18 de octubre de 2018

[Kinktober 2018] Día 17: Masturbación | Seducción | Collar | Negación del orgasmo (Steve Rogers x Peter Parker)

Ciaossu~!!
Desde que terminé de ver “Snowpiercer” y vi el tema de este día, me dije que tenía que hacer un AU de esa película :) Chris es hermoso, sale hermoso en la peli, hay sangre de por medio, se hace el malo, es demasiado para el corazón, si la vas a ver tené a mano el número de emergencias xD
Espero que les guste
Enjoy~


Temática elegida: Masturbación | Seducción | Collar | Negación del orgasmo.
Fandom: Universo cinematográfico de Marvel.  
Pairing: Steve Rogers x Peter Parker.
Formato: Oneshot.  
Género: AU, smut.
Rating: NC-17.
Número de palabras: 1865.
Sinopsis: Peter y Steve llegan al peor vagón de todos. Peter no puede evitar sentirse en el paraíso, pero se lleva a arrastrado a Steve quien en poco tiempo olvida sus planes para centrarse en hacerle experimentar el mejor de los placeres al muchacho del tren.
Nota: Es completamente necesario que veas la película de Chris, “Snowpiercer” porque hay posibles spoilers de la misma :)

Acordate que también podés seguir esta historia en las siguientes plataformas: Amor::Yaoi, AO3, Livejournal & Wattpad :)
Sólo los capítulos centrados en idols van a estar disponibles en Asian Fanfics.


------------------------------------------------------------------------

Día 16: Masturbación | Seducción | Collar | Negación del orgasmo.

La primera vez que aspiró Kronol se alejó rápidamente. Así es como todos empezaban a hacerse adictos a esa mierda.
La segunda vez se dio cuenta que la sensación que recorría su cuerpo, el sabor a menta que llegaba directo a su cerebro -enfriándolo y, de paso, friéndolo por completo- no estaba tan mal.
La tercera, se estaba riendo.
La cuarta, se estaba riendo a carcajadas.
La quinta… La quinta estaba tratando de besar a su guía, a la persona que debía llevarlo a la parte delantera del tren, ante el Motor Sagrado o como mierda le dijeran a lo que hacía que el tren siguiera su curso.
Muchos fueron quedando en el camino, algunos por precaución, otros por obligación, la gran mayoría habiendo sido asesinados de un tiro en la cabeza o por un hachazo en medio del pecho, daba igual.
Volvió a darle una probada a ese maldito cubo verde mientras veía cómo Peter, su guía, meneaba su cuerpo de un lado a otro de pie sobre una mesa.
¿Cómo nadie lo veía? ¿Cómo nadie posaba sus ojos sobre ese muchachito? Para ser un niño del tren, tenía unos movimientos que hasta ese momento creyó haber olvidado. Y vislumbraba un brillo en sus ojos. ¿Desde hace cuánto tiempo había estado encerrado? Un brillo que Steve había dejado en el olvido junto con el recuerdo de la última persona con la que se acostó quizás meses o días antes de abordar esa caja de metal. Una mano fugaz rozó su piel tersa cuando el muchacho se acercó por unos instantes a él ocasionando su sonrisa mientras sus manos agarraban un manojo de Kronol para llevarlo a su nariz y aspirarlo como si fuera lo último que haría en su puta vida.
—Tengo calor —gimoteó. Un visible color rojo teñía sus mejillas. Su mirada estaba perdida pero trataba de enfocarse en Steve.
—Lo sé —le dijo el aludido, levantándose y agarrando ambas manos de Peter para hacerlo girar sobre sus pies, antes de tomar su cuerpo y sentarlo a la altura del suelo, ya que las mesas en torno a las cuales habían estado sentados estaban unos pocos metros bajo el nivel normal. Él reía a carcajadas, preso de la misma sensación que Steve o todavía peor que Steve. Peter apoyó ambos codos a ambos lados de su cuerpo y arqueó su espalda. Su cuello se encontró rápidamente rodeado por un collar cuya correa le fue extendida a Steve por una perfecta desconocida que llevaba a una mujer como si fuera un perro.
—Para que no se te escape —le dijo antes de seguir su camino como si estuviera paseando por el lugar.
—¿Has probado con lamerlos? —le preguntó Peter agarrando más Kronol entre sus manos.
—No —respondió Steve acortando la correa al enredarla en una de sus manos.
—Ven.
Peter agarró la nuca del rubio y lo obligó a acercarse a los cubos que sostenía a la altura de su boca. Sus lenguas saboreaban el sabor a oxido de la droga que sumado al efecto que sus olfatos habían venido teniendo no le daban mucha esperanza de vida a sus neuronas. De repente, Peter se alejó. Steve se lo quedó mirando.
—¿Qué sucede?
—¿Puedes hacer eso de nuevo? —le preguntó, lanzando el Kronol al suelo.
—¿Qué cosa?
—Eso con tu lengua —Steve no estaba en condiciones para comprender sus palabras. Hacía como media hora que había dejado de hacerlo—. Sólo… sácala…
Steve hizo caso a sus palabras. Peter la agarró con sus dedos índice y pulgar y la apretó. Steve no se movió. Se acercó a él y la tocó con la punta de su lengua. Era una sensación extraña. Nueva. Algo un poco mejor que la que el Kronol despertaba en sus sentidos.
—Oh. Ya entiendo —susurró Steve comprendiendo qué había querido decirle el muchacho. Mientras lamían los cubos de Kronol su lengua había chocado con la de Peter y la sensación para el muchacho era algo inexplicable. En cambio, para Steve, que ya había besado a alguien alguna vez no había sido ningún nuevo descubrimiento—. Abre la boca —le pidió mientras agarraba a Peter de los cabellos y le hacía girar un poco la cabeza hacia un costado—, yo me haré cargo del resto—. Peter había abierto la boca de una forma grotesca, la única forma que conocía, para destrozar algún trozo de las sobras que Wilford gentilmente le mandaba del frente. Y Steve no fue delicado ni mucho menos, recorrió su lengua varias veces con la suya, sus ojos clavados sobre la mirada curiosa de Peter que iban de un lado a otro, su ceño fruncido ante la textura de Steve—. Mueve tu lengua alrededor de la mía, estúpido —le dijo, y eso fue suficiente para que Peter tratara de imitar sus movimientos. Steve se detuvo cuando Peter se separó de él al posar sus manos sobre su pecho.
—Me estoy quedando sin aire —jadeó.
—Es normal.
—Me siento extraño —reconoció mientras sus dedos jugaban entre los agujeros de la chaqueta del mayor.
—¿Te gusta esto? —le preguntó bajando su mano y acariciando sin vergüenza su entrepierna ocasionando que Peter tratara de alejarse de él pero fue imposibilitado por el collar alrededor de su cuello. El estirón lo obligó a toser en forma exagerada un par de veces.
—¿Qué estás haciendo?
—Es la primera vez que haría esta clase de favores, pero por ti, cariño —declaró Steve antes de darle un beso en los labios y alargar la correa—. Ven aquí —el rubio bajó el cuerpo de Peter y lo hizo quedarse de espaldas frente suyo—. Bájate los pantalones.
Steve sintió que se le hacía agua la boca cuando vio el bien formado trasero de Peter, su piel de porcelana resplandecía aún con la débil luz de ese asqueroso vagón.
—¿Así está bien? —le preguntó Peter mirándolo.
—Sí, así está bien —respondió Steve lamiendo la saliva que inconscientemente había dejado escapar de entre sus labios. Agarró las caderas del muchacho con ambas manos y lo hizo sentarse encima suyo. Nunca había tocado otra erección más que la suya, y la sensación era completamente distinta—. ¿Hacías esto? —jadeó Peter, su virilidad siendo acariciada por la mano de Steve.
—¿Antes? No. Sólo conmigo.
—Oh…
—Lo hice con mujeres, pero ellas no tienen esto.
—Ya veo —Steve probaba cómo podía hacer excitar a ese muchacho hasta que llegara a su primer orgasmo. Trataría de atrasarlo lo más que pudiera. No sabía si habría alguna otra oportunidad luego de llegar al primer vagón—. ¿Cómo se siente?
—Se siente genial —respondió Steve alejando un poco el cuerpo de Peter para poder desabrocharse el pantalón y liberar su erección la cual golpeaba contra la húmeda piel de la espalda del muchacho.
—¿Qué es esto? —preguntó Peter haciendo su mano hacia atrás para tocar la erección de Steve.
—¿Quieres tocarlo?
—¿Puedo? —la mirada curiosa y a la vez inocente del muchacho ocasionó que Steve sonriera.
—Por supuesto —le dijo el aludido soltando su hombría para levantarlo y girar su cuerpo. Peter se sentó a horcajadas suyo y tomó su erección con ambas manos.
—Es más grande que la mía —musitó.
—Es toda tuya.
Mientras su erección era acariciada por las inexpertas manos de Peter, Steve llevó sus dedos a sus labios para luego frotarlos entre los muslos de Peter. Podía ver en sus expresiones, oír entre sus gemidos lo mucho que lo disfrutaba, quizás todavía más que sentir su mano sobre su erección. Había olvidado la sensación de su lengua sobre una piel ajena. Recorrió el cuello del muchacho, saboreó su nuez de Adán, uno de sus hombros y luego sus pezones. Mientras más los mordisqueara, Peter más trataba de acercarse a él. Sus manos pronto estuvieron entre sus cabellos mientras clamaba por más, y su cuerpo se movía como si tuviera voluntad propia, su erección se frotaba contra la de Steve y sobre su vientre. El rubio finalmente recibió la señal que necesitaba para enterrar uno de sus dedos en el interior del muchacho. Lo movió una vez de adentro hacia fuera con el ritmo perfecto hasta sentir que Peter estaba a punto de llegar al clímax. Se detuvo, y el muchacho le dedicó una mirada perdida, desconcertada. Steve agarró los muslos de Peter y acercó todavía más su cuerpo al suyo. Dejó marcas sobre su cuello mientras tiraba de la correa varias veces sólo para hacerlo toser las repetidas veces que pareció darse cuenta que el muchacho estaba por tener un orgasmo. Las mejillas rojas y el camino de sus lágrimas cuesta abajo despertaban sensaciones extrañas en él. El control sobre el cuerpo ajeno era demasiado. Finalmente desistió de su idea de volverlo loco y lo ayudó a llegar al clímax. El menor se quedó unos momentos inmóvil tratando de recuperar la respiración y de comprender qué rayos le había sucedido. Sus piernas le dolían, no sabía por qué, su corazón latía a una velocidad que nunca antes había sentido. Cuando bajó la mirada se encontró con la de Steve que esperaba alguna otra reacción de su parte. Sonriendo, Peter sostuvo el rostro del hombre con ambas manos y lo besó como él lo había hecho anteriormente.
—¿Estuvo bien?
—Perfecto.
—Pero tú —dijo el muchacho en referencia a la hombría todavía erecta de Steve.
—No te preocupes por eso, no me falta mucho.
—¿Puedo hacer algo para ayudarte?
—Ponte de rodillas y abre la boca.
Peter siguió sus órdenes y Steve siguió masturbándose. La boca del muchacho otra vez abierta de forma grotesca, pero esta vez, con razón. Steve se descargó sobre el rostro de Peter y en su boca. Por acto reflejo, él la cerró y tragó lo que Steve le había dado. Nunca había visto algo más sensual, y ese chico ni siquiera se estaba proponiendo ser sensual. Peter acercó sus rodillas a él, posó sus palmas sobre sus piernas y atrapó su erección con la boca. Steve sintió su cuerpo estremecerse de placer. No recordaba cuándo había sido la última vez que había sentido tal humedad en torno a su erección. Jaló de los cabellos de Peter un par de veces mientras él recorría la ya flácida virilidad del mayor con su lengua hasta sentirse completamente satisfecho.
—Debí haberlo hecho antes —reconoció Peter.
—Tendremos muchas más oportunidades.
—¿Me enseñarás todo lo que no sé? —le preguntó el muchacho con curiosidad en la mirada.
—Lo haré. Cuando lleguemos al frente y terminemos con toda esta mierda —resopló Steve volviendo lentamente en sus cabales mientras se sentaba de golpe.
Peter se acercó a él y lo besó.
—Vamos. No falta mucho para que lleguemos —le dijo mientras entrelazaba su mano a la suya.
Steve agachó la mirada hacia la mano de Peter. Luego la posó sobre sus ojos avellanas y le sonrió. ¿Quién hubiera dicho que su felicidad estaría en manos de aquel muchacho? ¿Quién hubiera dicho que dieciocho años después de estar confinado a aquel siniestro lugar encontraría el amor verdadero?
Esperaba que su ilusión no terminara cuando cumpliera su cometido. Si debía eliminar a Wilford, cambiar el orden establecido de ese tren y ser él junto con Peter quienes lo dirigieran, que así sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario