24 de octubre de 2019

[Waves of Tension] Capítulo 02: Renegade

Ciaossu~!!
Hoy un copipasteo feo porque se me cierran los ojos del cansancio (si se preguntan de cuál, sí, yo tampoco lo sé xD)
Enjoy~ ♥


Título: Waves of Tension.
Fandom: Supernatural.
Pairing: Dean Winchester/Sam Campbell.
Formato: Longfic.
Género: AU, drama, lemon, romance.
Rating: PG-13 (pero van a haber capítulos NC-17).
Número de palabras: 3713 (se ve que estaba inspirada xD).
Sinopsis: Sam y Dean se vuelven más cercanos y empiezan a abrirse poco a poco con el otro.
Dean le pide a Sam que lo acompañe a ver a su mamá, pero en el camino, pueden surgir algunas turbulencias.
Notas: Como dije en el primer capítulo, cada título tiene algo que ver con alguna canción. En este caso, es Renegade de Styx (por si no se dieron cuenta con el título). Sería genial si pudieran escucharla mientras leen el episodio ;) Hay un par de referencias que espero que las agarren. Si no, quédense tranquilos que el Cap no va a estar decepcionado (?), en las notas de abajo se las dejo detalladitas.

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Capítulo 02: Renegade.

Hacía bastante tiempo que Sam no tenía esos ataques de pánico que lo dejaban sin poder respirar. Trató de calmarse mientras se decía frases que había sacado de un libro y que, milagrosamente, lo ayudaban a recuperar su temple. Claro, haber sido notado por el chico más popular de la secundaria lo convirtió en la comidilla el día siguiente, ocasionando que sus ataques reaparecieran. De repente, oyó un quejido provenir de uno de los cubículos del baño. Dirigió su vista hasta ahí para ver a quien parecía ser alguien sentado en el suelo. Sintió que el corazón se le subía hasta la garganta. Se acercó sigilosamente al cubículo contiguo y se paró sobre el sanitario para alcanzar a ver al otro lado. Agradeció haber heredado la altura de la parta paterna de su familia - de parte de su madre, su familia tenía estatura promedio. Al asomarse, reconoció a esa persona por el manojo de llaves que descansaba sobre la tapa del sanitario. Quiso llamar su atención, pero las palabras no salieron de su boca. Salió del cubículo y abrió el contiguo de una patada. Desde el suelo, Dean lo miró. No estaba asustado, sino todo lo contrario. Parecía una fiera dispuesta a atacarlo, pero, al verlo a él, le sonrió débilmente.
—Ey —lo saludó, bajándose una de las mangas de su buzo—. ¿Todo bien?
—Es lo que me pregunto yo —dijo Sam, confundido y todavía agitado.
Dean se levantó lentamente y arrastró sus llaves hasta esconderlas en el bolsillo trasero de su pantalón. Se acercó al lavabo y se lavó las manos. Miró a Sam a través del espejo y le sonrió.
—La pregunta es, ¿qué estabas haciendo tú ahí adentro? Tienes las mejillas coloradas.
—Tengo ataques de pánico.
Luego de secarse las manos con su buzo, Dean se acercó a Sam y le palmeó la espalda.
—Ya pasó, ya pasó —le dijo. Sam se lo quedó mirando. No sabía decir si se estaba burlando de él o si sinceramente estaba preocupado y tratando de calmarlo—. ¿Ya está? Ahora, vamos —agregó, volviendo al cubículo para agarrar su mochila y colgársela al hombro antes de salir.
Milagro o no, ninguna palabra de aliento de parte de Sam pudo más que aquella acción de parte de Dean. Se había calmado por completo, y no parecía que hubiera sufrido un ataque de pánico escasos minutos atrás. Sin embargo, movido por la curiosidad, volvió al cubículo donde había estado Dean. Divisó unos finos hilos carmesíes sobre la tapa del sanitario. Lo que fuera que estaba haciendo Dean consigo mismo era peor que sus ataques de pánico. Al menos los últimos eran inconscientes, en cambio, Dean, era consciente de lo que estaba haciéndole a su cuerpo.

***

En la hora del almuerzo, Sam observó detenidamente los movimientos de Dean mientras jugaba a la pelota. Pese al calor corporal levantado por estar practicando un deporte, en ningún momento se deshizo de su buzo.
—Buenas —lo saludó Jack. Sam le dedicó un movimiento de mano—. ¿Qué estás haciendo?
—Jack…
—Dime.
—Dijiste que Dean no suele estar mucho tiempo en un club, ¿cierto?
—Sí… ¿Por qué?
—¿Él está en alguno en estos momentos?
—No que yo sepa. Según tengo entendido, está ayudando a su papá en un taller de vehículos.
—Ah…
—En serio, Sam. ¿Por qué preguntas?
La curiosa mirada de su primo hizo que Sam sonriera y negara con la cabeza. No sabía cómo responderle en realidad, pero algo en su interior le decía que Dean no era esa persona que aparentaba ser, que había algo que, para ocultarlo, tenía que mostrar esa cara de chico perfecto a todo el mundo.

***

Los días pasaron sin contratiempos, dando inicio al fin de semana. Dean se reunía con los Novak, Kaia y Sam cada tanto a almorzar, y algunos otros ni siquiera asomaba la cara fuera del salón de clase. Así era. Sam estaba cansado. Cada día que ponía un pie en los pisos de la escuela, automáticamente se volvía el centro de las miradas. Eso sólo ya lo estresaba y le ponía los nervios a flor de piel. Estaba cansado, pero tenía que hacer lo que estaba haciendo. Quizás era estúpido, pero no se le había ocurrido ninguna otra cosa.
—Aquí es —dio Kelly, deteniendo su vehículo frente a una casa.
—¿Aquí?
—Es la dirección que me dio Jack. ¿Quieres que te espere?
—No —respondió Sam, agarrando con fuerza la bolsa que estaba sobre su regazo—. Está bien. Después te llamo.
—De acuerdo —dijo Kelly, pasando una mano por los cabellos de su sobrino, llamando su atención—. Suerte.
Sam le sonrió y bajó del vehículo. Esperó a que se fuera para recorrer el corto trayecto hasta el porche de la casa. Estaba por golpear la puerta, pero esta se abrió.
—¿Sí? —al otro lado del umbral, un sujeto un poco más bajo que él, pero de ancha contextura física, lo escudriñaba con la vista.
—Buenas tardes. ¿Se encuentra Dean? —balbuceó Sam, sintiendo la intimidación que el sujeto frente suyo despertaba en él.
—Está durmiendo —respondió el aludido—. Pero, pasa. Dile que me fui al taller.
—Está bien —dijo Sam, entrando a la casa mientras quien suponía era el padre de Dean, salía—. Muchas gracias, señor Winchester.
El hombre lo miró, y le sonrió antes de tomar el camino por el que Sam había llegado.
Cuando Sam estuvo dentro de la casa de Dean vio el caos. Botellas de cerveza y demás bebidas alcohólicas por doquier, comida pedida a domicilio sin terminar, bolsas de plástico aquí y allá. Ahí se fue la imagen de chico perfecto que Dean quería aparentar. Lentamente fue a cada una de las habitaciones al otro lado de la cocina comedor hasta llegar a la de Dean. Lo encontró acostado sobre su cama, el estridente sonido de una guitarra eléctrica resonaba a través de los auriculares que tenía sobre sus orejas. Sam fue acercándose a él con miedo a despertarlo. Ahí sí estaba su imagen de chico perfecto. Su rostro se mostraba pacífico, inmerso en un sueño placentero. Sam pudo ver, pese a que Dean tenía ambos brazos cruzados debajo de su almohada, marcas de cortes sobre su piel. Intentó trazar una de ellas con la yema de sus dedos, pero ocasionó que los auriculares de Dean se zafaran del equipo de música al que estaban enchufados, y el sonido estridente de guitarra sonara a través de los parlantes. Dean se sentó de un salto en la cama, sintió su corazón latiendo a mil por hora por la presencia extraña en su hogar, en su habitación.
