Ciaossu~!!
Como estoy a full con el Kinktober (hay que aprovechar cuando Inspi-chan llega xD), en vez de publicar hoy Gods' Pet, publico el quinto de este :)
Título: Dame una noche más.
Fandom: Universo Cinematográfico de Marvel.
Pairing: Anthony Stark x Peter Parker, Anthony Stark x May Parker, Harley Keener x Peter Parker.
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, drama, smut.
Rating: NC-17.
Número de palabras: 3551.
Sinopsis: El día finalmente llegó. Peter viaja con Anthony a Ámsterdam. Allí, no sólo será conocido por los empresarios más famosos del mundo sino que, por sobre todo, dará rienda suelta a su plan que, de surtir efecto, hará que Anthony se quede comiendo de la palma de su mano... preferiblemente, para siempre.
Acordate que también podés seguir esta historia en las siguientes plataformas: Amor::Yaoi, AO3, Asian Fanfics, Livejournal & Wattpad :)
Capítulo 05: No bebas… a menos que quieras arrepentirte cuando despiertes.
Como estoy a full con el Kinktober (hay que aprovechar cuando Inspi-chan llega xD), en vez de publicar hoy Gods' Pet, publico el quinto de este :)
Enjoy~ ♥
Título: Dame una noche más.
Fandom: Universo Cinematográfico de Marvel.
Pairing: Anthony Stark x Peter Parker, Anthony Stark x May Parker, Harley Keener x Peter Parker.
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, drama, smut.
Rating: NC-17.
Número de palabras: 3551.
Sinopsis: El día finalmente llegó. Peter viaja con Anthony a Ámsterdam. Allí, no sólo será conocido por los empresarios más famosos del mundo sino que, por sobre todo, dará rienda suelta a su plan que, de surtir efecto, hará que Anthony se quede comiendo de la palma de su mano... preferiblemente, para siempre.
Acordate que también podés seguir esta historia en las siguientes plataformas: Amor::Yaoi, AO3, Asian Fanfics, Livejournal & Wattpad :)
( Capítulo 01: Una nueva oportunidad )
( Capítulo 02: Cuando todo empieza )
( Capítulo 03: Primer contacto )
( Capítulo 04: ¿Reflexionas sobre las formas de las cosas en medio de la oscuridad? )
( Capítulo 02: Cuando todo empieza )
( Capítulo 03: Primer contacto )
( Capítulo 04: ¿Reflexionas sobre las formas de las cosas en medio de la oscuridad? )
------------------------------
Capítulo 05: No bebas… a menos que quieras arrepentirte cuando despiertes.
May se divertía viendo a Peter yendo y
viniendo de la habitación al comedor mientras terminaba de guardar todo lo
necesario para su viaje.
—Peter —le llamó la atención—. ¿Vas a
llevar eso? —el aludido frunció el
ceño, sin comprender a qué se refería. Al hacerlo, volvió una vez más sobre sus
pasos y regresó con un cuadrado perfectamente envuelto en un papel de regalo,
el más hermoso que encontró, uno blanco con detalles en una versión tornasolada
del mismo color—. ¿Quieres que te ayude a envolverlo con tu ropa para que no se
dañe en el viaje?
—Creo que mejor lo llevo conmigo
—reconoció el muchacho, luego de un debate interno que duró unos pocos
segundos.
—Como quieras, cariño —le dijo May,
acariciando los cabellos del muchacho.
El increíble automóvil que lo había ido a
buscar al departamento, el lujoso avión que lo esperaba en la pista de
aterrizaje, el teléfono nuevo que Anthony le había comprado porque por supuesto
que podía hacer gala de estar pasando los mejores días con Anthony Stark en la
Exposición Internacional de Ciencia y Tecnología en Ámsterdam; Peter no cabía
de la emoción. Sabía por experiencia de su tía que el chofer de Anthony era
algo cascarrabias, pero él se las había arreglado para sacarle un par de
sonrisas en el camino al aeropuerto. Pobre Happy –ese era su apodo-. Pero
realmente necesitaba alguien para saber si seguía manteniendo el encanto o
tendría que improvisar con Stark. El resultado con Happy fue postivo: no había
necesidad alguna de recurrir a la improvisación. Faltaba poco y nada para
tenerlo comiendo de la palma de su mano. Mirando a través de la ventanilla del
vehículo se mordió el labio y sonrió. Diablos, si hasta tuvo que cubrir su
enorme sonrisa con la mano para evitar que Happy le preguntara la causa. Así de
emocionado estaba por pasar un par de días a solas con Anthony.
