30 de octubre de 2015

[Ring] Capítulo 05: Declaración de guerra

Ciaossu~!!
Quinto de Ring, más cerca del final :)
A aquellos que odien a Masami, acá la van a odiar más xD y a aquellos que odian o no saben qué sentir por Meisa, créanme que acá van a cambiar su opinión respecto a ella... ¡para bien! :)
Si quieren, pueden ir primero a chusmear las notas que están abajo a medida que vayan leyendo el fic, para entender un poco el escenario donde están parados nuestros protagonistas :P
Enjoy y hasta más tarde xD



Título: Ring 「指輪」
Fandom: Johnnys.
Pairings: Ryokura [Okura Tadayoshi x Nishikido Ryo].
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, drama, romance.  
Rating: NC-17.  
Estado: Finalizado.  
Capítulo: 05/ 08  
Cantidad de palabras: 3931.
Sinopsis: Tadayoshi cumple su pedido de robarle a Ryo un fin de semana. Aunque no muy lejos de sus problemas, crean un lugar sólo para ellos dónde logran olvidarse momentáneamente de los problemas que lo rodean y que, al regresar, se multiplican incontables veces más.
 
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Capítulo 05: Declaración de guerra



Había recibido un mensaje de Tadayoshi dándole una dirección e indicándole que llegara a ese lugar después de las dos de la tarde. Pero, cuando llegó, chequeó tres veces si esa era la dirección correcta. 
La imponente fachada del edificio con sus dos leones guardianes en la entrada, lo inhibieron aún más. 
— Señor, ¿es esta la dirección correcta? — Le preguntó el chofer del vehículo. 
— Ah… Sí… Eso creo — Murmuró Ryo, sacando algo de dinero de su billetera —. Aquí tiene. 
— Muchas gracias. Buenas tardes. 
— Buenas… tardes — Dijo, viendo que la puerta que él estaba por abrir, ya había sido abierta por un empleado del lugar —. Gracias — Le dijo al muchacho, quien le dedicó una reverencia. 
— ¿Llevo su bolso?  
— No, no, no. No hay problema — Dijo Ryo. Hasta que entró al hotel y llegó a la recepción, sintió todas las miradas posándose sobre él. Y no era para menos teniendo en cuenta su vestimenta casual —. Disculpe — Llamó la atención de la recepcionista —. Quizás esté en un error, pero… Okura Tadayoshi-san… es posible que me esté esperando. 
No sabía cómo expresarse, pero al ver el rápido tipeo de la recepcionista, se dio cuenta que había alcanzado a comprender sus palabras. 
— Okura-san lo está esperando en el piso 23. Un botones llevará su equipaje. 
— Ah, no se preocupe. Puedo llevarlo… por mí mismo. 
Se dio cuenta que había tartamudeado sin querer, y no era para menos. Tadayoshi lo había citado en el hotel The Peninsula Tokyo, uno de los hoteles más caros del país. Tras preguntarle a un botones dónde estaban los ascensores, subió al mismo, donde otro empleado lo esperaba, al lado del tablero. 
— ¿A qué piso lo llevo, señor? 
— Al 23, por favor — Respondió, acomodando la tira del bolso sobre su hombro. Podía ver, a través del reflejo que le devolvía el espejo, lo nervioso que estaba. 
— Piso 23 — Dijo el botones, mientras las puertas del ascensor se abrían. Ryo estaba por salir huyendo, pero recordó que debía darle propina. Saco varios billetes arrugados y se los extendió al muchacho que aceptó el gesto, sorprendido. 
