2 de mayo de 2012

[Touch] Capítulo 01 - Melodía desconocida

 Pobre, chico, pobre... u.u
 NEWS - Why
 En casa~


Ciaossu~!! 
Sé que me extrañaron, sé que extrañaron mis fics a medio hacer xD Por eso al fin les traigo Touch *aplausos (?)*
Touch salió por mi amor a los uniformes escolares japoneses en cuerpos de Johnnys (sí, es otro AU).
Intenté respetar más o menos el verdadero rango de edad entre cada uno, pero creo que para que no se pierdan entre las edades y salones, al final de cada capítulo les voy a dejar una tabla que explica toda esa cosa.
Sin más preámbulos, el fic. ¡Ah! Una última cosa, al principio y final de cada capítulo va a haber un fragmento random relatado por Tego ^^
Ahora sí, con ustedes, el fic.
Enjoy~ ♥

Título: Touch
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya] (pero nadie dice que no pueden haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, drama.
RatingPG-13 
Capítulos01 / ¿?
SinopsisAbril empezó y con una buena noticia para Yuya: el ingreso en el prestigioso instituto Kitagawa, la cual además de albergar sólo a alumnos cuyos padres pagan una cuota de generosos ceros, es conocida por hacerles la vida imposible a los comúnmente llamados "becados". Pero esto, Yuya lo sabrá una vez dentro, cuando ya no pueda escapar.




Mes de abril… Un nuevo comienzo de ciclo lectivo como cualquier otro o, al menos, eso era lo que pensaba yo. Ese mes fue mi primer encuentro con el mundo que hizo que mi vida cambiara completamente…



Capítulo 01: Melodía desconocida




Podía oír el estrepitoso sonido de pasos corriendo por las escaleras. Gruñó, hundiéndose aún más entre las sábanas, sabiendo que la dueña de esos pasos iba en su búsqueda.
Saltó apenas de la cama al oír el estrepitoso sonido de la puerta golpeando contra su escritorio, dando paso a su madre.
- ¡Yuya! ¡Despierta! ¡Yuya! – El aludido, lejos de querer despertarse, atinó a quejarse, sin salir del encierro de las sábanas -. ¡Yuya! – La mujer bufó, meciéndolo -. ¡Te han aceptado! ¡Te han aceptado en el Instituto Kitagawa!
- ¡¿Eh?! – El rubio se sentó de un salto, con los ojos abiertos como platos.

El Instituto Kitagawa posee un alto prestigio a nivel nacional. Sólo las mentes más brillantes y con  bolsillos llenos de dinero, son capaces de entrar a aquel lugar. Son muy poco frecuentes las veces en que un becado logra ingresar, y en caso de hacerlo, la gran mayoría abandona a las pocas semanas, culpa de los alumnos que estudian en el lugar. Suelen irse por excusas estúpidas y aunque los profesores son conscientes de lo que realmente sucede, también saben cuán crueles pueden ser los estudiantes con los alumnos becados. Varios profesores incluso llegaron a pensar en si el director sacaba algún beneficio de ello, dado que las becas seguían en pie y los alumnos seguían entrando y saliendo al poco tiempo. Quizás sí era diversión, pero nadie sabía bien de qué tipo y al mismo tiempo, nadie quería averiguarlo.
En eso pensaba Hideaki mientras esperaba al nuevo alumno becado en la puerta de entrada del edificio. Sus notas eran excelentes, al igual que todos los becados que habían huido despavoridos del instituto. Según sus profesores, contaba con un carácter respetuoso para con los profesores y para con sus propios compañeros, pero aún así seguía careciendo de amigos.
- “Era como si nadie estuviera a su nivel”, le habían dicho. “El trato con sus compañeros de curso no iba más lejos de eso.
- “Espero que no nos traiga problemas”, pensó, suspirando, viendo cómo una limusina blanca entraba al campus.

En el segundo piso superior, un muchacho de segundo año saltaba literalmente en una pata.
- ¡Ahí llega! ¡Ahí llega!
- ¿Estás seguro que es él…? – Preguntó su amigo, un año mayor que él, husmeando por la ventana abierta.
- ¡Claro que sí! ¡Me dejó un mensaje en la contestadora del celular! – Bufó su amigo.
- Bueno, bueno, si tú lo dices.
- ¡Vamos!

