16 de julio de 2019

[Starker Week 2019] Día 02: ¡Soy su fan, señor Stark!

Ciaossu~!!
Segundo día de la Starker Week :)
Enjoy~ ♥


Título: ¡Soy su fan, señor Stark!
Prompt: Universo alterno sin poderes.
Fandom: Universo Cinematográfico de Marvel.
Pairing: Anthony Stark/ Peter Parker.
Personajes: Peter Parker, Tony Stark.
Formato: Oneshot.
Género: AU, romance.
Rating: PG-13.
Número de palabras: 1237.
Sinopsis: Tony es un escritor que todos los días va a la misma cafetería donde siempre es atendido por un amable muchacho. ¿Quién diría que por una ironía del destino ese chico lo ayudara a darle otro rumbo a su próxima novela?
Notas: El fic contiene un par de referencias que espero enorgullezcan al Cap y las entiendan xD

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Día 02: ¡Soy su fan, señor Stark!



Un hombre famoso una vez dijo “escribir es difícil”.
¿Quién dijo eso? No importa. Lo dije porque él lo dijo, así que ahora, él era famoso y básicamente ha sido dicho por dos tipos bien conocidos.
Yo no|

Le dio un sorbo a la taza de café que, a su lado, ya se había enfriado. Frunció la nariz al sentir una temperatura más baja de la esperada. Pegó su dedo a la tecla de borrado de la laptop frente suyo y suspiró sonoramente.
—Voy a empezar de nuevo —dijo en voz baja.
—Buen día.
Una alegre voz lo sacó de su ensimismamiento. Un par de ojos avellanas se posaron sobre él, curiosos. Su brillante sonrisa hizo salir al sol de entre las nubes, literalmente.
—Buen día —le respondió el hombre de cabellos oscuros, alborotados, enredados; sin peinar, en realidad. La vista se le había nublado por la diferencia entre lo que veía a través de sus anteojos, y lo que no. Se los quitó y con los ojos cerrados, se masajeó el tabique nasal—. ¿Podrías calentarme este café?
—Por supuesto —le dijo el muchacho—. ¿Ha escrito algo más? Se lo veía entusiasmado.
—Escribo y borro, escribo y borro, y así estoy —reconoció el proyecto de escritor sentado al lado de la ventana pasando una mano entre sus cabellos.
—No sé si este será el mejor ambiente para invocar a la inspiración —el hombre miró al muchacho, esta vez a través de sus lentes—. ¿Por qué no se lleva el café y sale a dar un paseo? Quizás cuando regrese y vuelva a sentarse, alguna idea llegue a su mente.
Tony no pudo agradecerle. Una compañera suya fue quien le llevó el café, el lugar se estaba llenando de clientes impacientes y el trabajo se duplicaba. Él le agradeció, levantó sus cosas y salió de la cafetería. Maldijo al sol cuando su brillo le dio de lleno en la cara. Bebiendo su café llegó a una plaza y se sentó en uno de los bancos. Miró a su alrededor, la gente que pasaba e iba anotando un par de ideas a medida que algo se le ocurría: diálogos, posibles situaciones, hasta la longitud del cabello de alguno de los personajes de su futura obra literaria. De repente, como si un hada madrina lo hubiera tocado con su varita mágica, algo le vino a la mente. Sacó la laptop de su bolso, la prendió y empezó a escribir. No llegó a pasar ni media hora de haber estado golpeando el teclado que el maldito aparato se apagó por completo. Claro, ¿dónde iba a enchufarlo a un tomacorriente en medio de un parque? Volvió a meter el aparato dentro del bolso y corrió hacia la cafetería donde esperaba que su mesa no hubiera sido ocupada.

