21 de febrero de 2012

[Life's blood] Capítulo 06 - Promesa

Lindo día para dormir x3
KAT-TUN - Lock on
En casa~



Título: Life's blood
Pairing: Ikuta Toma x Tegoshi Yuya, Toda Erika x Horikita Maki
Capítulo: 06/ 07
Resumen: Algunos encuentros inesperados pueden terminar siendo los más inesperados y los más indeseables. Hachi logra dar con la guarida de los Van Helsing, poniendo en peligro a todos los que se encuentran dentro.

Las notas van a estar al final del episodio, pero espero que se den cuenta por sí solos de cierto juego de palabras ;3
Enjoy~


Capítulo 06: Promesa

Desesperación, dolor, inmovilidad. Levemente, pero su cuerpo sentía todo aquello. Lágrimas, súplicas, en medio de todo eso sólo pedía su libertad, al menos hasta que sus ojos sólo miraran la oscuridad de sus párpados cerrados.
Sintió el suave contacto de una palma desconocida sobre sus cabellos, despertándolo, haciéndolo sentar de un salto. Miró con sorpresa y miedo a los presentes, eran conocidos, pero su mente estaba demasiado aturdida, por lo que tardó en reconocerlos. Eran Keiichiro y Maki. El primero tenía una toalla húmeda entre sus manos, la cual escurría en un pequeño bowl a su lado; mientras que la muchacha, estaba sentada en la cama, al lado suyo, mirándolo con su usual expresión apática.
- Al fin despertaste – Dijo el hombre, sosteniendo la toalla que dejaba sobre la frente del rubio -. ¿Cómo te sientes?
Yuya lo miró. Estaba en el cuarto de Toma. Deseaba pensar que todo había sido tan solo un sueño. Uno de los peores que hubiera deseado soñar, pero un sueño al fin. Pero aquella sensación duró menos de un minuto, sintiendo cómo, desde el dedo meñique de sus pies hasta la última hebra de cabello, su cuerpo padecía un dolor inexplicable. Lanzando un inaudible quejido de dolor, intentó flexionar sus piernas para hallar sólo que ese acto hacía que le doliera hasta la médula, por lo que desistió rápidamente y se llevó una mano a la cabeza.
- ¿Dónde está… Toma…? - Los presentes se miraron y lo ayudaron a ponerse de pie y llevarlo hasta la sala de computadoras donde, efectivamente estaba Toma, en compañía de Tomohisa y de dos personas más -. Toma…
El aludido lo miró sin moverse. Quería llorar, pero no podía mostrarse débil, al menos no ante él. Yuya se soltó de Keiichiro y Maki y se abalanzó a los brazos de su pareja, abrazándolo con toda la fuerza que salía de cada célula de su cuerpo. Toma, por el contrario, acarició su rostro con la mano, y lo levantó apenas para darle un suave beso sobre la frente. Yuya suspiró, sentía que le devolvían la vida en aquel beso.
- ¿Cómo estás? – Susurró.
- Creo que… bien…
- Está bien – Afirmó Keiichiro, detrás suyo -. Ha respondido más que bien a la transfusión.
- ¿Transfusión? – Preguntó Yuya, girándose lo más que pudo para mirarlo.
- Takahisa te ha dado su sangre – Dijo Maki.
En ese momento, Yuya entendió que lo que quiso que fuera un sueño, fue lo más real que pudo haber sentido en la vida. Vagamente, pudo recordar el rostro sonriente de su amigo, somnoliento, ambos sobre dos camillas.
- ¿Cómo está Massu?
- Está bien – Dijo Keiichiro -. Erika y Shige están con él, no tienes de qué preocuparse.
- Erika…
- Eri… Ya tiene su cuota diaria de sangre, no tienes de qué preocuparse – Agregó Maki.
- Lo siento – Susurró el rubio, apenado.
- Yuya – Llamó su atención Toma, haciéndose a un lado, sin soltarlo del todo -. Te presento.
Un hombre que no parecía ser humano, estaba con el cuerpo apoyado sobre la mesa. Vestía una musculosa blanca, ajustada, siento el pantalón de vestir y el cinto que llevaba del mismo color. A su derecha, enganchado al pasa cinto colgaba una cadena, estando el extremo que tenía algo redondo, guardado en el bolsillo -. Él es Kamenashi Kazuya, es el líder del grupo de los Escritores.
- ¿Escritores?
- Ellos son los descendientes de Bram Stoker, la persona que escribió Drácula.
- Ahhhh…
- Son algo así como… Los guardianes de los Van Helsing. Son mucho más poderosos y tienen armas mucho más sofisticadas.
-  Y aparecemos cuando ustedes hacen las cosas mal.
- Lo siento por eso, Kame – Dijo Toma, quien se apresuró a señalar a otro sujeto, vestido del mismo color que Kazuya, pero con una camisa en vez de una musculosa. El sujeto, de tez y cabellos morochos, estaba igual o más inmerso que Tomohisa en sus labores -. Y él es Nakamaru Yuichi, el as de las computadoras de su grupo.
- Hola – Dijo Yuichi, levantando escasos segundos una de sus manos, a modo de saludo.
- Ah… Ah – Yuya miró a Toma, dirigiendo su mirada al piso cada tanto -. ¿Qué… sucedió…?
Kazuya lanzó una carcajada, tosiendo luego.
- Perdón – Dijo -. ¿Es que no lo recuerdas?
- Eh… Yo…
- Debe ser el shock – Dijo Tomohisa, sin siquiera darse vuelta -. El shock emocional debió haber hecho que olvide ciertas cosas. Kame, no lo fuerces.
- No dije que lo haría, sólo que… Yo lo recordaría – Dijo, antes de dirigirse a la cocina -. Algo tan doloroso como eso – Musitó.
- Voy a tomar agua – Dijo Yuya, intentando zafarse del agarre de Toma, pero fue ayudado por Maki para llegar a la cocina, ya que solo le era imposible.
- Pero, ¿qué le sucede a Kame? – Preguntó Toma, bufando.
- Déjalo, ya se le pasará – Dijo Yuichi -. A Kame no le gusta mucho la idea de ser una niñera, eso es todo.

