Ciaossu~!!
Ahora seeeeehhhhhhhh~ Volvimos a la vida :)
Entre ver Thor, de nuevo, anoche, o publicar esto, creo que me hubiera llevado menos tiempo, ¡¿tan larga era esa película?! xD juro que no me acordaba.
En fin, creo que deberían pasarse por el primer capítulo para recordar qué pasaba porque... ¡lo publiqué en julio! xD ¡¿Por qué dejan que no publique por tanto tiempo?! xD ¡Tírenme tomates, gente!
Bueno, los dejo con el segundo capítulo de Memories. Al costadete del blog, tienen las fechas tentativas de publicación de todas las otras cosas :) (los oneshots no entran porque esos salen y se publican jajajaja)
PD: A los usuarios de LJ, ¿vieron que feo que es al nuevo editor de texto? ;; Me destroza la edición el muy maldito ;nnnnnn;
Capítulo 02: Presentimiento.
Ahora seeeeehhhhhhhh~ Volvimos a la vida :)
Entre ver Thor, de nuevo, anoche, o publicar esto, creo que me hubiera llevado menos tiempo, ¡¿tan larga era esa película?! xD juro que no me acordaba.
En fin, creo que deberían pasarse por el primer capítulo para recordar qué pasaba porque... ¡lo publiqué en julio! xD ¡¿Por qué dejan que no publique por tanto tiempo?! xD ¡Tírenme tomates, gente!
Bueno, los dejo con el segundo capítulo de Memories. Al costadete del blog, tienen las fechas tentativas de publicación de todas las otras cosas :) (los oneshots no entran porque esos salen y se publican jajajaja)
Enjoy~ ♥
PD: A los usuarios de LJ, ¿vieron que feo que es al nuevo editor de texto? ;; Me destroza la edición el muy maldito ;nnnnnn;
Título: Memories.
Fandom: Johnnys.
Pairing: Shibutani Subaru x Kato Ai.
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, drama, violento.
Rating: NC-17.
Estado: En proceso.
Capítulo: 02/ 10
Cantidad de palabras: 3346.
Sinopsis: La llegada de Subaru no sólo ocasiona que Ai tenga que hacer malabares para mantenerlo oculto dentro de su hogar sino, también, que haga malabares en el aprendizaje de las labores de un housekeeper.
Tanto Shota como Toma intuyen que sucede algo en torno a Subaru, pero no llegan a relacionarlo con Ai. Sin embargo, Ryo quien a pedido de Yuya, sigue a Toma, descubre algo que lo lleva a formar una alianza con Toma.
Tanto Shota como Toma intuyen que sucede algo en torno a Subaru, pero no llegan a relacionarlo con Ai. Sin embargo, Ryo quien a pedido de Yuya, sigue a Toma, descubre algo que lo lleva a formar una alianza con Toma.
Precuela: Supplier.
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Capítulo 02: Presentimiento.
—Así que Erika quiere que vengas hoy con nosotros —le
dijo Ryo a una Ai que parecía no estar allí—. ¿Ai?
—¿Qué? —le preguntó la muchacha, con un tono de voz lleno
de furia por no haber podido dormir bien, ya que Subaru, desde que sintió el
agua del océano bajo sus pies, no pudo salir de ahí y mantuvo a Ai despierta
toda la noche.
—¿Oíste lo que te dije? —le preguntó Ryo, frunciendo el
ceño—. ¿Qué fue ese tono?
—Ah… Lo siento… Es que no dormí bien…
—Parece que la fiesta hizo estragos contigo anoche —dijo
Tadayoshi.
—Sí —dijo la muchacha, apoyando su codo izquierdo sobre
la mesa, pero su pose fue rota por su padre biológico con un golpe sobre su
brazo con el mango del cuchillo —. Oye…
—No apoyes los codos sobre la mesa —le dijo Tadayoshi.
—Perdón —le dijo Ai.
—Hoy vienes con nosotros —le dijo Ryo, cortando un poco
con el clima tenso que se había generado por unos momentos—. Si quieres seguir
los pasos de Erika como housekeeper,
debes conocer cómo es su trabajo, ¿no?
Ai asintió, sin acotar nada más. Pero por más que lo
intentara, aunque físicamente estuviera en una reunión junto con vampiros y suppliers, su mente aún seguía en su
hogar, preocupada por Subaru.
