13 de febrero de 2020

[Waves of Tension] Capítulo 07: Show Me How To Live

Ciaossu~!!
¿¿Qué?? ¿Otro capítulo de WoT?? Sí, ¿por qué no?
A partir de ahora no van a haber más actualizaciones............................ en Wattpad xD porque ya me está cansando esa plataforma, así que ahí sólo voy a avisar que actualizo en todas las demás plataformas en las que escribo xD
Enjoy~ ♥


Título: Waves of Tension.
Fandom: Supernatural.
Pairing: Dean Winchester/Sam Campbell.
Formato: Longfic.
Género: AU, drama, lemon, romance.
Rating: PG-13 (pero van a haber capítulos NC-17).
Número de palabras: 3088.
Sinopsis: Dean es internado y Sam es llevado por Jody a la comisaría. John intuye qué le sucedió a su hijo y le pide a la sheriff que lo deje unos momentos a solas con Sam. Mientras tanto, Ellen regresa y amenaza a John con quitarle la custodia de su hijo.  
Notas: El título de este capítulo, obviamente es por la canción de Audioslave.
Les advierto que toca un tema sensible que aunque queda no tan explícito, en los capítulos posteriores se vuelve sobre esto una y otra vez. Lean con discreción.


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Capítulo 07: Show Me How To Live.

Apenas la patrulla disminuyó su velocidad, John prácticamente se lanzó fuera de la misma e ingresó al hospital a la carrera. Desesperado, subió por las escaleras los pisos que lo separaban de su hijo, pero al llegar le dijeron que estaba en terapia intensiva. Poco le importó y fue corriendo por los pasillos sin siquiera prestar atención a lo que decían los letreros a su alrededor. Dean estaba ahí, y él necesitaba verlo. En uno de los pasillos encontró a los Novak. Jack y Kelly se encontraban sentados en los asientos frente a las habitaciones, y Claire y James estaban de pie al lado de ambos.
—¿Dónde está Dean? —preguntó, visiblemente agitado.
—¿John? ¿Qué haces-? —trató de preguntarle James, Jack ya les había contado el espectáculo que había montado en la entrada de la escuela.
—¿Dónde está mi hijo?
—¿Ahora te importa tu hijo?
—Claire —la detuvo Kelly. La aludida la miró, bufó, y cruzada de brazos, desvió la mirada hacia otro lado—. Dean se encuentra en terapia intensiva, John. Ha perdido mucha sangre.
—Por Dios —el hombre giró sobre sí mismo, como si fuera una fiera enjaulada. De repente, recordó algo—… ¿Dónde está Sam?
—Hola —saludó Jody a los presentes—. ¡Oye! ¡Me dejaste sola ahí abajo! —le dijo a John, palmeando su espalda, pero él no reaccionó—. ¿Y Sam?
—Lo están atendiendo en esa habitación —respondió Jack, señalando la puerta cerrada frente a ellos.
—¿Le sucedió algo también a Sam? —preguntó John, ocasionando que la familia se mirara entre sí y luego dirigiera su vista a Jody.
—Eh… Sí —respondió la mujer, sonando no del todo convincente, pero por algún motivo sus palabras fueron tomadas por verdaderas por John. Por el pasillo, un grupo de doctores  y enfermeras les pidieron permiso para pasar con una camilla. Era Dean, y John no se despegó de su lado. Jody llamó la atención de la última enfermera que iba un poco más atrás que el resto del grupo—. ¿Cómo se encuentra?
—Se encuentra estable. No hay daños internos, pero hay órganos que se encuentran inflamados. Queremos esperar a que se estabilice para poder sacarlo del coma e ir despertándolo poco a poco.
—Gracias —la puerta de la habitación en la que estaba Sam se abrió, dando paso al muchacho y a una mujer a quien ella le tendió la mano—. Doctora Roberts.
—Sheriff.
—Aquí tiene el reporte —le dijo la mujer de cabello azabache, su mirada puesta afectuosamente sobre Sam mientras este era rodeado por su familia—. Está en un leve estado de shock. Le suministré unos calmantes para estabilizar su ritmo cardíaco.
—Muchas gracias. ¿Podrías mantenerme al tanto del estado del muchacho que ingresó junto con él? ¿Dean Winchester?
—Por supuesto. La mantendré al tanto.
—Gracias —le dijo Jody antes de volverse hacia los Novak—. ¿Sam? —la familia del aludido la miró—. Sabes que tengo que llevarte a la estación, ¿cierto? —pese a la negación de Kelly de dejarlo ir, Sam se soltó y se acercó por voluntad propia a Jody—. Quédense tranquilos, es sólo un interrogatorio de rutina.
Kelly se desplomó sobre el hombro de su esposo viendo cómo su sobrino era llevado por Jody.
—Tendríamos que llamar a un abogado, ¿no? —preguntó Claire.
—¿No escuchaste lo que dijo Jody? —le dijo Jack.
—¿Y tú no viste lo que pasó, genio?
—Chicos, chicos. Ya me encargué de eso. Tengo una amiga que puede darnos una mano —respondió Kelly calmando al par.

