24 de agosto de 2018

[Dame una noche más] Capítulo 04: ¿Reflexionas sobre las formas de las cosas en medio de la oscuridad?

Ciaossu~!!
Soy la persona más feliz del universo :)
Mi yo del pasado pensó en lo estresante que es copiar y pegar texto de plataforma en plataforma... ¡así que me dejó esto es borradores! :,D
Yo del pasado, tu yo del futuro te ama
Enjoy~


Título: Dame una noche más.
Fandom: Universo Cinematográfico de Marvel. 
Pairing: Anthony Stark x Peter Parker, Anthony Stark x May Parker, Harley Keener x Peter Parker.
Formato: Multi-chaptered. 
Género: AU, drama, smut.
Rating: NC-17.
Número de palabras: 2487.
Sinopsis: Peter no atiende las llamadas de Harley y el muchacho en cuestión no va a darse por vencido hasta hablar con él aunque sea una última vez. May se rehúsa a acompañar a Anthony a un viaje de negocios pero se da cuenta que salir del país será una experiencia completamente nueva para su sobrino. Anthony accede a llevar a Peter como su acompañante, pero eso no aligera en lo más mínimo la incomodidad que a veces le despierta ese chico.
Notas que a nadie le importan: El título del capítulo es una frase de la canción Glitter & Gold de Barns Courtney. Tengo como una especie de OBSESIÓN IMPORTANTE con las canciones de este sujeto :)

⚠ NOTA IMPORTANTE QUE SÍ TIENE QUE IMPORTARLES ⚠ El siguiente capítulo tiene una especie de vouyerismo... El que avisa, no traiciona, así que después no se me quejen xD

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Capítulo 04: ¿Reflexionas sobre las formas de las cosas en medio de la oscuridad?

Era la décima vez en la mañana que Harley lo llamaba.
—Imbécil —soltó Peter, lanzando el teléfono sobre el colchón no sin antes apagarlo y volviendo su atención al proyecto que ya fuera tarde o temprano  le presentaría a Anthony. Sus labios se curvaron hacia arriba, y sintió el calor agolpándose en sus mejillas. Incluso lanzó una risita. Le gustaba hacer algo sólo para él. Siempre había deseado eso, y gracias a May, eso estaba ocurriendo. Pero recordó algo más al respecto, y alejó las herramientas por un momento—. May…

—Lo siento, Tony, pero no puedo acompañarte —le dijo May, bajando del ascensor junto al aludido.
—¿En serio? Tienes pasaje abierto hasta un minuto antes de despegar, cariño —dijo el hombre, agarrando a la mujer de la cintura.
—No dirías eso si pagaras ese pasaje —reconoció la mujer, aceptando un beso en la mejilla de parte de Anthony. Ambos entraron al departamento—. ¡Peter! ¡¿Estás listo?! —lo llamó su tía, dirigiéndose a la cocina.
Un sonido a la lejanía llamó la atención del recién llegado quien al agudizar la vista vio a Peter saliendo del baño con una toalla cubriéndolo de la cintura para abajo. Se acomodó el cabello con una mano mientras usó la otra para cerrar la puerta detrás suyo.
—Señor Stark —lo saludó con una sonrisa.
—Peter —dijo el aludido devolviéndose el saludo. Hasta que la puerta del cuarto se cerró detrás de Peter, Anthony sintió una leve incomodidad. Tragó saliva, pero se ahogó con ella y comenzó a toser.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó May, saliendo de la cocina.
—Sí… Sí… Sólo… me ahogué…
—¿Y Peter?
—Creo que se estaba dando una ducha.
—Iré a decirle que se dé prisa —dijo la mujer, acariciando la espalda de Anthony—. A propósito, respecto al viaje… ¿Por qué no llevas a Peter? La semana entrante inicia su receso en la escuela. Sería una linda experiencia para él.
—Lo pensaré.
—Vamos, díselo en la cena. Estoy segura que va a encantarle la idea.
El aludido sonrió. No era mala idea llevar al chico, conocerlo un poco más, después de todo era la única familia que May tenía y era necesario que se llevaran bien si iba a vivir con ellos. Sin embargo, algo en Peter incomodaba a Anthony. Quizás demasiado.