Si había quedado deslumbrado con la entrada del hotel y su recepción, lo quedó aún más con la habitación a la cual había llegado. Claro que tampoco era una habitación, eso era un piso entero. Llegó a una de las ventanas, quedado embelesado viendo los jardines del Palacio Imperial. 
— Bienvenido — Lo saludó Tadayoshi, abrazándolo por detrás y haciendo que Ryo saltara en su lugar —. ¿Te asusté? — Le preguntó, sonriendo. 
— ¿Qué es esto? 
— Te dije que quería que guardaras un fin de semana para mí, ¿o no?  
— Sí, pero… ¿Esto? 
— Quiero que sea especial. Que sólo seamos nosotros dos. Dame tu celular — Le dijo, entregándole él su propio aparato. 
— Y ahora, ¿qué?  
— Apágalo — Le respondió, apagando el celular de Ryo —. Con esto nos aseguraremos de prestar atención sólo a las necesidades del otro. 
— Reitero que esto es demasiado… El botones me miró con una cara… 
— Está acostumbrado a recibir dólares, no yenes. 
— La próxima vez, dime y voy a cambiar algunos al banco — Bromeó, extendiéndole su teléfono nuevamente —. Aquí tienes.
— Muy bien — Dijo Tadayoshi, girando el cuerpo de Ryo para mirarlo.
— ¿Y… ahora qué haremos?
— ¿Bañarnos juntos y almorzar algo?
— ¿Bañarnos juntos? ¿En serio? 
— No vas a poner esa cara cuando veas la tina — Entrelazando su mano a la izquierda suya, lo arrastró hasta el cuarto de baño. Ryo sonrió. Desde su accidente, Tadayoshi siempre intentaba buscar que sintiera algo, sabía que aunque fuera lo más remoto, serviría para algo. Efectivamente, Ryo se quedó atónito apenas entró. Había un espejo frente al otro, a ambos lados, a pasos de la tina que descansaba dentro de un soporte hecho con mármol. Debajo de los espejos un pequeño armario de madera oscura era coronado por una gruesa capa de mármol blanco —. Te lo dije — Declaró Tadayoshi, viendo la expresión de su amante.
— Esto es…
— Esto no es nada.
Quiso quejarse, pero el simple hecho de sentirlo cerca, se lo impedía. Por un momento, quiso olvidar que era casado, que quizás había perdido la movilidad de su mano izquierda por el capricho de estar a su lado, pero al ver que en el dedo anular de Tadayoshi estaba el anillo que él había comprado cuando eran estudiantes, lo logró. Sonrió sinceramente y lo logró. Al menos por dos días, debía hacerlo.
Aunque el baño había empezado estando sentados uno frente al otro, fue Ryo quien terminó haciendo espuma con las sales de baño y estuviera a punto de ahogar a Tadayoshi por un juego de manos. Terminó sentado con sus manos entrelazadas a Tadayoshi, entre sus piernas, imposibilitado de escapar.
— ¿Vas a tenerme así mucho tiempo?
— ¿Tienes hambre?
— El agua se está enfriando…
— Te calentaré con mi amor — Le dijo, besando su hombro.
— Ya suéltame…
— ¿Te sonrojaste? 
— ¡Por supuesto que no!  
— Sí, lo hiciste. Sé cuando te sonrojas.
Tadayoshi soltó el agarre sobre las manos de Ryo, aprovechando éste para girarse un poco y que vea, que aunque lo haya negado, sus mejillas sí eran parecidas a dos tomates.
— Okura… Dímelo…
— ¿Qué cosa?
— Tú lo sabes…
— No, no lo sé — Respondió, con una sonrisa pícara, mientras masajeaba la mano izquierda de Ryo —. ¿Qué quieres que te diga?
— Que me amas…
— Dilo tú primero — Pidió el más alto. Ryo resopló.
— Te amo — Musitó.
— ¿Qué? No te oí.
— Dije que te amo.
— Yo también.
— También, ¿qué?
Tadayoshi suspiró, sonriendo. Sostuvo el rostro de Ryo entre sus manos y lo miró a los ojos.
— Yo también te amo, Ryo-chan.

