15 de diciembre de 2019

[Waves of Tension] Capítulo 05: Birthday

Ciaossu~!!
Llega fin de año, ¿y adivinen quién no actualizó absolutamente nada? :)
Debería estar participando en la Navidad Starker, pero ya me estarían faltando un par de días xD y también se viene un súper mini desafío Ryokura que me llena de amor, pensé en escribir en inglés, pero mejor que quede todo en español así puedo hacerlo todo en un mismo día. JAJAJAJAJA. En inglés tengo que pensar mucho más lo que quiero escribir xD
Los dejo con esta actualización de WoT. En el siguiente capítulo se prende fuego todo.
Enjoy~ ♥


Título: Waves of Tension.
Fandom: Supernatural.
Pairing: Dean Winchester/Sam Campbell.
Formato: Longfic.
Género: AU, drama, lemon, romance.
Rating: PG-13 (pero van a haber capítulos NC-17).
Número de palabras: 3408.
Sinopsis: Es el cumpleaños de Sam, y Dean no tiene mejor regalo para el cumpleañero que pasar el día con él... O la noche, porque ni Jack ni James están muy felices con que estos dos estén saliendo.
En medio de la celebración, Dean se enfrenta a su pasado, y es Sam quien lo arrastra a que de alguna manera vaya hacia él y así poder cerrar sus heridas abiertas.
Notas: Este capítulo tampoco tiene canción :( así que pueden escuchar lo que quieran xD


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Capítulo 05: Birthday.

Ponerse una corbata era exagerado, ¿no? Dean la lanzó sobre la cama al igual que la camisa que tenía en sus manos y salió de su habitación vestido con una remera de Led Zeppelin y sus usuales pantalones rotos. Cuando John se levantó y lo vio haciendo el desayuno, se dio cuenta que algo no estaba bien.
—¿A qué se debe que te hayas levantado tan temprano? —le preguntó mientras se sentaba en torno a la mesa del comedor.
—No pude pegar un ojo en toda la noche —respondió el aludido sirviéndole una taza de café y dejándola frente a su padre.
—¿Y eso? ¿Tienes un examen o algo?
—No, es que… Hoy es el cumpleaños de Sam.
—Ah. ¿Y necesitas dinero para un regalo?
—No. A decir verdad ya lo tengo. El otro día fuimos a la ciudad con Bobby y encontré algo para él.
—Ya veo.
—Además, no te olvides que estás hablando con el hijo del socio de S&W.
—Sí, trate que no se le suban los humos a la cabeza, “hijo del socio” —le dijo John, bromeando, generando un clima extraño siendo que él nunca se había comportado así con su hijo. Dio por finalizado el momento familiar terminando el café de un sorbo e incorporándose—. Bueno… Me voy. Nos vemos más tarde, ¿de acuerdo?
—Ah, papá, respecto a eso —John lo miró—… Esta noche llegaré tarde.
—Está bien.
—Y me llevo el auto.
—Trata que no Jody no tenga que volver a arrestarte.
—Sí, señor.
***