—¿Ai-chan? —llamó su atención Erika, al final de la
reunión. La muchacha se le acercó.
—Dígame.
—¿Qué te pareció la reunión?
—Bueno… Como aún hay cosas que no entiendo… no podría
decirle…
—¿Ryo no te lo ha explicado correctamente?
—Por supuesto que sí. Mis dos padres me han enseñado
correctamente lo que sucede en la empresa, pero yo sólo conozco su trabajo, no
el de Erika-san…
—En eso tienes razón —reconoció la mujer, con una pose
pensativa—. ¿Qué te parece si vienes todos los días?
—Ahm… Sí… Bueno… Lo pensaré…
—No tienes nada que pensar, Ai-chan —le dijo Yuya,
abrazando a la muchacha por detrás—. Erika-san no suele darle esta oportunidad
a nadie. Serás su aprendiz. Y la primera, si no me falla la memoria.
—Así es, Tegoshi-kun.
Ai miró alternadamente a Erika y Yuya.
—Está bien…
—¿Qué sucede aquí? —preguntó Tadayoshi.
—Ai-chan aceptó ser la aprendiza de Erika.
—¿En serio? Eso es maravilloso, Ai.
La aludida le sonrió débilmente.
—Gracias —la muchacha miró hacia todos lados hasta encontrar
lo que había estado buscando—. Si me disculpan —se excusó, dedicando una
reverencia al grupo.
Tadayoshi siguió su alegre andar con la mirada, orgulloso
de su hija.
—Kei-chan, voy a la oficina a descansar un rato —le dijo
Shigeaki a Keiichiro, quien le sonrió.
—Nos vemos más tarde.
El aludido asintió con la cabeza y salió de la sala de
reuniones, seguido por Ai.
—¡Shige! ¡Shige! ¡Shige!
El insistente llamado de la muchacha, hizo que el supplier se girara.
—Ai-san… ¿Sucede algo?
—¿Me llevas a casa, por favor? —Ai parpadeó varias veces,
ocasionando que Shigeaki accediera a su pedido.
Apenas llegó a su casa, Ai fue corriendo hasta la torre,
desde donde Subaru miraba el agua detrás de la arena.
—Buenos días —le dijo—. Vine en cuanto pude.
—Ai —mencionó su nombre el muchacho—. Buenos días.
—¡Ugh…! No sé si habrá sido el agua del mar o qué, pero
apestas más que antes… No estaría mal que te dieras un baño…
—¿Un baño?
Ai encerró literalmente a Subaru dentro de su cuarto de
baño, no sin antes abrir el agua y dejarle a mano un par de toallas. Desde el
otro lado de la puerta, le dio todas las indicaciones que creyó convenientes
para que tuviera una buena sesión de aseo.
—¿Terminaste? —le preguntó.
—Supongo.
—Agarra una de las toallas que dejé cerca de ti.
—Listo.
—Póntela alrededor de la cintura y… abre la puerta —Subaru
abrió la puerta. Con una mano, aún sostenía la toalla que estaba alrededor de
su cuerpo. Ai se giró para ir en busca de la ropa que le había conseguido y,
que esperaba fuera de la talla de su nuevo amigo—. Mira cómo me pongo esto y tú
haces lo mismo adentro, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
Cómo pudo, Ai se colocó una camisa y un pantalón. Su
corsé no le impedía colocarse la camisa mucho menos abotonársela, pero debido a
la parte más ancha de su vestido, sí se le complicaba ponerse el pantalón.
Frustrada, bajo la sonrisa de Subaru, terminó sacándoselo de un tirón.
—Cuando te lo pongas, súbete esto con cuidado —le advirtió, en referencia a la
cremallera.
—De acuerdo —Ai se sentó frente al escritorio que estaba
entre la cama y el ventanal y empezó a hojear un libro—. ¿Qué es eso? —sin
percatarse de la presencia de Subaru, la muchacha saltó sobre la silla—. ¿Estás
bien?
—Sí, solo… me asustaste —reconoció la aludida, mirándolo
luego de arriba abajo, sonriendo al notar que se había vestido correctamente—.
Por suerte, parece que sí recuerdas cómo vestirte —dijo la muchacha—. ¡Ah! Y
esto, es latín. ¿Quieres que te enseñe?
—Me gustaría.
