13 de julio de 2018

[Starker Week 2018] Día 04: Primera vez

Ciaossu~!!
Tengo que ponerme más temprano a escribir :(
Para este día tenía una canción hermosa que hasta ahora no me acuerdo xD así que le robé el título a otra que también es hermosa y que me recomendó una linda lectora porque le hace acordar a esta ship :)
Enjoy~ ♥


Título: From dusk till dawn.
Fandom: Universo Cinematográfico de Marvel.
Pairing: Starker (Anthony Stark x Peter Parker).
Formato: Oneshot.
Género: Romance, smut.
Rating: NC-17.
Número de palabras: 1384.
Sinopsis: Después de un largo tiempo de relación, Peter y Tony finalmente deciden conocerse de una forma más íntima, aún con todos los miedos que sin saber, comparten.

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Día 04: Primera vez - From dusk till dawn.

Ninguna página de internet lo había preparado para todo lo que vivió.
La gran mayoría apenas rasguñaba la superficie sobre quien era Tony Stark.
Desde la primera vez que se vieron fue conociendo cada vez un poco más de él hasta terminar, sin siquiera notarlo, perdidamente enamorado.
Fue al final de una batalla cuando habían creído perderlo todo que se aferró a Tony y lejos de las miradas de los demás, lo besó, sintiendo que su mundo se ponía de cabeza.
Él había pasado por demasiadas cosas, pero en su rostro se formó una sonrisa y sus labios se separaron para decirle que lo amaba, que él también lo amaba. Pero tenía miedo a hacerle daño. No se perdonaría si por algún motivo Peter saliera herido por su culpa.
Él también tenía miedo. Muchos ya estaban al tanto de su relación, otros todavía no lo sabían, y sí, tenían miedo de lo que los demás dijeran, pero, aún así, cada uno era la fortaleza del otro. Si estaban juntos, no importaba nada más.
Ese miedo estaba ahí, latente, aún dentro de aquel cuarto deslumbrante que, culpa de sus azulejos de color blanco, parecía resplandecer con más intensidad.
Tomó coraje de algún lado, quizás de cada latido de su corazón, y giró el picaporte que lo separaba de Tony. Él le sonrió al verlo.
—¿Terminaste? —le preguntó.
—Sí —respondió Peter, acercándose a él, que estaba sentado a los pies de la cama. Sintió su cabeza apoyándose sobre su estómago y él hundió sus manos entre sus cabellos mientras el mayor rodeaba su cintura con ambas manos—. Tony —el aludido se separó para mirarlo. Peter acarició sus facciones con ternura—… Tengo miedo —susurró.
—Yo también —reconoció el aludido—. Ven —le pidió, abriendo un espacio para que Peter se sentara sobre sus rodillas—. ¿Sabes que te amo?
Le respondió con una sonrisa, sintiendo cómo la felicidad y la dicha rebosaban de cada célula de su cuerpo.
—Lo sé —le dijo, besando su frente con ternura—. Yo también te amo.
Tony lo abrazó. Sus cabellos todavía húmedos hicieron cosquillas sobre su piel. Tomó su rostro con ambas manos y besó sus labios. Primero un beso que terminó pasando inadvertido, luego probó su labio inferior con los suyos, luego el superior, oprimiéndolos con tanta fuerza como si quisiera grabar sus labios sobre los de Peter. Sintió sus manos encontrándose sobre su nuca, acariciando sus cabellos y ocasionando que su cuerpo se estremeciera.
Dijo su nombre, y Tony se sintió morir.
Acostó su cuerpo con delicadeza sobre el colchón. Lo admiró mientras con una de sus manos desanudaba la bata de baño en torno a aquel cuerpo. Vio cómo su pecho se contrajo con exageración. Estaba nervioso. Le sonrió y volvió a besar sus labios mientras sus palmas recorrían todo su cuerpo para reconocerlo la próxima vez hasta con los ojos cerrados. Su cuello, su pecho, su regazo, sus piernas, y hasta los dedos de sus pies, todo sabía a Peter. Era exquisito, pero pensaba que era un manjar que no merecía. No quería arruinar ese inmenso amor que la cercanía había despertado en ambos, pero al mismo tiempo, era consciente de que ese era un paso que como pareja debían dar tarde o temprano.
Sentía que cada gemido que se escapaba tímidamente de entre los labios de Peter lo hacía perder la cabeza, pero trataba de mantener la compostura. No podía recordar las veces que había experimentado el placer del sexo oral. Si hubiera sabido lo bien que se sentía hacerlo en vez de recibirlo, probablemente lo hubiera hecho desde hace mucho tiempo atrás. Peter era demasiado sensible y Tony en poco tiempo descubrió cómo le gustaba que lo tocara y dónde prefería que lo tocara. Sin despegar sus labios de su cuerpo, lo hizo girar para que quedara acostado boca abajo.
Podía oír su respiración errática y ver sus cabellos pegados a su rostro rojo de excitación.
Rodeó sus muslos con ambas manos y los apretó un poco. Su reacción le ocasionó ternura. Siempre había querido hacerlo, pero sentía que aún estando en una relación necesitaba de la aprobación de Peter para hacer algo así. Sin embargo, la situación que estaban viviendo permitía cosas como esas.  Sus labios parecían ventosas sobre sus carnes, dejando marcas que no serían visibles para nadie más excepto él. Cuando poco a poco, Tony separó los glúteos de Peter, el muchacho se estremeció y se incorporó de un salto para quedar sentado en la cama, mientras trataba de recuperar el aliento.
—¿Hice algo malo? —le preguntó con total credulidad.
—No… No hagas eso —le pidió Peter—…. Me da vergüenza…
Tony se sonrió y se sentó a su lado. Pasó su brazo por sobre su hombro y lo atrajo hacia él.
—Entonces, ¿cómo quieres que lo hagamos?
—Mhh… Pues… Bueno… Yo… podría hacerlo…
—¿Te refieres a…?
—Sí…
—¿Estás seguro que…?
—Completamente.
—¿Puedo mirarte desde aquella silla?
—Por supuesto.
Tony dispuso una silla justo a los pies de la cama lugar desde el cual sólo fue un mero espectador de la situación, pero uno privilegiado al fin. Su mirada se posó sobre el cuerpo de Peter danzando sobre el colchón como si fuera un ángel bailando sobre una nube. Aunque al comienzo lo hizo muy delicadamente, con timidez, con miedo, ahora su cuerpo parecía inmóvil cuando lo que se movía en realidad eran dos de sus largos dedos en su interior. ¿En qué instante Tony se despojó de toda prenda para masturbarse a piacere? Ni él lo sabía. Su cuerpo se lo había pedido del mismo modo en que en ese momento, le pedía unirse a aquel muchacho que, a pasos suyo, estaba igual o en un peor estado que el suyo.
—Peter —jadeó su nombre, arrodillado detrás suyo—. Ya es suficiente —sus palabras terminaron con todo movimiento. El cuerpo de Peter ahora estaba rendido, sintiendo el leve peso del de Tony encima suyo, y sus labios recorriendo su cuello, dejándole suaves besos donde podía—. Date la vuelta. Quiero ver tu rostro cuando te haga el amor.
Peter sintió que su corazón estaba a punto de salírsele del pecho. Hasta ese momento había pensado que las únicas palabras que ocasionaban eso eran los “te amo” que Tony le decía, pero al darse cuenta que Tony “le haría el amor” eso también tuvo ese efecto extraño en él. Una vez más, ninguna página de Internet había sido de utilidad, ni todos los consejos que pudo haber leído en varias de ellas. Nada se comparó al momento en que sintió cómo su interior parecía desgarrarse y, al mismo tiempo, aceptar todo el amor que la persona que él adoraba le estaba entregando. Trató de acostumbrarse a la intromisión, sin embargo el poder sentir el peligro segundos antes estaba haciendo estragos con él. Tony secó cada lágrima de dolor que escapaba de los ojos de Peter, sus manos se entrelazaron a las suyas, sus labios recorrieron sus piernas una y otra vez. Intuyó que algo así podría suceder, y eso le partía el alma. Cuando ya pareció que no había más dolor, se alejó un poco de él y volvió a embestirlo con algo de fuerza. Sus uñas se clavaron sobre sus manos, Tony lo soltó para sentar el cuerpo de Peter encima suyo y darle a él el control. Lentamente se acostó sobre la cama y desde esa perspectiva el cuerpo de Peter parecía tener diamantes sobre su cuerpo aunque no eran otra cosa más que el sudor del momento. Levantó una de sus manos para acariciar una de sus mejillas. Peter lo sintió y le sonrió.
—Te amo —le dijo, sonriendo.
—Yo también te amo —jadeó Tony, incorporándose para darle un dulce beso en los labios.

Sus piernas estaban entrelazadas. Tenía frío en uno de sus pies pero no alcanzaba las sábanas para taparse.
—¿Qué haces? —preguntó Tony, entre risas.
—No encuentro la sábana y tengo frío —bufó Peter, más dormido que despierto. Tony rió y acercó su cuerpo al suyo—. ¿Así está mejor?
—Mucho mejor…
—Peter… ¿Vas a quedarte?
—Desde el atardecer hasta el amanecer… si no te molesta —agregó el aludido la última frase apoyando el mentón sobre el pecho del mayor.
—Por supuesto que no. Si quieres… puedes quedarte para siempre a mi lado.



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