30 de mayo de 2018

[Dame una noche más] Capítulo 02: Cuando todo empieza


Título: Dame una noche más.
Fandom: Universo Cinematográfico de Marvel. 
Pairing: Anthony Stark x Peter Parker, Anthony Stark x May Parker, Harley Keener x Peter Parker.
Formato: Multi-chaptered. 
Género: AU, drama, smut.
Rating: NC-17.
Número de palabras: 3756.
Sinopsis: Michelle y Ned llegan a la conclusión de que Peter es una viuda negra, pero Harley va a intentar hasta lo imposible con tal de no terminar siendo asesinado.
May, por su parte, recibe una llamada de Tony y con ella una propuesta que no será fácil rechazar.

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Capítulo 02: Cuando todo empieza.

Cuando May se percató de sus acciones, estaba ingresando a un lujoso departamento de la Gran Manzana. Al vislumbrar las luces de la ciudad a través de los ventanales del lugar se dio cuenta que estaban en alguno de los pisos más altos del edificio. Su niña interior pareció renacer con tal vista. Se acercó al vidrio pero tan pronto como lo hizo se sobresaltó al ver su reflejo. Se giró para ver a Anthony que, sin comprender lo que había sucedido, sólo le sonrió.
—¿Todo está bien?
—Sí, es sólo que... la vista es increíble...
—¿Sí? —preguntó el hombre, deshaciéndose de su saco para dejarlo sobre el sofá y desabotonarse los dos primeros botones de su camisa.
—¿Es que no se había dado cuenta? —le preguntó May, siguiéndolo hasta la cocina.
—¿No dije que no quería que me tratara como a un señor?
—Tú también me estás tratando como a una señora mayor —reconoció May, sentándose en torno a la isla en medio de la cocina.
—De acuerdo —Anthony se volvió a ella y le extendió la mano—. Tony, encantado de conocerte.
—May. El gusto es mío —sonrió la aludida estrechando su mano por segunda vez en la noche.
—Muy bien, May. ¿Qué te gustaría cenar?
—Hay una duda que me ha estado atormentando desde que nos conocimos...
—¿Qué cosa? —preguntó Tony, con su cuerpo apoyado sobre el mármol de la mesada, de brazos cruzados y el ceño fruncido.
—¿Sabes cocinar?
—¿Sabes algo? Acabaste de herir mis sentimientos de chef. Ahora voy a prepararte el mejor risotto que hayas probado en la vida.
—De acuerdo.
La noche pasó y el sol los encontró a ambos en el living, Tony sentado en el sillón con una botella de champaña a medio tomar, y a May en la alfombra, sosteniendo su cabeza con su brazo apoyado sobre el sofá donde Anthony estaba sentado.
—Y Christine me invitó al evento. Claramente no estaba en mis planes dejarla sola.
—Tengo ese efecto en las mujeres.
—Y yo te dije que no soy ese tipo de mujeres.
—Y yo que no estoy buscando una relación. Mira, después de lo sucedido con Pepper, quisiera tomarme un tiempo conmigo mismo.
—¿Se llama Pepper?
—Sí...
—¿Puedo preguntar por qué se separaron?
—Por mis errores. Como siempre.
May terminó de beber su copa de agua y volvió su vista a Anthony.
—Tony... En una separación, ambas partes son las culpables de la misma.
—No me conoces para nada —reconoció el hombre, bebiendo la última gota de bebida en su copa. May le sonrió—. Pero, dime, ¿lo dices por experiencia?
—¿Piensas que soy una mujer separada? Claro que no.
—Entonces, ¿estás de novia?
—¿Doy la impresión de ser una mujer que le es infiel a su pareja?
—No, lo siento. Esa no fue mi intención. ¿Acaso hicimos algo malo? No le veo nada de malo ir a cenar a casa de un amigo.
—La verdad es que mi esposo falleció en un accidente hace unos años.
—Oh. Ya veo. Entonces, ¿anoche te reportaste con tu mamá? —le preguntó con una sonrisa.
—Con mi sobrino, Peter.
—¿Vives con tu familia?
—Sólo con Peter. ¡Qué curioso resultaste ser! De hecho, él es un ferviente admirador tuyo.
—¿En serio?
—¡Sí! Te menciona al menos una vez por día.
—Espero conocerlo algún —sus deseos fueron interrumpidos por el sonido de su teléfono. Anthony se inclinó para agarrarlo y apagar la alarma—. ¿Puedes creer que en media hora tengo una reunión?
—¿Estuvimos hablando toda la noche? —preguntó May.
—Así fue —respondió Anthony, incorporándose y extendiendo sus brazos hacia arriba—. Si me esperas, puedo llevarte hasta tu casa.
—¿Quieres que prepare café?
Anthony le sonrió de oreja a oreja mientras se llevaba consigo la ropa que había dejado sobre el sofá.
—Te lo agradecería mucho.
May sonrió y también se levantó de la alfombra, dirigiéndose a la cocina. Después de poner el café y el agua en la cafetera, agarró su teléfono y le envió un mensaje a Peter, avisándole que llegaría en poco más de media hora.

