Ciaossu~!!
Como estoy de buen humor (?), les traigo otro episodio de Double U :D
Sé que tengo que seguir con la traducción de Agosto -.- Les pido mil disculpas a la gente que lo está siguiendo *hace una reverencia* pero si bien tengo tooooodo el tiempo del mundo, no es traducir y nada más.
Pero en cuanto tenga un tiempo libre, sigo con ese fic ^_______^
De momento, los dejo con el quinto de Double U.
Enjoy~ ♥
Título: Double U.
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], OkuMassu [Okura Tadayoshi x Masuda Takahisa], RyoPi [Yamashita Tomohisa x Nishikido Ryo] (pero nadie dice que no pueden haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance.
Rating: PG-13
Capítulos: 05 / 09
Sinopsis: Yuya accede a ir en compañía de Misako a visitar a Toma, pero esto lo único que genera en él son celos. Aunque parece que él no es el único que tiene una persona por la cual estar celoso, Toma termina pidiéndole algo imposible de cumplir.
( 01. Respuesta )
( 02. Cita )
( 03. Noviazgo )
( 04. Fiebre )
Capítulo 05: Celos
Reconoció al dueño del plato que esperaba salir de la
cocina, no sólo por su contenido, sino también por el número de mesa que le
estaba siendo asignado. Frunció el ceño. Desde que había llegado a Eden,
siempre se había sentado en la misma mesa, la número ocho. Miró a sus flancos,
nadie lo estaba mirando. Quizás su presencia en ese lugar hacía que los
empleados charlaran menos y trabajaran más, sin siquiera mirarlo. Quizás fue
por eso que lo hizo.
- ¡Salen las gyozas
para la ocho! – Exclamó Shingo, llamando la atención del recién llegado
Tadayoshi. El morocho posó el plato sobre una bandeja y se lo llevó a su
comensal preferido. Desde que salió de la cocina, vio los movimientos inquietos
de sus manos, mientras su lengua humedecía una y otra vez sus labios. Aunque conocía
hasta los ingredientes con los cuales se habían preparado esas gyozas, Takahisa seguía disfrutándolas
como si esa fuera la primera vez que las probaba.
- Que lo disfrutes – Dijo Tadayoshi, dedicándole una
reverencia al muchacho, una vez dejó el plato con su almuerzo frente a él.
Takahisa llamó la atención del morocho, quizás, esperando que le hiciera
compañía -. Lo siento – Musitó, como verás, hay bastante gente y… Yasuda-san
está presente – Agregó, en voz muy baja, sin dejar de sonreír.
- Está bien – Dijo el pelirrojo, sonriendo -. Suerte en
el trabajo.
- Gracias.
No supo cuánto tiempo estuvo admirando aquel espectáculo
de almuerzo. Nunca se cansaba de devorarlo con la vista, con el mismo placer
que lo hacía al digerirlo. Agarró la que estaba más al alcance de su mano y le
dio un mordisco. No pasó ni medio minuto hasta que, dejando la otra mitad en su
plato, agachó la cabeza, golpeando levemente su pecho con el puño. Tadayoshi,
tras haberle cobrado a un comensal, lo vio, inmóvil, por lo que preocupado, se
acercó a él, corriendo en el corto trayecto desde la caja registradora hasta su
mesa.
- Takahisa, ¿estás bien?
- Le preguntó. El aludido llevó una de sus manos a su espalda,
intentando decirle, con una seña, que lo golpeara. Tadayoshi siguió sus
indicaciones, arrodillándose a su lado. Pudo ver lo rojo que estaba su rostro,
quién sabe debido a qué -. Bebe un poco de agua – Le pidió el morocho, dejando
entre sus manos el vaso con mencionado líquido. El pelirrojo bebió el contenido
del vaso de un sorbo, suspirando aliviadamente al hacerlo -. ¿Qué sucedió?
- Estaba… muy picante…
- ¿Picante? – Preguntó Tadayoshi, por lo que el pelirrojo
asintió con la cabeza.
- ¿Qué sucede? – Preguntó Shota, apareciendo detrás del
mozo -. Hay comensales que están esperando su almuerzo, Okura-kun.
- ¡Ah! Lo siento mucho – Dijo el muchacho, levantándose y
dedicándole una reverencia -. Pero… Masuda-kun dijo que su comida estaba
picante.
- ¿Picante? ¿Una gyoza?
– Le preguntó Shota al pelirrojo, quien volvió a asentir con la cabeza -.
¿Tendré que sancionarte? – Le preguntó a Tadayoshi.
- ¿Eh?
- ¿Por qué? – Preguntó el pelirrojo, todavía resentido
por lo picante de su almuerzo.
- Porque fue Okura-kun quien te trajo ese almuerzo.
- ¿Qué sucede que están ustedes dos ahí? – Preguntó Ryo,
abrazando a Shingo y Yu, quienes espiaban la situación desde la cocina.
- Tú no le pones pimienta a las gyozas, ¿cierto? – Le preguntó Shingo a su amigo.
- ¡Claro que no!
- ¿Y tú, Ryo? – Preguntó, mirando apenas hacia atrás.
- Para nada.
La repentina apertura de las puertas, por parte de Shota,
sorprendió al trío.
- Pueden acompañarme un momento, ¿por favor? – Pidió el
gerente, ante lo cual, los tres cocineros, lo siguieron. Los pocos clientes
presentes, por nada perdían el hilo de lo sucedido -. ¿Alguno de ustedes
condimenta las gyozas con pimienta?
- No…
- Nosotros jamás condimentamos demás a menos que sea un
pedido del comensal – Dijo Yu.
- Disculpe, Yasuda-san, pero, ¿qué ocurrió? – Preguntó
Ryo que, a diferencia de sus superiores, no tenía idea de lo que había
acontecido.
- Parece ser que alguien condimentó demás el almuerzo de
Masuda-kun – Dijo Tadayoshi.
- A ver… ¿Cuál es la gyoza?
– Preguntó Shingo, al pelirrojo.
- Esta – Musitó el aludido, señalándola con el dedo -.
Pero… ¡Yo no quise generar todo este alboroto!
- Ya lo hiciste – Dijo Shota, ocasionando que el muchacho
bajara la cabeza.
Shingo probó el relleno de la gyoza, agarrado un poco con las yemas de sus dedos. Sus ojos se
abrieron como platos y bebió un poco de agua.
- En efecto… Está muy picante…
- Entonces, dado que ustedes no fueron, tendré que
sancionar a Okura-kun.
- ¡Dije que yo no quiero esto! – Exclamó Takahisa,
enfrentando directamente a Shota, aún frente a todos los comensales.
- ¿Podrías dejar de gritar? Estás armando un espectáculo
– Dijo el mayor, fríamente.
- Bueno, bueno, bueno. ¿Por qué no nos calmamos un poco?
– Pidió Ryo, siendo el centro de las miradas -. Recapitulemos los hechos para
llegar al meollo de la cuestión, ¿les parece? - Dicho esto, el muchacho se
dirigió a la cocina, bajo la mirada de los presentes. Al poco tiempo, Ryo se
asomó desde la misma -. Yasuda-san, Yokoyama-kun, ¿pueden venir por favor? -
Ambos, sin entender el porqué del llamado, entraron a la cocina y se acercaron
al muchacho -. ¿Pueden decirme cómo está el frasco de la pimienta?
- La etiqueta – Dijo Yu.
- Sí, muchas gracias – Lo interrumpió Ryo, regresando
junto a ambos hombres a las mesas -. Como ustedes saben, cuando Eden se llena
de comensales, no tenemos tiempo de nada. Algunos tienen memoria fotográfica y
saben dónde están las cosas, pero los principiantes, tienen que guiarse por las
etiquetas de los frascos de cada una de las distintas cosas que están en los
estantes. Por ende, mencionadas etiquetas, deben estar al frente, ¿cierto? -
Shingo y Yu asintieron -. Okura, por estar en este restorán y prácticamente por
formar parte de la cocina, sabe esto. Pero, usted, Yasuda-san, ¿lo sabe?
Shota tragó en seco.
- P… Por supuesto que lo sé.
- Muy bien. Entonces… ¿Podría ir en compañía de
Murakami-kun a la cocina y sin preguntarle a nadie ni leer nada, traerme las
especias de Oriente? – Shota lo miró -. ¿Sucede algo? ¿Acaso no sabe dónde
está?
El gerente se arregló la corbata.
- Bueno… Creo que me precipité un poco con mis palabras –
Dijo el hombre -. Pero la próxima vez, tengan más cuidado. No quiero más
espectáculos como estos.
- Realmente lo siento, Takahisa – Se disculpó Tadayoshi,
una vez Shota se fue -. No sé en qué momento sucedió esto.
- Es que no fuiste tú, Okura. Ni nosotros – Dijo Ryo -.
¿No viste lo tenso que se puso Yasuda-san cuando le dije que me trajera eso? –
Preguntó en voz baja.
- Pero, ¿por qué Yasuda-san va a querer hacerme daño? –
Preguntó el pelirrojo.
- Ay, eres tan ingenuo – Dijo Ryo, revolviendo los
cabellos del muchacho -. Bueno, con el asunto arreglado, ¿volvemos a cocinar?
Me quedó un plato a medio hacer y no quiero que mi reputación decaiga – Dijo el
morocho, caminando hacia la cocina.
- Este plato se echó a perder – Dijo Yu, agarrando el almuerzo
de Takahisa.
- En unos minutos te traeremos otro – Dijo Shingo -. Será
cortesía de la casa por ser nuestro experto en gyozas.
- Muchas gracias – Dijo el pelirrojo. Tadayoshi sonrió,
puesto que ese brillo en los ojos de Takahisa había vuelto a aparecer en ellos.
Cuando concluyó su trabajo en Shibuyan, Yuya se cambió y
partió en su encuentro con Misako.
- Tegoshi-kun – Lo llamó la voz de su jefe, quien le
lanzó una lata de café -. Sabes que toleraría lo de ayer si por lo menos le
hubieras dado aviso a Oo-chan, ¿verdad?
- Lo sé – Reconoció, apenado el muchacho -. Lo siento. Le
prometo que no va a volver a suceder.
Subaru sonrió.
- Suerte.
- Gracias. Hasta mañana.
El hombre asintió con la cabeza. Le era imposible no ser
indulgente con sus empleados.
Yuya extendió un poco más su encuentro con Misako. Ya que
iban a encontrarse, quería devolverle sus apuntes. Tardó menos de cinco minutos
sacándole fotocopias. Se notaba que no estaba en la fotocopiadora de la universidad.
Llegó a la estación de tren a la hora indicada, reconociendo a la muchacha a la
lejanía por su andar.
- Lo siento. ¿Llegué tarde?
- No, yo recién llegué – Dijo Yuya, entregándole sus
cosas -. Aquí tienes. Muchas gracias.
- Ah, de nada.
Sonrió, pero eso en nada le afectó a Yuya, quien sólo le
frunció el ceño sin que ella lo notara.
- Entonces, ¿vamos?
- Sí – Respondió la muchacha, sumamente emocionada.
Abordaron el tren. Si bien sólo eran un par de estaciones,
aunque eso significara tener que hablar con Misako, era la forma más rápida de llegar
a destino.
- ¿No sabes si hay alguna panadería cerca de casa de
Toma-kun? – Yuya la miró.
- Sí, a la vuelta hay una, ¿por qué?
- Es que me parece mal llegar sin llevar algo para
compartir – Respondió la muchacha, con un leve sonrojo en sus mejillas.
- Supongo – Yuya la miró escasos segundos, recordando que
las dos veces que pisó la casa de Toma, lo había hecho sin nada entre sus
manos. Suspiró.
- ¿Sucede algo?
- ¿Eh? – Volvió su vista a ella, quien la estaba mirando
con una visible expresión de preocupación.
- Es que… es como si te sucediera algo.
En ese momento que no era sólo por Toma que ella se
preocupaba, ya fuera porque quería entablar una relación más cercana con Toma o
qué, pero también solía preocuparle su bienestar.
- No, estoy bien, no te preocupes. Es sólo que… estoy un
poco cansado.
- ¿El trabajo es muy complicado?
- No tanto, es que… hoy tuve que estar todo el día.
- Ahhh… ¿Y cuánto trabajas? ¿Mediodía?
- Ahjá.
- Ya veo. Seré curiosa, pero creo que nunca mencionaste
dónde trabajas.
Yuya se quedó unos segundos pensando. Si mentía o decía
la verdad, tenía que hacerlo en ese mismo instante.
- En una tienda de accesorios de cosplay.
- ¡Waa! ¿En serio? ¡Qué lindo! – Exclamó la muchacha con
una amplia sonrisa -. Yo fui una cosplayer en mi época de estudiante de
secundaria.
- ¿En serio?
- Sí. Era muy divertido. Pero, ahora, con la universidad,
se me complica un poco. Lo único que puedo hacer es ver a las chicas que
reparten panfletos vestidas con algún cosplay en la plaza - Yuya parpadeó
varias veces. Sin darse cuenta, estaban hablando de lo mismo. Después de todo,
ni Aya ni él se daban cuenta de la cantidad real de personas que les dedicaban
una mirada todos los días -. Quizás deba preguntar si están buscando a otra persona,
¿no crees?
- S… Seguro – Dijo Yuya, aguantando la risa.
Entre cosplay y viejas épocas, el tiempo en el tren pasó
tranquilo, al menos hasta bajar de él y dirigir sus pasos a la casa de Toma.
Yuya esperó a Misako fuera de la panadería, revisando su casilla de mensajes,
sólo para encontrarla vacía. Eso significaba una cosa: que la de Yuuko estaría
repleta.
- Listo – Dijo la muchacha, saliendo del negocio.
- Bien.
- ¿Le devolviste el celular?
- ¿Eh?
- A tu prima.
- ¡Ah…! Sí… Sí – Respondió el rubio, antes de tocar el
timbre de la casa de Toma.
No pasaron muchos minutos hasta que el enfermo abrió la
puerta.
- Tegoshi-kun… Renbutsu-san – Dijo, sorprendido por su
visita -. Ah… Pasen.
Yuya iba a entrar, pero le dejó el paso a Misako, quien
se lo agradeció con una media reverencia. - - ¿Cómo estás, Toma-kun?
- Mejor gracias a los remedios de mi madre.
- Aquí tienes – Dijo Yuya, entregándole los apuntes del
día.
- Oye… Creo que voy a preferir las visitas de
Renbutsu-san – Bromeó Toma, cerrando la puerta -. Al menos ella no me trae tarea-
Yuya forzó una sonrisa, sin decir nada más -. Pasen al living.
Los tres entraron al living, encontrando a la madre de
Toma de salida.
- Hijo, no me dijiste que ibas a tener invitados.
- Es que yo tampoco estaba enterado que venían –
Reconoció el morocho, con una sonrisa.
- Bueno, siéntanse como en su casa – Dijo la mujer,
agarrando su cartera -. Yo me voy. Un gusto conocerlos – Rápidamente, la mujer
se despidió de los recién llegados y salió de la casa.
- ¿Tu madre trabaja? – Preguntó Misako, robándole las
palabras a Yuya.
- No, mi abuela está enferma así que ella va a cuidarla
por las noches.
- Ahhh – Dijo Yuya.
- Bueno, ¿vamos a acompañar con algo esos panecillos? –
Dijo Toma -. Me estoy muriendo de hambre.
El celular de Misako sonó, obligándola a atenderlo.
- ¿Diga? Ah. Espera un momento, por favor – Dijo,
levantándose y dirigiéndose fuera del living para hablar tranquila.
Yuya notó que desde que ellos habían llegado, Toma no
había dejado de mirar su celular.
- ¿Esperas la llamada de alguien? – Le preguntó el rubio.
- Le pregunté a Yuuko si quería venir, pero no respondió.
