7 de octubre de 2018

[Kinktober 2018] Día 06: Daddy | Cock Worship | Mordidas (Tony Stark x Peter Parker)

Ciaossu~!!
Ayer sinceramente no tenía ganas de escribir. En realidad, había pensado muy por arriba cómo encarar este día, pero fue el headcanon Starker cuyo link está más abajo lo que me dio finalmente la idea de cómo hacerlo :)
No sé si resultó con los temas elegidos, pero me gustó xD
Espero que a ustedes también
Enjoy~


Temática elegida: Daddy | Corset | Cock Worship | Mordidas.
Fandom: Universo cinematográfico de Marvel.  
Pairing: Tony Stark x Peter Parker.
Formato: Oneshot. 
Género: AU, humor, smut.
Rating: NC-17.
Número de palabras: 2375.
Sinopsis: En medio de una misión, Peter se encuentra con el mejor agente de la competencia dentro del negocio: su esposo, Anthony.
Aunque al comienzo tratarán de destrozarse mutuamente, al final del día será el amor lo que ganará la contienda.
Notas: Basado levemente en “Mr. & Mrs. Smith” y este headcanon de peterparkers7evilexes.

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Sólo los capítulos centrados en idols van a estar disponibles en Asian Fanfics.


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Día 06: Daddy | Cock Worship | Mordidas.


—Bebé, ¿dónde estás? —preguntó Anthony. Sus espaldas estaban pegadas contra la pared. A su alrededor, en el suelo, vidrios rotos de las ventanas, de las vitrinas. Agujeros de balas en los sofás, los espejos y las paredes. De repente sintió un fuerte estruendo a su derecha. Se asomó apenas por el agujero que se había formado en la pared e hizo un gesto de incredulidad con ambas manos—. ¿No es más fácil que me pidas el divorcio?
—Van a pagarme más si estás muerto, cariño —respondió Peter, sentado sobre las escaleras, haciendo hacia atrás el cabello que le había caído sobre el rostro con el cartucho de su arma en la mano, el cual cambió luego.
—¿Y cuál será el motivo de mi muerte? —preguntó Anthony buscando a su esposo a través del agujero hecho por él mismo con el reflejo de una bandeja de plata. Al encontrarlo, disparó varias veces su revólver. Aturdido, Peter subió corriendo los escalones y se refugió escaleras arriba saliendo de la vista de su esposo.
—¡Eso fue jugar bajo, Tony! ¡Iba a ser por causas naturales, pero ahora voy a tener que dejarte unos lindos agujeros en el pecho!
—¿Jugar sucio? —se preguntó el aludido con el arma en alto mientras subía las escaleras con precaución, manteniendo la bandeja de plata también en alto para no tener ninguna sorpresa—. ¡Fuiste tú el que empezó! —el hombre no oyó respuesta a su queja. Aún así siguió subiendo las escaleras hasta que una pequeña y húmeda nariz husmeó la bandeja vacía y terminó lamiéndola con tanta energía que hizo que se cayera de sus manos—. Albert, ¡detente! —le pidió a uno de los corgis que habían adoptado y que ya estaba bajando los dos escalones que lo separaban de él para colgársele y lamerle el mentón y el cuello. De repente el sonido de un balazo cerca de una de sus piernas ocasionó que levantara la vista para ver a Peter por sobre los escalones que iban al segundo piso—. ¡Casi le das al perro, animal!
—¡Estaba apuntando a tu pierna! ¡Albert está debajo tuyo! Y dices eso porque no tienes a los otros dos mordisqueándote las- ¡Ay! ¿Pueden calmarse un poco? —le dijo a los otros dos perros que jugaban con sus piernas, entre risas.
—¿Me recuerdas por qué hacemos esto, bebé? —le preguntó Anthony, agarrando al perro y sentándose en la escalera.
—Porque eres de la competencia.
—¿Y no lo sabías? —la curiosa mirada de Anthony se posó sobre la suya.
—No —respondió Peter después de lo que había sido una eternidad—. ¿Y tú?
—Yo tampoco —susurró el aludido acariciando el lomo de una de sus mascotas.
—¿Por qué te acercaste a mí entonces? Es decir… Yo he tenido relaciones con otros hombres. En cambio tú, saliste del closet por mí.
—Siempre fui bi.
—Nunca públicamente —reconoció Peter suspirando luego—. Vamos, chicos —les dijo a los pequeños perros quienes siguieron sus pasos escaleras abajo hasta encontrarse con su otro dueño. Mientras Peter se sentaba a su lado, los corgis se acurrucaron en el escalón donde estaban sus pies.
—En realidad eso fue otra cosa —dijo Anthony finalmente, jugando con sus propios dedos.
—¿Qué?
—Eso fue porque me enamoré de ti —reconoció el aludido mirándolo—. Reconocí mi elección sexual porque me enamoré de ti, porque quería formar una familia contigo, tener una casa gigante sólo para ti, tener a estas hermosas mascotas y vivir una vida feliz contigo.
—Pero, me mentiste…
—Tú también lo hiciste.
—Tampoco es que me hayas preguntado alguna vez si era un espía de una corporación secreta…
—Nunca se me hubiera ocurrido tampoco.
Peter esbozó una sonrisa y apoyó su mejilla sobre el hombro de su esposo. Anthony enredó sus dedos entre los rulos de Peter y también sonrió.
—Mira hasta dónde nos hizo llegar las mentiras…
—Casi nos matamos…
—Y tal parece que te gustó —dijo Peter sonriendo de lado.
—¿A qué te refieres?
—A esto —susurró el muchacho acariciando la erección de su esposo por sobre el pantalón. Anthony se sonrió y apoyó su espalda y codos sobre los escalones superiores, abriendo sus piernas.
—Fue tu culpa, cariño.
—¿Ah, sí?
—Tú siempre tienes la culpa de esto —gimió Anthony agarrando el cabello de Peter con fuerza para besarlo en los labios. Peter subió su mano y se ayudó también de la otra para desabotonar de un tirón la camisa de Anthony y acariciar su perfecto torso recién bronceado.
—¿Hawái?
—Cancún.
—Oh —Peter se puso de pie y dejó que su esposo saboreara su virilidad por sobre la tela del pantalón mientras sus manos subían hasta encontrarse sobre sus muslos. Acto seguido se sentó a horcajadas suyo y dejó que sus labios recorrieran su cuello mientras sus caderas se movían seductoramente hacia atrás y hacia adelante. Había algo más gratificante que terminar con esa misión y matarse mutuamente: hacerlo, pero amándose. No había sensación más placentera que sentir el calor del cuerpo del otro tan cerca, tan sensible al roce del otro. Afianzando el agarre de Peter sobre su cintura, Anthony subió los escalones del primer piso, pero el más bajo de zafó y se arrodilló seductoramente en el suelo bajo la mirada de aprobación de Anthony. Allí, Peter le desabrochó el cinturón y bajó sus pantalones, frotando la erección del hombre contra sus mejillas. Masajeando sus testículos, lamió su extensión varias veces, relamiéndose, saboreándolo, deleitándose con los gemidos de excitación que se escapaban de los labios de su esposo. Ambas manos estaban aferradas al barandal de la escalera dejando que Peter se encargara de la parte más sensible de su cuerpo hasta el momento. No fue sino hasta que Peter succionó la cabeza de su erección que sintió que podía caer desplomado en cualquier momento.
—Realmente te gusta…
—¿Mh? —preguntó Peter con su boca considerablemente ocupada.
—Siempre haces el oral aunque te estés muriendo porque te lo haga.
—He tenido mejores —reconoció el muchacho reemplazando su boca con una de sus manos. Anthony agarró a Peter de un hombro y lo lanzó contra una de las paredes laterales. Él se sonrió de lado mientras veía acercarse sensualmente a su esposo sin despegar su mirada de la suya. Podía verlo en la profundidad de sus oscuros ojos cafés: había despertado a la bestia y eso le encantaba.
—¿Así que has tenido mejores? —le preguntó el hombre jalando de los cabellos de Peter y ocasionando que el aludido asintiera reiteradas veces—. ¿Mejor que esto? —volvió a preguntar tomando su erección con una sola mano para acariciar el rostro de Peter con ella mientras él trataba de volver a agarrarlo con sus labios—. Ah, eres un maldito mentiroso, Peter —gimió mientras sentía la húmeda cavidad de su esposo—. La realidad es que te gusta que te trate así de vez en cuando —Anthony extrajo su erección de entre los labios de Peter y se arrodilló frente a él—. ¿Quieres que sea sincero contigo?
—Siempre, cariño —respondió el aludido cruzando sus brazos sobre la nuca de Anthony y dándole un suave beso en la nariz.
—Me encanta cómo te pones cuando te lo hago —el aludido rió melodiosamente sin darse cuenta que Anthony tomaba el revólver que tenía sobre la parte de atrás de su pantalón—. Me gustaría que terminemos con esto, ¿sabes? —agregó el hombre frunciendo el ceño.
—Ops. Gajes del oficio, supongo —reconoció el muchacho levantando los hombros. Anthony le quitó las balas y la dejó a su lado.
—Sí, claro.
Anthony volvió a ponerse de pie.
—¿Vas a castigarme, papi? He sido un nene muy malo.
—Oh, bebé. Lo que más quiero es castigarte —Anthony tragó en seco. No había algo que lo ablandara hasta lo más profundo de su ser que la expresión de pasión pura que Peter le estaba enseñando en ese momento. Pero sabía que si se controlaba la recompensa sería favorable para ambos. Sostuvo la cabeza de Peter de los cabellos con firmeza contra la pared—. Abre la boca, bebé.
Sosteniéndose con una mano de la pared, Anthony jalaba de los cabellos de Peter para que tomara su hombría, sintiendo su lengua rodeándola, la humedad de sus mejillas y la textura de su paladar. Incluso la campanilla de Peter moviéndose con voluntad propia mientras este clamaba de ese modo por algo de aire que él le proporcionaba escasos segundos hasta que el mismo Peter volvía a tragar su erección hasta su base. Anthony no supo en qué momento su esposo empezó a masturbarse pero desde esa perspectiva sus bien formadas piernas abiertas se veían gloriosas.
Jadeando con dificultad Anthony sacó su erección de la boca de Peter. Recorrió sus labios con la yema de su dedo pulgar hasta que él lo tomó con su lengua y lo succionó sin dejar de gemir ocasionando la sonrisa en su pareja.
—Rico…
—Agarra esa arma —le dijo, agarrándolo luego de la cintura para seguir su camino hacia la habitación. Al oír la risilla de Peter, los cachorros subieron los escalones y cuando se encontraron con ellos, saltaron entre las piernas de Anthony para que bajara a su dueño—. Y ustedes se quedan aquí —les pidió segundos antes de que Peter volviera a meter su lengua entre sus labios como si nunca antes lo hubiera hecho. Los cachorros por su parte se quedaron mirando la puerta de la habitación cerrada y, como mascotas obedientes se quedaron sentados en el lugar. Peter se dejó caer sobre el colchón donde segundos más tarde su esposo lo estaba desvistiendo por completo, deleitándose con su figura mientras se sentaba encima suyo. Peter se masturbó a él y a Anthony por igual, sintiendo la fricción de su propia mano y, al mismo tiempo, de la erección ajena. Anthony marcó a Peter con los dientes mordiéndolo con tanta fuerza que varias veces llegó a hacerlo sangrar sin darse cuenta. Dejó una marca en su cuello, en su brazo, a un costado de su cuerpo y sobre sus piernas mientras Peter no dejaba de gemir de placer, extasiado, y de pedirle que no dejara de marcar su cuerpo de esa forma mientras seguía masturbándose sin piedad. Anthony tomó su mano derecha y la quitó del medio para entregarle parte del placer que él le había dado cuando le había hecho sexo oral. Y Peter no pudo estar más agradecido de tener un esposo tan comprensivo como el que tenía—. Metete esa arma en la boca —le pidió. Peter lo miró perdido culpa de la lujuria—. Hazle lo mismo que me estabas haciendo a mí.
Con una sonrisa inocente, el aludido hizo caso a su pedido y rodeó el cañón con su lengua, metiéndosela hasta el fondo varias veces hasta que Anthony se la quitó de las manos y empezó a jugar con ella sobre la erección de su esposo tratando de meter su glande dentro de la boca del cañón aunque eso fuera físicamente imposible, haciendo círculos en torno al tronco.
—Está frío…
—Es normal. ¿Qué te parece sentirlo aquí? —le preguntó sintiendo Peter la boca del cañón enterrándose lentamente en su cuerpo. Debería estar loco si fuera a negarse a la diferencia de temperatura hasta que el material del revólver se acostumbrara la suya. Sentir aquella textura dentro suyo mientras Anthony se movía hacia arriba y abajo sobre su erección era algo a lo que no podía negarse. Las piernas de Peter rápidamente se posaron alrededor de Anthony y sus caderas parecieron tener mente propia al moverse dentro de la boca de su pareja de la misma forma en que él lo había hecho minutos antes. Satisfecho, Anthony se zafó del agarre de su pareja y siguió jugando un poco más con el revólver viendo cómo el cuerpo de Peter se estremecía y retorcía con cada leve movimiento que hacía. Lo extrajo con fuerza, rápido, sin darle tiempo a pensar hasta que hizo lo mismo con su erección en sentido contrario hasta llegar hasta lo más profundo de una estocada certera, ocasionando que la espalda de Peter formaba un arco casi perfecto sobre el colchón y boca se abriera lo más que podía pero sin que ningún sonido fuera emitido por él. Anthony evitó que cayera sobre el colchón al sostenerlo por sus espaldas con sus fuertes manos mientras enterraba su virilidad en lo más profundo de su cuerpo. Sus labios se posaron sobre su pecho con delicadeza, contrastando perfectamente con lo salvaje que estaban siendo sus movimientos dentro de su cuerpo. Alzó a su esposo entre sus brazos y siguió embistiéndolo contra la pared, Peter gemía sobre su oído mientras mordisqueaba su oreja para tratar de acallar sus gritos de placer, pero Anthony llegaba con tanta facilidad a su punto más sensible que estaba al borde de la locura. Anthony se descargó dentro de Peter y tras recibir un dulce beso en sus labios y susurro en forma de agradecimiento, Peter lo hizo entre sus labios.

El sonido del timbre llamó la atención del grupo de cachorros que bajaron las escaleras y saltaron frente a la puerta de entrada mientras sus dueños le pedían que los dejaran pasar para poder averiguar quién estaba al otro lado.
—Steve —mencionó Anthony el nombre de su vecino al abrir la puerta, quien estaba en compañía de su pareja, James.
—Buenas noches —lo saludó el aludido.
—¿Sucede algo? —preguntó Peter recargándose sobre el hombro de su esposo.
—Nos preguntábamos si estaba todo bien —dijo James.
—Sí, ¿por qué? —dijo Anthony.
—Es que oímos ruidos algo fuertes y nos preocupamos —reconoció Steve.
—No, todo está bien—dijo Peter—. Tuvimos una discusión, pero pudimos solucionar nuestras diferencias. ¿No, cariño?
—Por supuesto que sí —respondió Anthony abrazando a su esposo por la cintura—. Ahora, si nos disculpan…
—Eh… Sí, claro —dijo James, volviendo sobre sus pasos a su hogar junto con su pareja—. ¿Ves? ¿Esa es la clave de toda relación?
—¿Cuál? ¿Pelear? —preguntó Steve mientras sonreía y lo miraba de reojo.
—No. La reconciliación.
—Primero tendríamos que pelearnos, y nunca nos hemos peleado hasta ahora, Buck.
—Bueno —dijo el aludido agarrando uno de los brazos del rubio—… Nunca es tarde para una pequeña riña —susurró el morocho sobre su oído generando que su esposo riera melodiosamente.

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