—¡Muy bien! Entonces, empezaremos con las clases de
latín. Yo voy a tener que ausentarme durante la mañana pero… podríamos reforzar
cuando mis padres se vayan a dormir. Creo que podremos trabajar sin problemas
por la noche.
—Como Ai diga…
El cielo anunciaba que se iba a desatar una tormenta en
cualquier momento. Pero más que eso, le inquietaba lo que le había parecido ver
la noche anterior. Una mirada brillante e incluso animal que había llegado a
olvidar.
—Quizás sea remordimiento —soltó Toma, sintiendo el frío
viento que golpeaba contra su cuerpo.
—Toma —lo llamó Yuya. Somnoliento, el rubio no había
alcanzado a oír las palabras de su supplier.
Toma se giró, le sonrió y lo abrazó—. ¿Qué haces?
—Nada, salí a tomar un poco de aire.
—Hace frío, volvamos a la cama —le pidió el más bajo.
—Claro.
Ryuhei se despertó intentando alcanzar el cuerpo dormido
de su amante, pero abrió los ojos rápidamente al no hallarlo. Se sonrió con
somnolencia al verlo frente a la ventana, como si quisiera ver más allá de la
lluvia que caía en abundancia sin saber del todo muy bien desde cuándo.
—Yasu —lo llamó, apoyando su mentón sobre uno de sus
hombros—. ¿Sucede algo? —a modo de respuesta, el más bajo se giró e intentó
refugiarse entre los brazos de Ryuhei—. ¿Yasu…?
—Oí… la voz de Subaru…
—Eso es imposible —reconoció Ryuhei, alzando su rostro
con la mano para poder mirarlo a los ojos—. Hasta Erika-san desconoce su
paradero.
—Pero…
—Shh… No te preocupes. Y ya, vamos a dormir de una vez.
—Sí —dijo Shota, no del todo convencido, dándole un dulce
beso sobre los labios.
Al día siguiente, Subaru seguía estudiando latín, sentado
en el suelo rodeado de libros. Cuando miró hacia la silla donde había estado
sentada Ai, la encontró profundamente dormida. Él se levantó y sacó una frazada
de la cama para cubrir el cuerpo de la muchacha. Al sentir el contacto de la
tela sobre su cuerpo, Ai se quejó, pero no lo suficiente como para despertarse.
Tal acción le pareció tierna a Subaru, quien sonrió. Una serie de golpes sobre
la puerta, seguido de un llamado para Ai, hicieron que Subaru literalmente se
esfumara y, al mismo tiempo, que Ai se despertara sobresaltada.
—¿Ai? —la voz de Tadayoshi hizo que la aludida girara la
cabeza en dirección a la puerta, la cual se abrió segundos más tarde—. Vamos a
desayunar.
—Buen día…
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó, con una sonrisa,
acercándose a ella y levantando los libros que estaban regados sobre el suelo—.
¿Latín?
—Estoy repasando —le dijo la muchacha, sacándole los
libros de la mano—. El hecho de no hablarlo con nadie hace que pierda los
conocimientos que tengo en el idioma.
—Possis loqui ad me quisquam.
—Non
possum loqui tecum —sonrió la muchacha.
—Te espero abajo —le dijo su padre.
—Sí —Ai suspiró cuando volvió a estar
sola en su habitación. Se dio cuenta que había una manta sobre el suelo. Sonrió
al levantarla. Sabía quién la había puesto anteriormente sobre sus espaldas.
Salió hacia el balcón y miró hacia la torre—. Gracias.
Había pasado una semana desde que Ai
había empezado a enseñarle latín a Subaru. Por algún motivo, su alumno absorbía
muy rápido el contenido. Llegó a pensar que en menos de un mes, podría llegar a
hablar el idioma como si fuera un nativo. Debido al cansancio, su papel de
aprendiz de Erika se estaba volviendo cada vez menos llevadero, y eso sin
mencionar la cantidad de veces que se quedaba dormida en las reuniones, y que
ni con regaños de sus dos padres podía evitar.
—Ai —llamó su atención Ryuhei, palmeando
su hombro, haciéndola trastabillar—. Oye…, ¿qué te sucede? —le preguntó, sonriendo
debido a que la muchacha casi se cae al suelo.
—Nada, tengo sueño, ¿por qué? —repreguntó
la aludida, luego de un gran bostezo.
—Por eso mismo. ¿Qué estás haciendo en la
noche?
—Estoy practicando latín.
