錦戸亮 - Julia (aunque la original es de V.West xD)
En casa~
Ciaossu~!!
¿Qué ven mis ojos? ¡¿Otra vez Touch?! Pasó octubre pero llegan dos fechas memorables: Navidad y el viaje de estudios... ¿Adónde irán? ¿Podrán ir a Osaka o quien escribe tiene otra idea maquinando en su cerebrito? Who knows~ xD Nos enteraremos cuando le llegue el turno xD
Mientras tanto, los dejo con Touch ;3
Enjoy~ ♥
Una situación que aparentaba ser vivida anteriormente, renace. Quizás, todo sea un disfraz, quizás todo lo sucedido hasta el momento, no había servido de nada.
"En ese momento, no supe qué hacer.
No por la situación en sí, sino por mi amigo.
Aunque me dijo que no sentía nada por Nishikido-san, sus palabras fueron claras:
‘no puedo dejarlo’.
Aunque se estaba alejando cada vez más de Okura senpai,
No sabía que él estaba haciendo exactamente lo mismo
Y por el mismo motivo"
No por la situación en sí, sino por mi amigo.
Aunque me dijo que no sentía nada por Nishikido-san, sus palabras fueron claras:
‘no puedo dejarlo’.
Aunque se estaba alejando cada vez más de Okura senpai,
No sabía que él estaba haciendo exactamente lo mismo
Y por el mismo motivo"
( 01. Melodía desconocida )
( 02. Bienvenida )
( 03. Mentiras )
( 04. Rumores )
( 05. Quiero verte )
( 06. Susto )
( 07. Engaño )
( 08. Octubre )
( 02. Bienvenida )
( 03. Mentiras )
( 04. Rumores )
( 05. Quiero verte )
( 06. Susto )
( 07. Engaño )
( 08. Octubre )
Una usual tarde de otoño en la cafetería, lugar donde se
llevaba a cabo una reunión secreta.
- No.
- No.
- No.
- No.
- ¿Deben preguntarle también Kame y Nakamaru? – Le preguntó
Tomohisa a Toma.
- No, no les hará caso.
- ¿Quieren que hable con Massu? – Preguntó Yuya.
- ¿Crees que acceda?
- No lo sé – El rubio se hincó de hombros -. Pero con
intentar…
- Keiichiro, ¿cuántos días tenemos? – Le preguntó Kazuya.
- Una semana – Respondió el aludido tras ver la fecha en
unos papeles que estaban sobre la mesa.
- Muy bien – Dijo Toma, levantándose -. La misión de esta
semana es ayudar a Maruyama-san a tener un baterista en su banda para el
festival cultural.
- ¿Hablaste con Murakami? – Preguntó Tomohisa.
- Sí, actualmente están charlando por video conferencia.
- Entonces, iré a hablar con Massu – Dijo Yuya,
levantándose.
- Seguro que está en su habitación – Dijo Yuichi.
- Gracias.
Yuya salió de la cafetería y se dirigió al cuarto de
Takahisa. No había vuelto a tener una charla tan sincera como la de la vez en
que cayó enfermo. Esperó que con la excusa de la banda de Shota, todo ese
asunto significara en un nuevo acercamiento con Tadayoshi, aunque no sabía qué
le pasaba exactamente al mayor, por qué se negaba rotundamente a ayudar a su
mejor amigo.
Golpeó la puerta de la habitación del pelirrojo y esperó
a obtener su aprobación para poder entrar.
- No creo que Okura-san quiera participar – Dijo Takahisa,
una vez Yuya le contó lo sucedido.
- ¿Tú también con eso? ¡Massu, por favor! ¡Tú eres la
única persona a la que Okura senpai le hará caso!
- ¿Eh? ¿Por qué yo?
Yuya recordó las palabras de su pareja, diciéndole que
aquellos sentimientos que Takahisa tenía para con Tadayoshi, eran completamente
correspondidos.
- Eh… Porque… creo que es así.
- Titubeaste – Dijo Takahisa, ocasionando la risa en su
amigo.