Al llegar, se dio cuenta que el universo no estaba precisamente a su favor. No había una persona sentada en su mesa, había un grupo de un total de seis idiotas que gritaban y hacía que los clientes del lugar terminaran su café más rápido de lo normal con tal de dejar de oírlos. Volvió su vista al muchacho que siempre lo recibía. Desde el otro lado del mostrador, levantó los hombros y suspiró. Le parecieron tiernos los bucles de cabello que caían en forma desordenada sobre su frente aunque él tratara de quitárselos. Armándose de valor, Tony se aferró a su bolso, se acomodó los anteojos y se acercó al grupo de individuos.
—Disculpen —les dijo. El bullicio fue bajando su volumen y de a uno, quienes estaban en torno a la mesa, lo miraron—. Esta es mi mesa.
Pareció que el grupo se había puesto de acuerdo para estallar en carcajadas. Uno de ellos lloró de risa, y otro se agarró el estómago con fuerza.
—¿Disculpa? —le dijo otro—. No veo tu nombre por ningún lado, como-sea-que-te-llames.
Ese sujeto había sido lo suficientemente convincente como para dejar al aludido sin palabras. Afortunadamente, el muchacho que siempre tomaba su pedido, llegó a su ayuda.
—Eso no es cierto. El señor…
El muchacho miró a Tony, esperando a que completara su frase.
—Stark, Tony Stark.
—El señor… ¿Stark? —el muchacho vaciló entre seguir tratando de defenderlo frente a ese grupo de sujetos o empezar una conversación desde cero con el sujeto que estaba tratando de defender—… El señor Stark cuenta con la reserva vitalicia de esa mesa.
—¿Ah, sí?
—Sí. No fueron informados de eso cuando entraron porque él no estaba, pero ahora él está y quiere ocupar su mesa. Así que…, si no les molesta…
El grupo miró a quien parecía ser su líder, él les devolvió la mirada, atónito. Sin pronunciar palabra, el grupo fue levantándose hasta que finalmente –no sin antes pagar- se fueron del lugar y una vez que lo hicieron, los demás clientes rompieron en aplausos.
—Gracias —le dijo Tony—. ¿Sucede algo? —le preguntó al muchacho al darse cuenta de la expresión con la que lo estaba mirando. Le costó articular las palabras, su mirada avellana sí que brillaba, lo hacía todavía con más intensidad que cuando lo vio en la mañana. Con más intensidad que cuando lo vio en la mañana… Era una buena línea, esperaba recordarla para anotarla más tarde porque en ese instante no podía despegar su mirada de la de ese muchacho.
—Nunca me dijo como se llamaba —reconoció, ocasionando que su oyente arqueara una ceja—. ¡Es decir! ¡Soy su fan, señor Stark!
Tony se enterneció por sus palabras. Sonrió con satisfacción teniendo la sensación de que un sentimiento cálido le llenaba el corazón. Pero, luego, cuando se dio cuenta, su expresión poco a poco fue convirtiéndose en una digna de una película de terror. Sí, él era escritor, pero de novelas eróticas. Y no sólo eso, novelas eróticas homosexuales. ¿Ese niño con cara de ángel leía lo que él escribía? Tony sintió que sus esquemas se rompían. Hasta ese momento había sentido que lo que él escribía y ese muchacho eran polos opuestos. ¿En qué punto grotesco se habían encontrado?
—¿Mi fan? —dejó salir de entre sus labios en vez de las otras miles de cosas que le quería preguntar.
—¡Sí! Sus libros me han ayudado como no se da una idea.
—Peter, tienes clientes —lo apresuró una compañera.
—Ah, sí —susurró el aludido cayendo en cuenta que estaba en el trabajo—. Espere un momento, ya le limpio su mesa —agregó, volviéndose a Tony unos instantes antes de ir a atender a los demás clientes. El escritor se lo quedó mirando un momento, luego acomodó las sillas en torno a su mesa, dejó a un lado lo que estorbaba y se ayudó de varias servilletas de papel para limpiar el enchastre que ahí había antes de disponerse a sacar su laptop, enchufarla en el tomacorriente, encenderla y ponerse a escribir.

—Escribir es difícil —le dijo el muchacho de ojos avellana que lo observaba con las frazadas hasta la altura de la nariz—. Sé que se te ocurrirán buenas cosas. Después de todo, soy tu fan, y confío en ti.|

Tony levantó la vista de la pantalla y miró a Peter. A lo lejos, él se había dado cuenta que estaba siendo observado y volteó hacia donde él estaba. Le sonrió, y Tony lo imitó antes de prender fuego el teclado por la forma en que estaba golpeando cada una de las teclas de su laptop.


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