11 de febrero de 2020

[Waves of Tension] Capítulo 06: Dear Mr. Fantasy

Ciaossu~!!
Hoy les traigo la actualización de WoT, y espero que otra cosita también.
Enjoy~ ♥


Título: Waves of Tension.
Fandom: Supernatural.
Pairing: Dean Winchester/Sam Campbell.
Formato: Longfic.
Género: AU, drama, lemon, romance.
Rating: PG-13 (pero van a haber capítulos NC-17).
Número de palabras: 3408.
Sinopsis: Dean no recuerda lo sucedido la noche anterior, y Sam no responde sus mensajes. Cuando logra atar todos los cabos e intenta hablar con él sucede algo que cambiará el curso de su relación hasta ahora. 
Notas: Desde que vi Avengers: Endgame que quedé enganchadísima con la canción que suena durante la aparición del logo de Marvel Studios. Y es esa la que le da el nombre a este capítulo. Pueden escucharla y leer la letra en español en este link.
Les advierto que toca un tema sensible que aunque queda no tan explícito, en los capítulos posteriores se vuelve sobre esto una y otra vez. Lean con discreción.


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Capítulo 06: Dear Mr. Fantasy.

La incesante sensación de querer vaciar el contenido de su estómago lo despertó. Así como las veces anteriores que su sueño fue interrumpido por el mismo motivo, no había nada que despedir. Volvió a su posición anterior, dándole la cara al techo y se llevó un brazo a su frente. En su garganta parecía mantenerse un asqueroso sabor que no lograba identificar. Como si de pronto hubiera recordado algo, giró su cabeza hacia uno de los lados, y se dio cuenta que estaba completamente solo. ¿Estaba desnudo? Carajo, estaba desnudo. Y, por algún motivo, no lograba recordar absolutamente nada de lo que había acontecido. Se sentó lentamente sobre el colchón ajeno, agarró su teléfono y envió un mensaje. Hasta vestirse, salir de allí y subir a su Mustang no obtuvo respuesta. Mientras esperaba que el semáforo le dejara seguir el paso, tanteó de mal humor el contenido de la guantera hasta dar con el par de anteojos que su padre nunca había sacado de ahí. Estaba lleno de polvo, pero servían.
El ronroneo del vehículo terminó frente a su casa. Cuando entró, encontró una nota escrita por su padre diciéndole que estaría en el taller. Volvió a dejar el papel en su lugar y se dirigió a su habitación. Estaba por cargar su teléfono cuando este, además, le advirtió que no tenía memoria. No en ese momento, pero quizás más tarde, cuando estuviera repuesto, la vaciaría. Lo enchufó en la computadora y se lanzó sobre su cama, cayendo dormido a los pocos minutos.

***

El sonido de la puerta de entrada abriéndose lo hizo volverse sobre sí mismo. Agarró un repasador para limpiar sus manos y se asomó para ver a Sam. —Buenos días —le dijo James. El aludido se sorprendió por su presencia.
—¿No es muy temprano para que estés despierto?
La pregunta, pero, más que nada la voz de Sam, le llamó la atención.
—Por hoy quiero que tu tía no tenga que hacer el almuerzo, así que, me le adelanté. ¿Tú estás bien?
Sam lo miró detenidamente, inmóvil, su mirada esmeralda parecía resplandecer a través de la cortina azabache que era su cabello.
—Sí, sólo un poco cansado.
—No oí el auto de Dean…
—Tenía que hacer algo, y me dejó unas cuadras más atrás.
—Ya veo… Oye, Sam, si estás cansado, les diré a Claire y Jack que no te molesten cuando esté el almuerzo, ¿de acuerdo?
—Está bien —musitó Sam—. Gracias.
Cuando entró a su cuarto, Sam se sentó sobre su cama y suspiró. Jack seguía dormido. Si dejaba de respirar podía alcanzar a oír el compás de su respiración. Apenas deshaciéndose de sus zapatillas, se enredó entre sus sábanas y frazadas y miró la pantalla de su teléfono. Tenía un mensaje, pero no lo respondió.

***

Sus ojos se abrieron con cansancio, al tratar de enfocarse en la puerta de su habitación sintió cómo esta parecía dar vueltas a su alrededor. La sensación le hizo tener náuseas. Como si fuera impulsado por una fuerza sobrenatural, Dean se levantó de un salto y fue corriendo al baño.
—Qué asco —dijo, viendo el contenido de su estómago siendo llevado lejos por el agua del sanitario. Dejó que el agua caliente de la ducha sirviera para calmar sus músculos y para despertarse un poco. Al llegar a la cocina, vio a su padre que desde que posó su vista sobre él no le quitó la vista de encima—. ¿Qué tanto me miras?
—Estaba a punto de llamar a una ambulancia. Anoche traté de despertarte para cenar, pero estabas casi inconsciente. ¿Te encuentras bien?
—Eso explica por qué mi estómago no dejó de hacer ruido mientras me estaba bañando —reconoció el aludido, sacando una porción de pizza del refrigerador y llevándosela a la boca sin mucha más introducción.
—Por lo que veo hoy no vas a ir a clases —dijo John, reparando en la hora en que su hijo se había despertado.
—¿La alarma no sonó?
—Yo salí temprano a comprar unos repuestos, así que no la oí.
—Rayos…
—Por lo menos asoma la cara en el taller para que tenga sentido tu paga.
—Sí, señor —dijo Dean, antes de que su padre se fuera. Con otra porción de pizza en la boca y dos más en un plato, volvió a su habitación, tratando de hacer memoria sobre los sucesos de la noche antepasada. Agarró su teléfono y se sentó frente a su computadora. Sam no había respondido su mensaje, así que le mandó otro.

***

Su teléfono vibró en el bolsillo de su pantalón. De haber estado en un examen, la profesora ya le habría llamado la atención. Miró su remitente y apagó la pantalla. Optó por ponerlo en silencio, no fuera a ser que lo enviaran con el director.

***

Dean no había reparado en la cantidad de fotos que tenía guardadas hasta el momento en que empezó a separarlas en carpetas y a guardarlas en su computadora. De repente, algo le vino a la mente, y dejando de lado lo que estaba haciendo, chasqueó sus dedos.
—Jason —dijo. Siendo ignorado por Sam, Dean optó por preguntarles a sus amigos qué había sucedido. Algunos le dijeron que estaban en clase –claro, chicos universitarios todos-, otros no le respondieron. Sin embargo, Jason lo llamó un poco más tarde.
—“Hasta que nosotros nos fuimos, estaba todo bien”, le había dicho.
—¿Qué quieres decir con eso?
—“Bueno, dijiste que te ibas a quedar un rato más con Sam. Él no tuvo problema con eso.”
—Está bien. Gracias.
—“Dean… ¿Sucedió algo?
—Es lo que estoy tratando de averiguar.
El muchacho cortó la llamada y se quedó mirando un punto imaginario en la pared. Quizás había otro grupo de personas a quien podría preguntarles, pero teniendo en cuenta que ya había cortado relación con ellos, no sería lo más apropiado. Además, se lo había prometido a Sam. Volvió a lo que estaba haciendo y descubrió un centenar de archivos nuevos con fecha de la noche antepasada. Bastaron unos pocos segundos para que todas las piezas del rompecabezas en la mente de Dean cayeran en su sitio, y de la peor manera posible. Alterado, asustado, se levantó