Almorzaron algo ligero y se quedaron en los sillones del living hablando cosas triviales, admirando el paisaje que se alzaba frente a sus ojos. Ni siquiera se dieron cuenta que se quedaron dormidos. Ryo se despertó sobresaltado al sentir la suavidad de las sábanas y la frazada que cubrían su cuerpo en vez del cuerpo de Tadayoshi. Se percató que su mano izquierda estaba entrelazada a la suya.
— ¿Por qué…? — Se preguntó.
— Por qué, ¿qué? — Le preguntó Tadayoshi, recién despierto.
— ¿Realmente crees que voy a recuperarme de un día para el otro? — Le dijo, en referencia a la sensibilidad de su mano.
Tadayoshi suspiró y lo atrajo hacia él hasta poder alcanzar su frente con los labios y darle un dulce beso.
— No lo sé… Pero quisiera creer eso. Sabes que si por mí fuera, le diría a Masami que te pagara la operación.
— ¿Nagasawa-san?
Al haber hablado demás, Tadayoshi cerró los ojos con fuerza y se mordió el labio inferior.
— Olvida lo que dije.
— No.
— Ryo-chan, olvídalo.
— No, no. Tú trajiste a tu esposa a la conversación, ¿por qué? ¿Qué tiene que ver ella en todo esto? — Le preguntó, ya sentado en la cama.
— Con Meisa… sospechamos que ella tuvo algo que ver.
— ¿Qué?
— No iba a decírtelo, pero… Ryo-chan…, Masami ya sabe lo nuestro.
Ante sus palabras, Ryo no sabía cómo sentirse. Atinó por suspirar, mirando la nada.
— ¿Desde cuándo?
— Mira, no lo sé, pero…
— ¿Esto es el final?
— No, por supuesto que no — Le dijo Tadayoshi, sentándose a su lado.
— Entonces, ¿quieres que vuelva a la empresa y le diga, ‘hola, soy el amante de su esposo’?
— En teoría…, estás despedido — Ryo lo miró sorprendido.
— Deberías hacer una especie de advertencia antes de decir esas cosas…
— No vamos a permitirlo.
— ¿Vamos? ¿Quiénes?
— Meisa también lo sabe, y no está de acuerdo en lo que está haciendo Masami.
— ¿Tú que harás? ¿Cuando Nagasawa-san te pida el divorcio?
— No lo sé — Respondió Tadayoshi, suspirando. Ryo se lo quedó mirando. Pensó que le diría que se separaría, que iría con él adonde sea, que serían felices en cualquier lugar, pero no lo hizo. Eso lo hizo sentir como lo que era: un amante que tenía las horas contadas. Volvió al encierro de las cálidas sábanas, dándole la espalda —. ¿Vas a dormir?
— Sí, tengo sueño.
— No lo harás — Le dijo Tadayoshi, girando su cuerpo para dejarlo boca arriba. Presionado un botón del control remoto sobre la mesa de noche, iluminó la habitación en forma tenue, sólo para verse ellos dos. Cuando quiso quejarse, Ryo sintió sus labios siendo acaparados por los de Tadayoshi y sus manos a ambos lados de su cabeza entrelazadas a las suyas. Pese a todo, lo amaba demasiado. Había aceptado su rol en la relación, pero sabía que a quien más afectaría que Masami supiera todo, en realidad era a Tadayoshi. Aunque quería preguntarle mil cosas que rondaban por su mente, sus besos, sus palabras de amor, sus promesas de eternidad, esfumaban todas y cada una de ellas para quedar él en su cabeza y en su corazón. 