—¿Para qué? Si lo hablas muy bien…
—Por las dudas…
—Deberías darle más importancia a
aprender de Erika-san. Tu futuro es ser housekeeper,
no saber latín…
—Lo sé, pero… ¿Es realmente necesario? —le
preguntó, en voz baja.
—¿Qué cosa?
—Ser housekeeper.
—Oye, tú quisiste serlo… O es eso o…
seguir los pasos de tus padres —reconoció Ryuhei hincándose de hombros.
—¿No puedo ser secretaria como tú? —le
preguntó, aferrándose a su brazo, con una sonrisa.
—Puede ser… Pero no creo que Tacchon lo
quiera… Mira —Ryuhei se zafó del agarre de Ai y la agarró de los hombros. Pese
al odio que había sentido por su madre, entre ambos se había creado un lazo
cercano a la hermandad, y siempre era a Ryuhei a quien Ai le pedía consejos—…,
debes enfocarte en esto. Erika-san sabe lo que hace, sino no te hubiera elegido
como su aprendiz.
—Lo sé…
—Entonces, hazlo —finalizó, dándole una
palmada en la espalda, ocasionando que estuviera por caer al suelo de nuevo.
Esto hizo reír a Ryuhei—. En serio que estás dormida…
—Oye, Maru…
—¿Mh?
—¿Conoces el registro negro?
—¿El registro negro? Claro. Es el lugar
donde está registrada la vida y obra de todos los seres que estamos o
estuvieron aquí… ¿Por qué?
—Mhh… No. Por nada —dijo la muchacha, con
una pose pensativa—. Nos vemos luego.
—Nos vemos —la saludó el morocho,
quedándose intranquilo por la pregunta de la muchacha.
—¿Maru?
Shota llamó su atención. Al voltear a
verlo, Ryuhei sonrió por la manera curiosa con la que estaba siendo observado.
—Yasu, ¿puedo pedirte un favor?
—Claro.
—¿Puedes seguir a Ai?
—¿A Ai-san? ¿Por qué?
—Mhh… No sé… Hay algo que me inquieta…
Pero, quizás sea sólo mi imaginación —le sonrió Ryuhei.
—Ah… Disculpen —los interrumpió Yuya—.
¿Han visto a Toma?
—Mhh… No… ¿No estaba con usted? —le
preguntó Ryuhei.
—Exacto, estaba —recalcó el rubio.
Sigilosamente, Ai entró a la oficina de
Tadayoshi. Él aún seguía en la sala de reuniones, y tardaría un poco en llegar.
Husmeando en todos los cajones, encontró la llave que estaba buscando: una
barra de un metal brillante, rodeada de una fina cadena. Ai sostuvo el objeto
entre sus manos y lo besó. Acto seguido, salió de la oficina y se dirigió al
piso donde se encontraba el registro negro: un piso entero en el cual una
incontable cantidad de ficheros a lo largo y a lo ancho del mismo contenía la
vida y obra de cada una de los seres que habían vivido allí alguna vez, y a los
cuales sólo unos pocos tenían acceso. Y Tadayoshi era una de ellos. Valiéndose
de las habilidades enseñadas por Erika para pasar desapercibida, Ai entró al
lugar y del mismo modo llegó al fichero correspondiente a Subaru, pero cuando
intentó abrirlo, una barrera invisible se lo impidió, quemándole la mano en el
proceso. Ai se agarró la mano, cerrándola en un puño, pero cuando volvió a
abrirlo para ver las quemaduras, no vio absolutamente nada. Algo asustada por
todo aquello, decidió que lo mejor sería dejar las cosas como estaban y volver
a su casa. Al menos por ese día.
Sin saberlo, había sido seguida por
Shota, quien la vio salir de allí.
Yuya estaba saliendo de la empresa cuando
dio con las únicas personas a quienes no había preguntado por el paradero de su
pareja.
—¡Ryo-chan! —lo llamó, antes de que
ingresara al vehículo que lo llevaría de vuelta a su casa—. ¿Has visto a Toma?
—No, ¿por qué?
—¿Y tú, Tada-chan? —le preguntó al
vampiro que ya estaba sentado sobre el asiento del automóvil.
—No, lo siento. Desde que salimos de la
reunión que no lo veo.
—¿Adónde se habrá metido? —refunfuñó el
rubio.
—¿Ocurre algo malo? —le preguntó Ryo.
Yuya frunció los labios y se quedó mirándolo un largo rato—. ¿Qué…?
—¿Puedo pedirte un favor?
—¿Cómo puedo resistirme a esa carita? —retrucó
el morocho, sosteniendo su mentón y meciéndolo con fuerza de un lado a otro.
—¡Oigan! —llamó su atención Tadayoshi,
desde dentro del vehículo—. ¡Recuerden que yo estoy aquí!
Volviendo sobre sus pasos, Toma subió
hasta la torre donde su insomnio había vuelto a aparecer. Se apoyó sobre el
barandal alrededor de la misma y miró el lejano cielo azul extendiéndose a lo
lejos.
—La primera vez que me pasó esto fue
cuando te dejé encerrado… Despojado de todo… porque era lo mínimo que te
merecías por haberte metido con Yuya —a su derecha, algo llamó su atención. Era
un pequeño broche dorado con la forma de un ave. Se agachó para agarrarlo y lo
examinó cuidadosamente con la mirada—… Subaru…
Ai, Ryo y Tadayoshi cenaban y comentaban
lo sucedido ese día. La integrante menor de la mansión seguía sin encontrar
marcas de quemaduras en su mano.
—Dime, Ai, ¿has visto a Ikuta-kun por
aquí? —le preguntó Tadayoshi.
—No, ¿por?
—No, por nada. Curiosidad.
—¿Te aviso si lo veo?
—No, no, no. No hay problema.
—¿Papá?
—Dime…
—¿Cualquiera tiene acceso al registro
negro?
Tanto Tadayoshi como Ryo miraron a la
muchacha ante semejante pregunta.
—¿Por qué quieres saberlo? —le preguntó
Tadayoshi, con una sonrisa—. Todo lo que quieras, puedes preguntármelo a mí o a
Ryo-chan.
—Lo sé, pero… Es sólo curiosidad —se sonrió
la muchacha.
—Verás, Ai, sólo las personas que Erika
elije son las que tienen acceso a esos archivos. Son sumamente importantes
porque allí está toda nuestra vida, así que no cualquiera tiene la llave para
acceder a ellos.
—¿Sabes quiénes tienen las llaves?
—Sólo Erika lo sabe.
—¿Y hay… algún tipo de restricción?
—¿Restricción?
—Sí… Alguien que… no pueda acceder a esos
archivos ni aún teniendo la llave para hacerlo…
—Bueno… Sí, hay —respondió Tadayoshi, con
una pose pensativa—. Las brujas tienen el acceso prohibido a esa clase de
información.
—Ya veo.
—Si me disculpan —dijo Ryo, levantándose
de su asiento.
—¿No vas a terminar de cenar? —le
preguntó Tadayoshi.
—Se me quitó el apetito —le dijo el
hombre, dedicándole una sonrisa de lado—. Buenas noches.
—Que descanses —le dijo Ai, pero no
obtuvo respuesta.
—Yo también te dejo, hija —le dijo su
padre, rápidamente, pero no sin antes darle un suave beso sobre la frente—. Que
tengas dulces sueños.
—Gracias —susurró la muchacha, sin
comprender absolutamente nada de lo que había sucedido. En aquel momento, se le
ocurrió una idea, así que fue corriendo a la biblioteca.
Ryo se sobresaltó al sentir el abrazo de
su pareja. Se giró sobre la cama para mirarlo.
—¿Qué sucede? —le preguntó.
—¿A ti qué te sucede?
—Tú… lo sabes —susurró el aludido,
esquivando su mirada.
—Ryo-chan…
—Tadayoshi…, maté a su madre… ¿Cómo
pretendes que le diga lo que tú le dijiste mirándola a los ojos?
—No fue tu culpa…
—Sí lo fue. Yo lo pedí.
—Ryo-chan —Tadayoshi lo abrazó con fuerza—.
Eso ya forma parte del pasado. Como dijiste, Mirei está muerta, y no va a
volver.
El aludido suspiró, refugiándose entre
sus brazos.
Ai regresó a su cuarto, cargada de
libros. Subaru se acercó a ella rápidamente antes de que varios libros
terminaran estrellándose en el suelo y llamara la atención de todos, algo que
no debía suceder.
—Lo siento —se disculpó Ai, cerrando la
puerta a su paso—. Más tarde te traigo algo de cenar.