Yuya entró a la cocina, soltándose de Maki para agarrarse de la isla y acercarse a paso lento a Kazuya, que tomaba un vaso de agua.
- ¿Qué quisiste decir con eso? – Preguntó el rubio, generando que el morocho volteara sus ojos.
- Lo que dije, sólo eso – Levantó la vista, para encontrarse con la mirada furiosa del rubio. Suspiró -. Mira niño, yo no estoy aquí cuidándote porque quiero. Lamentablemente, es mi deber, al igual que el de todos nosotros. Si no quieres arruinar nuestro trabajo, simplemente quédate quieto y no atiendas más llamadas telefónicas.
Dejando el vaso sobre la mesada, el mayor dirigió sus pasos a la entrada de la cocina.
- ¿Si muero…? ¿Si muero no sería todo más fácil? – Dijo.
La puerta que conducía a la terraza se abrió, dando paso a Erika.
- No digas eso – Le dijo -. No sé qué demonios está ocurriendo aquí, pero la cara de Kame me dice que no está feliz de verte – El mayor bufó -. Tegoshi… Toma te ama…
- No es suficiente – Dijo Kazuya -. El amor no es suficiente para arreglar las cosas, Erika.
- No es así – Dijo la muchacha -. Yo creo que el amor puede hacer muchas cosas – Buscó la mano de Maki, para aferrarse a ella con ternura -. Yo estaría muerta, es verdad, si no hubiera aceptado irme con aquel Van Helsing. Desde el momento en que conocí a Maki, le agradezco eternamente a aquel humano que me extendió la mano para salvarme. Aunque… ¡Quién lo diría! Una vampiresa a la que sólo le queda su sensualidad enamorada de una humana, quien debería ser su fuente de alimento. ¡Y más aún! Un humano de su mismo sexo. ¿Acaso no es lo mismo que Tegoshi y Toma? Creo que no, que su amor estaba predestinado. ¿La esposa del primer Van Helsing no llevaba el fenotipo Bombay en su sangre? Aunque las situaciones y las épocas sean muy diferentes, el amor que ambos sienten por el otro no lo es, creo que tiene el mismo fin. Abraham Van Helsing fue tras el conde Drácula para matarlo en venganza de su esposa y ahora Toma… Busca a los Hachi… A Nishikido Ryo, para vengar el ultraje que recibió Tegoshi. ¿Acaso no es lo mismo? Esa situación.
- Quien sabe – Asami entró lentamente a la cocina -. Quizás el destino nos traiga más sorpresas – Agregó, con una sonrisa.
- Cada día que pasa – Dijo Kazuya -, pienso que es una sádica.
La aludida rió suavemente.
- Se lo dije, que no veo mis visiones con claridad. Tegoshi-kun, alguien te está esperando en la habitación al lado del laboratorio, ¿puedes ir a verlo? – Asami oyó el sonido de Yuya trasladándose agarrado de la isla -. ¡Ah! Quiere un par de gyozas.
- Maki-san… ¿Puedes ayudarme? – Pidió el rubio, por lo que la morocha se acercó a él.