—¿Sam?  —su oyente lo saludó sólo que Dean no pudo oírlo por el sonido de la música que seguía saliendo de su equipo de música—. Sí que me diste un buen susto —dijo Dean, empezando a limpiar el desastre que era su hogar—. Toma asiento.
—Disculpa. No fue mi intención asustarte —reconoció el muchacho, dejando la bolsa que había llevado en el pequeño espacio vacío frente suyo—. ¿Quieres que te ayude?
—No. Ya estoy acostumbrado a todo esto —reconoció. Dean tenía razón. Parecía tener el don mágico para hacer la limpieza. En menos de quince minutos se deshizo de todo lo que estaba demás y se sentó al lado de Sam—. ¿Qué es esto? —le preguntó mientras abría la bolsa que Sam había llevado consigo—. Brownies.
—Pensé en traer algo para compartir. Si no lo quieres-
—¿Si no lo quiero? —Dean abrió el recipiente en el que Sam había llevado el postre, agarró uno y se lo llevó a la boca sin siquiera pedir permiso. La expresión de satisfacción en su rostro le demostró a Sam que tenía mano para la cocina—. Está delicioso. No me digas que lo hiciste tú —Sam asintió efusivamente—. Deberías dedicarte a esto. En serio, Sam. Está muy bueno —el sonido de música seguía viniendo del cuarto de Dean. Bastante más débil, pero seguía resonando—. ¿Y bien? —Sam lo miró—. ¿A qué se debe el honor de su visita, señor Campbell?
—A- nada. Quería saber cómo estabas. Eso es todo.
—¿Saber cómo estaba?
—Vi lo que estabas haciendo en el baño, Dean —la mirada dura del aludido ocasionó que Sam bajara la vista—. No es que quiera entrometerme en tu vida. Pero-
—Lo estás haciendo.
—Sólo quiero ayudarte —agregó, levantando la mirada. Dean suavizó sus facciones y suspiró.
—Digamos que… es lo mismo que esas frases de autoayuda que te decías a ti mismo para calmar tus ataques. 
—Discúlpame, pero mis frases de autoayuda no me hacen daño —su oyente lo miró. Por unos instantes los roles parecieron haberse invertido: Sam era ahora quien mantenía una expresión seria, y Dean, a diferencia suya, parecía confundido por esa forma de ser de su más reciente amigo. Sam pareció darse cuenta de esto y volvió su vista a uno de los brownies, el cual agarró y comió—. Lo siento —musitó.
—No tienes que disculparte.
—¿Así que trabajas en un taller con tu papá? Ah, lo vi cuando llegué.
—Ah… Sí —a Sam le dio la sensación de haber despertado la incomodidad en Dean con su comentario—… En realidad, él es socio con un amigo de la familia.
—Ahh —dijo Sam, ahogándose con un trozo de brownie que había comido. Dean se incorporó rápidamente y le golpeó la espalda.
—Ni siquiera te serví un vaso con agua. ¿Quieres eso o jugo?
—Cualquier cosa está bien. Gracias —dijo Sam en medio de una tos que parecía no tener fin. Le agradeció también con una sonrisa cuando Dean regresó con dos vasos con jugo—. Y… ¿Tu mamá?
Dean miró a Sam sorprendido por su pregunta. Tardó unos cuantos segundos en responderla.
—No está.
—¿Está trabajan-? —Sam se interrumpió a sí mismo cuando se dio cuenta de su error. Se llevó ambas manos al rostro—. Lo siento mucho, Dean.
—¿Qué? No está muerta —Sam bajó de a poco sus manos y prestó atención a sus palabras—. Ella nos abandonó.
—¿Sabes dónde está?
—¿Sabes que eres la primera persona a la que le cuento todo esto? —reconoció Dean—. ¿Qué hora es? —preguntó haciendo la silla hacia atrás para inspeccionar el reloj que se encontraba detrás de Sam—. Tenemos tiempo todavía. ¿Tienes planes esta noche?
—Eh- ¿Eh?
—Un grupo de amigos me dijo que supliera al cantante de su banda para un concierto que tienen en la ciudad. Tus primos también están invitados si quieren venir. ¿Me disculpas un momento? No puedo presentarme con esta pinta, ¿no lo crees?

***

Era una suerte el tamaño que tenía el Mustang de Dean. Aunque la madre naturaleza se enojara después por la contaminación que ocasionaba su combustible, valía la pena. Cuando llegaron al club nocturno, el grupo ingresó por la entrada trasera y saludó a muchas personas desconocidas. Algunos nombres llegaron a sus oídos, otros quedaron perdidos con la música ambiente.
—¡Ahí está nuestro hombre! —un muchacho con un color de ojos como el cielo se les acercó y abrazó afectuosamente a Dean. Parecía ser un típico chico de universidad o, al menos, eso transmitía su prolijo corte de cabello y la chaqueta que tenía puesta.
—Lo siento, es que el tráfico estaba terrible, y eso que vivo cerca. Les presento al bajista de la banda, Chuck.
—Chuck Shurley, chicos. Encantado de conocerlos. Allá pueden ver al resto de nuestra banda. Ese que tiene una remera que mejor no se queden mirando mucho tiempo, es Gabe; y por allá tienen a Nick y Crowley, guitarra y batería.
A la distancia, el trío saludó al grupo con sus manos en alto.
—¿Estás listo? —le preguntó Gabriel a Dean, quien suspiró sonoramente.
—No es fácil llenar los zapatos de Jason.
—Por eso te elegimos —dijo Crowley, señalándolo antes de salir al escenario.
—Nos ven desde abajo, chicos, ¿sí? —le dijo Chuck al grupo—. Balthazar, ¿acompañas a los amigos de Dean?
—Seguro —dijo un muchacho que desde las sombras había estado oyendo todo.
El grupo fue llevado lo más cerca posible del escenario. Había un bullicio normal cuando la música ambiente fue bajando hasta silenciarse por completo. La voz de Dean resonó en el lugar con un golpeteo de batería de Crowley. Pronto, las voces de Chuck y Gabriel se le unieron hasta que el grito de Dean agarrando con fuerza el micrófono desató la canción por completo. Sam podía sentir la sensación que su voz había despertado en su cuerpo. Era como si estuviera con los pies pegados al suelo, sin poder escapar aunque quisiera. Su voz pareció hipnotizarlo conforme la canción seguía siendo interpretada por el grupo. Cuando logró salir del trance, vio al resto del público vitoreando y cantando junto a Chuck y Gabriel en la parte del puente justo antes de que Dean interpretara el estribillo final. Parecía que toda esa incomodidad que había despertado cada una de las palabras que habían salido de boca de Sam horas atrás desaparecieron en el momento en que Dean agarró el micrófono y se apoderó del escenario.

***

Luego de un par de canciones más interpretadas por el grupo, volvieron las canciones en su formato pista. Balthazar se había encargado que el grupo de estudiantes no tuviera problemas en el club, después de todo, no era correcto que siendo menores de edad estuvieran ahí, así que mientras menos llamaran la atención, menos problemas para todos. A Sam le pareció ver a Dean hablando con alguien que no llegó a ver, lo que sí pudo ver fue que le habían entregado algo, algo que guardó entre sus ropas antes de desaparecer entre la gente y acercarse a ellos.
—¿Y? ¿Qué les pareció? —les preguntó Dean.
—¿Hablabas en serio cuando dijiste que estabas nervioso? —preguntó Claire—. Porque déjame decirte que no se te notaba ni un poco.
Dean sonrió.
—En serio estaba nervioso. Siempre estuve en el escenario haciendo los coros o reemplazando a Gabriel, pero nunca como vocalista principal.
—Deberías dedicarte a esto —le dijo Sam. Dean lo miró, recordando la conversación que habían tenido en la tarde.
—Sam, ¿me acompañas a un lugar?
—Claro —los muchachos salieron del club. El viento congelaba sus manos, así que Dean trató de que cupieran en los bolsillos delanteros de su pantalón, pero falló en el intento—. ¿Sucede algo?
—Creo saber dónde vive mi madre.
—¿Qué?
—Vive aquí. Tengo la dirección de su casa y todo.
—¿Por qué no vas?
—No es fácil, Sam. Mi papá nunca ha dicho una sola palabra de esa mujer. La encontré por unas fotos viejas que tengo de ella, las únicas que logré conservar sin que mi papá lo supiera. Él tampoco la tuvo fácil criando a un niño solo, ¿sabes?
—Pero, es por eso que me llamaste aquí fuera, ¿cierto? —Dean lo miró—. Sabes que no te dejaré volver a casa a menos que vayas a verla.
—En realidad…, iba a preguntarte si no quieres venir conmigo mañana. Hoy es viernes, estoy fulminado. Además… Hace frío. Mejor entremos —agregó, apoyando una de sus manos sobre el hombro de Sam y apretándolo con un poco de fuerza. Él lo miró—. Gracias —susurró.
Sam hizo su brazo hacia atrás para abrazarlo, sintió que Dean lo necesitaba, pero fue demasiado lento en sus movimientos, Dean ya estaba entrando al club y sosteniendo la puerta para que él también lo hiciera.

***

El sonido de una bocina de vehículo despertó no sólo a los Novak, sino prácticamente a todo el vecindario.
—Es Dean —dijo Jack, corriendo la cortina de su habitación para ver quién rayos era.
—¿Qué? —preguntó Sam, medio dormido.
—¿Te mandó mensaje o algo?
Sam se sentó en la cama y agarró el teléfono que descansaba en la mesa de luz al lado de la cabecera.
—Pues…
—¡Ya va! —exclamó Jack, abriendo la ventana—. Apresúrate o papá va a matarte.
—Son las dos de la mañana…
La puerta de la habitación se abrió y siendo iluminada por la luz del pasillo, divisaron el entrecejo fruncido de Claire. Sam suspiró. Disculpándose con su familia, salió de la casa con un pantalón de gimnasia y una remera que usaba para dormir. Abrazándose a sí mismo se acercó al Mustang que recién cuando lo vio cruzar el umbral de su casa cesó su llamado.
—Al fin —dijo Dean.
—¿Qué estás haciendo?
—¿Vienes o no?
—Si voy, ¿vas a dejar de despertar a los vecinos a bocinazos?
Dean frunció los labios y puso una expresión pensativa.
—Está bien. Sube.
Sam subió al vehículo mientras sus primos observaban la situación desde la puerta de su casa.
—¿Nuestro primo se subió al auto de Dean Winchester a la dos de la mañana? —preguntó Claire, con su mentón apoyado sobre uno de los hombros de Jack.
—No entiendo qué está pasando, Claire.
—¿Te inquieta?
—Me preocupa. Salvo por lo que vemos en la escuela, ¿realmente conocemos a Dean?
Inconscientemente, Claire imitó la expresión que Jack tenía.
—Dime que por lo menos se llevó su teléfono.
—Creo que lo dejó sobre la cama.
—¿Ustedes dos van a estar ahí parloteando o van a ir a dormir? —la somnolienta voz de James bajando las escaleras llamó su atención.
—Lo siento —se disculpó Jack subiendo las escaleras junto con Claire.
—Esperemos que no se meta en problemas…

***

Sam era muy observador. Es por eso que se dio cuenta que el camino que estaba tomando Dean lo estaba llevando al club nocturno que habían visitado la noche anterior. El conductor le dijo que lo esperara ahí, que no tardaría, y antes de que su calor se escapara del asiento, estuvo de regreso.
—¿Para qué me llamaste?
—Para que me acompañaras a ir a lo de mi madre.
—¿Casi a las tres de la mañana?
—Más vale tarde que nunca, ¿no? —el Mustang siguió entre calles con letreros de neón que fueron apagándose poco a poco hasta encontrarse con mansiones dignas de estrellas de Hollywood—. Se ve que mamá nos cambió por una vida mejor.
—Dean…
—¡Bien por ella! —agregó subiendo el volumen de la radio mientras comenzaba a cantar el estribillo de la canción a viva voz. De repente, el vehículo frenó estrepitosamente frente a una de las mansiones.
—¿Es aquí?
—Es aquí —musitó Dean agarrando con fuerza el volante.
—Dean.
—Es aquí, es aquí. Tengo la dirección aquí —agregó el muchacho metiendo ambas manos en los bolsillos de su chaqueta—. La tenía por aquí —Dean comenzó a vaciar el contenido de sus bolsillos y dejarlos en el piso del vehículo—… por algún lado. Espera, voy a ver si esta es la dirección correcta.
Sam se sonrió, divertido por la situación. Claro que mientras Dean bajaba del vehículo para acercarse a ver la dirección de la casa frente a la que había estacionado su vehículo, su expresión fue tornándose pálida a medida que veía un par de luces rojizas y azules acercándose a ellos. De la patrulla bajó una oficial que se acercó a Dean y se cruzó de brazos frente a él.
—Bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí?
—¡Jody! Linda noche, ¿no?
—¿Qué estás haciendo aquí, Dean?
—Estábamos yendo a lo de un amigo, pero se ve que nos perdimos.
—¿En la zona residencial?
—Oye… Me ofendes —Jody lanzó una risa y se asomó para ver dentro del vehículo—. Buenas noches.
—Buenas noches, oficial —la saludó Sam, visiblemente nervioso. La mujer le sonrió cálidamente, pero algo llamó su atención. Alumbrando el interior del vehículo con su linterna reparó en lo que antes estaba en el bolsillo de Dean.
—Con permiso —le dijo Jody al dueño del vehículo para que se hiciera a un lado y poder ella abrir la puerta del Mustang. Metiéndose apenas dentro del vehículo, agarró una pequeña bolsa cerrada herméticamente, pero cuyo contenido era visible a simple vista—. Sabes que tienes que acompañarme a la estación por esto, ¿no? —le dijo a Dean enseñándole lo que había agarrado. El aludido se quedó sin palabras, y Sam tragó saliva en seco.
—¡Es mío! —exclamó desde dentro del Mustang. Tanto Dean como Jody se asomaron para verlo—. Eso es mío —reiteró pese a las exageradas señas de Dean para que cerrara la boca.
—Y tú vas a decirme que no tenías nada que ver con esto, ¿cierto? —le preguntó a Dean, quien no respondió—. Tienen suerte que tengo más de un par de esposas en la patrulla. Vamos, contra el vehículo.