En el bar de Eita, su teléfono celular sonó, llamando su atención. Insultó a quien sea que lo estaba llamando, ya que estaba parado haciendo mucho equilibrio sobre una de las banquetas para cambiar el foco de una de las lámparas.
— ¡Aya! ¡¿Puedes hacerme un favor?! — Llamó a su compañera, que estaba acomodando la vajilla en la parte trasera.
— ¡Ya voy! — Exclamó, apareciendo detrás de la barra a los pocos segundos —. ¿Qué sucede?
— ¿Podrías atender esa llamada por mí?
— Claro — Dijo la muchacha, secándose las manos sobre el delantal alrededor de su cintura —. ¿Diga?
— “¿Eita-kun?
— Eita está ocupado en estos momentos, ¿quién lo necesita?
— “¿Podrías decirle que lo estoy esperando en la puerta del bar?
— Eh… Claro — Respondió Aya, mirado al aludido, mientras él le hacía una seña para saber con quién estaba hablando.
— “Muchas gracias”, le dijeron al otro lado de la línea, antes de cortar.
— ¿Quién era? — Preguntó Eita, bajándose de la banqueta y dejándola en su sitio.
— Una mujer. Dijo que te está esperando en la puerta.
— ¡Ah! ¡Lo olvidé! — Dijo el aludido, cruzando la barra para cambiarse.
— ¿Estás saliendo con alguien y no me dijiste nada? — Le preguntó la muchacha, haciéndose apenas hacia atrás —. ¡Eita!
— ¿Acaso tengo que hacerlo? — Le dijo, saliendo de la habitación —. Cierras tú, ¿de acuerdo? — Agregó, bajando las escaleras —. ¡Y esta noche quiero que vengas temprano para abrir! — Llegó al pequeño pasillo que lo separaba de la entrada, cruzó la puerta y saltó hacia el automóvil que lo estaba esperando —. Lo siento mucho — Le dijo a la mujer que lo observaba con una sonrisa.
— No hay problema. Hoy tengo todo el día para estar contigo. 
La mujer apoyó ambos brazos sobre la ventanilla baja y asomó la cabeza. Eita se inclinó un poco para darle un sonoro beso en los labios, haciéndola sonreír.
— Me siento afortunado al oír esas palabras.
— Bueno, sube, sino me arrepentiré.
Eita sonrió y dio la media vuelta para subirse al asiento del acompañante. 

 El aroma a café penetraba cada poro de su piel. Adormilado, y algo molesto por haberse encontrado con la luz del radiante sol cuando abrió los ojos, Tadayoshi llegó hasta la cocina, arrastrando los pies. Se dio cuenta que, pese a haberlo ayudado a no depender de nadie hasta su recuperación, aún le costaba hacer cosas comunes como, por ejemplo, prepararle el desayuno. Se mordió el labio inferior, como si esa acción fuera a apaciguar el deseo de abrazarlo con todas las fuerzas y llevarlo a la rastra al primer centro médico especializado en neurocirugía.
— ¿Te ayudo? 
Sintiendo que el corazón le saltó hasta la garganta, Ryo lo miró. Estaba apoyado contra el umbral, de brazos cruzados.
— ¿Recién te despertaste? — Le preguntó, con una sonrisa, conociendo de antemano la respuesta.
— Es culpa de alguien que está preparando cierta comida del día.
— ¿Me ayudas? — Le pidió, avergonzado.
— Claro — Dijo Tadayoshi, acercándose a él y terminando de ultimar los detalles sobre aquella bandeja —. ¿Adónde quieres que la lleve?
— A la cama.
— Está bien, está bien.
Ambos regresaron a la habitación. Ryo se lanzó sobre la cama y recibió con alegría una tostada que Tadayoshi quería darle en la boca. 
— ¿Qué sucede? — Le preguntó el más bajo, al reparar la extraña expresión de lástima que se había dibujado en el rostro de Tadayoshi.
— Quiero que te cures. Eso es todo.
— Pronto lo haré. No tienes de qué preocuparte — Le dijo, sonriendo.
Tadayoshi se acercó para limpiar unas migas que habían quedado sobre sus comisuras con su dedo pulgar.
— Realmente me gustaría poder ayudarte más.
— Lo estás haciendo. Haberme traído hasta aquí, que me dejes compartir este tiempo contigo… Eso es más que suficiente, Okura.
— ¿Adónde quieres vivir?
— ¿Eh? — Preguntó, después de beber rápidamente un sorbo de café, sorprendido por su pregunta.
— ¿Qué te parece Bali? Tiene unas playas hermosas.
— ¿No crees que estás pensando demasiado a futuro? Al menos espera a que me recupere… Si es alguna vez lo hago… Y si te separas de tu esposa…
— Ryo-chan… No es tan fácil…
— Entonces, ¿por qué dices algo como lo de Bali con tanta facilidad? Es porque puedes hacerlo. Si puedes dejar atrás tu vida y empezar desde cero conmigo en un lugar tan lejano como Bali…, puedes separarte de Nagasawa-san.
— Lo siento. No debí haber traído este tema — Se disculpó Tadayoshi, después de casi medio minuto.
— La próxima vez… piensa dos veces lo que vas a decir.

Días más tarde, Ryo decidió pasar por el lugar de trabajo de sus amigos. Sentía que cada día que pasaba, perdía un poco de energía, así que pensó en ayudarlos en lo que pudiera. Se dio cuenta que frente a la entrada había un camión de mudanza. Quiso husmear el contenido del camión, pero sabía que Aya le diría quién sería el nuevo inquilino o quien se estaba yendo del lugar. 
Grande fue su sorpresa al darse cuenta que quien se estaba yendo era Eita, quien lo saludó con una media sonrisa. 
— Eita…
— Ryo-chan. Hola. ¿Cómo estás? 
— Bien… Pero… ¿Qué significa esto? ¿Qué está sucediendo?
— Nadie vino al bar desde que tú te accidentaste — Ryo lo miró con el ceño fruncido —. Y tú que pensabas que la gente no te tomaba en cuenta.
— Porque presiento que me estás mintiendo.
Eita suspiró, sonriendo.
— Sí es cierto que la clientela ha disminuido considerablemente.
Ryo no podía creer ni lo que estaba oyendo, ni lo que estaba viendo: parte de lo que sentía era también su hogar, estaba siendo desmantelado por completo.
— Y…, ¿adónde vas a dejar las cosas?
— Por ahora, en casa. También le pedí a Aya que se quedara con algunas cosas.
— Lo siento mucho…
Eita se lo quedó mirando unos instantes, y suspiró.
— Ve a lo de Aya. Le dije que te diera lo que juntamos para ti. Algo es algo — Reconoció, hincándose de hombros —. Si sabes administrarlo bien… 
Ryo tenía miles de sentimientos encontrados. Pero la gratitud terminó apoderándose de él y, debido a que su ex-jefe estaba al otro lado de la barra, retrocedió unos pasos y le dedicó una profunda reverencia.
— Muchas gracias.

Conocía a Aya, y sabía que si tardaba en abrir, había sido porque estaba realmente cansada. Aún así, siguió tocando el timbre, hasta que la puerta se abrió abruptamente, dándole paso a una recién despierta Aya.
— ¿Qué quieres? — Le preguntó a Ryo, con muy mal humor.
— Vine a saludarte, ¿no puedo? — Repreguntó el aludido, entrando a su departamento —. ¿Puedo pasar?
— Ya estás dentro — Dijo la muchacha, rascándose los cabellos mientras cerraba la puerta —. ¿Quieres tomar algo?
— No, está bien — Respondió Ryo, siguiéndola hasta la cocina —. ¿Así que los clientes dejaron de ir?
Mientras estaba poniendo agua en la cafetera, la dueña del lugar, detuvo sus movimientos apenas segundos y miró a su invitado con los ojos abiertos como platos.
— ¿Eso te dijo Eita?
— ¿Eh? ¿Cómo que ‘eso te dijo Eita’?
Aya esperó a prender la cafetera hasta, tranquilamente, llegar frente a Ryo.
— Sé que no debo meterme en esto, pero… No fue por eso que Eita está cerrando.
— ¿Entonces? — Preguntó Ryo, con el ceño fruncido —. ¿Qué sucedió?
— La mujer de tu amante lo amenazó.
— ¿Qué…? — Musitó, sin creer en sus palabras.
— Dio la casualidad que estaba escuchando su conversación, sino, no lo sabría; pero sí, fue por eso. Ella le dijo que si no te echaba, tendría que despedirse del bar — Se acercó a una larga cajonera que separaba la cocina del comedor y sacó de uno de los cajones un pequeño sobre color madera, el cual le entregó a Ryo —. Ya sabes cuál fue el resultado.
Ryo se quedó mirando el sobre que le estaba siendo extendido. Luego miró a Aya.
— Devuélvele eso a Eita.
— ¿Qué?
— Que se lo devuelvas — Reiteró, saliendo de la cocina.
— ¡¿Adónde vas?! — Lo que recibió por respuesta fue el sonido de la puerta del departamento cerrándose de un golpe.