Lluvia, hacía mucho tiempo que no veía una de esas. Su mirada estaba clavaba en el cielo a través de la ventanilla del autobús. Casa… Una palabra que parecía extinta en su diccionario. Toma prácticamente lo había echado para que fuera a dormir como corresponde, a su casa. Hacía tanto tiempo que por “trabajo” no había estado en ella, que casi siguió de largo. Riendo, bajó del autobús y llegó corriendo al pequeño departamento, cubriéndose tan sólo con un bolso con ropa sucia, el cual llevaba sobre su cabeza. Se detuvo frente a un cantero con un pequeño árbol. Debajo suyo un hombre estaba sentado, un hombre muy familiar para él. ¿Cómo iba a poder olvidarlo si desde la primera vez que lo encontró se había enamorado de él? Pero eso era algo que obviamente, aquel sujeto, no sabía.
Se le acercó y cubrió su cabeza con el bolso, obligándolo a girar su cabeza y verlo.
- ¿Qué hace aquí?
El sujeto sacó una tarjeta de su bolsillo, en la cual estaba escrita su dirección.
- Me dijiste que viniera aquí cuando necesitara ayuda, ¿no?
Tomohisa suspiró, asintiendo con una sonrisa.
- Y sí que la necesita, está todo empapado.
- Es verdad.
- Vamos, sígame.
El sujeto se levantó y siguió sus pasos hasta llegar al departamento a tan sólo dos pisos de distancia por la escalera. Tomohisa tardó en dar con la llave correcta, generando la sonrisa en su acompañante.
- ¿Hace mucho que no vienes?
- De hecho… Sí – Respondió el morocho, apenado, dejándolo pasar antes de seguir sus pasos -. He estado fuera por asuntos laborales.
- Ya veo – Dijo el muchacho, viendo que Tomohisa se quitaba los zapatos, por lo cual, lo imitó.
- Pase al living, mientras tanto… Iré por unas toallas.
Ambos llegaron al living, al cual Tomohisa regresó pasados unos pocos minutos, con una toalla para él, mientras se secaba el cabello con otra.
- Gracias – Dijo el sujeto, agarrando la toalla.
- Ehh… Yamashita Tomohisa  - Dijo el dueño de la casa, extendiéndole la mano, la cual, sorprendido su acompañante estrechó -. Es la segunda vez que nos vemos y… No nos hemos presentado.
- Me disculpo. No suelo tener ese trato con la gente. Mi nombre es… Aya… to… Kyou… Mucho gusto.

El rubio había pasado la noche entera junto a él. Lo necesitaba. Necesitaba alguien que con sólo mirarlo, comprendiera el miedo que corría por sus venas cada vez que un desconocido tocaba una ínfima parte de su cuerpo. Estrechó la mano de su amigo, que se hallaba en cama, sentado, recuperando sus energías.
- Tengo miedo, Massu.
- Lo sé – Acarició sus cabellos -. Lo sé. Yo también lo sentí, Tegoshi. Cuando Ikuta te trajo yo… Yo le dije que te daría hasta mi vida con tal de salvarte - El aludido sonrió, mientras lloraba de nuevo, haciendo que su cabeza le doliera -. Por eso me sentí feliz cuando Yamashita-san vino y me dijo que estabas bien, porque pude hacer algo por ti.
Lentamente Yuya se incorporó sentándose bien sobre la silla.
- Massu, tonto – Susurró, tapándose el rostro con una mano y acariciando su brazo con la otra.
- Tegoshi… Nunca me faltes.
- Nunca lo haré – Le dijo, secándose las lágrimas, con una sonrisa.

Kyou miró su reloj, sorprendiéndose por lo tarde que se había hecho.
- ¡Oh!
- ¿Sucede algo? – Preguntó Tomohisa.
- ¿Siempre te quedas hasta tarde?
- Ah… Es que… mi trabajo… es complicado – Dijo, rascándose la nuca.
- Nunca me has dicho en qué trabajas…
- Ah… Es verdad – Rió, nervioso.
- Está bien que no quieras decírmelo, después de todo, somos un par de desconocidos, que por causa de la vida han cruzado su camino varias veces – Flexionó sus piernas, abrazándolas, suspirando. Tomohisa se lo quedó mirando. Había nostalgia en sus palabras, y hasta podía decir que tristeza también. Se acercó a él y lo besó suavemente en la mejilla, ocasionando su sorpresa.
- Perdón, parecía… algo triste… Si me permite decirlo. Yo… Trabajo en una empresa de informática, me gusta ese… universo – Agregó con una sonrisa.
Estaba muy cerca de su rostro. De alguna manera, el sentir su aliento golpeando sobre su cara, lo hacía sentir vivo. Mordiéndose el labio, debatiéndose internamente si estaría bien hacerlo, simplemente se dejó llevar. Acariciando su nuca suavemente, sin importarle su expresión de sorpresa, lo besó dulcemente, sintiendo una corriente eléctrica recorriendo su cuerpo, una sensación que jamás había sentido.
- Guau – Susurró, saboreando el beso, soltándolo luego -. Lo siento, yo… Lo necesitaba… Necesitaba… eso… Desde la primera vez que te vi… Me atrajiste, Tomohisa, como nadie lo había hecho antes – Se sinceró, acariciando su mejilla. No le importaba si estaba bien o mal, en ese momento, aunque su cabeza estuviese hecha un lío, lo necesitaba. Tomohisa se quedó perplejo tras haber sentido quizás lo mismo que el sujeto que estaba frente a él. Tenía miedo, miedo de que escapara de él, miedo de que lo dejara solo. Lo agarró de los hombros para que cambiara su posición y lo besó en los labios nuevamente, una y otra vez, buscando que su sabor quedara impregnado sobre sus propios labios también. Su cuerpo entero se estremeció sintiendo una tímida mano acariciándole la espalda, haciéndolo morder su labio inferior.
- Kyou-san…
- Kyou – Acarició sus cabellos, llevándolo luego contra su pecho -. Kyou está bien…
- De acuerdo…, Kyou – Susurró Tomohisa , apoyándose sobre su pecho.
Tranquilidad, eso era todo lo que necesitaba y estar junto a él, junto a la persona que de manera imprevista había capturado su corazón.
La lluvia había cesado cuando se despertó. El brillante sol de un día nublado se asomaba lentamente. De un salto, se incorporó, despertando así a su amante.
- Lo siento – Musitó.
- No, está bien – Dijo Tomohisa, refregándose los ojos.
- Creo que… mejor me voy…
- ¿Eh?
- Tengo cosas que hacer – Dijo el muchacho, apenado.
- Ya veo.
- ¡Ah! ¿Puedo pedirte… tu número celular…?
- Claro – Respondió el aludido con una sonrisa, generando que su oyente lo besara.
- Despiértate, Tomohisa – Le susurró.
El aludido sonrió.
- Perdón, es verdad que sigo dormido – Estiró su cuerpo, haciéndose sonar todos los huesos en el proceso.
- ¿Dormiste bien?
- Sí, hace mucho tiempo que no dormía… así de bien.
- Ya veo – Dijo Kyou, abriendo su teléfono celular.
- A propósito, puedes decirme Yamapi.
- ¿Yamapi?
- Sí, nadie me dice Tomohisa, salvo mi familia – Agregó, apenado, dando con su teléfono celular el cual estaba detrás suyo, ocasionando la risa de su acompañante. Tras el intercambio de números, Tomohisa lo acompañó hasta la puerta -. Eh… Bueno…
La mano de Kyou sostuvo la puerta mientras sus labios se encontraban con los del dueño de casa, dejándolo sorprendido. Sonrió y quien recibió aquel beso se perdió en aquel contacto.
- Entonces… Nos vemos.
- Te… llamo – Musitó Tomohisa, apenas, anonadado todavía por aquel beso.
- Lo esperaré con ansias – Besó su frente, antes de irse. Al mismo tiempo que aquella puerta se cerraba, la del ascensor, al comienzo del pasillo, se abría. Miró a la persona que bajó del mismo y que no había reparado en su presencia, con los ojos abiertos, caminando con pasos ligeros hacia el lado contrario, donde estaban las escaleras. ¿Es que había dado con él? ¿Cómo lo había hecho, si es que eso era lo que lo hizo llegar a ese lugar? ¿Acaso Tomohisa estaba en peligro? No podía saberlo. Sólo detuvo sus pasos al girar a su izquierda, quedándose de pie sobre el primer escalón.
Golpeó una puerta, pero no supo cual. Agudizar su sentido auditivo era todo lo que podía hacer.
- ¿Dónde estabas, Pi? Estaba intentando ubicarte al celular, pero no respondiste.
Sí, era su voz, la del Van Helsing de esa época.
- Lo siento, estaba ocupado, ¿pasas?
También pudo reconocer su voz. Lo había engañado. Pero, ¿no lo había hecho él también? ¿Mintiéndole acerca de su nombre? Sonrió, sintiendo cómo dos gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas. Sacó su teléfono y marcó un número.
- Rastrea el número de celular que voy a mandarte por mensaje. Estoy casi seguro de que los tenemos.
El amor puede ser tan profundo e inmenso, pero el sentirse traicionado, humillado por la persona a la que se le entrega ese sentimiento, tiene la misma intensidad.

Al llegar, encontraron a Yuichi durmiendo con la cabeza apoyada sobre la mesa, frente a los monitores de computadoras que lo rodeaban. La mano de Toma lo despertó, haciéndolo saltar sobre el asiento.
- ¿Estás bien? – Le preguntó el Van Helsing, sonriendo.
- Bu… Buenos días… S… Sí…
Keiichiro apareció con un café, el cual le entregó a Yuichi.
- Estuvo aquí toda la noche, como reemplazo de Yamapi – Dijo.
- Siento que no hice falta…
- Para nada – Dijo Yuichi, levantándose y señalándole la silla a Tomohisa, bebiendo un sorbo de café.

