7 de mayo de 2012

[Touch] Capítulo 02 - Bienvenida

 Lalala (?)
 La novela xD
 En casa~


Ciaossu~!!  
No tengo ganas de escribir -_______- Así que les dejo directamente el fic :3 
Enjoy~ ♥


Título: Touch
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya] (pero nadie dice que no pueden haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, drama.
RatingPG-13 
Capítulos01 / ¿12?
SinopsisDespués de abril sigue mayo y junto con él, el comienzo de un 
«concurso de bienvenida» al cual Yuya es obligado a participar. En ese mismo mes de mayo se da cuenta cuán estúpido puede llegar a ser y cuán enamorado puede estar de una persona. Al mismo tiempo, Tadayoshi siente que algo no está bien y es Takahisa quien, a pedido de Keiichiro, calma su pesimismo, pero esa sensación tiene un nombre y un apellido...



Algo que me había quedado en claro de ese instituto es que las autoridades no eran adultos, sino los mismos alumnos. El llamado el grupo de los cuatro. En ese momento no me di cuenta de cuán influente era aquel grupo y de cuánto daño podían hacerle a los comúnmente llamados «chicos becados»…
Capítulo 02: Bienvenida


Shigeaki veló por la seguridad de Yuya durante la clase misma. Pero sus compañeros parecían no tener interés en molestarlo o eran muy buenos actores.
- ¿Te inscribiste en algún club? Te estuve esperando en la biblioteca pero no te apareciste – Le dijo Shigeaki a Yuya, caminando por el pasillo del segundo piso.
- Ah… Es que… Me llevó más tiempo de lo normal.
- Ya veo… Bueno… Al menos no te sucedió nada malo.
- Ni que me fueran a matar – Dijo el aludido casi con miedo.
- Cuidado, cuidado – Advirtió un muchacho cargando unas cajas por el camino contrario al de Shigeaki y Yuya, rozando apenas con el segundo -. ¡Ah! ¡Tegoshi-kun!
- Ikuta senpai…
- ¿Me ayudas a llevar esto al club de literatura?
- No – Dijo Shigeaki -. Es su castigo.
- Ahora por eso, tú también vas a ayudarme – Dijo Toma, riendo, mientras Yuya levantaba una de las dos cajas que el mayor cargaba entre sus brazos.
- ¿Castigo?
- Es que vamos a usar la sala del club de literatura para camarín.
- ¿Camarín?
- Crossdressing.
- ¿Eh? – Preguntó Yuya, alternando su mirada en Shigeaki y Toma.
- Decisión de mayoría – Dijo el mayor, empezando a caminar, junto a ambos -. ¿Y quién es el encargado de ir a hablar con el presidente y el vicepresidente del club? Yo. ¿Y a quién lo castigan? A mí. No lo entiendo… Si Yamapi va al mismo curso que él, ¿por qué no se lo dijo él?
- ¿A quién se refiere? – Preguntó Yuya.
- Ahhh… Seguro que lo conoces. Kei-chan, el encargado de los dormitorios. Él es el presidente del club de literatura…
- Menos charla y más movimiento, Ikuta.
Un muchacho de alta estatura, los esperaba con su cuerpo apoyado en el umbral de uno de los salones. Tanto sus ojos como su cabello eran de un profundo color azabache. Aunque estaba serio, estaba fingiendo lo más que podía, ya que tener a Toma de sirviente era producto de risa.
- Lo siento, lo siento – Se excusó Toma, entrando al salón.
- Con permiso – Musitó apenas Yuya, siguiendo sus pasos con rapidez.
- ¿Tú quién eres? – Dijo el mayor.
- Mi nombre es Tegoshi Yuya de 1°A…, senpai.
- Y por lo que veo o eres amigo de… este… O estás en el club de piano. No te lo recomiendo, dicen que es un pervertido.
- Con las mujeres – Se apresuró en aclarar Toma.
- Lo que sea. Encantado, Señorito Becado Tegoshi. Mi nombre es Okura Tadayoshi, y soy el vicepresidente del club de literatura.
- Que no te engañe, es un sádico – Dijo Toma, sacando los libros de la caja que llevaba.
- Es mentira, Shige puede refutar eso. ¿No?
- La verdad es que… Usted es un apasionado por la literatura, senpai.
- Pero no por eso soy un sádico.
- Creo que no.
- Gracias, Shige – Volviéndose a Toma -. En fin, ¿falta mucho?
- No, esto es lo último.
- ¿Vas a participar?
- Qué gracioso que estás hoy – Le dijo Toma, mirándolo con una sonrisa.
- ¿Tú?
- No, gracias, no quiero que Kame me asesine por sacarle el primer puesto.
- Chicos, cálmense o van a asustar al chico nuevo – Un cuarto sujeto entró al salón y se acercó a Yuya, dedicándole una reverencia -. Tegoshi Yuya-kun, ¿no? Mi nombre es Yamashita Tomohisa, encantado de conocerte.
- Ah… Hola…
- Así que al fin apareciste – Le dijo Toma, poniéndose de pie cual resorte y cruzándose de brazos -. ¿Por qué no le dijiste tú a Okura que íbamos a usar el salón de su club como camarín?
- ¿Qué? – Se cruzó de brazos al igual que Toma y optó una fingida expresión de duda -. ¿No se lo dije?
- Pues… No. Y este trabajo… Lo deberías estar haciendo tú.
- Lo siento, pero el jurado no puede hacer eso.
- ¿Tú eres el jurado?
- Soy parte de él – Dijo Tomohisa, arreglándose el cuello de la camisa, para volver su vista a Yuya -. ¿Ya elegiste el traje?
- ¿Eh?
- Me sorprende mucho la iniciativa de los jóvenes para participar en actividades extracurriculares – Dijo Tomohisa, sin haber oído su pregunta.
- Perdón, pero… ¿A qué se refiere?
- A tu inscripción al concurso, por supuesto.
- ¿Concurso de qué?
- ¿Te inscribiste y no lo sabes…?
- ¡No sé de qué me están hablando! – Su tono de voz ya se estaba volviendo desesperante. Algo pasaba y él no estaba siendo consciente de ello.
- Todos los años hacemos la elección del rey y la reina del instituto y bueno, como sabrás, aquí somos todos hombres, así que la reina, es un chico de todos modos – Dijo Tomohisa -. El año pasado ganaron Kame y Jin… ¿No? – Preguntó, buscando la mirada de Toma, quien asintió -. Pero… Aunque todos los años se escriben chicos de primero… Este año es como si se hubieran puesto de acuerdo…
- ¿Para? – Preguntó Tadayoshi.
- De los cuatro primeros sólo se anotó una persona.
- ¿Quién? – Preguntó Shigeaki.
Tomohisa levantó su mano y señaló a Yuya con el dedo.
- ¡¿Eh?! ¡Pero si yo no me anoté en nada!
- De todos modos, no es sólo por anotarse o no, también hay una votación de la cual se eligen a varios candidatos que llegan a la final por cierta cantidad de votos.
Yuya dio vueltas en el lugar, haciendo que los presentes se miraran entre sí, buscando una respuesta que ninguno tenía.
- ¿Sucede algo? - Preguntó Toma.
- Claro que sucede, yo no me anoté en ningún concurso – Respondió el aludido, tragando en seco.
Los mayores se miraron.
- ¿Dónde está la mesa de inscripción? – Le preguntó Toma a Tomohisa.
- Pero… Ya cerró…
- Pi… ¿Dónde está?
- Antes de llegar al patio.
La respuesta de Tomohisa fue interrumpida por la partida de Toma al lugar, seguidos del resto, Tadayoshi inclusive. Sentado detrás de una mesa, sobre la cual estaba el nombre de los participantes con la cantidad de votos obtenidos de casa uno, casualmente tres compañeros de Shigeaki y Yuya.
- Felicidades, Tegoshi-kun – Dijo uno de ellos. Se notaba a la legua que todo había sido planeado.
Toma giró su cabeza para dar una persona que salía al patio, una persona sumamente familiar para él.

Yuya llegó temprano al club. La verdad era que se sentía tranquilo estando en ese lugar junto a Toma. Aunque era parte del grupo que estaba empezando a complicar su vida escolar, él juraba y perjuraba ser distinto a ellos. Se sentó frente al piano y se sostuvo la cabeza, suspirando amargamente, deseando que aquella participación no querida en un concurso que no había elegido, fuera sólo una broma de mal gusto.
- ¿Tan temprano y estás cansado?
La voz de Toma lo sacó de su ensimismamiento, incorporándose Yuya de un salto.
- Ahh… Bienvenido – Dijo, haciéndole un lugar para que se sentara a su lado -. No lo oí llegar.
- Es que ya estaba aquí.
- ¿Eh? – Al mirarlo, vio una taza de café descansando entre sus manos -. Café…
- Allá – Dijo Toma, señalando un pequeño cuarto que hasta el momento había pasado inadvertido para el menor -… En realidad estaba repleto de cosas que no se usaban, pero lo arreglé, llevé un pequeño calentador, compré una alacena y lo convertí en una cocina. Ahora que lo pienso… Voy a tener que traer una estufa también – Lo miró, con una sonrisa -. ¿Quieres?
- Ah… No… Gracias.
- Estás raro…
- ¿Mhh?
- Que estás raro… No te preocupes por lo del concurso.
- Pero… ¿Qué debo hacer?
- Participar.
- Sí, pero – Suspiró -… ¿Debo perder o ganar? ¿Cuál de las dos me conviene?
Toma notaba la preocupación y el miedo en cada una de sus palabras, por lo que dejó la taza de café sobre la tapa del piano y apoyó su brazo por sobre su nuca.
- El resultado en sí, realmente no importa, Tegoshi-kun. Si ellos quieren molestarte, lo harán con cualquier cosa.
- No quiero que eso suceda… Y tampoco quiero irme. Me he esforzado mucho para entrar a este instituto y…
- Lo sé. Créeme que lo sé – Acarició su hombro con suavidad, sintiéndose él también algo calmado y a la vez algo inquieto por aquel contacto -. Bueno… ¿Empezamos? – Se levantó rápidamente, agarrando la taza de café y se dirigió a la cocina -. Levanta la tapa del piano, ya regreso – Dejó la taza sobre la pequeña alacena del cuarto contiguo y se quedó mirando la nada, pensando en aquella extraña sensación que había sentido minutos antes -. Que estupidez…

Las actividades del club lo cansaban. Sólo tocaba el piano, pero lo cansaban. Cuando quería, Toma podía pasar de ser agradable y tierno, hasta convertirse en el peor de los profesores. Aún teniendo junta de delegados al final de la misma, y siempre llegando tarde, acompañaba a Yuya hasta los dormitorios. Ambos sabían que el grupo de los cuatro estaban al acecho, pero al mismo tiempo sabían que iban a dar su primer golpe durante el concurso de crossdressing.
- Es nuestra  ceremonia de bienvenida – Dijo Toma -. Aunque un poco después de abril, como verás.
Así era, las flores de cerezo seguían cayendo poco a poco, pero ya estaban en el mes de mayo. No había fechas qué recordar en ese mes, así que le daba exactamente lo mismo. Para Yuya, los únicas fechas que debía recordar eran el cumpleaños de su madre, el de Takahisa y el suyo.
- Bueno – Dijo Toma, levantando la mano en señal de despedida, para dirigirse corriendo al edificio escolar.
- Ah… ¡Ikuta senpai! – Exclamó Yuya, ocasionando que el mayor detuviera su marcha y se girara para mirarlo. El menor miró para todos lados, esperando a que nada hubiese oído su grito. De algún modo la idea de que conocieran hasta su registro de voz, lo aterraba. Sin pronunciar más palabras, corrió hacia él -. Eh… ¿Cuándo…  es su cumpleaños?
El aludido abrió sus ojos como platos, cubriendo con su mano una risa que buscaba escapar de entre sus labios.
- ¿Por qué quieres saberlo?
- Ah… No… Es sólo que…
Le pareció lindo. Sus mejillas estaban rojas, algo de lo que Yuya no se había dado por aludido.
- Siete de octubre – Le respondió.
- Ah… ¿Eh…? ¿Octubre?
- Sí. ¿El tuyo?
- P… ¿Por qué?
- Bueno… Si le preguntas algo a alguien, es obvio que la otra persona va a querer saber eso mismo de ti, ¿no? ¿Cuándo es tu cumpleaños?
- El once… de noviembre…
- Once de noviembre – Repitió Toma, buscando que esa fecha quedara grabada en su memoria -… Estoy seguro de que no lo olvidaré.
Sonrió. Y Yuya se quedó mirando aquella sonrisa hasta que su dueño se dio media vuelta y se fue.
Cuando se dio cuenta que estaba mirando la nada, negó con la cabeza y miró la hora en su reloj.
- Oh, no. Ya es muy tarde. Y ni siquiera hice la tarea - Yuya corrió hacia su cuarto, hallando dentro del mismo a Keiichiro, Takahisa y Shigeaki -. Eh… Eh… ¿Qué sucede? – Tanto sobre su cama como sobre la de su compañero de cuarto, había ropa femenina, pelucas y zapatos por doquier. Al levantar Yuya la vista, notó el porqué de la presencia de aquellas dos personas ajenas a su cuarto -. Ah, no.
- Ah, sí – Dijo Takahisa.
- No, no, no. Tengo mucha tarea que hacer – Dijo, pasando por entre los tres con dirección a su escritorio.
- Después la ayudo, Señorita – Bromeó Keiichiro, tomándolo del brazo y haciéndolo girar hacia él, como si estuviera bailando.
- Ahora es momento de ver qué te vas a poner para el concurso, Tegoshi-kun – Dijo Shigeaki, agarrando un vestido.
- ¡No quiero!
- ¡Tienes que hacerlo, Tegoshi! – Dijo Takahisa, obligándolo a callar.
Dubitativo, el aludido miró a los presentes, el suelo y de nuevo a las tres personas que lo estaban atosigando.
- Después me ayudan con la tarea…
- Sí – Dijeron los tres al unísono.

Dos semanas para el fin del mes de mayo.
Y el inicio del concurso de crossdressing. Sólo a una mente realmente malévola se le podría ocurrir que un grupo de chicos en plena adolescencia serían capaces de participar de un concurso como ese. Claro, eso si habían mujeres de por medio, pero ni siquiera tenían esa suerte con los profesores.
- Es sólo una noche, es sólo una noche – Se decía Yuya, mientras Takahisa terminaba con los arreglos de una larga peluca rubia sobre su cabeza.
- Listo – Dijo su amigo.
- ¿Cómo me veo?
- Hermosa – Bromeó Tadayoshi, abriendo la puerta del cuarto.
- No es gracioso, Okura senpai – Se quejó Yuya, dirigiéndose a él junto a Takahisa.
- Fue broma, fue broma – Se defendió el morocho -. ¿Están listos?
Los dos muchachos allí presentes, asintieron con la cabeza y lo siguieron hasta los bastidores del salón de actos, en el edificio escolar. Tadayoshi dejó a Yuya en una fila de no más de treinta estudiantes que se notaba a la legua lo poco que querían participar del concurso. El mayor pasó frente a ellos para salir a las escaleras y bajar del escenario. Se acercó a las mesas dispuestas para el jurado del certamen. Posó una mano sobre uno de los sujetos allí sentados para llamar su atención.
- Ah, Tadayoshi-san.
- ¿Cómo va todo, Kazuya?
- Está más que tranquilo.
- Ya veo…
- ¿Sucede algo? – Le preguntó Tomohisa, mientras el aludido se sentaba a su lado.
- Espero que no…
- ¿Tadayoshi? – Lo llamó la voz de Keiichiro, sentado al lado de Tomohisa.
- Va a ganar. Tegoshi-kun… Va a ganar – Dijo el aludido, mirando las luces del escenario las cuales bajaron su intensidad para dar comienzo al concurso.
Los participantes estaban vestidos uno peor que el otro. Si bien no había un orden dado de salida, sabían que la ingenuidad de Yuya iba a hacerlo salir a lo último, cosa que así sucedió.
- Guau – Musitó Tomohisa al verlo.
Keiichiro parpadeó varias veces. Aunque había estado en la elección de la ropa, el producto final fue sencillamente increíble.
Yuya estaba vestido con un delicado vestido blanco hasta la altura de las rodillas con un saco mangas tres cuartos del mismo color. Calzaba sandalias con taco doradas. Una vincha blanca con una flor y varias pulseras sobre su muñeca terminaban de decorar aquella pura imagen.
Apenas pisó el escenario, en el salón de actos se hizo un silencio sepulcral, roto este por un aplauso que fue el detonante de una catarata a modo de felicitación para el muchacho que estaba rojo de la vergüenza, mientras sus manos se movían nerviosas sobre su falda.
- Felicitaciones – La voz de Kazuya lo volvió en sí. Le estaba entregando un ramo de rosas rojas. El ganador del año pasado felicitando al ganador de este año. Al mirar a su alrededor, Yuya sintió la calidez en aquel vitoreo. Quizás, la idea de participar en el concurso no había sido tan mala. Levantó la vista, buscando a alguien en especial. Sonrió al verlo. Estaba de pie, aplaudiéndolo, sonriéndole. Suspiró, no le importaba aquella multitud, sólo le importaba él.

Silencio. Todos estaban en sus dormitorios.
Yuya cruzó corriendo el pasillo que lo separaba de los dormitorios, subiendo corriendo al suyo. Al entrar, lanzó la peluca a la cama, pero volvió al levantarla al ver un papel doblado sobre su almohada.
- “Te espero en el parque camino al club de piano… Toma.”
Sonrió, sonrió tanto que parecía que esa sonrisa se le estaba por salir del rostro. Bajó corriendo las escaleras y salió del edificio.

Keiichiro colgaba la última guirnalda en la cafetería para agasajar al ganador el concurso, pero uno de los invitados, sentado de piernas y brazos cruzados en una silla, hizo que se bajara de la mesa y se acercara a él.
- ¿Qué sucede? ¿Te pone mal cumplir años?
- Cállate – Le dijo Tadayoshi, a medio sonreír.
- ¿Eh? ¿Hoy es el cumpleaños de Okura-san? – Dijo Takahisa, saliendo de la cocina con un par de takoyaki.
- No, es mañana – Aclaró rápido el mayor, volviendo su vista a Keiichiro -. No… No es eso… Tengo… Un mal presentimiento.
- ¡Deja de ser aguafiestas, Tadayoshi! – Exclamó Keiichiro, golpeándole la espalda -. En el concurso no pasó nada malo. Tú mismo lo viste, ¿no? La forma en que aplaudían a Tegoshi-kun. No creo que eso haya sido fingido. ¿Verdad, Masuda-kun?
El aludido asintió con la cabeza, ya que su boca estaba ocupada masticando comida.

Estaba feliz, su corazón no podía albergar tanta felicidad. Cuando llegó al parque, miró a todos lados para dar con la persona que le había dejado aquel mensaje sobre su almohada, pero no halló a nadie. Su respiración estaba agitada. Tan absorto estaba en sus pensamientos que había hecho todo ese camino con los zapatos de mujer. Agradeció a Takahisa y Yuichi por las lecciones dadas acerca de cómo caminar con zapatos de punta. Buscando recobrar el aliento, se sentó en el solitario banco rodeado de árboles, siendo iluminado tan sólo por una lámpara colgada quién sabe por quién y quién sabe cuándo. Giró su cabeza al oír unos pasos que se le acercaban, pero su sonrisa se borró por completo al hallar no sólo a una persona que no era Toma, sino a un grupo de cuatro que lo estaban rodeando.
- Tenías razón, Jin – Dijo uno de los sujetos que apareció frente a Yuya -. Sí iba a venir.
- Se los dije, ¿no? Que es la perrita de Toma – Dijo el muchacho que respondía al nombre de Jin.
Mientras aquel muchacho, junto con otro sujeto se acercaba al banco, Yuya se levantó de un salto del mismo, pero no tenía escapatoria.
- Jin… Tú… Ganaste el concurso el año pasado, ¿no? – Preguntó Yuya, generando la carcajada en el resto de los presentes, salvo en uno que, a la distancia, tan sólo observaba, desgastando la colilla de un cigarrillo entre sus labios.
- Ohhhh…
- Estás jugando con fuego, nena.
- ¡Esta chica sabe más de lo que creíamos, Jin!
- Cállense – Pidió el aludido, sonriendo, sentándose en el banco, junto al muchacho que estaba fumando. Algo notó Yuya, al menos ellos dos, eran de tercer año -. Creo que – Extendió su mano hacia su compañero, haciéndole una seña para que le entregara el cigarrillo, del cual fumó una pitada para después devolvérselo -… No hemos hecho las presentaciones correspondientes. Tegoshi  Yuya –kun del 1°A.
- ¿C… Cómo…?
- Mi nombre es Jin Akanishi y curso el 3°D, y este – señaló al muchacho sentado a su lado – es Nishikido Ryo y cursa el 3°B. Pero… Seguro que no has oído hablar de nosotros por separado, ¿verdad? ¡¿Verdad?! – Volvió a preguntar, al no obtener respuesta.
- N… No… Sólo de… ti… tú… Ji…
- A-ka-ni-shi-sa-n – Pidió Jin, clavándole la mirada.
- Akanishi…-san…
- Muy bien, eres un buen chico – Dijo el mayor -. Tanto Ryo como yo, formamos parte del grupo de los cuatro – Yuya tragó en seco, comprendiéndolo todo. Su inscripción en el concurso, el hecho de que haya ganado, la nota sobre su cama… Todo había sido preparado para ese momento. Y él, como buen tonto, había caído en la trampa -. Me imagino que Toma no nos ha presentado como los chicos buenos, ¿no?
- ¿Sabes? – Dijo Ryo, levantándose y acercándose lentamente a él -. Siempre hay una oveja negra en una manada, pero en este caso… Somos dos - Yuya lo miró, encontrándose con una profunda mirada azabache. Estaba inmóvil. Quería correr, pero, ¿adónde? Siendo él el único presente en el lugar y sin nadie conociendo su paradero, estaba perdido. Lo miró, pidiéndole por algo de piedad en esa mirada, sin embargo, la persona frente a él, atinó a reír sobradamente -. Se ve linda así, ¿no? – La respuesta por parte de sus compañeros fue la misma risa -. Tanto que… me excitas – Declaró, jugando con un mechón de su cabello. Yuya hizo un paso hacia atrás, quería escapar, debía hacerlo. Pero en ese momento, su habilidad con los zapatos de mujer se fueron al demonio al torcérsele el pie. Uno de los sujetos a sus espaldas lo tomó del brazo y le dio un duro golpe sobre la boca del estómago, cortándole el aire momentáneamente. Acto seguido, lo soltó, dejándolo caer al suelo, generando la risa en los presentes.
- Bueno, ¿qué vas a hacer con él? – Preguntó Jin, entre risas.
Ryo sacó el cigarrillo entre sus labios, lanzando una bocanada de humo al aire y se agachó frente a Yuya, jalando sus cabellos con fuerza para levantar su cabeza.
- Esta noche… Vas a ser mi perra.

Las horas pasaban y no había noticias de Yuya. Tadayoshi movía su pierna en forma nerviosa sobre la otra. Keiichiro jugaba con las guirnaldas sobre la mesa y Shigeaki miraba cómo Takahisa entraba y salía de la cocina, siempre con un nuevo platillo entre sus manos. 
- Si sigues así, vas a terminar comiéndotelo todo.
- ¡Ahhh…! Llegamos – Dijo Yuichi, entrando a la cafetería en compañía de Toma -. ¿Eh? ¿Qué sucedió?
- ¿Y Tegoshi-kun?
- Al parecer Tegoshi no ha llegado.
- Qué raro – Dijo Yuichi, pensativo -. Con Toma terminamos la ronda en el edificio principal y no hay un alma…
- ¿Están seguros de que no está en su cuarto? – Preguntó Toma.
- Dijo que iría a asearse y luego bajaría a comer algo, pero… No lo hizo – Dijo Keiichiro.
- ¿No se habrá quedado saludando a los que lo estaban felicitando?
- Buenas – Dijo Tomohisa, entrando al lugar y palmeando la espalda de Toma -. Guau… Qué gran fiesta… El silencio es una muy buena forma de…
- ¡Ya basta! – Exclamó Tadayoshi, levantándose de la silla, haciéndola caer estrepitosamente al suelo -. ¿A nadie se le pasa por la cabeza que le pudo haber pasado algo?
- Tadayoshi…
- ¡Estoy harto de estas cosas! ¡Estoy harto de que estos… estos… esta gente termine por romper en pedazos  los sueños de las personas que vienen a este lugar! Es triste ver cómo llegan al primer día con una sonrisa en su rostro y se terminan yendo despavoridos por miedo a que los maten. ¿Qué clase de ser es capaz de hacer eso? ¡De ser feliz lastimando a un igual!
- ¡Tadayoshi! – Gritó Keiichiro, golpeando la mesa con un puño, ocasionando que guardara silencio. Se levantó y se acercó a los presentes -. Shige, ve a despertar a los de primer año; Nakamaru-kun, has lo mismo con el segundo año, Yamapi, por favor – Los tres asintieron con la cabeza y acataron sus órdenes.
- ¿Qué va… a hacer…? – Preguntó Takahisa, un poco temeroso por su reacción.
- Una reunión de medianoche – Respondió al muchacho -. En cuanto a él – Volvió su vista a Tadayoshi, que en un momento en que ninguno se percató, volvió a sentarse en la silla -. ¿Puedes llevártelo a tu cuarto hasta que se solucione esto?
- Ah… Sí – Takahisa se acercó al mayor -… ¿Vamos, Okura-san?
El aludido se levantó y fulminó a Keiichiro con la mirada.
- Cálmate o te van a salir arrugas. Mando a alguien a avisarte cuando todo se soluciones, ¿sí? Ve con Masuda-kun.
- Vamos – Le dijo el muchacho, a quien luego Tadayoshi siguió.
- ¿Y tú? ¿Qué piensas de todo esto? – Le preguntó Keiichiro a Toma, una vez estuvieron solos.
- No lo sé. Pero sí me parece raro que Tegoshi-kun no haya aparecido.
- ¿Jin y Ryo estuvieron en el concurso?
- Claro que no. No les gustan esas cosas. Ni a ellos ni a su grupo.
- Tadayoshi… Tuvo un mal presentimiento…
- Esperemos que… no sea cierto…

- …Y esta es mi hermana mayor – Señaló Takahisa, sentado en la cama al lado de Tadayoshi, señalando a una muchacha en una fotografía.
- Es bonita.
- Así es.  ¡Ah! – Exclamó, levantándose de un salto, tras ver la hora en su reloj de muñeca -. Ya sé - Tadayoshi lo miró. Había hecho todo lo posible para quitarle el pesimismo hablándole de comida, de su familia y de libros -. ¡Aquí está! – Del cajón de su mesa de noche, Takahisa sacó un libro y se acercó a su superior, dedicándole una reverencia -. ¡Feliz cumpleaños, Okura-san!
El aludido sonrió. La persona que estaba frente a él fue la primera que lo había felicitado ese día, un día que solía darle lo mismo, su cumpleaños.
- Muchas gracias, Masuda-kun – Dijo el muchacho, agarrando el libro que estaba extendido frente a él.
- Son… historias que escribió mi madre… cuando estaba embarazada de mí – Dijo el muchacho, algo apenado.
- Eh... ¿Eh? Pero…  ¿Por qué me lo das a mí?
- Ese libro siempre me tranquiliza cuando estoy ansioso o nervioso. Y… creo que usted… lo… necesita… Ahora…
Sonrió, abriendo y hojeando el libro.
- Gracias, Masuda-kun. Realmente… Muchas gracias – Le dijo, mirándolo a los ojos, generando una amplia sonrisa en el rostro del aludido.

Murmullos y quejas, sólo eso se oía en la cafetería.
- ¿Ya están todos? – Preguntó Keiichiro a Tomohisa, quien asintió con la cabeza.
- ¡Oigan, ¿qué está sucediendo?! Mañana tenemos un examen y no podemos estar aquí.
Quejas, y más quejas. Tan sólo eso.
- ¿Y Tegoshi-kun? – Preguntó Keiichiro a Shigeaki.
- No lo encontramos… por ningún lado…
- Esperemos un poco más – Dijo Toma, cruzado de brazos. Keiichiro notó la ansiedad en el muchacho y asintió con la cabeza. Las quejas seguían, pero nadie salió del lugar y nadie hizo caso a las mismas.

Al abrir la puerta oyó un bullicio de gente que imaginó provenía de la cafetería.
Falso.
Ni bien hizo un paso, se trastabilló. Se sostuvo del umbral para no terminar en el suelo. Notó que su tobillo estaba algo hinchado. Lentamente, subió las escaleras hacia el primer piso.
Silencio. Eso sí era verdad.
Entró a su cuarto y cerró la puerta a su paso. Lanzó los zapatos de taco al suelo y corrió las sábanas de su cama, abrazándose al ramo de rosas rojas que le habían entregado horas antes. Eso era verdad y el reflejo en el espejo de pie también.
El vestido antes impecable estaba desgarrado, quemado con cigarrillos, roto. Lo único impecable era su rostro. Habían disfrutado violándolo, maltratándolo, pero no habían dejado ni una marca en su rostro.
Dando sólo dos pasos hacia el espejo, lo tapó con una toalla y se lanzó a la cama, notando que aquel acto le hizo doler la espina dorsal íntegra, obligándolo a lanzar un quejido de dolor, al mismo tiempo que de sus ojos innumerables lágrimas empezaban a caer. Dos cosas le dolían: el haber sido tan estúpido en haber caído en su trampa o el porqué de haber caído en ella.
Un par de leves golpes en la puerta lo sacaron de sus pensamientos, haciéndolo tiritar.
- ¿Tegoshi-kun?  - Era su voz, la voz que quería oír, la persona que pensaba que le había escrito la nota que lo llevó a esa trampa. La voz de Ikuta Toma. Golpes sobre la puerta de nuevo -. ¿Tegoshi-kun, estás ahí?
Quería levantarse, abrir la puerta, abrazarlo. Pero tenía miedo. Miedo a que lo rechazara, a que malinterpretara aquel abrazo. ¿Cómo iba a mirarlo a los ojos y decirle que lo habían ultrajado tras haber sido engañado por una nota que creyó que había sido escrita por él? No podía, quería, pero su cuerpo no se lo permitía. El mover un dedo hacía que le doliera hasta el alma misma.
- ¿Qué… sucede…? – Musitó.
- Ah… ¿Estuviste aquí todo este tiempo? Keiichiro y los demás te estábamos esperando para cele…
- Lo siento mucho. Llegué y… me quedé dormido. Estoy cansado. ¿Podemos hablar mañana?
Mentira. Sus palabras eran mentira. Quería decirle todo lo contrario, decirle la verdad.
- Ya veo. Que descanses. Nos vemos mañana.
Pudo oír sus pasos alejándose de la puerta, dándole entrada de nuevo al silencio. Fue él mismo quien lo rompió, hundiendo su rostro entre las rosas sin espinas que estaba abrazando y dejando que sus lágrimas corrieran por su rostro sin detención aparente.
Más que haber caído en la trampa, más que haber sido burlado, más que el hecho de haber sido violado, lo que más le dolía era que se había dado cuenta que estaba enamorado de Toma.

El bullicio seguía, al igual que las quejas. Toma llegó al lado de Keiichiro, siendo observado por los recién llegados Tadayoshi  y Takahisa.
- Tegoshi-kun está en su cuarto – Le dijo.
- ¿Eh? – Preguntó Shigeaki.
- No revisaste ahí, ¿verdad? – Le preguntó Takahisa con una media sonrisa.
- Ah… Yo… Lo siento – Se disculpó el muchacho, dedicándoles una reverencia.
Keiichiro sonrió y dio dos pasos al frente, aplaudiendo para que el resto de los presentes guardara silencio.
- ¿Ya nos podemos iiiiiiiiiiiiiiiir?
Ante la pregunta, la horda de alumnos somnolientos, se abrieron paso para dejar ver a Jin sentado sobre una de las mesas, custodiado por dos sujetos.
- No está permitido fumar en…
- En instalaciones escolares, lo sé. No hace falta que me recites el reglamento escolar, Koyama-san – Dijo el morocho, bajándose de la mesa para lanzar el cigarrillo al suelo y apagarlo con su zapato -. La próxima vez que quieras hacer reuniones de este tipo, ten la amabilidad de pensar en los calendarios escolares de cada uno de los alumnos, ¿de acuerdo?
- No te permito que me faltes el respeto, Akanishi – Espetó el aludido, siendo detenido por la mano de Tomohisa.
- Cálmate – Le dijo, dirigiéndose a Jin -. Pídele disculpas a Koyama-san.
El aludido lanzó una carcajada que cubrió con su mano y se giró para mirarlo.
- ¿Porque tú lo dices?
- Porque yo lo digo. Y porque como encargado del dormitorio que es, no debes faltarle el respeto.
- Wow, wow, wow, mira como tiemblo – Rió, junto a sus amigos -. Koyama-san, lamento mucho el haberle faltado el respeto – Se burló, dedicándole una reverencia -. Ahora, si me disculpan…
- ¿Y Ryo-chan? – Preguntó Tomohisa.
- ¡¿Acaso soy su niñera?!  - Jin lo miró, sin perder la sonrisa.
- No, pero sueles saber dónde está.
- Nishikido se fue a dormir – Respondió el muchacho detrás de Jin, arreglándose la gorra negra con las siglas de los New York Lakers.
- ¿Y eso?
- Estaba cansado – Dijo el otro sujeto, de cabello rubio -. Dijo que el haber visto el concurso ya lo había hecho cansarse.
- ¿Estuvo viendo el concurso? – Se sorprendió Tomohisa.
- Oh, sí, todos lo vimos – Dijo Jin, mirando a sus amigos, quienes asintieron con la cabeza -. Por cierto, la persona que ganó…, realmente parecía una mujer, ¿no?
Sin darle tiempo a responder, Jin se volvió junto a sus camaradas, saliendo de la cafetería, seguido por el resto del alumnado a los pocos minutos.

Estaba de pie frente a la ventana, leyendo su nueva adquisición. Era cierto, en cierto modo aquellas palabras que la madre de Takahisa había escrito en esas páginas, lo tranquilizaban.
- Oi, Tadayoshi.
Su voz lo hizo girar la cabeza.
- Ah, Ryo… ¿Qué haces despierto a esta hora?
- Nada en particular. Estaba intentando dormir y me fui a bañar. ¿Y tú? ¿Qué es ese libro?
- Ah… Me lo… regalaron…
- Ya veo – Su mirada buscó la verdad en la suya, pero ésta le era esquiva -. ¡Ah! Hoy es tu cumpleaños, ¿no? – Tadayoshi lo miró -. Feliz cumpleaños.
Un suave golpe sobre la espalda, tan solo eso recibió, mas Tadayoshi esperaba algo un poco más cariñoso de su parte, aún sabiendo que Ryo jamás haría algo así por él. Quizás el ser tan diferente a él, el ser una buena persona lo único que hizo fue alejarlo de su lado. Hubiera deseado ser malo, igual o más que él, para poder seguir estando junto a él.
El sonido de su celular lo sacó de su ensimismamiento. Estaba mirando el oscuro pasillo, ya que Ryo había entrado a su cuarto y él no se había percatado del hecho.
- ¿Diga?
- “Feliz cumpleaños, Tacchon”.
Sonrió. Hacía mucho tiempo que no oía aquella voz, y mucho menos aquel apodo.
- Yasu – Dijo, con una sonrisa en el rostro.
- “¡Qué suerte que estás despierto! Pensé que había puesto la alarma para despertarme a las doce, pero… Caí profundamente dormido apenas llegué a casa.
- Sí – Suspiró el aludido -. Sucedió algo y… eso evitó que me durmiera más temprano.
- “¡Ahhh! Cierto que hoy era el concurso ese, ¿no? ¿Cómo salió todo?
- Supongo que… bien…
- “¿Cómo debo tomar esa respuesta?
- Como tú quieras. La verdad es que… el chico becado fue el ganador.
- “No quiero saber cómo fue vestido…
- No, no, no… Estaba… bien… Pero – Se despeinó los cabellos -… No lo sé. Tú sabes cómo es Ryo…
- “Ah… Ya me estaba pareciendo raro que no nombraras al muchachito maravilla”, Tadayoshi rió suavemente. “Tacchon… Ya aléjate de él. Olvida todo lo que pasó…
- Lo dices porque no estás aquí, Yasu.
- “Lo digo porque sé lo mucho que te duele. Por favor. Si no lo vas a hacer por ti, al menos hazlo por tu senpai…
- Lo estás diciendo en un tono que sabes que no voy a decirte que no.
- “Lo sé. Je, je.
- Me estoy concentrando en terminar el año lo mejor posible. Es por eso que quiero cuidar a este chico. En mi último año quiero irme diciendo “vaya, este año un chico becado pudo terminar sus estudios de la mejor manera en este lugar”.
- “Me parece bien, pero, Tacchon… No te metas en problemas…
- Tranquilo, lo sé. Sé en lo que me meto.
- “Bueno…”, Shota bostezó. “Te dejo, me está ganando el sueño.
- Lo noté – Sonrió el morocho -. Que descanses, Yasu. Y gracias por llamar.
- “De nada, y oye… Que no se te van a caer los dedos por llamarme tú algún día.
Tadayoshi rió.
- Lo sé, lo siento, lo siento. Si no es por una cosa es otra la que me lo impide.
- “Ya me las vas a pagar todas cuando nos veamos, ¿me oyes?
- Sí, sí, lo sé – Respondió el muchacho, revoleando los ojos -. Ya vete a dormir.
- “No le hables así a tu senpai, ¡¿oíste?!
Shota estalló en risas, al igual que Tadayoshi.
- Que descanses, Yasu.
- “Buenas noches, Tacchon. Que termines bien tu día.
- Gracias.

Definitivamente, el sueño no estuvo de su lado. De eso se percató cuando empezó a oír el canto de los pájaros. Los odió. Antes ni siquiera había notado su presencia a esa hora de la mañana, pero en ese momento, los odió con el alma.
Más odió el sonido del despertador de Shigeaki y su quejido matutino para levantarse de una vez. Su rostro seguía sumergido en el mar de rosas rojas, las cuales alejó de su rostro, sin salir de entre las sábanas. Se durmió y odió a Shigeaki por despertarlo.
- Tegoshi-kun, vamos a llegar tarde.
El cuerpo entre las sábanas se movió apenas, sintiendo un agudo dolor en la parte baja.
- Ya voy – Respondió el rubio.
- ¿Quieres que te espere?
- No, no. Ve yendo, enseguida te alcanzo.
- De acuerdo.
No fue sino hasta oír el sonido de la puerta del cuarto cerrándose que descorrió las sábanas para levantarse. Sentarse en la cama le costó horrores, le hizo doler todo el cuerpo. Miró a su derecha, descorriendo por completo las sábanas, viendo una desagradable mezcla de fluidos, de lo cual, a simple vista, sólo era podía apreciar el color bordó de la sangre seca sobre las sábanas. El color de su propia sangre, la cual al estar en contacto con el aire, estaba emanando un inconfundible olor a la misma. Desvió la vista y corrió las sábanas hasta la cabecera, cerrando los ojos con fuerza y mordiéndose el labio inferior. Llegar hasta el salón de clases iba a costarle mucho, si no empezaba a actuar desde ese mismo instante. Se aseó lo más rápido que pudo y tomó un analgésico para calmar un poco aquel punzante dolor.
Bajó lento y seguro las escaleras y se dirigió al edificio escolar. Le dolía todo, pero su rostro no reflejaba tal sentimiento. Ninguna mirada se posó sobre él, a nadie le importaba ya lo sucedido la noche anterior.

Shigeaki se acercó a su pupitre una vez él se sentó frente al mismo.
- ¿Estás bien? – Le preguntó, examinándolo con la mirada.
- Sí, ¿por qué?
- Parece que no dormiste bien anoche…
- Para nada – Le sonrió. Una sonrisa actuada, claro está.
- Hay que comenzar con los preparativos – Dijo Shigeaki.
- ¿Para qué?
- ¿No lo sabes? En junio se hace una excursión.
La puerta del salón se abrió, dando paso a un profesor.
- ¡Levántense! – Ordenó el delegado de la clase.
- Hablamos luego – Susurró Shigeaki, volviendo a su lugar.
Odió aquel llamado por parte del delegado. El levantarse bruscamente del asiento, le dolió. Cerró uno de sus maños en forma de puño como si eso apaciguara el dolor. Aquel puño temblaba sobre el pupitre, ahogando en él las ganas de llorar y el dolor que sentía en lo más profundo de su corazón.

El sonido del timbre señalando el final de clases hizo que los alumnos se dispersaran. Él quería huir, pero su cuerpo no se lo permitía. Salió del salón, saludando a Shigeaki con la mano y fue directo al salón de piano. Dudó varias veces en cruzar o no aquel parque, pero no había otra forma de llegar al lugar, al menos sin un mapa. Lo cruzó lo más rápido que su cuerpo se lo permitía, entrecerrando los ojos hasta llegar al otro lado. Volvió a su forma de caminar normal al hacerlo, suspirando sonoramente. ¿Tendría que cruzar ese sitio de una forma tan estúpida todos los días?
Llegó al salón, hallándolo vacío. Bajó despacio las escaleras y se sentó frente al piano. Apoyó sus brazos sobre la tapa del teclado y lloró. Lo necesitaba. Necesitaba llorar. Sintió una suave caricia sobre su omóplato, pero aquel contacto lo hizo saltar en el lugar. Miró al sujeto que buscaba calmarlo con aquella caricia como un animal al que estaban acorralando dispuesto a ser atacado.
- Oye… Ni que fuera a matarte – Dijo Toma, sorprendido por su actitud. Se sentó a su lado y secó las lágrimas que habían mojado la tapa del teclado -. ¿Sucedió algo malo?
- ¿Puede abrazarme? - Musitó, generando la sorpresa en su oyente, quien lo miró con los ojos abiertos.
- ¿Eh?
- No me pregunte nada, pero, por favor, necesito que me abrace.
Su mirada se lo suplicaba y él no pudo negarse. Colocó sus piernas alrededor del asiento y abrió sus brazos para recibir aquel cuerpo con ellos. Inhaló el aroma que se desprendía de sus cabellos y cerró sus ojos. Así como las lágrimas de Yuya no cesaban, las caricias de Toma sobre su cuerpo tampoco lo hicieron. En ese momento se dio cuenta de que lo único que quería hacer era protegerlo y, de ser posible, para siempre.

Y así, mayo llegó al día 31, dando paso a un nuevo mes.
¿Será erróneo este sentimiento? No lo sé.
Quizás lo sea, pero esa sensación de paz que tuve entre sus brazos, no la cambio por nada.






1°A
Kato Shigeaki
16 años
Tegoshi Yuya
16 años
2°A
Kamenashi Kazuya
17 años
2°B
Masuda Takahisa
17 años
3°A
Nakamaru Yuichi
20 años
Koyama Keiichiro
19 años
Yamashita Tomohisa
18 años
3°B
Nishikido Ryo
19 años
Okura Tadayoshi
18 años
3°C
Ikuta Toma
19 años
3°D
Akanishi Jin
19 años


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