La bocina del Mustang hizo que Sam saliera corriendo de su casa, y Jack pusiera una clara expresión de desagrado por eso.
—Jack —llamó su atención su madre.
—Lo siento, pero sigo sin poder creer que Sam tenga en mente tener algo con ese tipo después de lo que pasó.
—Eres peor que papá —dijo Claire—. ¿Por qué no lo encierras en el ático de una vez?
—Buen día —saludó Dean a Sam quien se había asomado por la ventanilla del asiento del acompañante.
—Buen día.
—Oye, ¿por qué no les dices a Claire y Jack que los llevo? Así tu tía no tiene que desviarse en su camino al trabajo.
—No creo que Jack quiera…
—¿Sigue enojado?
—Me habla lo estrictamente necesario…
—Déjame a mí —le pidió Dean, haciéndole una seña a Sam para que se hiciera a un lado—. ¡Claire! ¡Jack! ¿Quieren que los lleve?
Jack lo miró pero siguió su camino hacia el vehículo de su madre. En cambio, Kelly lo saludó con un movimiento de mano.
—¿Podemos pasar a buscar a Kaia? —preguntó Claire.
—Seguro, sube —respondió Dean. Sam se sentó en el asiento a su lado—. Abre la guantera —el aludido hizo caso a sus palabras y encontró un regalo envuelto en papel color azul con un moño blanco sobre uno de sus extremos. Sam lo miró con el ceño fruncido—. Feliz cumpleaños.
—¿Cómo lo supiste? —le preguntó Sam sin salir de su asombro mientras Claire subía al asiento trasero.
—Con esta carita no es difícil conseguir información.
—Abre eso de una vez porque lo abro yo —demandó Claire.
Deshaciéndose del envoltorio de un tirón, Sam abrió la pequeña caja rectangular de color negro. Dentro de ella había un collar con un dije que parecía un tótem antiguo.
—Me dijeron que es para la buena suerte. ¿Te gusta? —le preguntó Dean.
—Me encanta —respondió Sam mirando alternadamente a Dean y al regalo que tenía entre sus manos. Luego, su mirada se posó sobre Claire que miraba al par con una expresión de ternura.
—Ah, lo siento. Puedo mirar hacia otro lado si quieren besarse y eso —dijo la muchacha haciéndose hacia atrás y mirando hacia afuera para darle un poco de privacidad a la pareja que rozó apenas sus labios con Claire tan cerca. El rugido del Mustang hizo que Claire los mirara.
—¿Eso fue todo? Sí sabes lo que es besar, ¿no, Sammy?
—Es Sam —le recordó su primo, intercambiando miradas cómplices con Dean.
—¿Puedo secuestrarte esta noche?
—No es secuestro si tienes testigos —reconoció Claire, divertida desviando la atención que tenía puesta en la pantalla de su teléfono por unos segundos. Ambos muchachos sonrieron—. Además, Sam tiene una fiesta familiar esta noche en casa.
—Y supongo que Jack no querrá verme ahí.
—Mi papá no lo demuestra pero él tampoco está demasiado contento con que ustedes hayan vuelto.
—Claire —trató de explicarse Dean.
—Oye, no tienes que disculparte de nuevo conmigo. Tranquilo —se sonrió la muchacha.
—¿Después de la cena está bien? —le preguntó Sam a Dean.
—Hazme saber cuando estés llegando.
***

