6 de enero de 2022

[Oneshot] Just Lemme Make You Feel Good (Settsu Banri/Rurikawa Yuki)

Ciaossu~!!
Año nuevo, nuevo fandom (re que hace como un año que entré, pero shhh~). El gif de “han pasado 84 años” la verdad que acá re aplica xD pero es que sí, hace relativamente poco recuperé mi computadora :D y no, no creo publicar también acá DOS AÑOS DE FICS, así que acá en AO3 van a encontrar todo lo atrasado.
PD: Genial. Blogger se volvió como Livejournal con su espaciado de m¡3Rda...

Enjoy~ ♥

Título: Just Lemme Make You Feel Good.
Fandom: A3! Act! Addict! Actors 
Serie: Cuando los scouts/tryouts no me colaboran.
Pairing: Settsu Banri/Rurikawa Yuki.
Formato: Oneshot.
Género: AU, smut.
Rating: NC-17.
Número de palabras: 1974.
Sinopsis: Banri va a la casa de una compañera de la universidad para modificar un vestuario. Tiene la mala suerte de quedarse solo en una casa desconocida, y también la tiene al conocer al hermano de dicha compañera. Hermano al que le quedan muy bien los tacones altos aunque se queje por ello (y del imbécil que lo dejó plantado en su cita).
Disclaimer: Los personajes aquí presentes son de la autoría de Liber Entertainment.
Todo esto para decir que sencillamente estos personajes y el universo donde se desarrollan sus vivencias no me pertenecen.
En cambio, la historia, sí.
« ADVERTENCIA: LAS ACCIONES Y ACTITUDES DE LOS PERSONAJES PRESENTADOS A CONTINUACIÓN PROBABLEMENTE NO SE CORRESPONDAN CON SUS CONTRAPARTES DEL JUEGO »
*No se admiten adaptaciones y mucho menos, PLAGIOS.
*Que tengas una feliz lectura.
ADVERTENCIA: Mención de feminización. No se especifica las edades ni de Banri ni Yuki.

Acordate que también podés seguir esta historia en las siguientes plataformas: Amor::Yaoi, AO3 & Livejournal :)
En caso de empezar a publicar en alguna otra, se avisará acá. Pero, en caso de que encuentren este fanfic en otra plataforma y no haya sido informado, por favor avísenme en los comentarios o en las redes sociales que pueden encontrar en las notas finales ya que fueron publicados sin mi consentimiento.


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Just Lemme Make You Feel Good.

