27 de febrero de 2018

[Memories] Capítulo 04: Arrepentimiento

Ciaossu~!!
Recién actualizo porque estuve vaga estos días xD ¿Qué les parece la nueva cabecera del blog? ¿No es hermosa? :3 Hubiera cambiado también los colores, pero ya~ Me llevó todo el día y con Livejournal no terminé todavía ;;
Los dejo con el cuarto capítulo de Memories. ¡Que lo disfruten y vuelvan más tarde que se viene el último de Stray Heart! ;wwww;
Enjoy~ ♥

Título: Memories.
Fandom: Johnnys.
Pairing: Shibutani Subaru x Kato Ai.
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, drama, violento.
Rating: NC-17.
Estado: En proceso.
Capítulo: 04/ 10
Cantidad de palabras: 4516.
Sinopsis: Ryuhei diagnostica que Subaru tiene amnesia, pero ninguno de los presentes puede creerlo realmente. Ryo y Toma se alían para evitar que Yuya se tope con Subaru pero fallan miserablemente y ese encuentro trae terribles consecuencias, y sobre todo, la marcha de planes muy distintos entre sí. Por una parte, Erika va a tratar de descubrir dónde estuvo Subaru todo ese tiempo, Toma va a intentar de que Yuya no despierte, y Subaru va a ayudar a Ai a recuperar al menos unas cuantas páginas del archivo de Mirei... al menos hasta volver a sacar el completo del registro negro.
Precuela: Supplier.
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Capítulo 04: Arrepentimiento. 


Los presentes estaban más que sorprendidos. Ninguno podía entender cómo y por qué Subaru estaba ahí, vivo, y, por sobre todo, por qué estaba protegiendo a Ai.
El primero en reaccionar fue Ryo, quien saltó a la cama y se quedó de pie entre ambos. Miró a Subaru fijamente, desde arriba. A diferencia de la mirada de posesión con la que siempre lo había mirado cuando era secretario de You, esta vez, Subaru lo hacía como un cachorro que tiene miedo ante una persona desconocida.
—Papá…
Subaru ladeó la cabeza, después de mirar a Ai y luego a Ryo, a quien observaba con una curiosidad un tanto infantil.
—Ryo-chan —llamó su atención Tadayoshi. Cuando el aludido lo miró, negó con la cabeza, por lo que bajó de la cama y volvió a su lado.
—¿Alguien me puede explicar qué rayos está sucediendo aquí? —preguntó Ai.
—¿Quién es él? —le preguntó Tadayoshi, a quien Ryo lo miró con el ceño fruncido.
—Su nombre es Subaru. Lo encontré en casa de Tegoshi el día de mi cumpleaños.
—¿Y por qué está aquí? —siguió interrogándola su padre.
—Porque no tiene adónde ir. Es decir…, no recuerda dónde vive.
—¿Tiene amnesia? —preguntó Shota, en voz baja, pero aún así, Subaru alcanzó a oírlo, por lo cual lo miró. Al sentir su mirada sobre él, el rubio desvió su vista, y fue protegido por Ryuhei.
—¿Quieres que me fije si tiene alguna herida? —le preguntó Ryuhei, acercándose a ambos.
—¿Lo harías? —le preguntó Ai.
—Por supuesto que sí —respondió el aludido—. ¿Nos dejarían a solas, por favor? —Pidió.

