La novela xD
En casa~
Ciaossu~!!
Personalmente, creo que es uno de los episodios más sdjgfjhdgfhjsdghfgsdhjgfjhgdfj y lleno de corazones que es escrito EVER, el más largo hasta ahora de Touch y uno por el que busqué más información hasta el punto de volverme completamente PELOTUDA xD
Cuando terminen de leerlo, van a entender a lo que me refiero. La razón de tanto quilombo que quedó resumido en menos de cinco renglones, por lo cual casi me suicido D: es para hacerlo más verídico todavía :3
Los dejo con el fic~
Enjoy~ ♥
Título: Touch
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], OkuMassu [Okura Tadayoshi x Masuda Takahisa] (pero nadie dice que no pueden haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, drama.
Rating: PG-13
Capítulos: 05 / ¿12?
Sinopsis: Finalmente llegan las vacaciones de verano. La gran mayoría de sus alumnos regresan a sus casas, donde sea que estas estén. En el caso de Tadayoshi, debe regresar a Osaka, pero al hacerlo, lleva consigo un gran peso del cual sólo Shota puede llegar a ser capaz de aliviar con sus consejos. Al mismo tiempo, Toma tiene planes para un futuro próximo con Yuya a su lado.
“La venganza puede ser un plato que se come frío, pero cuando no estás satisfecho,
querrás vengarte todavía más y más sólo para satisfacer tu propio egoísmo,
aunque eso signifique lastimar a cuanto ser te rodea.
Esa fue la especie de enseñanza que me dejó Nishikido Ryo a principios de julio…”
( 02. Bienvenida )
( 03. Mentiras )
( 04. Rumores )
Capítulo 05: Quiero verte
Faltaba un día para el cierre de clases. Como de
costumbre en el club de piano, sólo estaban allí Toma y Yuya.
- Ah… ¿Podemos no ensayar el día de hoy, senpai?
- ¿No crees que es hora de que me llames por mi nombre de
pila? – Le preguntó, entregándole un refresco.
- Gracias – Dijo el menor, agarrando la lata -. Usted no
lo hace conmigo…
- Bueno, para mí no es tan difícil, Yuya – Remarcó su
nombre, dejando al aludido obnubilado.
- ¿Puede repetirlo? – Le dijo, perdido entre sus labios,
generando su sonrisa.
- Yu… ya – Repitió Toma, inclinándose para besarlo. El
rubio se separó rápidamente de él, haciéndolo reír.
- No haga eso, por favor.
- ¿Por qué no? Creo que ahora puedo decírtelo
apropiadamente.
- ¿Qué cosa?
- Te amo, Tegoshi Yuya.
Parpadeó varias veces, antes de poder ser capaz de
pronunciar palabra.
- ¿Qué?
- La razón por la que quiero protegerte, por la que
quiero estar a tu lado, es esa: te amo.
- ¿D… D.. D… Desde hace… cuánto…?
- Mhhh… No lo sé. Creo que… ¿desde que te encontré en el
pasillo? Cuando Masuda-kun y Nakamaru te estaban mostrando las instalaciones.
Tragó en seco, notando la sensación que su cuerpo había
sentido al rozar su brazo en aquel lejano momento.
- Ah… Yo… Yo…
Volvió a inclinarse y volvió a besarlo, acariciando con
suavidad su nuca, sintiendo como su boca, en medio del beso se curvaba formando
una sonrisa.
- Te amo – Volvió a susurrar, dándole un sonoro beso
sobre su frente.
- Bueno, ya, ya, pueden vernos.
- Estás bromeando, ¿no? No me mientas para no querer
decirme que te da vergüenza.
- No es eso.
- Sí, lo es. A propósito, dime Toma.
- No puedo.
- Inténtalo – Dijo el mayor, sentándose frente a él, en
el mismo asiento -. O sino no te dejo salir de aquí.
- Es capaz…
- Y aprende a tutearme.
El menor suspiró.
- Está bien… Ikuta…-san…
- Toma.
- Ikuta…
- Toma…
- Toma – Dijo finalmente, cerrando los ojos con fuerza.
- Muy bien – El mayor acarició sus cabellos -, Yuya.
Prácticamente, aquel era un día de cambios y
participaciones activas del resto de los alumnos, menos de Takahisa, que seguía
con el proyecto que le habían entregado del club de literatura entre sus manos.
Su vista estaba en el cielo o, al menos, eso aparentaba, ya que su mente estaba
muy lejos de aquel cielo azul. Es más, estaba lejos de ese día, justamente en
el día de su cumpleaños, en el momento en que Tadayoshi besó sus labios.
- Jujuju – Rió suavemente, recordando aquella sensación.
- ¿Por qué esa cara feliz? – Le preguntó Ryo, ocasionando
que se sobresaltara y aquellos papeles cayeran al suelo. Ryo rió y lo ayudó a
recogerlos -. Oye, ¿todavía quieres saber más acerca de Sho-chan y Tadayoshi?
- ¿Eh?
- Bueno, Jin no quiere esperar hasta mañana y como no hay
actividades, se va hoy mismo, así que… Puedes venir a mi cuarto. Te diré todo
lo que quieras saber – Le dijo, en voz baja -. Pero no hace falta que me
respondas ahora. Si quieres ven. Ehm… Después de cenar, ¿te parece bien?
- Ah… Eh…
Takahisa se lo quedó mirando. Recordó que, al final, no supieron quién había pegado
aquellas fotografías de Toma y Yuya, y aunque todas las fichas apuntaban a Ryo,
no hubo prueba contundente en su contra o, al menos, eso era lo que le había
contado Yuichi. Suspiró, mirando de reojo el cielo azul, culpándolo
internamente por desconcentrarlo minutos antes. Volvió su vista al pasillo
atestado de alumnos. Sin decírselo, había aceptado la propuesta de Ryo.
Esa sería la última cena para muchos en ese lugar hasta
dentro de un mes. Tenían en claro que iban a irse a dormir temprano para partir
al día siguiente lo más rápido posible a los hogares que tanto extrañaban.
- ¿No vas a cenar? – Le preguntó Keiichiro a Tadayoshi,
al ver los dos bocados de comida que le dio a su cena.
- No, creo que me voy a ir a dormir.
- ¿A qué hora es tu vuelo?
- Sale de Haneda a las 10:15.
- ¿Preparaste todo?
- Sí, pero… Creo que me quedaron algunas cosas por
guardar…
- Mejor ve a dormir. Que descanses, y buena suerte.
- Gracias – Le dedicó una rápida mirada, de alguna
manera, no estaba acostumbrado a recibir tales cuidados por parte de sus pares.
Rápidamente, se deshizo de los residuos y subió hasta su dormitorio, siendo
invadido sólo por el silencio. Miró la enorme luna blanca y le sacó una
fotografía con su celular, siendo el sonido de obturador lo que llamó la
atención de una persona que tampoco había optado por cenar. La puerta de un
cuarto se abrió sigilosamente, quedándose su único ocupante con su cuerpo
apoyado sobre el umbral, mirándolo. Sin percatarse de ello, Tadayoshi le envió
aquella fotografía a Shota, preguntándole qué estaba haciendo, si estaba
mirando esa misma luna y si podía llamarlo.
- Tan tierno – Le susurró, a su lado, haciéndolo
sobresaltar.
- Ryo… ¿Qué…? Me asustaste, ¿sabes?
- Digo lo mismo de ti. Me estaba por dormir y de pronto
escuché el sonido de ese maldito celular tuyo.
- Ah, lo siento – Dijo, guardándose el celular -. Iré a
hacer lo mismo, mi vuelo sale bastante temprano mañana.
Tadayoshi se alejó de él unos pasos.
- Oye, Tadayoshi…
- ¿Sí?
- ¿Has hablado con Masuda?
- Me gustaría que no te metieras en asuntos que no te
incumben.
- ¿Lo tomo como una amenaza?
- Tómalo como quieras. Sólo… No intentes nada contra él.
- ¿O qué? – No tenía respuesta a esa pregunta, porque
cualquier cosa que intentara en su contra quedaría en su mente como una gran
carga y remordimiento. Chistó y optó por dejarlo a él con la última palabra.
Estuvo por cerrar la puerta de su cuarto, pero la mano de Ryo interponiéndose,
lo evitó -. Vas a tener que sobornarme bastante bien para que guarde silencio –
Le dijo, mirándolo a los ojos -…, ¿sabes? - Acarició su espalda. Tadayoshi pudo
notar cómo su piel se erizó ante esa caricia -. Lo sabía. Aún te excito, ¿no…?
– Le susurró, estirando el lóbulo de su oreja con los dientes.
- Ryo… No…
- Vamos a mi cuarto, Tadayoshi… Págame para que Masuda no
se entere cuánto lo quieres…
Se dejó llevar, cómo siempre venía haciendo cada vez que
Ryo lo necesitaba. Se dejó conducir hasta su cuarto, tan solo al lado del suyo.
Se dejó caer sobre la cama, preso de aquella burlona sonrisa, de aquellos
labios que buscaban los suyos casi con desesperación. Lloró, por primera vez y
en mucho tiempo, Tadayoshi lloró, pero sabía que lo que hacía para que su más
grande secreto estuviera a salvo.
Estaba atrasado por no más de un cuarto de hora. Esperaba
que Ryo no hubiera conciliado el sueño, ya que, según sus compañeros de curso,
ni siquiera había ido a cenar. Tadayoshi también había ido a dormir temprano,
ya que al día siguiente tenía que levantarse temprano, por lo que sus pasos
sobre aquel pasillo del tercer año fueron más discretos que lo usual. Pero, a
medida que sus pies se acercaban al cuarto de su superior, una serie de
inentendibles palabras salían de ellos.
Asomó apenas la vista por la puerta entreabierta,
sintiendo que, en realidad, él no debía estar en aquel lugar. Lo que suponía
eran las voces de Ryo y Tadayoshi… No… Los gemidos de Ryo y Tadayoshi, eran
ciertos. Aunque no había nada más que la luz de la luna iluminándolos, la
silueta de Ryo danzando sobre el cuerpo de Tadayoshi, podía verse a simple
vista. Vio a sus pies un celular que vibraba. Era el celular de Tadayoshi con
la llamada número veinte de Shota. Esa fue la gota que colmó el vaso y fue por
ese motivo que se fue.
No sabía exactamente qué sentir, no sabía que pensar.
Apenas llegó a su cuarto, abrazó a su almohada, deseando que el sueño llegara rápido
a él y que sus sueños fueran muy diferentes a lo que sus ojos habían visto
minutos antes.
Su reloj marcó las 11:30 cuando el avión aterrizó en el
Aeropuerto Internacional de Kansai. Después de recoger su equipaje, una maleta
con ruedas y otra que pudo colocar cómodamente encima de la primera, entró al
lobby donde se suponía el chofer de su familia lo estaría esperando. Se acomodó
sus anteojos de sol, no se los iría a sacar por nada del mundo y esperaba a que
lo reconociera con ellos puestos. Alejándose de la horda de personas que
esperaban a sus familiares, se sentó en una de las sillas en la sala de espera
y sacó su teléfono celular. Casi treinta mensajes de texto enviados y ninguno
respondido. Suspiró y lo guardó.
- ¿Qué es eso de suspirar apenas llegas? – Le dijo una
persona a sus espaldas, golpeándolo con un periódico enrollado sobre la cabeza.
- Ay – Se dio vuelta, no importaba quién era, iba a
insultarlo de pies a cabeza, pero, claro, no pensaba que él iba a ir a
recibirlo.
- Bienvenido a casa, Tacchon.
Abrió su boca, quería decirle algo. Muchas cosas, en
realidad, pero no sabía por dónde empezar. Se levantó y simplemente lo abrazó
con fuerza, recibiendo el mismo gesto por parte de su superior.
- Yasu – Musitó, aferrándose a su cuerpo.
Shota suspiró, sonriendo y palmeando su espalda.
- Ya, ya – Le dijo, soltándolo -. Que tu chofer estaba
buscando una tienda para comprarse un refresco. Nos llega a ver así y pensará
cualquier cosa – Despeinó sus cabellos, sin borrar su sonrisa -. Ahhh… Tengo
tanto qué contarte.
- Mientes, estamos en contacto casi todos los días.
- Señorito Tadayoshi – Una voz a sus espaldas, hizo que
se diera la vuelta.
- Ahh… Wakayama-san – Lo saludó -. Tanto tiempo.
Una vez subió al auto, no le importó el paisaje, el
chofer no era más que un ente, ya que lo único que se oían eran las risas y las
triviales conversaciones entre aquellos dos amigos. Aunque la verdad era que
Tadayoshi quería decirle a Shota lo sucedido con Takahisa y al mismo tiempo,
Shota estaba intrigado respecto a ese asunto, sumado a que la noche anterior no
había respondido a ninguna de sus llamadas, aún cuando le dijo que podía
llamarlo. Algo estaba mal, y lo sabía. Pero del mismo modo estaba consciente de
lo difícil que sería sonsacarle algo de información, ya que cuando Tadayoshi no
estaba dispuesto a hablar, no lo hacía.
- Llegamos – Dijo Shota.
- Ahh… Hace tanto que no vengo a casa que ya me había
olvidado cómo era.
- Señorito, iré a llevar a Yasuda-san a su departamento.
- Ahhh – Estaba por refutar Tadayoshi, abriendo la puerta
para salir del vehículo, viendo como Shota lo saludaba agitando su mano.
- No te preocupes – Le dijo el rubio -. Hoy pasa el día
con tu familia. Mañana me tocará secuestrarte.
Tadayoshi sonrió, preguntándose internamente si de ese
modo había hablado con su madre, o mucho peor, con su padre.
- De acuerdo – Respondió finalmente el morocho recibiendo
sus maletas por parte de su chofer.
- Envíale mis saludos a tu madre, a Ken-chan y a
Bon-chan.
- Y a…
- Ah, sí, a Hajime-san también – Dijo, restándole
importancia al medio hermano de su amigo.
- Después me cuentas qué te hizo, ¿de acuerdo?
- Sí, sí, ya vete – Le dijo, cerrando la puerta del
vehículo.
Tadayoshi se dio vuelta y suspiró. Se acercó al portero
eléctrico y apretó un botón.
- “Mansión de la
familia Okura, ¿en qué puedo ayudarlo?”
- Regresé.
El inaudible sonido de los grandes portones frente a él
abriéndose, fue seguido por la voz del mayordomo de su familia.
- “Bienvenido a
casa, Señorito Tadayoshi.”
- Gracias, Matsumoto-san – Agradeció el muchacho antes de
cruzar el portón. Odió aquella larga galería que se extendía desde el portón
hasta la entrada de la mansión, rodeado del verde césped, aspirando el aroma a
tierra mojada que emanaba de este. Aunque el instituto también tenía césped y
este también se mojaba, el aroma era diferente, el de su casa era más
artificial. Finalmente llegó a la puerta de su casa, donde el mayordomo lo
esperaba, con ambas puertas de roble abiertas, esperando por su llegada.
- Bienvenido a casa – Le dijo el hombre, dedicándole una
reverencia.
- Muchas gracias, Matsumoto-san.
Ambos entraron, cerrando la puerta a su paso.
- ¿Llevo sus maletas a su habitación?
- Por favor – Tadayoshi se acercó a la escalera de mármol
blanca, utilizando su tacto para poder de ese modo recordarla de alguna manera
-. ¿Mi madre?
- La señora está en el living con sus hermanos.
- Ah, gracias - Lentamente, Tadayoshi se acercó al
living. Podía oír una pista de música, oyendo las desafinadas y descoordinadas
voces de sus dos pequeños hermanos. Estaban bailando, de espaldas a él, pero su
madre cayó en su presencia, aún así, el recién llegado le dijo que guardara
silencio, con una seña -. No, no, no, no, muy mal, muy mal – Dijo el mayor de
los hermanos, aplaudiendo.
- ¡Tadayoshi-niisan!
- ¡Niisan!
Ambos niños se le acercaron, abrazándolo con fuerza.
- ¡Te extrañamos, niisan!
- Oye, ¿qué nos trajiste? ¿Qué nos trajiste?
- Niños – Llamó su atención su madre, ocasionando que los
pequeños lo soltaran y se alejaran un poco para que ella pudiera saludar a su
hijo mayor -. Dejen en paz a su hermano – Pidió, antes de ser ella quien lo
abrazara -. Hijo mío – Susurró -. ¿Cómo estuvo el viaje?
- Bien, son sólo dos horas después de todo.
- Pero eso no quita que estés cansado – Dijo la mujer,
acariciando sus cabellos.
- Niisan… ¿Nos trajiste algo?
- ¿Con mi presencia no es suficiente, Bon? – Le preguntó,
poniéndose en cuclillas para despeinar sus dorados cabellos.
- Espero que al menos nos haya traído buenas notas.
Tadayoshi se levantó y se giró apenas, para ver a su
medio hermano por parte de padre, Hajime. Le llevaba cuatro años y estaba
estudiando Economía en la universidad. Cuando él apareció en la vida de su
padre, su vida, todo Tadayoshi había pasado literalmente a un segundo plano
para él, convirtiéndose este hijo mayor en su nuevo y más grande orgullo. Claro
que ese trato no era el mismo para con sus hermanos menores. Tadayoshi había
sido el único que había sentido tal desplazo.
- Niisan – Le dijo, dedicándole una reverencia.
- Hajime-kun, ¿dormiste bien? – Preguntó la madre de
Tadayoshi.
- No del todo, una voz chillona me ha estado perturbando
el sueño más temprano, ¿acaso tuvo visitas?
Estaba hablando de Shota, estaba claro. Hajime lo conocía
y por ser amigo de Tadayoshi, lo detestaba.
- Yasuda-kun vino hace unas horas para ir a buscar a
Tadayoshi al aeropuerto, pero… ¿Lo dices por él?
- Ah… Ese…
- ¡Oye, Haji…!