***

John estaba sentado en una silla al lado de la camilla donde Dean se hallaba en estado de coma farmacológico. Una enfermera le había dicho que había llegado con una herida de arma blanca, y no supo nada más. Supuso que Sam había estado ahí también, pero la había sacado barata. Pero, ¿por qué? ¿Acaso Sam había accedido a volver a ver a Dean? ¿Aún después de lo que pasó?
El hombre se enjugó las lágrimas bruscamente cuando la enfermera, finalmente los dejó solos. Se incorporó un poco para acomodar el cabello de Dean como a él le gustaba.
—Lamento no tener gel. Es todo lo que puedo hacer —masculló. Volvió a tomar asiento y apoyó sus codos sobre la camilla, entrelazando los dedos de sus manos—. Lo siento —musitó—. Lamento no haber sido un buen padre, no haber estado ahí cuando me necesitabas, no haberte… tratado como mi hijo. Tú no tuviste la culpa de nada, Dean. Nada de esto fue tu culpa —llorando de forma desconsolada, John extendió una de sus manos hasta agarrar la de su hijo y besarla con ternura—. Perdóname, hijo mío. Por favor, perdóname —John estaba con la frente sobre las manos que sostenían las de Dean. Cuando abrió los ojos y levantó la vista vio a Joanna sosteniendo la mano contraria de Dean con afecto. El hombre se enjugó las lágrimas tratando de no llamar la atención de la muchacha que parecía más interesada en ese contacto—. ¿Eres una compañera de Dean? —le preguntó, la voz áspera luego del llanto. Joanna lo miró. Despegó sus labios para decir algo, pero fue interrumpida.
—No, John —desde la puerta a su derecha, una mujer vestida con un traje color grisáceo, dos enormes perlas sobre sus orejas haciendo juego y un cabello castaño claro atado en un rodete le respondió mientras entraba a la habitación y se quedaba frente a los pies de la camilla—. Ella es la hermana de Dean.
—¿Ellen? —John se aclaró la garganta, sin poder ser capaz de decir algo más. Le dolía la cabeza y ni siquiera había pasado en su casa o bebido una sola gota de agua.
—Le diste una educación maravillosa mientras yo no estuve.
—No pienso discutir eso frente a tu hija.
John volvió su mirada a Dean, sin soltar su mano.
—Cuando Dean se recupere, pienso llevármelo conmigo —el aludido no la miraba pero Ellen sabía que la estaba escuchando—. Podría ponerte una restricción luego de lo que le hiciste, pero eso lo charlaremos cuando despierte.
—¿Quieres sentarte, niña? —le preguntó el hombre a Joanna, mirándola.
—No. Muchas gracias, señor Winchester —respondió la muchacha, que estaba de cuclillas en el suelo.