Banri saltó en su lugar al sentir un pinchazo en una de sus piernas. Miró hacia abajo a la muchacha que estaba arreglando el ruedo del pantalón que llevaba.
—¿Te pinché? —El aludido le respondió con una sonrisa—. Lo siento. Mejor esperamos a mi hermano, ¿sí? Él se encarga de estas cosas.
—¿Hoy por fin voy a conocerlo?
La muchacha se sonrió con sinceridad. Sabía la curiosidad que había despertado en su compañero de universidad desde el momento en que abrió la boca y le dijo que había sido su hermano menor el que había confeccionado la camisa de seda que había llevado un día. El teléfono de la muchacha recibió una llamada, por lo que Banri aprovechó para bajar de la tarima sobre la que estaba parado.
—¡No me digas! Espera un momento. —La muchacha tapó el micrófono del teléfono para dirigirse a su invitado—. Banri-kun, ¿podrías quedarte solo unos momentos? Mi mamá tuvo un problema con el auto y tengo que ir a buscarla. 
—No te preocupes. Ve tranquila. Yo tengo que esperar a tu hermano… Yuki-kun, ¿no?
—Estaré de regreso antes de que empieces a notar mi ausencia. 
Mientras seguía hablando, la muchacha se puso de pie y salió de la habitación. Banri le sonrió hasta que la vio salir. Luego se recostó en el suelo y suspiró. En cada gesto que ella tenía para con él se notaba lo mucho que le gustaba. Sin embargo, a Banri solo le gustaba pasar el rato con ella, y se había asegurado de no darle ninguna señal equivocada. Nunca habían mantenido una conversación sobre sus preferencias sexuales, pero, la realidad era que, aunque le gustaba coquetear con mujeres, Banri no estaba interesado en ellas. El interesante techo de aquella habitación lo hizo perderse un poco en sus pensamientos hasta que escuchó la puerta de entrada cerrarse estrepitosamente. Se sentó de un salto y se asomó al pasillo que conectaba los dormitorios. Después de unos minutos en que sintió que el corazón se le escapaba del pecho por el susto, vio pasar a alguien que se metió a la habitación contigua. Decidió averiguar quién demonios había llegado y salió a espiar. Una muchacha de cabellos verdes se quejaba entre dientes del dolor que sentía en los pies. No era para menos al notar los altos que eran los tacones que había tenido puestos. Ni siquiera sabía si los niños tenían permitido usar algo así. Y hablando de niños, sabía que él cuando era más joven había recibido más de un regaño por insultar, pero jamás escuchó tantas palabrotas proviniendo de una persona de tan corta edad. Sus pequeñas manos masajeaban sus pies con torpeza. El color naranja fluorescente de sus uñas combinaba con el lazo que rodeaba su cintura por sobre la falda que le daba la bienvenida al verano con las coloridas flores sobre la tela, y una camisa de mangas anchas terminaba de vestirla. Sin haber reparado en la presencia de Banri, ella se puso de pie con dificultad y abrió uno a uno los botones de su camisa. Cuando llegó a su falda, sus manos de detuvieron.
—¿Y tú quién demonios eres?
Plano. Su pecho era extremadamente plano. Y al oír la manera en que se dirigió a él, Banri recordó que su compañera le había dicho que Yuki, su hermano, solía ser hostil con los desconocidos. 
—Tú eres… ¿Tú eres Yuki?
—Sí. ¿Quién rayos eres tú, degenerado?
—Yo soy Banri. 
—¿El compañero de mi hermana? Cierto que ibas a venir a que te ajustara el vestuario. Me cambio de ropa y enseguida estoy contigo. 
El muchacho intentó llegar al armario, pero hizo un movimiento en falso y cayó de rodillas al suelo.
—Oye, ¿te encuentras bien? 
Banri se acercó para ayudarlo, pero Yuki asintió con la cabeza mientras volvía a masajear sus pies.
—Sí, pero estos zapatos terminaron por matarme. 
—En primer lugar, ¿era tan importante esa persona como para poner en riesgo tus pies? 
—¿Cómo sabías que había salido con alguien?
—A juzgar por el dolor que estás sintiendo, se ve que no usas este tipo de zapatos a diario. Te ayudo a subir a la cama. 
—¿Puedes pasarme una remera del armario?
—No me molesta la camisa. —Banri abrazó a Yuki por la cintura y pasó su brazo por encima de sus hombros para servirle de apoyo y ponerse de pie—. Tampoco la falda.
—Degenerado… 
—Puedo dejarte gateando en el piso si así lo prefieres. 
—Gracias, pero prefiero que me sueltes sobre la cama. 
Banri se sonrió de lado y lo ayudó a sentarse.
—¿Entonces? ¿Quién era?
—Era un tipo que conocí por internet. 
—Los amores virtuales son peligrosos. 
—El imbécil me rechazó sin siquiera darme la cara. 
—¿Y eso?
—Me mandó un mensaje diciendo que no le gustaba mi manera de vestir. 
—Desgraciado. Yo estaría encantado de salir con alguien tan bonito como tú. —El idiota había hablado demás y se dio cuenta al ver la expresión de sorpresa que Yuki tenía—. En un caso hipotético, claro. 
—Seguro. 
—¿Quieres que te haga masajes? Dijiste que los tacones te mataron, pero tú estás haciendo todo lo posible para terminar por enterrarlo tres metros bajo tierra. 
—A ver qué puedes hacer, maestro de los masajes. 
—Déjamelo a mí. 
El muchacho se puso de pie y salió de la habitación. Regresó al poco tiempo con una bolsa de hielo. 
—¿Para qué es eso?
—Ya verás. Te prometo que después de esta sesión de masajes vas a estar saltando en esos tacones. —Yuki se estremeció al ser expuesto a la temperatura del hielo, pero terminó por acostumbrarse—. Cierra los ojos. —El aludido lo miró de reojo—. ¿Qué? ¿Todavía desconfías de mí?
—Apenas te conozco. ¡Claro que desconfío! 
—NEO0909.
—¿Qué clase de código es ese?
—Mi nombre de usuario en las redes sociales. Para que dejes de desconfiar. 
Yuki agarró el bolso que colgaba de la cabecera de su cama y sacó su teléfono. Buscó a Banri y vio que todas sus cuentas estaban verificadas y tenía un increíble número de seguidores.   
—Ay.
—Lo siento. ¿Eso dolió?
—Mi hermana me dijo que eras famoso, pero, no sabía que tanto.
—Gracias.
—¿Quién es tu asesor de imagen? Deja mucho qué desear.
—Debería contratarte.
—Deja de hacer eso. Duele.
—Perdón, perdón. Después vas a sentirte como nuevo.
—Pensé que me harías masajes en los pies, no en las piernas.
—Todo está conectado, mi pequeño sastre. Tú solo cierra los ojos y disfrútalo. 
Yuki hizo caso a sus palabras. No porque se lo estaban ordenando, sí porque le gustaba lo que le estaba sintiendo. El frío fue reemplazado por el calor que le generaba el contacto de las manos de Banri sobre su piel. Le daba una sensación tan placentera que, sin darse cuenta, un suave gemido se escapó de entre sus labios. 
—¡Lo siento! 
—Está bien. Ya me di cuenta que esto te estaba gustando. —Banri se sonrió al ver a Yuki tapándose la boca con las manos y siguió haciéndole masajes entre las piernas. Fue recién en ese instante que el muchacho se percató de la protuberancia debajo de su falda—. Y, para ser sincero, a mí también me gusta. 
Yuki sentía que su rostro ardía. Necesitaba de las manos de Banri sobre él, y haría todo lo que estuviera a su alcance para cumplir su cometido. Se abrió de piernas y acarició el rostro de Banri con uno de sus pies.
—¿Piensas dejarme así? 
Con luz verde para seguir, Banri se recostó sobre la cama. Volvió a atacar los pies de Yuki, esta vez con sus labios y su lengua. Una de sus manos subió hasta su entrepierna para acariciar su erección.
—¿Con un par de caricias y ya estás así de mojado?
—¿Por qué no lo compruebas con esa boca? 
—Me da un poco de lástima el tipo ese que te canceló la cita. 
—Mejor para ti. 
—¿Por qué no usas esos piececitos para hacerme sentir mejor mientras yo lo hago contigo? 
Banri recorrió la erección de Yuki con su lengua sobre el encaje de su ropa interior. Se apresuró a bajar la cremallera de su pantalón y sacar la suya. Yuki la acarició con los dedos, pero Banri lo ayudó a hacerlo de la manera que a él más le gustaba. No pasó mucho tiempo hasta que tuvo la erección de Yuki golpeándole el paladar. Para ser un par de años menor, estaba mucho más desarrollado que Banri a su edad. El intercambio de caricias fue interrumpido por el sonido de la puerta del departamento abriéndose. Yuki se apresuró a levantarse de la cama y ponerle el seguro a la puerta de su habitación. Estaba por volver sobre sus pasos hasta que sintió a Banri besándole el cuello. 
—¿Qué haces? Mi familia está en la sala de estar. 
—¿Y? ¿Tienes pensado gritar? Solo deja tus manitos sobre la puerta que yo me encargaré de todo. 
Negarse a los besos y caricias que recibía era imposible. Las piernas perdiendo su fuerza, y si no hubiera sido porque Banri lo agarraba de las caderas, habría terminado de rodillas en el suelo. Sin saber qué más iba a hacerle, de nuevo, Yuki hizo caso a sus palabras. Se estremeció cuando perdió la ropa interior y Banri acarició sus muslos. Él lo acorraló hasta impedirle escapar y separó sus piernas con cuidado para frotar su erección entre ellas mientras lo masturbaba.
—¿Te gusto?
—Sí. Eres hermoso. —Banri recorrió el pálido cuello de Yuki con sus labios—. A diferencia de ese otro tipo, a mí me encantaría salir contigo.
—¿Sí?
—Por supuesto. Haría cualquier cosa por ti.
Yuki se giró para acariciar el cabello de Banri.
—¿Cualquier cosa?
—¿Qué quieres exactamente?
Yuki le respondió con una sonrisa, y el aludido se dio cuenta que no tenía ni idea en lo que se había metido… 