- ¡Claro que no!
- Claro que sí. Tegoshi… Te conozco… Además, te estás
riendo…
- ¿Qué? ¿Acaso no me puedo reír?
- Tegoshi.
El rubio se calmó un poco para poder seguir hablándole.
- En serio, Massu. Creo que tú eres la última persona a
la que él le hará caso. Por favor.
Takahisa se lo quedó mirando.
- Ahh… ¿Cómo puedo negarme a esos ojos de cachorrito
mojado? – Bromeó, generando la sonrisa en su amigo.
- Gracias, Massu – Le dijo, besando sonoramente su
mejilla, antes de irse de su cuarto. Al salir, Toma estaba esperándolo en el
pasillo, a quien le dedicó una señal de victoria.
- ¿Qué fue eso de cachorrito mojado? – Preguntó el
morocho empezando a caminar con dirección a las escaleras.
- ¿Por qué me lo preguntas en ese to…? – Yuya se lo quedó
mirando y detuvo sus pasos -. Es posible que… ¿Estás celoso de Massu?
- ¡¿Eh?! ¡¿Yo?! – Toma lo miró, enfadándole de alguna
forma el rostro sonriente de su pareja -. Tsk. Qué cosas que se te ocurren –
Siguió su camino, pero fue detenido por la mano del rubio agarrándole el brazo.
- Te amo – El aludido se lo quedó mirando -. Nunca dudes
de eso, ¿está bien?
Toma sonrió y lo abrazó.
- Tonto. Jamás dije que dudara de ti. Nunca lo hice y
ahora no es momento de hacerlo.
Yuya asintió, escondiendo su rostro sobre su pecho.
Takahisa suspiró, mirando el techo. El pedido de Yuya no
hizo más que por su cabeza no hiciera más que pasar Tadayoshi. Salió de la
habitación y caminó por el pasillo, pensando exactamente cómo pedirle que
ayudara a Shota.
- Takahisa.
Una voz familiar hizo que se diera vuelta.
- Ryo.
- ¿Qué sucede?
Lo miró de arriba abajo, tal parecía que había salido de
duchar. Sus manos secando su cabello mojado con una toalla así se lo decían.
- Eh… Mhhh… Nada…
- Ah.
- ¿Ryo?
- Dime.
- ¿Puedo hablar contigo?
- Claro, pasa – Le dijo Ryo, abriendo la puerta de su
habitación para hacerlo pasar -. ¿Qué sucede? – Le preguntó, mientras él se sentaba
en la cama que pertenecía a Jin.
- ¿Tú… has oído a Okura-san tocando la batería?
- ¿A Tadayoshi? Sí, ¿por qué?
- Tegoshi me mandó a pedirle que se uniera a la banda de
Yasuda-san…
- Ahhh… ¿Así que Yasu sigue con eso? – Preguntó Ryo,
levantándose y acercándose a un estante a lo alto de su cama donde descansaban
varios compact discs y libros -. Sí, sí lo he oído tocar. Sabes, estuvimos a
punto de armar una banda, pero todo se echó a perder, por varias razones – Bajó
de la cama al dar con un compact disc y se acercó a su laptop, a la cual
conectó a un par de parlantes, antes de introducir el disco que estaba dentro
del estuche que tenía entre sus manos -. Tadayoshi tiene mucho talento para ser
desperdiciado. Sé que no debo meterme pero,¿por qué no lo intentas hablar con
él?
- Es lo mismo que me dijo Tego—
Sus palabras fueron interrumpidas por el sonido
proveniente de los parlantes de Ryo. El sonido de aquel instrumento musical
hizo vibrar cada célula de su cuerpo. Era un solo de batería.
- Este fue el único disco que grabamos en un estudio, si
quieres puedo hacerte una copia, no tardará mucho – Dijo Ryo, sentándose frente
a la pantalla de la computadora y bajando el volumen para poder escuchar al
pelirrojo, si es que hablaba.
- ¿Por qué mantienes eso?