- Buenos días, Tadayoshi.
Debió guardar sus palabras para el tesoro de su padre
para más tarde, ya que este hizo su acto de presencia en el lugar.
- Buenos días, padre – Dijo, dedicándole una reverencia.
- ¿Viajaste bien? – Le preguntó, sacándose los lentes
para limpiarlos con un pañuelo.
- Sí… Sí…
- Ya veo. Hajime, mañana nos vamos a Tokio, así que
quiero que encuentres a alguien que se quede a cargo de las tiendas de Osaka,
¿de acuerdo?
¿Era necesario…?
- Sí, padre.
¿Era realmente necesario decirle eso en aquel momento?
¿Con él presente?
De algo estaba completamente seguro Tadayoshi: las
razones por las que había regresado a su hogar no habían sido ni su hermano
mayor, ni su padre.
El dueño de la casa, abrazó a dos sus hijos menores,
dedicándoles unas cuantas palabras de afecto, besó a su esposa y se fue. Lo
estaba desplazando, se estaba alejando de él, cada vez más.
- No le des importancia – Le dijo su madre, una vez ellos
se fueron -. Está algo estresado.
- No… Está bien. Sé lo mucho que le importo a mi padre –
Le sonrió, estaba siendo irónico, pero de todos modos sonrió -. Voy al jardín.
¿Puedes decirle a Matsumoto-san cuando lo veas que me lleve el desayuno?
- Claro – Su madre entrelazó sus dedos a los suyos,
recorriendo la palma de su mano con las yemas de sus dedos. Su hijo mayor la
miró y le sonrió antes de alejarse de ella.
Tadayoshi salió al jardín, caminando por la galería que
daba la vuelta a la mansión y se sentó en torno a la antigua mesa redonda, en
una de las sillas del mismo material. Sacó su teléfono celular y miró su
pantalla. No tenía respuesta, así que envió otro mensaje.
01 de agosto – 12:47
Para: Masuda-kun
¿No te has
despertado aún? ¿No es tarde? Estoy en casa, pero de alguna manera, siento que
no fui bien recibido. Detesto eso, realmente, lo detesto mucho. ¿Cómo te
recibieron a ti? ¿A qué hora llegaste?
Envió el mensaje y dejó el aparato sobre la mesa, sin
quitarle la vista de encima, sino hasta sobresaltarse al ver a su madre al lado
suyo, con una bandeja con su desayuno.
- Madre…
- Te traje el desayuno – Dijo la mujer, dejando la
bandeja frente a él, y sentándose a su lado. Se dedicó a mirarlo, tomando una
de sus manos, antes de que los palillos se acercaran al bowl donde estaba el
arroz -. Tadayoshi… ¿Te sucede algo?
La miró, muy sorprendido, claro está. Sabía que por más
que no se lo dijera, no había persona que conociera mejor que nadie sus
sentimientos que ella.
- No, ¿por qué? ¿Me ves raro?
- Sé que te sucede algo – Le respondió, acariciando
apenas su rostro, como su tuviera miedo a romperlo -. Puedo verlo en tus ojos.
- ¿Ah, sí? – Preguntó Tadayoshi, comiendo un poco de
arroz -. ¿Y qué más ves? – Se acercó a ella para que viera sus ojos.
- Miedo – Le susurró -. Mucho miedo.
- Mentirosa – Susurró, alejándose de ella y volviendo su
atención a la comida. Su celular vibró, dándole aviso de que había recibido un
mensaje de texto. Casi lanzando los palillos al suelo, Tadayoshi lo agarró y
abrió la casilla de mensajes.
01 de agosto – 12:52
De: Keiichirou
Imagino que ya
llegaste a Osaka, ¿no? ¿Cómo va todo?
Suspiró sonoramente y volvió a dejar el celular en su
lugar.
- Estás enamorado.
Sus palabras hicieron que estuviera a punto de ahogarse
con el té que había bebido segundos antes.
- ¿Q… Qué…? – Le preguntó, mirándola.
- Cuando tu celular vibró, sonreíste, y ese miedo en tus
ojos desapareció por un instante.
- C… Claro que no, mamá. ¿Qué cosas dices?
- Tadayoshi… Yasuda-kun no quiso decírmelo, pero está
preocupado por ti. Es la primera vez que va a buscarte al aeropuerto, ¿no es
así? Cuando me llamó anoche, titubeaba y hoy estuvo nervioso por algo, todo el
tiempo.
- De seguro titubeaba por miedo a que Hajime o mi padre
hubieran respondido a su llamada…
- Qué malo eres… Pero… Al menos, confía en él. Si no
quieres contarme algo a mí, está bien, lo comprenderé, después de todo, aparte
de ser tu madre, soy una mujer, pero… Tienes a Yasuda-kun, cuando necesites a
alguien más.
Sin poder ser capaz de comer, dejó el bowl sobre la mesa
y miró a su madre.
- ¿Qué te dijo Yasu?
- Nada, ya te dije que lo vi nervioso.
- Mañana voy a pasar el día con él.
- De acuerdo. Si eso te hace feliz – Dijo la mujer,
levantándose -. Ah, hijo - Estaba por comer, pero el llamado de su madre volvió
a impedírselo -. De quien sea que te enamores, mientras te haga feliz,
realmente no importa.
Parpadeó al oír sus palabras. ¿Tan trasparente era a su
madre? ¿O sólo lo mencionaba porque no estaba en un instituto mixto? Ahondar en
el tema sería tener que dar explicaciones que no quería, y decir nombres que
tampoco quería. Volvió su vista al bowl
con arroz, pero lo dejó sobre la bandeja. Toda aquella conversación le había
quitado el apetito. Corroboró una vez más su teléfono celular. No tenía ningún
mensaje nuevo.
Una muchacha bajó las escaleras y llegó a la
cocina-comedor. Estaba vestida con una musculosa blanca y un pantalón corto de
jean. Su cabello castaño claro un poco más arriba de sus codos, estaba siendo
secado con una toalla. Tarareando una canción, reparó en el constante tintineo
de la luz de un celular sobre la mesa.
- ¡Niichan! – Llamó a alguien, escaleras arriba, viendo
el celular -. ¡Tienes 37 mensajes de texto nuevos!
- ¡¿Ehhh?! -
Exclamó Takahisa, escaleras arriba, bajando las mismas a toda carrera -. ¡Oye!
Deja de espiar mis cosas – La regañó sacándole el aparato de sus manos.
- Malo – Masculló la muchacha, haciendo un puchero,
dirigiéndose a la cocina -. Parece ser que todos eran de un tal Okura… ¿Es de
Osaka? O al menos eso decía en los mensajes de texto.
- Ah… Sí… Oye, ¡deja de revisar!
- Lo siento, lo siento…
- Ah, esto es malo, es malo – Dijo, subiendo las
escaleras del mismo modo en que las bajó. Cerró la puerta de su cuarto y se
lanzó a la cama para ponerse a leer los mensajes. Apenas había llegado a su
casa, su hermana le había informado que su madre se había ido a trabajar y que
le dejó la tarea de ordenar su cuarto, olvidándose por completo de su celular
al dejarlo en el comedor y, para colmo, en silencio. A diferencia del resto de
sus compañeros de instituto, Takahisa vivía en una casa en vez de una mansión y
era su padre quien, al separarse de su madre, se había encargado de la
educación de sus hijos, y era por eso que estaba estudiando en el instituto
Kitagawa. Sonrió, aquellos mensajes lo relajaban un poco, pero aún así, no pudo
evitar recordar lo sucedido la noche anterior. ¿Qué significaba él en la vida
de Tadayoshi? ¿Qué eran Ryo y Yasuda en la vida de Tadayoshi? Necesitaba
preguntarle muchas cosas, pero tenía miedo a sus respuestas.
01 de agosto – 13:04
Para: Okura senpai
¿Cómo llegó a
Osaka, senpai? Yo llegué a eso de las 9 am. Quise venir lo más pronto posible.
Olvidé mi celular en el comedor, por eso no respondí, lo siento mucho. ¿Qué
está haciendo ahora? Yo debería seguir ordenando mi habitación, pero puedo
tomarme un descanso. ¿Cómo es eso de que no fue bien recibido?
Tadayoshi estaba tirado en su cama, mirando el techo. Sus
hermanos menores habían salido de paseo con su madre, así que, salvo por los
empleados, estaba solo en la casa. El sonido de su celular avisándole de un
nuevo mensaje, lo hizo sentarse y mirar a aquel aparato lejos suyo. Pensando en
que sería un nuevo mensaje de Keiichiro, lo tomó con suma tranquilidad,
abriendo los ojos como platos al ver el nombre de la persona que estaba
molestando su tranquilidad. Vio su reflejo en el vidrio de su habitación, tal y
como su madre se lo había dicho, estaba sonriendo. Volvió a acostarse en su cama
y respondió, escribiendo su respuesta lo más rápido posible.