Salió de su ensimismamiento cuando el
automóvil se detuvo. Bajó del mismo y sintió que sus piernas flaquearon durante
unos segundos al verlo ahí, al verlo sonreír, y darse cuenta que esa brillante
sonrisa estaba dirigida sólo a él.
—Al fin llegas —le dijo con el cuerpo
apoyado sobre el barandal de la escalera que se erigía hasta la entrada del
avión privado que gritaba el nombre de su dueño—. Ya me estaba yendo.
—Lo siento —dijo Peter, acercándose
prácticamente corriendo a su lado—. Había mucho tráfico.
—No te preocupes. Era broma —reconoció el
hombre, palmeando uno de sus hombros mientras se asomaba por sobre el otro para
mirar al chofer—. ¿Estás bien, Happy?
—¡Ah! Lo olvidé —exclamó Peter—. Las
maletas.
—Quédate aquí, que se gane su sueldo
—bromeó Anthony, generando la sonrisa en el aludido que subía las escaleras del
avión con una maleta en cada mano.
—¿Él va a venir con nosotros? —soltó
Peter, haciéndose a un lado para que Happy cruzara la entrada.
—No. Vamos, dime la verdad. ¿Te molestó
en el viaje? —le preguntó siguiendo junto a su acompañante el camino tomado por
Happy.
—Claro que no. El señor Hogan fue muy
amable.
—Te ganaste otro mes de vacaciones con
goce de sueldo, Happy —le dijo Anthony al aludido quien asintió con la cabeza.
—¿Eso es todo? —le preguntó a Peter.
—Sí. Lamento haberlo hecho subir las
maletas —reconoció el muchacho, algo apenado.
—Vamos, te acompaño a la salida —le dijo
Anthony—. Peter, ponte cómodo y pídete algo para beber. Ya regreso.
El aludido asintió y buscó con la mirada
el asiento donde había estado Anthony hasta ese momento. El avión era gigante
sólo para dos personas. Había no más de diez asientos en total, perfectamente
separados para que el viaje sea cómodo para todos.
—¿Señor? —la voz de una azafata llamó su
atención—. ¿Necesita algo?
—Eh… Sí… El señor Stark…, ¿dónde se
sienta? —la muchacha sonrió ante la ternura que le dio la pregunta de Peter.
—Justo frente a este —respondió en
referencia al asiento sobre el cual él tenía una mano.
—Perfecto —dijo el muchacho, saltando
sobre el asiento.
—¿Algo más?
—¿Podría traerme un refresco, por favor?
—¿Tiene alguna preferencia?
—Algo de naranja estaría bien.
—De acuerdo. Enseguida se lo traigo.
La muchacha volvió sobre sus pasos,
riendo por lo bajo. Anthony la miró desde la entrada del avión, pero no dijo
nada.
—Bien —le dijo a Happy—. ¿Cómo estuvo el
viaje con el muchacho?
—Es gracioso, cierra la boca cuando no
tiene nada que decir, y al parecer no comete imprudencias. No puedo darle más
información después de sólo media hora de viaje.
—De acuerdo —dijo Anthony, mirando algo
que se encontraba sobre uno de los escalones.
—Realmente no entiendo qué lo inquieta
sobre ese chico.
Anthony levantó la vista y le sonrió.
—Justamente eso.
—¿Qué?
—Nada. Olvídalo. Bien, Happy —agregó
palmeando la espalda del aludido.
—Que tenga un buen viaje, señor.
—Gracias.
Cuando ingresó al avión, las puertas se
cerraron detrás de sus espaldas. Ya estaba hecho. Peter sería su acompañante,
pero necesitaba la opinión de alguien ajeno a todo aquello, y ya la tenía. Se
sentó frente a él. Estaba bebiendo jugo de naranja. Él le sonrió. Anthony lo
imitó. Todas sus preocupaciones se disiparon. Ese muchacho era perfecto para
él.
Peter se quedó mirando a Anthony alejarse
con el muchacho que había llevado sus maletas desde el ascensor.
—No te preocupes. Yo estoy al lado —le
dijo, mientras caminaba los pocos pasos que lo separaban de su habitación—.
