De nuevo con historias originales. Aunque los personajes forman parte del mismo universo que el del primer día, no hay spoilers. Incluso aunque mencione ciertas características y sucesos de ciertos personajes, al no desarrollarlos demasiado, no puede considerarse spoiler, ¿no? Sobre todo si no sé si en la historia principal no vaya a cambiarlo jajajaja
Título: You Gotta Love All Of Me.
Fandom: Original.
Pairing: Ohashi Aoe & Ohashi Makoto, Ohashi Aoe/Yagami Akira (mencionada).
Formato: Oneshot.
Serie: Sweeten Me Revival.
Género: Humor.
Rating: NC-17 (porque Aoe = insultos xD).
Número de palabras: 1,462.
Sinopsis: Ohashi Aoe se consideraba una persona con mala suerte. Quizás sólo esté exagerando.
Disclaimer: Los personajes aquí presentes, el universo donde se desarrolla la historia y la trama son de mi autoría.
*No se admiten adaptaciones y mucho menos, PLAGIOS.
*Que tengas una feliz lectura.
Día 7 del Fictober 2020.
Consigna: Mala suerte.
Notas: El título que le da nombre a este oneshot es un verso de la canción de Khalid, “Bad Luck”.
Acordate que también podés seguir esta historia en las siguientes plataformas: Amor::Yaoi, AO3 & Livejournal :)
En
caso de empezar a publicar en alguna otra, se avisará acá. Pero, en
caso de que encuentren este fanfic en otra plataforma y no haya sido
informado, por favor avísenme en los comentarios o en las redes
sociales que pueden encontrar en las notas finales ya que fueron
publicados sin mi consentimiento.
You Gotta Love All Of Me.
Ohashi
Aoe se consideraba una persona con mala suerte. Cuando nació, lo hizo
malhumorado y se lo hizo saber al mundo con su llanto. Compartir con
otra persona un espacio tan pequeño que se expandía conforme él crecía
lo volvió así. Ser el segundo en haber llegado al mundo lo volvió así.
Compartir ciertas características con quien había nacido antes que él lo
había vuelto así. Que sus padres lo disfrazaran, una vez con la misma
ropa de su melliza, otra vez que ella tuviera vestimenta similar a la
suya, también lo había vuelto así.
Cuando pensó que su vida tenía un
pizca de buena suerte, y lograría deshacerse de la mala que había tenido
hasta el momento, su entrada a la vida adulta fue truncada con la
llegada de su hermano menor. Su madre necesitaba la ayuda de sus hijos
mayores en la casa, así que debió asistir a la misma secundaria que su
hermana. La mala suerte lo llevó, incluso, a compartir el mismo salón
que ella.
La mala suerte lo perseguía, pero eso no era todo: los
pasos de su hermano pequeño también. De hecho, su nombre fue la primera
palabra que pronunció correctamente.
Quería alejarse de su familia, y
fue recién en la universidad que creyó que la buena suerte finalmente
le respiraba en el cuello. Cuando conoció a un sujeto que parecía un
dios griego y las circunstancias que le habían dado forma a su vida, la
mala suerte lo arrastró de nuevo. No sólo fue expulsado de la
institución si no que volvió a encontrarse con el maldito a quien le
había hecho una reconstrucción facial a golpes que, para colmo de males,
resultó ser su superior. Sumado a eso, su asistente sufría de un
trastorno disociativo del cual se dio cuenta en terribles
circunstancias. ¿Dónde podía dejar su carta de renuncia? No podía tener
más mala suerte que esa. Que lo jodan de una maldita vez.
Contrario
a él, su pareja era maravillosa. Un maldito dios griego fuera y dentro
de la cama. Lo prefería afuera, si debiera elegir, porque sentir su
cabello siendo acariciado mientras él lo miraba desde abajo, eran
momentos en que Aoe pensaba que la suerte finalmente estaba golpeando a
su puerta. Quizás ese era el momento en que debía dar el paso final,
abrir la boca y pedirle que se quedara a vivir con él. O ir a su
departamento, donde mierda fuera. Sólo ellos. Fue en ese preciso
instante que la nube oscura que siempre había estado encima suyo empezó a
derramar un par de gotas sobre su cabeza.. Lanzando un suspiro de
furia, se acercó a la puerta y la abrió.
—No me jodas… ¿Qué haces tú aquí?
—¿Así me recibes?
Su
mirada era la misma. No así su actitud. Su voz había cambiado un poco y
estaba también mucho más alto que la última vez que lo había visto. Sin
siquiera recibir una respuesta a su pregunta, el recién llegado se
metió, y lanzó su bolso al lado de la entrada.
—¿En serio piensas que vas a quedarte aquí?
—Tengo
la escuela a un par de cuadras. ¿Eso responde tu pregunta? —el muchacho
se acostó sobre un sillón y reparó en la presencia de alguien más sobre
uno de los otros dos sillones frente a él—. Ah. Hola.
—Hola —lo saludó el dios griego.
Aoe encendió un cigarrillo y volvió la mirada a su pareja.
—Mi hermano —lo presentó con una seña de mano—. Él es Akira, mi pareja.
—Mi nombre es Makoto, encantado.
—Lo mismo digo, Makoto-kun. Es un placer que pueda hablar contigo finalmente. Aoe siempre habla mucho de ti.
—¿Lo hace?
—¿Lo hago?
La
ceniza del cigarrillo cayó al suelo. Aoe no se percató de ello. Makoto
se sentó correctamente en el sillón y puso toda su atención a Akira.
—¿Bien o mal?
El
cabello atado en una cola de caballo del muchacho cayó sobre el hombro
contrario al que lo tenía su hermano. Una sonrisa momentánea apareció en
su rostro.
—Aoe te quiere mucho. Eres su hermano, ¿o no?
Makoto
miró al aludido, y Aoe sintió que regresaba a su adolescencia cuando ese
mismo chico pero de apenas un par de años lo perseguía por todos los
rincones de la casa al grito de: “Aoe, Aoe”.
—Puedes quedarte —dijo, finalmente, girando sobre sus pies para dirigirse a la cocina—. ¿Comiste algo?
—El viaje fue largo.
—Voy a prepararte algo de comer entonces —de pronto, los pasos cansados de Aoe se detuvieron—. Makoto… Bienvenido a casa.
Ohashi Aoe se consideraba una persona con mala suerte. Según él, había tenido una vida de mierda, pero sólo unas pocas personas traían consigo esa buena suerte que él siempre había anhelado.
Akira era uno de ellos. El otro, Makoto.
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