No había soñado con nada y su cuerpo ya no le dolía. Salió del cuarto de baño, vestido sólo con una bata de toalla y acarició las cosas que descansaban sobre el escritorio de Toma. Llegó hasta el estante atestado de libros, sin agarrar ninguno del mismo. Con la mirada perdida, llegó hasta el armario, sentándose frente a las puertas del mismo y acostándose en la cama, suspirando con los ojos cerrados.
- Buen día – Dijo Kazuya, de pie, al lado de la puerta, generando la sorpresa y el susto en el rubio, expresión visible en su rostro -. Cálmate – Dijo el aludido, con una media sonrisa -. Ni que fuera a comerte.
- ¿Sucede… algo…? – Preguntó el muchacho, sentándose y mirándolo con el ceño fruncido, cubriendo su cuerpo lo más que pudo con la bata.
- Que te calmes, al menos a mí… No me gusta la sangre humana – Sonrió, casi burlonamente.
- Kamenashi-san – Llamó su atención, ocasionando que lo mirara. Si lo estaba tratando bien, había que aprovechar el momento -, ¿cómo está todo?
- ¿Todo?
- Están buscando a los de Hachi, ¿o no?
- Así es, pero eso no es de tu incumbencia – Dijo, antes de darse media vuelta para irse.
- ¿Para qué vino? – Le preguntó, ocasionando que su mirada se posara sobre él -. Es más que claro que no le gusta estar aquí, entonces, ¿para qué? Con que Toma me cuide, es suficiente.
- Muchacho, tú no entiendes el valor que tienes para otras personas. Antes de que me hables acerca del amor y esas cursilerías, te advierto que ya oí un sermón, y de una vampiresa, para colmo, así que no me vengas de nuevo con lo mismo. Creo que deberías mirar mejor a tu alrededor con esos ojitos y darte cuenta del peligro que tiene tu presencia en este lugar.
La puerta se abrió, entrando Toma, que se dedicó a mirar a ambos.
- ¿Qué quieres decir con eso? – Preguntó Yuya. Kazuya miró a Toma, quien lo miraba sin entender nada.
- ¿No se lo dijiste?
- Vete.
Kazuya sonrió.
- Yo solo quería ayudar – Dijo el hombre antes de irse, dejándolos solos.
- ¿Qué te dijo? – Resopló Toma, sentándose al lado de su pareja, buscando su mirada.
- Toma, no me mientas – Lo miró, en ella buscaba la verdad, solo eso. En vez de hablar, su pareja acarició su mejilla, con una sincera sonrisa.
- No puedo – Musitó –. No puedo decirte eso que quieres saber. Espera un poco más, Yuya, espera a que todo esto termine para que pueda decírtelo.
- Cuándo encuentren a los Hachi, ¿me lo vas a decir?
- Sí – Tomó su mano para atraerlo a su pecho y poder estrecharlo entre sus brazos -. Te lo prometo.
Toma se mordió el labio inferior, pensando si realmente podría cumplir con esa promesa.

- Oye…, Nakamaru – Llamó su atención Tomohisa, al muchacho sentado a la izquierda suya, pero dándole la espalda.
- Dime.
- ¿Cómo anda Kame?
- ¿Eh? – Giró su silla para mirarlo.
- Bueno – Se rascó la cabeza -… La verdad es que fuimos al mismo colegio durante varios años y… Nunca se daba mucho con la gente. Digo, ¿tiene novia o algo? ¿Su familia?
- Kame… es bastante reservado. Pero… No, creo que no tenga novia.
Su oyente rió suavemente.
- Ya veo. Disculpa que me meta, pero… ¿Los Escritores no son seis personas?
- Ese tipo… Es todo lo contrario a Kame… A él no le gustan las reuniones. Prefiere… atacar por la espalda, digamos.
- Los opuestos se atraen – Susurró Tomohisa, generando el nerviosismo en Yuichi.
- ¡¿Qué…?! ¡¿Eh?! Ahhhh – Suspiró, llevándose una mano a su rostro y ocasionando que el morocho estallara en risas.
- ¿Por qué en vez de decir estupideces no se ponen a trabajar? – La voz de Koki, de brazos cruzados en medio de la habitación, los sacó de la charla. Solo Yuichi se giró y volvió a su trabajo. Tomohisa en cambio, no dijo nada, se dedicó a mirarlo con el ceño fruncido -. ¿Sucede algo?
- Para nada – Dijo el aludido, girándose para volver a su trabajo.

La puerta del departamento se abrió. Era el presidente de la editorial rival a Hachi; después de todo, se merecía tener un departamento de esas dimensiones. Al llegar al living, mientras se desanudaba la corbata, vio una figura familiar sentada en el sillón, en torno a la mesa de cristal.
- Oh. Bienvenido, Ryo-chan – Lo saludó, dejando el portafolio sobre la mesa, sentándose frente a él -. ¿Qué te trae por aquí?
- ¿Lo conseguiste?
- Me ofendes – Dijo el hombre -. Ya les envíe las coordenadas a todos.
- Bien.
- Ryo – El aludido lo miró -… No viniste sólo para eso, ¿verdad? Te conozco…
- La verdad que no – Suspiró, apretando ambas manos sobre el respaldo del sofá -. ¿Qué te parece si les damos algún tipo de ayuda?
- ¿A qué te refieres con eso?
- Bueno, Yu – Se levantó del sofá -. Acaso por un paso suyo, ¿nosotros no damos dos? No creo que esté mal darles algo acerca de nosotros, a modo de… agradecimiento por dejarnos entrar amablemente en su guarida.

Kazuya y Toma observaban la rápida forma de teclear con la que se manejaban Tomohisa y Yuichi, ambos de pie con el cuerpo apoyado sobre las mesas a su alrededor.
- ¿Y bien? – Preguntó el jefe de los escritores.
- ¡Entré! – Exclamó Tomohisa.
Toma incorporó su cuerpo, quedándose de pie en medio de la habitación.
- Te cubro, no te preocupes por eso – Dijo Yuichi.
- Tengo al lí…
La foto de Ryo con todos sus datos aparecieron en las pantallas.
- Con que ese es el famoso Nishikido Ryo – Dijo Kazuya. La suave carcajada de Tomohisa lo interrumpió -. ¿Sucede algo?
- No… Nada… De repente… Me acordé de un chiste…
La rápida carrera de Koki hizo que quitaran su vista del monitor para dar con el morocho, quien estaba agitado y con la ropa rasgada.
- ¿Qué sucedió? – Preguntó Toma.
- Nos atacan.
- ¿Qué? – Preguntó Kazuya, acercándose a él para llevarlo hasta la mesa -. ¿Y Junno y Tatsuya?
- Están arriba – Dijo, con algo de dificultad el hombre -. Ueda un poco más y me tira por las escaleras para que venga a avisarte.
- ¡Tsk!
- Pero… ¿Por qué no sonó…?
Una ensordecedora alarma sonó en el lugar.
- ¡Demonios! – Gritó Kazuya, sacando su teléfono celular del bolsillo para marcar un número.
- “¿Hola?
- ¡¿Dónde estás?!
- “Uhhh… Qué humor que tenemos hoy.
- ¡No estoy para bromas! ¡Están atacando la guarida de los Van Helsing!
- “Tranquilízate, Kazuya, o van a salirte arrugas.
- ¡A…!
- “Estoy yendo para allá, no te preocupes. Sólo… Cuídate, ¿sí?
- ¡Idiota! – Exclamó, cortando la llamada, visiblemente sonrojado, cosa de la cual solo Koki y Toma fueron testigos.
- Hay que armar un plan – Murmuró Toma, al mismo tiempo que Erika, Keiichiro, Maki y Shigeaki aparecían en el lugar -. Nos atacan, hay que defenderse. Kei, ¿les diste a los Escritores las municiones de agua bendita?
- Sí, pero dejé algunas de reserva.
- Bien, ve con Shige a cuidar los dormitorios.
- Ya sellamos la puerta del lado de adentro – Dijo el aludido -. Masuda-kun se aturdió bastante por el sonido, pero Asami-san está con él.
- De acuerdo. Erika, Maki, ¿pueden pelear?
- Me sorprenden tus palabras, Toma – Dijo Erika -. ¿Acaso no enfrenté a uno de los ocho yo sola?
- Sí, pero esta vez…
- Con Shige cuidaremos de Tegoshi-kun – Dijo Keiichiro -. No tienes nada de qué preocuparte.
El aludido, asintió con una sonrisa.
- Entonces, Erika, quédense con Maki aquí – La vampiresa suspiró -. No salgan a menos que sea estrictamente necesario. En caso de que algo salga mal… Utilizaremos los comunicadores y las cámaras de seguridad.
- Hijos de puta – Dijo Tomohisa, siendo el centro de atención -. Habían entrado en nuestro sistema mucho antes que nosotros al de ellos…
- Así es, trucaron las imágenes de las cámaras de seguridad y burlaron las alarmas para que sonaran justo ahora. Nos engañaron…
Keiichiro le extendió un estuche con un arma a Toma, el cual el muchacho abrió, sacando el arma y cargándola con las balas que estaban en el mismo lugar.
- Toma – Lo llamó la voz de Yuya.
El morocho lo miró, con una sonrisa, acercándose a él una vez había guardado el arma. Agarró su nuca y besó su frente con ternura.
- Todo estará bien, te prometo que volveré – Volvió a besarlo, antes de dirigirse a Kazuya -. ¿Estás listo?
- Siempre lo estoy – Dijo el aludido, saliendo junto a él hasta el ascensor.
- Tegoshi-kun, ¿quieres ir con Masuda-kun? – Le dijo la voz de Keiichiro, prácticamente empujándolo hasta el laboratorio.
- Esto será más complicado de lo que pensé – Dijo Erika, rascándose la nuca.

Apenas Kazuya y Toma llegaron al estacionamiento, le hicieron frente a una horda de vampiros sedientos de sangre. Cubriéndose las espaldas, pudieron deshacerse de muchos de sus enemigos, pero no así de todos. Quien quiera que sea que estuviese a su mando, estaba buscando acorralarlos y lentamente, lo estaban logrando.
- ¿No crees que ya es hora? – Preguntó Kazuya.
- No lo haré – Dijo Toma -. Puedo derrotarlos, sé que puedo hacerlo así…
- Deja de mentirte a ti mismo – Dijo Kazuya -. Sabes bien que no puedes hacerlo.

- La puta madre, están acorralados – El sonido de los tacos de Erika repicaba en los oídos de los tres presentes.
- Eri, cálmate – Pidió Maki.
- No puedo – Dijo la vampiresa, ahora golpeando el suelo con el zapato, de brazos cruzados.
- Se ve que están en problemas – Dijo Yuichi. Ambas muchachas miraron el monitor que advertía el aprieto en el que estaban Kazuya y Toma.
- Chicas, ¿están listas? – Preguntó Tomohisa, girando apenas su silla para mirarlas.
- Claro que sí – Dijo la vampiresa, mirando a su pareja, quien le sonrió débilmente.
Erika, quien siempre estaba provista de sus agujas, tan sólo sacó una filosa katana como armamento, mientras que Maki escondió entre sus ropas varias dagas.
- Lista – Dijo la muchacha, antes de que Erika la besara apasionadamente, generando la sorpresa en Yuichi quien, señalándolas, intentaba decirle algo a Tomohisa.
- Son pareja – Dijo el aludido, con una sonrisa.
- Cuando regresemos, te haré el amor como nunca – Le susurró, abrazándola con un solo brazo.
- Eri – Susurró la muchacha, por demás sonrojada, hundiendo su rostro sobre su pecho -. No mueras, ¿de acuerdo? – Le suplico, mirándola a los ojos.
- Claro que no, amor – La agarró de la mano y la llevó al ascensor -. ¡Nos vemos!
- Cuídense – Dijo Tomohisa, con una sonrisa.
- ¿Crees que todo estará bien…?
- Eso espero.

La batalla estaba siendo cruda tanto en el estacionamiento como en la azotea, aún así, todos los agujeros posibles habían y estaban siendo cubiertos poco a poco, aunque Keiichiro no quisiera, su cara de preocupación demostraba lo contrario a sus palabras en busca de la calma de los presentes en la pequeña habitación donde descansaba Takahisa.
- Koyama-san – Yuya llamó su atención -… Toma me esconde algo.
- ¿Que te esconde algo?
- Kamenashi-san… Dijo algo… Como que no debía estar aquí…
- Bueno, yo tampoco debería estarlo – Se quejó Takahisa.
- Es que… A ti no te nombró – Agregó el rubio, mirándolo a él y luego a Keiichiro -. Además, le preguntó a Toma si ya no me lo había dicho. ¿Tú sabes qué es eso que Toma debe decirme?
Keiichiro suspiró sonoramente.
- Mira Tegoshi-kun, la verdad es que… No sé todo acerca de la vida de Toma. Por más que pertenezcamos al mismo bando y prácticamente vivamos juntos, no sé todo acerca de él.
- ¿Y por qué lo sabe Kamenashi-san?
- Tegoshi-kun – Dijo Asami -, los Escritores saben más de nosotros que nosotros mismos. Desde el momento en que se supuso que tú tenías el fenotipo Bombay ellos investigaron hasta el más lejano de tu antepasado y sólo por una suposición. A esos sujetos, no se les escapa nada, es por eso que son sumamente respetados. Así que, es normal que Keiichiro no sepa…
- Usted sí lo sabe…, ¿verdad?
Asami no dijo nada, guardando silencio apenas unos segundos, dándole tiempo a su respuesta para que resonara en las cuatro paredes de la habitación.
- Sí. Creo que sé a qué se refirió Kamenashi-kun. De todos modos, eso es algo de lo que Toma va a hablarte cuando crea que sea el momento justo. Tegoshi-kun, Toma te ama. Lo conozco desde niño y jamás lo había visto así de… enamorado – Rió suavemente -. Al menos, debemos agradecer que ese amor no es uno del tipo… ciego.