Cualquier cosa, llámame.
—Está bien —dijo Peter, entrando luego a
su cuarto. Frunció el ceño. Estaba enojado. De acuerdo, ni en sus mejores
fantasías había imaginado que compartiría una habitación con Anthony, pero al
menos estaba al lado. Dejó sus maletas al lado de la puerta e inspeccionó la
habitación. Era enorme. Podía caber un aproximado de cien personas, y eso sólo
si la finalidad era ocupar el living. Llegó a su habitación. La cama era de un
tamaño como para seis Peters y un par más en sentido contrario al cual se
acostó. Miró el techo. ¿Qué podía hacer un muchacho como él en Ámsterdam? Sacó
su teléfono del bolsillo de su pantalón e hizo lo que mejor podía hacer: una
intensa búsqueda en internet. Los mejores lugares, algo turístico, algo que no
estuviera tan lejos pero que le permitiera acercarse a su objetivo.
Sonrió.
Lo había encontrado.
Anthony oyó un par de golpes sobre la
puerta, con el teléfono pegado a la oreja, llegó a la misma y la abrió. Le dirigió
una sonrisa a Peter y le hizo una seña para que entrara. Él escuchó que hablaba
en inglés con alguien, pero no le importaba.
—¿Sí? —Anthony llamó su atención. El
muchacho se mostró sorprendido, pero luego reaccionó.
—Ah, sí. Quería pedirle… ehm… dinero
—reconoció, apenado.
—Tienes razón. Lo olvidé por completo
—dijo Anthony volviendo sobre sus pasos para agarrar la billetera que estaba
sobre una pequeña mesa en el living. Al hacerlo, le extendió una tarjeta de un
color azabache brillante. Peter la miró y luego al hombre—. Te la iba a dar en
el avión, pero lo olvidé por completo.
—¿Es para mí?
—Sí. No sólo para que la uses aquí. Es
para ti. Tiene tu nombre ahí, ¿no ves? —le dijo, sacudiendo el rectángulo de un
lado a otro—. Anda, agárrala.
—Pero… Sólo necesito unos dólares…
—Peter… Considéralo un regalo, ¿quieres?
Los ojos del aludido parecieron
despabilarse de un largo sueño.
—Regalo…
—Sí. Es un regalo. A propósito, ¿llamaste
a tu tía?
—Espere un momento. Enseguida regreso —le
pidió el muchacho, ignorando su pregunta y volviendo corriendo a su habitación.
A los pocos minutos regresó con un cuadrado envuelto en un papel de regalo—.
Para usted.
Anthony se sorprendió por su accionar.
Sus mejillas rojas le causaron ternura. Le sonrió mientras sus manos tomaban
ese regalo entre sus manos.
—¿Lo abro ahora?
—Por favor. Espero que no se haya roto en
medio de esa turbulencia —dijo el muchacho, rascándose la nuca.
—No lo creo. A ver, veamos que tenemos
aquí —Anthony se sentó en uno de los tres sillones en medio del living y miró a
Peter para que le hiciera compañía. El muchacho lo imitó, pero se sentó un poco
alejado de él. Tenía miedo que oyera su corazón latiendo con fuerza dentro de
su pecho. Luego de romper el papel, Anthony se encontró con una prefecta
réplica de la torre Stark rodeada de un grueso cristal que evitaba poder
recorrerla no más allá que con la vista—. Hasta tiene luz…
—Se carga con luz solar y la intensidad
de la luz no es fuerte así que no va a molestarle cuando esté durmiendo.
—Has pensado en todo, ¿eh, muchacho? —le
dijo Anthony, dedicándole una sonrisa. Peter pareció perder el aliento por unos
instantes, pero volvió a recuperarlo segundos más tarde.
—Puede quitarle eso —le dijo.
—¿Qué cosa?
—El vidrio fue sólo para protegerlo del
viaje. Pero la base sí no debe sacarla a menos que quiera ver cómo es por
dentro.
—No es necesario —reconoció el hombre,
dejando la réplica sobre la mesa y sacándole el cristal. Esta vez, sí, comenzó
a recorrer la pequeña torre con sus dedos—. Realmente… No sé qué decirte,
Peter. Es perfecta.
El aludido no pudo evitar sonreír. Estaba
feliz, sumamente feliz de que esa sonrisa le esté siendo dirigida solamente a
él.
