8 de enero de 2022

[Oneshot] Don't Worry, Baby; Daddy's Gonna Take Care of You Tonight (Chigasaki Itaru/Sakisaka Muku)

Ciaossu~!!
¿Dos mil y pico de palabras? Pensé que era más porque nunca le veía al final D:
Se supone que esto lo iba a publicar ayer, pero, de nuevo, no llegué a terminarlo~ Buu :( quiero mi poster ItaMukuuuuu :(

Enjoy~ ♥

Título: Don't Worry, Baby; Daddy's Gonna Take Care of You Tonight.
Fandom: A3! Act! Addict! Actors 
Serie: Cuando los scouts/tryouts no me colaboran.
Pairing: ItaMuku (Chigasaki Itaru/Sakisaka Muku).
Formato: Oneshot.
Género: AU, smut.
Rating: NC-17.
Número de palabras: 2254.
Sinopsis: Itaru no había pensado que alguna vez se casaría. Mucho menos que alguna vez se haría cargo del hijo de alguien más. Cualquiera que pensara que lo hacía por su esposa, pensaba mal. Si estaba a su lado era por el simple hecho de haberse enamorado perdidamente del hijo de su mujer.
Disclaimer: Los personajes aquí presentes son de la autoría de Liber Entertainment.
Todo esto para decir que sencillamente estos personajes y el universo donde se desarrollan sus vivencias no me pertenecen.
En cambio, la historia, sí.
« ADVERTENCIA: LAS ACCIONES Y ACTITUDES DE LOS PERSONAJES PRESENTADOS A CONTINUACIÓN PROBABLEMENTE NO SE CORRESPONDAN CON SUS CONTRAPARTES DEL JUEGO »
*No se admiten adaptaciones y mucho menos, PLAGIOS.
*Que tengas una feliz lectura.

Acordate que también podés seguir esta historia en las siguientes plataformas: Amor::Yaoi, AO3 & Livejournal :)
En caso de empezar a publicar en alguna otra, se avisará acá. Pero, en caso de que encuentren este fanfic en otra plataforma y no haya sido informado, por favor avísenme en los comentarios o en las redes sociales que pueden encontrar en las notas finales ya que fueron publicados sin mi consentimiento.


------------------------------------------------------------------------



Don't Worry, Baby; Daddy's Gonna Take Care of You Tonight. 

En los planes de Chigasaki Itaru no estaba casarse. Mucho menos ser un padre de familia. Sin embargo, un día en una reunión con colegas de otra sucursal conoció a una mujer. Era agradable y tenían gustos similares. Le caía bien. Acostarse con ella no fue desagradable. Él se valía de su atractivo para satisfacer ese tipo de necesidades. El inconveniente llegó cuando le dijo que tenía un hijo. Itaru se mostró neutral. Le dijo que no le molestaría conocerlo. Por dentro, gritaba. Una vocecita le decía que huyera. Por el contrario, accedió a reunirse con él y a llevarlo a casa desde la escuela. Recibió un mensaje de texto de parte del muchacho en cuestión. Él lo había reconocido y se estaba acercando al vehículo donde lo estaba esperando.
—Buenas tardes, Itaru-san. —El aludido trataba de responderle, pero el aire se había rehusado a volver a sus pulmones, y se le dificultaba respirar—. Itaru-san, ¿verdad?
El muchacho recibió un movimiento de cabeza afirmativo por respuesta. Su gentil sonrisa acompañó sus mejillas levemente teñidas de un color rojizo.
—Debo llevarte a casa, ¿no?
—¿Podemos pasar antes por un lugar?
El lugar que Muku quiso visitar fue una librería. Le dijo que había salido un nuevo número de la serie que seguía mensualmente. Ese muchacho no parecía un ángel caído del cielo con sus enormes ojos celestes y su cabello esponjoso. Lo era. Todo su rostro se iluminaba cuando hablaba de las ocurrencias de los personajes del manga que había comprado. Itaru no tardó mucho tiempo en darse cuenta que ese joven estaba despertando en él sentimientos que nunca creyó tener.