En el living, esperando por el diagnóstico de Ryuhei, Ai se dio cuenta rápidamente que la presencia de Subaru no parecía ser del agrado de los presentes.
—No me hizo nada —soltó, convirtiéndose en el centro de las miradas.
—¿Qué? —preguntó Tadayoshi.
—Que no me hizo nada. No sé por qué tanto alboroto —reiteró la muchacha, también mirando a Ryo.
—Discúlpame por protegerte —le dijo el aludido.
—No te pedí que lo hicieras…
—Ai, ya basta —le pidió Tadayoshi.
—¿Qué va a suceder con él? —preguntó Hiroki.
—Tiene amnesia —dijo Ryuhei, entrando al living y lanzándose sobre uno de los sillones. Los presentes lo miraron—. Lo mejor es que se quede aquí hasta que recupere la memoria —sentenció, mirando fijamente a los padres de Ai, para que por ningún motivo refutaran su idea.
—Lo siento, yo tengo que irme —dijo Hiroki, prácticamente huyendo cuando Subaru se asomó.
—Hiroki-kun, ¡espera! —le dijo Erika.
—¡Ah! ¡Erika-san! —interrumpió Ai su carrera—. Me preguntaba si podía ayudarme…
—Espero que mañana esos archivos estén en su lugar, Ai —le dijo la aludida, con una seriedad que ella jamás había visto en la housekeeper.
—Te lo mereces —le dijo Ryuhei, sin siquiera mirar a Ai, una vez Erika y Hiroki se fueron de la mansión.
—Oye, ¿qué te pasa? —lo increpó la aludida—. ¡Desde la mañana que estás atacándome! ¡Y no sólo a mí, sino también al recuerdo de mi madre!
Los siguientes movimientos fueron tan rápidos que aquellos quienes no estaban interviniendo apenas pudieron ser capaces de seguirlos: Ryuhei agarró a Ai de los hombros y empujó su cuerpo contra la pared, pero el brazo de Subaru justo frente a su cuello, le impidió hacer otro movimiento.
—Muévete —le dijo Ryuhei.
—No le hagas daño a Ai —expresó Subaru. Ryuhei lo miró.
—No te metas en lo que no te incumbe.
—Sí me incumbe si tiene que ver con Ai.
—Escúchame bien, olvídate de tu madre —le dijo Ryuhei a Ai. Esta vez, fueron Ryo y Tadayoshi los que saltaron a sus espaldas—. Ella no merece siquiera una lágrima tuya —susurró, tranquilamente, mientras la soltaba.
Ryo se quedó mirando a Ryuhei hasta perderlo de vista cuando salió de la habitación en dirección a la salida. No mucho tiempo más tarde, Shota lo siguió.
—Vamos a dormir —pidió Tadayoshi.
—Sí… Creo que será lo mejor —dijo Ryo.

El gélido clima proveniente del extenso océano se colaba por su cuerpo hasta llegarle a los huesos. Toma se aferró a la manta que lo cubría. Se giró al oír sonidos detrás suyo.
—Me estaba congelando.
—Mentira, recién te vi llegar —le dijo Ryo.
—Podría haberme muerto esperándote, ¿sabes? —siguió—. ¿Y bien?
—Tenías razón. Subaru está vivo —Toma no dijo nada, simplemente lo escuchó—. Y está durmiendo en casa.
—¿Qué…?
—se encontró con Ai. Maru dijo que tiene amnesia.
—Pero… ¿Dijo algo más? ¿Cuándo va a recuperar la memoria? —preguntó Toma, con un tono de desesperación.
—Cálmate un poco. Maru no dijo nada. Supongo que tendremos que esperar un poco para saberlo. Pero, Toma, hay otra cosa que me preocupa. Tanto él como Ai sacaron archivos del registro negro.
—¿Ai-chan? ¿De quién iba a querer saber--? Su madre…
—Así es…
—Y, ¿qué tienes pensado hacer?
Ryo suspiró y miró el cielo escasos segundos, como si quisiera ordenar las palabras que iba a transmitirle a continuación.
—Hay que alejar a Subaru de Ai. No me importa cómo. Es más…, creo que sé quién podría ayudarnos…, aunque no estoy del todo seguro si esa sea la mejor solución, pero…, no se me ocurre otra cosa —reconoció, con una media sonrisa.
—¿En quién piensas?
—En Maru…
—¿Crees que accederá?
—Si es para salvar a Ai, no lo dudaría. Maru no es muy feliz con la idea de que Ai sepa la verdadera historia de su mami.
—No… Debe haber otra manera. No es que desconfíe de Maru, pero…, recuerda que aún mantiene residuos de shadow. Es mejor no tentarlo…
—Esa era mi idea. Cuando tengas alguna mejor…
—Trata que no se cruce con Yuya, por favor.
—Eso es algo de lo que tú deberías ocuparte. Por lo menos ahora ya sabes dónde está.

