debido a la impotencia y a la estupidez por haber entrado a aquel lugar. Subaru agarró el rostro del rubio desde el mentón y lamió su labio inferior con la punta de su lengua. Acto seguido, lo levantó del suelo jalando sus cabellos, lugar donde terminó debido a lo débil que se encontraba, y lo condujo a los ventanales de la oficina, abriéndolos de par en par, dejando que el viento se colara en la oficina –. La próxima vez, no seré suave contigo, así que asegúrate que no volver a venir por aquí…, Tegoshi.
Pudo volver a recuperar el sentido del tacto, pero prefirió no hacerlo. Sobre sus espaldas, las manos de Subaru lo empujaron fuera de la oficina, fuera del edificio, dejando que, como una débil hoja de papel, su cuerpo cayera en picada.

En la reunión, Toma se aburría. El lugar al lado suyo, el correspondiente a Yuya, estaba vacío. Se encontró con la mirada de Keiichiro cuando miró hacia aquel lugar.
– ¿Tegoshi no vino?
– Dijo que tenía cosas que investigar en la biblioteca, así que se fue, pero sabía que tendríamos una reunión, me llama la atención que…
Sus palabras fueron interrumpidas por el cuerpo de Yuya cruzando el aire al otro lado de los ventanales, levantándose Toma de un salto y corriendo hasta chocar con el vidrio.
– ¡¡Yuya!!
– ¡Shige! – Llamó Keiichiro la atención de su supplier, quien con velocidad superior a la de un ser humano, bajó hasta la planta baja, logrando alcanzar el cuerpo de Yuya antes de que terminara estrellándose contra el suelo. Minutos más tarde, Toma y el resto llegaron a su lado.
– Yuya, responde, ¡Yuya! – Lo llamó su supplier, meciendo el cuerpo que estaba siendo sostenido por Shigeaki.
– Cálmate, Ikuta-kun. Él sólo está inconsciente – Intentó calmarlo el supplier de Keiichiro.
– Pero, la pregunta es… ¿de dónde cayó exactamente? – Preguntó Shota, para sí, mirando hacia arriba, como queriendo hallar alguna ventana rota.
– Maru, Massu, Toma, pueden ir a casa si quieren – Dijo Erika –. El resto, ¿podemos volver a la reunión?
Mientras el grupo volvía a la sala de reuniones, sin darse cuenta, Shingo se había quedado de pie en la entrada, sin despegar su vista de Subaru.
– ¿Ocurre algo? – Le preguntó el secretario de You.
– No, nada – Respondió el aludido, secamente.

– ¿Qué rayos es lo que sucedió? – Preguntó Takahisa, sentado en una silla en torno a la cama donde Yuya descansaba.
– Eso lo sabremos cuando Tegoshi despierte, Massu. Por ahora, sólo nos resta esperar.
La mano que Toma sostenía, fue sostenida todavía con más fuerza, como si quisiera darle todo su poder para que despertara. Lentamente, sintió cómo el cuerpo debajo las sábanas, se movía con dificultad, soltando el supplier su agarre y levantándose de un salto, al igual que Takahisa.
– Yuya, Yuya, ¿estás bien? – Lo llamó Toma. El rubio se restregó los ojos, mirando luego a los presentes. Esbozó una brillante sonrisa.
– Lo siento, pero… ¿Quién eres?
– ¿Eh…?
– Chicos, ¿pueden salir un momento, por favor? – Pidió Ryuhei, rápidamente.
– Yuya, ¿no me recuerdas? Soy yo, Toma.
– ¿Toma…? No, lo siento, no lo recuerdo – Respondió el rubio, sonriendo nuevamente.
– ¿Sabes cuál es tu nombre? – Le preguntó Ryuhei.
– Tegoshi Yuya.
– ¿Qué es lo último que puedes recordar, Tegoshi? – Volvió a preguntar el secretario de Tadayoshi.
– Recordar… Yo – Pensó el rubio, interrumpiendo abruptamente sus palabras y su expresión de duda por una de terror puro –. La muerte… La muerte está aquí.