Ser Tony Stark tenía sus ventajas: una mesa alejada de todo el mundo.
—¿Qué vas a pedir? —le preguntó May a su sobrino, quien estaba sentado frente a Anthony y ella.
—Creo que algún postre helado —suspiró el aludido, cerrando el menú—. Un helado en cono estaría bien.
—Aquí sirven helado en copa, Peter —aclaró Anthony.
—Podemos servírselo dónde quiera, señor —se apresuró a decir el mozo.
—Bueno… Si es lo que el chico quiere…
—Yo pediré un café —dijo May.
—Lo mismo para mí —la imitó Anthony, acariciando el dorso de su mano bajo la atenta mirada de Peter—. ¿Cómo estuvo la cena? —les preguntó una vez el mozo se fue.
—Exquisito. ¿Verdad, Peter?
—El señor Stark tiene buen gusto —dijo el aludido con una sonrisa.
—Los dejo solos —dijo May, acariciando uno de los hombros de su pareja y guiñándole el ojo antes de retirarse. En el camino se encontró con el mozo, quien regresaba con el pedido de Peter.
—Aquí tiene —le dijo el hombre al muchacho, entregándole el helado en la mano, por obvias razones. Sin embargo, dejó frente a él un plato pequeño y una cuchara por si surgía alguna dificultad.
—Gracias —dijo Peter.
—¿Has hablado con May? —le preguntó Anthony, una vez el mozo se retiró.
—¿Respecto a qué?
—Respecto a…
De nuevo, estaba sintiendo una cierta incomodidad estando a solas con ese muchacho. De acuerdo, quizás era su mente que lo retrotraía a situaciones vividas en su juventud y no mucho tiempo antes de entablar una relación estable con Virginia. Pero no podía negar que la forma en que Peter movía su lengua en torno a ese cono de helado, estaba ocasionando que perdiera la concentración. 
—¿Señor Stark? —llamó su atención el muchacho, con una sonrisa en el rostro.
—Tienes —obviamente Peter no estaba frente al espejo, y sólo Anthony estaba viendo cómo un fino hilo de crema americana mezclada con la saliva de Peter bajaba desde su comisura. Cuando él se percató de ello llevó su pulgar a sus labios y lo succionó, eliminando todo rastro de aquel dulce postre.
—¿Sí?
—Olvídalo —dijo Anthony, tragando saliva en seco. Estaba inmóvil, su cabeza no procesaba otra cosa más que seguir viendo a ese chico comiendo helado de esa forma tan… ¿sensual? ¿Peter? ¿El sobrino de May? La llegada del mozo con su pedido lo sacó de su ensimismamiento. Le agradeció con un movimiento de cabeza—. Como decía…
Los labios de Peter se separaron. Sus labios se llenaron de aquel dulce de color blanco. Hasta sus oídos incluso llegó el sonido que hizo cuando succionó aquel manjar. Podría haber jurado haber oído un gemido de su parte. Sólo era su mente. Volvió a recorrer el cono con su lengua de cabo a rabo. Sólo era su maldita mente. Envolvió parte del mismo para romperlo con el calor de su lengua y metérselo en la boca con completa inocencia. Sólo era su maldita y sucia mente.
—¿Y bien? —la voz de May lo volvió a tierra. Lo sorprendió de alguna manera, pero él le sonrió—. ¿Ya se lo dijiste?
—Decirme, ¿qué? —preguntó Peter, dejando el cono sobre el plato para empezar a inspeccionar su interior con ayuda de la cuchara.
—¿No se lo dijiste? —le dijo la mujer a Anthony—. Está bien, te lo diré yo. Tony tiene que ir a un viaje de negocios a Ámsterdam.
—Ah…
Peter destrozó el cono con la cuchara. Respondió sin siquiera mirar a su tía.
—Y pensamos que sería una buena oportunidad para que salgas un poco de Queens —el muchacho levantó la vista y frunció el ceño—. ¡Irás con Tony! ¿No es eso genial?
Su mirada se iluminó. Anthony se dio cuenta de ello. Su sonrisa se ensanchó y Peter se quedó sin palabras.
—En… ¿En serio?
—¡Sí!
—Yo… No sé qué decir —definitivamente sólo era su mente. La expresión de ese chico era de inocencia y sorpresa pura—. ¿No hay problema si le doy aviso a Ned?
—Claro que no —respondió Anthony.
—Entonces, voy… voy a avisarle —dijo Peter, levantándose de su asiento y dirigiéndose al baño. Cuando encendió su teléfono encontró cerca de medio centenar de llamadas perdidas y mensajes de Harley. Bufó. Esperó que las notificaciones dejaran de llegar y marcó el número de Ned.
—“Hola.
—¡Ned! ¡No tienes idea de lo que me pasó! ¿Estás sentado?
—“Eh… Sí… Espera un momento…
—¿Ya?
—“¿Peter?
—¿Harley? —lo último que le faltaba, que su mejor amigo lo hubiese traicionado y estuviera del lado de Harley—. Harley, ¿puedes pasarme a Ned? Después te llamo.
—“No. Si quieres hablar conmigo, lo haremos ahora. Si corto esta llamada, sé que no volveremos a hablar.
—Perfecto.
Sin pensarlo dos veces, Peter cortó la llamada. Se quedó pensando, mirando su reflejo en el espejo del baño. Su teléfono volvió a sonar. Ni siquiera debió mirar la pantalla para saber quién lo estaba llamando. Abrió la puerta de uno de los cubículos que estaba a sus espaldas y lanzó el teléfono al sanitario. Sabía que no saldría de ahí, pero de todas formas tiró de la cadena varias veces con la intención de dejarlo inutilizable.
Salió del cubículo y volvió a la mesa donde los adultos ya habían terminado de beber su café.
—¿Sucede algo? —le preguntó May al reparar en la expresión de tristeza que decoraba su rostro.
—Estaba llamando a Ned y, de la emoción, el teléfono terminó cayendo al sanitario —dijo Peter casi en un susurro.
—¿Quieres llamarlo del mío? —le preguntó rápidamente su tía, girándose para agarrar el aparato que estaba dentro de su cartera. 
—¡No! —exclamó el aludido ocasionando la sorpresa en el par que lo acompañaba—. Ya se lo dije… Hablaré con él más tarde desde casa…
—Está bien —sonrió May—. Así que… te irás a Amsterdam.
—Es una pena que no puedas acompañarnos —dijo Anthony.
—Alguien tiene que cuidar la casa. Además, será una linda experiencia para Peter —dijo la mujer estirando uno de sus brazos para alcanzar la mano de su sobrino, la cual estrechó con ternura. El muchacho le devolvió el gesto con una sonrisa.
Quizás todo era producto de la imaginación de Anthony. La expresión de Peter denotaba cariño hacia esa mujer.