- No lo sé. Supongo que… será la nostalgia – Respondió,
iniciando el proceso de copia del CD.
- Takahisa, Takahisa – Lo llamó la voz de Tadayoshi, en
voz baja.
- ¿Mhh?
Levantó la vista. Vio su mano apoyada sobre su brazo y
una brillante sonrisa en su rostro.
- ¿Estás bien?
- Ah… Mhh… Sí… Sí – Respondió el pelirrojo, refregándose
los ojos.
- ¿Sucede algo? – Preguntó Keiichiro, dejando de escribir
en el pizarrón para mirar a ambos.
- No, nada – Respondió Tadayoshi, mirándolo. Keiichiro no
dijo nada y siguió escribiendo -. ¿Seguro que estás bien?
- S… Sí – Respondió el pelirrojo, empezando a anotar lo
que el presidente de su club estaba escribiendo. De repente, y con Tadayoshi
volviendo a su asiento, Takahisa se lo quedó mirando, olvidándose por un instante
que debía respirar. La clase pasó tranquila y, de nuevo, una planilla la cual
él debía llenar, se posaba frente a sus ojos. Esperó a que la clase terminara
para poder acercarse a Tadayoshi. La presencia de Keiichiro no afectaría su
corta charla. Finalmente había dado con las palabras exactas que podría decirle
-. ¿Okura-san? – El aludido lo miró -. ¿Puede unirse a la banda de Yasuda-san,
por favor?
Keiichiro miró al menor por demás sorprendido, al igual
que su oyente, no esperaba que fuera tan sincero en sus palabras. Volvió su
vista a sus papeles, los cuales juntó rápidamente.
- Los dejo. Nos vemos más tarde.
- Ah, Keiichiro, espe - El sonido de la puerta cerrándose
interrumpió sus regaños, puesto que eso sería lo que le diría a su compañero de
club -... ¿Qué dijiste? – Le preguntó a Takahisa.
- Que, por favor, se una a la banda de Yasuda-san –
Tadayoshi podía ver la determinación en las palabras del pelirrojo, pero no iba
a dar el brazo a torcer rápidamente.
- ¿Por qué te metieron a ti en todo eso? – Se preguntó a
sí mismo el mayor, guardando sus cosas rápidamente en la mochila -. Ya te dije
que lo olvidaras, ¿no? Olvídalo y deja de meterte en cosas que no tienen
sentido.
- Es por Ryo que no quiere hacerlo, ¿cierto?
- ¿Ahora lo tuteas? – Musitó.
- ¿Qué?
- Basta. Lo mejor que puedes hacer es olvidarte de todo,
de mí… De todo…
Takahisa se quedó mirándolo. ¿Qué quiso decir con esas
palabras? Quiso decirle que, en realidad,
nunca se había olvidado de él, pero el nudo que se había formado en su
garganta se lo impidió. Mas sus piernas sí podían correr. Tras agarrar sus
cosas, salió corriendo detrás de Tadayoshi, logrando alcanzarlo a la entrada
del edificio de los dormitorios.
- ¿Sabe por qué me dormí en clases? – Le preguntó,
hurgando en su mochila hasta dar con un disco en un estuche, ambos objetos sin
nombres -. Por esto. Es por esto que le estoy pidiendo que ayude a Yasuda-san.
El CD no llegó a manos de Tadayoshi, quien lejos de
sostenerlo sobre su cuerpo, dejó de cayera al suelo, mientras el menor, entró
al edificio, cerrando la puerta de un golpe. El mayor levantó el CD y el
estuche quebrado y se lo llevó consigo a su cuarto. Lanzó su mochila a su cama
y lo reprodujo.
Esbozó una sonrisa al reconocer la melodía, su solo de
batería cuando estaban empezando a formar una banda. Dejó que la melodía
siguiera su curso, estando él de pie frente al reproductor de música.
- ¡Lo siento! – Exclamó Takahisa, dedicándole una
reverencia a Toma y Yuya, los tres en el club de piano -. Al final no pude
convencer a Okura-san. Es más, creo que… Hice todo lo contrario. Realmente, lo
siento.
- No te preocupes – Dijo Yuya -. Creo que todos sabíamos
que iba a suceder esto.
- ¿Qué se le va a hacer? – Dijo Toma, hincándose de
hombros, levantándose del asiento, al lado de su pareja -. Voy a llamar a
Yasuda-san para avisarle esto.
- Creo que la razón por la que Okura-san no quiere
hacerlo… es Ryo – Espetó Takahisa, sentándose al lado de su amigo y apoyando su
cabeza sobre su hombro -. Hablé con él y me dio un disco en el que habían
grabadas varias pistas. ¿Sabes Tegoshi? Sabes que soy un poco tonto con la
música, pero, cuando escuché la manera en la que Okura-san tocaba la batería pensé:
“oh, quiero escucharlo en vivo, quiero
verlo.” Podía sentir que Okura-san era feliz tocando la batería.
- Oye, oye, oye – Dijo Toma, acercándose casi corriendo a
ambos para hacerle una seña a Takahisa, obligándolo a levantarse de su lugar,
siendo este ocupado por Toma segundos más tarde, generando la sonrisa en su
pareja.
- ¿Qué te dijo Yasuda-san?
- Dijo que haría un último intento el día del festival – Suspiró
el morocho.
- Ya veo.
El día del festival llegó y la respuesta fue la misma.
- No – Le dijo Tadayoshi a Shota, sentado el menor sobre
su cama, rodeado de apuntes y libros.
- Tacchon, por favor. No te lo estoy pidiendo por Maru,
al menos hazlo por mí… ¿Sí?
- No. Además, ¿no dijiste que tienen a un percusionista?
Con eso es suficiente.
- ¡Pero no es el mismo sonido que una batería! ¡Y lo
sabes! – El aludido no se inmutó por sus palabras, volviendo su vista a sus
apuntes -. ¡Ahhhhhhh! ¡¿Sabes qué?! ¡Has lo que quieras, idiota! – Exclamó el rubio
agarrando uno de los apuntes para lanzárselo al rostro antes de irse.
La exagerada forma de caminar de Shota fue oída por
Tadayoshi hasta el final, interrumpiendo su lectura unos leves golpes sobre la
puerta.
- Pase – Autorizó el morocho, mirando la puerta abrirse
para dar paso a Ryo -. ¿Qué haces aquí?
- Ve – Respondió el aludido, al lado de la puerta semi
abierta.
- ¿Qué? – Volvió a preguntar el muchacho, con una sonrisa
- ¿Quién te crees que eres para decirme lo que tengo que hacer?
- Sé que es por mí que no te atreves a volver a tocar la batería.
- No te creas tanto, Ryo.
- Entonces, demuéstramelo. Demuéstrame que te has
olvidado de mí, Tadayoshi.
El aludido negó con la cabeza, sonriendo.
- No te creas tanto, ya te lo dije. Si no quiero hacerlo,
es por ese motivo, porque no quiero.
- ¿Puedes hacerlo al menos como regalo de cumpleaños?
Tadayoshi lo miró, parpadeando varias veces. Se estiró
hacia la izquierda para dar con su celular, el cual abrió para ver el día. Efectivamente,
era 3 de Noviembre, el cumpleaños de Nishikido Ryo. Se quedó pensando en qué
momento se había olvidado de tan importante fecha para él. En qué momento se
había olvidado de Ryo mismo.
En ese momento de sorpresa, el morocho jaló a Tadayoshi
del brazo, llevándolo hasta el salón de actos del mismo modo. Sobre el escenario,
la banda liderada por Ryuhei estaba a punto de dar inicio a su presentación,
pero la notoria llegada de Tadayoshi, siendo arrastrado por Ryo y sus pedidos para
que lo soltara, terminaron por darle pausa a aquel inicio.
- Aquí está – Le dijo Ryo a la banda, estando estos al
igual que el público presente, más que sorprendidos por la situación, lanzando
a Tadayoshi cerca de la batería en medio del escenario -. Métete ahí – Le dijo
al muchacho, quien hizo caso a sus palabras, mientras Ryo se colgaba la
guitarra eléctrica y tomaba su posición al lado de Shota -. ¿Empezamos? – El morocho
hizo un par de acordes y empezó a cantar -. Estoy convencido, si es arriba o
abajo, no hay nadie más. La más dulce compañera para mí. Es eso, quizás, ¿tú? Seguramente
mi corazón es una montaña rusa.
Tanto Shota como Tadayoshi reconocieron la canción al
instante, siguiéndolo el resto de los integrantes de la banda como podían. No
llegó a notarse el desconocimiento por parte del resto de los integrantes, la
presentación fue simplemente impecable.
El festival terminó. Aún con el frío otoñal en la entrada
del edificio escolar, necesitaba de eso para aclarar sus ideas.
- Okura-san – Lo llamó la voz de Takahisa, ocasionando
que el morocho, ante el llamado, volteara su cabeza.
- ¿Podrías dejar de meterte en mi vida?
- ¿Eh?
- Como no pudiste convencerme para que ayudara a Yasu
fuiste a hablar con Ryo, ¿cierto? – Le dijo, levantándose y acercándose a él -.
¿Por qué no te vas con él de una vez y dejas de molestarme?
Dejando a Takahisa por demás confundido, el mayor volvió
a los dormitorios. La cercanía y la relación de Ryo con Takahisa, le molestaba,
pero sus acciones estaban generando que a medida que ellos dos se acercaran, él
fuera alejándose del menor.
- Entonces, ¿mañana vienen por los instrumentos? – Le preguntó
Keiichiro a Ryuhei, estando tan solo la banda y su grupo de amigos en el salón
de actos.
- Sí, ya tenemos la autorización del director para
dejarlos aquí – Respondió Shota.
- Massu – Llamó la voz de Yuya a su mejor amigo, quien en
ese momento se dio cuenta tanto de donde estaba como de las personas que lo
rodeaban -. ¿Estás bien? - El pelirrojo asintió lentamente, con una forzada
sonrisa. Notando que le estaba mintiendo, Yuya se lo llevó a la rastra del
lugar, bajo la mirada de Toma.
- ¿Qué crees que haya sucedido? – Le preguntó Tomohisa.
- Algo me dice que Tadayoshi tiene algo que ver –
Respondió el aludido.
- Yasu, ¿por qué no vas a hablar con Okura? – Le pidió
Ryuhei.
- Ehm… La verdad es que… le grité… Me dijo que no iba a
tocar la batería, me molesté y le grité. No creo que vaya a oírme.
- Pero, con intentarlo no pierdes nada, ¿cierto? – Le dijo
el muchacho, acariciando su espalda.
- Está bien – Suspiró Shota, bajando del escenario y
dirigiéndose al cuarto de Tadayoshi.
Al llegar al lugar de destino, lo único que oyó al otro
lado de la puerta fue un llanto desesperado, sumado al sonido de cosas
estrellándose contra el suelo. Desde los tiempos en que Tadayoshi andaba detrás
de Ryo que no oía esa catarsis de su parte. En esos momentos, él no podía hacer
nada, simplemente esperar a que se le pasara e ir a prestarle su hombro sobre el
cual Tadayoshi lloraría, pero esa noche él debía irse, y no había nadie capaz
de reemplazarlo.
Bajó las escaleras, cabizbajo, encontrándose con
Keiichiro a la entrada de la cafetería.
- Yasuda-san…
- Koyama-kun, ¿puedo pedirte un favor?
- Claro, lo que usted diga – Le dijo el menor,
entregándole la lata de café que había sacado segundos antes de la máquina
expendedora.
- ¿Puedes ir al cuarto de Tacchon… dentro de una hora?
- ¿Eh? ¿Por qué? – Le preguntó el menor, sacando otra lata
de la máquina.
- Sólo… entra. No golpees la puerta – Le pidió el rubio,
con una mirada suplicante -. Por favor.
- Ah… Está bien – Dijo el menor, sumamente extrañado por el
pedido de su superior.
El tiempo pasó y la hora había pasado. Con la excusa del
estudio, se quedó solo en la cafetería, yéndose a dormir el resto de sus amigos
por culpa del sueño, cosa que le estaba afectando a él también. Se levantó del
asiento y se acercó al tacho de basura, lanzando dentro del mismo la lata de
café que había estado bebiendo. Sigilosamente, subió al piso del tercer año.
Aunque le faltaban varios meses para irse definitivamente de ese lugar, estaba
empezando a sentir el pesar de no recorrer aquellos pasillos nunca más. Tal y
como le había pedido Shota, giró el picaporte del cuarto de Tadayoshi, entrando
al cuarto del mismo modo en el que llegó al lugar. La habitación estaba hecha
un caos. Cosas tiradas por todo el suelo, sábanas revueltas y Tadayoshi sentado
en el suelo, hundiendo su cabeza entre sus piernas, gimoteando. Comprendió porqué
Shota le había dicho que no golpeara la puerta, porque Tadayoshi iba a negar
estar mal o no iba a responder a su llamado. Cerró la puerta sin hacer ruido y
se arrodilló a su lado, apoyando suavemente su mano sobre el hombro del muchacho
que, ante el contacto, levantó rápidamente su cabeza. Sus ojos estaban rojos de
tanto llanto, de tanta rabia que al fin había llegado a su límite y lo había
hecho explotar. Sin mediar palabra, es más, volviendo a llorar, se lanzó a los
brazos de Keiichiro, aferrándose a él.
- Ya, ya – Musitó el recién llegado, acariciando
cariñosamente sus cabellos. Aunque Tadayoshi fuera mayor que Keiichiro por un
mes, el trato entre ambos siempre fue el contrario, de alguna forma, Keiichiro
sentía a Tadayoshi como su hermano menor -. Llora todo lo que necesites,
Tadayoshi – Le dijo, sin soltarlo en lo más mínimo.
Cinco mensajes de texto en menos de tres minutos. Fue un
récord, sin duda. El de su madre había sido el primero, seguido por el de su
mejor amigo, dos de sus superiores y de su compañero de curso, el único con el que
se llevaba lo suficiente como para intercambiar fechas de cumpleaños. Un
mensaje nuevo… Por parte de otro de sus superiores. Frunció el ceño, bufando. No
era que no le gustara ser el centro de atención, haber recibido tales cálidos mensajes
de texto lo hacían feliz, pero… ninguno de ellos pertenecía a su pareja. ¿Lo
había olvidado? ¿Se había olvidado? No importaba, tenía hasta las 23:59 de ese
11 de Noviembre para remediarlo.
El día pasó ameno, la verdad es que no quería que se
armara un jaleo por su cumpleaños, y mucho menos que Jin o Ryo se enteraran de
tal cosa. Mucho menos eso. Los mensajes siguieron llegando, pero ninguno de
Toma.
Mientras se dirigía al club de piano, su celular le avisó
de un nuevo mensaje, por lo que se detuvo a mitad de camino.
De: ☆⦁º*{ Toma }*º⦁☆
“Las actividades del
club de piano empezarán a la caída del sol. Disculpa que no te haya avisado
antes.”
- Tsk. ¿Por qué tan frío? – Se preguntó el rubio,
volviendo sobre sus pasos, visiblemente enojado -. Sigo esperando tu mensaje de
cumpleaños, idiota Toma – Le dijo a la pantalla de su celular, antes de
cerrarlo.
La noche era perfecta, tanto que no notaba el frío que
buscaba calarse en sus huesos. Cerró los ojos, dejando que el humo del
cigarrillo que estaba fumando escapara de sus labios. Unos pasos lo alertaron,
quedando sorprendidas ambas partes, tanto la persona que pasó por ese lugar,
como él. Sonrió al ver que el recién llegado se movía en forma cautelosa, como
queriendo mimetizarse con el oscuro paisaje.