01 de agosto – 13:05
Para: Masuda-kun
¿Ordenas tu
habitación? Eso es raro… Llegué hace un par de horas. Muerto de hambre porque
el vuelo en el que viajé no había desayuno. ¡¿Puedes creer que no haya
desayuno?! Mi chofer y Yas_
Dudó bastante en escribir o no su nombre, de alguna
forma, sentía que el nombre de Yasuda Shota perturbaba la tranquilidad en
Takahisa.
Para: Masuda-kun
¿Ordenas tu
habitación? Eso es raro… Llegué hace un par de horas. Muerto de hambre porque
el vuelo en el que viajé no había desayuno. ¡¿Puedes creer que no haya
desayuno?! Mi chofer fue a buscarme al aeropuerto. Es que vivo con mi medio
hermano y, me detesta. Se ha vuelto la joya preciada de mi padre y soy
despreciado por eso. De todos modos, no me importa, ya no me importa. Con ver a
mi madre y a mis hermanos pequeños, soy feliz.
01
de agosto – 13:05
Para: Masuda-kun
¿Te gustan los
emoticonos?
01 de agosto – 13:06
Para: Okura senpai
Eh… Sí, yo mismo me
ordeno mi habitación. No crea que vivo en una super mansión rodeado de
sirvientes. Vivo en una casa bastante común, con mi madre y mi hermana. Mi
padre se separó de mi madre y nos paga los estudios a mí y a mi hermana (aunque
ella tiene un trabajo a medio tiempo) como si con eso le perdonáramos el
abandono hacia mi madre. Pero, ni modo, es mi padre, la persona que me dio la
vida, eso es innegable. Nunca viajé en avión salvo la vez que fuimos a Hokkaido
con el instituto, así que no sé lo que se siente. De hecho, viajé en tren para
llegar a mi casa. Extrañaba lo apretado de viajar en los trenes. Ja, ja.
¿Realmente es así? ¡¿Realmente hay alguien mejor que Okura senpai?! (°д°;)
Tadayoshi sonrió al leer su respuesta. Se dio cuenta que
con esa serie de mensajes, conocería a fondo a Takahisa, por lo que no dejó de
responderle en ningún momento. También notó que no era él la única persona con
problemas en su familia.
Un par de golpes sobre la puerta lo sacaron de su
profundo sueño. Lo siguiente que oyó fue la voz de su madre, llamándolo.
- ¿Yuya? Hijo, tienes visitas.
Takahisa, no había otra persona en el mundo que fuera a
su casa. Se levantó, y fue al cuarto de baño para lavarse la cara y asearse un
poco, mas la ropa que llevaba encima, no se la cambió en lo más mínimo. Bajó
las escaleras vestido con una remera para dormir y un pantalón de jogging para
nada presentable.
- Hola, Yuya.
Se lo quedó mirando con los ojos abiertos.
- Senpai…
- ¿Eh? – Fingió que no lo había oído -. ¿Qué dijiste?
- Eh… Ah… Toma… ¿Qué haces aquí? Ah… Yo… ¡Mamá, ¿por qué
no me dijiste que Toma estaba aquí?! – Subió corriendo las escaleras, cerrando
de un portazo la puerta. Lo había visto con su peor vestimenta y estaba
sumamente avergonzado por eso.
- Lo siento mucho, Ikuta-kun – Dijo la madre del rubio,
entregándole una taza de té, sentándose a su lado en el sillón de dos cuerpos
con un viejo tapizado de flores imposible de combinar con algo -. No sé de
dónde mi hijo sacó tan mala educación con sus superiores.
- No se preocupe. Fui yo el que le dijo a Yuya que me
llamara por mi nombre de pila.
- ¿En serio?
- Sí, después de todo, dos años de diferencia no es nada
– Recalcó el muchacho, con una sonrisa. No podía decirle que estaba saliendo
con su hijo. Al menos, no hasta que Yuya creyera que era el momento propicio
para decírselo.
- Lo siento mucho.
A sus espaldas, Yuya le dedicó una reverencia. Estaba
apenado y rojo como un tomate.
- Está bien, está bien. Me alegro de ver a mi kohai con una vestimenta distinta del
uniforme del instituto. Te hace ver más… normal… Digamos…
- ¿Tienen pensado
salir a algún lado? – Preguntó la madre de Yuya.
- Ah, quiero llevar a Yuya a conocer un lugar, si no le
importa.
- Por supuesto que no – Rió la mujer, levantándose y
dirigiéndose a la cocina -. Hace mucho que no veo a Yuya feliz. Te agradezco
mucho que estés cuidando a mi hijo en el instituto, Ikuta-kun.
- De nada, señora.
De nuevo su celular, de nuevo la casilla de mensajes
llenas. Sumergido entre las sábanas, vio el desorden de su habitación,
quejándose por ello, y hundiéndose aún más en la cama por eso. Sacó su mano
sólo para vaciar la casilla de mensajes. Apenas los mensajes llegaron a cero,
recibió dos mensajes.
02 de agosto – 03:07
De: Okura senpai
No respondes mis
mensajes, así que imagino que te dormiste (° °;)
Recién veo la hora, lo siento mucho Σ(・ω・;|||Que descanses,
mañana seguimos (#⌒∇⌒#)ゞ
02 de agosto – 10:35
De: Yuichi
Oye, ¿quieres ir
con Ikuta y Tegoshi a comer yakitori?
Sonrió, desperezándose, respondiendo afirmativamente a la
invitación.
Era un poco más del mediodía cuando Takahisa llegó al
lugar donde lo habían citado.
- Lo siento, me tomó más tiempo de lo que pensé – Se
disculpó, dedicándoles una reverencia a los presentes, agitado por la carrera
que tuvo que correr hasta y desde la estación de tren.
- No te preocupes por eso. ¿Vives lejos de aquí? – Le
preguntó Toma.
- No, es sólo que. Me entretuve con mensajes… de texto -
Murmuró.
- Bueno, no importa – Dijo Yuya -. ¿Entramos? Toma me
levantó de la cama prácticamente y estuvimos recorriendo todo Tokio desde
entonces.
- Eh… ¿Toma? – Preguntó Yuichi, entrando al restorán.
- Ehh…
- Yo le dije que me dijera así, después de todo, estamos
casi todo el día juntos, ¿no?
Yuya asintió, agradeciendo internamente la agilidad de su
pareja para responder, pero sabía que tarde o temprano, tanto sus amigos como
el instituto entero, iban a enterarse que estaban saliendo.
Takahisa sintió su celular vibrando en el bolsillo
trasero de su pantalón, por lo que lo sacó, alejándose un poco de sus amigos al
aminorar el paso.
02 de agosto – 12:40
De: Okura senpai
Mándales saludos a
los chicos (^-^)/ ¿Adónde van a
almorzar? (。・ε・。)
- Permiso.
Una voz a sus espaldas lo hizo sobresaltarse
literalmente. Al hacerse a un lado, chocó con una de las columnas del lugar.
- Ay…
- Este no es sitio para pararse a… leer mensajes de
texto.
- Lo siento mucho, señor – Dijo Takahisa, dedicándole una
reverencia.
- ¿Quiere que reporte eso, padre?
- No, no hace falta.
Takahisa se quedó mirando al grupo de no más de seis
personas que entraron al lugar, recibiendo reverencias y saludos formales por
parte del personal.
- ¿Quiénes se creen…?
La mano de Yuya agitándose en el aire llamando su
atención, lo volvió a tierra, llegando a la mesa que habían elegido para sentarse
a almorzar.
- Como no venías, ordenamos por ti, espero que no te
moleste – Dijo Toma.
- Ah… No hay problema – Dijo el muchacho, sentándose
frente al mayor.
- Massu, ¿con quién te estás mandando tanto mensaje?
- ¿Ehh…?
- Bueno, a menos que sea conmigo, es raro que estés tan
pendiente del celular. No digo que no tengas amigos ni seas popular, pero me
molesta que no me hayas dicho nada a mí, tu mejor amigo.
- Tú también estás raro, Tegoshi – Lo atacó, volviendo su
vista de a ratos a su celular, para verificar que lo que estaba escribiendo
estaba bien -. Estoy seguro que escondes algo.
- ¿Yooooo…? Claro que no…
02 de agosto – 12:45
Para: Okura senpai
Una tienda de yakitori.
El lugar se llama_
Miró un cartel a su izquierda deletreando las sílabas del
nombre del lugar en un susurro.
Para: Okura senpai
Una tienda de yakitori.
El lugar se llama Torikizoku.
No terminó de guardar el celular que recibió respuesta.
02 de agosto – 12:45
De: Okura senpai
¿En serio?
02 de agosto – 12:45
Para: Okura senpai
Sí. ¿Por qué?
02 de agosto – 12:45
De: Okura senpai
Esa es la tienda de
la que mi familia es dueña. De hecho, mi padre y mi hermano mayor iban a ir a visitar las tiendas de Tokio el
día de hoy. Creo que deberían estar ahí ahora mismo.
Estaba pálido, inmóvil y casi sin poder respirar. Se
levantó cual resorte, sin percatarse de la comida que estaba frente a él.
02 de agosto – 12:45
Para: Okura senpai
¿Cómo es exactamente
su padre?
