16 de diciembre de 2011

[Chain of love] Capítulo 05 - Secreto

Tengo sueño~
Rip slyme - Scar
En casha~



Ciaossu~ Miki desu~
Tengo UN sueño, que es inexplicable (_ _。) pero no sé si seguir viendo Maou o irme a dormir, o no sé, veré que hago. De momento, los dejo con un nuevo epi de Chain~
Enjoy~



Título: Chain of love
Pairing: Nishikido Ryo x Kato Kazuki; Ikuta Toma x Tegoshi Yuya
Capítulo: 05/ ¿?
Resumen: Ryo no sabe qué hacer con lo que siente con Kazuki, y lejos de ayudarlo, sus cómplices no hacen más que acercarlo a él.


Capítulo 5: Secreto

- Sol de... mierda...
Se llevó ambas manos a sus ojos, como si eso impidiera al sol matutino ingresar a ellos. Llevó una de sus manos a su derecha, hallando el vacío; al intentar hacer lo mismo con la izquierda, se topó con un obstáculo, nada parecido al cuerpo humano que, se supone, debía encontrarse en ese sitio. Automáticamente, se sentó de un salto y tras intentar retroceder en sus recuerdos, se dio cuenta en donde estaba, no porque lo recordara, de hecho, no tenía ni la más pálida idea de cómo había llegado ahí o si el haber pasado la noche con Kazuki había sido producto de un sueño... Un muy buen sueño...
Se encontró con los tortolitos de Toma y Yuya acurrucados, envueltos en una manta, sobre uno de los sillones de un cuerpo que se encontraban en torno a la mesa ratona frente a él. Al llevar su vista a la mesa, halló un objeto familiar y se acercó a recogerlo. Era el celular de Tomohisa.
Intentó, de nuevo, recordar qué había pasado, pero por culpa del alcohol que había ingerido, no lograba recordar absolutamente nada. Frustrado, llamó a gritos a Toma.
- Toma... ¡Toma! Oi, ¡Toma!
- Ya te oí... Ya te oí... - El aludido abrazaba todavía más el cuerpo de su pareja, quien se quejaba por los chillidos de su amigo -. ¿Qué sucede?
- ¿Qué es esto? - Preguntó, casi susurrando, mostrándole el celular de Tomohisa.
- ¡Ah! Es de Yamapi.
- ¿Me estás jodiendo? ¡Ya sé qué es de él! Lo que quiero saber es por qué...
- Basta, Ryo - Susurró Yuya, molesto, intentando reconciliar el sueño -... Yamapi está en el cuarto de Toma, durmiendo. Ve a verlo y deja de molestar...
- ¿Dur...? ¿Por...?
- Vino anoche, tú estabas... durmiendo - Respondió Toma, dándole énfasis a la última palabra -. Ve a verlo.
- Ah... Sí... - Se notaba que el alcohol le había hecho mal. Con sólo posar un pie sobre el suelo, sintió que ese acto le afectaba a su cabeza -. ¿Me preparas un café? - Le pidió a Toma, con una sonrisa.
- Jajaja... Ahora te lo preparo.
Toma se quedó viendo, con una media sonrisa, al cuerpo tambaleante de Ryo dirigirse a su cuarto.
- ¿Crees que está bien...? - Bajó su vista para encontrarse con los matutinos ojos de su pareja mirándolo -. ¿...Lo que estamos haciendo?
- Quien sabe - Respondió el aludido, abrazando a Yuya lo más que podía -. Si llega a sucederte algo así... Al menos dime la verdad, ¿está bien?
- Yo nunca te haría algo así.
- Ryo también decía eso - Dijo Toma, entrelazando su mano a la suya -. Yuya... Yo... No sé qué sería capaz de hacer si me entero que me engañas con otra persona.
- Yo tampoco - Dijo el rubio, oyendo sus latidos del corazón -. Bueno - Dijo, sentándose de un salto -. Ve a hacer café.

Ryo entró al cuarto de Toma. Como se lo había dicho, Tomohisa dormía plácidamente sobre su cama. Poco a poco se acercó a él. El casi inaudible ruido que hacía con sus pasos, hacía que su cabeza estuviera a punto de explotar. Se arrodilló al lado de la cama y se quedó contemplando su rostro. Se lo veía tan tranquilo mientras dormía. La débil luz del sol entrando a través de las cortinas hacía que su blanco rostro resplandeciera.  Corrió unos mechones que caían sobre su frente, haciéndolo despertar.
- ¡Ah! Perdón - Dijo, sentándose en el suelo, llevándose una mano a la cabeza como si eso le calmara un poco el dolor que tenía.
- Está bien - Dijo Tomohisa, mirándolo -. ¿Estás bien?
- Tomé mucho... anoche... - Se sorprendió por sus palabras, mientras sentía como si algo fuera clavado poco a poco en lo más profundo de su pecho.
- Sí, me dijo Toma - Sonrió.
- Pi...
- ¿Sí? - Preguntó el aludido, sentándose para ponerse la remera que descansaba a sus pies.
- ¿Puedes... abrazarme?
El pedido le sorprendió un poco, pero tras vestirse, bajó de la cama, a la altura de Ryo, y lo abrazó.
- ¿Todavía estás bajo el efecto del alcohol?
- Tarado... - Respondió Ryo, entre risas.
Dos leves golpes en la puerta, hicieron que el morocho de Osaka buscara resguardar sus oídos entre los brazos de Tomohisa, quien rió al ver los actos de su pareja.
- ¿Sí? Pase.
- Ya está el desayuno - Dijo Yuya -. ¿Qué haces, Ryo-chan?
- ¡Cállate! Eres muy ruidoso...
Yuya rió y volvió junto a Toma a servir el desayuno.
A los pocos minutos, estaban los cuatro reunidos en torno a la mesa ratona, desayunando tranquilamente.
- Ryo, te ves pésimo - Dijo Toma -. ¿Quieres algo para el dolor de cabeza?
- No sé culpa de quien será - Ryo fulminó a Toma con la mirada, pero este sólo sonrió.
- ¿Qué vas a hacer, Pi? Hoy es tu día libre, ¿no?
- Dormir todo el día - Respondió sin siquiera pensar el aludido -. Entre sesiones de fotos y entrevistas, estoy destruido.
- Entonces... ¿Me prestas a Ryo por el día de hoy? - Preguntó el aludido, con una gran sonrisa en el rostro.
- ¡¡Eh?! Lo que menos quiero hacer hoy es ver la luz del sol, Tegoshi - Agarró la pastilla que Toma le trajo, junto con un vaso de agua.
- Por favor~
Si había algo a lo que ningún ser humano podía negarse era a esa expresión en el rostro de Yuya. El aludido suspiró.
- Está bien.
- Genial - Dijo el muchacho, sonriendo -. Te mando un mensaje cuando esté cerca.
- ¿Qué vas a hacer?
- Comprar ropa - Respondió el rubio con una sonrisa.
No podía elegir a Shigeaki, Keiichiro o Takahisa, tenía que ser él. Ya no podía dar marcha atrás, así que no le quedó otra que salir con él.

Promediando las cinco de la tarde, Ryo llegaba al parque donde habían quedado con Yuya. Él no había llegado. A los pocos minutos, recibió un mensaje de texto en el que decía que estaba llegando. Bufando y todavía con dolor de cabeza, Ryo vio con el ceño fruncido, cómo un auto familiar estacionaba y le tocaba bocina, justo frente a él. La ventanilla del conductor se bajó. La persona que conducía el auto saludó al anonadado Ryo con la mano y lo invitó a subir al auto.
El muchacho así lo hizo y no pasaron muchos metros hasta parar culpa del semáforo y sus labios ser apresador por el conductor de vehículo.
- ¿Qué sucede con esto..., Kazuki?
- Tegoshi-kun me dijo que tenías el día libre, así que pensé en ocupar tu tiempo, ¿eso está mal? - Le preguntó con una sonrisa, ocasionando que Ryo tuviera que desviar la vista para no ver ni sus mejillas rojas ni su labio inferior siendo mordido. Kazuki sonrió y se acercó a Ryo, dándole un suave beso sobre el cuello, acompañado de un suspiro -. ¿Está mal que quiera verte?
- ¡No! ¡Claro que no! - El auto volvió a ponerse en marcha, Ryo lo miró -. No es eso, es que... ¿Cómo Tegoshi supo qué...?
- Me dio su celular - Le dijo, señalando la guantera -. Fue a casa con Toma-kun y me dio su celular para que me comunicara contigo.
Ryo sonrió.
- Parecen dos criaturas...
- Te gusta que sea así, ¿o me equivocó?
- ¿Y bien? ¿Adónde me llevas? - Preguntó el aludido, sin responder a su pregunta, acomodándose sobre el asiento.
- Al fin del mundo - Le dijo Kazuki, clavándole la mirada. De nuevo estaba aquella sonrisa que lo volvía loco, la sonrisa de Ryo.
No fue sino menos de dos horas más tarde en que finalmente el auto se detuvo. El lugar era frente a una pequeña cabaña, con el mar a un costado.
- ¿Y... esto? - Preguntó Ryo, al entrar a la cabaña, siguiendo los pasos de Kazuki, quien cargaba con un bolso.
- Qué suerte que no hay nadie... - Se dijo a sí mismo, abriendo la ventana con vista al mar. Volvió su vista a Ryo -. Es la casa de vacaciones de un amigo. Unas personas se la cuidan, así que no estaba del todo seguro en si iba a estar vacía ahora.
- ¿Hiciste... esto por mí...?
- ¿Acaso está mal acaparar la mayor parte de tu tiempo? - Ryo se quedó perplejo ante sus palabras. Por arte de magia, su dolor de cabeza y hasta la resaca misma había desaparecido. Sonrió y abrazó a Kazuki. Quería hundirse entre sus brazos para siempre, sentir que estaba cerca suyo para siempre. Suspiró, ocasionando que el morocho sonriera, para depositar un suave beso sobre sus cabellos y acariciarlos luego -. ¿Qué te parece si comemos algo? - Le preguntó, soltándolo. Se acercó al bolso, del cual sacó un par de tuppers -. Traje un poco de comida.
- Si me hubieras avisado, habría preparado algo - Se quejó, acercándose a él y sacando un par de platos de la alacena, la cual fue abierta por Kazuki, y dejándolos sobre la mesa, en el instante en que el teléfono de Yuya sonó. Ryo dejó los platos y miró quién llamaba, bajó la mirada de Kazuki, que se acercaba a él con dos vasos. El muchacho de Osaka, lo miró y cortó la llamada rápidamente.
- ¿Quién era?
- Ahm... - El aludido apagó el teléfono y lo dejó sobre la repisa que separaba el comedor de la cama de dos plazas al otro lado. Miró a Kazuki -. Era... Pi...
- ¿Por qué no le respondiste? - La seria mirada de Kazuki se posó sobre Ryo, quien, lejos de mirarlo, mantenía la vista en el suelo -. Ryo...
- Dame tiempo, Kazuki - Le dijo, mirándolo -. Dame algo de tiempo para procesar esto que me está pasando - Sus palabras eran ciertas, estaban mezcladas con determinación. Esa determinación desembocó en una sonrisa tierna por parte de su oyente.
- Está bien - Respondió -. Pero..., Mientras tanto - Le extendió la mano, al otro lado de la mesa rectangular que los separaba -..., ¿puedo estar ese tiempo contigo?
- En ningún momento dije que me iba a separar de ti - Replicó el morocho.
Estuvieron todo el día encerrados en ese lugar, mirando el sol desaparecer desde la ventana, abrazándose, amándose.
- Mañana va a venir a buscarte un auto que llamé - Ryo lo miró -. No creo que sea conveniente que volvamos juntos, ¿no?
- Tienes razón - El morocho apoyó su cabeza sobre su hombro mientras Kazuki lo tapaba con la sábana, abrazándolo.

Al día siguiente, tal y como le dijo Kazuki, un auto fue a buscar a Ryo, quien fue hasta su casa por los bolsos para dirigirse a la empresa. Entró a la misma y por uno de los pasillos en torno a la recepción, se dirigió a la sala de reuniones de su grupo. Camino al mismo, halló a Tomohisa.
- Te olvidaste el celular en casa de Toma - Le dijo el aludido, extendiéndole el aparato.
- Ahhh... Gracias... - Le dijo el aludido, agarrando el aparato y verificando no tener llamadas de cierta persona en especial.
- ¿Volviste a lo de Toma?
- No, me encontré de casualidad con Tegoshi y él en el centro.
- Ah. Ah... - Tragó seco.
- Bueno, tengo cosas que hacer, ¿nos vemos más tarde?
- Mhh... Sí... - Tomohisa siguió su camino -. Ah... ¡Pi!
- ¿Sí? - El aludido lo miró -. ¿Quieres venir hoy... a cenar a casa?
Si eso no era remordimiento o culpa, no sabía realmente lo que era. El rostro de Tomohisa se volvió pensativo.
- Está bien - Le dijo, sonriendo -. Cuando termine con mis cosas, voy para allá, ¿de acuerdo?
- Sí...
Sí, era culpa. No podía ser otra cosa.
Ryo llegó a la sala de reuniones, hallándose tan solo con Yuya.
- ¿Qué haces aquí?
- Buen día, ¿no? - Le recriminó el rubio, haciendo puchero.
Ryo suspiró, entró al lugar, cerrando la puerta a su paso y dejó su bolso sobre la mesa, frente a Yuya.
- Buen día, Tegonyan - Le dijo, con tono de niño.
- Buenos días, Ryo-chan - Si había algo refrescante, era la sonrisa matutina de Yuya, sobre todo si estaba de buen humor. Hurgó entre sus cosas, una bolsa que descansaba en una de las sillas hasta dar con una caja cuadrada -. Felicitaciones.
- ¿Eh?
- Sólo ábrelo.
Desconfiado, Ryo abrió la caja, encontrándose con un teléfono celular.
- ¿Y esto? - Preguntó entre risas.
- Es de parte de Toma y mía - Respondió Yuya -. Es para que no tengas problemas con Pi.
- Hablando de Pi - Dijo Ryo, encendiendo el aparto, mientras se sentaba en una de las sillas -. Lo invité a cenar hoy a casa.
- ¿Y? Está bien - Dijo Yuya, sentándose frente a él. Ryo no dijo nada, sólo lo miró -. Bueno, sí, no, no está bien, pero... En definitiva, es lo que sentís, ¿no? - Las palabras de Yuya quedaron dando vuelta en la mente del morocho, quien sólo asintió -. Entonces, ¿qué tiene eso de malo?
- Tegoshi... Tus palabras solo me confunden más... - Dijo Ryo, sonriendo.
- Perdón, la verdad es que no soy bueno en estas cosas, pero Ryo-chan, realmente, hacía bastante que no te veía sonreír así. Si estar con Kazuki-san hace que tengas esa sonrisa en tu rostro, entonces, para mí está bien - Ryo sonrió, viendo a Yuya levantarse y llevarse la bolsa que estaba a su lado -. Ahí sólo está el número de Kazuki-san. No lo uses para nada más, ¿está bien?
- Está bien.
- Suerte.
Cuando Yuya se fue, Ryo se estiró, quedando de cara al techo, pensando en todo lo que se le avecinaba.

La cena pasó muy amena, hablando de trivialidades como de costumbre.
Cuando Ryo se dio cuenta, tenía a Tomohisa sentado a su lado, apoyando su cabeza sobre su hombro y jugando con una de sus manos.
- Oye, Ryo...
- ¿Sí?
- Te amo...
Un suave beso fue depositado justo debajo de su oreja, sintiendo el cálido aliento de Tomohisa sobre su piel. Su piel se erizó al sentir los labios de su pareja haciendo un camino rodeando todo su cuello, hasta terminar quedando él encima de Ryo. Lo miró, pero antes de poder hacer o decir algo, sus labios fueron apresados por la persona que estaba encima suyo, sin tener escapatoria alguna.
Esta vez, el sol no lo despertó. Quizás, hasta sintió que no había podido pegar un ojo en toda la noche. Sintió el movimiento de una persona a su lado, pero él no se movió y la otra persona, muy lejos de dejar el lecho, siguió durmiendo.
Ryo suspiró, se levantó sigilosamente y se fue al baño, juntando sus prendas camino a él, para asearse y vestirse, mientras un sinfín de pensamientos pasaban por su mente.
Salió sin hacer el más mínimo ruido hasta el living, donde buscó una libreta y le escribió una nota a Tomohisa. Se sentó en el sillón y realizó una llamada.
- ¿Tegoshi? ¿Estás en tu casa? ¿Puedo ir? Ahjá... Bueno, voy para allá.
Terminada la comunicación, se alistó y fue caminando hasta la casa de Yuya.
Al llegar a la misma, el rubio le abrió la puerta.
- ¿Qué sucede? - Preguntó, luego de un rato, regresando de la cocina a su cuarto con una bandeja con jugo y galletas -. No se te escuchaba demasiado bien... - Se sentó a su lado, en la cama, viendo cómo su amigo se agarraba la cabeza con ambas manos -. Ryo-chan... - Susurró, acariciando sus cabellos.
En un rápido movimiento, el cuerpo de Yuya fue tendido sobre la cama y sus brazos inmovilizados por las manos de Ryo, que lo miraba con una expresión de tristeza en el rostro.
- Tócame... - Le susurró.
- ¿Q... Q... Qué...? - Musitó Yuya, sin entender absolutamente nada de la situación.
- Tócame, por favor - Le suplicó el morocho, soltando el agarre de una de sus manos para llevarla hasta su cintura haciendo que, siendo conducida por él, la mano de Yuya levantara su remera, sintiendo las yemas de sus dedos tocando su piel.
- R... Ryo... ¿Qué... pretendes...? - Su sangre estaba hirviendo de la vergüenza que sentía.
- Por favor - Le susurró, soltándolo y abrazando su cuerpo -. Por favor... Necesito saber algo...
Sin saber qué hacer, Yuya lo abrazó, acariciando sus cabellos, sintiendo la calidez de su cuerpo encima suyo. Suspiró, no del todo decidido y levantó su rostro para darle un suave beso en la frente.
- ¿Qué pretendes hacer, Ryo-chan? - Le susurró. Levantando su remera, acariciando toda su espalda con una mano y todo su pecho con la otra. No sabía qué le pasaba, pero sabía que lo que le estaba pidiendo tenía un motivo detrás. Yuya besó su mejilla con dulzura y luego bajó para besar su cuello, sin dejar rastro alguno.
- Ya veo... - Dijo Ryo, ocasionando que Yuya lo mirara. El morocho se incorporó y se sentó. Yuya se lo quedó mirando -. Mi cuerpo... Sigue reaccionando a Pi...
- ¿Eh? - Dijo el rubio, agarrando una galleta de la bandeja que estaba frente a él, sin cambiar su posición.
- Anoche... Hice el amor con Pi... Sentí que mi cuerpo no iba a reaccionar, pero... ¿Sabes que fue lo más sorprendente? Que no sentí que lo estaba engañando a él, sentí... que estaba engañando a Kazuki con Yamapi - Lo miró, con una media sonrisa.
El aludido suspiró, sonriendo luego, y se sentó.
- Sabía que no ibas a pedirme eso sin razón.
- Gracias, Tegoshi.
- ¿Cuándo vas a decirle las cosas a Pi? - Preguntó, antes de devorar otra galleta.
- No lo sé... Le dije a Kazuki que me diera tiempo para pensar bien las cosas, para pensar en cómo decírselo a Pi...
- ¡¿Ya te separaste?!
- Claro que no - Dijo, con una sonrisa, sintiendo sus mejillas rojas de vergüenza -. Pero... Él me dijo que me daría ese tiempo, que estaría conmigo ese tiempo.
- Me gusta...
- ¿Eh?
- Este Ryo-chan tierno... Me gusta...
- Tonto...
- ¡Jaja!

Mientras tanto, en una sala de redacción de una revista, una mujer de cabello negro, largo, atado en un rodete pero que dejaba salir algunos mechones de él, estaba sentada en uno de los tantos cubículos, tomando una taza de café.
- Aquí está lo que pidió - Dijo un repartidor, entregándole un sobre.
- ¡Ah! Muchas gracias - Dijo la mujer, tragando rápido el café para poder agradecerle al muchacho por el servicio. La mujer abrió el sobre y sacó unas cuantas fotografías de su interior -. Parece que voy a recibir una paga extra por esto...




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