Esa noche, luego de la cena, Sam fue al taller del padre de Dean. Una vez llegó allí, Dean sacó una corbata del bolsillo de su chaqueta.
—Date la vuelta.
—¿Vas a vendarme los ojos? —preguntó el cumpleañero, divertido.
—Por supuesto que sí —respondió Dean, volviendo frente a Sam—. ¿Puedes verme?
—No.
—Bien, dame tu mano —Sam extendió la mano hacia el lado contrario al que estaba Dean. Él la tomó con fuerza y condujo a Sam dentro del taller. Sam no podía expresar las sensaciones que estaba teniendo en esos momentos. Que le hubiera sido quitado el sentido de la vista ocasionó que los demás fueran potenciándose con el paso de los segundos, sentir el roce de Dean con su piel, el aroma del perfume que destilaba, la risita pícara que dejaba escapar de entre sus labios. Sam simplemente no podía con tanto. Cuando volvió a oír el sonido de su voz, su cuerpo se estremeció—. Ya está —le dijo antes de quitarle las vendas. Al abrir los ojos, Sam vio un pequeño pastel de cumpleaños cubierto de chocolate, de una forma parecida a la de un domo, un lado más bajo que el otro, y escrito con una muy mala caligrafía el mensaje que Dean replicó con sus palabras—. Feliz cumpleaños, Sammy.
El aludido lo miró y luego volvió su vista al pastel frente suyo.
—¿Lo hiciste tú?
—Tuve que escaparme corriendo de casa. O me agarraba Bones y lo comía todo, o lo hacía mi viejo cuando viera el desastre que hice en la cocina.
Los apósitos adhesivos sobre las manos de Dean eran las pruebas de sus palabras. Sam se abalanzó sobre él y lo abrazó con ternura.
—Gracias —le dijo, antes de darle un suave beso en los labios que el muchacho aceptó con satisfacción. Al separarse y ver la expresión de felicidad en el rostro de Sam… ¿Podría ser posible que la vida le estuviera dando el mejor de los regalos al haber puesto a ese muchacho en su camino?
—Vamos, o esta cosa va a terminar derritiéndose.
Sólo dos porciones de pastel fueron rescatadas de la hambrienta mandíbula de Bones. Dean había intentado que su perro regresara a la casa, pero pudo más su mirada y su lengua hecha agua cada vez que miraba de reojo el pastel, acostado a los pies del vehículo destartalado sobre el cual Dean y Sam estaban sentados. A diferencia de la primera noche en que se encontraron en ese mismo lugar, el cielo estaba estrellado. Sam murmuraba el nombre de las constelaciones mientras trataba de trazarlas con uno de sus dedos siendo su cuerpo apresado por el abrazo de Dean. Al intentar llegar a una estrella se cruzó con el rostro de Dean que lo miraba con una expresión enamorada.
—¿Podrías dejar de mirarme así? —le preguntó Sam con una sonrisa.
—¿Por qué? ¿Te incomodo? —repreguntó el aludido acercando su rostro a él.
—Claro que sí.
—Pero no tienes por qué incomodarte. Después de todo, somos novios, ¿o no?
Sam sintió que su corazón daba un salto en su lugar. Asintió lentamente y apoyó su cabeza sobre su pecho recostándose a su lado. Dean besó sus cabellos y fue descendiendo por su rostro hasta encontrarse con su boca. El sonido del choque de sus labios resonando en el lugar hizo que la piel de Sam se le pusiera de gallina. Algo dentro suyo le pedía algo más, algo más intenso, pero, al mismo tiempo, fue eso mismo lo que lo llevó a detenerse.
—Espera —le pidió.
—¿Qué sucede?
—S- Sólo espera —Sam volvió a acostarse sobre el pecho de Dean. Podía sentir el latir de su corazón tan furioso como el suyo—. Lo siento…
—¿Por qué lo sientes?
—Entiendo que tengas esas necesidades, que sea normal hacerlo con tu pareja, pero, yo…
—¿Yo dije eso?
—No, pero-
—Lo siento —soltó Dean en un suspiró—. Me dejé llevar —Sam lo miró de reojo—. Es que… aunque estamos juntos casi todo el tiempo… Esta cercanía, esta intimidad…
—No, yo lo siento.
—Oye, Sam —trataba de hacerse explicar el muchacho—, no te estoy obligando. Sólo me dejé llevar, eso es todo. Ah, hablando de eso. Tienes que acompañarme a un sitio.
—¿Otra vez?
—Hablé con los chicos que me vendían la droga y-
—¡Dean!
—¡Les dije que iba a terminar de trabajar con ellos!
—¿En serio?
—Es en serio. Sam, quiero hacer bien las cosas contigo, con tu familia. Y una de ellas es avocarme a mis estudios, el trabajo en el taller… Haré cualquier cosa con tal de estar a tu lado. Pero me dijeron que tengo que hacer un último trabajo —Sam bufó—. No es hoy, pero, ¿puedes acompañarme a un sitio ahora?
***

No podía decirle que no a esa expresión. Cuando se dio cuenta donde estaban, Dean estaba sobre una escenario, una guitarra acústica sobre sus piernas, luces tenues a su alrededor y Sam como el único público presente. Al terminar el corto repertorio de canciones, Dean le dijo que había pedido la ayuda de Chuck para conseguir las llaves del lugar. El tipo era como un Dios que todo lo podía. Pese a que Dean tuvo la intención de ayudarle a acomodar el lugar como estaba antes de que ellos irrumpieran, fueron echados prácticamente a las patadas por el muchacho.
—Ahora, ¿adónde vamos? —le preguntó Sam saliendo del bar y agarrando a Dean del brazo. El aludido lo miró con ternura.
—Oh, no lo sé —respondió Dean acorralando a Sam contra una pared—. ¿Adónde quiere ir el cumpleañero?
Sam se quedó sin palabras al ver la forma en que Dean lo observaba.
—¡Alto! ¡Oye!
—¿Qué sucede? —preguntó Dean al oír una voz femenina no muy lejos de allí. Escapando de Dean, Sam salió a la vereda y vio en la cuadra de enfrente a un hombre escapando a las corridas.
—¡Auxilio! ¡Me robaron! —exclamó la misma voz que había estado dando la orden de alto, también frente a ellos.
—Ve con ella, yo me encargo de agarrar a ese desgraciado —le dijo Dean a Sam entregándole las llaves de su vehículo antes de ir a perseguir al ladrón.
—Disculpa, mi amigo fue a perseguir al ladrón. Te robaron, ¿cierto? —una muchacha de ondas doradas y penetrantes ojos cafés asintió. Estaba sacándose la tierra del codo que tenía raspado—. ¿Qué sucedió?
—Lo estaba persiguiendo pero el muy maldito se me escapó cuando me tropecé.
—Ven. Debe haber algo en el auto para que te cures eso.
La muchacha miró a Sam con desconfianza.
—¿Y cómo sé yo que no eres cómplice de ese imbécil?
Sam tartamudeó. Ella tenía razón.
—Espera aquí, por favor —le dijo antes de cruzar la calle desierta y abrir el vehículo en busca de algo para ayudarla a curar su herida. Lo único que encontró fue una botella de agua en el asiento trasero a medio tomar—. ¿Te sirve esto?
—Supongo —respondió la muchacha, enjuagándose la herida con el agua—. Gracias…
—No es nada —dijo Sam sentándose sobre uno de los escalones de uno de los edificios de la cuadra—. ¿Tienes a algún familiar que pueda venir a recogerte? Algo me dice que vas a rechazarnos si nos ofrecemos a llevarte a algún sitio.
—Mi mamá…
—Ten —le dijo Sam entregándose su teléfono celular—. Puedes llamarla desde aquí.
Todavía con un deje de desconfianza, la muchacha agarró el teléfono y marcó un número.
—Joanna —le dijo.
—¿Qué? —preguntó Sam.
—Mi nombre es Joanna.
—Encantado. Mi nombre es Sam, mi amigo se llama De-
—Hola, ¿mamá? ¿Puedes venir a buscarme al centro? Me robaron… No, no, estoy bien. Un par de chicos pasaban por aquí y se ofrecieron a ayudarme —Sam miró hacia donde Dean había ido a perseguir al ladrón. ¿Le habría sucedido algo? Que no volviera, lo estaba preocupando bastante—. Gracias, Sam —le dijo la muchacha entregándole el teléfono a su dueño una vez finalizó su llamada.
—¿Qué te dijo?
—Está viniendo.
—Genial.
—¿Y tu amigo?
—No lo sé. Es lo mismo que me estoy preguntando. Mira, en caso de que no regrese cuando tu madre venga, ¿está bien si te doy mi número de teléfono? Llámame mañana y nos encontramos para devolverte lo que el ladrón te haya robado, si es que lo agarramos. ¿Te parece bien?

***

Dean volvía sobre sus pasos sacudiendo su brazo derecho. El golpe que le dio a ese miserable lo había dejado un poco adolorido, pero había conseguido recuperar lo robado, así que fue una victoria perfecta.
Divisó una camioneta blanca frente al club, la única estacionada justo frente a su Mustang, y a Sam de pie frente a ella. Dedujo que sería alguien que fue a recoger a la muchacha. Estaba por levantar su mano y llamar su atención, pero algo lo frenó en seco. Se escondió detrás de un árbol y pese a las llamadas de Sam que sentía por las vibraciones en el bolsillo de su pantalón, esperó a que la camioneta se fuera. Una vez Sam estuvo solo salió de su escondite y se acercó a él.
—Hola.
—Joanna ya se fue.
—¿Joanna?
—Ah, la chica a la que le robaron.
—Ah. ¿Volvemos a casa?
—Claro.
Dean estuvo callado la mayor parte tiempo del regreso a casa. De a ratos, cantaba alguna de las canciones que sonaban en la radio, de a ratos le respondía a Sam con monosílabos. Se despidieron y él regresó a su hogar, estacionó el Mustang en la entrada y fue directo a su habitación, su padre ya estaba durmiendo. Una vez allí, se sentó en su cama y dejó la cartera de Joanna sobre la cama. Lanzó el contenido sobre el colchón y agarró la billetera. Dejó los billetes, las tarjetas y los efectos personales a un lado, pero agarró las fotos que allí había y las acomodó cuidadosamente sobre la cama. Se inclinó hacia la mesa de noche y agarró las suyas, que estaban entre las páginas de un libro que nunca terminaba de leer. En una de las fotos de Joanna, aparentemente estaba ella de bebé con su madre; en la otra, una actual de ella con sus padres. En las de Dean, la primera era muy similar a la de Joanna, estaban Dean de bebé junto a su madre y John; y en la segunda, su madre dándole un beso en la mejilla con Dean en brazos. Dean suspiró sonoramente ante la similitud, se recostó sobre el colchón y se quedó mirando el techo.

***

Sam hizo el menor ruido posible. Esperaba que todos estuvieran durmiendo, pero no estuvo preparado para ver la luz de la cocina encendida.
—¿Claire? —susurró Sam llamando la atención de la muchacha que estaba bebiendo jugo del pico de la botella.
—Ah, hola. ¿Cómo te fue con Dean?
—Bien. ¿Tú recién llegas? —le preguntó, sentándose en torno a la mesa.
—Sí, estuve en lo de Kaia.
—Ahhh…
—¿Quieres? —le preguntó la rubia extendiéndole la botella, a lo que Sam negó con la cabeza. Cuando Claire se volvió luego de guardarla en el refrigerador se dio cuenta que su primo la observaba detenidamente—. ¿Qué sucede?
—¿Puedo preguntarte algo?
—Dime —respondió la muchacha sentándose frente a él.
—¿Cuándo…? ¿Cuándo te diste cuenta que…? No, olvídalo —se interrumpió Sam a sí mismo, sintiendo su corazón latiendo con fuerza por la pregunta que ni siquiera había terminado de expresar.
—Anda, Sam. ¡Dime! —le pidió la aludida, divertida, zamarreando su brazo—. ¿Por favor?
Ante la expresión en el rostro de Claire, Sam suspiró.
—¿Cuándo te diste cuenta que era el momento de avanzar… con Kaia?
—¿Avanzar?
—Sí.
—Te refieres a…
—Sí.
—¿Besarla…?
—¡No!
—No te entiendo…
—Me refiero a… eso —susurró Sam.
—¿Sexo?
—Sí…
—¿Mi adorado primito bebé Sammy Campbell se toca pensando en Dean Winchester? ¡Eso es demasiada información, Sam!
—¡No es-! ¡Es que-!
Claire sonrió sinceramente ante el nerviosismo de Sam. Decidió dejar de lado las bromas y hablar en serio. Después de todo, había sido en ella en que había depositado toda su confianza para hablar sobre ese tema, y teniendo en cuenta que ni James ni Jack apoyaban la relación que tenía con Dean, ella sería la única capaz de responder algo como eso.
—Fue una decisión a la que llegamos después de un tiempo. No fue la gran cosa, ¿sabes? Es decir, con todo el nerviosismo, y, “¿esto está bien?”… Pero fue algo que decidimos juntas. Y no fue para nada apresurado, si es que es eso lo que estás tratando de preguntar —Sam separó sus labios para decirle algo pero no lo hizo—. Entiendo que estés viviendo este momento con Dean. Él es un chico genial, pero Sam, Dean ya tuvo sus experiencias. Al menos, sé que las tuvo con chicas. ¿Acaso él te está apurando?
—No. No, no, para nada. Es sólo que… Quería saberlo. Y creo que Jack no es la persona apropiada para hablar sobre Dean. Y menos sobre este asunto en particular.
—Ya se le pasará. Sólo es demasiado protector contigo —Sam saltó al sentir su teléfono vibrando en sus pantalones—. Hablando del rey de Roma —bromeó Claire, levantándose de la silla—. Me voy a dormir. Buenas noches.
—Que descanses —cuando Sam vio la pantalla de su teléfono vio un mensaje de Dean preguntándole si podía llamarlo. En vez de responderle, Sam lo llamó—. Hola.
—“¿Sam?
—¿Qué sucede?
—“Esa mujer… La madre de Joanna…
—Sí, ¿qué sucede con ella?
—“Su nombre es Ellen, ¿cierto?
—S… Sí, ¿cómo lo sabes? Estuviste hurgando entre sus cosas, ¿cierto?
—“Al margen de eso, Sammy…, esa mujer… es mi madre…