 



Muku observó la espalda de Itaru. Su padrastro hincó una rodilla en el suelo frente a Muku y se quedó esperando por él.
—Sube.
—Solo fue un raspón en la rodilla. Estoy bien.
—No voy a repetir mi ofrecimiento. A menos que quieras que te lleve a tu habitación como Ito-kun llevó a Takahashi-chan en “Strawberry Chocolate Love”…
Itaru miró hacia atrás. La expresión en el rostro de Muku era demasiado hermosa.
—No me molestaría. Claro… Eso si quiere hacerlo con un torpe como yo que es capaz de tropezarse con sus propios pies.
—Muku… —El muchacho terminó con su sinsentido cuando Itaru acarició una de sus mejillas con ternura—. No eres nada de eso que estás diciendo. —Su mano fue extendida al pequeño. Él la quedó mirando un rato antes de levantar la cabeza y encontrarse con su mirada—. ¿Vamos?
—Sí. —Sonriendo, Muku lo tomó de la mano. Itaru hizo uso de la poca fuerza corporal que tenía para cargar al muchacho entre sus brazos y llevarlo a su habitación. Lo recostó en su cama, entre risas, y se sentó en la silla que estaba frente al escritorio a recuperar el aliento—. No estoy hecho para estas cosas.
—Gracias, Itaru-san. —El aludido lo miró de reojo. Al ver su rostro triste se dio cuenta que estaba apenado—. No era mi intención interrumpirlo en su trabajo.
—Te dije que estaba bien. Y te lo agradezco porque me salvaste de una junta aburrida.
—¿En serio? ¿Puedo ir un día a conocer su trabajo?
—¿Mi trabajo? ¿Para qué? Te dije que es aburrido.
—¿No quiere llevarme?
Itaru sintió la angustia generándose en su interior al ver el rostro de Muku. El trayecto desde la puerta de entrada hasta su habitación lo había dejado destruido, así que palmeó sus piernas para llamarle la atención.
—Ven aquí. Yo no pienso moverme de esta silla hasta la semana que viene. —Muku se sentó sobre él y rodeó el cuello de Itaru con los brazos. Él sostuvo su cara con ambas manos y lo obligó a mirarlo—. Me encantaría que vinieras conmigo. Pero, Muku, tienes que saber que no vamos a poder hacer esto...
Itaru interrumpió sus palabras para darle un suave beso en los labios. Rodeó con fuerza su cintura con una mano y empezó a masajear su entrepierna con insistencia.
—Creo que mejor no voy.
—Te lo dije.
Besó una vez más los suaves labios rosados de Muku. Eso hizo que él sintiera cosquillas que expresó con una gran sonrisa.
—¿A mi mamá también la lleva así a la cama?
—No la quiero como a ti. A ti te amo, Muku. Te amo demasiado.
Sus labios volvieron a juntarse como si hubiera pasado una eternidad desde la última vez.
—Itaru-san… Amaneció de nuevo en mi cama…
—Supongo que es una suerte que haya sucedido cuando tu mamá no estaba…
—Ella se va a un viaje de negocios a la madrugada, ¿no?
—Así es. —Itaru recorrió los cabellos de Muku con una mano y jugó con un mechón de cabello—. ¿Por qué?
—Cuando se vaya, ¿vendría a dormir conmigo?
—¿Alguna vez me he negado a un pedido tuyo?

 




Las intenciones de Itaru estaban más que claras, y también las de Muku. Aunque el más joven trató de mantenerse despierto una vez su madre se fue de la casa, fue vencido por el cansancio que tenía y terminó profundamente dormido. Un peso ajeno sobre la cama lo despertó en medio de la noche. Darse cuenta que estaba entre los brazos de Itaru lo hizo sentirse feliz. Una sonrisa se dibujó en su rostro y una suave risa resonó en la habitación. De pronto, se estremeció al sentir la erección del mayor por dentro de su ropa interior. Todo su cuerpo se frotaba contra el suyo hasta que Muku quedó boca abajo sobre el colchón. Quería sentir a Itaru por completo, no en el estado de somnolencia en el que se encontraba. Sin embargo, sabía de las consecuencias que implicaba despertar a una persona somámbula, así que se tapó la boca con las manos para no perturbarlo. Itaru lo giró para que quedara boca arriba y le destruyó la ropa interior con una mano. Siguió frotándose contra él, sobre su erección. Con cada roce de sus pieles, Muku encontraba imposible controlar sus gemidos, el placer que estaba experimentando era intolerable, sentía su sangre hirviendo dentro de sus venas. El mayor le levantó las piernas y besó sus pies, succionó cada uno de sus dedos mientras masajeaba el empeine. Muku se estremecía con cada caricia y no pasó mucho tiempo hasta que sus carcajadas resonaron en la habitación. El sonido fue despertando poco a poco a Itaru que se encontró sobre la cama de su hijastro, sobre su cuerpo, masturbando a ambos.

—¿Muku?

—¿Itaru-san? ¿Está despierto?

Lo primero que hizo el aludido fue pellizcarse el brazo porque lo que sus ojos contemplaban parecía algo sacado de sus malditas fantasías y fue débil ante ello. Sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre el cuerpo del más joven para devorar sus labios. Muku lo desvistió de la cintura para arriba en medio de aquellos besos que tanto había anhelado.

—¿Me dejas ponerle pausa a esto para ir por el lubricante? —

Muku lo agarró de los brazos con una expresión de desesperación que Itaru nunca había visto en él.

—Sabía que iba a venir…

Mientras hablaba, el muchacho giró sobre su cuerpo y apoyó sus rodillas sobre el colchón. Se deshizo de lo que quedaba de su ropa interior y separó sus muslos para enseñarle a Itaru el tapón que tenía entre ellos. La vergüenza irradiaba de sus mejillas y orejas rojas. Muku se estremeció al sentir el tacto de Itaru sobre su columna vertebral hasta llegar al broche del sujetador que tenía puesto.

—¿Qué significa ese sostén?  

—¿Le gusta? Lo mandé a hacer para usted…

Itaru le sonrió antes de sacar el juguete que les impedía a ambos satisfacer sus necesidades.

—Ven aquí. —El mayor se sentó sobre sus rodillas y ayudó a Muku a sentarse sobre su erección—. Eso es. Buen chico. —Sus manos recorrieron su nuez de Adán mientras sus dientes lo hacían sobre su nuca. Sintió que su hijastro se contraía ante aquel estímulo. Rio suavemente. Sus manos bajaron hasta el sostén que desabrochó hábilmente antes de lanzarlo fuera de la cama—. Te ves mejor así.

Muku empezó a saltar sobre Itaru con lentitud. El mayor se dio cuenta de lo necesitado que estaba en cada suave gemido que se escapaba de sus dulces labios. En una situación normal, en la que su esposa se encontraba durmiendo en la habitación contigua, Muku estaría contra el colchón y él lo habría embestido haciéndolo morder la almohada, lo habría llenado por completo y pronto estaría de vuelta en la cama con su mujer, pero el caso era muy distinto, tenía dos días para hacerle el amor como él prefería hacerlo: con calma y tranquilidad hasta tenerlo lloriqueando su nombre y rogándole que lo hiciera suyo.

—¿Sin sostén?

—Estaba por decir: “sentado encima de mí justo como estás”, pero, sí, eso también. Date la vuelta, quiero verte.

Muku giró con dificultad sobre el cuerpo de Itaru. Ahora que finalmente lo estaba sintiendo en su interior, no quería dejar escapar esa sensación de satisfacción plena que solo experimentaba con él. Apoyó su frente sobre la del mayor mientras él lo agarraba de los muslos y se deleitaba con los gemidos que le robaba al penetrarlo lo más profundo posible. Vio las manos de Muku bajando hasta su erección, pero él lo evitó.

—¿Itaru-san…?

—Tú sigue. Quiero verte acabar sin que te toques. —Tras haberse acostumbrado a la intromisión dentro suyo, Muku terminó saltando sobre Itaru como si su vida dependiera de ello—. Se nota que formas parte del club de atletismo, cariño…

Muku se estremeció al sentir una caricia fugaz sobre una de sus piernas.

—No me digas así… —Jadeó mientras sentía la mirada febril de Itaru sobre él. Esa mirada hacía que su cuerpo también levantara temperatura—. Así llamas a mi mamá…

—Oh, lo siento. ¿Cómo quiere mi bebé que le diga?

El desgraciado susurró en el preciso instante en que la punta de su pene rozó la próstata de Muku. Toda concentración se perdió y cerró los ojos. Sabía que estaba por llegar a su orgasmo, y necesitaba todavía más de Itaru.

—Así. Dígame así…

—¿Bebé? —Muku asintió con su cabeza mientras se relamía los labios. Su cuerpo había empezado a moverse de forma errática sobre el suyo. Itaru sabía que eso significaba una sola cosa. Lo sostuvo con delicadeza de la cintura, como si quisiera que temblara de placer cada vez que las yemas de sus dedos apenas rozaran su piel. Se acercó a uno de sus oídos y dejó que ladeara su cabeza hacia un lado mientras enterraba los dedos entre sus cabellos—. ¿Te gusta cómo te lo hago, bebé?

—Mhh… Sí, así… Me gusta, Itaru-san… Me gusta mucho…

—Demuéstralo. Quiero ver cómo te derrites de placer por mí.

—No es justo. Eso lo hago siempre… Itaru-san… Siempre…

—Tú no eres justo para mí. Te amo demasiado, mi lindo bebé. —Era demasiado para Muku. Las provocaciones de Itaru, sentir que a cada movimiento que daba encima suyo su erección crecía un poco más hasta el punto de sentir sus venas hincharse y ocupar cada milímetro de su interior, su aliento cálido quemándole la piel y el tono bajo de su voz haciéndole perder la poca cordura que le quedaba. Todo eso lo hizo descargarse, y sus movimientos encima suyo cesaron. Itaru sacó un poco de semen de una de sus piernas con el dedo y se lo llevó a sus labios para limpiarlo con su lengua—. Delicioso… Como fuiste un buen chico te dejo la última elección a ti. ¿Dónde quieres que lo haga?

—Adentro…

—Buena elección, bebé.

Itaru dejó que Muku cayera sobre el colchón y volvió a penetrarlo. Su interior estaba tan dilatado que pudo llegar hasta el fondo con suma facilidad. Lo embistió un par de veces más mientras lo torturaba masturbándolo con rapidez aun cuando apenas había eyaculado. Su mano libre estaba sobre la de Muku, sus dedos entrelazados con tanta fuerza que estaba seguro que ambos tendrían algún que otro moretón al día siguiente. Tal y como Muku se lo había pedido, lo llenó por completo, y no salió de su interior hasta que se aseguró de no dejar escapar ni una sola gota de su semen.

 


 

Itaru se acariciaba el rostro con los pies de Muku. Jugaba con ellos besándolos, mordisquéandolos mientras él hacía lo mismo con su flácido pene. El más joven lo sintió estremecerse y detuvo sus acciones.

—¿Sucede algo?

—Me haces cosquillas. ¿Hace falta que lo hagas como si estuvieras comiendo un maldito helado?

—Lo siento. Es que me gusta el sabor de Itaru-san.

—Tengo la sensación de que solté a una bestia…

Muku se quejó mientras se zafaba del agarre para apoyar la planta de su pie sobre el cuello de Itaru.

—No lo soy.

—¿Puedes hacer eso más fuerte, cariño?

El aludido chasqueó la lengua mientras se ponía de pie. Itaru se puso boca arriba. Estaba completamente desnudo y vulnerable ante Muku. Sintió su cuello siento apretado por el pie de Muku y un débil gemido se escapó de su garganta.

—Le dije- Te dije que no me llames así, Itaru.

—Y, ¿qué? ¿Vas a castigarme por eso?

Muku percibió un brillo particular en la mirada del mayor. Eso lo estremecer y sonreír de lado. Se sentó encima suyo y flexionó su pierna derecha sobre su cuello.

—Puedes empezar lamiendo mi pie.

—Como usted ordene, mi amo.

El cuerpo del menor se calentó ante aquel apodo. “Bebé” sonaba bonito, pero “amo” le daba una sensación de dominación que no sabía que tenía. Y si esas eran las palabras mágicas para hacer suyo a Itaru, por supuesto que iba a aprovecharlo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario