2 de enero de 2012

[Chain of love] Capítulo 14 - Amor

Caloooooooorrrrrrr~ :B
Tegomass - Chu! Chu! Chu!
En casa -w-


*se da cuenta que la palabra love en el wallpaper que hizo la ocupa Toma así que la corta y hace el avatar. Miki feliz (?*

Título: Chain of love
Pairing: Nishikido Ryo x Kato Kazuki; Ikuta Toma x Tegoshi Yuya
Capítulo: 14/ ¿?
Resumen: Aunque los celos puedan más que el amor, una sola palabra puede cambiarlo todo.
Cuando creían que la tormenta había cesado, algo mucho peor estaba por comenzar.


  Capítulo 14: Amor

 
Terminando de guardar las cosas en su bolso, suspiró y se miró al espejo. Aunque el maquillaje pudiera contra sus ojeras y marcas de cansancio, no podía contra la expresión sombría que llevaba teniendo ya… ¿Cuánto había pasado? ¿Dos días? ¿Una semana? No, tan sólo había pasado un día y sentía que su cuerpo necesitaba varios días más de descanso. Agachó la cabeza, sin notar la entrada de uno de sus compañeros de banda al lugar.
- ¿Sucede algo? – Le preguntó, mirándolo a través del espejo, haciéndolo asustar, por  lo que se dio vuelta para mirarlo, forzando una sonrisa.
- No, ¿por qué preguntas?
Takahisa se hincó de hombros.
- Te veo raro.
- Son cosas tuyas, Massu – Le dijo, agarrando su bolso.
- ¡Ah! Tegoshi.
- ¿Sí?
- ¿Qué te sucedió en la mano?
Yuya lo miró. Su mano había sido vendada debido al accidente sufrido la noche anterior.
- Ah, ¿esto? – Le preguntó, mostrándole su mano vendada -. Me caí.
- ¿Ehhh?
- Me mareé y me caí en la cocina. Bastante tonto, ¿no?
- Debes empezar a comer bien, Tegoshi. Yo no voy a estar para cuidarte todo el tiempo – Le dijo, preocupado. Tanta ternura hizo que el aludido le sonriera.
- Está bien, me empezaré a cuidar. Nos vemos mañana, ¿sí? Estoy apurado.
- Buenas noches.

Sus pasos hacia aquel lugar fueron más veloces de lo usual. Tomó todas las precauciones para llegar primero. Con miedo, puso lentamente la llave sobre la cerradura y abrió la puerta. Aunque podía huir, aunque podía escapar, no podía, una parte suya se lo impedía.