– ¿Qué…? – Preguntó Toma.
– ¡La muerte está aquí! ¡¡Aquí!! – Exclamó el rubio.
– Massu, Toma, por favor, váyanse. No voy a poder examinarlo con ustedes aquí – Reiteró Ryuhei su pedido que, a duras penas, fue obedecido por los presentes.
– ¿Qué fue eso? – Preguntó Takahisa, una vez salió junto con Toma de la habitación.
– No lo sé, pero cuando me entere quién intentó acabar con la vida de Yuya, pienso asesinarlo con mis propias manos.
– Toma – Recién al tenerlo en frente, el supplier se dio cuenta tanto de la presencia de Ryo, como la del resto de sus amigos. Hasta parecía que habían llegado al piso de arriba corriendo.
– ¿Qué sucedió con Tegoshi? – Preguntó Keiichiro.
– En estos momentos, Maru lo está examinando – Dijo Takahisa, alternando su mirada entre Toma y los recién llegados.
– Tiene amnesia – Agregó el supplier.
– ¿Qué…? – Susurró Shota.
– No digas eso. Todavía es muy temprano para estar seguros.
– Tú lo oíste, ¿no?
– Entiendo que tú seas la persona más importante para Tegoshi, pero quizás eso sólo haya sido consecuencia de algún tipo de shock debido a la caída – Intentó justificar Takahisa.
– Claro, y ahora eres médico – Dijo Toma, revoleando los ojos.
– Chicos, cálmense – Pidió Keiichiro.
– ¿Y Murakami-kun? – Preguntó Toma –. ¿No vino con ustedes?
– Ehh… Hina se quedó en la empresa, dijo que tenía cosas que hacer – Respondió Shota, hincándose de hombros.
Apenas la puerta se abrió, todos se quedaron mirando a Ryuhei, quien tras salir, volvió a cerrarla.
– ¿Y Yuya? – Preguntó Toma.
– ¿Cómo está? – Agregó Takahisa.
– Acabo de darle un sedante para que se calme un poco.
– ¿Qué es lo que tiene? – Volvió a preguntar el supplier.
– Aún no puedo darte un diagnóstico correcto, pero… Tiene demencia. Además de una amnesia postraumática de la cual se irá recuperándose poco a poco.
– Espera… Pero…, ¿demencia? – Preguntó Keiichiro.
– Deberíamos intentar averiguar cómo terminó volando fuera del edificio para descubrirlo. De momento, Toma, me gustaría alojarme en un cuarto de huéspedes, por favor.
– Seguro, después Masuda te lo preparará – Dijo el aludido –. ¿Puedo entrar?
– Claro. Aunque, como te dije, está sedado.
– No me importa – Dijo Toma, mientras entraba rápidamente al cuarto.
A sus espaldas, Tadayoshi vio cómo la figura de Ryo volvía sus pasos al piso de abajo, por lo que zafándose sigilosamente de Mirei, lo siguió.
– Espera, Ryo-chan – Le dijo, rozando su brazo con intenciones de detener sus pasos sobre la escalera, pero apenas su supplier sintió el roce de su mano sobre él, se giró abruptamente.
– No vuelvas a tocarme – Le susurró –. No vuelvas a buscarme, no vuelvas… a pensarme.
– Entiendo que estés así por lo sucedido, pero…
– No, Tadayoshi, no lo entiendes. No entiendes ni un poco cómo me siento.
– Intenté contactarme contigo para decirte lo de Mirei personalmente, pero…
– ¿Realmente lo hiciste? ¿O estabas esperando que tu hijo naciera para que me diera por aludido? Hazme un favor y sólo encárgate de tu mujer y tu hijo.
– Eso… fue un error. Buscar a Mirei para que me hiciera olvidarte, fue un error… Ese hijo es…
– No te atrevas a decir eso. Hazte cargo de tus responsabilidades. Es justamente eso lo que yo estoy haciendo ahora.
– ¿Alejándote de mí? ¿Realmente piensas que es tan fácil sacarme de tu corazón después de todo lo que vivimos?
