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テゴマす - 夕焼けと恋と自転車
En casa~
Título: Life's blood
Pairing: Ikuta Toma x Tegoshi Yuya
Capítulo: 01/ ¿?
Resumen: La misión empieza a tomar forma pero la sombra de una misión finalizada puede traer problemas. Toma persigue a la mujer que aparece entre sueños, aunque Asami le dice que no todo es lo que parece...
Pairing: Ikuta Toma x Tegoshi Yuya
Capítulo: 01/ ¿?
Resumen: La misión empieza a tomar forma pero la sombra de una misión finalizada puede traer problemas. Toma persigue a la mujer que aparece entre sueños, aunque Asami le dice que no todo es lo que parece...
Capítulo 01: Persecución
El bosque era tan interminable como oscuro. No podía ver,
pero aún así corría. El único destello de luz provenía de la luna reflejándose
en la inalcanzable silueta que se alejaba de él, buscando que la persiguiera.
Su risa inundaba sus oídos como si de una melodía del Diablo se tratara.
Necesitaba alcanzarla aunque estuviera corriendo por el resto de sus días.
Pero aquella persona, una mujer vestida de blanco, de
dorados cabellos parecía alejarse cada vez más de él. Estaba agitado, no sabía
desde hacía cuanto tiempo la había estado persiguiendo. De repente, oyó su
sonrisa cerca suyo, pero por más que intentara encontrarla no lo hacía, sus
ojos no la veían. De repente pudo sentir su aliento golpeando contra su cuello,
oyendo sobre su oído el sonido de su boca abriéndose en forma exagerada. Una
gota de sudor surcó su rostro. Debía correr, escapar, ahora la situación se
había dado vuelta, el perseguido era él.
El sonido proveniente de su celular lo despertó,
haciéndolo sentar de un salto. Atendió el llamado, recuperando apenas el
aliento.
- “De nuevo con la
puerta cerrada.”
Su voz lo hizo sonreír.
- Pi…
- “Está todo listo,
pero vas a llegar tarde si no te apresuras.”
- Enseguida voy – Dijo, levantándose de la enorme cama,
la cual miró tras cortar la llamada y dejar el teléfono sobre la mesa de luz.
Abrió las cortinas que le impedían ver la luz del sol. La necesitaba para darse
cuenta que era humano. Aseándose tan rápido cómo pudo terminó saliendo de la
habitación, calzándose el sistema de manos libres de su celular y encendiéndolo.
- “Buen día, Jefe.”
- Deja de llamarme así – Llegó al estacionamiento con
autos de todos los modelos y marcas existentes. Sacó la llave que descansaba
dentro de su bolsillo para apagar la alarma y subirse al vehículo negro con
apariencia de Ferrari -. ¿Cómo marcha todo?
- “Todo normal.”
- ¿Dejarás que entre a una empresa vestido así? – Arregló
el espejo retrovisor antes de poner en marcha el vehículo, guiñándose el ojo a
sí mismo.
- “No me guiñes el
ojo.”
- ¿Prefieres un beso? – Bromeó, encendiendo el vehículo,
haciendo que el motor rugiera antes de salir disparando del lugar. Los autos
parecían moverse en cámara lenta, pero no, era él el que se movía a gran
velocidad.
- “No, gracias”,
Tomohisa oyó la risa de Toma al otro lado. “Tienes
un traje en el baúl.”
- ¿Dónde paro?
- “En medio minuto
vas a pasar por una gasolinera abandonada. Actualmente la están usando para
reparar autos, pero los baños siguen en funcionamiento.”
- Lo tengo.
La frenada no tuvo sonido alguno. Toma bajó del auto,
abrió el baúl del mismo y sacó un traje recién sacado de la tintorería. Sin
responder a las miradas de los curiosos dueños del lugar, entró al baño y se
cambió, dejando la ropa con la que había ido allí tirada. Al pasar frente a
ellos, ahora vestido con traje, les dedicó una reverencia, antes de entrar al
vehículo y desaparecer para volver a la autopista.
Tomohisa silbó.
- “Cada vez me
sorprende más la rapidez con la que haces las cosas.”
- ¿Debo tomar eso como un halago?
- “Supongo que sí.
Gira a la izquierda y entra al estacionamiento. Sal de allí como si nada y en
diagonal está el edificio de la editorial.”
- Entendido.
- “Maki te dará el
resto de las cosas.”
- Gracias por tu trabajo.
- “Es un placer.”
Toma cortó la comunicación al entrar al estacionamiento.
Suspiró antes de salir del vehículo. Con pasos presurosos, salió del mismo y se
dirigió a la empresa. Era imposible equivocarse al ver el enorme cartel que se
elevaba al lado de la edificación. Entró, dedicándole una reverencia al
guardia, quien lo imitó.
Una familiar figura femenina lo observó desde el costado
de la recepción.
- Llevaré estos documentos arriba – Le dijo la muchacha a una de las
recepcionistas.
- ¡Oh! Gracias, Maki-chan. ¿Sabes? Creo que no puedo
hacer tantas cosas a la vez.
La aludida le sonrió y siguió los pasos de Toma,
encontrándoselo frente al ascensor. Cuando el muchacho la miró, le dedicó una
reverencia, imitando su acto la muchacha, luego.
Las puertas del ascensor se abrieron y sólo ambos
entraron. El silencio estaba siendo invadido por una molesta melodía
proveniente de los parlantes del mismo.
- “Listo”, oyó
Maki, la voz de Tomohisa provenir de uno de sus aretes.
- Muy bien – Dijo la muchacha, antes de entregarle a Toma
un maletín que descansaba entre los papeles que se supone debía entregar,
sumado a unos documentos y sus correspondientes identificaciones -. Ha estado
hablando con Yokoyama Yuu-san para ingresar a la empresa.
- ¿En qué me destaco?
- En el área gráfica. Manejo de diseño editorial. Ha
trabajo para una importante revista de los Estados Unidos.
- Ahjá – No quitó la vista del visor que le marcaba la
llegada a su piso.
- Trátelo lo más normal posible.
- Odio cuando Yamapi hace eso – Aquel comentario había
quebrado con su nerviosismo, pero el mismo regresó al pronunciar la siguiente
pregunta -. ¿Y Erika?
- Eri pertenece al sector de Recursos humanos y, al mismo
tiempo, recibe llamadas por parte de los telemarketers.
Toma posó una expresión de sorpresa sobre Maki, que ni se
inmutó.
- Erika… ¿Puede hacer eso…?
- Es buena actriz, además, es la única forma en que
Yamashita-san puede hablar con ella sin levantar sospechas.
- “Dile a Toma que
deje de halagarme, están por llegar.”
- Ok. La sala de reuniones está yendo derecho por el
pasillo que verá al salir – Dijo la morocha, acomodando los documentos encima
suyo -. Ya llegamos - El ascensor se abrió, saliendo ambos rápidamente del
mismo – Suerte – Le susurró, pasando al lado suyo.
Como si no hubiera oído nada, Toma se encaminó a la sala,
golpeando dos veces la puerta de entrada
para abrirla luego.
- Lamento haber llegado tarde – Se excusó.
- ¿Tú eres…? – Preguntó una de las casi veinte personas
en torno a la mesa rectangular, pero fue un hombre que pisaba los treinta el
que se levantó, mientras la mirada de Erika, quien estaba haciendo una
exposición, se posaba sobre él sin expresión aparente.
- ¿Ikuta-kun?
- Sí, Usted es… Yokoyama-san, ¿no?
Una sonrisa se dibujó en el rostro del aludido, quien
asintió con la cabeza.
- Sí, siéntate por favor. Toda-san nos estaba hablando
acerca de la incorporación de nuevo personal en estos momentos. Tegoshi-kun,
¿puedes darle una carpeta?
- Sí, Señor.
Sus ojos se posaron sobre el aludido. Tegoshi Yuya… Su
cabello estaba teñido de un deslumbrante color dorado… De un dorado muy
parecido al que había visto en su sueño, el mismo dorado que aparecía en forma
recurrente en su sueño, junto a un brillante rojo carmesí. La voz del muchacho
llamándolo lo sacó de sus pensamientos. Sus ojos lo miraban directamente. Toma
sentía que en esa mirada estaba leyéndole el alma.
- Perdón – Susurró, desviando su vista mientras agarraba
los documentos y hundía, o intentaba hundir sus pensamientos en él.
Su vista estaba clavada en el cielo, mientras por su
cabeza pasaban mil y un pensamientos diferentes.
- Te gusta ese chico, te gusta ese chico – Dijo Erika
mientras buscaba su cintura con las yemas de sus dedos para hacerle cosquillas,
logrando sólo que Toma se quejara, corriendo a un lado para que lo dejara.
- Basta – Pidió, sonriendo -. No sé a qué te refieres.
- A ese tal Tegoshi – Dijo, sentándose en el barandal de
la terraza como si fuera lo más normal del mundo.
- Realmente no sé a qué te refieres.
- Toma – El aludido la miró -. ¿Cuántos años nos
llevamos?
- ¡Uff! He perdido la cuenta.
- Por eso mismo, a mí no me engañas.
- Bájate de ahí, Eri – Pidió Maki, saliendo al lugar. La
aludida la miró con una alegre sonrisa e hizo caso a sus palabras.
- ¿Qué conseguiste, Maki? – Preguntó el muchacho,
girándose para mirarla.
- Se crió en Kanagawa y vino a Tokio a la edad de dos
años. Su madre murió en un accidente y lo crió una familia amiga.
- ¿Pareja? – Preguntó Erika con una sonrisa.
- No actualmente.
- Tienes el campo libre, Toma – Dijo la mujer,
codeándolo.
- Ya basta – Dijo el aludido, alejándose unos pasos de
ella -. ¿Algo más?
- Nada relevante. Es un muchacho normal. Ah…
- ¿Ah? – Toma la miró.
- Se rumorea que va a publicar un libro con otra
editorial.
- ¿Por qué no aquí? – Preguntó Erika.
- No les gusta la temática.
- ¿De qué se trata?
- Vampiros.
Los ojos de los presentes se clavaron en Maki.
- ¿Cuál es la editorial?
- Hachi.
- ¿Qué? – Preguntó el muchacho, segundos más tarde,
tragando en seco.
- ¿Eso es relevante?
- Hachi significa ocho en japonés, Maki – Respondió
Erika.
- Lo sé, soy japonesa – Dijo la muchacha.
- Hachi es el nombre del grupo de los ocho vampiros más
poderosos que existieron desde épocas inmemoriales.
- Ah, yo… No lo sabía, perdón…
- No tienes que pedir disculpas – Le dijo Toma, pasando a
su lado y sumergiendo su mano entre sus cabellos para acariciar su cabeza -.
Gracias por la información, Maki.
- De nada, señor.
Toma entró al edificio. Maki se acercó a Erika y observó
el cielo a su lado.
- Es raro que te prestes a estas cosas – Destacó la
pelilarga, con una sonrisa.
- Es porque tú estás aquí – Dijo la aludida, mirando para
otro lado.
Erika sonrió y bajó del barandal para agarrar su cintura
y buscar su rostro.
- Mírame…
- No.
- ¿Por qué?
- Porque me vas a ver sonrojada.
Finalmente Erika pudo ver el rostro de Maki siendo el
rojo de sus mejillas interrumpido por el juego que el viento tenía con sus
cabellos.
- Estás hermosa sonrojada – Le dijo la mujer antes de
besar suavemente sus labios.
La jornada laboral llegó a su fin y en la mente de Toma
aparecía el nombre de Yuya sin descanso. Cuando pudo dar con él, la puerta del
ascensor se estaba cerrando por lo que hizo una rápida carrera por las
escaleras, llegando al último piso tragando aire a bocanadas.
Lo persiguió hasta la salida, hallándolo en la acera
saludando a sus compañeros de trabajo.
- ¡Tegoshi!
- ¿Toma? ¿Eres tú?
Aquella voz hizo que la piel de Toma se erizara. Yuya lo
miro, siendo él alertado por su voz, pero el morocho se giró para ver a la
persona que lo había reconocido.
- Carajo – Dijo Tomohisa, tecleando en forma rápida desde
su habitual sector de trabajo, mientras Keiichiro le entregaba una taza de
café, con Shigeaki a sus espaldas.
- ¿Sucede algo malo? – Preguntó el muchacho nuevo.
- Ese chico fue un antiguo compañero de trabajo de Toma –
Dijo Keiichiro, abrazando la bandeja donde antes descansaba la taza que ahora
temblaba lentamente debido a los golpes que Tomohisa le daba al teclado -.
Yamapi tiene un duro trabajo borrando y renovando información en cada una de
las misiones.
- ¿Y por qué no cambia los nombres?
- Tampoco quieras complicarme la existencia – Dijo
Tomohisa, quien hacía escasos segundos parecía ausente -. Erika, ¿dónde estás?
- “¿Qué sucede?”
- Tenemos un problema…
- ¡Toma! Sabía que eras tú - Era Jin, encargado del
reparto de comidas rápidas de un local bastante lejos de allí. Toma lo agarró
de un brazo y lo alejó, al menos de Yuya -. Oye, ¿qué te pasa?