Tiempo más tarde, aquella misma puerta volvió a abrirse. De la cocina, casi corriendo, salió y se acercó al sujeto que había entrado.
- Bienvenido – Le dijo.
- Regresé.
Lo miró, mantenía la misma fría mirada con la que lo había estado observando la noche anterior. En lo más profundo de su ser, deseó que todo hubiera sido un sueño, que lo de ayer no hubiera sucedido, pero no había sido así, Toma seguía mirando con frialdad.
- Ya… Va a estar la cena, así que ve al living.
Su rápida caminata hacia la cocina fue interrumpida por el brazo de Toma, que lo rodeó de la cintura. Se mordió el labio inferior, sintiendo su cuerpo arder por el solo hecho de sentir su respiración golpeando sobre su cuello, el cual recibió un interminable beso, mientras su cuerpo era apoyado contra la pared.
- ¿Así vas a saludarme? – Le susurró, ronco, mientras entre sus brazos, Yuya se derretía, girándose para quedar frente a él, acariciando sus cabellos, con miedo, para terminar por abrazarlo y apresar sus labios. Se sentían tan irreconocibles. Su sabor, ya no era el mismo. Al separarse, Toma no dijo nada más y se dirigió al living, esperando por la comida que llegó al poco tiempo.
Estaba puesta una mesa para dos personas. Sólo para ellos dos.
- Espero que te guste. Es la primera vez que preparo curry – Reconoció, avergonzado y orgulloso a la vez. No levantó sus cubiertos, esperaba que él lo probara primero. Agarró el tenedor y tomó un poco de arroz y otro poco de curry. Abrió su boca para llenarla con aquello que estaba por comer, pero desistió de la idea, dejando el cubierto aún con comida sobre el plato.
- Ven – Le dijo, palmeando el espacio vacío a su lado. Yuya se le acercó, sentándose a su lado. Con una mano bajo el tenedor para no derramar nada en el suelo, Toma lo acercó a su boca. Yuya aceptó el gesto, terminando por taparse rápidamente la boca al hallarlo sumamente caliente. Cerró sus ojos con fuerza para terminar por acostumbrarse y tragar el arroz y el curry que estaba quemándolo -. ¿Cómo está?
- Está… caliente – Sentenció, percatándose del modo en que Toma pronunció aquellas dos palabras. Recién levantó su vista cuando oyó el estrepitoso sonido de los platos y vasos más todo lo que estaba sobre la mesa ratona, estrellarse sobre el suelo, mientras que el plato que se supone era para Toma, caía sobre su vientre, obligándolo a levantarse de un salto, debido a lo caliente que se hallaba. Sin quejarse, sin reprocharle nada, intentó quitarse todo el arroz y el curry que le quemaba, mientras el morocho se dirigía al cuarto de baño, saliendo del mismo luego, con una botella de alcohol y algodón. Yuya lo miró, sin comprender en lo más mínimo sus acciones. Con tan sólo una mano y un poco de fuerza, fue lanzado al suelo para Toma sentarse a horcajadas suyo. Tomó su mano vendada y la desvendó rápidamente. La examinó rápidamente con la vista, hallando el descubrimiento de que las heridas no estaban completamente cicatrizadas y ante el mínimo acto podían abrirse de nuevo, haciéndolo, abriendo varias de ellas cruelmente. Yuya se mordía el labio, gimiendo de dolor.
- ¿Te duele? – Le susurró, a milímetros de sus labios, hallando una mirada llena de lágrimas como respuesta. Sin dejar de mirarlo y evitando que despegara su mirada de la suya, embebió el algodón con el alcohol para posarlo sobre la mano herida de Yuya y obligarlo a cerrar la misma en un puño, junto con su propia mano. Gimió. De dolor, pero gimió.
- ¿P… Por qué…? – Le susurró, apenas, sin recibir respuesta de su parte.
El teléfono sonó. No era ni el de la casa, ni el de Toma, el sonido provenía del celular de Yuya. Toma lo agarró y miró la persona que estaba llamando. Se levantó y miró al rubio. No estaba emitiendo sonido alguno, pero aún así, a modo de advertencia, lo pateó con fuerza sobre la boca del estómago, ocasionando que se volviera un ovillo, tras lanzar un grito ahogado para agarrarse con fuerza aquella parte con ambas manos.
- Cállate – Le dijo, antes de responder la llamada -. Yuya está durmiendo, no molestes.
Cortó rápidamente la llamada y se fue a su cuarto, cerrando la puerta a su paso.

- Estoy preocupado por Tegoshi.
Aquellas palabras repicaban en el cerebro de Ryo. Bufó. Estaba molesto porque no había respondido a ninguno de sus mensajes. Es más, era como si hubiera mantenido el celular apagado durante toda la noche, algo bastante raro en Yuya, ya que amaba mandar mensaje de texto por cualquier cosa. Se detuvo a esperarlo fuera de la sala de ensayos, siendo justamente él, la última persona que salió.
- Hola – Le dijo.
Yuya le dedicó una rápida mirada antes de mirar la hora en su celular.
- Lo siento, tengo cosas qué hacer. Hablamos luego, ¿sí?
Se alejó de Ryo con pasos rápidos.
- ¿Tu celular estaba apagado anoche?
- ¿Eh? – Se giró para mirarlo.
- Te estuve llamando y mandando mensajes y no me respondiste nada… Ni siquiera hoy.
- Ah… Eso – Su nerviosismo podía ser notado a legua. Mientras buscaba qué responderle, Ryo se le acercó y lo agarró del brazo para hacer que lo siga, pero Yuya se zafó del agarre, quejándose, ocasionando que el morocho lo mirara sorprendido.
- Tego, ¿hay algo que quieras decirme?
- Te dije que tengo cosas que hacer, nos vemos luego.
Ryo se quedó de pie, mirándolo, con la mano cerrada en un puño. Llevándose la misma a recorrer la extensión de su rostro, miró el cielo a través de la ventana. Sacó su celular, estaba por marcar un número, pero desistió, para seguir el mismo camino de Yuya, aunque dirigiéndose a un lugar completamente distinto al suyo.

Entró al enorme edificio, dirigiéndose directamente a la recepción.
- Necesito hablar con Kato Kazuki-san.
Hasta a él le sonaba rara la forma de llamarlo. Hacía mucho que había dejado de llamarlo así.
- ¿De parte de quién? – Dijo una de las mujeres que se hallaban para la atención al público.
- Deja, yo lo llevo.
Al darse media vuelta, con el ceño fruncido, Ryo vio a un muchacho no mucho más grande que él, de contextura delgada. Tenía una expresión cansada y unos grandes anteojos de grueso marco negro.
- ¿Tú eres…? – Le preguntó, casi comiéndolo con la mirada.
- Eso debería preguntarte a ti – Le respondió el morocho, abriéndose paso para que lo siguiera hasta el ascensor, al cual ambos subieron -. Mi nombre es Date Koji, soy compañero de grupo de Kazuki. Tú - Lo miró del mismo modo en que Ryo lo había hecho segundos antes con él -… Debes ser Nishikido Ryo-san, ¿verdad? – El aludido lo miró, anonadado, ocasionando la risa en su oyente -. Kazuki habla mucho de ti – Le dijo, con una sonrisa -. Pero por algún motivo… Desde hace un par de días que ha dejado de hacerlo. Si sucedió algo entre ustedes, no es mi deber meterme, pero…
- ¿Pero…?
- Lo que emocionalmente le suceda a Kazuki, afecta su trabajo, así que por favor, encárgate de él, ¿sí?
Ryo lanzó una risa.
- Ni hace falta que me lo digas.
El ascensor se detuvo y Ryo siguió a Koji por un largo pasillo, para detenerse frente a una puerta que parecía ser el camarín de su grupo.
- Entra – Le dijo el menor -. Los dejo solos.
Ryo esperó a que desapareciera de su vista para entrar, sin golpear la puerta, la cual cerró a su paso.
- Ah, Koji – Kazuki estaba de espaldas, acomodando unas cosas -. ¿Puedes pasarme…? ¿Qué haces tú aquí?
En ese momento, su tono de voz había cambiado. En ese momento, tuvo envidia de Koji.
- Necesito hablar contigo.
- Pues yo no.
- Kazuki – Se acercó unos pasos a él. El aludido suspiró sonoramente y lo miró.
- Ryo, tengo que trabajar.
- No es acerca de lo nuestro.
- ¿Eh?
- Es por Tegoshi…
- ¿Sucedió algo malo con Ikuta-kun?
- ¿Por qué preguntas…?
- Él vino a casa la otra noche y me contó lo sucedido – Le respondió, sentándose en una silla.
- Ah… Podrías… ¿Hablar con Tego? – Kazuki lo miró -. Te lo suplico… Tengo la sensación de que algo no anda del todo bien…
Ryo mantuvo su cabeza gacha en todo momento y sus ojos cerrados. Kazuki dirigió su vista al puño que se hallaba cerrado sobre la mesa. Quiso tomarlo, besarlo, abrazarlo, pero los celos podían más que todo eso, que todas esas ganas de amarlo. Se levantó, pero le dio la espalda.
- De acuerdo – Ryo lo miró -. Cuando termine voy a verlo a su casa, ¿está bien?
Pudo ver su amplia y usual sonrisa a través del espejo, por lo cual, agachó la cabeza, con una sonrisa, dándose cuenta que con sólo eso, Ryo lo tenía a sus pies.
- Muchas gracias, Kazuki.
- Te aviso cualquier cosa – Le dijo, sin darse vuelta.
El aludido asintió y salió de la habitación. Ambos, cada uno al otro lado de aquella puerta, suspiraron.