Quizás esté trabajando - Estaba en lo cierto, si su casilla de mensajes estaba
vacía, la de Yuuko iba a estar llena. Suspiró lastimosamente, quizás de la
misma forma en la que lo había hecho Toma -. ¡Cierto! Tegoshi, estaba pensando,
¿por qué no te consigues una novia?
- ¿Eh? – Le preguntó el aludido, completamente
sorprendido por la pregunta.
- ¡Sí! Salgamos en una cita los cuatro. Yuuko, tu novia,
tú y yo, ¿qué te parece?
- Eh… Yo…
- Lo siento. Una amiga necesitaba ayuda con unas tareas –
Dijo Misako, regresando a ocupar su asiento, agradeciéndole Yuya internamente
por haber interrumpido la conversación.
- Ah, está bien – Dijo Toma, mirando a Yuya y luego a
ella -. Voy a traer algo para que acompañemos esto antes de que se enfríe –
Dijo el morocho, levantándose y agarrando la bolsa que Misako había llevado.
- Te acompaño – Dijo la muchacha, levantándose
rápidamente. Yuya la imitó.
- Yo también. No piensan dejarme aquí solo, ¿no? –
Agregó, rápidamente.
En los minutos de estancia en la cocina de Toma, Yuya
notó que como mujer, le faltaba aprender demasiado. Y en ese momento, como
mujer, se preguntó si existiría la mínima esperanza de pasar el resto de su
vida con Toma. Volvió a suspirar lastimosamente.
- ¿Tegoshi? – Lo llamó el morocho -. ¿Vamos? ¿O vas a
quedarte aquí? – Le preguntó, sonriendo.
- Sí, perdón.
- Parece que no estás aquí – Dijo el dueño de casa,
dejando la bandeja con la jarra de té sobre la mesa del living.
- Es que estuvo trabajando todo el día – Ante el
comentario hecho por Misako, Yuya la miró con los ojos abiertos como platos -.
No seas malo con él, Toma-kun.
- ¿Trabajo? – Inquirió curioso el muchacho, generando su
nerviosismo. En ese momento, pensó que lo mejor hubiera sido no decirle a
Misako que trabajaba en una tienda de accesorios de cosplay. La verdad es que
no conocía otra aparte de Shibuyan si es que Toma preguntaba el nombre del
negocio -. ¿Desde cuándo trabajas?
- Desde hace… unas… semanas…
- ¿Ah, sí? ¿Y por qué no me enteré? – Preguntó Toma,
mirándolo mientras sus manos cortaban un pedazo de pan.
- Porque… Estoy seguro de que te lo comenté – Mintió el
rubio, rápidamente, pero su sonrisa forzada, lo delataba por completo. Conociendo a Toma, estaba seguro de que se
había dado cuenta de todo. En el tiempo que le daba para la siguiente pregunta,
tenía que preparar una mentira brillante pero, por sobre todo, convincente.
- No, no me dijiste nada. Créeme que algo así lo
recordaría.
- Quizás tu mente haya estado ocupada en otras cosas y
sólo no lo recuerdas – Dijo Yuya, buscando su punto débil. Supo que lo encontró
cuando Toma levantó rápidamente la vista con los ojos abiertos. Sonrió,
tranquilo porque sabía que después de esa respuesta, al menos de momento, Toma
no iba a decirle nada más.
La noche se hizo presente y debieron irse a su casa.
- Se hizo bastante tarde – Dijo Misako, preocupada.
- No te preocupes – Dijo Toma, pasando su mano por el
hombro de Yuya -. Tegoshi te acompañará - El rubio sintió cómo su corazón latía
en forma exagerada por lo que sutilmente se zafó del agarre de su amigo -. Te
diría que te quedes a pasar la noche, Tegoshi, pero tu misión es llevar a
Renbutsu-san sana y salva hasta su casa.
- Sí, señor – Musitó el aludido. Si se quedaba en su
casa, estaba seguro de que no iba a aguantar las ganas de besarlo y eso le
traería muchos problemas.
- Cuídate, Toma-kun.
- Con suerte, mañana nos vemos – Dijo el muchacho.
- Eh… ¿Puedo pedirte un favor? – Le preguntó Misako.
- Claro, dime – Respondió Toma, con el ceño fruncido.
- ¿Puedes llamarme… Misako?
Yuya la miró con los ojos abiertos como platos. Oyó la
suave risa de Toma, por la cual su mirada se posó en él.
- Cuídate, Misako-san.
Al menos el honorífico seguía allí, al menos la única
persona a quien le decía “–chan” era
a Yuuko.
La brillante sonrisa que Misako tuvo a lo largo de la
trayectoria hasta su casa, sacaba de quicio a Yuya, sobre todo porque estaba
seguro que con el hecho de que Toma ahora la llamara por su nombre, la hacía
pensar que tenía alguna oportunidad con él.
- Tegoshi-kun – Lo llamó la muchacha, en la puerta de su
casa -. Tú conoces a Toma-kun, ¿cuáles crees que son las chances de que… él me
acepte? – Le preguntó, tímidamente.
- Cero – Respondió, fríamente -. Las chances son de un
cero por ciento.
- ¿Eh? – Preguntó la muchacha, mirándolo, sorprendida por
la respuesta.
- Mira, la verdad no sé por qué Toma no te lo dijo, pero
él tiene novia, y hasta lo que yo sé, la ama demasiado – Prosiguió, dejándola
más que sorprendida -. Si me disculpas, se me hace tarde. Nos vemos.
Yuya entró al departamento, encontrando, como de
costumbre a Aya y Ryo charlando en la cocina.
- Al fin llegas – Dijo Aya.
- Me debes unas cuantas explicaciones, muchachito – Le
dijo su compañero de cuarto.
Yuya sonrió débilmente, cerrando la puerta a su paso y
deslizando su cuerpo sobre ella, terminando por hundir su rostro sobre sus rodillas.
- ¿Yu-kun? – Lo llamó su amiga, levantándose para
acercarse a él -. ¿Qué sucede?
- Soy de lo peor.
- ¿Eh? ¿Por qué dices eso? – Le preguntó, acariciando sus
cabellos -. No digas esas cosas. No eres una mala persona.
- Sí lo es. No le avisó a nadie que anoche estaba con su
noviecito. ¡Nos preocupó a todos!
- Cállate, Ryo-chan – Lo regañó la muchacha -. Yu-kun,
¿qué sucedió?
- Le dije a Renbutsu-san que Toma estaba saliendo con
alguien.
- ¡¿Eh?! – Exclamó la morocha.
- ¿Renbutsu? ¿Quién es?
- Es… una chica que anda atrás de Toma – Respondió Aya,
antes de volver su atención a Yuya -. ¿Por qué se lo dijiste?
- Porque le dijo que la llamara por su nombre de pila, y
estuvo feliz todo el trayecto a casa.
- Estás celoso, Tegoshi – Dijo Ryo.
- ¡Lo sé! – Reconoció Yuya, mirándolo -. ¡Lo sé! ¡Y no
puedo evitarlo!
Aya suspiró.
- Anda, levántate. Y cuéntanoslo todo.
El rubio se levantó y se sentó en torno a la mesa. Les
contó lo sucedido ese día y el anterior, en casa de Toma.
- Hay algo que no entiendo – Dijo Ryo, abriendo una
segunda lata de cerveza -. ¿Cómo vas a hacer con la cita múltiple?
- No va a haber tal cita – Respondió el rubio.
- Ohhhh… ¿Por qué? ¡Será divertido!
- Yu-kun no va a poder hacerlo. ¿Cómo va a aparecer como
Yuya y como Yuuko si son la misma persona?
- ¿No vieron la película Misses Doubtfire? Si ese tipo
pudo, ¿por qué Tegoshi, no?
- Ryo-chan… En ese restorán lo terminaron descubriendo –
Dijo Yuya.
- Ah… ¡Tienes razón! – Dijo el muchacho, sonriendo.
- ¿Ves? Sería imposible.
- Y si… En vez de tener una cita, ¿tiene la mitad de una?
- ¿Ehhhh? – Preguntó Aya.
- Claro. Lo único que le preocupa a él es que no ve a
Tegoshi con novia. Vamos a inventarle una novia.
- No conozco a nadie que se preste a eso – Dijo Yuya -.
Tendría que contarle todo, lo de Yuuko, lo de Toma…
- Sí la tienes – Dijo Ryo, bebiendo, señalando a Aya con
la mirada.
- ¿Eh? ¿Ehhhh? ¿Oo-chan? No, no va a hacerlo.
- Me apunto – Dijo la muchacha, bajo la asombrada mirada
de Yuya -. ¿Qué? Será divertido. Ni que fuera a besarte frente a Toma. Mi amor
por ti no llega a tanto, Yu-kun.
- ¿Lo ves? Ella es perfecta – Dijo Ryo -. Además,
viniendo de ella no te molestan las caricias o los abrazos, ¿no? – El aludido
negó con la cabeza -. Para Toma, esto tiene que ser una pareja natural. La
única que puede hacerlo es Aya.
- Ahhhh… Estoy muerto – Sentenció Yuya.
- Sí, no sé qué hacemos despiertos. Mañana es un día
laboral – Dijo Aya, levantándose de la silla y dirigiéndose a la puerta -.
Hasta mañana.
- Buenas noches – La despidió Yuya, antes de cerrar la
puerta -. Que descanses.
- Mira quién habla. Ella es la que no puede vivir sin su
capítulo de novela diario – Dijo Ryo.
- ¡Te oí,
Nishikido! – Le gritó Aya, desde el pasillo, generando la risa de ambos
muchachos.
- Entonces, ¿qué harás con Toma? ¿Le darás esa cita?
- Si no me queda otra. Por el momento – Sacó de su
mochila el celular de Yuuko -…, vamos a ver cuántos mensajes le mandó a
Yuuko-chan.
Desde la cocina, hasta el trayecto hasta el cuarto de
Yuya, el celular no dejó de sonar. Ryo sonrió. Se levantó, lanzó la lata de
cerveza a la basura y se dirigió con pasos lentos al cuarto de su amigo. Estaba
de espaldas a la puerta, leyendo los mensajes que había recibido.
- Tegoshi – El muchacho se dio media vuelta para mirarlo
-. ¿Cuánto más vas a aguantar?
- ¿Eh? ¿A qué te refieres?
Ryo sonrió.
- Nada, olvídalo – Respondió, cerrando la puerta de su
cuarto -. Qué inocente eres, Tegoshi…
Sabía que la espera sería muy larga, que aunque el
restorán estuviera impecable, a él le gustaba darle una última hojeada. Oyó sus
pasos acercarse al vestuario, por lo que se mantuvo en silencio. El recién
llegado encendió la luz de los vestuarios, sorprendiéndose por la presencia de
una segunda persona en el lugar.
- Tacchon… ¿Qué haces aquí? Pensé que te había ido – Dijo
Shota, desabrochándose el chaleco.
- ¿Por qué?
- ¿Qué cosa? – Le preguntó el mayor, con una sonrisa.
- ¿Por qué le pusiste pimienta a la gyoza de Masuda-kun?
Los movimientos de Shota fueron interrumpidos, mas el
aludido no dijo nada, sino hasta varios segundos más tarde, que se dio media
vuelta para mirarlo.
- ¿Por qué te disgusta tanto?
- Lo hiciste con un propósito, Yasu. ¿Por qué?
Shota sonrió, mirando el suelo antes de volver su vista
al morocho.
- ¿Quieres saber por qué? – Tadayoshi asintió con la
cabeza. Shota se acercó a él y, agarrándolo del cuello de la camisa, besó
dulcemente sus labios, suspirando cuando se separó de ellos -. Porque estoy
celoso de ese tipo. Por eso.
WAAAAAAAAAAAA!! me encantóooooooooo lkmsdklfmsladml
ResponderEliminarEvito comentar cosas específicas para no hacerle spoiler a la gente que no lo haya leído!!!
YA me voy a leer el sextooooooooo :D