8 de octubre de 2018

[Kinktober 2018] Día 07: Incesto (Tony Stark x Peter Parker)

Ciaossu~!!
Primer semana del Kinktober finalizada :)
Podría haber elegido el Thorki para llevar a cabo esta temática, pero, bueno... el Starker ya consume el alma hace rato xD
Espero que les guste el pasaje directo al infierno conmigo
Enjoy~


Temática elegida: Praise-kink | Cambio de cuerpo | Afrodisíacos | Incesto.
Fandom: Universo cinematográfico de Marvel.  
Pairing: Tony Stark x Peter Parker.
Formato: Oneshot. 
Género: AU, smut.
Rating: NC-17.
Número de palabras: 3161.
Sinopsis: Tiene que pasar un milagro para que Tony regrese al hogar, y el cumpleaños número 90 de la abuela es ese milagro. Aunque haya hablado con él varias veces -sin mencionar el stalkeo a todas y cada una de sus redes sociales-, Peter no está ni remotamente preparado para el Adonis de cabellos oscuros de esa motocicleta.
Sin saber muy bien cómo, Peter va a intentar plantearle a su recién llegado tío cómo encarar el tema de su sexualidad. ¿Podrá lograrlo cuando se dé cuenta que hasta el más mínimo contacto con ese hombre mueve algo en su interior?

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Día 07: Incesto.

El tío Tony siempre había sido un alma libre.
La familia no había conseguido que volviera con la excusa de la boda de su prima favorita, pero había mucha expectativa con los noventa años de la abuela. Esa mujer había sido el punto débil de Tony desde pequeño y la única mujer a quién le había hecho caso a lo largo de su vida, aún más que a su propia madre.
Y, además, Peter estaba seguro que en esa ocasión, finalmente lo conocería, aunque sea dieciocho años más tarde de su nacimiento, e iba a hacerle saber su lista mental de regalos, uno por cada año de ausencia.
Aún a la distancia, gracias a las redes sociales, Tony se había vuelto instantáneamente en su tío favorito. No buscaba apegarse a las reglas de la sociedad, las tensaba hasta sus límites y recién ahí las soltaba. Era un tipo increíble. Sin decir que para sus más de cincuenta años, el desgraciado estaba mucho mejor que tipos en sus veintes o treinta.

Peter estaba tomando algo con sus primos en la parte del frente de la casa, sentado en el medio de dos de ellos en el amplio sillón que colgaba en el porche hasta que el sonido de una motocicleta llamó su atención. Su corazón palpitó a mil por hora. Sus primos se quedaron en sus lugares, pero sus miradas se posaron sobre el recién llegado como si fuera una jauría que ve ingresar a un desconocido a su territorio. El hombre bajó de la motocicleta y la dejó allí luego de asegurarse que no cayera al suelo, desabrochó el bolso con el cual había viajado detrás suyo y se sacó el casco. Se volvió al grupo de muchachos y sonrió ampliamente, acomodándose luego el cabello.
—¡Tío!
—¡Mamá! ¡Llegó el tío Tony!
—¡Tío Tony!
El grupo de muchachos y muchachas se acercaron al hombre a quien abrazaron y besaron afectuosamente. Muchos de ellos lo conocían por primera vez, otros lo habían visto cuando eran muy pequeños. Sin embargo, Peter logró oír que “no había cambiado absolutamente en nada”. El grupo entró corriendo a la casa, pero Peter se quedó sentado ahí, esperando que su tío lo saludara. Tony subió los pocos escalones que lo separaban del porche y cruzó miradas con él a través de sus grandes anteojos de sol. Se acercó y le quitó la bebida que tenía en sus manos.
—Gaseosa —dijo luego de beber un poco.
—No tomo.
—En casa —lo corrigió Tony.
—En ningún lado.
—Peter, ¿cierto?
—¿Me veo peor que en las fotos que te mando? —preguntó el muchacho arqueando una ceja mientras tomaba un sorbo de su bebida.
—Al contrario, bebé —respondió el aludido apoyando una mano sobre la pierna de Peter para besar sonoramente una de sus mejillas—. Estoy feliz de poder conocerte en persona finalmente —agregó mientras enredaba sus rulos.
—Oye, te esperamos en el jardín trasero —una voz familiar llamó su atención. Tony giró sobre sus pies para acercarse y abrazar a su hermano mayor.
—Tanto tiempo —le dijo.
—Oye, pásame la fórmula de la juventud —le pidió el hombre, bromeando mientras golpeaba su brazo—. Ven tú también, Petey. No te quedes aquí solo.
Peter asintió, pero se quedó unos cuantos segundos sentado en el lugar dándose cuenta que no solo las palabras de su recién llegado tío, sino también su aroma y todo él, había despertado algo prohibido en lo más profundo de su ser. Sabía que era homosexual o bisexual o pansexual. En realidad no lo tenía del todo muy claro, pero a lo largo y ancho de sus redes sociales, su tío había sido parte de relaciones realmente diversas sin discriminar el género u orientación sexual de su pareja de turno. Apoyó su vaso sobre la mesa repleta de comida que estaba en el jardín trasero y suspiró. Tony era el indicado para darle un nombre a su sexualidad. No había nadie más perfecto en su familia para eso. El problema era cómo plantearle esa cuestión siendo esa la primera vez que cruzaban palabras personalmente.
Levantó la vista. Lo vio siendo besado efusivamente por su abuela. Cómo deseaba que esa barba dejara marcas sobre su piel.
—¿Más? —Peter volvió en sí y miró a su tía con una expresión de terror en el rostro—. Ey. ¿Qué estás pensando que estás así de rojo, Petey? —le preguntó la mujer con una sonrisa.
—En nada. ¿Qué pasó?
—Te pregunté si quieres más gaseosa.
—Ah, sí. Por favor —respondió el muchacho vaciando el contenido del vaso de un solo sorbo cuando la mujer volvió sobre sus pasos.
De acuerdo, eso no estaba bien. No estaba nada bien. Lo que estaba pensando no estaba bien. Tony no era un desconocido, y las fotos no hacían justicia con lo bien formado que tenía el torso, porque, claro, gracias al clima soleado del mediodía, se había despojado de su campera de cuero y sólo una fina remera sin mangas cubría su cuerpo, marcando sus pectorales, sus omóplatos. Pero eso estaba mal. Era su tío. Aunque esa fuera la primera vez que lo veía personalmente, era su tío. No podía pensar en nada más.

Su rostro seguía rojo. Esperaba que fuera por haber estado mucho tiempo bajo el sol sin darse cuenta. Ni siquiera el agua helada del baño logró calmar el ardor. Se secó con la toalla y salió del baño, encontrándose con Tony frente a la puerta, de brazos cruzados y con uno de sus pies apoyados sobre la pared.
—Te llega a ver la abuela y automáticamente dejarás de ser su favorito.
El hombre se sonrió y Peter se obligó a sí mismo a desviar su vista de su brillante y jodida sonrisa.
—¿Te pegó el sol? —dijo Tony, bajando su pie para acercarse a él y tocar su piel.
—Creo que sí —respondió Peter tratando de zafarse del contacto.
—¿Me acompañas?
—¿Adónde?
—Es un secreto —le dijo él, guiñándole un ojo. Movilizado por su curiosidad Peter siguió a Tony hasta el ático que estaba escaleras arriba. Tras cerrar la puerta y así evitar que alguien se les colara, levantó el plástico lleno de tierra que estaba sobre un sillón, y se lanzó sobre él, suspirando sonoramente luego—. ¿Sabes qué es esto?
—No —respondió Peter mirando para todos lados.
—Era mío. Estaba en mi habitación —agregó, sentándose luego—. ¿Sabes? Una motocicleta puedes llevarla por todo el mundo, pero no puedes hacer lo mismo con un sillón —dijo melancólicamente acariciando la pana rojiza del tapizado. Peter se sentó a su lado.
—Parece que lo extrañabas.
—¡Uh! ¡Si este sillón hablara! —automáticamente, Peter se levantó como si fuera un resorte generando la sonrisa en el hombre—. Ven aquí, cobarde —agregó. Peter caminó por el lugar. Buscaba algo, pero no sabía del todo qué. Fue la caja con el nombre de su padre la cual agarró de entre muchas otras. Se sentó en el suelo y la abrió tosiendo luego a causa del polvo acumulado. De repente, se olvidó de Tony y se centró en las pertenencias de su padre. Sacó cuadernos, anuarios escolares, ropa, hasta que se topó con una fotografía. Eran jóvenes, pero esos definitivamente eran sus padres y Tony.
—No viniste —musitó.
—¿Qué?
—Cuando mis papás murieron… no viniste —dijo luego de aclararse la voz. Sin responder, Tony se acercó a él y se sentó a su lado. Peter acarició las figuras de sus padres a través del vidrio.
—No pude.
—Nunca puedes. Te la pasas de fiesta en fiesta, viajando por todo el mundo, cogiéndote a todos, pero nunca tienes tiempo para tu familia —soltó Peter, su voz quebrándose poco a poco hasta que un nudo sele formó en la garganta—. Lo siento —musitó luego de unos minutos—. No debí haber dicho eso.
Tony le quitó la fotografía de las manos con delicadeza e imitó sus movimientos sobre la misma.
—Yo amaba a tus padres, Peter —reconoció—. Realmente los amaba —reiteró mirando al muchacho con una media sonrisa—. ¿Sabías que la muy maldita de tu madre me robó a Richard? —el aludido lo miró sorprendido, confundido, y frunció el ceño.
—¿Qué?
—Yo estaba saliendo con Richard cuando Mary me lo quitó.
—¿Estás diciendo qué…?
—Que tu papito era gay, sí —dijo el aludido mientras reía—. Al menos hasta conocer a Mary.
—Guau —dijo Peter mirando luego hacia la pared frente a él, pero sin pensar en nada.
—Le dije que si realmente la quería, iba a hacerme a un lado, y eso hice. Pero fue una lástima. Tenía un buen culo —reconoció Tony acostándose en el suelo. Peter se levantó y caminó hasta el sillón con sus pensamientos en cualquier otro lugar menos ese—. Y tú también lo tienes, ¿eh?
—¿Qué?
—¿Eres sordo? —rió el hombre—. ¡Que tienes un lindo culo, Peter!
El muchacho negó con la cabeza y se sentó en el sillón.
—Tío…
—Dime…
—¿Es hereditario?
—¿Qué cosa, nene?
—Ser gay…
A la distancia, Tony alcanzó a reparar en las mejillas rosáceas de Peter y la sonrisa nerviosa que se había  esbozado en su rostro. Se incorporó y se acercó a él, quedándose de pie frente a su sobrino. Aunque Peter lo miraba, Tony no pudo evitar acariciar su rostro. Había acariciado pieles suaves antes, de hecho, no hace mucho tiempo antes si se consideraba suave a los glúteos de la azafata que se había cogido en el avión. Pero la piel de Peter hasta parecía inmaculada.
—Ay, bebé —musitó, lanzándose luego a su lado—. ¿A qué viene esa pregunta? No, no tiene nada que ver que Richard haya sido gay. ¿A quién le importa con quién te acuestes, con quién te quieras acostar o a quién quieras amar? Es tu elección. Y no me jodas con eso de las apariencias porque estamos en el maldito siglo XXI.
—¿La familia sabía que papá y tú…? ¿Antes de mamá?
—No —respondió Tony—. Nunca tuvimos nada oficial y, no es que Richard haya estado seguro de tener una relación estable conmigo. Y yo tampoco soy de esa clase de personas.
—Me di cuenta —Tony lo miró—. Por las fotos que subes y eso. Nunca te vi una pareja estable.
—Nene, ¿te tocas en la noche mirando mis fotografías? ¡Resultaste ser todo un pervertido, Peter!
—P… ¡Por supuesto que no!
Tony se sonrió y enredó sus cabellos.
—Está bien. Es normal en un chico de… ¿cuántos años tienes?
—Dieciocho —resopló el muchacho—. ¡Oye! ¡Me debes dieciocho regalos!
—¿Ah, sí? —preguntó Tony arqueando una ceja antes de atacar a Peter a cosquillas ocasionando que el muchacho terminara acostado sobre el sillón riendo a carcajadas y tratando de sacárselo de encima.
—¡Basta! —exclamó el muchacho entre risas—. ¡Y eso que no estoy contando Navidad y demás fechas festivas!
—¿Sabes lo que les sucede a muchachitos tan atrevidos como tú?
—No —respondió Peter secándose las lágrimas que había derramado por reír tanto. Se sorprendió al sentir la mano de Tony sobre su boca. Se preguntó qué pasaba en su mente al haber hecho algo así, pero lo comprendió cuando sintió su mano masajeando su entrepierna. Peter trató de quitar su mano pero Tony sacó la mano que estaba en su boca para agarrar con fuerza sus muñecas. El muchacho terminó cayendo al suelo con tal de alejarse de aquel contacto prohibido.
—Y ahora vas a decirme que no querías eso —dijo Tony encendiendo un cigarrillo al sacarlo del paquete que tenía en el bolsillo de su pantalón. Peter miró el humo que salió de entre sus provocativos labios hasta que desaparecieron en lo más alto de la habitación—. Me di cuenta cómo te pusiste cuando te saludé en el porche.
—¿Cómo lo supiste…? —musitó Peter recobrando poco a poco el aliento, mientras jugaba con los cordones de sus zapatillas.
—Son años de experiencia, bebé.
—No me refiero a eso. Quiero decir… ¿Cómo supiste que no sólo te gustaban las mujeres?
—La experiencia —repitió el aludido—. Si no lo experimentas, ¿cómo sabes que no te gusta? —Peter lo miró con el ceño fruncido—. La comida no es una muy buena comparación que digamos, pero compáralo con algo que no te gusta y que no has probado todavía. ¿Cómo sabes que no te gusta? A propósito, ¿por qué lo preguntas?
—Porque me toco viendo tus videos —reconoció Peter sin siquiera dejar de mirarlo. Tony se ahogó con el humo del cigarrillo por primera vez desde que lo había probado. Miró a su sobrino, sorprendido, pero fue rápido en recuperar la compostura.
—No lo dije en serio —reconoció con una media sonrisa.
—Yo sí. Y no es sólo contigo. Tienes amigos muy lindos también.
Tony notaba el nerviosismo en Peter con su mirada evasiva, sus mejillas delicadamente teñidas de un color carmesí y la forma en que humedecía su labio inferior lamiéndoselo con la lengua y llevándoselo hacia dentro de su boca para dejar que el aire secara su saliva antes de volver a hacer lo mismo una y otra vez.
—Oh, Peter —susurró—. Ven aquí —le dijo, palmeando una de sus piernas—. Deja que el tío Tony se haga cargo de ti, bebé —como si fuera víctima de un hechizo, Peter se incorporó y se sentó sobre una de las piernas del mayor. Tony se sonrió al sentir su corazón palpitando con fuerza cuando lo tomó del pecho para acomodarlo sobre su brazo. Giró su cabeza para darle un sonoro beso en la mejilla antes de hacerse cargo de su hombría. Los delicados gritos y sacudones de Peter encima suyo le causaban ternura—. Petey, dime algo. ¿Eres virgen? —el muchacho se mordió el labio inferior y asintió efusivamente—. ¡Oh, Petey! —rió Tony.
—Por favor, no te rías.
—Lo siento. No creas que me estoy burlando de ti. Es sólo que… Me da ternura. Eso es todo —susurró Tony apoyando su nariz sobre el enrulado cabello de Peter y dándole un suave beso—. ¿Me dejas darle un mejor vistazo a esto? No quieres que se manche tu ropa, ¿o sí?
—Piensas…
—¿Tocarte hasta que acabes? Por supuesto. Tengo que hacerme cargo de mis responsabilidades.
—S… Sólo de la cintura para abajo, ¿de acuerdo?
—Eres el jefe —Tony terminó su cigarrillo y lo apagó sobre el respaldo del sofá. Fue un movimiento tan automático que ni siquiera tuvo que mirar para hacerlo. Mientras tanto, sus ojos se enfocaron en la figura semi desnuda de Peter que, frente suyo, esperaba instrucciones. Se relamió los labios y lanzó lo último del humo al aire—. Ahora vuelve aquí —le dijo. Peter estuvo por acostarse sobre su pierna, pero Tony no pudo evitar acariciar con algo de rudeza uno de sus glúteos ocasionando que el muchacho lo mirara—. Lo siento. Me tenté —sentado nuevamente encima suyo, Peter dejó que Tony se hiciera cargo de su erección, regalándole él los mejores gemidos que tenía guardados para aquella persona afortunada que fuera a tocarlo de esa manera alguna vez. Con su otra mano, Tony jalaba de los cabellos al muchacho para depositar suaves besos sobre parte de su rostro y cuello, riendo por cómo se estremecía cuando lamía esa misma parte de su cuerpo—. Levántate, bebé. Ponte de pie en el sillón.
—¿No me voy a caer?
—Apóyate sobre el respaldo. Van a dolerte un poco las piernas, pero créeme que tiene sus beneficios.
Cuando bajó la vista, Peter vio a Tony guiñándole un ojo mientras se acomodaba debajo suyo para succionar su longitud. Peter lanzó un sonido gutural que le hizo doler la garganta. Tony jugaba con uno de sus dedos entre sus muslos rozando apenas su entrada, esperando instrucciones para seguir con su labor o no.
—Me… Mételo —gimió Peter.
—¿Qué dijiste, bebé? —preguntó Tony sacándose la erección de Peter por unos momentos para hablar.
—Que metas ese dedo de una vez —jadeó el muchacho, aferrándose a las paredes, sin poder ser capaz de mirarlo.
—Como quieras, bebé.
—Petey. Dime Petey.
—¿Te excita que te digan así? —preguntó Tony dándole una nalgada.
—Sólo tú…
—De acuerdo, Petey.
Tony volvió a sus labores, esta vez, incluyendo un par de dedos enterrándose entre los glúteos de Peter, robándole uno que otro gemido de placer. Sabía que estaba llegando el clímax, ambos lo sabían, ¿no era que Tony era experimentado? Aún así, recibió la descarga de Peter en su boca, y siguió succionando de él hasta la última gota. Peter se desplomó encima suyo. Tony besó su frente y luego, con vergüenza, su sobrino fue por sus labios, acto que Tony aceptó de buen grado hasta terminar los dos enredados sobre el sillón del mismo modo que sus lenguas. Cuando se separaron, Peter negó con la cabeza mientras la apoyaba sobre uno de los hombros de Tony.
—Esto está tan mal en todos los aspectos…  Somos familia…
—Técnicamente, esta es la primera vez que nos vemos —declaró el hombre. Peter lo miró—. Además, esta es la primera vez en mucho tiempo que pruebo carne así de fresca. No me niegues este placer. Además, tú lo venías pidiendo a gritos.
—Por supuesto que no.
—Bebé… Un par de caricias más en el porche y hubieras tenido una eyaculación precoz.
El sonido del teléfono de Peter recibiendo una llamada llamó su atención. Tony tuvo el impulso de morder sus muslos cuando lo vio de cuclillas en el suelo para agarrar el aparato del bolsillo de su pantalón.
—Tía. Dime. Eh… Ya vamos. Estamos —Peter miró a Tony quien le señaló el lugar en el que estaban—… Estamos en el ático. Nos entretuvimos con unas cosas, pero ya vamos. Claro. Ya vamos —cortó la llamada y suspiró sonoramente. Mientras se vestía se dio cuenta de una inusual protuberancia en la entrepierna de Tony—. ¿Debería hacerme cargo de eso?
—Hoy, no, bebé. Ya pasamos aquí un tiempo considerable. No querrás que suba la abuela y se nos infarte, ¿no?
—Ni por asomo. Pero, ¿qué vas a hacer con eso?
—Darte material para que tengas dulces sueños —respondió el hombre, incorporándose—. ¿Vamos? —le preguntó agarrándolo de la cintura para atraerlo hacia él.
—Sí, tío.
El mayor se quedó mirando al muchacho a los ojos. Había algo en él, en su mirada que lo había hechizado. Tomó su mentón con la mano y besó sus labios.
—Tony. Dime Tony.
Tras bajar las escaleras del ático, ambos siguieron caminando por el corto pasillo hasta que el hombre detuvo sus pasos frente a la puerta del baño.
—¿Por qué quieres que te diga sólo Tony?
—¿Te parece que tengo edad como para tener un sobrino de dieciocho años como tú? ¡Por favor!
Peter dejó a Tony en el baño y fue por el pasillo hasta el jardín trasero.
Ese juego era demasiado peligroso, pero sin que nadie lo supiera, ¿qué mal podía hacer?
Además, gracias a eso había dado con la respuesta a sus dudas: era gay. Y por Tony, era complemente gay.

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