—Bueno —dijo el muchacho, frotando sus
palmas contra sus rodillas—… Eso es todo.
—Peter —llamó Anthony su atención, extendiéndole
luego la tarjeta—. Te olvidas esto —el aludido le sonrió y volvió sobre sus
pasos para agarrarla, finalmente.
—No me dejará ir a menos que la acepte,
¿cierto?
Anthony le pareció estar oyendo algo
entre lo que Peter decía. ¿Un mensaje codificado quizás? ¿De nuevo era su
mente? Le sonrió.
—Por supuesto que no —le dijo—. Sería
capaz de retenerte así tenga que hacerlo a la fuerza —Peter pareció retroceder
ante su respuesta. Anthony volvió a sonreír. No había perdido el toque aunque
fue inusual tener que usarlo en un chico como él—. ¿Peter? —el muchacho se
volvió—. Vuelve para eso de las seis, ¿está bien? Hay una cena de negocios y me
gustaría mucho contar con tu presencia.
—¡Por supuesto que sí!
¿Cuánto había tardado en responder? Le
pareció que una eternidad. Las palabras que le había dicho parecieron tener el
efecto de un paliativo en su mente. Las comisuras de los labios le dolían a
causa de la enorme sonrisa que no pudo evitar mantener hasta salir del hotel.
Anthony le envió un mensaje avisándole
que estaba esperándolo en el pasillo. Peter agarró su teléfono y estuvo a punto
de salir corriendo, hasta recordar lo que había comprado. Se volvió, lo agarró
y salió de la habitación.
El salón de fiestas era digno de la
presencia de Anthony Stark. Peter no era demasiado bueno en el idioma inglés,
pero podía sortear algún que otro tipo de preguntas respecto a mecánica
avanzada y su opinión respecto a ella. Quienes lo oían perecían ante sus
encantos aunque él no estuviera haciendo gala de ellos. A oídos de Anthony llegaban
preguntas acerca de la procedencia de ese muchacho y hasta de un posible
contrato laboral con, por lo menos, cinco empresas con prestigio mundial.
—¿Lo dice en serio? —le preguntó Peter,
sentado junto a Anthony frente a la barra de bebidas.
—Te ganaste por lo menos a los cinco CEO
más importantes del mundo, Peter —reconoció el aludido, entre risas y palmeando
suavemente la espalda del muchacho.
—Vaya… Esa no era mi intención —dijo el
aludido sorprendido, pero a la vez apenado.
—Y allá está el sujeto que quiero que
esté en este negocio —mencionó el hombre mientras señalaba a un sujeto a la
lejanía—. ¿Puedes llevarme el trago para allá?
—Seguro —Peter se quedó mirando la figura
de Anthony alejándose hasta que la presencia del encargado de prepararles la
bebida lo interrumpió.
—Su bebida.
—Muchas gracias —le dijo el muchacho,
sacando dinero de su bolsillo para darle una propina—. Falta una, ¿no?
—Así es. Enseguida se la traigo.
—Gracias.
Cuando Peter se reunió con Anthony, él ya
se estaba despidiendo de su futuro socio. El hombre le sonrió y bebió el
contenido de la copa relamiéndose luego los labios.
—Muchas gracias.
—¿Llegué tarde?
—No, ya arreglé una cita con él para la
semana que viene.
—Eso fue rápido.
—Se mostró muy interesado en mi
propuesta. Y la réplica de la torre… me dio una idea increíble. Pero para eso
te necesito a ti —Peter sintió que el calor se concentraba en sus mejillas.
Aunque fuera por un negocio, pasar todavía más tiempo con ese hombre era algo
que no podía dejar pasar. De repente, Anthony pareció trastabillar, pero Peter
lo ayudó a que no cayera al suelo. Se llevó una mano a la cabeza—. Creo que me
pasé un poco de tragos…
—¿Quiere que lo lleve a descansar?
—Anthony vio la mirada preocupada del muchacho. Le sonrió—. ¿Cómo puedo negarme
a esa mirada? —¿ese había sido él? Hasta Peter se sorprendió por sus palabras—.
Por favor —le pidió.
La habitación de Anthony era exactamente
igual a la suya, así que no se le dificultó llegar hasta el dormitorio donde el
hombre literalmente se lanzó al colchón. Una vez allí, Peter lo ayudó a
quitarse los zapatos. Anthony rió cuando su cuerpo fue levantado por el
muchacho para poder quitarle el abrigo y el saco.
—¿Qué haces?
—Pues… No puede dormir así. La
calefacción es agradable en este lugar —reconoció el muchacho quitándole la
segunda manga del saco y ocasionando que, del tirón, el cuerpo de Anthony
volviera a caer sobre el colchón seguido por Peter unos momentos más tarde.
—¿Qué haces?
—¿Puedo quedarme?
Ahí estaba. Esa ligera incomodidad una
vez más entre ellos. Algo que funcionaba como una especie de velo que no le
permitía ver qué estaba sucediendo realmente.
—Haz lo que quieras, muchacho —respondió
el aludido en un suspiro. Los labios de Peter se curvaron hasta formar una
sonrisa. Su cuerpo volvió a incorporarse y sus ojos comenzaron a curiosear por
la habitación.
—¿Qué le parece un par de masajes?
—Anthony levantó los hombros. Peter se sentó de cuclillas en el suelo y le
quitó las medias que dejaron un camino de talco hasta caer al suelo. Sus pies
estaban secos, blancos, radiantes al mismo tiempo. Sus manos fueron deshaciendo
esa película que los cubría hasta volver a ver su color original. Varias veces
pudo alcanzar a oír las risas de Anthony y sentir varios espasmos de su parte
por estar tocando puntos demasiados sensibles para él.
Sus manos fueron subiendo por sus
pantorrillas, sus piernas, tan lentamente que Anthony no pareció darse cuenta.
Se dio cuenta que todavía estaba despierto al ver la sonrisa que decoraban su
rostro de vez en cuando. Llegó a su entrepierna. Su cuerpo enteró se tensó. Su
corazón latió casi a un ritmo anormal, pero no debía detenerse ahí. Debía
seguir hasta que su plan estuviera consumado. Por esa misma razón sus manos
siguieron su camino cuesta arriba, masajeando el torso de Anthony por sobre la
camisa. Él lo estaba disfrutando tanto que no se percató que Peter estaba
sentado entre sus piernas. Recuperó el sentido cuando sintió un cálido aliento
sobre su rostro. Abrió lentamente los ojos pero su mirada no parecía poder
enfocarse. Sus sentidos se descontrolaron al sentir los suaves labios de Peter
sobre los suyos. Sus manos trataron de alejarlo, pero una de ellas llegó hasta
su espalda baja y la otra se posó sobre una de sus rodillas.
—¿Qué haces? —susurró cuando aquel corto
beso finalizó.
—Dijo que hiciera que lo quisiera.
—No me refería a esto —reconoció Anthony,
jugando con un mechón de cabello de Peter.
—No sabe lo que voy a hacer.
—Puedo hacerme una idea —Peter volvió a
sentarse en el piso no sin antes dejar un camino de besos y caricias sobre el
cuerpo del hombre. Anthony se restregó los ojos con el dorso de su mano pero su
mirada seguía desenfocada, y su fuerza parecía haberlo abandonado—. ¿Qué le
pusiste a la bebida?
Peter se sonrió mientras se deshacía del
cinturón del pantalón de Anthony y lamía parte del cuero del mismo.
—¿Se dio cuenta? No se preocupe. Tarde o
temprano va a terminarse el efecto. Sólo espero que sea más tarde que temprano.
Tony —su voz pareció el ronroneó de un felino cuando una de sus mejillas rozó
la punta de la erección del hombre. Anthony recordó ese cono de helado que
Peter había estado devorando con tanta vehemencia, fue con esa misma vehemencia
que estaba tratando a su hombría. Primero la recorrió con su lengua de cabo a
rabo, sus labios se posaron sobre la punta succionando de ella varias veces,
luego su lengua pareció querer partirlo en dos, como había hecho con aquel cono
no hacía mucho tiempo atrás. Sus manos no recuperaron sus fuerzas, pero al
menos aquel chico fue lo suficiente dócil como para dejar que Anthony dirigiera
los movimientos entre sus labios, tratando de llegar hasta lo más profundo,
hasta sentir las uñas del muchacho clavándose con fuerza entre sus piernas.
¿Era un efecto secundario? ¿Agarrarlo del
mentón y conducirlo a la cama era un efecto secundario? ¿Destrozarle la ropa
sin importarle cómo regresaría a su habitación también lo era? ¿Disfrutar
hacerle sexo oral también lo era? ¿Recorrer un espacio más íntimo con su lengua
también lo era?
No podía negarlo.
Ya no podía negar el impulso de su
cuerpo.
Los gemidos de ese muchacho, las risas
que se escapaban de entre sus labios, la sensación de su piel resbalosa. Ya no
iba a negarlo.
Ya no había vuelta atrás. Lo sabía. Eso
también lo sabía.
Pero también sabía que deseaba tenerlo
como lo tenía. No había querido reconocerlo hasta ese momento, pero había
querido tenerlo así desde que su mirada se posó sobre la suya aquella noche en
que se conocieron. Desde ese momento, su parte más oculta sabía que ese sería
el fin. El fin y su perdición.
Se despertó para ir al baño. Se topó con
ropa tirada en el suelo. Le dolía la cabeza.
Mirando hacia el suelo vio una pequeña
bolsa sobresaliendo del bolsillo del saco de Peter. Lo sacó con el pie. Dirigió
su vista al cuerpo que aún permanecía dormido sobre la cama. Se sonrió. Dirigió
sus pasos hacia el baño, pero el sonido de su teléfono se lo impidió. Suspiró
al ver quién lo estaba llamando. Se sentó en la cama y atendió la llamada.
—¿Diga?
—“Hola.
Soy yo. No es muy temprano, ¿no?”, preguntó una mujer al otro lado de la
línea.
—No. Yo recién me levanto, pero no es
temprano.
—“¿Cómo
la están pasando?”
Anthony dirigió una rápida mirada a su
derecha. Un par de ojos curiosos lo observaban.
—Bien.
—“Me
alegra oír eso. ¿Pasas tiempo con Peter?”
Anthony cerró los ojos con fuerza al
sentir cómo un par de brazos lo obligaban a permanecer ahí sentado y unos
suaves labios se posaban con dulzura sobre su cuerpo.
—Sí…
—“Espero
que se diviertan mucho. Lamento mucho no haber podido acompañarlos.”
—No te preocupes. La estamos pasando de
maravilla —reconoció el hombre, acariciando los cabellos del muchacho, sin
mirarlo.
—“Supongo
que debes tener miles de cosas qué hacer. Te dejo. Mándale mis saludos a Peter,
¿de acuerdo?”
—Se los daré.
—“Tony…”
—Dime.
—“Te
amo.”
—Yo también —dijo el aludido luego de lo
que pareció una eternidad.
—Buen día —le dijo Peter, una vez la
llamada había finalizado.
—Buen día —repitió Anthony, zafándose de
su agarre y levantándose de la cama para dirigirse al baño. Sacó una aspirina
del botiquín y luego de tomarla se enjuagó el rostro con agua. Se miró al
espejo. ¿Cómo había podido ser capaz de hacer lo que hizo? ¿No había dejado ya
de comportarse como un animal sin sentimientos? ¿Y si quizás Virginia había
notado que nunca iba a dejar de ser lo que era y por eso había decidido
dejarlo? Suspiró. Quizás ese era su destino. Lastimar todo lo que quería. Era
irónico. Podía construir un arma que fuera imperceptible para el enemigo, pero
cuando se trataba de sentimientos, sólo los destruía hasta hacerlos polvo. Al
regresar a la habitación, encontró a Peter cortando una llamada telefónica—. ¿A
quién llamaste?
—Servicio al cuarto —Anthony se lo quedó
mirando pero no dijo nada. Le dio la espalda y sacó ropa del armario—. ¿No vas
a desayunar?
Algo en la voz del muchacho hizo que se
estremeciera. Cerró los ojos con fuerza y suspiró, quitándose esa sensación.
—No. Tengo cosas que hacer. Pero puedes
quedarte desayunando aquí si quieres.
—Está bien —dijo Peter viendo cómo
Anthony se encerraba en el cuarto de baño. Sentado en la cama, el muchacho se
acurrucó en el lugar que el hombre había ocupado. La almohada todavía olía a
él. Hundió su nariz en ella e inspiró para que ese aroma quedara impregnado en
sus pulmones. Su mirada se posó sobre la réplica de la torre Stark que
descansaba sobre una de las dos mesas de noche a uno de los extremos de la
cama. Se estiró para tomarla entre sus manos y besarla con ternura—. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario