Linkin Park - Given up
En casa~:3
Ciaossu~!!
Estoy re lalala y re amor y paz y re pelotuda al haber terminado de escribir el quinto episodio tan esperado por mí de esta serie ;____; Ya van a entender cuando lo lean >:D
¿Les gusta la imagen de cabecera? :3 Lo hizo lalois x3 y como es "free use", lo usé acá ^^ Aparte que el layout de mi LJ no admite imágenes tan grandes ¬¬*
Así que bueno, los dejo con el cuarto de Touch :3
Enjoy~ ♥
Título: Touch
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], OkuMassu [Okura Tadayoshi x Masuda Takahisa] (pero nadie dice que no pueden haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, drama.
Rating: PG-13
Capítulos: 04 / ¿12?
Sinopsis: Para algunos, unas caricias pueden terminar en una confesión, para otros, la duda puede convertirse en su peor enemiga.
“Quizás deba agradecer a la persona que buscó causarme dolor al recordar lo sucedido.
Gracias a ese dolor que buscó causarme, termino dándome una de las más grandes satisfacciones.
Aunque, una parte de mí estaba inquieta al pensar en qué seguiría a continuación dentro del instituto Kitagawa, otra parte de mí estaba feliz, porque estaba más cerca que antes de la persona que amaba.”
( 02. Bienvenida )
( 03. Mentiras )
Y así llegó julio. Y así volvieron al instituto sin
volver a hablar al asunto. Y así volvieron las clases, junto con los exámenes y
las actividades del club.
- ¿Así que en febrero también hay una excursión? –
Preguntó Yuya, sentado en la cafetería junto a Shigeaki , con Takahisa y Yuichi
frente a ellos.
- Así es – Dijo Yuichi -. Es una especie de viaje de
estudios, pero siempre terminamos haciendo lo que queremos.
- ¿Dónde fueron el año pasado? – Preguntó el rubio.
- A Hokkaido – Respondió Takahisa, ocasionando que su
amigo terminara ahogándose con el jugo que estaba bebiendo.
- ¡¿Ho… Hokkaido?!
- Sí, ¿por qué? – Preguntó Yuichi, como si fuera lo más
normal del mundo.
- Y… Y… ¿Quiénes fueron?
- Todo el instituto – Respondió Takahisa.
- ¡¿Ehhhhh?!
- Vas a tener que acostumbrarte a estas cosas, Tegoshi –
Le dijo Takahisa.
- Sí… Ya veo… Y, ¿adónde tienen planeado ir este año?
- Okura-san está haciendo todo lo posible para ir a
Osaka.
- ¿Osaka?
- Sí – Respondió Takahisa -. Él es de Osaka.
- Ahhhh. Y, ¿por qué vino a estudiar aquí?
- Sus padres vinieron a Tokio cuando él era pequeño. De
hecho, su padre es dueño de la cadena de tiendas de yakitori Torikizoku.
- ¿En serio?
- Tegoshi-kun, sino no estaría estudiando aquí, ¿no? –
Preguntó Shigeaki.
- Supongo…
El sonido del timbre los hizo levantar sus cosas y
desechar los residuos.
- Entonces, nos vemos a la noche – Le dijo Shigeaki a
Yuya, quién asintió con la cabeza.
Actividades del club, verlo a Toma. El piano de alguna
manera había pasado a un segundo plano. Con una sonrisa imposible de borrar,
llegó hasta el parque en medio del camino, hallando a Ryo sentado en el banco.
Sintió que su piel se erizó. El ver la forma en que se deshacía del humo del
cigarrillo, inevitablemente le hizo recordar lo sucedido en ese mismo sitio
hacía muchas noches. Suspiró y buscó cruzar lo más rápido posible aquel sitio,
pero no pudo pasar desapercibido a los ojos de aquel muchacho.
- ¡Oye, tú! – Aquel grito lo hizo estremecerse.
Aferrándose a su mochila, se giró lentamente. Seguía sentado en su lugar, y
esperaba que allí se quedara -. ¿No saludas a tu senpai? ¿Qué clase de enseñanzas
te da Toma? – El aludido se giró completamente y le dedicó una reverencia -.
¿Ya se lo dijiste? – Yuya se incorporó, sin pronunciar palabra -. Digo… Que te
gusta… ¿Se lo dijiste?
Sentía que estaba inmóvil, pero del mismo modo en que Ryo
hizo un ademán para levantarse, Yuya corrió hasta el club de piano, lo más
rápido que pudo. En ese momento, sabía que podía hacer ese camino hasta con los
ojos cerrados. Bajó las gradas rápidamente; al oír un sonido proveniente de la
cocina, supuso, deseó más que nada en el mundo que Toma estuviera en ese lugar.
Estaba nervioso, tenía miedo, pudo notarlo en sus manos que, apoyadas sobre sus
rodillas, estando Yuya sentado frente al piano, temblaban con furia. Del mismo
modo salieron sus lágrimas de los ojos. Deseaba llorar con fuerza, gritar hasta
quedarse sin voz.
- Tegoshi-kun – Lo llamó la voz de Toma, sorprendido al
encontrarlo así.
- Usted dijo… que podía confiar en usted, que le contara
si algo me sucedía…, ¿verdad?
- Así es…
- ¿Aún… Aún lo mantiene? – Sollozó.
- Claro que sí.
- Le mentí – No recibió regaño alguno, tan solo silencio,
el cual esperaba por sus palabras para ser rellenado -. Cuando terminó el
concurso de crossdressing, sí fui a
mi cuarto, pero no me quedé allí. Cuando llegué, me encontré con una nota – Le
dijo, sacando mencionado papel de dentro de su billetera, guardada ésta en el
bolsillo de su mochila, para entregárselo a Toma -. Y fui a ese sitio.
Indudablemente, usted no iba a presentarse allí porque no fue usted quien escribió
esa nota. En cambio… En cambio… Las personas que armaron eso, sí se
presentaron.
- Yuya…, ¿quiénes fueron esas personas? – Le preguntó,
luego de echarle una rápida hojeada a las letras sobre aquel papel.
- Ueda Tatsuya… Tanaka Koki… Akanishi Jin y… Nishikido
Ryo – Rompió en llanto al pronunciar el último nombre. Toma quería preguntar,
quería saber más, pero al ver sus lágrimas, al ver sus puños cerrados
temblando, no pudo -. Ellos… Se pusieron de acuerdo para llevarme hasta allá y
para… para… violarme.
Cerró sus ojos con fuerza. Lanzando aquella nota al
suelo, lo abrazó, lo abrazó lo más fuerte que pudo.
- Perdóname – Le susurró, acariciando sus cabellos,
besándolos con ternura -. Por favor, perdóname… Si te hubiera acompañado, si
hubiera estado a tu lado todo ese tiempo, no hubiera sucedido nada, no te
hubiera sucedido esto – Quería llorar, pero no debía flaquear, debía
demostrarle que era una persona fuerte y que podía confiar incondicionalmente
en él.
Aquel pasillo se le hizo más largo que de costumbre. No
había podido pegar un ojo en toda la noche después de aquellas burlonas
palabras recibidas en la posada. Suspiró. ¿Cómo podría olvidarlo? ¿Cómo…?
El sonido de su celular recibiendo un mensaje lo sacó de
su ensimismamiento. Lo abrió y leyó el mensaje: “Buen día, ¿Cómo estás? La clase de literatura europea no puede ser más aburrida
( · ·
’)”
Sonrió. Notó su aburrimiento, ya que no solía recibir
emoticonos en mensajes de texto provenientes de él. Cuando se conocieron, su
equipo celular no le permitía enviar emoticonos, así que debía tomarse el
trabajo de crearlos, fue por eso que nunca se había acostumbrado a ellos. No le
disgustaba recibirlos, pero pensaba que había cosas que debían transmitirse con
palabras, y no con emoticonos.
- “Estoy yendo a
clases, pero no tengo ganas… ¿Quieres venir y tomamos un café? ≥(^-^)≤”, fue su respuesta.
- “Si no viviera en
otra prefectura, sabes que la respuesta sería un sí”.
- “Me debes un
regalo de cumpleaños \\( ;∆; \\ )”
- “De acuerdo, de
acuerdo… Cuando tenga alguna semana libre, iré a visitarte.”
- ¿Tan temprano mandándote mensajes con tu amante? – Su
voz lo volvió a la realidad, y a una no muy deseada, por cierto -. Al menos
hazte a un lado para que la gente que va a estudiar llegue temprano a su cla -
El timbre de entrada sonó, finalmente. Ryo se apresuró a llegar hasta la puerta
de entrada del edificio principal, chocando con Tadayoshi adrede.
- “Lo siento, Yasu,
llego tarde. Después hablamos.”
No hubo respuesta con emoticones. Shota supo que algo
andaba mal tan solo con ese pequeño detalle.
Al llegar al salón, por el bullicio que se oía
proveniente de este, notó que su tutor aún no había llegado, por lo que
suspiró.
- Buenos dí…
Sus ojos se abrieron como platos al ver el pizarrón. Se
acercó al medio del salón, como si así fuera a corroborar si lo que estaba
viendo era real. Se giró, mirando a sus compañeros, quienes, obviamente reían
por lo mismo que él estaba mirando. Negó con la cabeza y se acercó a uno de los
que estaban en los primeros asientos.
- Saquen eso inmediatamente – Susurró.
- ¿Por qué? Queda lindo – Fue la respuesta del muchacho,
estallando en risas junto a su grupo de amigos.
- ¡Porque sino levantaré una amonestación para todo el
grupo! – Exclamó, visiblemente enojado, golpeando la mesa con el puño -.
¡Cuando vuelva quiero que eso no esté en el pizarrón, ¿oyeron?!
Acto seguido, salió del salón sin dirección aparente.
Ryo, quien estaba sentado al fondo, con las piernas sobre
el pupitre, fue el centro de las miradas.
- ¿Qué esperan? Él es el delegado de la clase después de
todo.
En medio de una furia contenida, buscando con la vista a
la persona que no atendía sus llamadas, chocó con alguien.
- Ah, lo siento.
- Oye, fíjate por donde caminas – Al girar su cabeza, se
lo quedó mirando.
- Tú eres…
- Taguchi Junnosuke del 3°C.
- ¿Vienes de ahí? ¿Sabes si Toma está allá?
- ¿Eh? No, no lo sé.
- Demonios – Dijo Tadayoshi, llevándose a Junnosuke del
brazo, en dirección al salón en cuya entrada encontraron a Toma -. ¡Espera! –
Exclamó, llamando por completo su atención y evitando de ese modo que entrara
al salón.
- Tadayoshi…
- ¿No viste que te estuve llamando?
- ¿Al celular? No, lo dejé cargando en mi cuarto… ¿Sucede
algo?
- Ehh… No… No.
- Estás raro, Tadayoshi – Dijo Toma, sonriendo.
- Oye, Toma, linda foto – Le dijo un compañero suyo,
colgándose de su hombro.
- ¿Eh? ¿Foto? – Le preguntó el aludido, sonriendo.
- Sí, están por todo el pizarrón y en todos los salones.
- ¿Fotos mías? – Su sonrisa se estaba volviendo cada vez
más ancha, mientras que su curiosidad iba en aumento.
- Ah, Toma, espera – Volvió a llamarlo Tadayoshi.
- Claro, mira – Le dijo su compañero, abriéndose paso
para que entrara al salón. Tanto Junnosuke, como Tadayoshi, como él vieron
finalmente de qué se trataba todo. El kanji de la palabra “amor” formado con distintas fotografías que retrataban un mismo
momento, el instante en que Yuya le contaba a Toma lo sucedido con Ryo el día
anterior. Definitivamente una mente maestra era capaz de hacer eso. Sólo una
persona.
- Voy a matarlo – Murmuró, tirando su mochila al suelo y
dirigiéndose a toda carrera en su búsqueda. Sabía que estaría allí, que no iba
a moverse de su lugar porque eso lo haría ver como un cobarde. Estaba siendo
seguido por Tadayoshi, entrando del mismo modo al salón. El pizarrón estaba
limpio, como si antes no hubiera habido nada. El resto de los alumnos estaban
en silencio, sentados cada uno en su sitio, como si antes no hubiera sucedido
nada. Toma se acercó corriendo a Ryo y lo levantó del asiento agarrándolo del
cuello de la camisa.
- ¡Espera, Toma!
- ¿Qué mierda pretendes con todo esto?
- No sé a qué te refieres, ¿acaso sucedió algo?
- ¡¿Qué significa esto?! – Exclamó el tutor del curso,
percatándose de la presencia ajena en el salón.
- Toma, suéltalo. ¡Eso mismo es lo que él quiere que
hagas! – Le dijo Tadayoshi, agarrándolo del brazo.
- ¡Okura-kun! – Vociferó el profesor. Ryo miraba a Toma
con una fingida mirada de incredulidad, ocasionando que lo soltara, empujándolo
contra la silla.
- Cálmate – Le pidió Tadayoshi, soltándolo.
Toma salió de aquel lugar del mismo modo en que llegó.
Iba a vengarse de Ryo y del sufrimiento que le estaba ocasionando a Yuya,
estaba seguro de eso. Debía pensar en frío en los pasos a seguir para que el
acto sea impecable.