Hideaki sonrió al ver al curioso muchacho observando las puertas del edificio, dirigiéndose a él.
- Tegoshi-kun, ¿verdad? – El aludido asintió -. Mi nombre es Takizawa Hideaki, soy tu tutor. Encantado de conocerte.
- Ahhh… Sí. Gracias – Respondió el muchacho abrumado por el inmenso lugar, cargando un bolso sobre el hombro.
- Sígueme – Dijo el morocho, invitando al nuevo alumno a entrar al lugar. Ambos entraron y cruzaron el enorme hall.
- ¡Tegoshi!
Una voz familiar hizo que, junto con Hideaki, girara la cabeza hacia las enormes escaleras de roble a su derecha. Sonrió ampliamente al reconocer a la persona que lo había llamado. Sin darle tiempo a abrir sus brazos, el muchacho, bajó corriendo las escaleras para abrazarlo.
- ¡Massu! – Gritó Yuya, sonriendo.
- Me alegro que estés aquí, Tegoshi – Dijo el pelirrojo, despeinándolo -. ¡Ah! ¡Los presento! – Soltando a Yuya, se hizo a un lado para que el rubio pudiese ver a su amigo -. Él es Nakamaru Yuichi, nos hicimos amigos cuando vine aquí.
- Encantado, Tegoshi-kun. Masuda habla hasta por los codos de ti.
- ¡Oye!
El muchacho rió suavemente.
- ¿Se conocen? – Preguntó Hideaki.
- Sí – Respondió Yuya -. Con Massu somos amigos desde niños.
- Creo que desde la guardería pero, por algún motivo no puedo recordarlo.
Yuichi negó con la cabeza.
- Para cualquier cosa que necesites, estoy en el 3°A.
- En este edificio hay cuatro aulas por piso que van de la A hasta la D. Tu salón es el 1°A – Dijo el profesor, antes de observar la hora en su reloj -. Chicos, ¿pueden llevar a Tegoshi-kun a su dormitorio? Tengo asuntos pendientes.
- Claro, profesor, vaya – Dijo Yuichi.
- Nosotros llevaremos a Tegoshi hasta los dormitorios, no se preocupe – Dijo Takahisa.
- Gracias – Agradeció el hombre, dedicándoles una reverencia imitada por los menores, antes de irse.
- ¿Qué te parece el profesor Takizawa? – Le preguntó Takahisa, codeando a su amigo.
- Eh… Es… joven, ¿no?
- Pues, ¡claro que sí! Después de todo sólo tiene 21 años.
- ¡¿Veintiún años?! – Exclamó el rubio.
- Shh. Sí, es el profesor más joven del instituto – Agregó Yuichi.
- Guau… Es impresionante – Dijo el muchacho, mirando el camino que había tomado el mayor.
- La gran mayoría de los egresados hacen una temporada de profesores aquí – Dijo Takahisa, empezando a caminar por el largo pasillo.
- Es como si no pudieran despegarse de aquí – Dijo Yuichi.
- ¿No tienen clases? – Preguntó Yuya, casi murmurando.
- No, ¡no te preocupes por eso! Cuando hay festival, todo se descontrola, ¿verdad, Masuda?
- Sí, hay que ver con qué nos salen esta vez…
- Espero que de nuevo no sea el crossdressing
- ¿Cross… dressing…?
- ¿Nunca lo has oído?
- Sí, pero… Es… raro…
- En realidad… Terminamos dependiendo de aquellos cuatro – Suspiró.
- ¿De qué cuatro?
- ¡Ah! Es que aquí hay cuatro personas que controlan todo lo que sucede en el instituto – Dijo Yuichi.
- ¡No lo asustes, Nakamaru!  - Lo regañó Takahisa -. La verdad es que son cuatro de los chicos más populares de todo el instituto.
- Se dice que se conocen desde que nacieron, pero eso sólo sus padres lo saben…
Takahisa le dedicó una mirada fulminante que lo hizo guardar silencio.
- Se sabe que desde la primaria que están juntos. Como dijo Nakamaru, son los más populares. Se los conoce como El grupo de los Cuatro.
- Ahhhh…
- Este es su último año y no hay miras de que vayan a elegir a sus sucesores.
- No hay otros como ellos.
- Es verdad.