El Lamborghini Spyder color azul de Anthony se estacionó frente al edificio donde May vivía.
—Muchas gracias por traerme.
—Gracias a ti por hacerme pasar tan hermosa velada.
—Entonces, nos... vemos...
May se quitó el cinturón de seguridad y apoyó su mano para abrir la puerta, pero Anthony la detuvo.
—May —mencionó su nombre, ocasionando que lo mirara—. ¿Está bien si nos vemos en otra ocasión?
La mujer lo miró. Dudó unos instantes, pero algo la incitó a aceptar la petición del millonario.
—Me imagino que ya tienes mi número de teléfono.
—Dame cinco minutos y lo consigo.
—Estaré esperando tu llamada —la mujer bajó del vehículo pero se volvió a Anthony antes de cerrar la puerta—. ¡Ah! ¿Tony?
—Dime.
—Estaré durmiendo —reconoció. El hombre frunció el ceño—. Si es que no respondo.

Peter regresó a su habitación. May le había avisado que llegaría pronto y debía ordenar el desastre que en el fulgor del momento había ocasionado con Harley.
Harley.
Lo miró, con el cuerpo apoyado sobre el umbral de la puerta. Se aclaró la garganta varias veces, rogando que su amante lo oyera y se despertara. Desde la cama, el cuerpo semidormido que allí yacía se giró y le sonrió.
—Buenos días.
—¿Te despertaste? —le preguntó Peter.
—Sí. ¿Qué hora es? —inquirió el rubio, sentándose en la cama y rascándose la cabeza.
—Es media mañana. May está viniendo, así que ayúdame a ordenar la casa.
Peter estaba por salir de la habitación y dirigirse a la cocina, pero Harley le lanzó una almohada que impactó sobre la espalda de Peter, ocasionando que se volviera a él.
—¿Y mi beso de buenos días?
—Cuando terminemos de ordenar tendrás tu beso —respondió Peter lanzándole luego la almohada—. Ahora vamos, levántate de una vez.
—Sí, sí —oyó decir a Harley mientras salía de la habitación y se dirigía a la cocina. Se detuvo a medio camino cuando oyó el sonido de las llaves sobre la cerradura de la puerta del departamento.
—May —saludó el muchacho a la recién llegada, quien le sonrió mientras se quitaba los zapatos.
—Buen día, cariño —le dijo, acercándose al muchacho y besándole los cabellos—. ¿Te duchaste recién?
—Sí, hace un rato —le dijo su sobrino, dirigiéndose a la cocina.
—¿Y Harley? —le preguntó, dirigiéndose a su habitación—. ¿Ya se fue?
—Buenos días, señora Parker —dijo el aludido, saliendo de la habitación de Peter, vestido.
—Justo le estaba preguntando a Peter por ti. ¿Descansaste bien?
—Sí, la cama de Peter es cómoda.
Desde el living, el aludido le miró y le frunció el ceño. Estaba doblando las sábanas que había dejado originalmente para dormir ahí, pero una cosa llevó a la otra y terminó con Harley en su habitación.
—Me alegro mucho. Prepara el desayuno, cariño —dijo May, volviéndose hacia Peter—. Enseguida me uno a ustedes, voy a cambiarme. Ah. Si alguien me llama por teléfono, me avisas, ¿sí?
—Claro —dijo su sobrino, con una sonrisa. Peter dejó las sábanas sobre el sofá y se dirigió a la cocina donde vertió agua del grifo y la puso a calentar. Estaba por lavar los platos que habían quedado sucios de la noche pasada, hasta que sintió un suave agarre sobre su cintura y un beso detrás de su oreja que le hizo cosquillas—. ¿Qué haces?
—Buscando mi beso de los buenos días —respondió Harley en voz baja sobre su oído.
—Ya déjame —le pidió Peter, agarrando sus brazos y haciendo que lo soltara—. May puede venir en cualquier momento. Puedes irte si quieres —agregó, sin siquiera darse vuelta a mirarlo.
Harley frunció el ceño y suspiró. Conocía a Peter y no hacerle caso sería peor a que lo ignorara.
—De acuerdo, me voy. Nos vemos mañana.
May volvió a la cocina y encontró a Peter preparándole un café.