***

La sala de interrogatorios era fría. Frente a Sam había un enorme espejo, pero aunque su mirada se encontrara sobre él, su mente estaba en otro lado. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Una hora? ¿Dos? ¿Cinco? No le importaba. Ya no le importaba. Y cuanto más reparaba en el reflejo de su rostro en el espejo, más desconocido se veía, más deformado de lo que realmente era. Como la realidad que estaba viviendo.
El sonido de la puerta abriéndose lo volvió a tierra. Luego de oír a una mujer agradeciéndole a, supuso, quien había dejado que ingresara, la vio sentarse frente a él.
—Buenas noches, Sam —le dijo. El aludido la miró—. Mi nombre es Jessica y seré tu defensora. Soy amiga de tu tía Kelly. ¿Cómo estás? —Sam no le respondió y atinó a desviar la vista hacia otro lado. El café que Jody le había llevado seguía en el medio de la mesa, donde lo había dejado. Al darse cuenta de la tarea casi titánica que tenía por delante, la mujer optó por empezar a leer las carpetas que había llevado consigo—. Tengo las declaraciones de tu familia. ¿Así que Dean entró a la casa por la fuerza? Podríamos decir que lo sucedido fue en defensa propia. Estoy segura que si voy al vecindario a reunir información, me dirán que no es la primera vez que Dean suele romper con la tranquilidad del lugar, ¿estoy equivocada? —Sam no le respondió. Jessica lo miró—. Sam…, sé que es complicado, pero necesito que hables. El diagnóstico de la doctora que te atendió no advierte que estés en un estado tal como para no emitir enunciado. Eres tú el que no quiere decir nada de lo que sucedió. Podría irme y dejarte a tu suerte, pero le dije a Kelly que haría todo lo que estuviera a mi alcance para sacarte de aquí, así que necesito que me ayudes. Volveré mañana temprano para ver cómo va todo, ¿de acuerdo? —la mujer se incorporó y se acercó a la puerta, la cual golpeó un par de veces. Estaba por salir, pero recordó algo—. Ah. No sé si llegue a interesarte, pero Dean se encuentra estable. Todos estamos esperando que se recupere para que dé su declaración.
Sam miró hacia la puerta por la que Jessica se estaba yendo, pero no dijo absolutamente nada.

***

John se sacudió al sentir algo posarse sobre su espalda. Cuando se giró vio que había sido su amigo y socio.
—Bobby.
—Te traje una manta. No pude entrar a tu casa, así que es lo único que pude rescatar de la mía.
—Gracias —dijo el aludido, atrayendo la manta más hacia él con una mano.
—¿Por qué no vas a casa y descansas un poco? Yo te cubro.
—No, no me iré. Dean podría despertar.
—John… Llevas horas aquí y Dean no ha despertado —el aludido lo miró con el ceño fruncido—. ¿Qué? Yo también puedo preguntarle a una enfermera sobre la situación del muchacho. A propósito, vi a Ellen…
—Sí… Jody la llamó cuando me encerró. .
—Era de suponerse —John volvió a mirarlo—. ¿Qué? ¿Golpeas a tu hijo y pretendes que su madre no se entere? Debí haberme llevado a Dean a vivir conmigo hace mucho, pero, ¿de qué servía si vivimos a dos cuadras de distancia? Conociéndote, en un ataque de furia, habrías quemado mi casa —John se sonrió por las ocurrencias de su amigo.
—No supe cuidarlo, Bobby. Viví culpándolo por el abandono de Ellen cuando quizás… yo fui el que los abandonó desde el comienzo… Quizás no esté tan mal que se lo lleve a vivir con ella.
—¿Y tú qué harás? John… Este chico no va a dejarte. Por nada del mundo. Tú eres su mundo —mientras Robert hablaba, John fue desplomándose sobre la mano de su hijo y lloró. Una vez más—. ¿Tienes idea de quién pudo haberle hecho esto?
—Lo sé.