- Ya te vi, Tegoshi – Le dijo el muchacho, apagando el cigarrillo
con la suela de su zapatilla y levantándose del banco -. Hace frío, ¿no es así?
– Le preguntó, acercándose al rubio a medida que él se alejaba, como si fuera
una presa a punto de ser atacada, por segunda vez -. ¿Por qué te alejas? – Le preguntó,
sintiendo el menor, el duro tronco del árbol sobre el que fue acorralado. La
mano del mayor se posó a un lado de su cabeza, cerrando el rubio con fuerza sus
ojos, sintiendo cómo su sentido del olfato lo único que lograba captar era el olor
a cigarrillo proveniente del morocho -. ¿Puedes recordarlo, Tegoshi? – Le susurró
al oído, lamiendo el contorno de su oído con la punta de su lengua -. ¿Cómo tuvimos
sexo en este mismo lugar? Es que… ¿acaso estás aquí porque quieres repetirlo? –
Besó sonoramente su oído, su cuello, hasta que el menor se escapó de sus
garras, ocasionando la risa en el morocho -. Ahhh, Tegoshi… No creo que nos
venga mal un segundo encuentro…, ¿no?
Corrió lo más rápido que pudo, corrió como nunca antes lo
había hecho. No le importaba su cumpleaños, no le importaba que él no lo
hubiera recordado. Todo lo que necesitaba en ese momento era sentir su calor,
sentir que le pertenecía sólo a él, que no había habido ningún hombre anterior
a él. Al entrar al edificio destinado al club de piano, lo único que vio Yuya
fueron velas y a Toma vestido con un traje de color blanco sentado frente al
piano. Desde lo alto de las gradas, el menor pudo vislumbrar su sonrisa al
verlo entrar, finalmente, tocando la misma pieza que Yuya había interpretado al
entrar al club. Conmovido hasta las lágrimas, el muchacho bajó las gradas
lentamente, dándole tiempo a su pareja para que terminara de ejecutar su pieza
musical.
- Feliz cumpleaños, Tegoshi Yuya – Le dijo Toma,
mirándolo. Estaba vestido con un traje que le quedaba perfecto, más de lo que
usualmente le parecía a Yuya. El aludido esbozó un intento de sonrisa y hundió
su rostro entre sus manos, ahogando el llanto contenido por el encuentro con
Ryo -. Vaya, sí que estás sensible – Dijo el morocho, levantándose para
estrecharlo entre sus brazos.
- S… Sí, debe ser – Musitó el rubio, obviando lo sucedido
para centrarse en ese momento, en estar con la persona que más amaba sobre la
faz de la tierra.
El sol del 12 de Noviembre se alzó, colándose por las
ventanas del lugar. Una persona acurrucada entre varias frazadas se incorporó
apenas, para evitar que su amante dormido se despertara. Vio apagadas las velas
que se hallaban prendidas la noche anterior, las únicas testigos de su acto
amoroso y de su completa entrega. Sonrió al ver el pacífico rostro de su pareja
durmiendo a su lado, con su mano entrelazada a la suya, como impidiéndole
escapar. Yuya volvió a acurrucarse junto a él al sentir cómo el frío buscaba
helar su cuerpo.
- Buenos días – Musitó la voz de Toma, besando sus
cabellos.
- Buenos días – Le dijo, levantando su cabeza para
mirarlo -. Perdón, ¿te desperté?
- No, está bien – Respondió el mayor, haciendo sonar sus
huesos al estirar uno de sus brazos -. Me gusta esta forma de despertar.
- Toma…
- ¿Mh?
- Te amo.
- Yo también, mi vida. Yo también…
“Realmente no entendía la mente de
Nishikido-san.
¿Cuáles eran sus verdaderas intenciones con
Massu?
¿Cuáles eran sus intenciones conmigo?
No tuve más noticias acerca de Massu y Okura
senpai.
No volvieron a hablar en todo ese mes.
Algo tenía que hacer, para volver a ver la
sonrisa en el rostro de mi mejor amigo.”
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