La novela xD
En casa~
Ciaossu~!!
No tengo ganas de escribir -_______- Así que les dejo directamente el fic :3
Enjoy~ ♥
Título: Touch
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya] (pero nadie dice que no pueden haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, drama.
Rating: PG-13
Capítulos: 01 / ¿12?
Sinopsis: Después de abril sigue mayo y junto con él, el comienzo de un «concurso de bienvenida» al cual Yuya es obligado a participar. En ese mismo mes de mayo se da cuenta cuán estúpido puede llegar a ser y cuán enamorado puede estar de una persona. Al mismo tiempo, Tadayoshi siente que algo no está bien y es Takahisa quien, a pedido de Keiichiro, calma su pesimismo, pero esa sensación tiene un nombre y un apellido...
“Algo que me había quedado en claro de ese
instituto es que las autoridades no eran adultos, sino los mismos alumnos. El
llamado el grupo de los cuatro. En ese momento no me di cuenta de cuán
influente era aquel grupo y de cuánto daño podían hacerle a los comúnmente
llamados «chicos becados»…”
Capítulo 02: Bienvenida
Shigeaki veló por la seguridad de Yuya durante la clase
misma. Pero sus compañeros parecían no tener interés en molestarlo o eran muy
buenos actores.
- ¿Te inscribiste en algún club? Te estuve esperando en
la biblioteca pero no te apareciste – Le dijo Shigeaki a Yuya, caminando por el
pasillo del segundo piso.
- Ah… Es que… Me llevó más tiempo de lo normal.
- Ya veo… Bueno… Al menos no te sucedió nada malo.
- Ni que me fueran a matar – Dijo el aludido casi con
miedo.
- Cuidado, cuidado – Advirtió un muchacho cargando unas
cajas por el camino contrario al de Shigeaki y Yuya, rozando apenas con el
segundo -. ¡Ah! ¡Tegoshi-kun!
- Ikuta senpai…
- ¿Me ayudas a llevar esto al club de literatura?
- No – Dijo Shigeaki -. Es su castigo.
- Ahora por eso, tú también vas a ayudarme – Dijo Toma,
riendo, mientras Yuya levantaba una de las dos cajas que el mayor cargaba entre
sus brazos.
- ¿Castigo?
- Es que vamos a usar la sala del club de literatura para
camarín.
- ¿Camarín?
- Crossdressing.
- ¿Eh? – Preguntó Yuya, alternando su mirada en Shigeaki
y Toma.
- Decisión de mayoría – Dijo el mayor, empezando a
caminar, junto a ambos -. ¿Y quién es el encargado de ir a hablar con el
presidente y el vicepresidente del club? Yo. ¿Y a quién lo castigan? A mí. No
lo entiendo… Si Yamapi va al mismo curso que él, ¿por qué no se lo dijo él?
- ¿A quién se refiere? – Preguntó Yuya.
- Ahhh… Seguro que lo conoces. Kei-chan, el encargado de
los dormitorios. Él es el presidente del club de literatura…
- Menos charla y más movimiento, Ikuta.
Un muchacho de alta estatura, los esperaba con su cuerpo
apoyado en el umbral de uno de los salones. Tanto sus ojos como su cabello eran
de un profundo color azabache. Aunque estaba serio, estaba fingiendo lo más que
podía, ya que tener a Toma de sirviente era producto de risa.
- Lo siento, lo siento – Se excusó Toma, entrando al
salón.
- Con permiso – Musitó apenas Yuya, siguiendo sus pasos
con rapidez.
- ¿Tú quién eres? – Dijo el mayor.
- Mi nombre es Tegoshi Yuya de 1°A…, senpai.
- Y por lo que veo o eres amigo de… este… O estás en el
club de piano. No te lo recomiendo, dicen que es un pervertido.
- Con las mujeres – Se apresuró en aclarar Toma.
- Lo que sea. Encantado, Señorito Becado Tegoshi. Mi
nombre es Okura Tadayoshi, y soy el vicepresidente del club de literatura.
- Que no te engañe, es un sádico – Dijo Toma, sacando los
libros de la caja que llevaba.
- Es mentira, Shige puede refutar eso. ¿No?
- La verdad es que… Usted es un apasionado por la
literatura, senpai.
- Pero no por eso soy un sádico.
- Creo que no.
- Gracias, Shige – Volviéndose a Toma -. En fin, ¿falta
mucho?
- No, esto es lo último.
- ¿Vas a participar?
- Qué gracioso que estás hoy – Le dijo Toma, mirándolo
con una sonrisa.
- ¿Tú?
- No, gracias, no quiero que Kame me asesine por sacarle
el primer puesto.
- Chicos, cálmense o van a asustar al chico nuevo – Un
cuarto sujeto entró al salón y se acercó a Yuya, dedicándole una reverencia -.
Tegoshi Yuya-kun, ¿no? Mi nombre es Yamashita Tomohisa, encantado de conocerte.
- Ah… Hola…
- Así que al fin apareciste – Le dijo Toma, poniéndose de
pie cual resorte y cruzándose de brazos -. ¿Por qué no le dijiste tú a Okura
que íbamos a usar el salón de su club como camarín?
- ¿Qué? – Se cruzó de brazos al igual que Toma y optó una
fingida expresión de duda -. ¿No se lo dije?
- Pues… No. Y este trabajo… Lo deberías estar haciendo
tú.
- Lo siento, pero el jurado no puede hacer eso.
- ¿Tú eres el jurado?
- Soy parte de él – Dijo Tomohisa, arreglándose el cuello
de la camisa, para volver su vista a Yuya -. ¿Ya elegiste el traje?
- ¿Eh?
