Sí~ Al fin tuve inspiración para hacer un IkuTego x3
En realidad, hasta podría situarse en una línea temporal a Chain *-* Pero bueno, acá está, y no creo que lo haga tan largo xD veremos hasta donde llegue yo xD jajajaja.
Enjoy~ ♥
Título: Darling
Pairing: Ikuta Toma x Tegoshi Yuya
Capítulo: 01/ ¿?
Resumen: Un primer encuentro puede marcarte para toda tu vida, pero, ¿qué hacer cuando, no solo la otra persona no recuerda aquello, sino que también, trabaja en el mismo lugar que tú? (por qué usaba el neutro la flaca...).
Capítulo 01: Encuentro
El trabajo de un
Junior era incesante. No sólo se trataba de recordar coreografías, letras de
canciones y pruebas de trajes un tanto… llamativos. Varios de ellos, se
dedicaban a ayudar a las personas del personal que no hacían más que cortar y
coser trajes. No era parte de su trabajo, pero al menos a él, le agradaba de
ese modo poder demostrar su gratitud por el arduo trabajo realizado.
Y allí estaba él,
un Junior de no más de 16 años, de pie al lado de uno de los cuartos de
costura. La mujer a la que estaba ayudando lo había dejado con un traje negro y
una hermosa flor roja de tela como único objeto colorido, dentro del bolsillo.
La camisa que vestía era una básica, color blanca. Lo peor es que, no le había
avisado que se iba y sus cosas estaban dentro del cuarto, por lo que debía
esperar. Suspiró, con la cabeza gacha.
- Ah… Disculpe…
Al levantar la
vista, se encontró con un muchacho no mucho más grande que él, o al menos, eso
pensaba, sin conocerlo.
- ¿Sí?
Estaba vestido
enteramente de blanco. Unos pantalones anchos y una campera sin mangas y con
capucha, ambos blancos. Su cabello era negro, bastante normal.
- ¿Podría decirme
dónde está el cuarto de fotografía?
Se preguntó por qué
la formalidad si es que aparentaban tener la misma edad. Se le acercó apenas
para leer el pequeño papel que llevaba entre sus manos. Sonrió al poder apenas
entender su letra, lo cual era bastante normal, después de todo, era un chico.
- El cuarto donde
se toman las fotografías está por…
Se quedó señalando
el largo pasillo que se extendía delante de ambos. Cuando sintió cómo sus
grandes ojos oscuros lo miraban, sintió algo que dentro tuyo latía con fuerza.
- ¿Sí? – Preguntó
el muchacho, esbozando una divertida sonrisa, sin entender la situación.
- Ah… Po… Por allá
– Respondió el aludido, desviando su vista y desabrochándose apenas el primero
botón de la camisa, llevándose una mano a su pecho. Su corazón estaba latiendo
con fuerza.
- Ah… Muchas
gracias – Dijo el muchacho, echándose a correr a toda marcha.
- ¡Ah! ¡Espera! -
Se sorprendió por sus palabras, pero al ver que el muchacho se giró al oír su
llamado, tuvo que seguir con sus palabras -. Tu… Tu nombre… - Susurró, pero, al
estar sólo ambos en aquel lugar, este pudo oírse con facilidad.
- Mi nombre es
Tegoshi Yuya – Dijo el aludido, dedicándole una reverencia -. ¡Muchas gracias
por su indicación, senpai!
- ¿Se… Senpai…? -
Los ojos del aludido se tornaron como si fueran dos platos ante la palabra
“senpai”. No pudo decirle nada ya que sin esperar respuesta de su parte, aquel
muchacho de nombre Yuya seguía corriendo dirigiéndose al cuarto de fotografías.
Se preguntó qué había llevado a aquel muchacho a cometer tremendo error cuando
estaban en la misma categoría, y fue su reflejo en el vidrio de la ventana lo
que le dio la respuesta: su ropa. Rió para sí, mirando su reflejo -. ¿Senpai,
eh?
Sus ojos miraron el
camino tomado por Yuya. Su mirada ya no era la de una persona que miraba a
otra. Algo dentro de él se había despertado en aquel momento en que se
conocieron.
Percheros, percheros y más percheros. En medio de ellos,
un muchacho de más o menos 25 años acomodaba ropa con una sonrisa en el rostro.
Al terminar de hacerlo, salió de aquellos percheros para dar con la encargada
de vestuario.
- ¿Hayashi-san?
- Ahhh… ¿Ya terminaste con todo, Ikuta-kun?
- Sí.
- Muchas gracias por ayudarme.
- Ya le dije que no es nada – Dijo el muchacho, viendo si
tenía llamadas en su celular al agarrar el mismo de su bolso -. Aunque me da
pena poder venir a ayudarla solo en mis ratos libres – Reconoció, avergonzado.