—Está bien —dijo el aludido, abriendo uno
de los libros y hojeándolo mientras se acercaba a sus apuntes.
—¿Estuviste leyendo todo esto? —le
preguntó, en referencia a los libros que descansaban a su derecha.
—Sí.
—No te dije que los leyeras todos hoy…
—Estaba aburrido… y Ai no regresaba.
—Lo siento, pero si me escabullo más
temprano, van a empezar a sospechar.
—Tienes razón…
—Como sea, te traje esto para que me
ayudes.
—¿Ayudarte? ¿A qué?
—Pude encontrar una forma de entrar al
registro negro —Subaru adoptó una graciosa expresión de sorpresa que hizo
sonreír a Ai—. El registro negro es el lugar del cual podremos averiguar tu
pasado. Mira —de entre sus ropas, la muchacha le enseñó la llave que había
sustraído de la oficina de Tadayoshi.
—Yo vi eso.
—¿Dónde?
—Donde me desperté.
—¿Tú tenías una llave? —de la sorpresa, Ai
terminó sentada en el suelo—. Entonces, debiste haber sido alguien importante…
¡Con más razón tenemos que… ir! —pese a su entusiasmo, la muchacha no pudo
ocultar su cansancio.
—Ai tiene que dormir…
—Sí… Eso parece… Bueno… Por ahora sigue
con eso y… yo mañana… te aviso… y vamos… ¿Sí? —le dijo, acomodando su cama para
acostarse sobre ella—. Buenas noches, Subaru.
—Buenas noches, Ai. Que descanses —le
deseó el aludido.
El aroma seguía siendo igual de podrido
que la última vez que había pisado ese sitio. Junto con aquel aroma, miles de
horribles recuerdos golpeaban su mente una y otra vez, con más fuerza. Llegó al
centro del lugar, donde un par de débiles luces titilaban. Se suponía que debía
estar ahí, hasta desmembrado si hubiera intentado escapar. Esas habían sido sus
indicaciones. Pero, lo único que había allí eran lo que alguna vez habían sido
las personas que él había contratado para despojar a su presa de su libertad y
de su alma. El destello de un objeto llamó su atención.
—Una llave —dijo Toma, sosteniendo el
objeto entre sus manos.
—Así que aquí estabas —la voz de Ryo lo
hizo girarse. Su presencia lo sorprendió, pero más que eso, le sorprendió no
haberse dado cuenta que alguien lo había venido siguiendo—. Estabas tan
enfrascado en tus pensamientos que no te diste cuenta que venía pisándote los
talones, ¿cierto?
—Así es. ¿Te mandó Yuya? —le preguntó,
mientras Ryo husmeaba el lugar con clara curiosidad.
—Bingo. ¿Qué es esto? ¿A quién mantenías
cautivo aquí, Toma? Debió haberte costado mucho.
—Efectivamente, unas tres cuartas partes
de mi patrimonio. Y viendo el resultado final… se ve que no valió mucho la
pena.
—¿A quién tenías?
—A Subaru.
—Todo este tiempo…, ¿estuvo aquí?
—Sí.
—¿Cómo lo hiciste…?
—Vino voluntariamente. Pensó que tarde o
temprano encontraría alguna escapatoria, pero como te dije, gasté tres cuartas
partes de mi fortuna para que no quedara ningún punto ciego en este lugar.
—Veo que te falló un poco… y te quedaste
algo corto de personal —dijo Ryo, en referencia a los esqueletos de las
personas que había contratado Toma y que estaban regados por el lugar.
—Sí, así parece. Ryo… Tienes que
ayudarme.
—¿Por qué siempre a mí? —se preguntó el
aludido, revoleando los ojos—. Tego no tiene que saberlo, ¿verdad?
—Aparte de eso… Tienes que ayudarme a
destruir este lugar.
—¿Por qué? Está alejado de todos. A nadie
se le ocurriría venir aquí ni perdiéndose.
—Si Subaru no está aquí, quiere decir que
está afuera. Y eso es grave. Si vuelve aquí, va a salir a la luz lo que pasó,
lo que le hice… Yuya no podría soportarlo. Me rechazaría y… No. No puedo ni
pensarlo.
—Qué curioso… Anoche pensé lo mismo respecto
a Ai —Ryo volvió su vista a un suplicante Toma—. Te ayudaré… porque sé mejor
que nadie como te sientes.
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