Título: Hanamuke
Pairing: Akanishi Jin x Tegoshi Yuya; Ikuta Toma x Tegoshi Yuya.
Capítulo: 03/ ¿?
Cantidad de palabras: 3372.
Resumen: Jin busca acercarse a Yuya, obteniendo sólo su lejanía. Luego de un accidente, Yuya le explica qué fue lo que ocurrió en su vida, qué lo llevó a cambiar tanto.
Capítulo 03: Verdad
Toma salió del cuarto de baño luego de asearse, secándose el cabello con un toallón. Miró para todos lados en el comedor. Sólo estaban allí Jin y Taiga, desayunando, mirando las noticias en el televisor.
- ¿Y tu hermano, Tai?
El menor, quien mordía una tostada con mermelada en ese
mismo instante, dirigió su dedo índice a la cocina, guiando a Toma hacia la
misma para sonreír tiernamente ante aquella escena. Parecían dos niños. Yuya
estaba siendo abrazado por Takahisa y éste dormía tan profundo que poco le
faltaba para llegar a roncar.
Con el dorso de la mano, rozó apenas una de las mejillas
de su pareja, por miedo a despertarlo. Miró a Takahisa, estando él en
cuclillas, recordando cuán celoso le ponía su sola presencia. Fue el mismo
Takahisa quien le dijo que nunca tendría malas intenciones con Yuya, es más,
siempre lo había visto como un hermano menor. Toma se preguntó si llegaría a
pensar del mismo modo respecto a Jin, bufando, mirando al suelo.
- Deja de quejarte o vas a volverte viejo – Le dijo el
pelirrojo, recién despierto.
- Perdón – Le dijo el aludido, levantándose y siguiendo
con su secada de cabello.
- Tegoshi, despierta – Meció al rubio apenas, para poder
despertarlo.
Tegoshi…
Había olvidado eso. Por más cercanos que aquellos dos
fueran, Takahisa siempre lo había llamado así.
- Tú nunca cambias, ¿eh?
- ¿Respecto a?
- Tegoshi. Aunque pasen cincuenta años, seguirás
llamándolo Tegoshi – Se sentó en torno a la mesa, con la toalla sobre sus
hombros y sacó una tostada de la bandeja que estaba en el medio, siendo
observado por Jin.
- ¿Celoso? – Dijo el muchacho, asomando apenas su cabeza,
recibiendo Yuya sobre su cuerpo la toalla que iba dirigida a él.
- Bien hecho – Dijo Toma, extendiendo su mano para que
Yuya dejara la toalla sobre la misma.
- ¿No es muy temprano para que peleen? – Se quejó el
rubio, con voz de recién despierto, siendo atrapado por los brazos de Toma,
quien lo sentó encima suyo.
- Buen día.
Al recibir los besos y la respiración del morocho sobre
su cuello, su cuerpo enteró se estremeció, levantándose de golpe,
sorprendiéndose ambos por su reacción.
- V… Voy a asearme – Dijo, huyendo hacia el baño.
- Lo agarraste en sus días sensibles – Dijo Takahisa.
- Ni que fuera una mujer.
- Tegoshi es peor que una mujer – Hizo señas de hacer
cosquillas.
- En eso tienes razón.
Taiga miró a Jin y le sonrió.
- Jin, ¿hasta cuándo te quedas?
- No lo sé – Respondió el morocho.
- Genial – Dijo Takahisa, con tono entusiasmado, apoyando
ambas manos sobre la mesa, mirándolo -. Tienes que venir a comer mis pasteles.
- ¿Al final pusiste una cafetería?
- Claro que sí. ¿Con quién crees que estás hablando?
Jin se rió.
- Por eso mismo lo digo.
- Tai, ¿estás listo? - Le preguntó Toma al muchacho.
- Sí, señor – Respondió el aludido saludándolo como si
fuera un militar.
- Jin-niisan,
nos vamos.
- ¿A… Adónde?
- Oh, yo también tengo que irme – Dijo Takahisa,
mordiendo una tostada y llevándose dos más en la mano.
- Ayudo a mi madre a cuidar a los enfermos del hospital.
Y Toma se va a su casa a asearse. ¿Sabes? Él n---
- Tai – Lo llamó el aludido, ocasionando que callara.
- Lo siento – Musitó el aludido -. Y Massu tiene que irse
a trabajar. Dile a mi niisan que te
lleve a dar unas vueltas por el pueblo – Se acercó a él y le dio un sonoro beso
en la mejilla, sorprendiéndolo -. Buena suerte.
- Ah… Gracias.