Había pasado tiempo y él quería arreglar las cosas, después de todo, se conocían desde hacía años. Antes de ir a su casa, pasó a saludarlo. Oyó un fuerte ruido proveniente del departamento, pero sólo frunció el ceño, pensando que era su imaginación.
Tocó el timbre y esperó pacientemente a que la puerta fuera abierta.
- Yamapi – Le dijo Toma, sin sacar la traba de la puerta, abriéndola apenas.
- Hola, ¿estás ocupado?
- Sí, ¿necesitas… algo? – Le preguntó.
- ¿Estás bien?
- ¿Eh?
- Tu remera… Está mojada…
- Ahh – volvió su vista hacia su ropa -… Problemas con la cañería.
- Ya veo.
Un fuerte ruido volvió a oírse puertas adentro. Algo sucedía, ya no podía decir que aquellos sonidos eran productos de su imaginación.
- Bueno, entonces  - Dijo Toma, apurado por cerrar la puerta que Tomohisa sostuvo con sus manos.
- ¿Vas a dejarme pasar?
- Te dije que…
- Muy bien.
De un solo empujón, usando todas sus fuerzas para eso, el morocho destrozó la traba de la puerta, dejando a Toma sorprendido. Con pasos rápidos se dirigió hacia donde creyó que provenía el ruido, el cuarto de baño, desde el cual podía oírse el agua de la ducha cayendo. Al entrar, vio a Yuya desmayado en el suelo. En su rostro podían verse las visibles marcas del cansancio y la mala alimentación, sumado a una importante cantidad de hematomas en todo su cuerpo.
- Yamapi – Lo llamó Toma, desde la puerta, hallando por respuesta los ojos abiertos como platos por parte de su amigo. No sabía qué hacer, qué decir, sólo atinó a agarrarlo de la remera y empujarlo contra el umbral de la puerta, mirándolo a los ojos con una mirada asesina.
- No sé qué clase de problemas había entre ustedes dos, pero esto… Has ido demasiado lejos, Toma.
Lo soltó, ocasionando que, sin darle respuesta, Toma deslizara su cuerpo hasta quedar sentado en el suelo.
Tomohisa apagó el agua y cubrió el cuerpo de Yuya con un toallón para tomarlo entre sus brazos y salir de la habitación. Al abrir la puerta del departamento, halló a Kazuki, quien se quedó algo sorprendido por lo que estaba viendo.
- ¿Puede llevar sus cosas a la casa de Ryo? – Le pidió, seriamente.
- Pero, ¿qué…?
- Allá le cuento. Por favor, Kato-san – Sonaba a súplica, a súplica de que no le preguntara nada más, por lo que el aludido guardó silencio y dejó que se fuera con el cuerpo inconsciente de Yuya. Por las palabras de Ryo, sabía que algo malo sucedía, pero nunca iba a estar preparado para algo de aquella magnitud.
Entró al departamento de Toma y halló las cosas de Yuya en el living. Un juego de llaves que aparentaba ser suyo y su celular. Desde el baño, podía oírse el claro llanto de Toma. Kazuki miró hacia la puerta cerrada, pero no hizo nada más. Agarró las pertenencias de Yuya y salió rápidamente del lugar.

Detuvo su vehículo en el estacionamiento del edificio de Ryo, lugar que pensó que nunca más iba a visitar. Miró las cosas que descansaban en el asiento del acompañante. Lo hacía por Yuya y también, para satisfacer su sed de curiosidad.
Bajó el vehículo y subió el ascensor hasta aquel departamento.
Tocó el timbre y fue el dueño de casa quien le abrió la puerta, dándole espacio para que entrara.
Vio a Tomohisa con el cuerpo apoyado contra el respaldo del sillón. Estaba de brazos cruzados y con la mirada gacha. Kazuki podía asegurar que Ryo había estado en una posición parecida hasta el momento en que él llegó, pero sólo mantuvo aquello en sus pensamientos.
. Estas son las cosas de Tegoshi-kun, o al menos, eso fue lo que encontré.
- Voy a ir a hablar con ese idiota – Dijo Tomohisa, como si en ese momento hubiera recordado que iba a hacerlo, pero fueron las manos de Ryo agarrándolo por los brazos lo que lo detuvieron.
- Pi, no vayas – Le susurró -. No ahora.
Kazuki vio en Tomohisa la misma expresión que Ryo había hecho cuando fue a verlo. Era rabia lo que sentía, rabia hacia Toma.
- ¿Por qué no van a buscarle ropa a Tegoshi-kun? – Preguntó, dejando sus cosas sobre el sillón. Los aludidos, lo miraron, mientras Tomohisa se zafaba del agarre de Ryo -. Bueno…, yo no conozco su casa y no es bueno que vaya Yamashita-kun solo en ese estado. Además, no creo que Ryo vaya a ir contra Ikuta-kun. No si tiene algo de qué cuidar.
Por un lado sus palabras le dolían pero, por el otro, estaba seguro de lo que decía.
- Kazuki…
- Kato-san – Le llamó la atención Tomohisa, por lo que él lo miró -. No tengo malas intenciones con Ryo. Es decir, cuando lo invité a almorzar, no fue con malas intenciones. La verdad es que… Nunca lo había visto… Así de feliz – Ambos oyentes suyos se sorprendieron por sus palabras. Hizo unos pasos para acercarse a él. Ryo lo siguió, pensando en que, al no tener a Toma cerca, él sería su presa, pero para su sorpresa, le dedicó una reverencia -. Se lo encargo. Como su pareja, te encargo a Ryo.  
Con los ojos abiertos como platos, Kazuki miró a Ryo, quien estaba en el mismo estado de sorpresa que él.
- No es momento para discutir eso.
- E… Es verdad – Dijo Ryo -… Vamos por la ropa de Tego, ¿sí?
Tomohisa se incorporó y asintió con la cabeza.
- Te encargo a Tego, Kazuki – Le dijo Ryo, mirándolo, recibiendo una sonrisa de su parte.
No sabía si todo estaba bien, pero al menos pudieron mantener una conversación de más de dos palabras. Quizás, Yuya o hasta el mismo Tomohisa, terminaron siendo un par de ángeles para ellos.
Al irse, Kazuki se desplomó sobre el sillón, pero el sonido del celular de Yuya recibiendo una llamada hizo que atendiera la misma.
- ¿Diga?
- “¿Dónde está Yuya?
Se notaba que había estado llorando, ya que su respiración se contraía bruscamente.
- ¿Vas a decirme qué sucedió?
- “Por favor, Kazuki-san, dime dónde está Yuya.
- Ikuta-kun… Nunca pienses en Tegoshi-kun como si fuera una droga. Él es una persona, y como tal, tiene amigos, gente que lo rodea. Él nunca será sólo tuyo. Es decir… Querer, una persona puede querer a miles, pero amar… Eso sólo puede hacerlo con una sola persona – No recibió respuesta, sólo atención -. Sé que no debo meterme, pero, ¿no has ido demasiado lejos con tus acciones? ¿Tan así lo amas como para dañarlo?
- “Yo…
- Lo que tengas que decir, debes decírselo a Tegoshi-kun. Cuando las cosas se calmen, hazlo, ¿de acuerdo?
- “Sí…
Sonrió, lo oyó más calmado, tan sólo con aquel monosílabo, notó la calma en él.
- Ahora, cálmate, toma una ducha fría y vete a dormir.
- “Kazuki-san…
- ¿Sí?
- “Gracias…

Tres días habían pasado desde aquel acontecimiento. Yuya se sentía un niño de nuevo o, al menos, eso deseaban ellos que él sintiera. Tomohisa, Ryo, Takahisa y hasta Kazuki, se habían turnado para cuidarlo, en casa de Ryo, y fue él quien fue al edificio a dar aviso a su encargado acerca del paradero del rubio.
En cuanto a Toma, ni se había acercado a Takahisa o Tomohisa para preguntar por él. Aunque todos opinaban que era lo mejor, sabían que Yuya no pensaba lo mismo.
El timbre sonó en el departamento de Ryo. Yuya estaba en compañía de Takahisa quien había encontrado un nuevo local de comidas rápidas con unas exquisitas bolas de arroz que, obviamente, llevó para darle a probar a su amigo.
- ¿Sí? – Ryo abrió la puerta.
- ¿Podemos pasar? – Preguntó Kazuki, siendo él la única persona a quien podía ver por la pequeña apertura que la traba le permitía.
- ¿Podemos? – Preguntó Ryo, abriendo la puerta, pudiendo ver a Toma a su lado. El morocho bufó, pero la mirada de Kazuki le dio a entender que todo estaba bien -. Tego está en mi cuarto – Le dijo, entrando primero el morocho, seguido más tarde por Kazuki -. ¿Qué quiere decir esto?
- Le dije a Ikuta-kun que se calmara antes de venir a hablarle – Ryo lo miró con los ojos abiertos -. Sí, desde el primer día, supo que Tegoshi-kun estaba a tu cuidado.
- Pero, ¡Kazuki! ¿Si llegaba a venir…?
Su cuerpo fue abrazado por el del mayor, haciendo que su corazón diera un respingo.
- Pero no sucedió, ¿o sí? – Le susurró, sin recibir respuesta al menos sobre sus oídos, sintiendo que aquel brazo que lo rodeaba era agarrado con fuerza por Ryo.

Toma se acercó al umbral y lo vio sonriendo, comiendo bolas de arroz con Takahisa. Agarró con más fuerza las manijas de la bolsa de papel madera que tenía entre sus manos, haciendo ruido, por lo que el dúo se dio por aludido y lo miraron.
- Toma…
Takahisa miró a ambos y se levantó de la cama.
- Los dejo – Dijo, pasando su mano por sobre la cabeza de Yuya -. Cuídate.
- Sí, sí – Le respondió el rubio, con una sonrisa.
El pelirrojo se fue, dejando la puerta semi abierta ante la mirada de Kazuki y Ryo, quienes estaban sentados en el sillón.