de la silla lanzándola al piso en el proceso. Trató de calmarse un poco, pero los latidos de su corazón resonando en sus oídos se lo impedían. Salió de su habitación, cruzándose con su padre en la cocina. Le había llamado la atención con algo, pero Dean no lo oyó. Sus manos temblaron mientras trataba de meter las llaves en el Mustang. Cuando logró hacerlo, en la quinta vez, su ronroneo lo condujo hasta la secundaria. Estacionó sin importarle demasiado cómo lo hizo, y salió disparado del asiento.
Encontró a Kaia en la entrada, quien lo miró, extrañada.
—Dean, ¿te encuentras bien? —le preguntó la muchacha, observando al recién llegado en un estado de desesperación que no le era propio. —Sam. ¿Dónde está Sam? —dijo el aludido, agitado.
—Lo vi en el descanso, pero… espera que le pregunto a Claire.
—Por favor.
Sin despegar su mirada de él, Kaia le envió un mensaje a Claire preguntando por Sam. Al poco tiempo recibió la respuesta.
—Claire dice que se fue temprano. No sabe qué sucedió. Dean, ¿estás bien? —el aludido giró sobre sus talones y se llevó ambas manos a su cabeza. Esta vez él mismo estaba poniendo su mundo al revés—. Ah, ahí vienen Claire y Jack, ¿por qué no les-?
Las palabras de Kaia fueron interrumpidas por lo que pareció ser un relámpago. De hecho, aquella voz hizo que todos los estudiantes guardaran silencio.
—¡Dean Winchester! —el aludido trató de localizar a la fiera que lo estaba llamando, pero, en cambio, recibió un golpe en medio de la cara que lo hizo caer al suelo. Intentó ponerse de pie, pero John no se lo permitía, la ráfaga de golpes de manos y puños era demasiado—. ¡¿Qué hiciste?! ¡¿Qué demonios hiciste?! —la pronta intervención de Jody y un oficial ayudante logró evitar que John llevara sus acciones a un límite del cual nunca podría regresar. Ambos oficiales contra la rabia de John hacían todo lo posible para calmarlo aunque fuera un poco—. ¡Tú no eres mi hijo! ¡Tú no eres mi hijo! —exclamó el hombre, encolerizado, desconocido incluso para Dean.
—¡Llévalo ahora mismo a la comisaría! —le ordenó Jody a su ayudante que, aun teniendo a John ya esposado, se le complicaba el corto trayecto que había que recorrer hasta la patrulla. Cuando estuvieron a una distancia prudente, Jody se acercó a socorrer a Dean, a quien le extendió una mano—. ¿Te encuentras bien?
—Me lo merezco —gimoteó el aludido, sin siquiera mirarla—. Merezco que me mate, Jody.
—Yo voy a matarte si sigues diciendo esas cosas. Vamos —agregó la mujer, ayudándolo a incorporarse—. Te llevo al hospital.
—No, estoy —Dean se quejó, llevándose una mano a un costado de su cuerpo.
—Sí, se ve que estás en una sola pieza. Es tu decisión: o te llevo en tu auto, o te arresto a ti también por haberlo estacionado como lo dejaste. En serio, muchacho, ¿qué te sucede?
Sin muchas más opciones, Dean se dejó llevar hasta su vehículo bajo la mirada de los presentes que no entendían absolutamente nada de lo que había sucedido.
—Teníamos la sospecha de que Dean era golpeado por su papá, pero…, ¿alguien me explica qué pasó? —preguntó Claire.
—No tengo ni la más pálida idea —respondió Jack en el mismo estado de incertidumbre que ella.