—¿Peter? ¡¿Peter?! —Harley alejó el teléfono de su oreja y miró a Ned—. Me cortó.
—¿Qué? Dame eso —le pidió el aludido prácticamente sacándole el teléfono de las manos para verificar que lo que le dijo fuera cierto—. Déjame llamarlo de nuevo… Me dice que está fuera de línea… El muy maldito lo apagó… Espera, llamaré a May.
—Olvídalo, Leeds —soltó el rubio lanzándose sobre el sillón—. Ya entendí.
—¿Eh?
—Sabía que esto sucedería —reconoció el muchacho, mirando el techo—. Desde esa noche lo supe.
—¿Desde cuándo exactamente?
—Desde la noche en que Tony Stark apareció en el departamento de Peter es que supe que me dejaría.
—¿Por Stark?
—Sí…
—Pero Stark es el novio de May —Harley lo miró—. Vamos, Keener, ¿no creerás qué…? —el aludido le frunció el ceño—. No. No, no, no, no —dijo Ned, negando también con la cabeza—. Peter no sería capaz de hacer algo así.
Harley levantó ambos brazos en señal de alto. No iba a decir ni una palabra más y la verdad es que estaba pensando exactamente lo mismo que Ned apenas parecía estar interpretando. Si Peter realmente estaba enamorado de Anthony, ¿sería capaz de hacer sufrir a la persona que lo cuidó como si fuera su hijo desde que era niño? ¿Era realmente amor lo que sentía por él? Ned volvió a negar con la cabeza. Conocía a Peter. Claro que lo conocía. Sabía que cuando algo se le metía en la cabeza, no se detenía hasta cumplirlo. Y Michelle no había sido más acertada en su comparación. Pero, él, desde lo más profundo de su corazón, esperaba que su amigo dejara de lado esa etiqueta, al menos con Anthony, al menos con la pareja de su tía.

Anthony llevó a May y Peter a su hogar y aceptó otro café de parte de la dueña de casa. Peter se excusó diciendo que tenía sueño y se dirigió a su cuarto, pero May sabía que estaría despierto hasta altas horas de la madrugada terminando el proyecto que quería presentarle a Anthony. Cuando algo se le metía en la cabeza a su sobrino, no se detenía hasta cumplirlo.
—Señor Stark —llamó su atención Peter. Él levantó su cabeza para encontrar una mirada risueña, cansada si se quiere y unos labios que se posaron ruidosamente sobre una de sus mejillas, ocasionando que su piel se erizara por el sonido—, buenas noches —agregó el muchacho, restregándose los ojos como si fuera un niño. Sin esperar respuesta alguna de parte del adulto, se dirigió torpemente a su habitación, cerrando la puerta a su paso.
Anthony se quedó inmóvil y así permaneció hasta que May regresó de la cocina con dos pocillos de café. Sus miradas se encontraron y ella le sonrió.
—¿Sucede algo que me miras así? —él sabía que May había dicho algo, pero no alcanzó a oírla. Algo se lo impidió. Repentinamente, se incorporó y abrazó a la mujer, quien rió suavemente—. ¿Qué haces?
—Te estoy abrazando.
—Lo sé, pero no entiendo por qué —a medida que hablaba, el agarre del hombre sobre su cuerpo se volvió más fuerte, más cercano. Sus manos sostuvieron su rostro con ternura y sus labios recorrieron sus facciones hasta llegar a los suyos, pero apenas se encontraron, May puso distancia con sus manos—.Tony… Aquí, no. Está Peter…
—Él se fue a dormir. No va a oírnos.
—Pero… Tony…
—Vamos a tu cuarto.
Sería imposible decirle que no. Hasta ahora siempre había ganado él porque sabía qué hacer para que fuera ella quien perdiera la contienda. May entrelazó su mano a la de Anthony, lo llevó hasta la cocina para apagar la luz, y luego lo llevó por el pasillo hasta su habitación, pero ella se detuvo frente a la puerta de Peter, la cual abrió con sigilo para encontrar a su sobrino trabajando diligentemente en su proyecto mientras escuchaba música con los auriculares puestos. Cerró la puerta sin hacer ruido, pero Peter se dio cuenta que ella había entrado. Suspiró. Se quitó los auriculares y alejó un poco la silla de su escritorio. Podía oír al otro lado de la pared las risas de May, pidiéndole a Anthony que bajara la voz para que Peter no oyera lo que le estaba diciendo.
¿Esperaba palabras sucias? Sí. Pero no esperaba que May se excitara con eso.
¿Esperaba acaso que ella le hiciera sexo oral y él tener la suerte de regodearse con los gemidos de Anthony? Oh, sí. Lo deseaba. Tanto que su cuerpo se tensó tan sólo por imaginarse cómo serían los dulces sonidos que saldrían de entre los labios de ese hombre que le quitaba el sueño.
Un suspiro entrecortado se escapó de entre sus labios. Debía evitar emitir sonido alguno. No debía opacar lo que sus oídos realmente querían escuchar. Levantó el cuello de su remera a la altura de su boca y lo mordió con fuerza. Sus palmas recorrieron su propio torso hasta encontrarse sobre el cinto de su pantalón, el cual hábilmente desabrochó sin hacer un solo sonido. Estaba sucediendo. Aún mezclados con los de May, podía oír los gemidos de Anthony, su respiración entrecortada, los golpes del respaldo de la cama contra la pared que daba a su habitación, justo frente a él. Una de sus manos estaba masturbándose frenéticamente. Sus sentidos trataban de jugar con su mente y hacerle creer que esa mano no era suya sino la de alguien más. Hizo su cabeza hacia atrás apenas acariciando con sus cabellos el respaldo de la silla, jalándolos con fuerza mientras su espalda se arqueaba, completamente inmerso en ese juego en el cual sólo participaba él.
Su respiración fue tornándose errática al igual que los movimientos sobre su erección. Sus ojos se llenaron de lágrimas en el mismo instante en que, al otro lado de la pared, el acto amoroso parecía estar llegando a su fin.
Sólo un poco más. Sólo necesitaba unos pocos segundos más para hacerlo él también.
Lo sentía. Lo quería.
Suerte o coincidencia, lo oyó. Oyó cuando la respiración de Anthony pareció detenerse por unos instantes. Y él, lo imitó. Su cuerpo volvió a su posición original aunque sus piernas estaban abiertas y su remera caía nuevamente su cuerpo, como si quisiera tapar la evidencia de sus acciones. Miró su proyecto prácticamente terminado sobre la mesa. Sólo necesitaba eso para corroborar su funcionamiento.

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