***

Ellen custodiaba a Joanna que había optado por no irse a dormir al hotel. A duras penas, su madre había logrado convencerla de que al menos durmiera en el vehículo en el que habían viajado. Cuando vio a una mujer bajando de la patrulla, lanzó el cigarrillo que tenía entre sus manos y se acercó lo más rápido que pudo con los zapatos de tacón que tenía puestos.
—Oficial. Oficial, espere, por favor.
—¿Sí? —dijo Jody, deteniendo sus pasos para mirarla.
—Buenos días. Mi nombre es Ellen Harvell.
—Ah, la madre de Dean. Encantada de conocerla. Yo soy Jody Mills. Hablamos por teléfono respecto a su hijo.
—El placer es mío, sheriff Mills. Quisiera saber si ya han apresado a quien atacó a mi hijo.
—Así fue. Está detenido en la comisaría, pero se rehúsa a declarar.
—No le servirá de nada —dijo Ellen, llamando la atención de Jody—. No importa lo que cuesten los abogados, yo me encargaré de que no salga de esas cuatro paredes.
—¿Puedes llevarme con él? —Ellen se sobresaltó al oír la voz de John a sus espaldas. Cuando se hizo a un lado, vio una expresión de cansancio decorando su rostro.
—¿Todavía piensas hablar con el sujeto que casi mata a tu hijo?
—No tengo ánimos de discutir contigo, Ellen —le respondió en un suspiro, acercándose a la otra mujer—. Jody, por favor.
Jody miró al hombre y luego a Ellen. Si bien sin autorización suya le sería imposible hablar con Sam, sabía que aún en ese estado y todo, cuando se trataba de Dean, ese hombre era peor que una fiera. Sin responder, dejó que la siguiera hasta la patrulla.
—Antes de ir a la comisaría, quiero saber si eres consciente de quién atacó a Dean…
—Fue Sam —la mujer lo miró.
—Vaya… Me sorprende que estés tan tranquilo al respecto.
—¿Puedo pedirte otro favor? —le preguntó con una tímida sonrisa en el rostro.
—Voy a marcar este día en mi calendario —dijo Jody, poniendo el vehículo en marcha—. John Winchester me está pidiendo, no uno, sino dos favores… Creo que hoy por la noche voy a hacer una fiesta.

***

Ellen volvió a su vehículo y vio a su hija saliendo del mismo, restregándose los ojos y estirando sus brazos al cielo.
—Buen día, bella durmiente —la saludó la mujer, besando los cabellos de Joanna.
—Buen día. ¿Cómo sigue Dean?
—Hasta hace un rato que bajé a fumar, seguía igual. ¿Quieres que vayamos a verlo? —la rubia asintió con la cabeza. Al llegar al piso donde estaba la habitación de su hermano, ambas vieron el revuelo de parte de enfermeras y doctores.
—Doctora, el paciente de la habitación 203 se despertó alterado —le dijo una de las enfermeras a la misma profesional que había atendido a Sam. La mujer fue seguida por Ellen y Joanna, ya que ese era el número de la habitación de Dean. Cuando llegaron, la doctora ingresó corriendo. Enfermeras y médicos fueron tomados por sorpresa por el repentino despertar del muchacho que, con el suero en el suelo, trataba de zafarse del agarre de todas aquellas personas que les impedían levantarse de la camilla.
—¡Suéltenme! —pedía a los gritos—. ¡Déjenme ir! ¡Tengo que ir a verlo! ¡Tengo que saber cómo está Sam! —rápidamente, la mujer que había llegado junto con Ellen y Joanna llenó parte de una jeringa con un sedante y se lo suministró a Dean que poco a poco fue perdiendo sus fuerzas al igual que su consciencia—. Déjenme…  Sam…  Sammy —balbuceó antes de volver a perder la consciencia.