- No te hagas problema por eso. Ya he conseguido un
reemplazo tuyo.
- ¿Ehh? – Preguntó el aludido, sonriendo.
- Creo que debes conocerlo, después de todo es tu senpai
– Dijo la mujer, dejando una taza de té en medio de un hueco entre tanta ropa
sobre la enorme mesa.
- Póngame a prueba – Pidió Toma, agarrando la taza de té
y bebiendo un sorbo.
- Tegoshi Yuya-kun.
Bebiendo un sorbo de té, Toma miró a la mujer. Hacía mucho
que no oía ese nombre fuera del Countdown o cuando él estaba de giras y su
nombre junto o al de su compañero de dúo o de banda, resonaban por toda la
empresa.
- Claro que lo conozco – Dijo Toma, dejando la taza de té
sobre la mesa. Examinó la hora en su reloj, y agarró el celular que guardó en
su bolsillo y el bolso que rápidamente posó sobre uno de sus hombros -. Tengo
prisa.
- ¿Sesión de fotografías?
- Como todos los meses.
- Suerte con eso – Dijo la mujer.
- Muchas gracias.
Corriendo por los pasillos, saludando a cuanta persona lo
llamaba para dedicarle una reverencia o para intercambiar un saludo, llegó al
lugar del primer piso desde el cual podía verse la imponente entrada de la
empresa y el lobby de la misma. Detuvo su marcha para divisar dos figuras
sumamente familiares. Se acercó al barandal y apoyó ambos brazos sobre el
mismo, y su cabeza encima de ambos, suspirando luego.
El menor de ambos, reía casi en forma angelical, mientras
que el otro era arrastrado por el brazo que escasos segundos antes se entrelazó
al suyo, haciendo que aquella persona posara su cabeza sobre su hombro.
- Stalker – Susurraron sobre su oído, sonando este casi
como un gemido. Toma le dio la espalda, agarrándose la oreja, con las mejillas
rojas. Volvió su vista al morocho que le sonreía satisfecho por su acción.
- Ryo.
- Pareces un acosador, Toma. ¿A quién miras? – El
muchacho, con ambas manos sobre el barandal, miró hacia todos lados, hallando a
las mismas figuras que minutos antes Toma miraba, entre tantas otras personas
-. ¡Ah! ¡Tego! ¡Massu! – Gritó, sin importarle el resto de las personas,
alzando su mano en alto. Ambos aludidos, se giraron para verlo y lo saludaron
del mismo modo -. ¡¿Quieren ir a almorzar por ahí?! – Los dos se miraron,
intercambiaron palabras y sonrieron, asintiéndole desde la planta baja -.
¿Vienes? – Le dijo a Toma.
- ¿Hacía falta que les gritaras?
- Ehm… Sí – Respondió el morocho con una sonrisa,
provocando la misma mueca en su amigo.
Ryo y Toma bajaron las escaleras y se encontraron con
Yuya y Takahisa, quienes le dedicaron una reverencia.
- ¿Cómo andan? – Preguntó el morocho de Osaka.
- Bien, recién salimos de una sesión de fotos – Respondió
Takahisa, revoleando los ojos.
Yuya rió, alegre.
- Anoche no lo dejé dormir – Agregó Yuya.
- Es algo que quieres publicar en un afiche en medio de
la calle, ¿no? – Preguntó el pelirrojo.
- ¿Qué pasó? – Preguntó Ryo.
- Vino a casa y estuvimos jugando a un juego de video. Lo
destrocé – Respondió Yuya, dándole énfasis a las últimas dos palabras.
- Pobre Massu.
- ¿Pobre? Él se la buscó – Agregó el muchacho, sin dejar
de reír.
- ¡Ah! No les molesta que venga Toma, ¿no? – Preguntó,
dándole un poco de espacio al aludido para que se acercara al grupo.
- Buenos días – Dijo el muchacho, dedicándoles a ambos
una reverencia.
- Hola – Dijeron el dúo al unísono.
- Mientras más seamos, mejor – Dijo Yuya a Ryo -. ¿Tienen
algún lugar pensado, Ryo-chan? – Le preguntó, yendo al extremo contrario al que
estaba Toma para poder aferrarse a su brazo.
- Uhm… Conozco un muy buen lugar para comer. Está en la
otra cuadra, es pequeño y no es muy concurrido.
- Entonces vamos allá – Dijo Takahisa. Ryo y Yuya se
perdieron en poco segundos delante de ambos, dejando atrás a Toma y al
pelirrojo, quienes lo siguieron a su ritmo.
- Se ve que se llevan bien – Dijo Toma, bajando las
escaleras.
- Sí, son del mismo signo, así que tienen muchas cosas en
común.
- Ya veo – Dijo el aludido, mirando la sonrisa de Yuya.
- ¡Ikuta-san! – Lo llamó el rubio, generándole sorpresa,
por lo que lo miró, sorprendido -. ¿Cuál es tu comida favorita?
- ¿Eh? El curry, ¿por qué?
- Porque ni tu amigo lo sabe – Dijo, segundos antes de
salir de al lado de Ryo para subir corriendo las escaleras y refugiarse detrás
de Toma, entre risas, antes de que el morocho estuviera por darle un golpe en
la cabeza.
Toma se quedó estático. Sentía la respiración de Yuya
golpeando sobre su cuello, sus manos agarrando sus brazos y su risa repicando
sobre sus tímpanos. Pudo recordar en ese momento, la misma sensación que había
tenido la primera vez que lo había visto, antes de que entrara en la sesión fotográfica
que lo llevaría a debutar con NEWS. Rápidamente, se hizo a un lado, dándole la
espalda.
- Tegoshi, deja de molestarlo.
- Ah, lo siento, Ikuta-san – Dijo Yuya, apenado.
- Toma – Susurró.
- ¿Eh?
- Está bien si me dices Toma.
- Ah… Pero – Se rascó la nuca -… ¿Ikuta-kun? Ja, ja. Lo
siento, es cuestión de respeto.
- Yo soy el que debería decirte “-san”, entonces. Después
de todo, tú eres mi senpai – Le dijo, mirándolo.
- Ah… Ja, ja, ja. Es verdad.
- ¡Oigan! ¡¡Tengo hambre!! – Gritó Ryo, escaleras abajo,
ya en compañía de Takahisa.
- ¿Vamos? – Le preguntó Yuya, mirándolo fijamente, con
una sonrisa tan brillante que hizo que Toma desviara su vista.
- Sí, vamos.
Casi echándose a correr, Toma llegó al lado de Ryo, ventilándose
con su camisa, bajo la sonriente expresión de su amigo.
- Calor, ¿no? – Le preguntando, empezando a caminar.
- ¿Eh? – Toma lo miró con los ojos abiertos.
Definitivamente, Ryo, se había dado cuenta de absolutamente todo.
Llegaron al pequeño restorán familiar y se sentaron en
una mesa casi al fondo de todo. Apenas Takahisa se sentó, Ryo le robó el lugar
a Yuya, quien lo miró con una lastimosa expresión.
- Deja que acapare la atención de Massu alguna vez. Ahora
que pertenezco solo a Kanjani, no nos vemos casi nunca – Miró a Toma -. Esta es
una situación que ocurre tan solo una vez cada tres meses, eres testigo de un
hecho inigualable.
El aludido no dijo nada y le dio lugar a Yuya para que,
al menos, se sentara frente a su compañero.
- Gracias – Dijo el rubio, sentándose, haciendo el
morocho lo mismo, segundos más tarde.
Una mesera se les acercó y les dejó el menú a cada uno.
- ¿Qué van a pedir? – Preguntó Takahisa, leyendo el
contenido del menú.
- Curry – Dijeron casi al unísono Toma y Yuya, quienes se
miraron, haciendo que Yuya estallara en carcajadas.
- Lo siento, es que… Me diste ganas de comer curry.
- Pidamos todo lo mismo entonces – Dijo Ryo, sin siquiera
abrir el menú -. ¿Tú quieres otra cosa, Massu?
- Ración doble – Dijo, en una especie de puchero.
- Ok, ok – Dijo Ryo.
El almuerzo pasó ameno, entre risas y anécdotas.
- ¿Van a pedir postre? – Preguntó Yuya.
- No, yo estoy lleno – Dijo Toma.
- Paso – Dijo Ryo.
- Yo sí – Dijo Takahisa, levantando la mano.
- Hubiera sido raro que no quisieras nada, Massu – Dijo
Yuya entre risas -. ¿Me permites, Ikuta-kun? – Preguntó, levantándose de la
silla.
Toma se levantó y dejó que él pasara, al igual que hizo
Ryo para que Massu pudiera salir y acercarse al mostrador a elegir un postre.
- Toma… ¿Hay algo que quieras contarme?
El aludido volvió su mirada a Ryo. Estaba sonriendo
ampliamente, sosteniendo su cabeza con ambas manos, cuyos codos descansaban
sobre la mesa.
- ¿Por qué me miras así? – Preguntó Toma, riendo casi
nerviosamente.
- ¿Yo? ¿Cómo te miro? – Ryo apoyó su espalda contra el
respaldo de la silla y se cruzó de brazos -. No le quitaste la vista de encima
a Tegoshi en todo el almuerzo.
- Eh… ¿Q…? ¿Cómo…? ¿Ehhh?
Ryo lo señaló con el dedo.
- Y estás igual de rojo que un tomate. Cualquiera diría
que te gusta.
- P… P… P…
- ¿Seguro que ustedes no querían nada?
Automáticamente, al oír su voz, la cabeza de Toma se
agachó, como queriendo ocultar sus mejillas rojas, bajo la risa de Ryo.
- ¿Sucedió algo? – Preguntó Takahisa, comiendo ya antes
de sentarse el pedazo de lemon pie que había pedido.
- Nada – Dijo Toma, dándole espacio a Yuya para que se
sentara. El rubio se quedó mirándolo con algo de preocupación, pero al volver
su vista a Ryo, lo vio conteniendo una importante carcajada.
- Ryo-chan, deja de torturarlo – Lo regañó, sentándose
frente a su pastel de frutillas.
- ¡Perdón! – Exclamó Ryo, riendo -. Pero Toma es mi
amigo, por lo cual, tengo todo el derecho a torturarlo, ¿o no, Toma?
- Ni que fuera tu esclavo – Dijo el aludido, cubriendo su
sonrojes con una mano.
- Tego pasó por el mismo proceso, ¿no?
- Ni me lo recuerdes – Una mirada llena de odio fue
clavada en el muchacho de Osaka, quién riendo a carcajadas, aplaudió varias
veces.
- Ya te lo dije, solo trato así a la gente que aprecio.
- Gracias por no apreciarme del mismo modo – Dijo
Takahisa.
- Contigo no tuve oportunidad, Massu – Le dijo el
muchacho de Osaka, apoyando su cabeza sobre su hombro, la cual fue palmeada por
la mano del muchacho.
Cuando finalmente el dúo terminó de comer, se dispusieron
a levantarse, pero Ryo se acercó al mostrador y le pidió un bolígrafo a la
mujer que atendía, para anotar algo de su celular en una servilleta, la cual
guardó en el bolsillo trasero de su pantalón. Takahisa, Toma y Yuya lo
esperaban afuera. Al salir, Ryo abrazó a Toma para ir un poco más atrás que los
otros dos.
- ¿Sucede algo?
Ryo no le respondió, en cambio, guardó la servilleta que
minutos antes había escrito en el bolsillo de su camisa.
- El número de Tego – Susurró, antes de adelantar sus
pasos e ir al lado de Takahisa. Yuya esperó a Toma y caminaron juntos un rato,
sin intercambiar palabra.
- Ah, Tegoshi – Lo llamó su compañero de dueto, dándose
vuelta haciendo que el rubio lo mirara -. ¿No tenías que llamar a tu madre hoy?
- Ah, es verdad – Dijo, sacando su teléfono celular.
- ¿Acaso eres su pareja? – Preguntó Ryo.
- Creo que me siento su manager. Sin mí, creo que ni
siquiera estaría…
- ¿Qué hora es? – Lo interrumpió Toma, con cara de
pánico.
- Como las – Ryo examinó la hora en su reloj -… las
cuatro…
- Dios… Van a matarme – Susurró.
- ¿Ocurrió algo malo?
- Tenía una sesión a las dos…
- Eso es malo – Dijo Takahisa.
- Entonces, nos vemos.
Al darse vuelta, sin darse cuenta, el vaivén del bolso de
Toma, hizo que el celular de Yuya cayera de sus manos para estrellarse en el
suelo. Toma lo levantó y se lo dio, chocándose con la mirada del rubio, quien,
luego de un momento, agarró el aparato.
- Disculpa, pero… ¿Nos hemos visto antes? – Le preguntó.
- Supongo que sí, trabajamos en la misma empresa.
- No… Me refiero a…
- No, lo siento, no lo recuerdo. ¡Nos vemos! – Dijo, a
medida que se alejaba.
Toma giró en la esquina y detuvo sus pasos abruptamente.
- ¡Ah! ¡Mierda! – En ese momento recordó que lo que
aconteció segundos antes, era una situación bastante similar a la que había
sucedido hace ocho años, la primera vez que se encontraron en la empresa -.
¡Soy un tarado! – Dijo, apoyando su brazo sobre una pared y sobre él, su
cabeza, ante la mirada de la gente, que pasaba a su lado, sin entender nada.
- Tego… Tego… ¡Tegoshi! – Dos palmas chocaron frente a
él.
- Ah, perdón – Dijo el rubio. Ryo sonrió, al parecer,
Toma no era el único al que le había afectado aquella enfermedad llamada amor.
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