—Gracias, cariño —le dijo la mujer, agarrando la taza que le estaba siendo extendida por su sobrino—. ¿Y Harley?
—Se fue. Tenía cosas qué hacer.
—Oh, qué lástima —el sonido del teléfono de la casa sonando llamó la atención de los Parker. May fue quien atendió la llamada—. ¿Diga?
—“¿May? Soy yo, Christine.
—Christine, buenos días —la saludó la mujer antes de bostezar—. Oh, lo siento mucho.
—“Vaya. ¿Eso quiere decir que pasó lo que creo que pasó?
—Por supuesto que no —respondió la aludida, sonriendo y acariciando el borde de su taza. Peter se la quedó mirando. Algo bueno le había pasado la noche pasada. Eso ocasionó que sonriera. Había sido una buena elección haber convencido a su tía de acompañar a su vieja amiga de la secundaria donde sea que la haya invitado—. La verdad es que nos la pasamos hablando toda la noche —le dijo, dirigiéndose con pasos presurosos a su cuarto con la taza de café en la mano.
—“¿Tony Stark sólo habló toda la noche?
—Sólo habló —respondió May, cerrando la puerta de su cuarto con el cuerpo—. Entiendo que hayas estado preocupada por mí, pero él está pasando por una mala racha en el amor. Ahora mismo no está pensando en comenzar una nueva relación. Hasta podría asegurarte que es lo último en lo que está pensando.
—“May... Realmente no puedo creer lo que me estás contando...” May rió melodiosamente. “¿Van a volver a verse?
—Dijo que me llamaría. Pero no creo que lo haga.
—“¡Ay, May! Realmente no conoces a Tony Stark.

Peter sacaba los libros necesarios para la próxima materia cuando se sobresaltó al sentir una mano posarse sobre uno de sus hombros.
—Ah... Ned... Eres tú —dijo, llevándose una mano al pecho para sentir si su corazón seguía latiendo—. Pensé que era Harley...
—¿Qué pasó ahora? —le preguntó su amigo, suspirando.
—¿Por qué dices eso? —inquirió Peter mirándolo de reojo.
—Peter... Te conozco...
—Voy a terminar con él.
—Lo sabía... No entiendo por qué si Keener es un buen chico.
—¿Y tú cómo sabes eso si apenas hablas con él? —volvió a preguntar Peter, cerrando su casillero.
—Acepté su solicitud de Facebook...
—¿Por qué siempre terminas siendo el psicólogo de todos mis ex?
—Casualmente todos tus ex terminan siendo amigos míos... Es una especie de patrón...
—Peter —el aludido revoleó los ojos y se giró.
—Harley, buen día —lo saludó el muchacho.
—Ned, buenos días.
—Buenos días —lo saludó Ned antes de pasar a su lado y palmear uno de sus hombros, lamentando lo que estaba a punto de acontecer.
—¿Cómo estás? —preguntó Harley.
—Bien, ¿y tú? —dijo Peter sin demostrar ningún tipo de emoción.
—Bien. Aquí. Empezando el día.
—Oye, Harley —lo interrumpió Peter levantando un poco el tono de voz.
—Dime.
—Creo que debemos separarnos.
—¿Eh? ¿Por qué? —preguntó el rubio después de unos segundos.
—Siento que las cosas entre nosotros no están funcionando. Y lo mejor será que nos separemos.
—Está terminando con él, ¿cierto? —Michelle ocasionó que Ned la mirara y sonriera de lado.
—Ese es el rostro de una víctima de una viuda negra —aclaró Ned también observando la expresión de Harley.
—¿La araña?
—Sí, ellas se deshacen de sus víctimas cuando ya no le son necesarias.
—¿Y Peter es una viuda negra?
—¿A cuántos más les ha hecho lo mismo?
—A varios —dijo la muchacha mientras el aludido volvía con ellos, dejando a Harley perplejo—. Hasta camina como una...
—¿Qué? —preguntó Peter con una sonrisa.
—Y hasta parece que se regodea luego de terminar con la vida de su víctima.
—¿Pueden decirme de qué están hablando? —preguntó el aludido dirigiéndose junto a sus amigos al salón de clase.
—De tu parecido con una viuda negra —respondió Michelle.
Peter sonrió de lado. Ni siquiera había que preguntar la razón de tal comparación.

Su cuerpo estaba llegando al clímax. Apenas podía contener las fuerzas para no terminar de rodillas en el suelo. Justo como Harley estaba en esos momentos. Debía reconocer que ese chico sabía cómo excitarlo. Desde su posición comenzó a acariciar sus cabellos dorados de un lado hacia otro pero no encontraba peinado alguno que fuera de su agrado. Terminó por jalar con fuerza de ellos y empujar la cabeza del muchacho contra su erección, todo lo que pudo, apenas unos pocos segundos para sentir el cosquilleo de la campanilla de Harley sobre su glande. Se mordió el labio de cara al cielo como si estuviera agradeciéndole a la vida estar vivo para experimentar eso. Cuando Harley se alejó un poco de él para toser y tomar algo de aire, Peter volvió a agarrar sus cabellos con una mano mientras que, con la otra seguía masturbándose hasta descargarse sobre el rostro del muchacho.
—Ahora límpialo —le ordenó. El rubio, que estaba limpiándose el rostro, lo miró con el ceño fruncido—. Con tu boca —agregó en un susurro mientras delineaba los labios de Harley con la yema de su dedo índice. El aludido no hizo otra cosa excepto obedecer. Poco a poco Peter comenzaba a dejarse llevar una vez más, pero de ser así no regresaría sino hasta la próxima hora, y tanto la profesora como sus amigos estarían preocupados por él—. Ya... Ya es suficiente —Harley lo miró y se incorporó. Peter se levantó la ropa interior y los pantalones. Mientras se acomodaba la ropa miró al rubio, quien no había salido del cubículo—. ¿Lo ves? Es por eso que no funcionamos —el aludido lo miró mientras trataba de darle forma a su cabello con ambas manos—. Eres como un perrito faldero, Harley. Siempre estás ahí cuando tengo ganas de coger, siempre haces lo que te pido, siempre esperas a que yo te diga qué hacer. No eres un hombre. No tienes iniciativa propia.
—Si fuera diferente, ¿seguirías conmigo?
Su mirada demostraba toda esa dulzura que Harley le transmitía y de la cual Peter ya estaba asqueado. Atinó a revolear los ojos y lanzó una risita burlona a modo de respuesta.
—Adiós, Harley —le dijo, abriendo la puerta del cubículo. Sin embargo, se sorprendió cuando la puerta volvió a cerrarse de un golpe. Volvió la vista a Harley y se dio cuenta que él había sido el causante del portazo. Antes de poder ser capaz de decir o hacer algo, Peter se encontró contra una de las paredes del cubículo, su cuerpo sin posibilidad alguna de escape y sus labios apresados con una pasión que jamás había sentido de parte de ese muchacho. No fue sino hasta que él se quedó sin aire que sus bocas se separaron.
—¿Tengo que tratarse así? —le susurró mirándolo directo a los ojos mientras una de sus manos jalaba de los cabellos de su nuca—. ¿Eh? —agregó apretando la hombría de Peter con su rodilla.
—Vaya —jadeó el aludido—. ¿Acaso he despertado a la bestia?
—Compruébalo por ti mismo —respondió el aludido ahora frotando su propia erección contra el cuerpo de Peter.

Cuando Ned le envió a Peter un mensaje, este le respondió no sólo media hora más tarde sino que le dijo que lo esperara en la salida trasera de la secundaria. Ned llegó hasta allí al finalizar el día y encontró a su amigo sentado en una de las bancas del lugar. Peter le sonrió al verlo acercarse.
—¿Me ayudas? —le pidió con una sonrisa pícara decorando su rostro.
—¿A qué? —repreguntó Ned.
—A levantarme —respondió Peter.
—¿A levantarte? ¿Qué sucedió?
—Harley sucedió —Ned lo miró con una expresión de sorpresa tal que ocasionó que su amigo ensanchara su sonrisa—. Déjame en el andén. En el camino te explico.
—¿Se reconciliaron?
—Y no te das una idea de cómo...

Era de noche y una tormenta estaba azotando Queens. Peter trataba de concentrarse en la tarea de Física que debía resolver pero los mensajes que estaba intercambiando con Harley se lo impedían. Por su parte, May estaba preparando la cena hasta que el teléfono llamó su atención.
—Buenas noches —dijo a la persona al otro lado de la línea.
—“Dije que iba a llamarte, ¿lo recuerdas?
La mujer sonrió.
—Pensé que lo habías olvidado.
—“Por supuesto que no. ¿Qué te hace pensar eso?
—Tu historial me hace pensar eso...
—“Siéntete halagada entonces. Eres la primera mujer a la cual le devuelvo la llamada luego de una primera cita.
—Puede ser...
—“May... No tengo mucho tiempo.
—Está bien. Hablamos luego.
—“¡No! No quise decir eso.
—¿Entonces...?
—“Estoy estacionado frente a tu edificio. ¿Podrías salir aunque sea un momento?
May se sorprendió por sus palabras. Podría jurar que para Anthony no había sido fácil decirlas.
—Uhm... Estoy preparando la cena, pero...
—“Sólo será un momento, lo prometo.
—De acuerdo. Enseguida bajo —apenas respondió a su petición, May cortó la llamada. No quería tener que arrepentirse luego si es que Anthony seguía hablando—. ¿Peter?
El aludido se sobresaltó al oír la voz de su tía dentro de su cuarto. Automáticamente escondió su teléfono entre uno de los libros que estaban frente suyo.
—Dime.
—Voy a comprar algo que se me olvidó para la cena.
—De acuerdo. Llévate paraguas.
May asintió. El muchacho suspiró sonoramente cuando su tía se fue. Se quedó inmóvil hasta que oyó el sonido de la puerta del departamento cerrándose. Estiró su cuerpo y ambos brazos. Ya no podía ocultar lo que Harley había despertado en él con lo que le había estado enviando, y que May estuviera ausente unos minutos le daba el tiempo necesario para tener un poco de satisfacción personal.