Tras recibir un rasguño con un objeto cortante, Toma fue lanzado al suelo. La figura de Erika alejó a los vampiros y lo rescató.
- ¿Estás bien? – Le preguntó, mirándolo de reojo.
- Sí – Dijo el aludido sacándose la camisa, quedándose así en musculosa para ver la herida -. No es nada que una venda no pueda…
El certero disparó de una ballesta atravesó el pecho de la vampiresa, delante de los ojos de Toma. El quejido de dolor de Erika fue el sonido que los enemigos entendieron como una orden de retirada. En cambio, el ejecutor de la misma, se relamía los labios, satisfecho, desde  un oscuro rincón en ese mismo lugar.
- ¡¡Eri!! – Exclamó Maki, con los ojos vidriosos, lanzando las dagas que llevaba en su mano para correr al lado de su pareja, quien en medio de un charco de sangre, agonizaba en el suelo. La levantó y la sostuvo entre sus brazos -. ¡Eri! ¡Respóndeme, Eri!
- Shhh – Levantó lentamente su brazo derecho para acariciar su rostro, pero al ver que la sangre la había manchado, desistió -. Oh… No voy a ensuciar tu hermoso rostro. Quiero… ¡Ngh! Quiero recordarte así de bella…
- No, Eri, no – Sollozaba la muchacha.
- Se han ido – Dijo Kazuya, dirigiéndose a Toma, quien miraba la escena, prácticamente inmutable.
- Maki… Vive…
- No… No… ¡No! ¡Me niego! ¡No voy a vivir una vida sin ti! Eri, lo prometimos, ¿recuerdas? Dijimos que si una moría la otra también lo haría. Yo… Yo no podría seguir sin ti – Musitó, sin dejar de llorar.
- Mi Maki…
La vampiresa se quejó, respirando agitadamente.
- Toma – Lo llamó Maki -… Mátame – Le pidió, con una sonrisa.
- N… No… No puedo hacerlo – Susurró el aludido, negando con la cabeza.
- Es gracias a ti que pude conocer a Eri – Dijo la muchacha, acariciando la mejilla de la vampiresa -. Todo fue gracias a ti. Quiero que esa mano que nos fue extendida a ambas para llegar hasta aquí, sea la misma que me quite la vida. Por favor… Es mi última… petición…
- No puedo hacerlo…
- Imagina que… soy Nishikido Ryo.
Su mente estaba confusa, no quería creer lo que estaba sucediendo, Maki tan solo se aprovechó de su estado para golpear su debilidad, ocasionando que en una fracción de segundos una bala surcara su cráneo, quitándole la vida.
Toma se quedó de pie, mirando cómo la sangre teñía sus zapatos de un color negro. Su mano temblaba, segundos antes de que el arma cayera al suelo, salpicando sobre la sangre.
- Al fin despertaste.
Pudo oír un sonido imperceptible al oído humano. De un salto, llegó hasta el techo de uno de los tantos autos que decoraban el lugar, justo a las espaldas del verdugo de Erika. El enemigo tiritó, sintiendo el odio que emanaba de cada una de las células del Van Helsing. Se giró y lo miró. Su sonrisa era por demás ancha y cargaba un miedo indescriptible.
- Hola…, hermano.
Un grito desgarrador se oyó en todo el lugar, llegando hasta la terraza del lugar, sobre la cual, los cuerpos agotados de Junnosuke y Tatsuya descansaban, acostados en el suelo.
- Déjalo, Toma – Le dijo una voz masculina, cuyos pasos se acercaban a él -. No vale la pena mancharse las manos con una basura como esa.
- ¡¿Basura?! – Exclamó Tadayoshi.
- Así es – Dijo el recién llegado, mirándolo de reojo, cargando un bolso a sus espaldas -. Tú aparte de ser uno de los ocho, no eres más que una basura  que se arrastra y busca estar bajo el ala del líder.
Su mirada café duró unos escasos segundos sobre él, ya que el recién llegado pasó al lado de ambos para dirigirse a Kazuya, a quien le sonrió ampliamente. Agachó la cabeza y se arrodilló frente a los cuerpos sin vida de Erika y Maki. Dejando su bolso a sus espaldas, sacó un pañuelo blanco de su bolsillo para cubrir el rostro de Erika, ya que el de Maki estaba sobre el hombro de la vampiresa. Entrelazando sus manos, les susurró unas palabras para que sus almas pudieran descansar en paz. Acto seguido, se incorporó, alzando su bolso y miró a Kazuya.
- Regresé.
 
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Notas: Aunque supongo que lo habrán notado, Ayato Kyou utiliza los mismos kanji para el nombre que Nishikido Ryo. Para los nombres japonese hay 50 formas distintas de pronunciación (las seguidoras de NEWS o los Kanja recordarán aquel Hey!x3 en el que uno de los conductores pronuncia mal en nombre de Ryo, justamente por una mala lectura de kanji xD). En este caso, y al menos según el software que uso yo xD la lectura de los kanji de Ryo puede ser así...
錦: nishiki, aya
戸: do, to
亮: ryou, kyou
Y es por eso que Yamapi se ríe al ver su rostro y sus kanji cuando Yu les facilita la entrada a su sistema, porque él también nota el juego que hizo con sus propios kanji xD  

2 comentarios:

  1. OOOOOOOOOOOOOOH!!!!!!!!!
    es un caos total todooooooooo!!! Pi querido, al final entregás más fácil que Tego XDDD

    YA mismo arranco a leer el último capítuloooooooooooo :O

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  2. Pi es un loquillo enamorado~ ♥ xD
    *cofyotambiénmehubieraentregadoporfavorcof*

    Gracias por leer ♥♥

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