***

Esa mañana estaba siendo particularmente fría. Sam podía movilizarse hasta los barrotes de la celda donde el rayo del sol entraba brillando a través de la pequeña ventana encima suyo, pero no lo hizo. Le gustaba ver el polvo que se colaba entre la luz y bailaba en medio de la misma. Cuando ese polvo revoloteó, levantó la vista hacia la persona al otro lado de la celda.
—Hola, Sam —le dijo John—. Aquí está fresco, ¿eh? ¿No quieres que le pida algo a Jody para que te pongas encima? —el muchacho no le respondió. Sentado en el fondo simplemente lo observaba—. Me imagino que de todas las personas que habitan este planeta, yo soy la última en quien pensaste que podría venir a visitarte, ¿no? —John se acercó más a la celda, apoyó su frente sobre uno de los barrotes y suspiró sonoramente—. Vengo a pedirte disculpas, Sam. De parte de mi hijo, vengo a pedirte perdón —Sam no reaccionó—. El otro día llegué a casa. Dean no estaba y cuando fui a su habitación…, lo supe. No tienes idea de los sentimientos encontrados que tuve. ¿Qué debía hacer? ¿Entregar a mi hijo? ¿Pedirle una explicación? ¿Hablar contigo y pedirte que me dijeras que todo era una mentira? Sam, sé que no he sido la mejor figura paterna que Dean ha podido pedir. Ellen… Su madre… Su abandono me devastó, lo sé. Y yo no tenía por qué agarrármela con Dean. Él no tuvo la culpa de nada. Sam… No estoy aquí para chantajearte o algo así. Sé lo que sucedió entre ustedes, pero eso no quiere decir que vaya a soltar una sola palabra al respecto. Es tema de ustedes. Lo que tú quieras hacer, estás en todo tu derecho. Sólo quería que supieras cuánto lo siento. Aunque no sirva de nada, lo siento.
Sam se levantó lentamente y se acercó del mismo modo a John. El hombre pudo ver las lágrimas que brillaban sobre las mejillas del muchacho. Imitando sus acciones anteriores, Sam apoyó su cabeza, pero en el espacio entre dos de los barrotes y lloró desconsoladamente. John metió sus brazos dentro de la celda y lo abrazó con ternura.
Donna estaba por acercarse corriendo cuando oyó a Sam gritando, pero al ver la escena, se quedó en medio del pasillo y se acercó poco a poco.
—John, ya se terminó el tiempo —le advirtió la mujer. El aludido asintió y soltó a Sam.
—Señor Winchester. Tome esto, por favor —agregó, sacando de entre sus ropas el regalo que Dean le había dado en su cumpleaños. John lo agarró, asintió con la cabeza y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta. Donna se quedó mirando su figura alejándose a través del pasillo—. Oficial… ¿Podría llamar a mi abogada, por favor?

***

Apenas Jessica recibió la llamada desde la comisaría diciéndole que su cliente quería hablar, aceleró cuanto pudo su vehículo. Milagros como esos eran escasos. Al llegar, encontró a Kelly y sus hijos esperándola.
—¿Qué ocurrió? —le preguntó Jessica a Kelly que no podía articular palabra.
—Tía —la voz de Sam a sus espaldas los hicieron volverse hacia él. Su familia lo estrechó entre sus brazos con ternura. Cuando Jessica reparó en la presencia de Jody en el lugar, se acercó a ella.
—¿Podría explicarme qué sucedió?
—Sólo un ángel de la guarda —respondió la mujer, entregándole un teléfono junto con unos auriculares—. Póntelos. Tengo que devolvérselo a su dueño.
Jessica se sentó frente a uno de los escritorios que estaba desocupado y reprodujo el video que estaba esperando por ella. Su expresión de sorpresa aumentó conforme el video iba pasando. Habían sido unos diez o quince minutos tan detallados que significaron la libertad de Sam. Cuando el video terminó, Jessica se sacó los auriculares y miró a la distancia a los Novak.
—Un ángel de la guardia, ¿eh? —susurró para sí la mujer.

***

Una vieja canción de rock lo hizo despertar. La había reconocido pese a que la oía lejana. Cuando su vista se acostumbró a la luz del sol pudo ver a Joanna sentada en una silla a su lado, ojeando una revista.
—¿Audioslave? —le preguntó el muchacho. Ella lo miró, sorprendida al verlo despierto.
—Sí.
—Enséñame cómo vivir.
—La misma. ¿Quieres oírla? —Dean asintió. Joanna se incorporó y acercó la silla lo más que pudo a la camilla. Le entregó a Dean el auricular que ella no estaba utilizando y lo puso dentro de su oreja. Se notaba que Dean seguía sufriendo los efectos del sedante. Joanna volvió a reproducir la canción desde el inicio. Dean la disfrutó con los ojos cerrados. Sin querer interrumpir su sueño, la muchacha acomodó sus cabellos, peinándolos con la mano mientras la música los rodeaba con todos sus acordes y golpes de batería.

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