May se acercó corriendo al vehículo estacionado frente al edificio evitando que la lluvia la atacara. Anthony le abrió la puerta desde adentro y ella subió al automóvil.
—Hola —le dijo, con una sonrisa nerviosa.
—Hola —saludó el hombre imitando hasta su sonrisa.
—¿Para qué querías que viniera?
—Quería saber cómo estabas.
—¡Podrías habérmelo preguntado por teléfono! —dijo May entre risas.
—No es lo mismo —reconoció Anthony con una seriedad que ocasionó un poco de incomodidad en su acompañante.
—Bueno... Estoy bien. ¿Y tú?
—Bien. Cansado. Esto de haber vuelto a ser el CEO hace que recuerde por qué había renunciado al puesto apenas tuve la oportunidad.
—Te invitaría una taza de café antes de que vayas a casa, pero... está mi sobrino.
—¿Peter?
—Sí.
—Me encantaría conocerlo.
—Es difícil explicar esto justo ahora —sentenció May en referencia a la relación que apenas estaba naciendo entre ambos mientras sus ojos se enfocaba en las gotas de lluvia que chocaban contra el parabrisas.
—¿Por qué?
Cuando May volvió su mirada hacia Anthony, se dio cuenta que aunque el coche no estuviera encendido, sus manos jamás se habían despegado del volante.
—¿Te ocurre algo?
—No. ¿A mí? No, por supuesto que no.
—Es como si estuvieras nervioso por estar aquí conmigo —Anthony la miró con los ojos abiertos como platos—. ¿Qué? —inquirió, con una sonrisa—. No me digas que acerté.
Su oyente despegó las manos del volante y suspiró cerrando los ojos por unos instantes.
—May... No voy a negar que he pasado un momento increíble junto a ti. Hace años, y creo haber perdido la cuenta de cuántos, que no paso la noche entera sólo hablando con alguien. Sobre todo si es una mujer.
—¿Pero...?
—No hay ningún pero. Me gustaría saber si tú sientes lo mismo.
Dentro suyo, May sentía que algo se estremecía, pero no podía decir qué o debido a qué estaba sintiendo aquello.
—Creo que estuvo bien. Me divertí mucho, es verdad. Es agradable tener a alguien distinto de un adolescente para charlar.
—¿Te gustaría que nos sigamos viendo?
—Por supuesto. Es decir, no tengo motivos para decir que no. Has sido muy atento conmigo y eres una persona muy amable...
Anthony ya no estaba sosteniendo con fuerza el volante. Poco a poco fue soltándose y se dejó llevar por el monólogo sin fin por parte de May a quien terminó callando con un suave beso. La aludida se quedó perpleja ante el accionar del hombre.
—Lo siento —susurró Anthony—. Si tengo que serte sincero... No he dejado de pensar en ti ni por un instante.

El movimiento involuntario del cuerpo de Peter ocasionaba que la cama rechinara. Aunque la parte de arriba estuviera a punto de caérsele encima, el orgasmo que estaba por experimentar valía todo el desastre y hasta los gemidos de placer que no había podido contener.
Harley podía haberle hecho el mejor sexo de su vida hasta entonces y podría haber extendido un poco más su relación con él, pero no era un hombre.

May reía. No pudo evitar reír y llorar al mismo tiempo. Hacía mucho tiempo que no sentía algo así. Algo tan puro si es que podía llamarlo de ese modo.
—Yo tampoco he podido dejar de hacerlo —le dijo conteniendo el llanto—. Lo siento. Es que... ¿Sabes? Hace mucho tiempo que no siento esto y... Tengo miedo. Tengo miedo de estar arriesgándolo todo contigo, Tony.
—Arriesguémonos juntos —soltó Anthony, esperanzado—. Yo también tengo miedo. Tengo apenas una relación formal en mi haber y ha terminado en desastre. No quisiera que pase lo mismo contigo. No contigo.
—Entonces, vayamos despacio. No apresuremos las cosas. Ya sea si va a suceder algo entre nosotros o no, sólo dejemos que las cosas... pasen...
—Me parece perfecto.
—Bien... Debo irme. Peter debe estar esperándome.
—Claro. Peter.
—Nos vemos, Tony.
May bajó del vehículo, entró al edificio y abordó el ascensor que la llevaba al séptimo piso. No podía evitar sonreír. Hacía mucho tiempo que no sonreía de ese modo, lo sabía. Lo que no, era si empezar una relación con Anthony fuera una buena idea, pero estaba dispuesta a correr el riesgo. Por él, lo haría.

Harley no era un hombre.
No tenía su porte, no tenía su cabello, mucho menos esa mirada animal que estaba tan bien estampada en esa fotografía escondida entre el colchón y la cama arriba suyo.
Estaba llegando al clímax, lo sabía, lo intuía.
Hubiera querido que él lo estuviera tocando, que él estuviera volviéndolo loco, que después de haberse hecho cargo de su erección, él enterrara la suya en lo profundo de su ser y se moviera en su interior hasta sentir que partía su cuerpo en dos.
Después de todo, él siempre había sido el hombre de sus sueños, el ideal de hombre con el que quisiera yacer cada maldito día de su vida. Él sería la única persona por la cual cambiaría a Harley. Por él, lo haría.
Separó sus labios que, temblorosos, susurraron el nombre de su amante platónico segundos antes de llegar al clímax.
—S... Stark... Señor Stark...

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