- Me sorprende mucho la iniciativa de los jóvenes para
participar en actividades extracurriculares – Dijo Tomohisa, sin haber oído su
pregunta.
- Perdón, pero… ¿A qué se refiere?
- A tu inscripción al concurso, por supuesto.
- ¿Concurso de qué?
- ¿Te inscribiste y no lo sabes…?
- ¡No sé de qué me están hablando! – Su tono de voz ya se
estaba volviendo desesperante. Algo pasaba y él no estaba siendo consciente de
ello.
- Todos los años hacemos la elección del rey y la reina
del instituto y bueno, como sabrás, aquí somos todos hombres, así que la reina,
es un chico de todos modos – Dijo Tomohisa -. El año pasado ganaron Kame y Jin…
¿No? – Preguntó, buscando la mirada de Toma, quien asintió -. Pero… Aunque
todos los años se escriben chicos de primero… Este año es como si se hubieran
puesto de acuerdo…
- ¿Para? – Preguntó Tadayoshi.
- De los cuatro primeros sólo se anotó una persona.
- ¿Quién? – Preguntó Shigeaki.
Tomohisa levantó su mano y señaló a Yuya con el dedo.
- ¡¿Eh?! ¡Pero si yo no me anoté en nada!
- De todos modos, no es sólo por anotarse o no, también
hay una votación de la cual se eligen a varios candidatos que llegan a la final
por cierta cantidad de votos.
Yuya dio vueltas en el lugar, haciendo que los presentes
se miraran entre sí, buscando una respuesta que ninguno tenía.
- ¿Sucede algo? - Preguntó Toma.
- Claro que sucede, yo no me anoté en ningún concurso –
Respondió el aludido, tragando en seco.
Los mayores se miraron.
- ¿Dónde está la mesa de inscripción? – Le preguntó Toma
a Tomohisa.
- Pero… Ya cerró…
- Pi… ¿Dónde está?
- Antes de llegar al patio.
La respuesta de Tomohisa fue interrumpida por la partida
de Toma al lugar, seguidos del resto, Tadayoshi inclusive. Sentado detrás de
una mesa, sobre la cual estaba el nombre de los participantes con la cantidad
de votos obtenidos de casa uno, casualmente tres compañeros de Shigeaki y Yuya.
- Felicidades, Tegoshi-kun – Dijo uno de ellos. Se notaba
a la legua que todo había sido planeado.
Toma giró su cabeza para dar una persona que salía al
patio, una persona sumamente familiar para él.
Yuya llegó temprano al club. La verdad era que se sentía
tranquilo estando en ese lugar junto a Toma. Aunque era parte del grupo que
estaba empezando a complicar su vida escolar, él juraba y perjuraba ser
distinto a ellos. Se sentó frente al piano y se sostuvo la cabeza, suspirando
amargamente, deseando que aquella participación no querida en un concurso que
no había elegido, fuera sólo una broma de mal gusto.
- ¿Tan temprano y estás cansado?
La voz de Toma lo sacó de su ensimismamiento,
incorporándose Yuya de un salto.
- Ahh… Bienvenido – Dijo, haciéndole un lugar para que se
sentara a su lado -. No lo oí llegar.
- Es que ya estaba aquí.
- ¿Eh? – Al mirarlo, vio una taza de café descansando
entre sus manos -. Café…
- Allá – Dijo Toma, señalando un pequeño cuarto que hasta
el momento había pasado inadvertido para el menor -… En realidad estaba repleto
de cosas que no se usaban, pero lo arreglé, llevé un pequeño calentador, compré
una alacena y lo convertí en una cocina. Ahora que lo pienso… Voy a tener que
traer una estufa también – Lo miró, con una sonrisa -. ¿Quieres?
- Ah… No… Gracias.
- Estás raro…
- ¿Mhh?
- Que estás raro… No te preocupes por lo del concurso.
- Pero… ¿Qué debo hacer?
- Participar.
- Sí, pero – Suspiró -… ¿Debo perder o ganar? ¿Cuál de
las dos me conviene?
Toma notaba la preocupación y el miedo en cada una de sus
palabras, por lo que dejó la taza de café sobre la tapa del piano y apoyó su
brazo por sobre su nuca.
- El resultado en sí, realmente no importa, Tegoshi-kun.
Si ellos quieren molestarte, lo harán con cualquier cosa.
- No quiero que eso suceda… Y tampoco quiero irme. Me he
esforzado mucho para entrar a este instituto y…
- Lo sé. Créeme que lo sé – Acarició su hombro con
suavidad, sintiéndose él también algo calmado y a la vez algo inquieto por
aquel contacto -. Bueno… ¿Empezamos? – Se levantó rápidamente, agarrando la
taza de café y se dirigió a la cocina -. Levanta la tapa del piano, ya regreso
– Dejó la taza sobre la pequeña alacena del cuarto contiguo y se quedó mirando
la nada, pensando en aquella extraña sensación que había sentido minutos antes
-. Que estupidez…
Las actividades del club lo cansaban. Sólo tocaba el
piano, pero lo cansaban. Cuando quería, Toma podía pasar de ser agradable y
tierno, hasta convertirse en el peor de los profesores. Aún teniendo junta de
delegados al final de la misma, y siempre llegando tarde, acompañaba a Yuya
hasta los dormitorios. Ambos sabían que el grupo de los cuatro estaban al
acecho, pero al mismo tiempo sabían que iban a dar su primer golpe durante el
concurso de crossdressing.
- Es nuestra
ceremonia de bienvenida – Dijo Toma -. Aunque un poco después de abril,
como verás.
Así era, las flores de cerezo seguían cayendo poco a
poco, pero ya estaban en el mes de mayo. No había fechas qué recordar en ese
mes, así que le daba exactamente lo mismo. Para Yuya, los únicas fechas que
debía recordar eran el cumpleaños de su madre, el de Takahisa y el suyo.
- Bueno – Dijo Toma, levantando la mano en señal de
despedida, para dirigirse corriendo al edificio escolar.
- Ah… ¡Ikuta senpai! – Exclamó Yuya, ocasionando que el
mayor detuviera su marcha y se girara para mirarlo. El menor miró para todos lados,
esperando a que nada hubiese oído su grito. De algún modo la idea de que
conocieran hasta su registro de voz, lo aterraba. Sin pronunciar más palabras,
corrió hacia él -. Eh… ¿Cuándo… es su
cumpleaños?
El aludido abrió sus ojos como platos, cubriendo con su
mano una risa que buscaba escapar de entre sus labios.
- ¿Por qué quieres saberlo?
- Ah… No… Es sólo que…
Le pareció lindo. Sus mejillas estaban rojas, algo de lo
que Yuya no se había dado por aludido.
- Siete de octubre – Le respondió.
- Ah… ¿Eh…? ¿Octubre?
- Sí. ¿El tuyo?
- P… ¿Por qué?
- Bueno… Si le preguntas algo a alguien, es obvio que la
otra persona va a querer saber eso mismo de ti, ¿no? ¿Cuándo es tu cumpleaños?
- El once… de noviembre…
- Once de noviembre – Repitió Toma, buscando que esa
fecha quedara grabada en su memoria -… Estoy seguro de que no lo olvidaré.
Sonrió. Y Yuya se quedó mirando aquella sonrisa hasta que
su dueño se dio media vuelta y se fue.
Cuando se dio cuenta que estaba mirando la nada, negó con
la cabeza y miró la hora en su reloj.
- Oh, no. Ya es muy tarde. Y ni siquiera hice la tarea -
Yuya corrió hacia su cuarto, hallando dentro del mismo a Keiichiro, Takahisa y
Shigeaki -. Eh… Eh… ¿Qué sucede? – Tanto sobre su cama como sobre la de su
compañero de cuarto, había ropa femenina, pelucas y zapatos por doquier. Al
levantar Yuya la vista, notó el porqué de la presencia de aquellas dos personas
ajenas a su cuarto -. Ah, no.
- Ah, sí – Dijo Takahisa.
- No, no, no. Tengo mucha tarea que hacer – Dijo, pasando
por entre los tres con dirección a su escritorio.
- Después la ayudo, Señorita – Bromeó Keiichiro,
tomándolo del brazo y haciéndolo girar hacia él, como si estuviera bailando.
- Ahora es momento de ver qué te vas a poner para el
concurso, Tegoshi-kun – Dijo Shigeaki, agarrando un vestido.
- ¡No quiero!
- ¡Tienes que hacerlo, Tegoshi! – Dijo Takahisa,
obligándolo a callar.
Dubitativo, el aludido miró a los presentes, el suelo y
de nuevo a las tres personas que lo estaban atosigando.
- Después me ayudan con la tarea…
- Sí – Dijeron los tres al unísono.
Dos semanas para el fin del mes de mayo.
Y el inicio del concurso de crossdressing. Sólo a una mente realmente malévola se le podría
ocurrir que un grupo de chicos en plena adolescencia serían capaces de
participar de un concurso como ese. Claro, eso si habían mujeres de por medio,
pero ni siquiera tenían esa suerte con los profesores.
- Es sólo una noche, es sólo una noche – Se decía Yuya,
mientras Takahisa terminaba con los arreglos de una larga peluca rubia sobre su
cabeza.
- Listo – Dijo su amigo.
- ¿Cómo me veo?
- Hermosa – Bromeó Tadayoshi, abriendo la puerta del
cuarto.
- No es gracioso, Okura senpai – Se quejó Yuya,
dirigiéndose a él junto a Takahisa.
- Fue broma, fue broma – Se defendió el morocho -. ¿Están
listos?
Los dos muchachos allí presentes, asintieron con la
cabeza y lo siguieron hasta los bastidores del salón de actos, en el edificio
escolar. Tadayoshi dejó a Yuya en una fila de no más de treinta estudiantes que
se notaba a la legua lo poco que querían participar del concurso. El mayor pasó
frente a ellos para salir a las escaleras y bajar del escenario. Se acercó a
las mesas dispuestas para el jurado del certamen. Posó una mano sobre uno de
los sujetos allí sentados para llamar su atención.
- Ah, Tadayoshi-san.
- ¿Cómo va todo, Kazuya?
- Está más que tranquilo.
- Ya veo…
- ¿Sucede algo? – Le preguntó Tomohisa, mientras el
aludido se sentaba a su lado.
- Espero que no…
- ¿Tadayoshi? – Lo llamó la voz de Keiichiro, sentado al
lado de Tomohisa.
- Va a ganar. Tegoshi-kun… Va a ganar – Dijo el aludido,
mirando las luces del escenario las cuales bajaron su intensidad para dar
comienzo al concurso.
Los participantes estaban vestidos uno peor que el otro.
Si bien no había un orden dado de salida, sabían que la ingenuidad de Yuya iba
a hacerlo salir a lo último, cosa que así sucedió.
- Guau – Musitó Tomohisa al verlo.
Keiichiro parpadeó varias veces. Aunque había estado en
la elección de la ropa, el producto final fue sencillamente increíble.
Yuya estaba vestido con un delicado vestido blanco hasta
la altura de las rodillas con un saco mangas tres cuartos del mismo color.
Calzaba sandalias con taco doradas. Una vincha blanca con una flor y varias
pulseras sobre su muñeca terminaban de decorar aquella pura imagen.
Apenas pisó el escenario, en el salón de actos se hizo un
silencio sepulcral, roto este por un aplauso que fue el detonante de una
catarata a modo de felicitación para el muchacho que estaba rojo de la
vergüenza, mientras sus manos se movían nerviosas sobre su falda.
- Felicitaciones – La voz de Kazuya lo volvió en sí. Le
estaba entregando un ramo de rosas rojas. El ganador del año pasado felicitando
al ganador de este año. Al mirar a su alrededor, Yuya sintió la calidez en
aquel vitoreo. Quizás, la idea de participar en el concurso no había sido tan
mala. Levantó la vista, buscando a alguien en especial. Sonrió al verlo. Estaba
de pie, aplaudiéndolo, sonriéndole. Suspiró, no le importaba aquella multitud,
sólo le importaba él.
Silencio. Todos estaban en sus dormitorios.
Yuya cruzó corriendo el pasillo que lo separaba de los
dormitorios, subiendo corriendo al suyo. Al entrar, lanzó la peluca a la cama,
pero volvió al levantarla al ver un papel doblado sobre su almohada.
- “Te espero en el parque camino al club de piano… Toma.”
Sonrió, sonrió tanto que parecía que esa sonrisa se le
estaba por salir del rostro. Bajó corriendo las escaleras y salió del edificio.
Keiichiro colgaba la última guirnalda en la cafetería
para agasajar al ganador el concurso, pero uno de los invitados, sentado de
piernas y brazos cruzados en una silla, hizo que se bajara de la mesa y se
acercara a él.
- ¿Qué sucede? ¿Te pone mal cumplir años?
- Cállate – Le dijo Tadayoshi, a medio sonreír.
- ¿Eh? ¿Hoy es el cumpleaños de Okura-san? – Dijo Takahisa,
saliendo de la cocina con un par de takoyaki.
- No, es mañana – Aclaró rápido el mayor, volviendo su
vista a Keiichiro -. No… No es eso… Tengo… Un mal presentimiento.
- ¡Deja de ser aguafiestas, Tadayoshi! – Exclamó
Keiichiro, golpeándole la espalda -. En el concurso no pasó nada malo. Tú mismo
lo viste, ¿no? La forma en que aplaudían a Tegoshi-kun. No creo que eso haya
sido fingido. ¿Verdad, Masuda-kun?
El aludido asintió con la cabeza, ya que su boca estaba
ocupada masticando comida.
Estaba feliz, su corazón no podía albergar tanta
felicidad. Cuando llegó al parque, miró a todos lados para dar con la persona
que le había dejado aquel mensaje sobre su almohada, pero no halló a nadie. Su
respiración estaba agitada. Tan absorto estaba en sus pensamientos que había
hecho todo ese camino con los zapatos de mujer. Agradeció a Takahisa y Yuichi
por las lecciones dadas acerca de cómo caminar con zapatos de punta. Buscando
recobrar el aliento, se sentó en el solitario banco rodeado de árboles, siendo
iluminado tan sólo por una lámpara colgada quién sabe por quién y quién sabe
cuándo. Giró su cabeza al oír unos pasos que se le acercaban, pero su sonrisa
se borró por completo al hallar no sólo a una persona que no era Toma, sino a
un grupo de cuatro que lo estaban rodeando.
- Tenías razón, Jin – Dijo uno de los sujetos que
apareció frente a Yuya -. Sí iba a venir.
- Se los dije, ¿no? Que es la perrita de Toma – Dijo el
muchacho que respondía al nombre de Jin.
Mientras aquel muchacho, junto con otro sujeto se
acercaba al banco, Yuya se levantó de un salto del mismo, pero no tenía
escapatoria.
- Jin… Tú… Ganaste el concurso el año pasado, ¿no? –
Preguntó Yuya, generando la carcajada en el resto de los presentes, salvo en
uno que, a la distancia, tan sólo observaba, desgastando la colilla de un
cigarrillo entre sus labios.
- Ohhhh…
- Estás jugando con fuego, nena.
- ¡Esta chica sabe más de lo que creíamos, Jin!
- Cállense – Pidió el aludido, sonriendo, sentándose en
el banco, junto al muchacho que estaba fumando. Algo notó Yuya, al menos ellos
dos, eran de tercer año -. Creo que – Extendió su mano hacia su compañero,
haciéndole una seña para que le entregara el cigarrillo, del cual fumó una
pitada para después devolvérselo -… No hemos hecho las presentaciones
correspondientes. Tegoshi Yuya –kun del
1°A.
- ¿C… Cómo…?
- Mi nombre es Jin Akanishi y curso el 3°D, y este –
señaló al muchacho sentado a su lado – es Nishikido Ryo y cursa el 3°B. Pero…
Seguro que no has oído hablar de nosotros por separado, ¿verdad? ¡¿Verdad?! –
Volvió a preguntar, al no obtener respuesta.
- N… No… Sólo de… ti… tú… Ji…
- A-ka-ni-shi-sa-n – Pidió Jin, clavándole la mirada.
- Akanishi…-san…
- Muy bien, eres un buen chico – Dijo el mayor -. Tanto
Ryo como yo, formamos parte del grupo de los cuatro – Yuya tragó en seco,
comprendiéndolo todo. Su inscripción en el concurso, el hecho de que haya
ganado, la nota sobre su cama… Todo había sido preparado para ese momento. Y
él, como buen tonto, había caído en la trampa -. Me imagino que Toma no nos ha
presentado como los chicos buenos, ¿no?
- ¿Sabes? – Dijo Ryo, levantándose y acercándose
lentamente a él -. Siempre hay una oveja negra en una manada, pero en este
caso… Somos dos - Yuya lo miró, encontrándose con una profunda mirada azabache.
Estaba inmóvil. Quería correr, pero, ¿adónde? Siendo él el único presente en el
lugar y sin nadie conociendo su paradero, estaba perdido. Lo miró, pidiéndole
por algo de piedad en esa mirada, sin embargo, la persona frente a él, atinó a
reír sobradamente -. Se ve linda así, ¿no? – La respuesta por parte de sus
compañeros fue la misma risa -. Tanto que… me excitas – Declaró, jugando con un
mechón de su cabello. Yuya hizo un paso hacia atrás, quería escapar, debía
hacerlo. Pero en ese momento, su habilidad con los zapatos de mujer se fueron
al demonio al torcérsele el pie. Uno de los sujetos a sus espaldas lo tomó del
brazo y le dio un duro golpe sobre la boca del estómago, cortándole el aire
momentáneamente. Acto seguido, lo soltó, dejándolo caer al suelo, generando la
risa en los presentes.
- Bueno, ¿qué vas a hacer con él? – Preguntó Jin, entre
risas.
Ryo sacó el cigarrillo entre sus labios, lanzando una
bocanada de humo al aire y se agachó frente a Yuya, jalando sus cabellos con
fuerza para levantar su cabeza.
- Esta noche… Vas a ser mi perra.
Las horas pasaban y no había noticias de Yuya. Tadayoshi
movía su pierna en forma nerviosa sobre la otra. Keiichiro jugaba con las
guirnaldas sobre la mesa y Shigeaki miraba cómo Takahisa entraba y salía de la
cocina, siempre con un nuevo platillo entre sus manos.
- Si sigues así, vas a terminar comiéndotelo todo.
- ¡Ahhh…! Llegamos – Dijo Yuichi, entrando a la cafetería
en compañía de Toma -. ¿Eh? ¿Qué sucedió?
- ¿Y Tegoshi-kun?
- Al parecer Tegoshi no ha llegado.
- Qué raro – Dijo Yuichi, pensativo -. Con Toma
terminamos la ronda en el edificio principal y no hay un alma…
- ¿Están seguros de que no está en su cuarto? – Preguntó
Toma.
- Dijo que iría a asearse y luego bajaría a comer algo,
pero… No lo hizo – Dijo Keiichiro.
- ¿No se habrá quedado saludando a los que lo estaban
felicitando?
- Buenas – Dijo Tomohisa, entrando al lugar y palmeando
la espalda de Toma -. Guau… Qué gran fiesta… El silencio es una muy buena forma
de…
- ¡Ya basta! – Exclamó Tadayoshi, levantándose de la
silla, haciéndola caer estrepitosamente al suelo -. ¿A nadie se le pasa por la
cabeza que le pudo haber pasado algo?
- Tadayoshi…
- ¡Estoy harto de estas cosas! ¡Estoy harto de que estos…
estos… esta gente termine por romper en pedazos
los sueños de las personas que vienen a este lugar! Es triste ver cómo
llegan al primer día con una sonrisa en su rostro y se terminan yendo despavoridos
por miedo a que los maten. ¿Qué clase de ser es capaz de hacer eso? ¡De ser
feliz lastimando a un igual!
- ¡Tadayoshi! – Gritó Keiichiro, golpeando la mesa con un
puño, ocasionando que guardara silencio. Se levantó y se acercó a los presentes
-. Shige, ve a despertar a los de primer año; Nakamaru-kun, has lo mismo con el
segundo año, Yamapi, por favor – Los tres asintieron con la cabeza y acataron
sus órdenes.
- ¿Qué va… a hacer…? – Preguntó Takahisa, un poco
temeroso por su reacción.
- Una reunión de medianoche – Respondió al muchacho -. En
cuanto a él – Volvió su vista a Tadayoshi, que en un momento en que ninguno se
percató, volvió a sentarse en la silla -. ¿Puedes llevártelo a tu cuarto hasta
que se solucione esto?
- Ah… Sí – Takahisa se acercó al mayor -… ¿Vamos,
Okura-san?
El aludido se levantó y fulminó a Keiichiro con la
mirada.
- Cálmate o te van a salir arrugas. Mando a alguien a
avisarte cuando todo se soluciones, ¿sí? Ve con Masuda-kun.
- Vamos – Le dijo el muchacho, a quien luego Tadayoshi
siguió.
- ¿Y tú? ¿Qué piensas de todo esto? – Le preguntó
Keiichiro a Toma, una vez estuvieron solos.
- No lo sé. Pero sí me parece raro que Tegoshi-kun no
haya aparecido.
- ¿Jin y Ryo estuvieron en el concurso?
- Claro que no. No les gustan esas cosas. Ni a ellos ni a
su grupo.
- Tadayoshi… Tuvo un mal presentimiento…
- Esperemos que… no sea cierto…
- …Y esta es mi hermana mayor – Señaló Takahisa, sentado
en la cama al lado de Tadayoshi, señalando a una muchacha en una fotografía.
- Es bonita.
- Así es. ¡Ah! –
Exclamó, levantándose de un salto, tras ver la hora en su reloj de muñeca -. Ya
sé - Tadayoshi lo miró. Había hecho todo lo posible para quitarle el pesimismo
hablándole de comida, de su familia y de libros -. ¡Aquí está! – Del cajón de
su mesa de noche, Takahisa sacó un libro y se acercó a su superior, dedicándole
una reverencia -. ¡Feliz cumpleaños, Okura-san!
El aludido sonrió. La persona que estaba frente a él fue
la primera que lo había felicitado ese día, un día que solía darle lo mismo, su
cumpleaños.
- Muchas gracias, Masuda-kun – Dijo el muchacho,
agarrando el libro que estaba extendido frente a él.
- Son… historias que escribió mi madre… cuando estaba
embarazada de mí – Dijo el muchacho, algo apenado.
- Eh... ¿Eh? Pero…
¿Por qué me lo das a mí?
- Ese libro siempre me tranquiliza cuando estoy ansioso o
nervioso. Y… creo que usted… lo… necesita… Ahora…
Sonrió, abriendo y hojeando el libro.
- Gracias, Masuda-kun. Realmente… Muchas gracias – Le
dijo, mirándolo a los ojos, generando una amplia sonrisa en el rostro del
aludido.
Murmullos y quejas, sólo eso se oía en la cafetería.
- ¿Ya están todos? – Preguntó Keiichiro a Tomohisa, quien
asintió con la cabeza.
- ¡Oigan, ¿qué está sucediendo?! Mañana tenemos un examen
y no podemos estar aquí.
Quejas, y más quejas. Tan sólo eso.
- ¿Y Tegoshi-kun? – Preguntó Keiichiro a Shigeaki.
- No lo encontramos… por ningún lado…
- Esperemos un poco más – Dijo Toma, cruzado de brazos.
Keiichiro notó la ansiedad en el muchacho y asintió con la cabeza. Las quejas
seguían, pero nadie salió del lugar y nadie hizo caso a las mismas.
Al abrir la puerta oyó un bullicio de gente que imaginó
provenía de la cafetería.
Falso.
Ni bien hizo un paso, se trastabilló. Se sostuvo del
umbral para no terminar en el suelo. Notó que su tobillo estaba algo hinchado.
Lentamente, subió las escaleras hacia el primer piso.
Silencio. Eso sí era verdad.
Entró a su cuarto y cerró la puerta a su paso. Lanzó los
zapatos de taco al suelo y corrió las sábanas de su cama, abrazándose al ramo
de rosas rojas que le habían entregado horas antes. Eso era verdad y el reflejo
en el espejo de pie también.
El vestido antes impecable estaba desgarrado, quemado con
cigarrillos, roto. Lo único impecable era su rostro. Habían disfrutado
violándolo, maltratándolo, pero no habían dejado ni una marca en su rostro.
Dando sólo dos pasos hacia el espejo, lo tapó con una
toalla y se lanzó a la cama, notando que aquel acto le hizo doler la espina
dorsal íntegra, obligándolo a lanzar un quejido de dolor, al mismo tiempo que
de sus ojos innumerables lágrimas empezaban a caer. Dos cosas le dolían: el
haber sido tan estúpido en haber caído en su trampa o el porqué de haber caído
en ella.
Un par de leves golpes en la puerta lo sacaron de sus
pensamientos, haciéndolo tiritar.
- ¿Tegoshi-kun? - Era su voz, la voz que quería oír, la persona
que pensaba que le había escrito la nota que lo llevó a esa trampa. La voz de
Ikuta Toma. Golpes sobre la puerta de nuevo -. ¿Tegoshi-kun, estás ahí?
Quería levantarse, abrir la puerta, abrazarlo. Pero tenía
miedo. Miedo a que lo rechazara, a que malinterpretara aquel abrazo. ¿Cómo iba
a mirarlo a los ojos y decirle que lo habían ultrajado tras haber sido engañado
por una nota que creyó que había sido escrita por él? No podía, quería, pero su
cuerpo no se lo permitía. El mover un dedo hacía que le doliera hasta el alma
misma.
- ¿Qué… sucede…? – Musitó.
- Ah… ¿Estuviste
aquí todo este tiempo? Keiichiro y los demás te estábamos esperando para cele…
- Lo siento mucho. Llegué y… me quedé dormido. Estoy
cansado. ¿Podemos hablar mañana?
Mentira. Sus palabras eran mentira. Quería decirle todo
lo contrario, decirle la verdad.
- Ya veo. Que
descanses. Nos vemos mañana.
Pudo oír sus pasos alejándose de la puerta, dándole
entrada de nuevo al silencio. Fue él mismo quien lo rompió, hundiendo su rostro
entre las rosas sin espinas que estaba abrazando y dejando que sus lágrimas
corrieran por su rostro sin detención aparente.
Más que haber caído en la trampa, más que haber sido
burlado, más que el hecho de haber sido violado, lo que más le dolía era que se
había dado cuenta que estaba enamorado de Toma.
El bullicio seguía, al igual que las quejas. Toma llegó
al lado de Keiichiro, siendo observado por los recién llegados Tadayoshi y Takahisa.
- Tegoshi-kun está en su cuarto – Le dijo.
- ¿Eh? – Preguntó Shigeaki.
- No revisaste ahí, ¿verdad? – Le preguntó Takahisa con
una media sonrisa.
- Ah… Yo… Lo siento – Se disculpó el muchacho,
dedicándoles una reverencia.
Keiichiro sonrió y dio dos pasos al frente, aplaudiendo
para que el resto de los presentes guardara silencio.
- ¿Ya nos podemos iiiiiiiiiiiiiiiir?
Ante la pregunta, la horda de alumnos somnolientos, se
abrieron paso para dejar ver a Jin sentado sobre una de las mesas, custodiado
por dos sujetos.
- No está permitido fumar en…
- En instalaciones escolares, lo sé. No hace falta que me
recites el reglamento escolar, Koyama-san – Dijo el morocho, bajándose de la
mesa para lanzar el cigarrillo al suelo y apagarlo con su zapato -. La próxima
vez que quieras hacer reuniones de este tipo, ten la amabilidad de pensar en
los calendarios escolares de cada uno de los alumnos, ¿de acuerdo?
- No te permito que me faltes el respeto, Akanishi –
Espetó el aludido, siendo detenido por la mano de Tomohisa.
- Cálmate – Le dijo, dirigiéndose a Jin -. Pídele
disculpas a Koyama-san.
El aludido lanzó una carcajada que cubrió con su mano y
se giró para mirarlo.
- ¿Porque tú lo dices?
- Porque yo lo digo. Y porque como encargado del
dormitorio que es, no debes faltarle el respeto.
- Wow, wow, wow, mira como tiemblo – Rió, junto a sus
amigos -. Koyama-san, lamento mucho el haberle faltado el respeto – Se burló,
dedicándole una reverencia -. Ahora, si me disculpan…
- ¿Y Ryo-chan? – Preguntó Tomohisa.
- ¡¿Acaso soy su niñera?!
- Jin lo miró, sin perder la sonrisa.
- No, pero sueles saber dónde está.
- Nishikido se fue a dormir – Respondió el muchacho
detrás de Jin, arreglándose la gorra negra con las siglas de los New York
Lakers.
- ¿Y eso?
- Estaba cansado – Dijo el otro sujeto, de cabello rubio
-. Dijo que el haber visto el concurso ya lo había hecho cansarse.
- ¿Estuvo viendo el concurso? – Se sorprendió Tomohisa.
- Oh, sí, todos lo vimos – Dijo Jin, mirando a sus
amigos, quienes asintieron con la cabeza -. Por cierto, la persona que ganó…,
realmente parecía una mujer, ¿no?
Sin darle tiempo a responder, Jin se volvió junto a sus
camaradas, saliendo de la cafetería, seguido por el resto del alumnado a los
pocos minutos.
Estaba de pie frente a la ventana, leyendo su nueva
adquisición. Era cierto, en cierto modo aquellas palabras que la madre de
Takahisa había escrito en esas páginas, lo tranquilizaban.
- Oi, Tadayoshi.
Su voz lo hizo girar la cabeza.
- Ah, Ryo… ¿Qué haces despierto a esta hora?
- Nada en particular. Estaba intentando dormir y me fui a
bañar. ¿Y tú? ¿Qué es ese libro?
- Ah… Me lo… regalaron…
- Ya veo – Su mirada buscó la verdad en la suya, pero
ésta le era esquiva -. ¡Ah! Hoy es tu cumpleaños, ¿no? – Tadayoshi lo miró -.
Feliz cumpleaños.
Un suave golpe sobre la espalda, tan solo eso recibió,
mas Tadayoshi esperaba algo un poco más cariñoso de su parte, aún sabiendo que
Ryo jamás haría algo así por él. Quizás el ser tan diferente a él, el ser una
buena persona lo único que hizo fue alejarlo de su lado. Hubiera deseado ser
malo, igual o más que él, para poder seguir estando junto a él.
El sonido de su celular lo sacó de su ensimismamiento.
Estaba mirando el oscuro pasillo, ya que Ryo había entrado a su cuarto y él no
se había percatado del hecho.
- ¿Diga?
- “Feliz
cumpleaños, Tacchon”.
Sonrió. Hacía mucho tiempo que no oía aquella voz, y
mucho menos aquel apodo.
- Yasu – Dijo, con una sonrisa en el rostro.
- “¡Qué suerte que
estás despierto! Pensé que había puesto la alarma para despertarme a las doce,
pero… Caí profundamente dormido apenas llegué a casa.”
- Sí – Suspiró el aludido -. Sucedió algo y… eso evitó
que me durmiera más temprano.
- “¡Ahhh! Cierto
que hoy era el concurso ese, ¿no? ¿Cómo salió todo?”
- Supongo que… bien…
-
“¿Cómo debo tomar esa respuesta?”
- Como tú quieras. La verdad es que… el chico becado fue
el ganador.
-
“No quiero saber cómo fue vestido…”
-
No, no, no… Estaba… bien… Pero – Se despeinó los cabellos -… No lo sé. Tú sabes
cómo es Ryo…
-
“Ah… Ya me estaba pareciendo raro que no
nombraras al muchachito maravilla”, Tadayoshi rió suavemente. “Tacchon… Ya aléjate de él. Olvida todo lo
que pasó…”
-
Lo dices porque no estás aquí, Yasu.
-
“Lo digo porque sé lo mucho que te duele.
Por favor. Si no lo vas a hacer por ti, al menos hazlo por tu senpai…”
-
Lo estás diciendo en un tono que sabes que no voy a decirte que no.
-
“Lo sé. Je, je.”
-
Me estoy concentrando en terminar el año lo mejor posible. Es por eso que
quiero cuidar a este chico. En mi último año quiero irme diciendo “vaya, este
año un chico becado pudo terminar sus estudios de la mejor manera en este
lugar”.
-
“Me parece bien, pero, Tacchon… No te
metas en problemas…”
-
Tranquilo, lo sé. Sé en lo que me meto.
-
“Bueno…”, Shota bostezó. “Te dejo, me está ganando el sueño.”
-
Lo noté – Sonrió el morocho -. Que descanses, Yasu. Y gracias por llamar.
-
“De nada, y oye… Que no se te van a caer
los dedos por llamarme tú algún día.”
Tadayoshi
rió.
-
Lo sé, lo siento, lo siento. Si no es por una cosa es otra la que me lo impide.
-
“Ya me las vas a pagar todas cuando nos
veamos, ¿me oyes?”
-
Sí, sí, lo sé – Respondió el muchacho, revoleando los ojos -. Ya vete a dormir.
-
“No le hables así a tu senpai, ¡¿oíste?!”
Shota
estalló en risas, al igual que Tadayoshi.
-
Que descanses, Yasu.
-
“Buenas noches, Tacchon. Que termines
bien tu día.”
-
Gracias.
Definitivamente,
el sueño no estuvo de su lado. De eso se percató cuando empezó a oír el canto
de los pájaros. Los odió. Antes ni siquiera había notado su presencia a esa
hora de la mañana, pero en ese momento, los odió con el alma.
Más
odió el sonido del despertador de Shigeaki y su quejido matutino para
levantarse de una vez. Su rostro seguía sumergido en el mar de rosas rojas, las
cuales alejó de su rostro, sin salir de entre las sábanas. Se durmió y odió a
Shigeaki por despertarlo.
-
Tegoshi-kun, vamos a llegar tarde.
El
cuerpo entre las sábanas se movió apenas, sintiendo un agudo dolor en la parte
baja.
-
Ya voy – Respondió el rubio.
-
¿Quieres que te espere?
-
No, no. Ve yendo, enseguida te alcanzo.
-
De acuerdo.
No
fue sino hasta oír el sonido de la puerta del cuarto cerrándose que descorrió
las sábanas para levantarse. Sentarse en la cama le costó horrores, le hizo
doler todo el cuerpo. Miró a su derecha, descorriendo por completo las sábanas,
viendo una desagradable mezcla de fluidos, de lo cual, a simple vista, sólo era
podía apreciar el color bordó de la sangre seca sobre las sábanas. El color de
su propia sangre, la cual al estar en contacto con el aire, estaba emanando un
inconfundible olor a la misma. Desvió la vista y corrió las sábanas hasta la
cabecera, cerrando los ojos con fuerza y mordiéndose el labio inferior. Llegar
hasta el salón de clases iba a costarle mucho, si no empezaba a actuar desde
ese mismo instante. Se aseó lo más rápido que pudo y tomó un analgésico para
calmar un poco aquel punzante dolor.
Bajó
lento y seguro las escaleras y se dirigió al edificio escolar. Le dolía todo,
pero su rostro no reflejaba tal sentimiento. Ninguna mirada se posó sobre él, a
nadie le importaba ya lo sucedido la noche anterior.
Shigeaki
se acercó a su pupitre una vez él se sentó frente al mismo.
-
¿Estás bien? – Le preguntó, examinándolo con la mirada.
-
Sí, ¿por qué?
-
Parece que no dormiste bien anoche…
-
Para nada – Le sonrió. Una sonrisa actuada, claro está.
-
Hay que comenzar con los preparativos – Dijo Shigeaki.
-
¿Para qué?
-
¿No lo sabes? En junio se hace una excursión.
La puerta del salón se abrió, dando paso a un profesor.
- ¡Levántense! – Ordenó el delegado de la clase.
- Hablamos luego – Susurró Shigeaki, volviendo a su
lugar.
Odió aquel llamado por parte del delegado. El levantarse
bruscamente del asiento, le dolió. Cerró uno de sus maños en forma de puño como
si eso apaciguara el dolor. Aquel puño temblaba sobre el pupitre, ahogando en
él las ganas de llorar y el dolor que sentía en lo más profundo de su corazón.
El sonido del timbre señalando el final de clases hizo
que los alumnos se dispersaran. Él quería huir, pero su cuerpo no se lo
permitía. Salió del salón, saludando a Shigeaki con la mano y fue directo al
salón de piano. Dudó varias veces en cruzar o no aquel parque, pero no había
otra forma de llegar al lugar, al menos sin un mapa. Lo cruzó lo más rápido que
su cuerpo se lo permitía, entrecerrando los ojos hasta llegar al otro lado.
Volvió a su forma de caminar normal al hacerlo, suspirando sonoramente.
¿Tendría que cruzar ese sitio de una forma tan estúpida todos los días?
Llegó al salón, hallándolo vacío. Bajó despacio las
escaleras y se sentó frente al piano. Apoyó sus brazos sobre la tapa del
teclado y lloró. Lo necesitaba. Necesitaba llorar. Sintió una suave caricia
sobre su omóplato, pero aquel contacto lo hizo saltar en el lugar. Miró al
sujeto que buscaba calmarlo con aquella caricia como un animal al que estaban
acorralando dispuesto a ser atacado.
- Oye… Ni que fuera a matarte – Dijo Toma, sorprendido
por su actitud. Se sentó a su lado y secó las lágrimas que habían mojado la
tapa del teclado -. ¿Sucedió algo malo?
- ¿Puede abrazarme? - Musitó, generando la sorpresa en su
oyente, quien lo miró con los ojos abiertos.
- ¿Eh?
- No me pregunte nada, pero, por favor, necesito que me
abrace.
Su mirada se lo suplicaba y él no pudo negarse. Colocó
sus piernas alrededor del asiento y abrió sus brazos para recibir aquel cuerpo
con ellos. Inhaló el aroma que se desprendía de sus cabellos y cerró sus ojos.
Así como las lágrimas de Yuya no cesaban, las caricias de Toma sobre su cuerpo
tampoco lo hicieron. En ese momento se dio cuenta de que lo único que quería
hacer era protegerlo y, de ser posible, para siempre.
“Y así, mayo llegó al día 31, dando paso a un
nuevo mes.
¿Será erróneo este sentimiento? No lo sé.
Quizás lo sea, pero esa sensación de paz que
tuve entre sus brazos, no la cambio por nada.”
1°A
|
Kato Shigeaki
|
16 años
|
Tegoshi Yuya
|
16 años
|
|
2°A
|
Kamenashi Kazuya
|
17 años
|
2°B
|
Masuda Takahisa
|
17 años
|
3°A
|
Nakamaru Yuichi
|
20 años
|
Koyama Keiichiro
|
19 años
|
|
Yamashita Tomohisa
|
18 años
|
|
3°B
|
Nishikido Ryo
|
19 años
|
Okura Tadayoshi
|
18 años
|
|
3°C
|
Ikuta Toma
|
19 años
|
3°D
|
Akanishi Jin
|
19 años
|
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