Mientras ellos se dirigían a uno de los patios traseros del lugar, un grupo de estudiantes entraba, en sentido contrario al suyo. El barullo generado por aquellos estudiantes impidieron que Yuya pudiera seguir oyendo las palabras de su amigo, centrándose sólo en caminar correctamente con aquel bolso sobre su hombro. Sin darse cuenta, su brazo rozó contra el de uno de los muchachos que caminaban en sentido contrario al suyo, sintiendo que por aquella fracción de segundo, aquel barullo se silenciaba y era posible oír los latidos de su propio corazón. Su bolso cayó al suelo, quedándose Yuya de pie en medio del pasillo mientras, por un lado Takahisa hablando solo, junto con Yuichi, seguían caminando hacia el patio y el otro grupo de estudiantes seguía su caminata hasta dar con las escaleras del instituto para subir por ellas.
- ¿Tegoshi? – Lo llamó su amigo, un poco alejado de él, viendo su mirada perdida en la nada misma -. ¿Tegoshi? – Volvió a llamarlo, aumentando el tono de su voz.
- ¡Ah, sí! – Levantó su bolso y corrió hacia ambos, sonriendo -. Perdón.
Al salir al patio interno pudo ver a su izquierda el vasto césped que se extendía hasta quien sabe cuántos kilómetros y a su derecha, las distintas canchas de deportes y demás edificios de distintas funciones para los equipos de atletismo.
- Y estos son los dormitorios – Dijo Takahisa, entrando al edificio de dos pisos, seguido por sus amigos. La entrada era bastante parecida a la del edificio escolar, con la salvedad de que la enorme escalera de roble había sido reemplazada por una pequeña escalera hecha de cemento, en forma de espiral -. Si vas por esa escalera están los dormitorios del primer año, pero  cuando se hacen amigos de personas de otros años – Takahisa miró a Yuichi al decir las últimas palabras -, puedes pedir cambio de cuarto al encargado de los dormitorios.
- Ahhh – Asintió Yuya, caminando en medio de ambos por un corto pasillo antes de cruzar el umbral que los llevaba a un inmenso cuarto repleto de mesas y sillas.
- Esta es la cafetería – Dijo Yuichi, acercándose corriendo a la única persona que estaba sentada frente a una de las mesas del lugar, leyendo un libro, a quien le palmeó la espalda suavemente volviendo su vista a Yuya -. Y él es…
- Shhh – Pidió el sujeto, levantando su mano izquierda en señal de silencio. A los pocos segundos, cuando Takahisa y Yuya llegaron frente a él, agarró el señalador que descansaba sobre la mesa, marcó la página y cerró el libro, dejándolo sobre la mesa -. Tú debes ser Tegoshi Yuya-kun, ¿verdad? – Preguntó, con una amplia sonrisa.
- Ah… Sí…
- Yo soy Koyama Keiichiro, el encargado de los dormitorios  - Le dijo, extendiéndole la mano -. Es un placer conocerte, Tegoshi-kun.
- Ah… Ahhh – Tomó su mano -… Lo mismo digo, Koyama senpai.
- Kei-chan.
- ¿Eh?
- Llámame Kei-chan – Le pidió, levantándose para poder despeinar sus cabellos -. No me gustan las formalidades – Reconoció con una tímida sonrisa, acercándose a ambos -. Te llevo a tu cuarto designado - Los cuatro salieron de la cafetería, volviendo sus pasos hacia la escalera al lado de la entrada -. Todos los cuartos están dispuesto de a pares. Los cambios se hacen durante la primer quincena de mes, pero, no creo que tengas inconveniente alguno con tu compañero de cuarto, es más, será tu compañero de curso también – Le dijo, golpeando la tercer puerta a la izquierda del pasillo, antes de entrar. En la habitación habían camas y armarios de a pares, con tan sólo una ventana en medio de la misma, y una de las paredes con un par de cuadros colgados.  El muchacho que leía acostado sobre la cama, se levantó de un salto al verlos, dedicándoles una reverencia -. Tegoshi-kun, te presento a Kato Shigeaki.