- N… Nada, ¿cómo estás? Tanto tiempo – Se notaba el
nerviosismo, pero esperó que aquel sujeto fuera lo suficientemente estúpido
como para no darse cuenta de ello.
- Bien, ¿y tú? ¿Qué haces con estas ropas? Estás
desaparecido de la faz de la Tierra, vamos a casa a tomar unas cervezas.
Una garrapata, eso sería Jin si no se lo sacaba de
encima. Dejando de lado todo lo planeado para Yuya, Toma suspiró y decidió
seguir a Jin hasta su casa.
En el lugar hablaron de cosas triviales. Si hubiera sido
actor, Toma hubiera ganado sin lugar a dudas el premio Oscar, la espontaneidad
con la que mencionaba situaciones ficticias dejó sin palabras a Shigeaki, que
lo escuchaba al otro lado, junto a Keiichiro y Tomohisa.
Era entrada la madrugada cuando Jin cayó dormido en el sofá.
Toma estaba sentado en el suelo hasta que se levantó y llamó la atención de su
amigo.
- Jin – Lo meció -. Jin, ¿me oyes?
No recibió respuesta, por lo que agarró sus cosas y se
fue.
En cambio, fue el timbre, tiempo más tarde, lo que lo
despertó. Sin saber el paradero de Toma, es más, sin saber siquiera porque
habían dos platos de comida sobre la mesa, se levantó y atendió la puerta. Sus
ojos casi salen de sus órbitas, al ver a una mujer de cabello azabache un poco
más debajo de los hombros, vestida con un sobretodo.
- Buenas noches, ¿habitación 303?
- Sí… ¿Tú eres…?
- Vine por un llamado – Dijo la aludida, entrando sin
permiso alguno. Jin cerró la puerta y la miró, hallando aquel sobretodo oscuro
en el suelo y a una majestuosa silueta vestida con ropa interior negra de
encaje y unas medias sostenidas con portaligas que lo dejó sin habla -. Erika,
encantada – Dijo la mujer, dedicándole una reverencia con una macabra sonrisa
dibujada en el rostro. Se relamió sus labios carmesí antes de besarlo y
llevarlo hasta el sofá, tirando varias cosas en el proceso. Lo acostó boca
abajo sobre el mismo y se colocó a horcajadas de él para empezar a hacerle
masajes -. Umm… Parece que estás contracturado, lindo – Susurró la mujer,
mientras con una mano sacaba varias finas y casi invisibles agujas de un
pequeño estuche detrás de su pierna para clavarlas sobre la espalda desnuda de
Jin, dejándolo inconsciente -. Listo.
- “No lo mataste,
¿verdad?”, preguntó del otro lado, Toma.
- Claro que no – Dijo Erika, sacando las agujas de su
espalda y guardándolas en su lugar -. Me estoy encargando de tus problemas, que
es diferente. Ay, estos Van Helsing… Son todos iguales, no importa la época –
Se acercó a la puerta, previa puesta de sobretodo antes de salir del lugar.
- Tiene razón – Dijo Tomohisa, girando su asiento para
mirar a Toma.
- Cállate – Dijo Toma, sonriendo y dirigiéndose a su
habitación -. Hasta mañana.
Su habitación era bastante común. A unos cuantos pasos de
la puerta de entrada, estaba el baño. En medio de la enorme ventana, estaba su
cama de dos plazas; al lado de esta, un enorme armario que si bien no
aparentaba ser demasiado grande, eso era porque estaba cerrado. Al lado del
mismo, frente a la puerta del baño, se erguía un estante con libros y
fotografías varias. Toma se acercó al mismo y agarró uno de los portarretratos.
- Toma – Keiichiro llamó su atención, obligándolo a dejar
aquella fotografía en su lugar. El muchacho entró con una taza de té la cual
Toma agarró.
- ¿Qué es?
- Para que te calmes – Dijo el aludido, provocando su
sonrisa.
- Gracias – Bebió un sorbo y junto al recién llegado,
miró la fotografía -. Pareces un sirviente.
- No digas eso, sin mí no podrías vivir.
- Yo no, Erika en todo caso.
- ¡Ah! Es verdad, su vacuna – Dijo el aludido, volviendo
sobre sus pasos, pero se detuvo al llegar al umbral -. ¿Toma?
- ¿Sí?
- Ya la vas a encontrar – Le dijo, con una sonrisa antes
de regresar a su laboratorio, donde halló a Erika, Maki y Shigeaki -. Perdón.
- Está bien, fuiste a hacer letra con el jefe – Dijo
Erika, sentada sobre una de las largas mesas del blanco lugar.
- Lo siento – Se sonrojó Keiichiro, acercándose al enorme
estante con miles de medicamentos, remedios y derivados de los cuales él solo
entendía el nombre y sus componentes para sacar uno y colocar un poco dentro de
una jeringa -. ¿Cómo te sentiste el día de hoy?
- Más como un humano – Le dijo, mientras le entregaba su
brazo derecho.
- ¿Qué hace eso? – Preguntó Shigeaki, dejando de lado los
libros en los que estaba sumergido y acercándose a ellos.
- Hacerla más humana – Dijo Keiichiro.
- Podría decirse que altera su cerebro para que la luz
del sol no la afecte – Respondió Maki.
- Eso parece sangre – Dijo el morocho, mientras el
contenido de la jeringa entraba al organismo de Erika.
- Es sangre – Dijo la muchacha. Shigeaki la miró,
hallando una mirada carmesí que lo hizo chocar contra la mesada que estaba
frente a aquella, generando la risa en Erika -. ¡Vamos…! ¿Es que nadie te lo
había dicho? Soy una vampiresa, y de las mejores.
- Vam… ¿Vampiresa? P… Pero…
- Se unió a este grupo hace muchas décadas – Respondió
Keiichiro, retirando la jeringa.
- Hace siglos, diría yo – Dijo la aludida, bajándose de
la mesada, siendo ayudada por Maki al trastabillar con su pie.
- ¿Está bien? – Preguntó Shigeaki, no del todo
convencido.
- Tranquilo, no voy a comerte – Dijo Erika -. No eres de
mi tipo.
- Que descanses – Dijo Keiichiro, antes de que ambas se
retiraran. Se acercó a Shigeaki, a quien le extendió la mano para que se
pusiera de pie -. Esa sangre es lo que impide que Erika tenga deseos de sangre
humana, Shige, no tienes por qué preocuparte. ¿Terminaste tus deberes?
- Eh… No – Dijo el aludido, de pie, con la cabeza gacha.
- ¿Qué tema es?
- Historia.
- Oh… Erika es buena en eso, debiste haberle preguntado a
ella.
- Gracioso.
El muchacho rió.
- Está bien, te ayudaré yo, aunque te advierto que no sé
mucho.
El Lamborghini murciélago se detuvo frente a aquella
casa. Era temprano en la mañana, pero sabía que la hallaría despierta. Entró a
la casa, como siempre hacía, hallándola en el pequeño jardín que se elevaba
frente a la puerta.
- Bienvenido, Toma – Le dijo.
- Buenos días, neesan.
- ¿Qué te trae por aquí?
- Desde hace unos días que tengo el mismo sueño.
- ¿De qué se trata?
- En el bosque yo persigo a alguien y esa persona me
termina matando.
- ¿Cómo es esa persona? – Sus manos, buscaban darle agua
a una planta, con una regadera.
- Es rubia, de cabello largo…
- Ya veo – La mujer dejó la regadera y se levantó -. Tú
tienes sueños recurrentes cuando algo está por suceder.
- Lo sé, pero no entiendo el significado de eso.
Asami entró a la casa, seguida por Toma.
- No intentes buscarle el sentido a los sueños. No los
tienen, al menos, no del modo en que tú los buscas. También existe la
posibilidad de que sea el producto de tus deseos - Bufando, molesto, su oyente se
sentó sobre la silla, agarrándose la cabeza con ambas manos. Asami sonrió y se
le acercó -. Se te hace tarde para ir al trabajo.
- ¿Q…? ¿Có…? – Toma la miró, con los ojos desorbitados.
- Maki-chan la que me lo dijo.
- Ahhh… Maki…
- Estuvo aquí ayer, me contó de su misión.
- Sí, así es.
- Me gustaría conocer a ese muchacho que mencionó.
- No – Dijo Toma, terminante, mirándola seriamente -. No
pienso ponerte en peligro.
Asami sonrió.
- Cualquiera sea mi destino, mi deber es aceptarlo, al
igual que el tuyo.
- Te equivocas. Yo soy el que no tengo elección. Yo soy
el que debe cargar con la cruz de mis antepasados.
- No digas eso. Tu deber es salvar vidas.
- Yo no tengo derecho a enamorarme – Volvió a caer en la
depresión, agarrándose la cabeza, generando una melodiosa sonrisa en la mujer.
- Toma, cuando te enamores, no le busques la vuelta, sólo
enamórate – Los ojos del muchacho se clavaron en Asami, era demasiado temprano
para resolver acertijos.
- ¡Ah! - Su oyente rió sonoramente, antes de adentrarse
más en la casa con pasos lentos -. ¡Sabes algo! ¡Sabes algo, lo sé! ¡Asami!
- No te diré nada. Sabes que todo lo que veo no son cosas
precisas. Dependiendo del curso de las cosas pueden suceder o no.
- ¡Pero…! – Suspiró -. Al menos, dime, ¿voy a verla?
- Está más cerca de lo que te imaginas.
¿Cuántas mujeres hay exactamente en esa empresa?
Esa pregunta rondaba la cabeza de Toma mientras se
dirigía al ascensor. Bostezó, esperando a que el maldito aparato bajara de una
vez.
- ¿Dormiste mal? – Una voz familiar lo sacó de sus
pensamientos, haciéndolo girar la cabeza -. Buenos días.
Era Yuya, quien le dedicó una radiante sonrisa.
- Buenos días. Sí… Algo así…
El ascensor abrió sus puertas, dejándole el paso sólo a
aquellas dos personas.
- Si hay algo que quieras saber del manejo de la parte
gráfica o de lo que sea, puedes decirme - Dijo el rubio, siendo interrumpido
por la detención del ascensor -. ¿Qué sucedió?
- No lo sé – Dijo Toma, oprimiendo los botones de los
pisos, hallándose con que era lo mismo no apretarlos.
Yuya tragó en seco. Cuando Toma volvió su vista a él, lo
vio desanudándose la corbata y desprendiéndose varios botones de su camisa,
ventilándose desesperadamente con su portafolio.
- “A los ocupantes
de los ascensores: la luz ha sido cortada por la empresa por problemas con el
sistema de seguridad, este problema se solucionará en breve. Disculpen la
molestia. Reiteramos…”
- Esto no es bueno – Dijo Yuya, con la respiración
agitada.
- ¿Estás bien?
- Tengo miedo… al encierro…
- ¿Tienes… claustrofobia? – Preguntó el morocho,
arrodillándose a su lado, usando su propio portafolio para darle más aire.
- S… Sí – Respondió el aludido como pudo.
Yuya sentía que el tiempo pasaba demasiado lento, aunque
la realidad sea que pasaba del mismo modo en que venía haciéndolo. El sudor
salía de cada poro de su cuerpo. Toma estaba desesperado, sin saber qué hacer.
El sonido por los altos parlantes se distorsionaba cada tanto.
- “Dale respiración
boca a boca”, dijo Maki, por el audífono, ocasionando una carcajada
nerviosa por parte de Toma.
- ¿Qué… su… cede…?
No faltaba demasiado para que perdiera la conciencia,
Toma lo notaba. Negó, forzando una sonrisa.
Suspiró y se levantó repentinamente. Golpeó las puertas del ascensor,
pero no obtuvo respuesta. Apoyó su espalda contra las mismas, mirando a Yuya,
sin saber qué hacer, empezando a sentir él también el poder del encierro. A
diferencia de Yuya, él estaba desesperado.
Lo vio indefenso, mientras oía cómo la voz de Tomohisa
preguntándole por su estado se alejaba poco a poco.
Bufó y se arrodilló entre las piernas abiertas de Yuya,
levantándole el mentón. Lejos estaba el rubio de tener la fuerza suficiente
para alejarlo, por lo que la mano que había levantado para ello, quedó en la
unión de su brazo con el antebrazo. Toma sentía la leve respiración del rubio
golpeando contra su rostro, mientras que en sus ojos veía la desesperación por
tomar el aire que él estaba por entregarle. Sus labios se unieron y Toma le
entregó a Yuya todo el aire que tenía.
Sigoooooooooooo... quiero saber máaaaaas!!!
ResponderEliminarme mató la escena en el ascensorrrrrr ♥
JOJOJOJOJO, las veces que te habrás leído este episodio :v
EliminarIgual, creo que a una persona que no tiene claustrofobia, le agarraría una con Toma al lado en una ascensor xD
Gracias por leer, neechan ^u^
jajajajajaj ¬¬ que graciosa.
EliminarSÍ, ese PÁRRAFO en particular me lo leí 45454154158878451 veces :P