***

La celda no era siquiera una habitación de dos estrellas, pero se dejaba querer. Era espaciosa, y tan sólo rejas separaban a una de la otra. Mientras Sam observaba todo lo que estaba a su alrededor, Dean lo miraba a él.
—¿Qué? —le preguntó Sam al darse cuenta que la mirada de Dean estaba encima suyo.
—Eso que hiciste fue estúpido.
—¿Qué cosa?
—Inculparte. Es Jody. Podía manejarla. Ahora, ¿cómo vas a escapar de esta?
—En parte también fue mi culpa. Si no te hubiera molestado con ir a ver a tu mamá cuanto antes, no estaríamos aquí.
—¿Realmente crees que fue por eso que fuimos hasta allá? Lo de mi madre fue un tema secundario.
—¿Entonces tocar con la banda ayer también fue secundario?
Dean frunció el ceño, pero terminó por darse cuenta a qué se refería su “cómplice”.
—No voy a discutir lo que haga o deje de hacer contigo.
—Pensé que éramos amigos.
Dean fijó su mirada sobre Sam.
—Lo siento, pero pensaste mal.
Sam no dijo nada, atinó a agachar la cabeza. El silencio se extendió hasta que la puerta que daba a las celdas se abrió, dando paso a James, Kelly y John que, acompañados de la ayudante de Jody, Donna, llegaron para liberarlos.
—Tienen suerte que Jody los conoce, chicos —reconoció Donna, abriendo la celda de Sam—. De no ser así, se hubieran quedado sus buenos días aquí.
Apenas salió, Kelly rodeó a Sam con sus brazos, mientras que su tío palmeó su espalda con ternura.
—¿Estás bien? —le preguntó la mujer. El aludido asintió sin atreverse a romper el contacto.
A diferencia de la expresión de preocupación de los Novak, John agarró a Dean de un brazo y empezó a sacarlo a los empujones.
—John —llamó Donna su atención—. No olvides que estás en una estación de policía.
A Sam le pareció ver una sonrisa en el rostro de Dean. ¿Es que acaso estaba disfrutando de lo que estaba sucediendo? ¿O de lo que estaba por suceder? ¿Realmente era tan perfecto el perfecto Dean Winchester? ¿O sólo era una fachada para alguien completamente diferente?


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Notas finales:Este capitulo es medio complicado. Empezamos a tocar temitas complicados. Para que se den una idea de cómo estaban vestidos Chuck y Gabriel, googleen “Rob Benedict young” y “Richard Speight Jr young” y son una de las primeras imágenes que les van a saltar. De Crowley y Nick no usé ninguna imagen en particular.
Nos leemos en el siguiente capítulo.
PD: La canción que canta Dean es justamente la que le da el título a este capítulo.

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