Sabía que mirando el reflejo de las estrellas a través de la ventana, Ryo no iba a volver, donde sea que se hubiera ido. Optó por bajar las escaleras y buscarlo él mismo. Sonrió al ver la luz de la biblioteca encendida.
—Ah… Eras tú —le dijo Tadayoshi a Subaru, quien estaba sentado en el suelo, rodeado de libros.
—O… Ohkura-san—Mencionó su nombre el aludido, incorporándose y dedicándole una reverencia—. No podía conciliar el sueño.
—¿Y te pusiste a practicar italiano? —repreguntó Tadayoshi, mirando de reojo el contenido de uno de los libros.
—Ai me está ayudando a aprender.
—Pero no todo lo que necesitas saber está aquí en los libros, Subaru.
—Lo sé, pero… Quiero saber. Quiero saber por qué estaba ahí.
—¿Adónde?
—Encerrado en aquel lugar. Cuando duermo, vienen a mí cosas horribles. ¿Qué hice… para haber merecido todo eso? —susurró la última pregunta, con una mirada de súplica para Tadayoshi. Si por algún motivo, Tadayoshi aún mantenía cierta desconfianza para con Subaru, en ese momento, se había disipado por completo.
—Eso es algo que tendrás que descubrir por ti mismo —le dijo el vampiro, después de unos segundos—. Espero que concilies rápido el sueño. Es mejor que descanses.
—Gracias, Ohkura-san —sin agregar palabra alguna, Tadayoshi le sonrió, antes de salir de la biblioteca. 
Camino a la habitación, Tadayoshi se encontró con Ryo.
—Hasta que al fin apareces. ¿Dónde estabas?
—Fui a tomar un poco de aire —respondió. Subiendo ambos las escaleras, Tadayoshi lo agarró del brazo.
—Todo esto… es demasiado complejo, ¿no lo crees?
—¿Dónde está Subaru?
—Leyendo, en la biblioteca.
—Deberías quitarle a Ai esos archivos.
—Y tú deberías quitarte de la cabeza que Ai va a dejar de quererte cuando sepa lo de Mirei. Ryo-chan… tú eres su padre de la misma forma en que yo lo soy. Quizás tú no la hayas concebido, pero Ai te ama.
—Coincido con Maru en que debe dejar de preocuparse por Kiritani —le dijo, entrando ambos a su habitación—. Nada va volverla a la vida.
—Eso es verdad, pero…
—¿Por qué no le decimos a Maru que nos ayude? —preguntó Ryo, acostándose en la cama y cubriéndose hasta la altura de la nariz con las frazadas.
—¿A qué? —repreguntó Tadayoshi, imitándolo.
—A alejar a Ai de Subaru.
—No es tan malo.
—¿Lo dices en serio?
—Obviamente no voy a estar tan tranquilo con un buitre que está alrededor de mi hija, pero…, creo que deberíamos esperar a ver qué diagnostica Maru con exactitud. Como si Subaru va a recuperar la memoria o no.
—Y mientras tanto, ¿qué?
—Seguir como hasta ahora. Bajé a buscarte y me crucé con él. Realmente no recuerda nada de lo que hizo.
—Puede fingir.
—No confías en las personas, ¿cierto?
Ryo lo miró, pese a estar a oscuras.
—¿Y tú? ¿Confías en Subaru?

—Lo sentimos mucho —dijeron al unísono Ai y Subaru a Erika, junto con una profunda reverencia después de dejar los archivos que habían robado sobre su escritorio. La mujer los agarró entre sus manos y se los entregó a uno de dos de sus sirvientes que se encontraban de pie detrás suyo.
—Demás está decir que esto no debe volver a suceder —movida por la curiosidad, Erika se levantó y, junto con el sirviente que había quedado en su oficina caminó alrededor de Subaru—. Es increíble…
—¿Qué cosa? —preguntó Ai.
—No siento ningún poder en él...
—Erika-san, ayúdelo, por favor —le pidió la muchacha, ocasionando que la aludida lo mirara. Dos leves golpes sonaron sobre la puerta, dando paso a Hiroki, quien se quedó petrificado al ver a Subaru en el lugar. Sin embargo, con una seña de mano, la housekeeper lo invitó a entrar—. Subaru no recuerda absolutamente nada, aparentemente estuvo secuestrado, pero cuando fuimos a ese lugar, ya estaba desmantelado.
Mientras Ai hablaba, Erika no hacía otra cosa más que tratar de encontrar alguna expresión, algún sentimiento mínimamente cercano a los que le despertaba aquel Subaru que ella había conocido, pero la presencia de Hiroki, a quien había querido tomar como su supplier hace mucho tiempo atrás, ahora parecía no generar ni el más mínimo estímulo en su persona.
—Lo siento —resolvió la mujer, finalmente, regresando a su asiento—. Pero tengo las manos atadas en este momento, Ai-chan.
—¡Pe--!
—Y ni tú ni Subaru-kun están en posición de venir a pedirme absolutamente nada. Hasta que se decida cuál será el destino de ambos, estarán debidamente custodiados. Ahora, por favor, tengo cosas qué hacer.
Ai y Subaru salieron de la oficina en silencio. El muchacho se quedó mirando a Ai con algo de miedo, ya que no lograba descifrar la expresión que ella tenía en su rostro.
—¿Ai…?
—Pero, ¿qué rayos le sucede? —susurró Ai, dando zancadas sobre el pasillo—. “No están en posición de pedirme nada”. Es la primera vez que me habla así.
—Ai va a estar bien —le dijo Subaru, posando su mano sobre uno de los hombros de la muchacha. La aludida lo miró y le sonrió.
La reunión había terminado y todos estaban saliendo en dirección al pasillo.
—Ah, ¡papá!
Su llamado no sólo llamó la atención de Tadayoshi, sino también la de todos los presentes.
—Pero, ¿qué rayos…? —susurró Ryo. Segundos más tarde volvió su vista a Toma. Ambos se dieron cuenta que su plan para que Yuya no se enterara de la aparición de Subaru había fallado miserablemente.
—No…
