10 de febrero de 2018

[Memories] Capítulo 03: Descubrimiento

Ciaossu~!!
El miércoles no hubo fic porque tuve problemas de Internet -_-;
Pero ya están solucionados :) así que después de Memories, también les dejo la actualización correspondiente a Stray heart (en español xD) (en inglés suena mil veces más precioso ;wwwww;) (y no pude actualizar Memories anoche porque no sé qué le está pasando a Blogger -_-; ugh...)
Los dejo con el tercer capítulo de Memories. Ai está de curiosa y eso le puede costar caro :O
Enjoy~ ♥
Título: Memories.
Fandom: Johnnys.
Pairing: Shibutani Subaru x Kato Ai.
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, drama, violento.
Rating: NC-17.
Estado: En proceso.
Capítulo: 03/ 10
Cantidad de palabras: 2020.
Sinopsis: Ai y Subaru llegan al lugar donde él despertó, pero no encuentran nada excepto cenizas. Por su parte, la muchacha lo conduce al registro negro del cual logran extraer su ficha y la de Mirei. Sin embargo, esta vez su presencia es advertida por un guardia, y Erika se pone en la búsqueda de aquellos archivos. Cuando Ryuhei y Hiroki advierten que Ai podría haber sido quien los extrajo, también caen en la cuenta de que no pudo haberlo hecho sola...
Precuela: Supplier.

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Capítulo 03: Descubrimiento. 


Esa mañana Erika liberó a Ai de sus obligaciones, por lo cual, pese al frío clima, decidió ir con Subaru al lugar donde había permanecido cautivo, pero grande fue su sorpresa al encontrarlo completamente destruido.
—Era aquí —dijo Subaru, intentando agarrar una hoja que terminó convirtiéndose en cenizas al tacto.
—Está destruido.
—¿Crees que habrá sido la persona que me encerró? —le preguntó, visiblemente desesperado.
—Mhh… Puede ser. Pero no podemos precipitarnos. Ni siquiera sabemos quién hizo esto y por qué. ¿Pudiste leer algo de lo que te di?
—Sí… Algo sobre las brujas, ¿no?
—Así es —dijo Ai, sentándose sobre una piedra.
—Las brujas son criaturas que rara vez aparecen aquí. Utilizan pociones secretas y hechizos para conseguir lo que quieren. Suelen ser criaturas muy bellas y astutas, aunque se las considera potencialmente peligrosas. ¿Por qué Ai quería que leyera todo eso?
—Creo… que mi madre era bruja —respondió, mirando la mano con la que había querido intervenir en el archivo de Subaru.
—Pero Ai no lo es —la aludida lo miró—. Ai es muy buena para ser una bruja.
—Gracias —susurró la muchacha—. Vamos. Tenemos que sacar tu archivo del registro negro.

Volvió a entrar del mismo modo en que lo hizo la primera vez al registro negro. Pero, aunque esta vez sería Subaru el que obtuviera su vida, Ai decidió hacer una parada y averiguar cómo fue la vida de su madre.
—Kiritani Mirei —leyó la muchacha una pequeña placa con el nombre de su madre. Sin ningún tipo de problema, Subaru abrió el fichero y extrajo todo lo relacionado con la progenitora de Ai, a quien se lo entregó luego—. Gracias. Ahora vamos por el…
—¿Quién anda ahí? —se oyó decir desde la puerta.
—¡Vamos! ¡Rápido!
Arrastrándolo del brazo, Ai llevó a Subaru frente a su fichero, del cual también extrajo su archivo y terminaron desapareciendo como una sombra frente a los ojos del guardia que había intuido que había intrusos en el lugar.

—¿Cómo está Ai? —le preguntó Ryuhei a Shota, hablando por teléfono.
—“Bien. Aún no se ha levantado de su…”, un estrepitoso sonido interrumpió las palabras del rubio, quien sin poder articular palabra, ocasionó que Ryuhei oyera vocablos sin sentido.
—¿Yasu…?
—“Ai-san acabó de entrar a la mansión, pero… no la vi salir…
—¿Lo habrá hecho por la ventana?
—“Había alguien más con ella, pero… No sé quién es...
Ryuhei se quedó en silencio, pensando.
—Voy para allá —le dijo, finalizando la comunicación en el momento en que Hiroki pasaba corriendo por el pasillo—. ¿Uchi? ¿Qué sucede?
—Parece ser que alguien extrajo archivos del registro negro, tengo que avisarle a Erika-san.
Intentando atar cabos en su mente, Ryuhei se dirigió a la mansión donde estaban Ai y Subaru.

Subaru mantenía todo lo relacionado con su antigua vida sobre sus rodillas, sentado en el suelo. En cambio, Ai, intentaba devorar con la vista, todo lo relacionado con su madre. Encontró un pequeño papel cuadrado de color negro. Aunque intentó examinarlo con la vista, no había nada en él, simplemente era eso, un papel. Pero, en el momento en que instintivamente sopló sobre él, se despegó de su mano, formando una pequeña llama color violeta y cayó sobre el resto de sus hojas, cambiando su color por uno blanco, con la firma de Mirei sobre la misma y un pequeño dibujo hecho por ella.
—Mamá —sonrió Ai.
—¿Ai? ¿Estás ahí? —La voz de Ryuhei hizo que los ocupantes de la habitación se miraran. Subaru agarró su ficha y salió del lugar en dirección a la torre donde siempre estaba escondido. Ai, por su parte, escondió la de su madre debajo de su cama.
—¡Sí! Puedes pasar, Maru —lo autorizó a entrar la muchacha, mientras se sentaba frente a su escritorio y abría el primer libro que encontró cerca suyo. Recibió al recién llegado con una sonrisa, pero éste, parecía estar sospechando algo. Se dio cuenta al ver cómo sus ojos recorrían cada rincón de la habitación—. ¿Sucede algo?
—Nada en particular —respondió el aludido, sentándose sobre la cama al lado de Ai—. ¿Cómo estás?
—Bien… Supongo… Papá sigue en la empresa, ¿no?
—Sí. Pero creo que volverá pronto.
—¿Y eso?
—Robaron unos archivos del registro negro. Y supongo que Erika-san va a querer reunirnos a todos.
—Ah…
—De todos modos, sea quien sea que haya sido… Erika-san lo sabrá, tarde o temprano.
—Por supuesto que sí.
—Entonces, ¿nos vemos luego?
—Nos vemos luego —cuando Ai cerró el libro frente suyo, dejó que el papel que Mirei había dejado cayera y volara hacia Ryuhei, quien lo examinó con la mirada.
—Kiritani Mirei —leyó su nombre. Estaba por agarrarlo, pero a escasos centímetros, sintió que su mano era quemada por un fuego violáceo, como si ninguna otra persona excepto Ai debiera tocarlo—. De donde sea que hayas sacado eso… Devuélvelo —le dijo antes de salir de la habitación.
La muchacha se quedó pensando en la forma casi despectiva con que Ryuhei se refirió a aquel recuerdo que Ai tenía de su madre, así que, salió en su encuentro nuevamente, hallándolo en el living, junto con sus padres, Erika, Hiroki y Shota.
—¿Pudiste encontrar algo? —le preguntó Tadayoshi a Erika, sentándose en uno de los sillones.
—Aún no —respondió la aludida, imitando las acciones de Tadayoshi—. Pero estamos haciendo todo lo posible para encontrar a los culpables.
—Descubrimos que hace un par de días, hubo un intento de abrir uno de los archivos, pero se activó una alarma —dijo Hiroki.
—No me habías dicho nada al respecto, Uchi-kun —reconoció Erika.
—Lo siento mucho. Quería estar seguro para hacerlo, Erika-san. Pero, aunque no hemos dado con los culpables, sí sabemos que tiene poderes poco usuales.
—No nos estás ayudando con eso de poco usuales, Hiro —dijo Ryo, rascándose la nuca.
—¿Necesitas algo, Ai? —le preguntó Tadayoshi a su hija, quien había permanecido de pie en medio del umbral del living.
—Mh… No… Sólo saber por qué Maru tiene tan mala cara cuando se habla de mi madre.
Ante la apreciación de la muchacha, todos, excepto Hiroki, miraron a Ryuhei, quien sonrió de lado.
—¿En serio? Debe ser tu imaginación.
—Papá, ¿de qué murió mi madre?
—Ai, no es momento para esto…
—Nunca lo es. Siempre tienen una excusa cuando quiero saber mi verdadero origen. El ambiente se pone realmente tenso cuando empiezo a preguntar por ella, y aún ahora, lo es. ¿Por qué no me dicen la verdad de una vez? ¡¿Qué es lo que están esperando?!
—Era una bruja —respondió Ryuhei, después de lo que pareció una eternidad.
—Maru —llamó su atención Tadayoshi.
—Ya es suficiente, ¿no lo crees? —preguntó Ryuhei, mirándolo tanto a él como a Ryo—. Ai tiene razón, tiene que saber que su madre utilizó a su padre para darle la vida, y que Ryo…
—Que yo siempre estuve en el medio de su relación —lo interrumpió el aludido, fijando su vista sobre Ryuhei.
—Entonces, ¿es cierto? ¿Ella te manipuló? —preguntó Ai.
—Lo mejor es que nos vayamos yendo —dijo Erika, mirando a Hiroki y Shota, quienes asintieron.
—No, Erika, espera. Esto se termina aquí —los detuvo Tadayoshi, levantándose para acercarse a su hija—. Sí, Ai, fue así. Pero pese a lo que haya hecho Mirei, o a lo que haya sido…, me ha dado lo más hermoso que podía darme… Me dio tu vida —se sinceró el vampiro, acariciando una de las mejillas de su hija.
—Estoy cansada de tantas mentiras, papá…
—Lo sé. Y lo siento, pero, simplemente hay cosas que es mejor dejar en el pasado. Sólo recuerda a tu madre como siempre te la menciono: como una persona hermosa, sumamente especial y con un carácter bastante retorcido —Tadayoshi dijo la última frase, con una sonrisa en el rostro. Realmente le costaba traer a su mente recuerdos buenos de Mirei.
—Está bien —dijo la aludida, que, aunque no estaba del todo convencida con su respuesta, debía volver a su cuarto a averiguar el paradero de Subaru.
—¿Ohkura-san? —lo llamó Hiroki una vez Ai se fue.
—Dime.
—No quise decirlo frente a Ai-san, pero… la llave que se utilizó para entrar al registro negro… fue la suya…
—¿Eh?
—Tengo la leve sospecha de que Ai-san fue quien la utilizó, ambas veces.
—Pero… No, no, no. Ai tendrá bastantes sospechas respecto a Mirei, pero… No creo que sea capaz de hacer las cosas a mis espaldas. Yo siempre le dejé claro que podía contar conmigo para lo que necesitara, que podía confiar en mí.
El sonido del cuerpo de Ryuhei acomodándose sobre el sillón, lo volvió el centro de las miradas, una vez más.
—Maru —lo llamó Shota.
—¿Mh?
—¿No crees que es hora de que le digas lo que tú sospechas a Ohkura-san?
—Qué chismoso eres, Yasu —se quejó el aludido—. Bueno, la verdad es que…, un par de días anteriores al primer incidente con el registro negro, Ai vino y me preguntó exactamente qué eran.
—Ah —el vocablo mencionado por Hiroki, hizo que todas sus miradas se posaran sobre él—. Esa primera vez, se activó una alarma silenciosa.
—¿Alarma silenciosa? —preguntó Ryo.
—Sí. Si bien con la llave, cualquiera puede tener acceso al registro negro, hay una especialidad que no tiene acceso a la apertura de archivos.
—Las brujas —dijo Ryuhei. Hiroki le respondió con una movimiento afirmativo de cabeza—. Entonces, es Ai.
Un par de golpes sobre la puerta, interrumpieron a los presentes. Eran dos sirvientes de Erika, uno de los cuales, se acercó a la mujer y le dijo algo al oído.
—¿Qué…?
—¿Qué sucede? —le preguntó Tadayoshi.
—Lo que Maruyama-kun dijo tiene algo de sentido —respondió la mujer—… Uno de los registros faltantes, es el perteneciente a Kiritani-san.
—¿Uno? —preguntó Ryo—. ¿Quieres decir que se robó el de alguien más?
—¿El de quién? Por favor, responda, Erika-san —le pidió Ryuhei.
—El de Subaru…
—Pero si dices que Ai no puede abrirlos por ser hija de una bruja —dijo Tadayoshi.
—Quien robó los archivos… ¿fue Subaru…? —finalizó Ryo.
—Pero Subaru está desaparecido —dijo Shota—. Y en el remoto caso de que hubiera vuelto, lo habríamos sabido, ¿no?
—En realidad…, hay una posibilidad de no ser detectado —reconoció Erika—. Él puede sellar sus poderes. Hasta considerar necesario dar rienda suelta a su poder, puede manejarse utilizando una mínima parte de su poder. Fue nuestro error, sólo nos centramos en buscar cantidades abismales de energía.
—Voy a hablar con Ai —dijo Tadayoshi, levantándose del sillón y dirigiéndose con pasos presurosos al cuarto de su hija, lugar al cual entró seguido por los sirvientes de Erika y los demás.
—Papá —dijo la muchacha, pero se sonrió al ver la fila de personas que seguía hasta el pasillo—. ¿Sucede algo?
—Tú entraste al registro negro —declaró Tadayoshi.
—¿Eh?
—Ai, no me mientas. Entraste al registro negro con mi llave. ¿Por qué? ¿Tan poco confías en mí?
—No… No es eso…
—¿Entonces?
—Sólo… quería ayudar a un amigo —reconoció la muchacha.
—¿A un amigo? —preguntó Ryo—. ¿A quién?
Por algún motivo, sintiendo cómo las miradas de los demás la perforaban, Ai pensó que lo mejor sería no mencionar el nombre de Subaru.
—Ya se los dije, es un amigo.
Desesperado, Tadayoshi agarró a su hija de ambos brazos, haciéndola levantar de la silla donde estaba sentada.
—Dime la verdad —le suplicó, mirándola a los ojos, pero la muchacha no parecía estar por dar el brazo a torcer.
—No… No puedo —reconoció la muchacha, en un susurro.
—Ai, por favor —volvió a pedirle su padre, alzando un poco la voz.
De repente, como si hubiera sido un torbellino, algo entró a la habitación y rescató a Ai de los brazos de su padre.
—Idiota —dijo Ai, refugiada entre los brazos de Subaru, quien había brincado hasta su cama, donde estaba de espaldas a los presentes.
—¿Ai está bien? —le preguntó el morocho, ocasionando que Ai asintiera con la cabeza. Acto seguido, Subaru se giró y se puso de pie sobre la cama, mirando a los presentes—. No voy a dejar que lastimen a Ai —les dijo.

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