***

Jody le sonrió al maltrecho Dean que salió de la habitación de hospital.
—Me dijeron que tienes politraumatismos leves, pero, Dean, no hace falta que te diga que tu viejo va a pasar por lo menos una noche tras las rejas, ¿no? —él la miró, pero no le dijo nada—. ¿Puedes explicarme qué demonios pasó allá? ¿Qué fue eso de “merezco que me mate”?
Dean se sonrió ante la fallida imitación de su voz por parte de la oficial.
—Olvídalo, ¿de acuerdo? Mira, si por ley, mi viejo tiene que quedarse una noche, está bien. Pero no pienso presentar cargos en su contra.
—Dean.
—Jody, por favor.
Su voz a punto de quebrarse y la expresión en su rostro hicieron que la mujer asintiera con la cabeza, muy a su pesar.
—Donna va a venir a buscarme en una patrulla. ¿Vas a estar bien de regreso a casa?
—Sí, estaré bien.

***

El Mustang detuvo su marcha frente a la casa de los Novak. Sabía que Sam tenía que estar ahí. Estacionó el vehículo enfrente y bajó del mismo. La distancia hasta la puerta de entrada le pareció más lejana que nunca. Tocó el timbre y esperó. Su corazón palpitó al unísono de los pasos se acercaban a abrirle. Era Jack.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó con el usual alegre tono de voz cada vez que lo tenía enfrente.
—Vengo a ver a Sam, sé que está aquí. Déjame pasar, Jack.
—Por supuesto que no —le dijo el muchacho, cerrando un poco la puerta para evitar dejar espacio y que Dean se colara por él.
—Jack, por favor.
—Mira, no sé qué le hiciste a Sam, pero él no quiere verte. Dean, haznos un favor a todos y vete.
—No, tengo que ver a Sam. Tienes que dejarme verlo.
Entre forcejeos, Dean logró empujar a Jack y entrar a la casa en el mismo instante en que los demás integrantes de la familia llegaban de hacer las compras.
—¡Oye! —le llamó la atención Claire al ver a Jack siendo empujado y a Dean entrando sin permiso a su hogar.
Dean no sabía cuál era la habitación de Sam, pero si tenía que abrir todas y cada una de las puertas del segundo piso, carajo que iba a hacerlo. Encontró al muchacho de pie en su habitación. Cuando sus miradas se cruzaron Sam atinó a tratar de cerrar la puerta de un golpe, pero Dean lo evitó al ser más rápido que él y entrar a la habitación.
—Hola —le dijo—. Te estuve llamando toda la mañana —agregó, sonriéndole de una forma nerviosa, sin saber si esa sería la forma correcta de empezar una conversación con él.
—Fue a ver a Sam.
Oyó Dean la voz de Jack advirtiendo a sus familiares sobre el paradero del muchacho por lo que se giró apenas para cerrar la puerta con seguro.
—Sammy.
—¡No-! No me llames así —le pidió el aludido señalándolo con el dedo, alejándose de él hasta terminar pegando su cuerpo contra el escritorio frente a la ventana y quedar así sin escapatoria.
—Sam… Tenemos que hablar —dijo Dean acercándose lentamente a él.
—¿Hablar? Nosotros no tenemos nada de qué hablar, Dean —Sam tragó en seco sus lágrimas que parecían querer colarse entre sus palabras. No podía siquiera levantar la cabeza y mirarlo. No podía hacer eso porque las mariposas que Dean hacía revolotear en su estómago parecían estar ahogándose en sensaciones completamente opuestas.
—Por favor. Deja que te explique-
—¿Que me expliques? Que me expliques, ¿qué? Por favor, vete de aquí —Dean no hizo caso a sus palabras. Lo único que resonaba eran los golpes de James contra la puerta de la habitación que, ayudado de Jack y hasta de Claire, trataban de abrirla así fuera tumbándola. Dean se acercó a Sam, se le acercó tanto que Sam sintió que sus piernas no le respondían. Un par de lágrimas furtivas alejaron unos centímetros de Dean de sus labios—. Por favor, déjame —musitó, su rostro dirigido a un costado, a cualquier lado menos a la persona que estaba frente suyo.
—Te amo —susurró Dean, agarrando a Sam de los hombros con fuerza para que no se escapara. Sus labios besaron uno de sus oídos. Sam alcanzó a agarrar algo detrás suyo, cualquier cosa con tal de que Dean se alejara de él—. Sammy, te amo.
—¡Suéltame!
La puerta de la habitación cayó. Su estruendo hizo que Sam se sobresaltara. Dean también cayó sobre sus espaldas. Sobre su abdomen empezó a formarse una mancha roja, color del cual estaban teñidas también las manos de Sam y la tijera que había agarrado para defenderse. Volvió su mirada a su familia. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué lo único que resonaba en su mente era la necesidad de alejarse de Dean, de decirle que lo soltara? Atormentado, asustado como estaba, perdió el conocimiento, cayendo desvanecido al suelo.

***

—¿Vienes a sacarme o a darme una lección? —le preguntó John a Jody, sentado en la cama del calabozo. Usualmente Jody le respondería y tendrían un gracioso intercambio de palabras hasta que finalmente lo liberara, pero esta vez, no estaba sucediendo eso. De hecho, Jody parecía tratar de estar diciéndole algo, pero no podía hacerlo—. ¿Jody? Te comieron la lengua los ratones, ¿o qué? —siguió bromeando, sin poder evitarlo.
—Voy a liberarte —dijo la mujer, metiendo la llave en la cerradura de la celda.
—Ya era hora.
—John —la mirada café de la oficial se encontró con la de su apresado—…, tienes que ir al hospital.
El aludido suspiró.
—No va a volver a suceder.
—No, no es eso. Es Dean.
—¿Dean? —John trató de recordar los golpes que le había dado a su hijo, pero estaba seguro que ninguno de ellos había sido de gravedad—. ¿Qué sucedió con mi hijo?
—Está en terapia intensiva… Dean… Dean está grave, John.

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