12 de octubre de 2018

[Kinktober 2018] Día 10: Tirar del cabello (Tony Stark x Peter Parker)

Ciaossu~!!
Más vale tarde que nunca, más Starker.
Espero que les guste

Enjoy~

Temática elegida: Tirar del cabello | Juego con cera | Micro/Macro | Lazos (telepáticos o empáticos).
Fandom: Universo cinematográfico de Marvel.  
Pairing: Tony Stark x Peter Parker.
Formato: Oneshot.  
Género: AU, smut.
Rating: NC-17.
Número de palabras: 1612.
Sinopsis: Peter necesita mantener sus calificaciones altas para conseguir una beca de estudio en MIT. Pero el profesor Stark no será un profesor que se la deje fácil. Sin embargo, Tony podría darle una oportunidad al muchacho para que mejore su examen...

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Día 10: Tirar del cabello.

Era el tercer autobús que dejaba pasar. No tenía ganas de regresar a su hogar. Al menos, no después de lo que pasó. El agua de la lluvia del día anterior se había estancado sobre el refugio de la parada donde estaba sentado y caía gota a gota sobre la capucha de su buzo. Bocinazos varios llamaron su atención. Alzó la vista por simple curiosidad hasta que, al ver al dueño del vehículo sonriendo del lado de adentro y agitando su mano en señal de saludo, se quitó los auriculares de un tirón y se acercó corriendo a la ventanilla abierta.
—Profesor Stark.
Anthony Stark, a quienes sus estudiantes llamaban Tony a pedido suyo, era por lejos el profesor más atractivo de cada maldita secundaria sobre la cual hubiera puesto un pie alguna vez en su vida. Y no era para menos. Su edad era un secreto nacional, al igual que su estado civil. Aunque algunos dudaban que estuviera casado, otros decían que bien podía quitarse el anillo antes de bajar de su Camaro ZL1 de 1969 y entrar a la institución.
—¿Puedes subir antes de que los demás automovilistas me asesinen? —le pidió el hombre, sonriendo. Pidiendo disculpas por medio de señas a los vehículos que esperaban a que el Camaro avanzara, Peter subió al vehículo el cual siguió su marcha cuando se lo permitió el semáforo. Así cómo era conocido por su porte seductor, Anthony también lo era por su exigencia a la hora de corregir exámenes, y si bien al resto de sus compañeros no pareció afectarle sus calificaciones, para Peter fue un golpe bajo—. ¿Yendo a casa? —el aludido volvió su cabeza hacia el conductor quien, al ver que no lo había oído, repitió su pregunta—. Si estás yendo a casa.
—Ah… Sí —Peter se quedó abrazado a su mochila hasta reaccionar unos minutos más tarde—. ¿Piensa llevarme hasta allá? —le preguntó, sorprendido, lanzando sin querer la mochila sobre sus propios pies—. Realmente no hace falta. Puede dejarme en la siguiente parada de autobús.
—Cálmate, Parker. Ni que fuera a secuestrarte. Sí, ¿tienes algún problema con eso? Si prefieres te dejo donde sueles bajarte.
—Uhm…  Eso estaría bien.
—¿Ves? No es tan difícil que nos pongamos de acuerdo —Peter volvió a acomodarse sobre el asiento y a arreglar el cinturón de seguridad que había quedado tirante. Trató de levantar su mochila, pero no pudo. Aún así la sostuvo de una de las tiras—. Así que MIT, ¿eh?
—¿Mh?
—Que vas a estudiar en MIT.
—Es la idea.
—¿Y eso? —preguntó el hombre mientras le sonreía de lado.
—Su examen.
—Oh. Tu examen, querrás decir.
—El examen de su materia va a perjudicar mis calificaciones.
—Ese no es mi problema, muchacho —respondió el mayor mirándolo para sonreírle con sorna. Definitivamente todo el cariño y respeto que Peter le tenía al sujeto se estaba yendo al demonio conforme seguía charlando con él. El vehículo detuvo su marcha en otro semáforo. No venía nadie ni de la izquierda ni de la derecha, pero lo mejor era esperar a llevarse una mala sorpresa—. Pero ahora que lo mencionas, quizás haya una forma de salvarlo.
—¿Cómo?
—No te entregué el examen, ¿cierto?
—No. Pegó las calificaciones en la pizarra.
—Ya veo —dijo Anthony poniendo en marcha el vehículo una vez más—. Podría entregarte tu examen, una copia en blanco, y las respuestas —Peter lo miró de reojo—. Tendrías que tenerlo listo para mañana al mediodía y llevármelo a la sala de profesores.
El muchacho no estaba seguro si aceptar esa propuesta sería la mejor opción que tenía. Pero era la única alternativa que tenía para mantener sus calificaciones.
—¿Tengo que copiar las respuestas?
—Claro que no. Te doy tu examen, te fijas en qué te equivocaste, corriges errores garrafales con las respuestas y listo.
—Pero, ya todos vieron las calificaciones…
—Diré que fue un error mío. Recuerda que nadie tiene los exámenes.
—Y —Peter agarró con fuerza la tira de su mochila con la mirada clavada en el cielo nocturno frente suyo—…, ¿qué es lo que tengo que hacer para agradecerle?
—Me alegra que lo preguntes —reconoció Anthony con un tono de voz tan grave que Peter sintió que resonaba por todo su cuerpo. El hombre detuvo el vehículo en un amplio callejón. Las viejas luminarias a su alrededor acompañaban un poco su visibilidad—. Primero, suelta esa mochila —el aludido hizo caso a sus palabras—. Bien —agregó Anthony, desabrochándose el cinturón de seguridad y luego haciendo lo mismo con el del muchacho—. Tu nombre es Peter, ¿cierto? —su oyente asintió—. Dime, Peter, ¿quieres saber qué es lo que tienes que hacer para que te entregue lo que necesitas?
—Sí —susurró—. Por favor…
 Peter sintió que su cuerpo se derretía al sentir el tacto de aquel hombre jugando con un mechón de su cabello, su aliento golpeando contra su piel, el roce de su barba sobre una de sus mejillas antes de dejar un suave beso sobre ella y hacerlo gemir.
—Vaya… Eso sí que fue rápido —se sonrió Anthony—. ¿Te gusta que te besen, Peter?
—Sí —respondió el aludido mientras su rostro era tomado por Anthony con una mano para tenerlo frente al suyo—… Mucho…
—Muy bien —dijo el mayor, dándole un rápido beso a sus labios—… Entonces —agregó, besándolo otra vez—…, ahora voy a besarte… mucho… Como te gusta…
—Sí… Por favor… Señor Stark…
Sus brazos se entrelazaron detrás de las nucas del otro casi al mismo tiempo mientras sus bocas chocaban con desesperación. Anthony se desabrochó el cinturón del pantalón y bajó su cremallera para luego agarrar la mano derecha del muchacho y meterla dentro. Peter gimió exageradamente cuando Anthony tiró de sus cabellos, algo que ni el mismo Peter esperaba, a juzgar por la expresión en su rostro. Fue un segundo demasiado intenso, sintió que la sangre corriendo por sus venas hirvió por unos instantes, algo extraordinario. El mayor lamió su cuello y luego, agarrándolo de los cabellos fue bajando su cabeza hasta que estuvo a la altura de su entrepierna.
—Gánate esa calificación, Peter.
—Sí, señor Stark —gimió el muchacho relamiéndose los labios al vislumbrar la erección de Anthony. Mientras más trataba de hacer su labor con diligencia, más se daba cuenta Anthony de la nula experiencia que tenía ese muchacho. Pero esa mirada avellana había despertado algo más que ternura en él desde el primer día que lo vio. Era el único en todo el maldito salón que le seguía la corriente. Y no sólo era inteligente en su materia, en todas las demás tenía calificaciones intachables.
El movimiento de Peter iba de arriba hacia abajo, Anthony se había dado cuenta cuánto le gustaba que tirara de su cabello –un descubrimiento hasta para el mismo chico- así que no se contuvo de tenerlo agarrado con fuerza y tirar de él cada tanto. Ese muchacho era lo más sumiso que había conocido en su vida, algo que le gustaba sobremanera. No tardó mucho tiempo más en descargarse. No le preguntó a Peter si tendría que avisarle, y a él no pareció importarle. Al contrario, lo recibió por completo, y le dio una última probada a su ya no erecta hombría antes de volver a su posición original.
—Bien hecho, Petey —le dijo Anthony mientras acariciaba sus cabellos húmedos—. Ahora sé buen chico y ponte el cinturón, ¿quieres?

El vehículo se detuvo a pocas cuadras de la casa de Peter. El muchacho se bajó y subió a la vereda a despedirse.
—¿No cree que se está olvidando de algo?
—Oh. Tienes razón —dijo Anthony, con una sonrisa. Se quitó el cinturón y buscó en su portafolio lo que debía entregarle a Peter—. Aquí está —agregó mientras le extendía un par de papeles que el muchacho guardó cuidadosamente en la mochila.
—Gracias, señor Stark.
—Al contrario, Peter. Gracias a ti.
Con la mochila colgada sobre un solo hombro, el menor emprendió el camino de regreso a su hogar. El Camaro de color rojo con detalles en dorado lo siguió a velocidad baja hasta que llegó a la puerta de su casa. Peter esperó a que desapareciera por completo para entrar. Era una lástima tener que quedarse la noche entera copiando todo el examen otra vez. Le había costado horrores responder erróneamente, pero había valido la pena. Esperaba que al día siguiente tuviera la oportunidad de repetir ese encuentro en la sala de profesores.

El vehículo detuvo su marcha mientras el portón automático del garaje se cerraba a sus espaldas. Las luces fueron encendidas por uno de los tres pequeños de distintas estaturas que bajaron los pocos escalones que los separaban del resto del hogar.
—¡Papá!
—¡Papi!
—Hola, mis tesoros. ¿Cómo están? —saludó Anthony a los niños asomándose desde la ventanilla del vehículo—. ¿Por qué no regresan con mamá y le dicen que enseguida estoy con ella? —se quedó mirando la carrera hecha por el trío hasta que desaparecieron de su vista. Suspiró sonoramente y se volvió a la gaveta del cual sacó su anillo de matrimonio—. Casi me olvido de esto…
Anthony bajó del vehículo, sacó su portafolio de la parte trasera y activó la alarma antes de encaminarse puertas adentro. No le había costado mucho encontrar errores en el examen de Peter, sin embargo, ninguno era tan grave como para tener que darle una calificación baja. Bastó con borrar demasiado bien algunas cosas para que eso fuera posible. Había valido jodidamente la pena pasar la noche en vela. Sólo esperaba que al día siguiente tuviera la oportunidad de repetir ese encuentro en la sala de profesores.

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