Sigilosamente, casi con miedo, Toma se sentó en el mismo lugar donde estaba sentado Takahisa, dándole la bolsa que estaba entre sus manos a Yuya.
- Son… bolas de arroz… caseras – Susurró, apenado.
El rubio lo miró, aunque no podía verlo a los ojos, ya que mantuvo la cabeza gacha en todo momento, se dio cuenta de que, de algún modo, volvía a ser la misma persona de antes, aquella persona de la que se había enamorado. Sonrió. Sacó el bento que estaba dentro de la bolsa y lo abrió, para sacar una de las tantas bolas de arroz que allí había para comer un pedazo, ante la mirada de Toma.
- Está riquísimo – Le dijo, mirándolo, obligando a desviar su vista para cerrar el bento y volverlo a dejar en su sitio -. Toma…, ¿sabes por qué en ningún momento me fui? – El aludido sólo lo miró. Yuya agarró su mano y la entrelazó a la suya, conteniendo el llanto -. Porque te amo. Por esa simple razón.
Su cuerpo cayó sobre su hombro, siendo abrazado instantáneamente por el morocho, aceptando él el gesto, rodeando su cintura con sus brazos.
- Perdón – Sollozó, mojando su hombro con las lágrimas que caían incesantemente de sus ojos -. Perdóname.
Toma se aferró a Yuya como si ese fuera el último día en que iba a poder hacerlo.

Las horas pasaban y no tenían noticias ni de Toma ni de Yuya. Ryo caminaba de un lado a otro de la sala, siendo observado por Takahisa, mientras que Kazuki estaba sentado a su lado, cruzado de brazos.
- Vas a terminar haciendo un surco en el suelo, si sigues caminando – Le dijo, divertido por la situación.
Ryo lo miró. No le dijo nada.
- Me cansé – Dijo, para dirigirse casi corriendo a abrir la puerta de la habitación de par en par, siendo secundado por Kazuki, mientras que Takahisa miraba con las rodillas apoyadas sobre el sillón. Ambos estaban dormidos, abrazado uno al otro, por lo que Ryo suspiró, dándole la cara al techo.
- Te lo dije – Miró a Kazuki, quien estaba apoyado al lado de la puerta. El morocho cerró la puerta.
- Pudo haber sido todo lo contrario.
- No iba a traerlo si pensaba que iba a hacerle algo. Ryo, ese chico realmente lo ama. Quizás haya sufrido una crisis de celos, pero lo ama.
Ryo lo miró.
- ¿Está bien si los dejo solos? – Preguntó Takahisa, levantándose.
- ¿Tienes cosas qué hacer?
- Con Tegoshi así, podría decirse que hago su parte del trabajo también – Dijo, acomodándose la mochila sobre la espalda.
- Gracias, Massu – Le dijo Ryo, palmeando su espalda.
- De nada.
Ryo acompañó al muchacho hasta la puerta del departamento, donde lo despidió. Camino al ascensor, encontró a Tomohisa, quien bajaba del mismo.
- Te envidio – Le dijo el muchacho.
- ¿Eh? – Preguntó el morocho, sin entender.
- La forma en que te relacionas con Ryo. Aunque lo amas, aceptas que esté con otra persona, sin importar tus sentimientos.
- ¿Tú no eres igual?
- Sí – Suspiró, oprimiendo el botón que llamaría al ascensor -. Pero, a veces, duele demasiado– Reconoció, dedicándole una sonrisa.
Tomohisa le palmeó la espalda antes de seguir con su recorrido hacia el departamento de Ryo.

Takahisa inspeccionó la hora al bajar del ascensor, dándose cuenta de que estaba llegando tarde.
- Esto es malo – Se dijo, guardando el aparato en su bolsillo.
Al salir del edificio, una innumerable cantidad de periodistas lo acorralaron contra la puerta de entrada, haciéndole miles de preguntas que no pudo responder al no poder escuchar claramente las mismas.

Dentro del edificio, Tomohisa encendía el televisor del living de Ryo, mientras el dueño de casa estaba en la cocina junto a Kazuki, preparando algo sencillo para comer y beber.
- Ehm… Ryo… ¿Puedes venir un momento? – Le dijo el morocho, por lo que tanto él como Kazuki fueron en respuesta a su llamado.
Los tres se quedaron leyendo el titular del noticiero, intercambiando miradas con miles de preguntas encima y ninguna respuesta.





No hay comentarios:

Publicar un comentario