—Yuya, vámonos —le pidió Toma, agarrándolo del brazo. Pero el rubio estaba en un estado de trance. No había podido olvidar aquellos orbes oscuros que le había hecho despertar un poder que no sabía que poseía. De nuevo, le era imposible escapar de aquella oscuridad en la cual, esta vez, él mismo se estaba hundiendo—. Yuya, vámonos —repitió su supplier. Lejos de hacerle caso, Yuya recordó absolutamente todo lo que había sucedido desde aquella vez. Como si hubiera un zumbido imposible de sacar dentro de sus oídos, cayó de rodillas al suelo y, tapándoselos, gritó con todas sus fuerzas, haciendo estallar todos los vidrios de un total de cinco pisos enteros, contando en el que estaban.
Cuando todos pudieron volver en sí de la conmoción, se dieron cuenta que algo los había protegido. Y cuando se dieron cuenta de quién había sido, nadie podía creerlo realmente.
—Subaru —mencionó Ryuhei su nombre.
—Ayúdenme a llevarlo a la enfermería, por favor —pidió Toma.
—Yo te ayudo —le dijo Takahisa, quien había estado al lado de Yuya sin que su supplier hubiera reparado en su presencia. Toma asintió con la cabeza, pero sus sentidos aún se encontraban aturdidos.
—Ikuta-kun, deja que Shige se encargue, por favor —le dijo Keiichiro, posando su mano sobre uno de sus hombros. El aludido asintió con la cabeza, y cayó de rodillas sobre el suelo. Ryo pudo ver cómo el cuerpo de su amigo parecía estremecerse.
—¿Qué sucedió? —preguntó Erika, llegando al lugar junto con Hiroki y sus sirvientes—. ¿Están todos bien?
—Sí, todo está bien —dijo Tadayoshi en un suspiro—. Sólo… Tegoshi tuvo un malestar.
—Creo que puedo entender el motivo —dijo la mujer, acercándose a Ai y Subaru—. ¿Qué hacen ustedes aquí?
—Estábamos saliendo y… de repente —por más que Ai trataba de relatar lo sucedido se encontraba sorprendida por lo sucedido con Yuya. Erika miró a Subaru, estaba con la cabeza gacha, como si algo lo preocupara. Sin embargo, un brazo suyo todavía estaba en alto, como si quisiera proteger a Ai aún cuando el peligro parecía haber pasado.
—De acuerdo, vayan a casa —con un movimiento de cabeza, Erika advirtió a sus sirvientes que siguieran los pasos de aquel par.
—Ai —Subaru llamó la atención de la aludida—. Vamos a su casa, ¿no es así, Ohkura-san?
—Sí.
—Nos vemos más tarde, entonces.
—¿Qué sucedió? —preguntó Erika, una vez Ai y Subaru ya no estaban presentes.
—Tegoshi vio a Subaru… Y bueno… El resultado de ese encuentro ya lo conoces.
—Debí haber sido más precavido —dijo Ryo.
—¿Respecto a…? —preguntó Erika. Sin darse cuenta Ryo había pensado en voz alta, por lo cual, no le quedó otra más que decir medianamente la verdad.
—La misma noche que Subaru apareció en nuestra casa hablé con Toma al respecto. Nos habíamos puesto de acuerdo en evitar que Tegoshi lo viera, pero… Fue mi culpa —susurró.
—No, Ryo, no fue tu culpa. De alguna forma, todos la tenemos. Yo también me olvidé de Tegoshi-kun —reconoció Erika en un suspiro.

—Ai-sama, síganos por aquí, por favor —cuando la aludida volvió en sí, vio un vehículo esperándola con la puerta abierta en la entrada del lugar. Levantó la vista y vio a los sirvientes de Erika simplemente cumpliendo con su labor.
—¿Es que acaso ahora somos criminales?
—Nosotros solo cumplimos órdenes de Erika-sama. Por favor —repitió quien estaba más cerca de la puerta, haciéndole un gesto con la mano para que entrara al vehículo.
—Ai, vámonos —le pidió Subaru. Todavía renuente a tener que cumplir órdenes, la muchacha hizo caso a lo pedido por su amigo y ambos abordaron el vehículo que los llevó de nuevo al hogar de la primera. Durante todo el viaje, Subaru no pudo despegar la vista de lo que ocurría más allá de aquella ventanilla que lo aislaba del exterior.

Erika llegó a la habitación correspondiente a Yuya. Lo que era conocido como la enfermería era un largo pasillo desde el cual podían verse todas las habitaciones disponibles. Luego del accidente ocasionado por Yuya, la mayoría estaban ocupadas. Encontró a Toma frente a uno de los cristales, y a Takahisa sentado en una de las sillas frente a la misma.
—¿Cómo se encuentra Tegoshi-kun? —le preguntó a Takahisa, dándole la espalda a Toma.
—¿Ahora se preocupa por él? —repreguntó el supplier del rubio.
—Sabes con quien hablas, ¿o es necesario que te lo recuerde, Ikuta-kun? —dijo la mujer.
—Claro que lo sé. Pero, ¿acaso usted no dijo que “también  se había olvidado de Tegoshi-kun”? No hice más que repetir sus palabras —reconoció Toma, girándose para mirar sus espaldas.
—Si hubieras escuchado como corresponde, hubieras escuchado también que yo me hice responsable de lo sucedido.
—¿Y si en vez de arrepentirse ahora hubiera evitado que Yuya volviera a ver a ese maldito?
—Ikuta-kun, cuida tus palabras, por favor —le pidió Erika—. Lo hecho, hecho está. Lo que debemos hacer ahora es ayudar a Tegoshi-kun en su recuperación.
—¿Debo recordarle lo que sucedió cuando Yuya despertó?
Erika se giró para mirarlo. Takahisa asomó su cabeza por los flancos de la mujer para mirar a Toma.
—¿Qué estás pensando, Ikuta? —le preguntó el secretario.
—Yuya no debe despertar—automáticamente, Takahisa se levantó y agarró a Toma por el cuello de la camisa hasta golpear su cuerpo contra el cristal de la habitación. Dentro de la misma, la enfermera que estaba atendiendo a Yuya, los miró. Erika negó con la cabeza, por lo cual, siguió con sus labores—. ¿Acaso crees que para mí todo esto es fácil? ¿Crees que haber dicho lo que dije fue fácil? ¡Claro que no quiero que Yuya jamás despierte! Pero tampoco quiero que vuelva… No… No lo soportaría… No encuentro otra manera de evitarlo… No la tengo —a medida que hablaba, su voz se había tornado temblorosa y el agarre que Takahisa mantenía sobre él fue debilitándose hasta el punto en que pudo sentarse sobre el suelo. A lo lejos, Ryo y Tadayoshi habían presenciado toda la situación.
—Y tú sigues insistiendo en mantenerlo cerca de Ai —le dijo Ryo a su pareja. Sin esperar respuesta, giro sobre sus talones y volvió sobre sus pasos.
—Ryo-chan, espera. Ryo-chan.
Por el mismo camino por el cual Tadayoshi perseguía a Ryo, Hiroki los cruzó en sentido contrario. Saludó a ambos con una reverencia, pero Ryo parecía tan enfrascado en sus pensamientos que no se percató de ello. Su antaño mejor amigo se lo quedó mirando unos segundos, antes de volver a recorrer aquel pasillo hasta llegar a Erika.
—Erika-san —llamó su atención el muchacho. Acto seguido, le entregó una carpeta a la mujer.
—Ah. Hiroki-kun. ¿Aquí está todo?
—Sí. Heridos, aquellos quienes no resultaron heridos, artefactos que han quedado inutilizables, ambientes destruidos, todo.
—¿Lo ves? Ahora Tegoshi no es más que un número para ti —susurró Toma.
Erika decidió que ese no era el mejor lugar para hablar al respecto. Simplemente, se volvió hacia Hiroki y, junto con sus sirvientes, siguieron el mismo camino tomado por Ryo y Tadayoshi segundos antes.
—Lamento lo sucedido —le dijo a Hiroki.
—Eh… ¿Lo de Ikuta-san?
—No —se sonrió Erika—. Me refiero a Subaru. Realmente necesitaba saber si recordaba algo y…, como tú tuviste algún tiempo viviendo con él, pensé que serías el más indicado para darme una mano.
—Ahhh… Me hubiera gustado que por lo menos me hubiera dado aviso —suspiró el aludido.
—Lo siento, pero el factor sorpresa era indispensable en este caso. A propósito…, necesito que me hagas otro favor al respecto.
—¿Usted también lo notó?
—¿Qué cosa?
—No es que Subaru haya querido protegernos a todos. A la única persona que él trató de proteger fue  a Ai-san. Es más, creo que él no está siendo consciente del verdadero alcance de su poder.
—Y aún desplegando un campo de energía tan poderoso sigue sin utilizar un 15% de su poder.
—¿Sigue midiendo?
—No dije que dejaran de hacerlo en realidad —reconoció la mujer—. Su aparición es algo que me desconcierta.
—Erika-san —la aludida lo miró—, ¿y su desaparición?
—Para eso te necesito a ti de nuevo —respondió Erika, sonriendo ampliamente.
—Me lo temía…

El estrepitoso sonido de la puerta de la mansión cerrándose alertó a Ai y Subaru, quienes practicaban alemán en el living. Cuando ambos salieron a la recepción, se dieron cuenta que en algún momento había empezado a llover.
—Ryo-chan, espera —llamaba Tadayoshi la atención de su pareja, pero éste, lejos de hacerle caso, huyó subiendo por las escaleras—. Ah…
—¿Pasó algo malo? —preguntó Ai.
—Es —Tadayoshi estaba por decir algo, pero desistió al ver a Subaru —… No es nada… Ya lo solucionaré —respondió, finalmente, forzando una sonrisa.
—¿No vas a acompañarnos a cenar? —volvió a preguntar Ai, pero Tadayoshi ya estaba a la mitad de las escaleras.
—No, no tengo apetito. Cenen ustedes y váyanse a dormir temprano, ¿de acuerdo?
—No pude terminar de leer los archivos de mi madre, me regañan, me ponen niñeros y, ahora, mis padres se pelean y no sé por qué… Ya estoy cansada de todo esto —dijo Ai, sentándose sobre uno de los sillones que estaban en el comedor—. Creo que yo tampoco voy a comer esta noche.
De repente, Subaru se halló solo con los dos sirvientes de Erika, quienes eran sus guardaespaldas. Él los miró, pero no les dijo nada.
—Ai siempre se olvida de los demás cuando está preocupada por algo —dijo.
—¿Shibutani-san también va a ir a dormir? —preguntó uno de los sirvientes.
—Sí. Yo tampoco tengo apetito.

La tormenta pareció volverse más violenta mientras la noche pasaba, y eso repercutía en los pensamientos de los ocupantes de aquella mansión.  Por una parte, Tadayoshi se dio cuenta del pesar que Ryo tenía por lo sucedido con Yuya: no pudo pegar un ojo al verlo inquieto y hasta con pesadillas mientras sollozaba y sufría llamando a Yuya por su apellido. Por otra parte, Ai se encontraba casi en su mismo estado: no había podido terminar de leer el archivo de su madre, por ende, no sabía de qué forma había muerto. Sin embargo, entre sus pensamientos, halló una pequeña luz de esperanza. Saltó de la cama y abrió la puerta de su cuarto, pero grande fue su sorpresa al ver a Subaru frente a la misma. Inmediatamente, Ai se hizo a un lado para dejar que él entrara, sin preguntarle siquiera por qué estaba ahí.
—Tú leíste todos los libros que te di, ¿no? —le preguntó.
—Hay una forma de que pueda recuperar el archivo de su madre.
—Pensé que ibas a decirme que había un hechizo que me ayudaría a recuperarlo de mis recuerdos…
—Aparte. Podemos hacer eso mientras tanto.
—Y, ¿cómo vas a recuperarlo? Erika nos tiene la entrada vetada…
—¿Acaso no recuerdas que te dije que yo también tenía una llave? Si es que la tenía, quiere decir no sólo que yo tengo acceso a los registros sino, también, que no sonará ninguna alarma si vuelvo a sacarlo de ahí.
La muchacha no podía soportar tanta felicidad junta. Saltó varias veces en su lugar hasta lanzarse en la cama y gritar con una almohada sobre su boca. Acto seguido, volvió a levantarse.
—Gracias.
—Si quieres…
—¿Lo intentamos ahora?
La emoción de Ai contagió a Subaru. Ambos fueron hasta la torre para realizar el hechizo correspondiente. Lo único necesario para realizar el hechizo eran hojas de papel y obviamente, recitar el encantamiento correspondiente.
—Cierra los ojos —le pidió Subaru a Ai, ambos sentados en torno a una pila de hojas de papel en blanco. Acto seguido, agarró la mano derecha de Ai y la condujo sobre los papeles, sin tocarlos—. Ahora, intenta recordar cada una de las hojas que viste y en el orden correspondiente.
—Está bien.
Mientras Ai recordaba lo que pudo ver del archivo de su madre, sin soltar su mano, Subaru recitó un hechizo que ella no alcanzaba a oír. No supo cuánto tiempo pasó o si la tormenta había cesado, lo único que había en su cabeza eran aquellos pocos recuerdos que había de su madre y la voz de Subaru.
—Ya está.
Cuando Ai abrió los ojos, no podía creer lo que estaba viendo. Alrededor suyo se extendían papeles con lo que ella había visto de la vida de su madre. Agarró uno y, de no ser porque la hoja era nueva, podía decirse que era una copia perfecta.
—Listo. Te has recibido como mago.
—O brujo.
—Lo que sea. Subaru…, gracias.
—Espero que Ai se divierta con esto hasta que pueda traerle el archivo completo.
—Sé que lo harás rápido, así que tendré que apurarme y leerlo.

Camino a su cuarto, Subaru se dio cuenta que la tormenta había cesado. Esperó a que Ai entrara a su habitación para hacer él lo mismo, pero algo lo inquietaba y era consciente de que la razón no estaba justamente en ese lugar. Salió de la mansión y caminó por el costado del sendero, no sin antes, protegerse con un hechizo para pasar desapercibido de los custodios enviados por Erika. Creyó que dio resultado cuando estuvo de pie frente a aquel muchacho. Pero, esta vez, su mirada carecía de terror. De hecho, estaba inconsciente.
—Ikuta te llega a ver aquí y mínimo, te asesina.
Cuando volteó la cabeza, vio a Takahisa a su lado.
—¿Y tú por qué no lo haces?
—Yo soy un poquitito más diplomático que él. ¿Qué haces aquí?
—Quería pedirle disculpas por lo que hice —respondió Subaru, mirando a Yuya a través del cristal—. Le hice recordar cosas horribles…, dolorosas… El mismo terror que lo invadió en aquel momento, me invadió también a mí. Yo… Lo siento mucho…
—Creo que lo mejor es que vuelvas a casa de Ohkura-san —dijo Hiroki, quien había seguido los pasos de Takahisa—. No quiero tener que decirle a Erika-san que te burlaste de sus sirvientes.
—Lo siento —se apenó Subaru, con una sonrisa nerviosa—. No iba a estar tranquilo hasta venir a verlo.
—Lo mejor es que no vuelvas a hacerlo. No sin autorización de Erika-san —Hiroki se abrió paso para que Subaru volviera sobre sus pasos—. Te acompaño.
Subaru le dirigió una reverencia a Takahisa y luego a Yuya, a quien volvió a pedirle disculpas. Cuando el pelirrojo vio a Hiroki y Subaru a la distancia, entró a la habitación y posó una de sus manos sobre la de su amigo.
—No tienes ni idea de quién vino a verte.

—Lamento mucho lo sucedido, Uchi-san —Hiroki se sorprendió sobremanera al oír la forma en que Subaru lo llamó.
—No… No… La próxima vez… No hagas esto, ¿de acuerdo? —el aludido asintió—. A propósito…, Ai-san dijo que estuviste secuestrado. ¿Recuerdas dónde fue?
—Fuimos con Ai, pero… ya no estaba…
—¿Puedo… verlo…? —le preguntó Hiroki—. Sólo cierra los ojos y recuérdalo lo mejor que puedas.
Subaru hizo caso a las palabras de Hiroki. Cerró los ojos y recordó lo poco que podía del lugar donde había estado.
—¿Puede ver cómo estaba antes de que perdiera la memoria? —le preguntó al abrir los ojos ya que las imágenes que él tenía volvieron a repetirse.
—No. Lo siento. Sólo puedo ver lo que está ahora en tu mente.
—Ya veo… ¿Va a ayudarme? —le preguntó luego de una larga pausa.
—Lo intentaré.
—Gracias.
Una vez vio a Subaru perdiéndose entre la maleza, Hiroki cayó sobre uno de los escalones. Aún no estaba acostumbrado a que el sujeto a quien antes no le importaba matar a alguien a sangre fría, ahora lo esté tratando con amabilidad. De alguna forma, entendía a la perfección el por qué de la reacción de Yuya apenas lo vio. Lo que lo diferenciaba de él era que Hiroki no tenía ni una mínima pizca de su poder y que todavía era bastante cobarde como para defenderse él solo, aunque ya era hora que lo fuera haciendo.






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