Una vez que lo dejaron solos, se quedó en silencio. Apagó
el televisor, puesto que no le estaba prestando atención y se detuvo a oír el
agua de la ducha que podía oírse desde el baño. Suspiró, y levantó y lavó las
cosas que se habían usado en el desayuno.
Al salir del baño, Yuya lo vio mientras se dirigía a su
cuarto. No le dijo nada, sólo sonrió.
- ¿Adónde vamos? – Le preguntó, al otro lado de la
mesada, una vez ya vestido, generando un salto en la persona que estaba en la
cocina.
- Me asustaste…
- Lo siento – Dijo el rubio, aguantando la risa -. Sigues
siendo el mismo asustadizo…
- Vamos al parque.
- ¿Al parque?
- Sí, Massu lo nombró y me dieron ganas de ir.
- Está bien, vamos allá.
Ambos salieron por la puerta trasera. Jin intentaba
reconocer hasta el último detalle visto por sus ojos. No mucho tiempo más tarde,
llegaron al parque que se hallaba cubierto de nieve.
- Nadie viene aquí – Dijo Yuya -. Es muy tranquilo para
juntarse y charlar con alguien.
- ¿Para eso vienes? – Le preguntó Jin, mirando un
edificio al otro lado de la calle.
- Cada tanto, sí. Sino… para poner en claro mis ideas.
- Vamos – Le dijo, tomándolo de la mano para arrastrarlo
al otro lado del parque y llegar a la reja cerrada de la escuela -. Qué
nostalgia.
- ¿Puedes soltarme? - El aludido hizo caso a sus palabras
para treparse a la reja y saltar al otro lado -. ¿Qué haces?
- Ven.
- ¡¿Ehhhh?!
- Ven, sé que saltar esto no te costará nada, vamos.
- Pero…
- Es Navidad, nadie va a venir.
La expresión de lástima al otro lado de la reja pudo con
Yuya, motivado sólo por las ganas de golpearlo. Con algo de esfuerzo, trepó la
reja y llegó a su lado, con su ayuda. De nuevo, estaba siendo arrastrado por
Jin, como siempre había sido. En medio de aquel crudo invierno, aquel agarre
era lo único cálido que tenía sobre su cuerpo.
Llegaron a la sala de actos. Caminaron por el largo
pasillo que los separaba del escenario, al cual Jin subió, seguido de Yuya,
para mirar a todos lados.
- ¿Lo recuerdas? – Le preguntó.
- ¿Mhh?
- Estás distraído, Yuya – Le dijo, golpeándole apenas la
frente.
- Un poco…
- Aquí cantabas…
- Ahh… Hace mucho que no lo hago…
- Tenías una voz---
- El timbre de salida sonó y caminamos por el camino
largo. Deseamos la felicidad eterna, un día libre especial, con sentimientos
sinceros. Quiero enviarte esta canción de despedida a ti – Cantó, cerrando los
ojos. Jin sólo atinó a mirarlo. Lo amaba, sabía que en lo más profundo de su
alma, lo seguía amando. Guiado por aquel sentimiento, lo estrechó entre sus
brazos y apresó sus labios.
- Perdón – Le susurró, apenas, sin soltar el agarre sobre
su cuerpo.
Yuya suspiró, sin abrir sus ojos, intentando recordar
aquel sabor que Jin había dejado sobre sus labios. Su cuerpo estaba a punto de
ser soltado, pero fue el mismo Yuya quien ahora lo besó, en forma pasional,
casi salvaje. Sorprendido, Jin soltó el agarre sobre su cuerpo, sonriendo,
siendo ahora él el apresado, sintiendo las manos de Yuya agarrándolo del cuello
para apoyarlo contra la pared. Las manos del morocho se posicionaron sobre su
cintura y su cabeza, perdiéndose entre sus rubios cabellos, mientras lo
obligaba a abrir su boca para enredar su lengua a la suya. Aunque no entendía
qué era lo que estaba sucediendo, el tenerlo así, tan perdido por su culpa, le
gustaba, lo anhelaba, deseaba aquello más que a nada en el mundo, lo amaba.
Sus cuerpos se deslizaron sobre la pared hasta dar con el
suelo, separándose de a ratos para poder tomar aire y volver a perderlo entre los
labios del otro.
- Yuya… Yuya – Gemía Jin, sonriendo ante las mejillas del
rubio las cuales poco a poco iban tomando un tinte rojo. Bajó sus manos hacia
su cintura, tras abrir su abrigo y buscar su piel bajo el mismo,
estremeciéndose Yuya al sentir el contacto de sus frías manos sobre su cuerpo.
- Jin – Susurró, con los ojos cerrados, mientras el
aliento del morocho junto con sus labios recorrían su cuello casi por completo.
En ese momento, Yuya sintió que el celular que descansaba
dentro del bolsillo de su abrigo, fuera del contacto con su cuerpo, vibraba,
por lo que se separó de Jin, se sentó a orillas del escenario, con sus piernas
colgando y tras recuperar el aliento, respondió la llamada.
- Diga… Sí, perdón. Estábamos… recorriendo la escuela con
Jin. Sí, la escuela… No, no había nadie y tampoco nos vieron, no te preocupes.
Sí. Por eso no te atendí antes. ¿Cómo está todo? Me alegro. Nos vemos más tarde.
Cuídate - Cortó la llamada y suspiró, mirando el techo. Jin se sentó derecho y
atinó a mirarlo. Sabía que no iba a haber marcha atrás, sabía que Yuya no iba a
reaccionar así de nuevo con él. El rubio se bajó del escenario e hizo unos
pocos pasos para terminar girando para mirarlo -. Sabes cómo volver, ¿no?
- ¿Quién era?
- Toma – Le dijo.
- Yuya…
- Nos vemos en casa, Jin.
Se quedó mirándolo hasta perderlo de vista. No sabía lo
que sentía y preguntárselo no haría más que aumentar su confusión y el poco
buen trato que recibía de su parte… Si es que no lo atormentaba más de lo que
ya hacía.
Se enredó los cabellos, enfadado consigo mismo. Sus
acciones, en vez de acercarlo más a Yuya, lo iban alejando cada vez más.
La puerta trasera de la cafetería se abrió. Takahisa se
asomó y suspiró, con una sonrisa.
- Tenemos que dejar de encontrarnos así – Bromeó,
ocasionando la sonrisa en su amigo -. ¿Sucede algo? - Aquella sonrisa que
dibujó en su rostro, duró escasos segundos para terminar rompiendo en lágrimas.
Sabía su causa, pero a la vez, necesitaba oír su explicación -. Tegoshi…
- Fue Jin – Dijo el rubio, rápidamente -. Yo…
- Tegoshi…
- No fue su culpa, pero no sé qué hacer, Massu.
- Eh… Tegoshi…
- No, espera – Dijo, ahogando el llanto -. Espera – El
aludido, casi con cara de pánico, pestañeó varias veces, pero su oyente no iba
a callarse tan rápido -. Fuimos a la escuela hoy y… Me besó…
- Tego---
Sus palabras fueron interrumpidas por la figura de Toma
saliendo detrás suyo. Yuya se quedó con los ojos abiertos como platos, sin
llegar a pronunciar palabra alguna, mientras que Takahisa cerró los ojos con
fuerza, intentando de ese modo, quizás, que no le doliera tanto a los oídos el
grito que suponía iría a pegar el morocho.
- Voy a matarlo – Dijo, casi en un susurro, antes de irse
corriendo del lugar.
Yuya miró a su amigo, buscando una respuesta.
- Si intentaba frenarte… Era porque Ikuta había venido a
buscar un pedido hecho por tu madre - El muchacho suspiró sonoramente, girando
sobre sus pies, agarrándose la cabeza -. Espérame – Le dijo, sacándose el
delantal.
- ¿Qué vas a hacer?
- Ayudarte a parar a Ikuta.
Sin saber por dónde buscar, el dúo se separó, recorriendo
todo el pueblo.
Yuya llegó hasta el lago donde se había encontrado con
Jin el día anterior, sin hallar allí a nadie. Se detuvo, buscando algo de aire
hasta caer al suelo, quejándose de dolor. Con la mano temblorosa, agarró su
teléfono celular. Su vista estaba nublada, por lo que se restregó los ojos con
fuerza, si es que con eso podía al menos llegar a ver una tecla. Al hacerlo,
marcó un número, esperando a que respondieran del otro lado.
- “¿Diga?”
- A… Ayuda – Sollozó -… T… Tai…
- “¿Niisan? ¿Dónde
estás? ¡¡Niisan!!”, al otro lado, yaciendo en la fría nieve, Yuya había
perdido el conocimiento.
- ¿Sucede algo, Tai-kun? – Le preguntó una de las
repositoras, viendo cómo dos lágrimas surcaban rápidamente sus mejillas.
Sin responderle, el muchacho salió corriendo del mercado,
lugar al que había regresado después de ayudar a su madre con su trabajo en el
hospital. Su teléfono celular, con la
llamada cortada, seguía abierto en su mano. Secando en forma brusca las
lágrimas que caían sin reparo de sus ojos, su andar iba presuroso sobre la
acera, encontrando al mismo tiempo que Takahisa, a Jin y Toma, quienes, en
medio de gritos, estaban peleando. Takahisa sostenía el cuerpo de Toma con sus
brazos, buscando calmarlo un poco, pero fueron los sollozos de Taiga los que
alertaron a los tres, haciendo que sus miradas se dirigieran a él.
- ¿Tai? – Preguntó Takahisa.
- ¿Han… han visto a mi hermano?
- ¿A Yuya? – Preguntó Toma, extrañado.
- Me llamó hace un rato… Pedía ayuda…
Sin esperar más explicaciones, Jin salió disparado cual
rayo en su búsqueda aunque, no sabía muy bien por dónde empezar a buscar. Toma
se quedó inmóvil, sin saber qué hacer, mientras Taiga era abrazado tiernamente
por Takahisa, sobre quien derramó varias lágrimas más.
- Vamos a encontrarlo, verás que sí – El pelirrojo miró
al mayor, a quien le llamó la atención -. Ve a buscarlo, ¿qué esperas?
Alguien debía quedarse con Taiga, y prefería ser él, ya
que podía llevarlo a la cafetería y calmarlo con un poco de helado, en cambio,
si Yuya era encontrado por Toma, después de todo, él era médico y sabría mejor
que él las cosas que hacer si es que lo encontraban de mal modo.
Toma fue por el camino contrario que Jin, recibiendo una
llamada del celular de su pareja al poco tiempo.
- ¡¿Yuya?! ¿Dónde estás? – Preguntó, sin dejar de correr,
mirando hacia todos lados.
- “Soy Jin. Encontré
a Yuya desmayado, voy camino al hospital.”
Sus ojos se abrieron muy lentamente, como si una fuerza
superior le impidiera abrirlos. Al intentar acercar su brazo, lo halló casi
entumecido, pero no por el frío, sino por la mala posición en la que lo estaba
teniendo. Al oír el sonido de cosas de metal que chocaban, terminó por abrir
sus ojos, para hallarse con un suero cuya aguja estaba clavada a su cuerpo.
- Al fin despiertas.
Su cabeza giró apenas noventa grados para verlo. Podía
ser su hermano mayor. El rubio destellante de la tintura era parecida, sino
igual a la suya. De alguna manera hacía juego con el largo delantal blanco que
cubría su cuerpo.
- Tanto tiempo – Musitó Yuya.
- Así es – Le dijo el médico, mirándolo de reojo -. Te
desmayaste.
- Lo sé – Buscó sentarse, pero el agarre del suero se lo
impedía, por lo que miró al mayor, buscando ayuda.
- No voy a ayudarte. ¿Por qué no aprovechas y descansas?
– Sabiendo de antemano que Yuya iría a reprocharle algo, se apresuró en seguir
hablando -. Al menos hasta que el suero se termine.
- ¿Para eso sí va a ayudarme?
Sonriendo, el mayor se acercó a él y rescató su brazo del
cable del suero, el cual le impedía su movimiento.
- Descansa – Le dijo, palmeando su cabeza varias veces
suavemente.
De nuevo, sentía que los párpados le pesaban. Se restregó
los ojos, para terminar cerrándolos y caer así en un profundo sueño.
Al despertar, lo primero que hizo fue mirar al suero que
se hallaba ausente, encontrándose en cambio con un algodón siendo sostenido por
una gasa. Con dificultad, se sentó en la camilla, al mismo tiempo que el mismo
doctor con el que había conversado antes, regresaba.
- ¿Despertaste?
- Sí…
- ¿Dormiste bien?
- Sí… Ehm… Doctor…
- No te preocupes, no le dije nada a nadie – Lo miró, con
una media sonrisa, mirando cómo Yuya se calzaba sus zapatillas -. Ni que fuera
a comerte, Tegoshi-kun.
- ¿Eh? Ah… Lo siento. No es eso – Reconoció el muchacho,
apenado -. A propósito, ¿quién me trajo?
- Ikuta-kun y… un muchacho que no conozco.
- ¿Jin?
- Mhh… No escuché su nombre – Buscando irse de ese lugar
rápidamente, Yuya fue alertado por la voz del hombre -. Tegoshi-kun…
- Estaré bien – Le dijo el aludido, girándose apenas para
dedicarle una sonrisa -. Gracias por todo, Takizawa sensei.
No del todo calmado, el mayor dejó que el rubio se fuera,
sin decirle nada.
Camino a la puerta del hospital, Yuya se encontró con un
médico sumamente familiar, quien charlaba con una niña que en compañía de su
madre había ido a curar un raspón en la rodilla. Esperó a que se fueran para
entrar a su campo visual.
- Hola – Le dijo, con su usual sonrisa.
En respuesta, Toma lo estrechó entre sus brazos.
- ¿Cómo estás? ¿Qué te dijo el médico?
- Me dijo que sólo es anemia – Respondió, escondiendo
ambas manos en sus bolsillos en su lucha contra el frío.
- ¿Qué harás ahora?
- Vuelvo a casa.
- Cuídate – Le dijo, besando con suavidad su frente.
- Lo haré. Tú también cuídate.
Apenas salió, decidió ir caminando, pero un repentino
tambaleo, hizo que se acercara a la fila de escasos taxis a la izquierda de la
entrada y pidiera por uno.
Llegó a su casa, a la cual entró, por la puerta de atrás.
Suspiró al no hallar a nadie y se quitó el abrigo para tirarlo sobre la cama.
Fue a la cocina por un poco de agua.
- ¿Cómo estás? – Le preguntó Jin.
- Ah… ¿Estabas en tu cuarto?
- Sí. ¿Qué te dijeron? - Yuya lo miró, sin darle
respuesta. Siendo observado por su amigo, acercó una silla a la ventana y se
sentó, mirando el cielo a través de ella -. Yuya…
Dirigió su mirada al morocho. Estaba de pie, sosteniendo
su cuerpo con la mesa. El rubio le sonrió, para que al menos eso fuera el
contraste de sus palabras.
- Yo te dije… Que muchas cosas habían cambiado cuando te
fuiste, ¿no?
- Sí.
- Cuando te fuiste, no al mucho tiempo, tuve un accidente
en la escuela. Yendo al pizarrón, a resolver un problema, me desmayé. Sólo
segundos antes de eso, sentí que la vista se me nublaba. Sin entender el por
qué, me refregué los ojos, pero… Seguía sin ver… Atiné a estirar un poco el
brazo para sostenerme del pupitre de uno de mis compañeros. Sentí que mi
corazón palpitaba a mil por hora. Quizás haya sido por eso el desmayo. Quizás
haya sido mi propio nerviosismo lo que me llevó al desmayo – Suspiró. Entrelazó
sus manos sobre sus rodillas y volvió su mirada al morocho -. Jin… Tengo cáncer – Susurró, generando
en su oyente una mirada de sorpresa -. Cuando el médico me lo dijo, estaba sólo
con él. Supongo que hoy lo habrás conocido. Le dije que no le dijera nada a mi
familia, que yo buscaría el momento apropiado para hacerlo, pero… ¿Sabes Jin?
Desde hace doce años que busco la manera – Sus lágrimas finalmente aparecieron,
desbordándose de sus ojos, recorriendo su mejilla -. A la semana siguiente, fui
a verlo, le dije que me diera todo lo necesario para no tener que ausentarme
para la quimioterapia. Es por eso que me encerraba en mi cuarto, fingiendo que
estudiaba. Tenía el baño enfrente, por lo que nadie iba a preguntarme nada. De
alguna forma, lo tenía todo calculado – Tomó aire -. No tuve ninguna recaída.
Sólo… Mis miembros llegaron a moverse involuntariamente, pero nada grave para
los ojos del resto de la gente.
- ¿Alguien lo sabe?
- No – Respondió, secándose las lágrimas -. Tú eres el primero
que lo sabe. Yo… Yo no quería preocuparlos. A ninguno.
- ¿Por qué me lo dices a mí?
Yuya se levantó y se acercó a él para agarrar su mano.
- Porque sé que puedo confiar en ti. Porque esta era la
única forma de que entendieras que estos años, no fueron nada fáciles para mí –
Acarició su mejilla con el dorso de su mano, húmeda ésta a causa de sus
lágrimas -. Te extrañé…, Jin.
Su cuerpo fue estrechado con fuerza. Sus lágrimas no
paraban de escapar de sus ojos. Como si no existiera un mañana, el morocho lo
abrazó con toda la fuerza que brotó de su cuerpo, siendo aceptado por Yuya.
A la mierda!!! T__________T
ResponderEliminarY el título no me da buena espina!! Te mato Mikiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
ÑYAJAJAJAJAJAJAJAJA~ >:3
EliminarYEGUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!
EliminarY LO RE DISFRUTASSSSSSSSSSSSSS!!!!!!!! T_________T
Cómo te me vas a reir así??? :(
Yo lo escribí, lo releí y lloré xD Ahora que lloren mis lectoras~ x3
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