***

A pesar de estar él dentro del Mustang, Sam podía sentir el nerviosismo que Dean tenía encima. Joanna lo llamó por la mañana y le pidió que por favor le llevara la cartera a la secundaria. Y era ahí donde la estaban esperando. La muchacha apareció de entre un tumulto de gente vestida con un uniforme escolar, y ella no era una excepción. Dean levantó su mano en alto para llamar su atención. Al reconocer el vehículo, Joanna se acercó a él. Dean se asomó dentro del vehículo y Sam le entregó las pertenencias de la joven.
—Hola, Sam —lo saludó ella con una seña de mano que el aludido imitó—. ¿Tú eres…?
—Dean.
—Winchester —agregó Sam desde dentro del vehículo—. Dean Winchester.
—Dean —repitió Joanna—. ¿Sabes? Mi mamá me vino a buscar anoche y quiso darles una especie de recompensa por lo que hicieron, pero Sam no lo aceptó.
—Yo tampoco lo haré —dijo Dean guardando ambas manos en los bolsillos de su chaqueta.
—Qué obstinados que son —reconoció Joanna con una media sonrisa—. ¿Qué les parece una invitación a una fiesta en mi casa? Ahí son ustedes los que van a gastar gasolina, y yo no les daré nada en retribución.
—Por mí está bien —dijo Sam con ambos brazos apoyados sobre la ventanilla baja del lado de Dean.
—Yo no voy a dejar que Sam venga solo, así que…
—¡Perfecto! Entonces, le envío los detalles a Sam, ¿está bien? Y de nuevo, mil gracias, chicos. En serio que me salvaron la vida —les dijo antes de volver sobre sus pasos.
—Mi cuñada es linda —dijo Sam, bromeando con Dean.
—Cállate —le pidió el aludido entrando al Mustang—. ¿Y qué fue eso de darle mi apellido?
—No le veo nada de malo. No es que seas el único Dean Winchester sobre la faz de la Tierra.
—¿Crees que haya otro como yo en algún lugar? —preguntó poniendo en marcha el Mustang.
—Espero que no —Dean lo miró de reojo—. ¿Cómo haré sino para dividirme?
El aludido se sonrió y emprendió el camino de regreso.
—Sammy, ¿recuerdas que te dije que tenía un último encargo con…?
—Sí, me acuerdo.
—Es esta noche. ¿Me acompañas?

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