No supo si había llegado allí por obra del demonio, pero agradeció que los guardias lo hayan dejado entrar. Llegó al último piso y preguntó dónde estaba. Estaba en medio de una reunión. Todos estarían ahí, pero ya no podía dar marcha atrás. Al menos, no después de todo lo que había acontecido. Entró como un rayo y se acercó a Masami.
— Escúchame una cosa. Puedes meterte todo lo que quieras conmigo, pero con mi familia y mis amigos, no te metas — Le dijo. A diferencia del resto de los presentes, a Masami no parecía sorprenderle su presencia allí.
— Ese es Nishikido-kun — Le susurró Meisa a su esposo, quien estaba sentado a su lado, y asintió con la cabeza a sus palabras.
— No sé de qué hablas, Nishikido-kun — Dijo Masami, después de lo que pareció una eternidad —. Y creo que este no es un buen momento para hablar… 
— Te hablo de Eita. Lo hiciste cerrar el bar porque no me despidió.
— Realmente no sé de qué hablas — Reiteró, con una sonrisa de satisfacción en el rostro.
Meisa se dio cuenta que Tadayoshi no iba a reaccionar, así que, si ella no lo hacía, Ryo sería capaz de golpear a Masami ahí mismo, y no le convenía dejarse llevar por el impulso, aunque tuviera sus razones. Al darse cuenta de esto, se puso de pie, llamando la atención de todos.
— Nishikido-kun, ¿por qué no me acompañas a comprar ese pastel de manzanas de la cafetería que está en la esquina? — Le preguntó, con una sonrisa.
El aludido se sorprendió por sus palabras. Antes de poder ser capaz de reaccionar y aceptar o rechazar su propuesta, estaba siendo arrastrado fuera de la oficina.
— Bueno… Volviendo a lo que estábamos hablando — Dijo el sujeto que había estado haciendo una exposición hasta que Ryo irrumpió.
— Masami… ¿Qué hiciste? — Le preguntó Tadayoshi, pero lo único que obtuvo por respuesta fue una rápida mirada y una sonrisa de su parte.

— Así que Masa hizo eso — Dijo Meisa, devorando un trozo de pastel, sentada junto con Ryo, en torno a una de las mesas de la cafetería.
— Sí — Respondió Ryo.
— ¿Cómo les fue en el viaje?
— ¿Eh…?
— Tada me contó algo.
— Fue… hermoso…
— Tu cara se ilumina cuando hablas de él — Ryo la miró —. Y la suya también se ilumina cuando habla de ti.
— Pero lo nuestro… es imposible…
— A Masa se le pasará. Es sólo cuestión de paciencia.
— Mientras más lo pienso… No sé hasta donde sería capaz de llegar para evitar que estemos juntos…
— Bueno… Casi te mata — Ryo sonrió ante su apreciación —… ¿Cómo va eso? — Preguntó, en referencia a su mano.
— Exactamente igual — Respondió, mirando su palma izquierda, intentando con todas sus fuerzas mover aunque sea un dedo, pero le fue imposible.
— Aunque no te sirva de nada…, como su amiga…, me disculpo por sus acciones.
— Usted no tiene que hacerlo. Es ella la que debe disculparse. Pero, ¿sabe algo? Más que conmigo, debería disculparte con Eita y con Aya, por haberlos dejado sin trabajo — Cuando levantó la vista, Ryo se dio cuenta que Meisa se lo había quedado mirando —. ¿Qué sucede…?
— ¿Te gustaría trabajar como asistente? 
— ¿Eh?
— Mira, la verdad es que Jin quiere interiorizarse un poco con la empresa, ya que tiene pensado comprar un par de acciones, y necesito a alguien que sea una especie de intermediario.
— ¿Y Nagasawa-san…?
— Es mi decisión, no la suya.
— No quiero que tenga problemas con ella.
— No los tendré, no te preocupes. ¿Y bien? ¿Qué me dices? ¿Aceptas? — Preguntó la mujer, con una amplia sonrisa.
— Supongo que no me queda otra…
— ¡Genial! Déjame avisarle a Jin que voy a tardar un poco en regresar…
— ¿Por qué?
— No piensas aparecer así vestido, ¿no? Le estás declarando la guerra a Masa, muchacho — Dijo, riendo luego.

Cuando entraron a la sala de reuniones, después de que Meisa golpeara suavemente la puerta, como correspondía, los ojos volvieron a posarse sobre Ryo. Él no podía creer el cambio que generaba una buena marca de ropa y un paseo por la peluquería.
— Disculpen la tardanza. ¿Ya se van? — Le preguntó al hombre que estaba de pie sobre uno de los extremos de la mesa.
— La reunión ha terminado.
— Ah. Siéntense un momento, por favor. No les quitaré mucho tiempo — Pidió. Los presentes se miraron, sin comprender y quienes estaban de pie, volvieron a sentarse —. Antes que nada, les pido disculpas por el incidente que debieron presenciar. Este muchacho es bastante impulsivo — Reconoció, palmeando al hombro de Ryo con una sonrisa —. Como saben, mi esposo está interesado en comprar algunas acciones de Nagasawa Corp., pero necesitamos un intermediario que esté en contacto con él y el resto de los activos de la empresa. ¿Y quién mejor que Nishikido-kun? Que ya está empapado del manejo de la misma.
— ¿Por servir café? — Atacó Masami. Los presentes la miraron por unos segundos y volvieron su mirada a Meisa.
— Estoy segura que puede desempeñarse perfectamente en su puesto. Además, yo no dije que lo dejaría solo. Estará bajo mi supervisión hasta que yo crea que esté listo. 
— Creo que esto debe ser puesto a votación — Dijo Masami, mirando aleatoriamente a algunos de los presentes, quienes asintieron.
— Me parece bien — Dijo Meisa, cruzándose de brazos, con una sonrisa triunfal. Jin lanzó una corta carcajada que cubrió con su mano —. Quienes no estén de acuerdo con la contratación de Nishikido-kun, levanten la mano — Para sorpresa de Masami, sólo ella fue la que levantó la mano. Al darse cuenta de eso, giró lentamente la cabeza a su izquierda, donde estaba sentado Tadayoshi, pero él no la miró —. Ahora, los que estén de acuerdo en la contratación de Nishikido-kun — 
A diferencia de lo sucedido anteriormente, la decisión fue unánime y todos, incluso Tadayoshi y hasta Jin, que conocía a Ryo por lo que su esposa le había contado, levantaron la mano —. Bienvenido, Nishikido-kun.
— Gra… Gracias — Dijo el aludido, sintiendo la presión que le generaría tener que encontrarse con Masami todos los días. 
Tal y como Meisa le había dicho: su regreso a la empresa, significaba la guerra. 


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Notas
La fachada del edificio que dice Ryo es esta.
Y visitando el siguiente link (http://tokyo.peninsula.com/en/room-types/peninsula-suite) pueden tener una amplia idea de cómo era el piso dónde estaban Tatsu y Ryo :) (también entrando a la parte de fotos de la página Trip Advisor, aunque acá están mezcladas todas las habitaciones, vale la pena para embellecer la vista xD)

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