El aludido miró a Keiichiro y luego a Yuya, a quien le dedicó una reverencia.
- Encantado de conocerte, espero que nos llevemos bien.
- Shigeaki-kun cursa el primer año igual que tú.
- ¡Ah! ¿Tú eres el chico becado?
- Eh… Sí – Dijo Yuya, con una media sonrisa, dejando el bolso sobre la cama vacía -. ¿Koyama-san es uno de los cuatro que mencionaste, Massu?
Ante el comentario, Keiichiro no pudo evitar estallar en risas.
- Ni por asomo – Dijo, finalmente -. Masuda-san, tu amigo sí que es divertido, ¿eh? No, Tegoshi-kun, yo sólo soy… un estudiante común. Ya conocerás a esos cuatro, no te preocupes por eso – El mayor palmeó la espalda del muchacho, antes de volverse a Takahisa y Yuichi -. En cuanto a ustedes, dejemos solos a Tegoshi-kun, que debe estar muy cansado a causa del viaje. Shigeaki-kun, ¿puedes enseñarle las instalaciones?
- Claro, Kei-chan.
El mayor sonrió, satisfecho de que sus pedidos constantes respecto a cómo llamarlo, hayan surtido efecto en alguien.
- Entonces, nos vemos, chicos – Dijo Keiichiro, casi empujando a Takahisa y Yuichi, sacándolos así del cuarto.
- ¿Así que serás mi compañero de curso, también, Tegoshi-kun? – Preguntó Shigeaki, sentándose sobre su cama.
- Parece que sí – Respondió el muchacho, abriendo su bolso y sacando la ropa del mismo -.  ¿Puedo hacerte una pregunta, Kato-san?
- Shige está bien. Claro, dime.
- ¿Qué tiene de malo el ser becado? – Lo miró, sentándose en la cama, dejando una remera encima suyo.
- Bueno, la verdad es que no sé mucho del asunto – Reconoció, apenado -. Pero se dice que los alumnos que ingresan como becados al instituto tienen una vida imposible de llevar. Son víctimas de mil y un ataques por parte del alumnado no sólo de los años superiores, sino también de sus propios compañeros. Podrías llamarle discriminación, si quieres.
- Ya veo – Dijo Yuya, asintiendo con la cabeza.
- También se rumorea que uno de los integrantes del grupo de los cuatro está dentro de todo eso, así que… Cuídate… Dentro de lo que esté a mi alcance, haré todo lo posible porque no te suceda nada, pero…
- No, no tienes que preocuparte por mí – Le pidió Yuya, lo más educadamente posible, levantándose para seguir sacando la ropa del bolso -. No vale la pena que arriesgues tus estudios por un desconocido.
- No lo veo así. Después  de todo, compartiremos curso, cuarto, hasta el tercer año… O… Hasta que te vayas… O…
- Gracias, Shige – Dijo Yuya, abriendo el armario para guardar su ropa -. Pero realmente, no vale la pena – Recalcó, con una sonrisa.
- ¿Después quieres que te lleve a recorrer las instalaciones?
- No, está bien. Sólo iré a ver los clubes en los que puedo inscribirme y me quedaré un rato en la biblioteca.
- Ahh… Está bien…
Sin más palabras por medio, Yuya terminó su tarea en silencio, saliendo de la habitación del mismo modo. Aunque no tenía la más pálida idea de dónde estaban los clubes, con preguntarle a alguien era más que suficiente. Pero estaba en una encrucijada, ese alguien, ¿realmente le indicaría dónde están los clubes o lo llevaría directo a una trampa? Así mismo, no quería tener que molestar siempre a Takahisa y mucho menos hacer amigos. Mucho menos eso. Sentía que no había nadie en quien poder confiar, después de todo, sabía que tarde o temprano su salida estaría marcada por aquel famoso grupo de los cuatro.
Cruzó el jardín hasta el edificio principal, hallando a un grupo de chicos charlando y bromeando, a quienes inevitablemente se acercó.
- Perdón – Musitó.
- ¡Ah! Tú eres el nuevo, ¿verdad?
- No seas descortés – Le pidió uno de los dos muchachos que estaban sentados, levantándose y acercándose a él. Llevaba el cabello hasta la altura de los hombros y sencillamente era hermoso, lo más parecido a una estrella de cine -. ¿Qué sucede, muchacho? ¿Te perdiste?
- Ah… No. Estoy buscando los clubes para… inscribirme.
- Bueno… ¿En qué estás interesado?
- Eh… No lo sé… Fútbol… Musica…
- Mhh – Poniendo una pose pensativa, miró a uno de los muchachos a sus espaldas -. ¿No está encargado Murakami-san de ese club?
- Creo que ya está por demás poblado.
- Y el de Música…  ¿Te gusta cantar? – Le preguntó, mirándolo con sorpresa.
- Ah… Bueno…
- Creo que hay un club de piano, pero… ¿No estaba Ikuta encargado de ese?
- No hay nadie en ese club, Kamenashi-san.
- Sólo porque Ikuta-san es parte de los cuatro es que no lo cierran – Reconoció uno de los muchachos.
De algo estaba seguro Yuya, ese muchacho de apellido Kamenashi era de segundo año. Las dos líneas en el bolsillo del saco, sobre el escudo del instituto así se lo decía. Sobre su saco tan sólo había una, mientras que en los de Keiichiro y Nakamaru habían tres, dando a entender que se encontraban en su último año de instituto.
- Sigue siendo un club de todos modos – Dijo Kamenashi -. Si sigues derecho por aquí te vas a encontrar con un pequeño parque que se supone que es de descanso, pero nadie va.
- De noche, no te lo recomendaría – Le susurró un muchacho a espaldas del mayor.
- Ikuta no estaría hasta tan tarde con actividades del club – Dijo Kamenashi -. En fin, sigues derecho, cruzas el parque y ese edificio viejo es el club de piano.
- Ah… Ah… Gracias.
- De nada.
No supo por qué siguió sus indicaciones. Bien pudo tan sólo haberse quedado en el parque hasta que pasaran un par de horas y regresar, incluso dándole la vuelta al edificio de los dormitorios para no cruzarse con esas personas de nuevo o simplemente decir que ese tal Ikuta no estaba en el sitio. En eso pensó antes de estar frente a aquel edificio. Era de tan sólo una planta, pero aparentaba ser bastante grande. Al girar apenas su vista, vio que el lugar estaba por debajo del nivel del suelo. Se notaba que nadie le daba importancia a aquel club, nadie salvo la persona que, adentro, tocaba una hermosa melodía sobre el piano.
Yuya abrió la puerta lentamente, entrando a aquel lugar con sigilo. Si le parecía que el edificio estaba bajo el nivel normal del suelo, estaba equivocado, puesto que unas escaleras rodeaban el lugar a modo de gradas, haciendo aquel lugar todavía más profundo.
Yuya llegó hasta el final de las escaleras, bajando las mismas por el borde de la pared, para evitar que la persona que tocaba el piano se desconcentrara con su presencia. Al estar la tapa del piano abierta, le era imposible ver su rostro, rigiendo lo mismo para el intérprete de la desconocida melodía. Al finalizar, aplaudió, haciendo que el ejecutor de la pieza se acostara sobre el asiento para mirarlo.
- ¿Siempre sueles hacer eso? – Le preguntó, levantándose.
- ¿Qué cosa?
- Escuchar lo que otros hacen a escondidas.
- Me pareció descortés el hecho de interrumpirlo… Ikuta-san, ¿no?
- El mismo – Dijo el muchacho, dedicándole una exagerada reverencia -. Tú eres el nuevo, ¿no?
- Mi nombre es Tegoshi Yuya. Pero… Ya me estoy acostumbrando al apodo.
- “El nuevo” es lo más dulce que pueden decirte, créeme. Tienes suerte de que no hayan agarrado tu expediente. Te darás cuenta cuando lo hagan de todos modos.
- Qué… lindos que son.
- Derrochan belleza y amabilidad – Dijo el muchacho, sonriendo -. Pero yo no soy como ellos. Me mantengo al margen de sus errores. Bueno, ¿qué haces aquí?
- Vengo a inscribirme al club de piano.
El mayor lo miró con una sonrisa en el rostro.
- ¿En serio?
- Sí, me dijeron que el club de fútbol ya está lleno, así que – Se hincó de hombros.
- ¿Sabes tocar el piano? – Preguntó, volviendo a sentarse frente al instrumento.
- Algo, mi padre era pianista.
- Ah… Lo siento mucho…
- No, no hay nada de qué disculparse, él no falleció.
- Ah… Entonces…
- Él… Nos abandonó… A mi madre y a mí…
- Ya veo.
Yuya lo miró. De alguna forma, el silencio lo abrumaba, más no aún su presencia. Aquel sujeto hasta le parecía agradable.
- Entonces… ¿Puedo inscribirme en el club?
- No – Dijo el mayor, cruzándose de brazos -. Primero tienes que demostrarme qué tanto sabes tocar el piano.
- Ah… Bueno… Permiso – Le dijo Yuya, esperando a que se levantara del asiento.
- Siéntate, cabemos los dos perfectamente aquí – Le dijo, haciéndose a un costado, palmeando el lugar vacío al lado suyo. El menor asintió con la cabeza y se sentó a su lado, apoyando sus manos sobre las teclas y empezando a tocar una conocida melodía -. Mhhh… Claro de luna – Dijo el mayor, asintiendo con la cabeza, cerrando sus ojos mientras Yuya seguía tocando. No supo cuánto tiempo había pasado, pero lo que sí sabía era que quería seguir oyéndolo tocar el piano de ese modo. La melodía terminó, sacándolo de su trance.
- ¿Y bien?
- Creo que es suficiente – Le dijo, mirándolo de reojo -. Bienvenido al club, Tegoshi-kun.
- Ah… Ah – De un salto, el muchacho se levantó y le dedicó una reverencia -. ¡Muchas gracias, Ikuta senpai!
- Mhh… ¿Y quién te dijo cómo me llamo?
- Ah… Sólo sé… Su apellido… Kamenashi-san lo llamó así… ¿Estaba equivocado?
- Ah… Kame… No, efectivamente, mi apellido es Ikuta, y mi nombre de pila es Toma.
- Toma.
- Así es. ¿Ya tienes un cuarto asignado?
- Sí, yo –Recordó que era parte de los causantes de las huidas de quienes podrían ser sus superiores, por lo que sintió que no debía seguir diciéndole más -… Lo siento.
- Ya te dije, que no soy como los demás - Buscó calmarlo, con una sonrisa -. Pero, hay gente a la que por más que se le hable, no tiene remedio.
- De todos modos… Lo siento.
- Además, se nota que no los conoces – Toma se levantó y se acercó a él -. Si ellos quisieran, sabrían la dirección de tu casa. Sólo mantente alejado de ese grupo, de cualquier brabucón y estarás bien – Le dijo, palmeando su espalda.
De nuevo, todo sonido se hizo ausente. Lo único que Yuya llegó a oír fueron los latidos de su corazón. Se giró y lo miró, pero Toma se estaba yendo del lugar.
Porqué le sucedía eso, ni siquiera él lo sabía.

Algo que me había quedado en claro de ese instituto es que las autoridades no eran adultos, sino los mismos alumnos. El llamado el grupo de los cuatro. En ese momento no me di cuenta de cuán influente era aquel grupo y de cuánto daño podían hacerle a los comúnmente llamados «chicos becados»…



1°A
Kato Shigeaki
16 años

Tegoshi Yuya
16 años
2°A
Kamenashi Kazuya
17 años
2°B
Masuda Takahisa
17 años
3°A
Nakamaru Yuichi
20 años

Koyama Keiichiro
19 años
3°C
Ikuta Toma
19 años




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