5 de agosto de 2016

[MofL] Capítulo 03: Amenaza

Ciaossu~!!
Me olvidé que hoy es viernes @@ ya no entiendo nada xDDDD
Los dejo con el tercero de MofL. ¡Buen fin de semana! ^o^
Enjoy~ ♥



Título: Madness of love.
Fandom: Johnny's.
Pairing: Ryokura [Nishikido Ryo x Kurako]
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, smut.
Rating: NC-17.
Estado: En proceso.
Capítulo: 03/ ¿?
Número de palabras: 1778.
Sinopsis:
Maruko intenta recopilar información acerca de Kurako, ya que no confía en ella y es la única forma en que Yasuko podría llegar a creer cómo es en realidad su mejor amiga. Al mismo tiempo, sin que ella se dé cuenta, Kurako descubre sus planes, y le enseña a Maruko apenas un poco de lo que es capaz si se meten con ella, terminando así por declararle la guerra.



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Capítulo 03: Amenaza


Cuando despertó, sintió un leve cosquilleo sobre las yemas de sus dedos, pero se dio cuenta que había sido la brisa que se colaba por la ventana.
No era ella le había provocado esa sensación, y la deseaba.
Se acostumbró poco a poco al radiante sol que se reflejaba en las paredes de su cuarto.
Jamás había pasado tan poco tiempo en volverse tan dependiente de otra persona.
Por unos instantes, tuvo miedo. Pero el desafío y lo prohibido fueron más fuertes.
Sonrió.
Ahora que tenía en claro lo que había sucedido, que había dejado que volviera a suceder, se preguntaba cómo haría Kurako para volver a encenderlo sin importarle absolutamente nada.
Su cuerpo reaccionó a ello, pero su mente lo hizo volver en sí al oír el sonido de su celular recibiendo un mensaje. En el mismo, alguien le preguntaba cómo estaba, pero él no respondió. No conocía el número. Optó por asearse y tomar un buen desayuno antes de ir a la escuela. Después de todo, todavía era bastante temprano.
Cuando salió del baño y agarró el teléfono, halló una imagen: una fotografía de Kurako. Sonrió y le respondió que había estado pensando en ella toda la noche.

Le costó horrores no lanzarse encima suyo durante la clase.
Estaba perdidamente enamorada de su sonrisa, de la forma de hablar que tenía, de su dulzura.
No podía evitar sencillamente, suspirar por él. Al menos eso sí podía hacerlo sin levantar demasiadas sospechas.
El timbre sonó dando inicio al recreo. Cual resorte, Kurako se acercó al escritorio a dejarle un papel.
—Nishikido sensei, ¿puedo dejarle mi composición del día?
—Claro, Kurako-chan —Respondió Ryo, echando una rápida ojeada a lo que le entregó su alumna. Con una hermosa caligrafía, en lápiz, pudo leer en la parte inferior que lo esperaba en el cuarto donde guardan la utilería de gimnasia. Ryo levantó la vista y le sonrió, antes de irse.
Kurako estaba por volver a su asiento, pero tuvo un déjà-vú, de nuevo Yasuko y Maruko la estaban mirando.
—¿Qué? —Preguntó la muchacha, sonriendo—. ¿Están celosas de mi amor?
—De tu, ¿qué?  —Repreguntó Maruko.
—De mi amor con Ryo-chan —Segundos más tarde, Kurako se rió—. Es una broma. ¡Como si fuera capaz de hacer algo así! —Reconoció, antes de volver a su asiento.
Aunque Yasuko dejó pasar el momento como lo más cerca que estuvo de sufrir un ataque al corazón, Maruko no pudo evitar creer en las palabras de Kurako. Claro, las que ella adjudicaba como una broma.

—Así que Kurako estuvo aquí todo el día —Repitió Maruko, las palabras de Sachiko, la enfermera de la escuela.
—Sí… Creo que se peleó con su familia o algo así.
—Ya veo…
—Pero, qué mal que Kurako-chan no se dé cuenta de la amiga que tiene.
—¿Eh…? —Preguntó la muchacha, sonriendo, sin comprender las palabras de la enfermera.
—¡Claro! ¡Si te preocupas así por ella, es porque la aprecias muchísimo! —Reconoció Sachiko.
—Mh… Sí… Bueno… Gracias, Sachiko-san.
—De nada. Si me llego a enterar de algo…, no voy a dudar en contártelo.
—Gracias —Reiteró Maruko, saliendo de la enfermería.
Ensimismada en sus pensamientos, la muchacha no se dio cuenta que Kurako la vio salir de la enfermería, y siguió sus pasos hasta la sala de profesores. Pero, lejos de quedarse allí y ser descubierta, la morocha prefirió ir a su encuentro con Ryo, a quien halló en el lugar acordado.
—Guau —Dijo, cerrando con llave la puerta detrás suyo—. No pensé que fueras a ser tan puntual —Agregó, acercándose a él para rodear su cuello con ambos brazos y darle un beso en los labios.
—Por supuesto que sí. Me moría de ganas de verte.
—¿De verme nada más? —Repreguntó la morocha, inflando las mejillas, y mirándolo de reojo.
—Sabes que no —Reconoció Ryo, levantando su mentón para besarla. Agarrando a Kurako de la cintura, la llevó hasta una larga mesa con varios objetos de gimnasia en desuso, como uniformes y pelotas viejas. Alzó su cuerpo para sentarla y llevó una de sus manos para alcanzar una de las colitas atadas a ambos lados de su cabeza y poder aspirar el aroma de su shampoo.
—¿Te gusta? —Preguntó Kurako, sonriendo.
—Todo de ti me gusta —Respondió Ryo, mirándola de reojo—. Me enloqueces —Reconoció, llegando a sus labios para volver a apresarlos. Sentía que todo su ser respondía a lo dispuesto por Kurako, que él ya no poseía control sobre sus acciones en lo absoluto. Pero no le importaba, porque él también deseaba eso aunque estuviera mal.

—Hola —Saludó Kurako, entrando al vestuario donde muchas de sus compañeras se estaban cambiando de ropa.
—¿De nuevo te salteaste la clase, Kurako-san? —Le preguntó una de las muchachas, terminando de colocarse los zapatos.
—Algo me dice que Kurako-san tiene novio —Soltó otra.
—No digan eso, chicas, por favor. ¿Qué van a decir mis fanáticos? —Bromeó la morocha, abriendo su casillero para sacar una toalla.
—Ah. Maru-chan —Llamó Yasuko la atención de la muchacha que a diferencia del resto de sus compañeras, estaban saliendo del vestuario, ella recién entraba—. ¿Está todo bien? —Le preguntó, bajo la mirada de Kurako.
—Sí. ¿Por qué? Tuve algo que hacer —Dijo la aludida, sonriendo.
—Ya veo. Nos vemos en el salón.
—Nos vemos —La saludó Maruko, abriendo su casillero. Al darse cuenta que Kurako se la había quedado mirando, la imitó—. ¿Qué?
—Nada. Estaba pensando si hay algo malo con tu cuerpo.
—¿Perdón…? —Repreguntó la muchacha.
—Es que… siempre te cambias después que nosotras —Reconoció Kurako, cerrando su casillero—. Recién me di cuenta de eso.
Ambas muchachas se miraron fijamente escasos segundos.
Maruko tragó saliva en seco y miró el camino que tomó para irse. Esperaba que no sospechara nada de lo que estaba haciendo y, al mismo tiempo, sabía que necesitaba contar con la ayuda de alguien más aparte de la enfermera Sachiko. Es más, hasta temía que ella terminara por decirle algo a Kurako en su afán de “hacerle entender que Maruko era su amiga”. El problema ahora era encontrar la persona exacta con quien podría llegar a contar.

Volviendo al salón de clases, Kurako halló a Ryo yendo por el pasillo, a una distancia bastante grande de ella. Estaba por llamar su atención, pero Ai saliendo de uno de los salones, se lo impidió.
— ¡Ryo-chan! —Lo llamó, acercándose corriendo a él.
—¿Ryo-chan? —Repitió el aludido, sonriendo.
—Ah… Ja, ja, ja. Lo siento. La costumbre —Reconoció la mujer—. ¿Vas para la sala de profesores?
—Sí. ¿Necesitas algo?
—¿Puedes llevarle esto a Sana-san? —Le pidió, entregándole una carpeta—. Me dijo que se lo hiciera llegar cuanto antes.
—Oh… De acuerdo. Enseguida se lo llevo.
—Gracias —Le dijo, palmeando uno de sus hombros con suavidad.
Ninguno se dio cuenta de la presencia de Kurako en el mismo lugar. Y, al mismo tiempo, Kurako tampoco se dio cuenta de la presencia de Maruko, que la espiaba detrás de una columna. Siguió su carrera hasta un salón vacío sólo para verla llegar al pizarrón y oír el chirriante sonido de sus uñas deslizándose sobre el mismo.
—Maldita perra —Susurró Kurako, con la mirada inyectada en sangre.
En ese momento, Maruko se dio cuenta que la única persona con la que podía contar para esclarecer sus dudas, era Ai.

—“¿Tienes algo que hacer esta noche?
—Lo siento. Hoy llega mi padre.
—“Ya veo. Nos vemos mañana, entonces.
—Seguro —Cuando cortó la llamada, se encontró sola en su habitación, curándose la herida que se había hecho en un momento de furia—. Carajo… Cómo duele —Reconoció, acostándose sobre la cama y mirando el techo—. Claro que quiero verte, Ryo-chan. Pero me molesta que otras chicas estén revoloteándote. Eres mío y sólo mío. Que no se te olvide —Dijo la última frase mirando su teléfono celular—. Ah… Eso me recuerda —Levantándose cual resorte, Kurako se las arregló para marcar un número y hablar por altavoz.
—“¿Diga?
—Yacchan… ¿Quieres venir a casa esta noche?
—“¿¿Ahora??
—¡Sí! Ven en taxi, lo pago yo.
—“¿Tu mamá no va esta noche y le temes miedo a los fantasmas?”, bromeó su amiga al otro lado.
—Sabes que sí.
—“Déjame consultarlo con mis padres y te aviso.
—De acuerdo. ¡Sino, me llamas y yo los convenzo!
—“Está bien, está bien”, dijo la muchacha entre risas, cortando luego la llamada.
Kurako se quedó mirando el aparato a su lado, satisfecha por lo que había hecho. Se levantó de la cama y empezó a cantar su canción favorita.

Habían pasado tres trenes, y si dejaba pasar un cuarto, iba a llegar tarde a clases hasta el punto de ser regañada. Intentó llamar a Yasuko varias veces, pero ni su celular ni en su casa respondieron a su llamada.
Estaba empezando a preocuparse.
Abordó el mismo vagón de cada día, pese a ser un tren diferente.
Desde que se habían dado cuenta que tomaban el mismo tren aunque en estaciones diferentes, Maruko y Yasuko habían acordado ir juntas a la escuela. Pero ese día, al abordar el tren, todo pareció ser diferente. Pese al tumulto de gente entre una puerta y la otra, pudo reconocer un par de voces, y llegó a ver a sus dueñas de reojo gracias a una pequeña apertura que se hizo en el medio.
Pero, ¿por qué?
¿Acaso Yasuko había ido a dormir a casa de Kurako?
¿O había sido al revés?
¿Por qué no había respondido a sus llamadas?
Con todos esos pensamientos en la cabeza, Maruko llegó a la escuela, detrás de ambas, quienes no se dieron cuenta sino, hasta llegar al salón.
—Ah. Buenos días, Maru-chan —La saludó Yasuko, sentándose en su usual lugar. Al oírla, Kurako detuvo sus pasos y admiró la situación a la distancia.
—No… respondiste mis llamadas —Musitó Maruko, afianzando el agarre sobre su portafolio.
—Ah… Es que fui a dormir a casa de Kura-chan anoche, y mi celular se quedó sin batería…
—¿No pudiste haberme avisado de alguna manera?
La expresión de sorpresa de Yasuko fue imitada por Kurako.
—Lo siento, Maru… Pero no sé tu número de memoria…
—¿Por qué no? ¡Yo sí me sé el tuyo!
Kurako estaba aguantando bastante las ganas de no estallar en carcajadas en ese mismo instante. Debió llevarse una mano para cubrir la sonrisa que se estaba esbozando conforme aquella pelea avanzaba.
—Maru, ¿qué te sucede? Me estás asustando —Reconoció Yasuko.
—Buenos días, chicas.
La llegada de Ryo fue la campana que salvó a Maruko, pero Kurako no iba a terminar allí su plan. Y Maruko no tenía ni la más pálida idea de lo que estaba ocurriendo en realidad.
La muchacha fue a su asiento, pero la voz de Kurako la detuvo.
—Oye —Le dijo, llamando su atención—… No sé qué te traes, pero lo que sea, olvídalo.
—¿Qué?
—No te das una idea de lo que soy capaz de hacer cuando alguien se me pone en el medio —Respondió Kurako.

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