- Gracias, Tacchon. Si no me salvabas – Dijo Ryo,
acomodándose el cuello de la camisa.
- Te equivocas, Ryo. Todos sabemos que tú lo hiciste.
Pero, debo felicitarte y agradecerte – Dijo, dirigiéndose a su asiento.
- ¿Y eso?
- Felicitarte por la manera en que has manipulado a todos
los estudiantes, y agradecerte… por demostrarme lo bajo que puede caer un ser
humano. Lamento el disturbio, Nagase sensei. En estos momentos, las pruebas que
tenía para pedir una amonestación para todo el alumnado de este curso, se
esfumó por arte de magia. Realmente, lo siento mucho.
El timbre dando inicio al receso, sonó. Toma había citado
a Yuya en su cuarto. Sabía que esta vez sí era él porque el mensaje de texto
provenía de su teléfono celular, aún así, le pidió a Shigeaki su compañía. En
caso de que alguien volviera a atentar contra él, no estaría solo. Al salir al
pasillo, todos lo miraron, riéndose de algo ajeno para él y para el mismo
Shigeaki.
Al llegar a la cafetería, hallaron allí no sólo a Toma,
sino al resto de sus amigos.
- ¿Sucede algo…? – Preguntó Yuya, viendo la expresión de
preocupación de todos los presentes.
- Encontramos esto en uno de los cestos de basura – Dijo
Keiichiro, lanzando sobre la mesa algunas de las fotografías que estaban
pegadas en los pizarrones.
- Son fotos… ¿Eh? ¿Qué significa esto? – Preguntó Yuya,
con nerviosismo.
- Estaban pegadas en todos los pizarrones de los salones,
salvo el del 1°A – Respondió Tadayoshi.
- No te preocupes, Tegoshi – Le dijo Toma, mirando las
fotografías sobre la mesa -. Yo me encargaré de esto – Se levantó de la silla y
caminó hacia la salida de la cafetería.
- Toma, ¿qué vas a…?
- Me voy a dormir. Me duele la cabeza… He pensado
demasiado.
Esa tarde no hubo actividades en el club de piano.
02 de julio –
18:57
Para: Yasu >^^<
Yasu, no sé qué
hacer ~(
.∆.; ~)
02 de julio – 19:00
De: Yasu >^^<
Debes calmarte. No
eres ejemplo de nada si no eres tú el que te calmas, Tacchon.
02 de julio – 19:00
Para: Yasu >^^<
Lo sé, pero, estoy
seguro de que Ryo está atrás de esto (sé lo mucho que odias leer ese nombre, pero,
¡tengo que escribirlo!). Quiero averiguar qué se trae entre manos.
02 de julio – 19:01
De: Yasu >^^<
Tranquilo… Uno ya
se acostumbra a leer ese nombre viniendo de ti. Te repito: CUIDATE. No hagas
que tu senpai tenga que ir corriendo por ti porque cometiste alguna estupidez.
02 de julio – 19:03
Para: Yasu >^^<
Entonces, lo haré,
si es que eso hace que vengas a verme :P
02 de julio – 19:03
De: Yasu >^^<
Si llegas a hacer
algo que no debes, iré para matarte, así que no me provoques.
Sonrió. Aquel sujeto siempre le quitaba una sonrisa.
- ¿Okura-san? – Lo llamó la voz de Takahisa.
- Ah… Lo siento. ¿Qué sucede? – Preguntó, guardando su
teléfono celular en el bolsillo y acercándose a la única persona aparte de él,
presente en aquel salón.
- ¿Llevo estos libros a la biblioteca?
- No, déjalos aquí. El salón va a estar cerrado durante
la noche, así que… No va a haber ningún problema.
- De acuerdo – Dijo el muchacho, arreglando sus cosas
para guardarlas dentro de su mochila y apurarse a salir del salón. Algo lo
detuvo y se volvió a Tadayoshi, quien hojeaba la lista de los estudiantes sobre
su pupitre -. Eh… ¿Okura-san?
- Dime.
- Disculpe la intromisión, pero… ¿Con quién se estaba
mandando mensajes?
- ¿Por qué quieres saberlo? – Lo miró, su curiosidad
despertaba ese mismo sentimiento en él.
- Bueno… Es que – Musitó, nervioso, jugando con la manija
de su morral -… Cada vez que está con esa persona… Es la única vez en que veo
sonreír a… Okura… -san…
Sus ojos se abrieron como platos, lanzando una suave
risa.
- ¿En serio?
- Así es.
- Es un antiguo senpai mío. En sus años de instituto,
coincidentes con los míos, fue… más que un senpai… Un amigo.
- Ya veo – Dijo Takahisa.
- Me gustaría tener ese tipo de relación contigo – Dijo,
finalmente, levantándose.
- ¿Eh…? ¡¿Ehhhh?! – Exclamó Takahisa.
El mayor rió, acercándose a él para salir del salón,
cerrándolo con llave.
- Ser amigos, digo.
- Pensé que lo éramos – Murmuró Takahisa, siguiendo sus
pasos por el oscuro pasillo.
- ¿Sí? Yo no me enteré – Rió suavemente Tadayoshi.
- Ah. Ah… Bueno. Me voy, tengo mucha tarea qué hacer –
Dijo Takahisa, apurando sus pasos, alejándose de él.
- De acuerdo. Nos vemos mañana…
Se lo quedó mirando hasta que desapareció. Su celular
interrumpió su vista, sonriendo al ver quién lo llamaba.
- “¿Con quién me
engañas, Tacchon?”
- No digas eso. Estaba hablando con un chico del club.
- “¿El del libro?”
- El mismo.
- “Ah… ¿Cómo se
llama? Creo que no me dijiste su nombre.”
- Masuda Takahisa-kun.
- “Ahh… Sí, creo
que me lo dijiste como unas ochocientas veces.”
- ¿E… En serio…?
- “Estoy casi
seguro.”
- ¡Ah! Hoy me dijo que sonrío cuando hablo contigo.
- “Si no te hago
sonreír yo…”
- La verdad…
- “¿Averiguaste qué
hizo ahora el chico maravillas?”
- No, y ya te dije que le digas así – Lo regañó, entre risas.
- “Oye, Tacchon…”
- ¿Qué?
- “Quiero verte, te
extraño…”, murmuró para sí.
- Deberías decírmelo más alto, ni que fuéramos pareja.
- “Sé que quieres
estar junto a mí y amarme.”
- ¡Uff! Claro que sí.
- “Tacchon, malo…”
Volvió a reír.
- ¿Puedo dejarte?
- “¿Me abandonas?”
- ¿Vas a hacer mis deberes?
- “Ok, no, mejor
vete.”
- Que descanse, Yasu. Gracias por llamar.
- “Es como te digo,
si tú no me llamas… Oye…”
- ¿Qué? ¿Ahora resulta que me amas?
- “¡Sabes que sí lo
hago!”, dijo, entre risas. “No, en
serio… ¿Por qué no te acercas más a este chico… Takahisa-kun?”
- ¿Eh?
- “Creo que él
puede serte de gran ayuda para que te olvides del chico maravillas…”
- Yasu, ¿qué cosas dices? ¿Salir con Masuda-kun?
- “¿Quién habló de
salir? ¿Acaso tú alguna vez me aceptaste una cita?”
- ¡Deja de decir tonterías! – Dijo Tadayoshi, sonriendo
-. No me parece justo el forzarlo a algo que no quiere…
- “Nadie habla de
forzar a otro, Tacchon. Creo que si dos personas se llevan bien, tienen gustos
en común es completamente normal que quieran pasar más tiempo juntos,
conocerse… ¡Es normal!”
- Bueno… Creo que sí…
- “Entonces… Lo
dejo, Señor Delegado del tercer año.”
- Te llamo luego.
- “Deja de mentirme
que me lo creo. Que descanses. Suerte.”
Tadayoshi suspiró, mirando las estrellas por la ventana.
- Así que sonrío, ¿eh?
- ¡Qué lindos consejos que te daba nuestro senpai! –
Exclamó la voz de Ryo, acercándose a él.
- No es correcto que escuches conversaciones ajenas, Ryo.
- Lo siento, es que no quería interrumpirlos. Se te veía
tan alegre y jovial hablando con Sho-chan – Tadayoshi le dedicó una mirada
asesina, pero no dijo nada -. ¿Qué te decía? ¿Qué fuerces a Masuda a que sea tu
amigo? ¿Es que – acarició su brazo, obligándolo a que lo mirara a los ojos -…
yo no te soy suficiente?
- Déjame – Le dijo, alejándose rápidamente de él.
Ryo tan solo sonrió, y se dirigió a la salida.
- ¡Oye! Después me dices qué sucedió con Masuda, así le
doy una apropiada felicitación.
- Idiota… Es un idiota – Musitó para sí, una vez Ryo
desapareció de su vista
El día siguiente a ese pareció ser uno tan normal al
anterior y a todos los siguientes que le seguirían. Es por eso que Ryo se
debatía internamente qué hacer para modificarlo aunque sea un poco. Al entrar
al edificio escolar, notó que las miradas de los alumnos se posaban en él.
¿Acaso algo estaba? Sonrió, recordando que su rostro no tenía nada malo cuando
se levantó por la mañana y la ropa estaba en perfecto estado o, al menos, ese
fue el reflejo que le entregó el espejo del cuarto de baño.
Llegó a su salón. Vio a Tadayoshi como mejor alumno
promedio y delegado del curso, sentado en su usual primer asiento, leyendo un
libro que, seguramente él jamás iría a comprender. Miró el pizarrón y su
sonrisa se borró en un instante. En el mismo descansaba la leyenda “Nishikido
Ryo es un violador.” El sonido de su maletín cayendo al suelo fue la calma antes
de la tormenta.
- ¡¿Quién mierda escribió eso?! – Vociferó.
- Nishikido, te recuerdo que en el recinto escolar no se
permite – Le dijo Tadayoshi.
- ¡¡Me importa el carajo el recinto escolar!! – Exclamó,
visiblemente enojado, mirándolo -. Tú… ¡Fuiste tú, ¿cierto?! – Le preguntó,
agarrándolo del cuello de la camisa.
- No sé de qué me estás hablando – Le respondió
Tadayoshi, lo más calmo posible -. Después de todo… Eso es sólo un rumor… ¿No?
Eran las doce de la medianoche del 3 de julio. Toma había
citado a Tadayoshi a su habitación. Debido a su atraso con las tareas, estas le
tomaron más tiempo de lo usual, después de todo, él era un ejemplo a seguir por
sus compañeros, y no se lamentaría si sus notas llegaran a bajar.
- Pase – Dijo Toma, al otro lado de la puerta, al oír sus
golpes sobre la puerta.
- Ah, no pensé que habrían más personas, lamento la
tardanza – Dijo el recién llegado en referencia a Kazuya, Keiichiro, Tomohisa y
Yuichi, quienes también estaban presentes en el lugar.
- No hay problema, todos nos tardamos – Reconoció Kazuya,
sentado en la silla.
- ¿Y bien? – Preguntó Tomohisa a su amigo -. ¿Para qué
nos citaste?
- Tengo que hablarles de un tema muy delicado – Respondió
Toma, jugando con sus dedos. Terminó por suspirar y mirar a los estudiantes -.
Violaron a Tegoshi.
- ¿Qué…? – Alcanzó a preguntar Yuichi, por todos los
demás.
- Y los causantes de eso…
- Fue Ryo, ¿verdad? – Preguntó Tadayoshi, mirando a Toma de
una forma en la que le pedía que le mintiera así fuera cierto.
- Sí. Jin y su banda… También están involucrados –
Prosiguió, mirando a Kazuya, a quien parecía no extrañarle esa actitud en su
antiguo mejor amigo.
- ¿Quién te lo dijo? – Preguntó Keiichiro.
- Tegoshi. Debido a lo sucedido hoy… Creo que no pudo
soportarlo más.
- ¿Qué tienes en mente, Toma? – Preguntó Tomohisa -. No
creo que nuestra presencia aquí sea sólo para contarnos esto…
- Quiero que me ayuden a molestar a Ryo – Dijo finalmente
el muchacho, con una pícara sonrisa adornando su rostro -. Quiero que se hunda
solo.
- ¿En qué te somos útiles? - Preguntó Kazuya, apoyando
sus brazos sobre el respaldo de la silla y su mentón sobre los mismos.
- ¿Cómo puedes decir eso? – Murmuró Tadayoshi -. ¿Acaso
vas a traicionar a tu amigo?
- Te equivocas… Jin ha dejado de ser la persona que yo
conocí cuando era niño. Y si esto hace que vuelva a ser como antes, entonces,
me adhiero. ¿Acaso crees que Ryo no es capaz de hacer eso…, Tadayoshi?
- Claro que no… Claro que sé… De lo que es capaz –
Musitó, con la cabeza gacha.
- No te estoy obligando a participar, Tadayoshi – Le dijo
Toma, a lo que el aludido lo miró -. Sólo… No le digas nada a Ryo, ¿sí? – Le
pidió, juntando sus manos como si fuera a rezar.
- No – Respondió el aludido -. Lo haré. Los ayudaré.
Recordando la charla con Toma, la noche anterior, sonrió,
generando que la furia en Ryo le llegara hasta la última célula y levantara su
brazo en pos de golpearlo con el puño.
- ¡¡Alto ahí!!
La voz y el agarre de Tomoya, evitó que Ryo le diera un
puñetazo a Tadayoshi, quien optó por levantarse y arreglarse el cuello de la
camisa.
- ¡Suélteme! ¡Voy a matar a este estúpido! – Exclamó Ryo.
- ¡¡Okura-kun, ¿qué significa esto?!! – Preguntó el
profesor, de espaldas al pizarrón.
- No lo sé, sensei. Él vino y se me abalanzó…, ¿verdad? –
Preguntó, girándose para buscar la aprobación del resto del curso, quienes
asintieron algunos con sus voces y otros con un movimiento de cabeza.
- Nishikido… ¡¡Oye, Nishikido!! – Gritó el mayor,
sosteniendo aún a Ryo -. ¡Sal de aquí y vete a tomar algo de aire!
- ¡Déjeme matarlo!
- ¡Óyeme! – Volvió a exclamar el profesor, girándolo para
agarrarlo de los hombros -. Vete, a menos que quieras ir a darle explicaciones
de esto al director - Acto seguido, Ryo fue llevado a la rastra a la puerta, la
cual se cerró abruptamente al lanzarlo literalmente fuera del salón. Tomoya
suspiró, levantó las cosas que había lanzado al suelo para agarrar a su alumno
y finalmente vio lo escrito en el pizarrón -. ¿Qué significa esto…? ¡¿Qué
significa esto?! – Exclamó, mirando a sus alumnos, quienes estaban con la
cabeza gacha. Tadayoshi fue el único que se levantó.
- Lo siento, sensei, pero hasta lo que sé, ninguna de
estas personas sabe quién fue la persona que escribió eso en el pizarrón. Es
más, yo mismo me cercioré de preguntarles a todos y cada uno de los presentes
con excepción, claro está, de Nishikido-kun, como Usted habrá visto.
- ¿Y no se les ocurrió borrarlo? – Preguntó irónicamente
el mayor.
- Disculpe, sensei, pero, ¿puedo acercarme a su
escritorio? – Le pidió el delegado.
- Claro – Suspiró el profesor.
Tadayoshi se le acercó con una bolsa, cuyo contenido
lanzó cuidadosamente sobre el escritorio del profesor. Lo que estaba dentro de
aquella bolsa eran las fotos utilizadas el día anterior entre Toma y Yuya.
- ¿Qué es esto? – Preguntó Tomoya, mirando una de las
fotos con cuidado.
- Me imagino que reconoce a uno de los alumnos.
- Sí, este es Ikuta del 3°C… Pero, el otro…
- Es el muchacho que vino aquí por una beca – Tomoya lo
miró, sin pronunciar más palabras -. El día de ayer ellos fueron el hazmerreír
del instituto culpa de unas personas que se dedicaron a espiarlos. La verdad no
conozco en detalle los hechos, o el porqué de ese abrazo para con Tegoshi-kun. Ah,
Tegoshi Yuya-kun es el nombre del chico que llegó al instituto gracias a la
beca. Pero… Se lo ve bastante mal en esas fotografías, ¿no? ¿Acaso no es normal
que un amigo sea nuestro paño de lágrimas?
- Ehh – Un alumno levantó la mano, pidiendo permiso para
hablar.
- ¿Sí? – Preguntó Tadayoshi.
- No es normal que un alumno de tercero y uno de primero
sean tan cercanos, ¿o sí?
- Te equivocas – Dijo Tadayoshi, acercándose a él y
enseñándole una fotografía en su celular -. Esta persona fue mi senpai cuando
entré a este instituto. Él se graduó el año pasado, con honores y nos seguimos
hablando hasta el día de hoy. No creo que haya diferencia de edad a la hora de
ser amigo de alguien. ¿No, sensei?
- Sí… Supongo – Respondió Tomoya, aún perdido entre las
fotografías desparramadas sobre el escritorio -. Pero… Si dices que esto
ocurrió ayer… ¿En qué momento fue?
- Supongo que a la noche – Respondió, guardando su
teléfono celular y acercándose a él -. Al menos hasta que Usted llegó el día de
ayer… Eso estuvo pegado en el pizarrón – Se giró, mirando a sus compañeros. Con
su discurso, los tenía a todos comiendo de la mano. Después de todo, como bien
les había dicho Ryo el día anterior, él era el delegado de la clase.
- Voy a informarle esto al director – Espetó finalmente Tomoya,
guardando las fotografías en la bolsa -. ¿Puedes guardarlo y entregármelo al
finalizar las clases, por favor?
- Seguro – Respondió Tadayoshi.
La puerta del 3°C se abrió abruptamente, dando paso a
Ryo.
- Tú – Dijo, mirando a Toma -. ¡¡Tú…!!
- ¿Usted no tiene clase, alumno? – Preguntó Koichi, el
tutor de la clase.
- ¡A la mierda con las clases! – Dijo, levantando a Toma
de un brazo y lanzándolo contra la mesa, agarrándolo del saco -. Pedazo de hijo
de puta, ¿qué mierda estás diciendo de mí?
- Oye, esa no es forma de tratar a una persona, Ryo – Le
dijo, lo más tranquilo posible.
- Lo planeaste todo con tu grupo de idiotas, ¿no es
cierto?
- Vamos, Ryo, cálmate… Que la verdad no ofende.
- ¡Nishikido! – Lo llamó Koichi, segundos antes de que
Toma recibiera un golpe de su parte.
- Si te pones así… Quiere decir que lo que se rumorea es
cierto… ¿No? – Le dijo, mirándolo desafiante mientras un fino hilo de sangre
aparecía desde la comisura de sus labios.
- ¿A qué rumores se refieren? – Preguntó Koichi a uno de
los alumnos, acercándose a ambos y alejando a Ryo de su alumno de un empujón.
Miró a ambos -. Ikuta-kun… ¿Me lo explicarás a mí o al director?
- No hay nada qué explicar – Dijo Ryo, fulminando a Toma
con la mirada.
- Acerca de lo que vio en el pizarrón, sensei – Dijo el
aludido, sin decir más palabras.
- Eso seguro fue una broma de mal gusto.
- De un gusto de mierda – Dijo Ryo.
- Nishikido, cuida tus palabras – Dijo Koichi, recibiendo
al silencio como respuesta -. ¿Pueden comportarse como personas civilizadas y
seguir estudiando? Están en tercer año, por favor. No son niños para que
tengamos que estar vigilando cada cosa que hacen.
Toma volvió a su asiento y sacó algo de entre sus cosas.
- Ryo – Lo llamó, estando éste cerca de la puerta,
acompañado de Koichi -. Esto estaba en la cafetería. Tiene tu nombre, no sé qué
será – Dijo, hincándose de brazos. El aludido lo miró con el ceño fruncido y se
lo quitó de las manos.
Salió del salón. No estaba en sus planes volver a clases,
así que salió al patio a tomar aire. Le dio la vuelta al edificio de los
dormitorios para encontrar aquella paz que cada tanto le gustaba entre el verde
del lugar. Era capaz de ver el infinito mismo en aquel cielo que sus ojos
miraban hasta caer profundamente dormido. Se tiró en el pasto e interrumpió el
firmamento celeste con aquel sobre color madera que le entregó Toma. Lo abrió y
sacó varios papeles de su interior. Al leerlos se sentó de un salto, viendo con
rapidez el resto de aquellos papales, cuyo contenido terminó por quitarle la poca
tranquilidad que seguía recorriendo su cuerpo. Eran exámenes médicos
practicados a Yuya, en los cuales se advertía de su abuso para con él. Al final
de los mismos había otra hoja que difería mucho de la de los exámenes, era la
nota con la que habían engañado a Yuya, pero la misma estaba escrita del lado
de atrás.
- “Al menos dile a alguien que escriba la nota por ti...
Conozco tu caligrafía…, Nishikido Ryo” – Rió, destrozando la nota en miles de
pedazos junto con los resultados de los exámenes -. Hijo de puta… Bien hecho,
Toma. Bien hecho…
Volvió a acostarse en el pasto, sin dejar de reír.
Takahisa agradeció no ser popular. Agradeció poder
caminar tranquilamente por aquellos pasillos, poder charlar con la gente con
naturalidad.
- Massu~ - Suspiró, girándose lentamente.
Había olvidado que ahora Yuya le recordaría ese día, al menos hasta dentro de
dos años -. ¡Feliz cumpleaños!
El rubio se abalanzó encima suyo, abrazándolo
cariñosamente, recibiendo el mismo acto de afecto por parte del mayor.
- Gracias, Tegoshi.
- Chicos, búsquense un sitio más privado para estas
cosas, ¿de acuerdo? – Dijo Yuichi -. A propósito, feliz cumpleaños, Takahisa –
Felicitó al muchacho, palmeándole la espalda.
- Eh… P… ¿Cómo?
- Yo se los dije – Dijo Yuya, soltándolo.
- ¡¿Eh?! ¿Se los? ¿A quiénes más se lo dijiste?
- Pues – Dijo el rubio, pensando -… A Ikuta senpai, a
Yamashita senpai, a Kei-chan, a Shige y a Okura senpai. ¡Ah! Bueno, y a
Nakamaru-san.
- A Okura-…san…
- Sí, a Okura senpai. Tienes actividades en el club hasta
tarde, ¿no es cierto?
- Así es…
- Entonces, cuando termines, ven a la cafetería para
festejar. Voy a prepararte el mejor de los platillos, ya verás.
- Tegoshi… Tú no sabes cocinar.
- Olvida ese detalle, ¿de acuerdo?
- ¿Cómo estás?
- Bien, ¿por qué?
- Por nada, estaba preocupado por ti.
- No tienes por qué estarlo – Le dijo, con una sonrisa -.
Estoy bien, Massu, en serio.
El verlo feliz, lo tranquilizaba. Desde pequeño, Yuya
había sido una cruz con la que le encantaba cargar. A diferencia de otras, era
una cruz tan liviana que a veces sentía que se preocupaba por nada, como en ese
momento.
- Ya veo. Nos vemos más tarde, ¿de acuerdo?
- Sí. Que pases un buen día.
- Okura-san – Se repitió a sí mismo, deteniendo sus pasos
y negando con la cabeza para que aquel nombre desapareciera de sus
pensamientos.
Faltaba poco para la ceremonia de clausura de clases, el
final del trimestre y el comienzo de las vacaciones. Aunque parecían fechas
lejanas, la verdad es que cuando uno se daba cuenta, estaban a la vuelta de la
esquina. Es por eso que todos los clubes buscaban organizarse para seguir con
sus actividades durante las vacaciones o darles un descanso a todos los
estudiantes. Generalmente, los residentes en localidades distintas de Tokio,
tenían la opción de ir a sus respectivos clubes durante aquella jornada de
receso y eran muy pocas las veces en que optaban por ir.
Tadayoshi era una de esa mayoría de personas que no
asomaban sus narices durante todo el receso escolar. Aunque su familia era
capaz de pagarle un departamento para que se quedara en Tokio durante las
vacaciones, él siempre optó por regresar a su hogar, eso quería decir, a la
ciudad de Higashiosaka, en la prefectura de Osaka.
- ¿Este año también volverás? – Le preguntó Keiichiro,
siendo oído por Takahisa, quien había llegado bastante temprano al club.
- Claro que sí. Además… Tengo a alguien que me está
esperando – Reconoció el muchacho, mitad alegre, mitad con vergüenza -. Si no
voy, me mata.
- ¡Ni que fuera tu pareja! ¡Dile a Yasuda-san que se
calme!
- Bueno… Creo que es normal ya que tengo su misma
expectativa, después de todo, desde la ceremonia de graduación que no tenemos
charlas más de dos días seguidos. Es decir, sólo nos hablamos por teléfono y
puedo verlo en las vacaciones de verano.
- Pero… ¿Él no es de la prefectura de Hyogo?
- Sí, pero suele quedarse en Osaka, tú sabes, después de
todo está estudiando ahí.
- ¿Dónde estudia?
- En la Universidad de Osaka, en Toyonaka.
- P… Pero… ¿Esa universidad no es pública?
- Es la que él eligió – Respondió, hincándose de brazos,
en el momento en que el resto de los alumnos entraban al salón y tomaban
asiento.
- ¿Tú qué harás? – Preguntó Keiichiro, echándole un
vistazo a los papeles que estaban entre sus manos.
- ¿Eh?
- Bueno… Este año es el último de instituto.
- No lo sé – Dijo Tadayoshi, agarrando una pila de
papeles que entregó a cada uno de los alumnos, sin cortar su diálogo con
Keiichiro -. Falta mucho para pensar en eso, Koyama-san. Si quiero, hasta puedo
atender la tienda de mi padre, ¿no? – Le preguntó a Takahisa, entregándole
varias hojas abrochadas.
- Sí, si eso es lo que Okura-san quiere – Respondió el
menor, ocasionando la sonrisa en el muchacho.
- Muy bien – Dijo Keiichiro -. Lo que Okura-kun les está
entregando es el proyecto que tenemos pensado hacer para las vacaciones. Me
gustaría que me confirmen quiénes van a venir al club y quiénes no…
La clase pasó del mismo modo que siempre. Takahisa iría
durante las vacaciones, aún sin Tadayoshi en él.
- Masuda-kun – Lo llamó la voz de Keiichiro, en el
pasillo.
- ¿Sí?
- Feliz cumpleaños – Lo saludó desde el umbral del salón.
- Ah… Muchas gracias, senpai.
- Nos vemos más tarde, ¿sí?
- Sí – Dijo el muchacho, asintiendo con la cabeza.
Volvió su vista al camino y suspiró. Tadayoshi no se
había acordado de su cumpleaños, era obvio, si estaba tan absorto en su viaje a
Osaka y en encontrarse con ese tal Yasuda. Dejó de caminar en el momento en que
oyó su voz llamándolo.
- ¡Masuda-kun!
Se giró, con una sonrisa en el rostro, sintiendo que a
cada paso que se le acercaba, los latidos de su corazón, aumentaban.
- Te olvidaste esto – Le dijo, entregándole un bolígrafo.
- Ah… Esto…
- Sí. Eh… ¿Te sucede algo? Te noto raro – Le preguntó el
mayor, examinándolo con la mirada.
- Mhh… No, nada – Respondió Takahisa -. Bueno, nos vemos.
- Nos vemos. Hasta mañana.
Sus palabras le dejaron muy en claro que no iría a la
reunión que Keiichiro le estaba preparando. ¿Tan especial era aquel Yasuda en
su vida que no tenía espacio para… él…? Llegó corriendo al baño para
refrescarse la cara.
- ¿Estás bien? – Le preguntaron, por lo que levantó la
vista para ver a un sujeto viéndolo sentado en el inodoro, fumando un
cigarrillo. Ahí comprendió de dónde provenía dicho olor.
- Ah… Sí… Sí…
Se lo quedó mirando. El otro sujeto se incorporó, levantó
la tapa del inodoro y lanzó la colilla en su interior, para tirar de la cadena
luego.
- ¿Seguro? – Volvió a preguntarle, llegando a su lado
para lavarse las manos -. No se te ve nada bien.
- Ah… Nishikido-san…
- ¿Sí? – Le preguntó, apoyando su cuerpo contra el mármol
donde estaban los lavabos, secándose las manos con su pantalón.
- ¿Usted… Hace mucho que conoce a Okura-san?
- ¿A Tadayoshi? Claro, desde primaria.
- Ahh… Y… Entonces, sabe – Tomó aire para seguir hablando
-… ¿Qué tipo de relación tuvo él con Yasuda…-san?
Ryo sonrió, acto que Takahisa no vio ya que estaba con la
cabeza gacha.
- Bueno… Ellos siempre fueron muy unidos. Aunque…
- ¿Aunque?
- Creo que ellos tenían una relación más allá de la de un
senpai con su kohai… No sé si me entiendes…
- Quiere decir…
- Sexo.
- Ahhhh…
- Es más, creo que aún siguen manteniendo esa relación.
Tú sabes, no es nada fácil olvidarse de un primer amor.
- ¿Primer amor?
- Sí, eso fue Sho-chan para Tadayoshi: su primer, gran y
único amor – Le dijo, palmeando su espalda, antes de salir del baño, con una
inmensa sonrisa de satisfacción adornando su rostro. Después de todo, no sólo
estaba Yuya para torturar, tenía todo un instituto para hacerlo. Pero las
palabras de Takahisa, le hicieron dar cuenta de dos cosas: la primera, que estaba
enamorado de Tadayoshi, no había duda alguna; y la segunda, que estaba
completamente seguro que él todavía seguía ejerciendo algún tipo de poder sobre
su compañero de curso. Salió del edificio y entró a los dormitorios, pasando
antes por la cafetería para beber algo, pero al ver al “grupo de idiotas” así
llamado por él a los amigos de Toma, optó por beber café de la máquina
expendedora.
- Ah… Ryo-chan – Le dijo Tomohisa, saliendo del lugar -.
¿Qué haces por aquí?
- Vine a tomar un café, ¿por qué?
- Por nada, pregunto.
- ¿Qué hacen?
- Es una fiesta para Masuda-kun, hoy es su cumpleaños.
- ¿Ah, sí? – Preguntó Ryo, bebiendo un sorbo de café.
- Sí. También es el de Jin, ¿no? Envíale mis saludos, hoy
no lo encontré por ningún lado.
- Ah, es que se escapó.
- ¿Ehhh…?
- Dio parte de enfermo y se fue a festejar a su manera al
Roppongi.
- Ahh… Ya veo. Tan propio de él.
- Sí, ni siquiera me avisó el desgraciado. Pero bueno,
veré de qué modo me divertiré yo esta noche… Con mi almohada, claro está –
Agregó rápidamente, sin ánimos de comerse algún sermón de su parte.
- Después de ese café, dudo que puedas pegar un ojo.
- Quizás me sirva de algo y vaya a ayudar a Tadayoshi con
las cosas del club ese en el que está.
- Tan servicial.
- Mucho. Claro, eso si es que me aburro mucho intentando
conciliar el sueño – Dijo, bebiendo el último sorbo de café y lanzando la lata
a la basura -. Nos vemos. Mándale… un feliz cumpleaños de mi parte… a
Masuda-kun.
- Seguro – Le dijo el muchacho con un movimiento de
cabeza. Suspiró, una vez Ryo desapareció de su vista. Las ganas de darle un
golpe quedaron marcadas en la palma de su mano. Al verla, notó la fuerza con la
que había clavado sus uñas para no terminar moliéndolo a palos.
- Feliz cumpleaños – Le dijo Tomoya a Hideaki dejando
sobre su escritorio una bolsa.
- Ah, gracias, pero faltan ocho meses para mi cumpleaños.
- Ya, abre eso.
Hideaki suspiró y dejó de lado su agenda, para abrir la
bolsa y ver su contenido.
- Son… fotos… ¿Este no es…?
- Sí, sí – Dijo, sentándose frente a él -. Son Ikuta y tu
alumno… Ehm… El chico de la beca…
- Está igual que los chicos, Tomoya-san…
- Lo siento, es que realmente no recuerdo su nombre…
- Tegoshi Yuya-kun, pero… Seré curioso, ¿de dónde sacó
estas fotografías?
- Sí, hablé con el resto de los profesores y parece que
en el único salón donde no se pegó esto… Fue en el tuyo… Junto con… Esto –
Prosiguió, entregándole su celular para que viera una imagen en él.
- ¿Qué significa esto?
- No lo sé. Tú sabes: rumores. Lamentablemente los chicos
de este instituto viven de los chismes. Lo de Nishikido-kun apareció justo al
día siguiente de lo de las fotografías de Ikuta-kun y Tegoshi-kun.
- ¿Crees que fue alguno de ellos?
- O alguno de sus amigos. De todos modos, creo que la
furia que se le despertó a Nishikido-kun con esa leyenda en el pizarrón… Daría
a entender que él fue el artífice de las fotografías… ¿No?
- Supongo – Suspiró Hideaki -. ¿Vas a amonestarlo?
- No – Respondió el mayor, levantándose y cargando la
bolsa -. Ah. ¿Notaste que esta va a ser la primera vacación de verano que pasa
un alumno que ingresó con beca a principio de año?
- Es verdad – Respondió el menor, sosteniendo su cabeza
con la mano -. Y espero que con la finalización de las vacaciones, no se
termine su ciclo de estudios aquí…
- Si las cosas siguen así…
Tadayoshi cortó la llamada telefónica y sonrió. Había
estado hablando con Shota con más de una hora, un récord en su historial de
llamadas con él. Giró su cabeza al ver el rápido andar de Takahisa.
- ¿Acaso no saludas? – Le preguntó, entre risas.
- Ah, lo siento es que… Lo vi tan… atento a su llamada…
que no quise interrumpirlo.
- Sabes que no me molesta. Además… ¡Ni que Yasu fuera tan
importante! – Exclamó, antes de estallar en risas. De nuevo estaba ese nombre
que no lograba entender por qué le molestaba tanto -. Oye, Masuda-kun… ¿Estás
seguro de que no te sucede nada? Desde hoy que te noto extraño.
- ¿Sabe… qué día es hoy?
- ¿Hoy? Pues… Hoy es 4 de ju – En ese momento notó el porqué del comportamiento del menor
-… Oh… Masuda-kun… Realmente, lo siento – Se excusó -. Con los preparativos
para las vacaciones y las entregas de los proyectos para el viaje de estu…
- Lo sé, no tiene por qué disculparse, senpai – Estaba
enojado, su forma de hablar lo delataba -. Sé cuán emocionado está por ver a…
- ¿Por ver a…?
- Nada. Olvídelo – Volvió a acomodar su mochila sobre su
hombro -. Nos vemos mañana.
- ¿Te refieres a Yasu?
- M… N… No… Claro que no.
Su tartamudeo decía todo lo contrario. Le resultaba
sumamente tierno.
- Ven. Espero tener algo para compensarte mi falta.
- No hace falta. En serio, no hace falta.
- Yaaaa – Dijo, agarrándolo del brazo y llevándoselo a la
rastra a su cuarto –. Sígueme.
Estaba en su cuarto, es más, sentado en su cama,
totalmente nervioso. Miraba sus acciones sin desprenderse de su mochila, la
cual tenía encima de su regazo a modo de defensa. Quizás era un método de
defensa contra él mismo y no por miedo a algún acto abusivo por parte de
Tadayoshi. Parecía estar buscando algo aunque no sabía muy bien qué. Igual que
hizo él hasta dar con el regalo perfecto para su cumpleaños. En ese momento se
preguntó qué había hecho más feliz a su senpai ese día, su regalo o el llamado
de Yasuda. De nuevo ese nombre que tanto le molestaba. De nuevo aquel fantasma
que no le agradaba y que al mismo tiempo, se moría por conocer.
- Ahhh… Realmente lo siento – Le dijo, en su usual acento
de Kansai, dedicándole una reverencia -. La verdad es que… No tengo nada para
regalarte. Supongo que tendré que traerte un recuerdo de Osaka - Rió. Aunque su
intención era la más buena de todas, no entendía que sus palabras le dolían.
Mencionar la prefectura de Osaka, le hacía recordar a Yasuda -. ¿Quieres algo
en particular? – Le preguntó, sentándose a su lado.
- so…
- ¿Eh?
- Un…
- ¿Sí? – Preguntó, a escasos centímetros suyos, dado a
que le era imposible entender sus susurros.
- Un… beso… suyo – Masculló, finalmente.
- Ah… ¿Sí…? – Dijo Tadayoshi, obteniendo por respuesta un
movimiento de cabeza por parte del cumpleañero -. Bueno, si eso es lo que
quieres…
Tomó su mentón con delicadeza y corrió su cabeza para
poder tenerlo de frente. Takahisa tenía los ojos cerrados con fuerza, al igual
que sus labios. Tadayoshi notó su nerviosismo y su vergüenza en el rubor que
apareció repentinamente en sus mejillas, ocasionando su sonrisa. Lentamente se
acercó a sus labios, cerrando sus ojos, sintiendo con su olfato el aroma que se
desprendía del cuerpo de aquel muchacho. Sus labios se posaron suavemente sobre
los suyos, sin soltar el agarre sobre su mentón. Tadayoshi notó cómo Takahisa
se aferró a su mochila, al oír el sonido de sus dedos casi clavándose sobre la
tela de la misma. Se separó apenas y besó su labio superior y luego el
inferior, soltándolo para posar una mano sobre la cama y la otra sobre su
hombro. Volvió a besarlo, sintiendo en aquel contacto una especie de adicción.
- Creo que… Ya es suficiente – Murmuró Takahisa, aún con
los ojos cerrados.
- Sí – Dijo Tadayoshi, levantándose de un salto -. ¿Vamos
a la cafetería? Todos nos están esperando – Le dijo, sonriéndole.
En ese momento, Takahisa se dio cuenta de que ese beso no
había significado nada para él. Al menos, su reacción le transmitía eso. Salió
del cuarto junto al mayor. Pudo sentir su corazón salírsele del pecho. Lo
amaba, con ese beso se había dado cuenta de eso, en cambio para Tadayoshi, ¿no
había significado nada? ¿Realmente amaba tanto a Yasuda? Suspiró.
- Okura-san - Se giró para mirarlo. Sonrió al notar que
su malhumor para con él había desaparecido -. Usted dijo que podíamos ser
amigos, ¿verdad?
- Así es.
- Déjeme serlo – Le dijo, aparentando confianza cuando en
realidad, se estaba resignando a perder algo que nunca tuvo -. Déjeme ser su
amigo.
- De acuerdo – Respondió Tadayoshi, extendiéndole la mano
-. Acepto tu propuesta.
Takahisa asintió con la cabeza y tomó su mano.
Dentro del cuarto contiguo al de Tadayoshi, Jin y Ryo
habían sido oyentes de sus palabras desde que Takahisa había aparecido en el
pasillo.
- Te lo dije – Dijo Ryo.
- ¿Qué vas a hacer ahora?
- Divertirme. Me di cuenta que… También puedo molestar a
Tadayoshi.
“La venganza puede ser un plato que se come
frío, pero cuando no estás satisfecho,
querrás vengarte todavía más y más sólo para
satisfacer tu propio egoísmo,
aunque eso signifique lastimar a cuanto ser
te rodea.
Esa fue la especie de enseñanza que me dejó
Nishikido Ryo a principios de julio…”
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