Las juntas de negocios eran aburridas. Si hubiera sido por él, se habría negado a participar, pero la única persona que podía reemplazarlo se encontraba fuera del país. Vio de reojo la notificación de un mensaje nuevo en la pantalla de su teléfono. Lo agarró y abrió la imagen que llegó como mensaje adjunto. Sus labios se curvaron ligeramente hacia arriba mientras su mirada viajaba por el cuerpo prácticamente desnudo de Yuki. Debajo de la fotografía había un mensaje que decía: “Esto es lo que te perdiste por idiota”. Estaba por responder, pero una llamada telefónica de un número privado se lo impidió. Se puso de pie y salió de la sala de reuniones para atenderla.
—¿Sí? Sí, soy Chigasaki Itaru. Sí, soy el padrastro de Sakisaka. ¿Que tuvo un accidente? No es grave… Sí, sí, puedo pasar por él. Sí, voy por él. —La llamada finalizó y el mensaje sin responder volvió a aparecer en la pantalla. Un menú apareció a su derecha y cliqueó la opción que le permitía eliminarlo. Confirmó la operación en la ventana emergente que apareció segundos más tarde—. Ya no me resultas interesante, Yuki-chan. Ya tengo a mi propia muñeca esperando en casa.
—¡Es tan dulce, Chigasaki-san!
Una voz femenina a sus espaldas lo hizo sobresaltarse.
—Tachibana-san…
—¿Así llama a su esposa?
—Así es.
—¡Qué afortunada debe ser!
—No tiene idea. ¿Puede avisar en la junta que debo ausentarme? Mi hijo tuvo un accidente en la escuela y debo ir por él.
—Claro. Por supuesto. Yo me encargo. Vaya tranquilo.
—Se lo agradezco.
Itaru mantuvo una expresión neutral hasta que las puertas del ascensor se cerraron frente a él. Tenía que mantener su imagen de empleado, esposo y padre ejemplar cuando la realidad era muy distinta. La única razón por la que seguía en ese lugar era el sueldo que recibía, si se había casado con su actual esposa fue porque se llevaban bien, no porque la amara. A quien realmente amaba era al hijo que su esposa. Eso era lo único que le importaba.

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