02 de agosto – 12:46
De: Okura senpai
Pues no es muy
alto, tiene el pelo negro hacia el costado y usa anteojos. ¡¿Por qué
preguntas?! Me asustas.
- No puede ser… No, no, no… No puede ser.
- Massu, ¿estás bien? – Llamó su atención Yuya.
- Estás pálido…
- S… Señorita – Llamó Takahisa a una de las camareras.
- ¿Sí?
- A… Aquel sujeto que está allá es – Preguntó Takahisa,
señalando a la horda de personas importantes que habían entrado y a quienes les
había cortado el paso, minutos antes.
- Es el dueño de esta tienda. Su nombre es Okura
Tadashi-san.
- Ah… Gracias…
- Por algo me sonaba el nombre de esta tienda – Dijo
Toma.
- ¿Por qué? – Preguntó Takahisa, sentándose.
- Es la tienda de la familia de Okura.
02 de agosto – 12:48
Para: Okura senpai
Yo hace un rato, le
corté el paso a su padre dentro de la tienda. Ahhh… Me siento terrible.
02 de agosto – 12:48
Para: Masuda-kun
¿Quieres que te
llam_
02 de agosto – 12:48
De: Okura senpai
¿En serio? No te
preocupes, no creo que haya sido la gran cosa. Ni que fuera a echarte del
lugar. Eres un cliente después de todo (o^-')b
Suspiró, sonriendo por el mensaje recibido. Dejó el
celular sobre la mesa y prestó atención a sus amigos.
- En serio, Tegoshi, no sucede nada.
Miró de reojo a aquel grupo de importantes personas,
entre los cuales estaban las personas que menospreciaban las cosas que hacía
Tadayoshi. Aún comiendo, aún charlando con sus amigos, no les había quitado la
vista de encima, después de todo, para salir, tendrían que tomar el mismo
camino que habían cruzado, y en el que se habían encontrado.
Se levantó de un salto al ver que parecían irse, por lo
que se acercó corriendo al grupo, cortándoles el paso nuevamente, dedicándoles
una reverencia.
- ¡Lo siento mucho!
- Ahh… Tú eres el muchacho que estaba en medio del
camino…
- Sí… Yo – Se incorporó, sin percatarse de la mancha de comida que tenía sobre su mentón -… Mi
nombre es Masuda Takahisa, y curso el 2°B del instituto Kitagawa. Yo… Ah…
El hombre hizo una seña a su hijo, quien se acercó a él
para recibir una orden de su parte, sin dejar de mirar a quien era el hermano
mayor de Tadayoshi, siguió titubeando, hasta que volvió al grupo, con una
servilleta en la mano, la cual se la entregó a él.
- Límpiate bien la boca, antes de hablar con mi padre.
- Ah, lo siento mucho – Era odioso, en ese momento,
estuvo de acuerdo con las palabras de Tadayoshi, ese sujeto era odioso -. Yo…
conozco a su hijo…, Okura… Tadayoshi…
- Ah… ¿Eres compañero de curso de Tadayoshi? – Preguntó
el hombre, prestándole más atención.
- Eh… No… Okura senpai está en el tercer… año… Yo soy su
compañero del club de literatura.
- ¡Ah, cierto! Lo había olvidado. Bueno, ¿qué te parece
tener una cartilla de promociones durante un año? Por ser amigo de Tadayoshi,
puedes tener descuentos en las tiendas.
- ¿Eh…? ¿Yo…?
- Claro, muchacho. Ah… Sagara – Llamó a una de las
personas a sus espaldas -. Que el gerente se encargue de tomarle los datos a…
- Masuda.
- A Masuda-kun y lo transmita al resto de las tiendas.
- ¿De cuánto el porcentaje, señor?
- Creo que un 60% es razonable – Dijo el hombre -. ¿Algo
más, Masuda-san?
- Eh… No… Pero…
- Estoy algo atrasado, espero no te moleste – Examinó la
hora en su reloj.
- N… No - Takahisa dejó que aquellas personas pasaran a
su lado. Tenía que decirle, quería hacerlo. Apretó la servilleta entre sus
manos para tomar coraje -. Ehh – Se dio vuelta, las miradas de aquel grupo
volvieron a centrarse en él -. ¿Podría dejar de menospreciar a Okura senpai? – Tadashi
parpadeó varias veces -. Él está haciendo lo mejor que puede en el instituto,
sinceramente no he visto a nadie con calificaciones tan magníficas como las
suyas. ¿Acaso sabe que va a graduarse con honores debido a eso? ¿Acaso sabe que
es el delegado de su clase? – Hajime estaba por increparlo, pero la mano de su
padre se lo impidió -. No, no lo sabe. Porque está tan inmerso en sus negocios,
que no tiene tiempo para su hijo.
- Eh… Massu, ¿qué estás haciendo…? – Susurró Yuya, quien
fue a su lado, junto con Toma y Yuichi al ver el alboroto que estaba armando.
- No, déjame – Le dijo Takahisa, volviendo su vista al
padre de Tadayoshi -. Mis padres se separaron y la única relación que mantengo
con mi padre es recibir el dinero que me manda para pagar mis estudios y los de
mi hermana. No estoy rodeado de sirvientes y mi hermana y mi madre tienen que
trabajar día y noche para mantener nuestra casa. Yo elegí no tener padre, yo
fui el que elegí darle la espalda. Pero Okura senpai quiere todo lo contrario
con usted, él quiere hablarle, quiere decirle lo que le sucedió en clases,
mostrarle las condecoraciones que le entregan por cada calificación que tiene,
pero para usted no es suficiente. Ni aunque le entregue el mundo entero sería
capaz de darle una palabra de afecto a su hijo. Si yo fuera él… Lo despreciaría
como padre… Pero él, aún así, lo sigue amando… y respetando – Sacó su celular y
al llegar a uno de los mensajes, se acercó a Tadashi para darle el aparato.
02 de agosto – 02:18
De: Okura senpai
Aunque no me creas,
no lo odio. Es mi padre, después de todo. Aunque es un poco triste que ni
siquiera me pregunte si estoy bien o si estoy vivo. Para mi padre, sólo existen
Bon, Hajime y Ken. Ellos son sus hijos, yo no. De todos modos, no importa,
cuando me gradúe, me iré a estudiar lejos, no sé dónde, pero me iré lejos. Al
menos de esa manera, el sentimiento de que tiene tres hijos va a ser más que
verdadero.
Tayashi miró a Takahisa y luego oprimió un botón de su
celular, posándolo luego sobre su oreja.
- “¿Masuda-kun?
¿Ocurre algo? Pensé que estabas con los chicos, ¿por qué estabas tan curioso
acerca de mi padre? No me digas que te encontraste con él. Ja, ja, ja…”
- ¿Cómo estás? – Recibió un titubeo por respuesta, oyendo
perfectamente como la persona al otro lado, tragaba saliva.
- “¿P… Papá? ¿Qué
haces con el teléfono de…?”
- ¿Cómo estás, Tadayoshi?
- “Ahh… Bien… Con
sueño…”
- ¿Qué estás haciendo?
- “Estoy… Estaba
jugando con los niños…”, de algún modo, la voz de su padre sonaba normal,
no dura como siempre lo hacía cada vez que hablaba con él.
- Tienes un gran amigo en el instituto.
- “¿Eh?”
- Realmente tienes un gran amigo. Más que un amigo, creo
que es más… Como la voz de tu conciencia.
- “¿Qué… Qué te
dijo Masuda-kun?”
- Lo que tú nunca has podido decirme.
- “Espera, papá…”
- Tadayoshi… Quiero que tengamos una charla cuando llegue
a casa. Supongo que estaré llegando mañana. Quiero que me cuentes cómo vas en
el instituto y qué planes tienes para el futuro, ¿está bien?
- “Ahhh… Sí.”
- Entonces, nos vemos mañana. Mándales saludos a todos y…
cuídate.
- “Sí. Tú también
cuídate…, papá.”
Tadashi cortó la comunicación y le devolvió el aparato a
Takahisa.
- Realmente, mi hijo tiene a grandes personas a su lado.
Muchas gracias, Masuda Takahisa-kun.
Acto seguido, salió de la tienda, dejando a Takahisa
totalmente perplejo.
- Massu, ¿qué hiciste?
- No lo… sé…
02 de agosto – 14:37
De: Okura senpai
¿Qué le dijiste a
mi padre? (°Д°;≡°Д°;)
La noche había caído en la prefectura de Osaka. Tadayoshi
le había mentido a Takahisa diciéndole que estaba por tener una cena familiar
para no tener que mencionar a Shota. No quería mentirle, pero debía hacerlo. En
el momento en que envió ese mensaje, se dio cuenta que no era la primera vez
que lo hacía, que no era la primera vez que le mentía a Takahisa. Se sentía un
egocéntrico al hacerlo, pero al mismo tiempo, no tenía otra alternativa, la
verdad sólo lo alejaría de su lado y eso es lo último que quería.
- Ya llegamos, Señorito Tadayoshi.
- Ah, muchas gracias, Wakayama-san – Dijo el muchacho,
abriendo la puerta del automóvil, dejando entrar el sonido de la ciudad de Toyonaka.
- Señorito Tadayoshi, ¿a qué hora quiere que venga por
usted?
- Ah… No hay problema. Me quedo a dormir aquí, ya le di
aviso a mi madre.
- De acuerdo, hasta mañana, que tengan una buena cena.
- Gracias – Le dijo el muchacho, con una sonrisa, antes
de salir del automóvil.
Entró al edificio, dedicándole una reverencia al portero
y subió al ascensor, bajándose del mismo al llegar al piso trece de los veinte
que tenía. Halló una única puerta a lo largo de aquel pasillo que conectaba con
el edificio de al lado, al seguir por el mismo y dar la vuelta. Vio sus kanji
escritos sobre el timbre, el cual tocó, abriéndose la puerta segundos más
tarde.
- Estaba a punto de llamarte para saber por dónde
andabas.
- Lo siento – Se apenó el menor.
- Bueno, ya, pasa – Le pidió Shota, haciéndose a un lado
para dejarlo pasar -. Bienvenido a… la casa de Yasuda Shota.
Después de dejar sus zapatos en la entrada, Tadayoshi
ingresó al piso perteneciente a su antiguo senpai, quedando maravillado con
todo lo que sus ojos veían en él.
- Es increíble – Musitó.
- Y no sabes la vista que tiene. Ve al balcón y mira por
ti mismo.
- ¿Ya está la cena?
- En unos momentos. ¿Qué? ¿Ya tienes hambre? – Preguntó,
sentándose en el sillón rojo de tres cuerpos en torno a la mesa ratona blanca.
- Siempre tengo hambre.
- Eso es cierto – Shota se lo quedó mirando un rato.
- ¿Qué sucede?
- ¿No estás más alto de la última vez que nos vimos?
- Puede ser.
- No es justo – Se quejó el dueño del lugar levantándose
para dirigirse a la cocina -. Oye, Tacchon…
- ¿Dime?
- ¿Qué hiciste anoche?
- ¿Cuándo?
- Después de que me dijiste que te llame – Le dijo,
entregándole un vaso con jugo para volver a sentarse en el sillón.
- Anoche… Es que… tardaste tanto en responder que… Me
quedé dormido.
No lo estaba mirando cuando le respondió. Supo que le
estaba mintiendo. Revoleó los ojos. iba a costarle mucho que Tadayoshi le
dijera la verdad.
- ¿Cómo están las cosas con Masuda-kun?
- Lo dices como si fuéramos novios…
- Ya te dije, no hay nada de malo en eso.
- Yasu…
- Estás reemplazando a Ryo por él en los mensajes de
texto, eso es bueno.
- ¿Lo hago?
- Sí – Respondió el rubio, con una sonrisa -. Tacchon…
Debes olvidarte de Ryo, ya te lo dije.
Tadayoshi lo miró y suspiró.
- Yasu… No puedo… Ahora que tú no estás allí…
- Puedes valerte por ti mismo, yo sé que puedes.
- ¡No es así! Realmente, no puedo. No puedo decirle a
Masuda-kun que… ¿Que me defienda de Ryo? Es una ridiculez.
- Entonces supéralo de una maldita vez.
- No puedo, Yasu, no puedo. Sólo un año, me queda menos
de un año para la graduación, después de eso…
- ¿Dónde vive ese chico? En Tokio, ¿no? ¿Acaso crees que
tu padre estará de acuerdo con que vayas a Tokio? Tacchon… Ese tipo trazó tu
vida desde el momento en que tu madre le dijo que estaba embarazada de ti – Su
oyente rió suavemente -. Estoy seguro que él debe saber la persona con quien
vas a casarte… Pero tú ni siquiera la conoces, ¿eh?
- Me gustaría que me hubiera advertido lo de Ryo… Si me
lo hubiera dicho al menos sería algo como “Ahhh… Fue mi padre el que quiso
esto”, o “Es el destino y no puedo hacer nada contra él.”
- Te equivocas. Tú eres el único que puede trazar su
destino. Tú eres el que escoges por cual camino ir cuando estás perdido.
Tacchon…
- Gracias, Yasu… Realmente, me hace bien escucharte decir
esas cosas.
Volvió a sonreírle, incorporándose para dirigirse a la
cocina.
- ¿Me ayudas a
poner la mesa?
- Claro – Dijo Tadayoshi, siguiéndolo a la cocina, sin
percatarse del mensaje que había llegado a su celular.
- Entonces… ¿No le has dicho nada a Masuda-kun?
- No tengo nada que decirle.
- Mentiroso, te gusta, sé que te gusta.
- Claro que no – Negó, riendo.
- Ahhhh… Esa respuesta me dice todo lo contrario. Dime,
¿qué sucedió?
Tadayoshi suspiró y lo miró, apoyando luego, su cuerpo
contra la isla en medio de la pequeña cocina.
- Lo besé.
- ¡¿Ehhhh?! ¡Oye, no me digas esas cosas tan de repente!
¡Al menos espera a que me gradúe para dejar este mundo! ¿Cómo que lo besaste?
- Fue su regalo de cumpleaños. No tenía nada en el
cuarto, busqué algo por todos lados, pero no hallé nada y cuando le pregunté…
Me dijo que lo besara.
- Guau… Me dejaste helado… Está claro que a él también le
gustas.
- Claro que no.
- Claro que sí. Ya verás cuando vengan a Osaka. Yo los
terminaré uniendo a ustedes dos.
- Ah… Hablando de eso, por algún motivo, creo que está
celoso de ti.
- ¿De mí? ¿Y eso?
- No lo sé, me da esa sensación. Terminé diciéndole que
tenía una cena familiar para que no me siguiera mandando mensajes mientras esté
aquí.
- ¿Se estuvieron mandando mensajes de texto?
- Desde… ayer… Cuando llegué a casa me respondió los que
le había enviado y nos quedamos charlando como hasta las 4 de la mañana.
- Si eso no es amor…
- Hasta habló con mi padre – Soltó, junto a una risa,
siguiendo a Shota hasta el living.
- ¿Y qué le dijo?
- No lo sé, llevo desde el mediodía intentando que me lo
diga, pero lo que sea que le dijo… Hizo que mi padre me llamara… Desde su
celular… y por primera vez en mucho tiempo, sentí que le importo… No sé… La
verdad, no lo sé…
- ¿Tu padre te llamó desde el celular de…?
- De Masuda-kun.
El timbre interrumpió su charla.
- ¿Quieres ver quién es? – Le pidió Shota, volviendo a la
cocina.
- ¿Esperas a alguien?
- No, pero seguro es el portero.
Abrió la puerta, entrando a aquel lugar, cerrándola a su
paso con cautela para que su compañero no notara donde estaban exactamente.
- Toma, no veo nada…
- Shhh - Lo guió hasta el centro del departamento,
quedándose ambos de pie frente al enorme ventanal frente a ellos -. Puedes
abrirlos – Le susurró, quitando ambas manos de sobre sus párpados.
Yuya abrió los ojos y se quedó sin palabras, el iluminado
paisaje de la ciudad que no era capaz de ver desde el primer piso de su casa,
era hermoso.
- Toma… Es hermoso… ¿Este es el departamento en el que…?
- Este es nuestro departamento.
- ¿Eh?
- Cuando me gradúe, quiero que vivamos juntos, Yuya.
- E… ¿Eh…?
Sonrió, agarrando sus manos, besándolas, mirándolo a los
ojos.
- Cuando yo me vaya del instituto, no habrá nadie que te
proteja, por eso, quiero que pidas el cambio de instituto a uno más cerca de
aquí. No importa que sea privado o público, yo correré con todos los gastos.
Bueno… También voy a estudiar, así que conseguiré un trabajo a medio tiempo.
- Toma…
- Yuya… Te amo… Y quiero pasar contigo el resto de mi
vida.
Sus manos secaron las lágrimas que surcaron las mejillas
de su pareja en ese momento.
- Yo también te amo – Lo abrazó -. Te amo más que a mi
vida.
- ¿Qué haces tú aquí?
- ¿Esa es la forma de recibimiento que tienes conmigo? –
Se acercó a él, buscando sus labios, pero, en cambio, halló su mejilla -. Te
aviso que – Le dijo, cerrando la puerta a su paso, sacándose el calzado -… Aquí
también vas a tener que tratarme bien - Frunció sus labios, recibiendo un corto
beso de su parte, pero su brazo detuvo su entrada a la casa para volver a besar
sus labios, hurgando su interior con su lengua hasta quedar satisfecho -. Ahora
sí. ¿Tan complicado es dar un buen beso?
Cerró los ojos, dejando que entrara al piso que, ni
siquiera era suyo.
- ¡Sho-chan!
- ¿Qué haces aquí?
- Bueno, se nota que son amigos, dándome el mismo
recibimiento – Ryo miró a Tadayoshi y luego volvió su vista a Shota -. ¿Van a
cenar? ¿Les importa si me uno? – Preguntó, sentándose en una de las sillas en
torno a la mesa.
- No.
- ¿Por qué?
- ¿Quién te dio mi dirección? – Le preguntó el rubio.
- Murakami. No es tan difícil sacarle información si le
das un poco de charla.
- Disfrutas mucho mintiéndole a las personas, ¿cierto?
- Eh… Sí, la verdad que sí lo hago.
- Vuelvo a repetírtelo, vete de aquí, de lo contrario,
soy capaz de llamar a la policía con tal de no verte la cara.
- Oye, oye, oye, ¿no crees que te estás excediendo, Sho-chan?
Esta vez que no sea mi casa, pero muestra más respeto por tus invitados.
- El problema Ryo… Es que no eres bienvenido en mi casa.
Lo estaba desafiando, no había duda de ello.
- Ah… Me siento joven, recordando los encontronazos que
teníamos por Tadayoshi. ¿Te le declaraste? Ah, cierto que no lo amabas. Pero,
dime la verdad… Entre nosotros… ¿Nunca fantaseaste con él? ¿Ni siquiera un
poquito?
Había ido con planes de arruinarles la cena y lo había
conseguido. Shota lo lanzó contra la mesa y lo agarró de la remera.
- ¡Yasu! ¡Detente! – Exclamó Tadayoshi, agarrándolo del
brazo -. ¡Suéltalo! ¡Ryo! ¡Tú también! ¡Vete de aquí!
- ¿Te dijo que me lo estoy cogiendo de nuevo? – Shota se
quedó estático -. ¿Qué? ¿No te lo dijo? Y yo que pensé que eran tan amigos…
- Ryo… Ya basta… Vete de aquí, por favor – Susurró
Tadayoshi.
Shota lo soltó, caminando en torno a la mesa ratona.
- Esa… Es la clase de persona que defiendes ciegamente…
Esa es la clase de mierda que defiendes a capa y espada…. ¿Eso es lo que buscas
para tu vida, Tadayoshi? ¿Convertirte en… en…?
- ¡Vamos, dilo de una vez! ¡Díselo, Sho-chan! ¡¡Dile que
lo único que va a obtener de mí es eso, que solo va a terminar siendo mi
prostituta!!
De nuevo Ryo fue atacado por Shota, pero el cuerpo de
Tadayoshi se interpuso, abrazando a su amigo.
- Basta… Por favor…
- ¿Por qué lo defiendes…? ¿Por qué…?
- ¡No entiendes que te estoy defendiendo a ti! ¡Te estoy
defendiendo a ti de él!
- ¿Tanto miedo le tienes? – Levantó su rostro, secando
sus lágrimas -. Tacchon…
- Bueno, creo que paso de la cena, chicos, que se
diviertan.
- No quiero volver a verte – Le dijo Shota, mientras Ryo
volvía sus pasos hacia la salida -. ¡No quiero volver a ver tu puta cara por
acá, ¿me oíste?! – Junto con el cuerpo de Tadayoshi, se arrodilló en el suelo,
abrazándolo con fuerza, una vez Ryo salió del lugar -. ¿Por qué no me lo
dijiste? ¿Por qué?
- Porque no quería… que pensaras lo que estás pensando en
estos momentos de mí – Musitó.
- ¿Y qué crees que estoy pensando de ti? – Rió -.
Tacchon, mi forma de pensar respecto a ti no cambia por cada cosa que alguien
me diga. Además, somos amigos, y lo primero que haría si alguien me viene con
algún chisme, sería preguntarte, pero – Lo golpeó en la cabeza con la palma de
la mano -… Voy a matarte por eso, por no haberme dicho absolutamente nada. ¿Por
qué lo hiciste? ¿Por qué volviste a caer?
- Porque tenías razón.
- ¿En qué? – Secó sus lágrimas con la mano.
- Estoy enamorado de Masuda-kun. Pero tengo miedo… ¿Y si
él no siente lo mismo que yo? ¿Y si con eso lo único que hago es alejarlo?
Tengo miedo. Ryo… Escuchó la conversación que nosotros dos tuvimos y… me
chantajeó. Me dijo que si no tenía sexo con él, iría con Masuda-kun y le diría
lo que siento por él.
- Ya veo – Suspiró Shota, levantándose luego -. Tacchon…
Soy tu amigo, ¿verdad?
- Claro que sí – Le respondió el aludido, girándose
apenas, sin levantarse.
- Entonces, la próxima vez que suceda algo como esto,
dímelo, si necesitas algo, dímelo, por favor.
- Lo haré. Definitivamente, lo haré.
- A propósito… Tu celular tiene un mensaje – Dijo,
acomodando las cosas sobre la mesa -. Ahh… Esto se habrá enfriado…
Tadayoshi sonrió, levantándose y tomando su celular.
02 de agosto – 21:47
De: Masuda-kun
Quiero verte.
Se quedó inmóvil al ver aquellas dos palabras, dirigiendo
su vista a Shota y luego volviéndola a la pantalla del celular.
- Yasu…
- Dime…
- Dijiste que me ayudarías en lo que quisiera, ¿verdad?
- Sí, ¿por qué? ¿Sucedió algo en tu casa?
- No, no, no es eso. Dime, ¿cómo hago para llegar desde
aquí al aeropuerto de Kansai?
- ¿Qué? – Preguntó el rubio, con una sonrisa -. ¿Y se
puede saber adónde vas?
- A Tokio. Me vuelvo a Tokio – Le dijo, poniéndose su
calzado.
- En serio lo amas – Repitió Shota, apoyando su cuerpo
contra la pared.
- Prometo pagarte esto, estuvimos tanto tiempo plane…
- ¡Olvida esto! Tómate un taxi, ve por el pasaporte y
reúnete con él, ¿qué esperas? Espero que tanto esfuerzo valga la pena, Tacchon,
y le digas por una vez por todas que lo amas - Tadayoshi asintió, abrazándolo
con fuerza antes de irse -. Suerte. Muchísima suerte.
Salió corriendo del edificio y tomó un taxi, sin ánimos
de esperar por la llegada de su chofer. Sintiendo una ansiosa mezcla de
sentimientos, le pareció que el tiempo que se tardó hasta llegar a su casa fue eterno.
Subió corriendo las escaleras, entrando a su cuarto solo para agarrar su
pasaporte. Al bajar, se encontró con su madre.
- ¿Adónde vas a estas horas? Pensé que te quedarías en lo
de Yasuda-kun…
- Me surgió algo y debo volver a Tokio. Mamá, ¿dónde está
Wakayama-san? – Le preguntó, casi sin aire.
- Fue por tu padre al aeropuerto… ¿Por qué?
Suspiró, despeinándose los cabellos. El sonido de su
celular sonando lo desconcentró.
- ¿Diga?
- “Ya encontré como
puedes ir desde tu casa hasta el aeropuerto, pero… Vas a tardar bastante, ¿eh?”
- No me importa, dime. Mamá, me voy.
- Llámame cuando llegues, ¿de acuerdo?
- Sí – Dijo el muchacho, saliendo cual rayo de la casa.
- “Ve a la estación
Aramoto. Ahí abordas el tren de la línea Keihanna con destino a Nagata. En
Nagata te tomas el de la línea Chuou hasta la estación de Morinomiya. En
Morinomiya, te tomas el tren de la línea… Déjame ver… La Osaka Loop con destino
a… Tennoji. Y en Tennoji… Sólo en las plataformas tres o… cuatro… la línea
Hanwa que te lleva hasta el aeropuerto de Kansai.”
- Así como me lo dijiste… ¿Me lo mandas en un mensaje de
texto?
- “Eh… E… P… Dime
que entendiste algo…”
- Yasu, hace años que no piso un tren.
- “Oh, entonces,
estás perdido. Se nota que eres un chico rico.”
- Gracioso.
- “Enseguida te lo
mando, no te preocupes. Suerte, y cuídate mucho.”
- Gracias, Yasu.
Aquellas casi dos horas y media fueron las más largas de
su vida. Estaba ansioso, quería verlo, quería abrazarlo, quería estar con él y
decirle que ese sería su nuevo lugar en el mundo quiera él o no. Entró
corriendo al aeropuerto y del mismo modo se acercó al primer puesto de venta
que encontró.
- Buenas noches, mi nombre es Kimura Mayuko, ¿en qué
puedo ayudarle?
- Necesito… un pasaje… en el siguiente vuelo a Haneda…
- Eh… Lo siento mucho, señor, pero… El último avión
despegó hace poco menos de veinte minutos.
- ¿…Qué…? – Suspiró, intentando recobrar un poco el
aliento -. ¿Y el siguiente vuelo a qué hora es?
- Pues – Dijo la muchacha, buscando dicha información en
su computadora -. Por el día de hoy no hay más vuelos. Mañana el primer vuelo
es el de las 06:55…
- Bien, resérveme un pasaje en primera clase para ese
vuelo.
No muy lejos de allí, una persona lo observaba.
- ¿Aquel no es Tadayoshi? – Preguntó Hajime a su padre.
- ¿Mhh? ¿Tadayoshi? - El mayor vio a su hijo sacar pasajes, yendo quien
sabe hacia qué destino.