– Pues lo estoy intentando. Tú lo hiciste con facilidad. Me reemplazaste por miedo al rechazo una vez volviera con Toma.
– No existe comparación entre Mirei y tú.
– Lo sé. Es por eso que ni siquiera se me cruzó por la mente intentar competir con ella. Porque yo perdería como un miserable, y odio perder.
– Es que no me perdiste, maldita sea.
– Lo siento, pero tanto en este mundo como en cualquier otro, mi deber es hacerme a un lado.
– ¿Con Erika? – Preguntó Tadayoshi una vez Ryo estuvo escaleras abajo, pero no obtuvo respuesta. Su oyente siguió su camino hasta salir de la mansión.
– Ohkura-san –Lo interrumpió Hiroki –, lo mejor para ambos es que se olvide de Ryo-chan. No lo digo como su amigo sino porque usted también se está lastimando. Y por favor, no piense mal de mí, no es que quiera quitárselo ni nada por el estilo, ya que sé que fue eso lo que siempre pensó de mí. Si le digo esto, es porque día tras día, veo el esfuerzo que hace Ryo-chan por no romperle la cara, así que, por favor, aléjese. Por el bien de ambos.
Expresados sus pensamientos, Hiroki siguió los pasos de Ryo.

– Entonces, ¿por qué viniste? – Preguntó You acariciando la espalda de su amante, quien estaba apoyado sobre su pecho. El aludido levantó la cabeza para mirarlo, frunciendo sus labios –. No creo que hayas venido sólo para saber cómo estaba…
– Tegoshi tuvo un accidente…
– “Tegoshi…” ¿Te pusiste un traje y perdiste tus modales, Hina?
– Es un asunto serio…
– Lo siento. Cuéntame más. ¿Yo qué tengo que ver?
– Nada, en realidad. Es sólo que… algo me dice que Subaru tuvo algo que ver.
You lo miró y frunció el ceño. Acto seguido, suspiró.
– Bueno… Tal parece que mañana será mi regreso triunfal…
– Lo siento…
– No te preocupes, yo también me estaba cansando de estar sin hacer nada…

La noche había caído y con ella, cada uno estaba volviendo a casa, poco a poco. Ryuhei vio desde las escaleras a Takahisa y Toma en la planta baja, por lo que llamó la atención de Shota, desde allí.
– ¿Qué sucede? – Preguntó el rubio.
– ¿Puedes hacerme un favor?
– Dime…
– Quiero que veas dentro de Tegoshi…
– ¿Eh? ¿Por qué?
– No creo estar seguro de mi diagnóstico, eso es todo – Sonrió tímidamente el secretario de Tadayoshi, ocasionando que su oyente lo imitara –. Además, quiero saber si puedes averiguar el origen de su accidente.
– De acuerdo, lo haré.
– Creo que el sedante ya debe estar por perder el efecto, así que, intenta despertarlo – Le dijo Ryuhei, desde la puerta del cuarto de Yuya –. Yo me quedo aquí – Agregó, dejándolo solos.
Shota se acercó al vampiro y lo meció suavemente.
– Tegoshi-san. Tegoshi-san, soy Yasuda. ¿Puede oírme? Tegoshi-san – Aunque lo meciera y llamara, el muchacho no recibía respuesta –. Bueno, supongo que deberé decirle a Maru que no pude despertarlo.
Shota estaba por girar su cuerpo y volver hasta la puerta, pero un fuerte agarre sobre su brazo se lo impidió. Al volver su vista, pudo ver el rostro de Yuya completamente transformado. Podía ver dentro suyo, pero no lo que quería, lo que le estaba mostrando era una oscuridad absoluta. Sentía que sus fuerzas se le iban. Su cuerpo cayó al suelo, pero su mirada no podía desviarse de la suya, una fuerza mayor se lo impedía. Necesitaba pedir ayuda, pero por más que lo intentara, no podía omitir sonido, y mucho menos moverse.
– …ru… yuda… ¡¡Ayúdenme!!
Desde afuera, Ryuhei abrió la puerta de un golpe. No pudo interpretar lo que vio, lo único que sabía, era que Shota estaba en peligro. Sin importarle lo que podría llegar a pasarle, se interpuso entre Yuya y él, empujando al mayor contra la pared y protegiéndolo con su cuerpo.
– ¡¿Qué ocurrió?! – Exclamó Toma, entrando corriendo a la habitación, junto con las pocas personas que estaban acompañándolo en la planta de abajo. Volvió su vista a Yuya pero, de nuevo, estaba inconsciente.
Sin mediar palabra alguna, el aludido cargó el cuerpo de Shota entre sus brazos y salió rápidamente de la habitación. Keiichiro pudo ver un grave daño en el brazo derecho del muchacho.
– Maru, ¿qué sucedió? – Le preguntó, pero el aludido no respondió. Llegó a la planta baja, y dejó el cuerpo de Shota sobre uno de los sillones del living.
– Massu, ve a buscar mis cosas de la casa de Ohkura-san, por favor. Él sabe dónde están. Toma, tráeme algún botiquín de primeros auxilios, y muchas gasas, por favor – Pidió el médico, quizás, por primera vez, actuando como lo que alguna vez fue en el mundo humano.
Takahisa salió corriendo de la mansión, cruzándose con Erika, Hiroki y Ryo, quienes estaban a punto de golpear la puerta.
– ¿Ocurrió algo malo? – Preguntó Ryo, reparando en la prisa que parecía tener el supplier.
– Yasuda-kun está herido.
– ¿Ricitos…?
Con la misma velocidad en la que Takahisa salió del lugar, así entraron los recién llegados.
– Kei-chan, ¿qué sucedió? – Preguntó Erika, que obtuvo como respuesta una expresión de negación por parte del aludido.
– Erika-san, necesito que mande a dos de sus mejores hombres para custodiar a Tegoshi – Le dijo Ryuhei, examinando con la vista el daño en el brazo de Shota.
– Aquí está el botiquín – Dijo Toma, entregándole al secretario el objeto que había pedido, el cual fue rápidamente abierto por manos de Shigeaki, quien rápidamente, había dispuesto una pequeña mesa entre Ryuhei y Shota.
– ¿P… Por qué…?
– Creo que esto es todavía más grave de lo que pensaba…
– ¿Eso…?
– Esto se lo hizo Tegoshi – Respondió Ryuhei a la media pregunta formulada por Toma.
Erika alternó su mirada entre Toma y la espalda del secretario de Tadayoshi.
– Está bien – Dijo la mujer –. Ryo-chan, volvamos a la empresa.
Junto con Hiroki, volvieron sus pasos a la puerta de entrada, encontrándose con Takahisa y Tadayoshi. El vampiro se quedó mirando a Ryo, pero este, no se percató de ello.
Tadayoshi reemplazó a Shigeaki asistiendo a Ryuhei. Mientras intentaba recuperar el brazo de Shota, este se despertó repentinamente, quejándose a causa del dolor. Tadayoshi le cedió una jeringa con anestesia al médico, cuyo contenido se le fue inyectado a Shota.
– Maru, ¿estás bien? – Le preguntó Tadayoshi, secando con una toalla, el sudor que corría por su frente. Como respuesta, obtuvo un esbozo de sonrisa.

No creyó necesario custodiar a Shota, ya que una vez que se recuperara, Keiichiro lo llevaría de regreso con él. Aunque Takahisa le dijo que podía ir cuando quisiera a su cuarto, prefirió esperar en la silla en diagonal a la cama donde Shota dormía. Quería estar ahí cuando despertara, no sólo para verificar que la operación no haya dejado algún tipo de secuela, sino, porque necesitaba estar ahí cuando lo hiciera. Pero el cansancio estaba ganándole poco a poco. Varias veces había ladeado abruptamente su cabeza hacia un costado. Fue un movimiento sobre la cama lo que lo hizo levantarse de un salto y acercarse a la misma.
– Yasu, ¿estás bien?
El aludido abrió sus ojos con pesadez, sonriendo al verlo.
– Buen día.
– Buenas madrugadas, diría yo – Suspiró el morocho –. ¡Vaya susto que me hiciste pasar!
– ¿Qué ocurrió?
– ¿No lo recuerdas…?
– Me preguntaste… si podía ver el alma de Tegoshi-san porque querías averiguar algo más del accidente. Entonces, yo… Lo vi – Terminó su frase, después de lo que pareció ser una pausa interminable.
– ¿Qué viste?
– Absoluta y completa oscuridad – Volvió a hacer una larga pausa. Fue la caricia que Ryuhei le hizo a sus cabellos lo que lo volvió en sí –. También había una débil luz… Un débil pedido de auxilio… Maru… Era Tegoshi-san. Algo lo está absorbiendo, pero él no quiere. Él quiere ser rescatado – Ryuhei sonrió, acariciando sus facciones.
– Cálmate – Susurró el morocho.
– Maru… ¿Qué pasó con mi brazo? – Preguntó Shota, intentando mover su brazo derecho, pero dándose cuenta que no podía sentir el mismo desde el hombro y hasta la altura del codo.
– Intenté unir todos los nervios que quedaron expuestos, pero por ahora, tendremos que enyesártelo de alguna forma – Le respondió, acariciando su palma y los dedos de esa mano.
– Creo que lo peor… Es no poder sentir las caricias que me estás haciendo – Sollozó el muchacho.
– No. Todavía tienes tu otra mano, tu otro brazo y todo tu cuerpo para poder acariciarlos – Se sinceró, besando sonoramente su frente –. Lo peor será volver a aprender a escribir.
– ¿Y Tegoshi-san?
– Está bien. Pensé en sedarlo, pero quiero ver su reacción cuando despierte. Por precaución, le pedí a Erika-san que enviara a un par de guardianes para custodiarlo.
– Maru, ¿qué está ocurriendo?
– No lo sé. Si hubieras podido indagar aunque sea un poco dentro suyo…
– Es que, eso es lo que está sucediendo. Más que el accidente, más que lo que pasó… Creo que lo que más le aterra a Tegoshi-san es lo que sucederá. Hay que impedir que esa oscuridad lo absorba, a como dé lugar.

Con pasos decididos, siendo el blanco de absolutamente todas las miradas, regresó a su lugar.
– Buenos días – Saludó You, esbozando una sonrisa triunfal, entrando a la sala de reuniones, seguido por Shingo. Se acercó a su usual lugar, donde estaba sentado Subaru –. Si me permites – Su secretario, sin mediar palabra, a causa de su sorpresa, se levantó de la silla y se sentó en la contigua –… Ah… Estás en el lugar de Hina…
– ¿Perdón…? – Atinó a decir Subaru.
– Prescindo de tus servicios como secretario, Subaru. De ahora en más, Hina será mi secretario… Además de ser mi supplier. Vamos, vete, vete – Agregó, con una seña de manos –. Espero tener mi oficina desocupada cuando la reunión termine.
Subaru se quedó estático unos cuantos segundos, mas Shingo, estaba desesperado ante algún tipo de represalia por parte del ex-secretario de su amante. En cambio Subaru, lejos de atentar contra la vida de You, optó por salir de la sala de reuniones. Ryo se lo quedó mirando hasta que salió, y esto, no pasó inadvertido ni para Keiichiro ni para Tadayoshi.

Takahisa entró con una bandeja al cuarto de Shota, a quien le sonrió al verlo sentado en la cama.
– Buenos días – Lo saludó, llamando la atención del rubio, que intentaba mover su brazo derecho.
– Buenos días – Repitió el aludido en forma automática, con una débil voz.
– Vengo a traerte el desayuno – Dijo el pelirrojo, dejando sobre la cama la bandeja que estaba cargando. Como si hubiera estado esperando que Shota la acomodara sobre su regazo, se giró rápidamente y volvió con la silla que estaba en diagonal a la cama, y se sentó sobre la misma, apoyando el desayuno del rubio sobre sus piernas –. ¿Cómo te despertaste?
– A decir verdad, no pude dormir mucho – Reconoció el aludido –. Hablé un poco con Maru, después pude conciliar el sueño, pero no creo haber dormido lo necesario. ¿Cómo está Tegoshi-san?
– Maru lo está revisando en estos momentos, pero según lo que oí decir, no volvió a recuperar la consciencia desde… eso…
– Ya veo…
– Mira… La verdad es que no vine aquí sólo para traerte el desayuno. Ikuta está que camina por las paredes. Necesita saber si pudiste averiguar algo acerca del accidente de Tegoshi.
– Les dije que yo mismo les diría si es que eso sucedía, o si había algún cambio con él, Massu – Le dijo Ryuhei, entrando a la habitación –. Yo le daré el desayuno.
– Ah… Sí – Dijo el pelirrojo, dejando la bandeja nuevamente al lado de Shota.
– Lo siento, Maru – Le dijo el mayor al secretario, una vez Takahisa salió de la habitación.
– No te preocupes, tarde o temprano tendré que enfrentarme a Toma…

La reunión había terminado. Todos obviamente estaban rodeando a You y preguntándole desde dónde estaba hasta cómo terminó volviendo a Shingo su supplier. Pero, lamentablemente, no era el único que estaba dando qué hablar.
– Ryo, espera – Detuvo Tadayoshi a su supplier, llamándolo.
– Deja de aprovechar que hay gente para hablar conmigo – Espetó el aludido –. ¿Qué quieres?
– ¿Qué te traes con Subaru?
– ¿Perdón? – Preguntó el morocho, sonriendo de lado.
– Vi cómo lo mirabas cuando Yoko entró.
– Si es que realmente tuviera algo que ver con Subaru, no es de tu incumbencia.
– Te equivocas. Eres mi supplier.
– Y tú también eres el mío. Así que si no quieres terminar como Yokoyama quiso que terminara Hiro… No me molestes…
– Ryo, no sé qué intentas hacer, pero Subaru no es de fiar… Sólo… cuídate, ¿está bien?
El aludido se giró unos noventa grados y siguió su camino por el pasillo, hasta terminar en la antigua oficina de Subaru, de la cual abrió la puerta. Una carpeta llena de papeles rozó su rostro, haciéndolo sorprender.
– ¿Qué haces aquí? – Preguntó Subaru. Por lo que podía ver Ryo, había estado tirando al suelo todas las carpetas e informes hechos por y para You, y sabía muy bien la razón.
– Quiero saber si lo nuestro sigue en pie.
– Sí, sí, sigue en pie. Es más, por si no te diste cuenta, está rindiendo sus frutos poco a poco – Agregó, acomodando su cabello y sentándose luego en el sillón al otro lado del escritorio.
– ¿Tú… tuviste que ver con lo que le sucedió a Tegoshi…?
– ¿Yo? No. Digamos que sólo le di un empujoncito.
– ¿Empujoncito? ¡Casi lo matas!
– Oye… O toleras mis métodos, o lo terminamos aquí.
– Está bien, está bien – Dijo Ryo, finalmente, suspirando.
– Ahora vete… Tengo cosas que hacer…
– Al menos déjale la oficina a tu antiguo jefe…
– Vete…
Ryo volvió sus pasos hacia la puerta y, al abrirla, se encontró con Shingo y You. Sin mediar palabra, salió del lugar, pero la voz del vampiro lo detuvo.
– Oye, Nishikido-kun… No voy a preguntarte qué tramas, pero… ten cuidado con Subaru.
– ¿Qué rayos fue eso…? – Preguntó Shingo, en voz baja.
– Quédate aquí – Respondió el aludido, abriendo la puerta de su oficina. Con pasos lentos, llegó hasta su escritorio –. ¿Aquí pasó un tornado o algo así? – Subaru lo miró, sin mediar palabra. You apoyó ambas palmas sobre el mueble y extendió su cuerpo hacia adelante, para acercarse más a su ex-secretario –. Deshazlo.
– ¿Perdón…?
– Lo que le hiciste a Tegoshi…, deshazlo.
– Yo no le he hecho nada… Simplemente…, le hice ver su verdadera naturaleza en este mundo. Así como un día lo hice contigo…
– ¿Crees que soy lo suficiente débil como para llorar por lo que me hiciste? – Preguntó, volviendo a su posición original –. Hina se ha vuelto mi fortaleza. Si lo tengo a él, no necesito nada más.
Subaru agarró a You del cuello y lo empujó contra la pared. En una fracción de segundo, Shingo abrió la puerta y agarró con fuerza sobrehumana el brazo de quien quería atacar a su amante.
– Suéltalo – Le dijo, fríamente, mirándolo a los ojos. El aludido soltó el agarre sobre el cuello de You –. Y ahora vete de aquí a menos que quieras que sea yo quien te rompa el cuello.
Subaru salió de la oficina y todo el camino que hizo hasta la salida de la empresa, lo hizo insultando. Al bajar las pocas escaleras que lo separaban del suelo, se encontró con una docena de hombres con trajes negros. Uno de ellos, se acercó a él.
– ¿Shibutani Subaru-san?
– ¿Sí? – Repreguntó el aludido, frunciendo el ceño.
– ¿Puede acompañarnos, por favor? – Le pidió el hombre, haciéndose a un lado para invitarlo a subir a una limousine negra.

– ¡Maru! – Lo llamó Toma, bajando las escaleras corriendo –. Al fin te encuentro… ¿Cómo está Yasuda-kun?
– Está bien. Le coloqué un sedante para el dolor y lo dejé durmiendo.
– ¿Sabes qué fue lo que ocurrió?
Ryuhei suspiró.
– Toma… Tengo que serte sincero. Es como si Tegoshi estuviera siendo poseído por una fuerza extraña… Una fuerza desconocida.
– ¿Por qué Yuya? – Preguntó el supplier, después de lo que pareció una pausa interminable.
– Quizás… por la fortaleza que tiene. Yasu me dijo que él quiere ser rescatado, y está haciendo todo lo posible por zafarse de ese poder.

Mientras tanto, en el cuarto donde Yuya descansaba, el vampiro intentaba por todos los medios no ser absorbido por la oscuridad. Su cuerpo permaneció estático unos segundos. Sus ojos se abrieron mostrando en ellos una profunda oscuridad.
Su boca se abrió, lanzando un último grito de desesperación. Los vidrios de la ventana estallaron, alertando tanto a quienes lo custodiaban al otro lado de la puerta, como a quienes estaban en ese momento en la mansión.
Los sirvientes de Erika entraron al cuarto y procedieron a encerrar a Yuya en una esfera invisible, junto con el aura oscura que estaba emitiendo, pero el poder que se había despertado en el vampiro era tan incontrolable que terminó por romper la barrera y deshaciendo hasta los huesos a aquellos dos que habían intentado ayudarlo.
Cuando Ryuhei, Takahisa y Toma llegaron a la habitación, vieron vidrios rotos en el suelo, cenizas sobre dos capas negras y a Yuya levitando sobre la cama.
– Yuya – Lo llamó su supplier, intentando acercarse a él con pasos lentos, pero la mano de Ryuhei sobre su brazo, se lo impidió.
– No te acerques.
– Maru tiene razón… Ikuta…, ese ya no es Tegoshi.
Una sonrisa malévola se dibujó en el rostro del rubio, antes de salir de la habitación a través de la ventana, seguido de una neblina negra que se disipó al instante.
– ¿Qué es esto? – Preguntó Takahisa, en referencia a las cenizas que estaban en el suelo.
– Son las personas que estaban cuidando a Tegoshi – Respondió Ryuhei.
Toma se desplomó sobre los pies de la cama, agarrándose la cabeza.
– Yuya me llamó… En ese grito, sentí que me estaba llamando.
– Quizás, ese fue… su último pedido de auxilio – Dijo Takahisa.
– Hay que avisarles a todos de lo sucedido. En este estado, Tegoshi es imposible de detener.