Yukiko le entregó los pasaportes y el pasaje a Tadayoshi.
- Que tenga un buen viaje.
- Una pregunta…
- ¿Sí?
- ¿Dónde puedo quedarme?
- ¿Perdón?
- En el aeropuerto… ¿Podría quedarme?
- Eh… Yo… La verdad no lo sé…
- Mire, tengo un problema. No estaba enterado que el
último vuelo había salido y estuve viajando todo este tiempo desde
Higashiosaka, no conozco a nadie por aquí, así que… Por favor…
La muchacha se lo quedó mirando.
- ¿Por qué no busca al guardia de seguridad del
aeropuerto y le dice su problema? Quizás… él pueda ayudarlo.
- Muchísimas gracias, señorita.
Lo único que pudieron ofrecerle fue dormir en la sala de
espera, lo cual Tadayoshi agradeció dedicándoles un incontable número de
reverencias a ambas personas por facilitarle la tarea.
Era aproximadamente la una de la mañana cuando Tadayoshi
se despertó, notando qué era lo que no le dejaba dormir: en ningún momento le
había pedido la dirección de su casa a Takahisa.
- Demonios…
Se sentó de un salto y escribió un rápido mensaje de
texto dirigido a Toma.
Su celular sonó en el departamento, despertando no a él,
sino a su pareja, quien dormía plácidamente a su lado. Eso era lo que habían
pactado, dormir juntos, nada más que eso.
- Toma – Lo llamó la somnolienta voz de Yuya, con el
aparato entre sus manos -. Okura senpai te mandó un mensaje.
- ¿Eh? ¿Okura? ¿A esta hora? – Le sacó lentamente el
celular de sus manos, acurrucado al rubio entre sus brazos -. Quiere saber si
tengo tu número de celular. ¿Le digo que estamos juntos?
- Dile, después de todo, sino fuera por lo sucedido con
Massu hoy, yo iba a decirles a Nakamaru-san y a él que somos pareja…
- ¿En serio?
- Ahjá, no veo motivo para ocultárselo a ellos.
- Yuya, te amo tanto – Dijo, abalanzándose sobre él,
abrazándolo.
- ¡Ahhh! ¡El mensaje! ¡El mensaje!
- Ah, sí. Te suelto sólo por eso – Dijo el mayor,
escribiendo el mensaje -. Y… Listo. Enviado.
- ¿Qué le dijiste?
- Que estás conmigo, que qué necesita - A los pocos
segundos recibió la respuesta -. Pregunta si no le puedes pasar la dirección de
Masuda-kun.
- ¿De Massu?
- Sí, escríbesela – Dijo, entregándole su celular. Yuya
terminó de escribir y miró a Toma.
- ¿Le vas a escribir algo más?
- No, ahora no tengo ganas. Deja el celular en la
mesa de noche y vamos a seguir
durmiendo.
Su voz fue disminuyendo a medida que hablaba. Yuya
sonrió, tenía sueño y se le notaba.
De alguna manera pudo dormir, terminando por sentarse de
un salto al despertarse. Vio la hora en su celular, eran las 6 de la mañana.
Tenía menos de cincuenta y cinco minutos para prepararse y abordar el avión que
lo llevaría a Haneda. A partir de ahí, sólo contaría con la buena suerte como
compañera. No volvió a recibir mensaje de Takahisa en toda la noche, esperó que
no estuviese enojado con él, aún así, quería hacerlo, tal y como decía en el
mensaje de texto que había recibido, él también quería verlo. Se acercó al mini
mercado dentro del aeropuerto para comprar cosas de primera necesidad, siendo
el primero en la fila para abordar el vuelo 142. La muchacha que verificó su
pasaje y pasaporte sonrió por lo ansioso que estaba el muchacho.
- ¿Es su primera vez viajando?
- No, ¿por qué?
- Se lo ve algo… nervioso…
- Ahhh… Sí… Puede ser.
- Buena suerte.
- Gracias – Le dijo el muchacho, con una sonrisa.
Una vez estuvo sentado en su asiento, pudo calmar un poco
su corazón, pero volvió a sonreír, tal y como su madre le había dicho que hacía,
cada vez que pasaba Takahisa por su mente.
- Buenos días – Saludó Tayashi, ingresando al comedor,
donde su familia lo esperaba para desayunar.
- ¡Buenos días, papá!
- ¡Papiiii!
- Buenos días, cariño.
- Muy buenos días, padre – Lo saludó Hajime.
El hombre se sentó, la señal para que los sirvientes
empezaran a servirles el desayuno.
- ¿Dónde está Tadayoshi? – Su esposa lo miró -. Podrás
decirme que estoy loco, pero puedo asegurar que estaba en el aeropuerto anoche…
¿Verdad, Hajime?
- Sí, así fue.
- Ah, es que le surgieron unos asuntos impostergables en
Tokio.
- Pero… Si mal no tengo entendido, el último vuelo de
avión hacia Tokio había salido casi media hora antes de que el nuestro llegara…
- ¿Y el primero cuando salía?
- Como a las siete de la mañana.
- ¿Es posible que se haya quedado en el aeropuerto? –
Opinó Hajime.
- No… No creo que Tadayoshi haga eso, ¿o sí? – Preguntó,
mirando a su esposa.
- Cariño… Tadayoshi ha cambiado demasiado.
Dieron las ocho de la mañana cuando el vuelo 142 con
destino al Aeropuerto de Haneda llegaba a destino. No era la presión, no era
vértigo, pero por algún motivo, sentía que su corazón latía con fuerza, que su
ritmo cardíaco estaba por encima de la media normal. Estaba emocionado, quería
llegar cuando antes. Antes de salir del aeropuerto, le pidió a un guardia si no
podía indicarle cómo llegar a aquella dirección, pero él, al igual que Shota,
le dieron indicaciones que tuvieron que terminar en un papel. Al menos no
fueron casi tres horas como le sucedió en Osaka, cada vez faltaba menos tiempo
para llegar a su verdadero destino. Y allí estuvo, taxi por medio, frente a la
dirección que era idéntica a la que leía en la pantalla de su celular.
- Quédese con el vuelto, muchas gracias – Le dijo al
conductor del taxi, una vez le pagó, antes de bajarse de allí. El vehículo se
fue y Tadayoshi se quedó allí parado, sin saber muy bien cómo seguir.
Sacó su teléfono celular y lo llamó, tan sólo eso podía
hacer.
- ¡Niichan! – Pudo
oír en el interior de la casa -. ¡Tu
teléfono está sonando!
Takahisa bajó las escaleras, atendiendo la llamada sin
siquiera ver quién era.
- ¿Por qué no respondes en vez de gritar como una loca?
- ¿Será porque me prohibiste que toque ese aparato?
- Ya, cállate. ¿Diga? – Silencio -. ¿Diga?
- ¿Se habrá cortado? – Preguntó su hermana.
- ¡Shh!
- “Soy yo…”
- ¿O… Okura-san…? Ah… ¿Recibió anoche mi mensaje? ¿Le
molestó?
- “Eh… No, no, para
nada. Sí lo recibí pero… Masuda-kun…”
- ¿Sí?
- “¿Puedes abrir la
puerta de tu casa?”
- ¿Eh? ¿La puerta? – Preguntó el muchacho, dirigiéndose a
la misma -. ¿Para qué?
- “Porque… Estoy al
otro lado…”
- ¿Eh? – Sin permitir que el celular se despegara de su
oreja, abrió la puerta lo más rápido que pudo. Tal y como había oído segundos
antes, estaba ahí, era real, y si era un producto de su imaginación, ¿desde
cuándo podían materializarse los deseos?
Si era un sueño, no quería despertar, quería vivirlo para siempre -.
Okura-sa…
Lo abrazó. Lo necesitaba demasiado. No tenía palabras en
ese momento, lo único que deseaba era sentirlo, que todo ese viaje no había
sido en vano y que no estaba enojado con él.
- Quería verte – Le susurró -. Yo también… Tenía tantos
deseos de verte…, Takahisa.
Lloró. Tadayoshi no se percató de eso, pero lloró. Estaba
sumamente feliz. Casi por completo. Solamente dos palabras faltaban para que
aquel mágico momento fuera perfecto, pero que esté ahí, que haya respondido por
él, era todo lo que necesitaba. Lentamente, casi con miedo, sus brazos lo
rodearon, correspondiendo a aquel abrazo.
“Sinceramente, no creo que la palabra Adiós
sea difícil de pronunciar.
En cambio, creo que una de las más
difíciles, una frase difícil, es decir te amo.
¿Qué otra cosa puedes hacer cuando el miedo
te invade?
Aunque hayan estado rodeados de mentiras,
ellos se amaban, del mismo modo en que nosotros los hicimos. Si en ese momento,
o incluso antes, lo hubiera sabido, le hubiera dicho a Massu que fuera sincero
con Okura-san. No sólo estaba su propia felicidad de por medio,
sino, también la de Okura-san, pero eso,
claro que Massu no lo sabía. ”
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