17 de octubre de 2018

[Kinktober 2018] Dia 16: Intercrural (Thor x Peter Parker)

Ciaossu~!!
Cortito pero conciso, nada quita que algún día lo termine editando xD 
Espero que les guste
Enjoy~


Temática elegida: Fornifilia | Sobre estimulación | Intercrural | Uniformes.
Fandom: Universo cinematográfico de Marvel.  
Pairing: Thor x Peter Parker (aunque bien puede ser un Chris Hemsworth x Tom Holland porque jamás mencionan sus nombres xD).
Formato: Oneshot.  
Género: AU, smut.
Rating: NC-17.
Número de palabras: 842.
Sinopsis: Cuando Peter aborda el tren de regreso a su hogar se da cuenta que quizás el día puede no haber sido tan malo...
Nota: Continuación del día 15 del Kinktober 2018.

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Sólo los capítulos centrados en idols van a estar disponibles en Asian Fanfics.


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Día 16: Sexo intercrural.

El empleado de seguridad le señaló dónde estaban los sanitarios. No se sorprendió de que fueran juntos. De hecho, ni siquiera se inmutó. Apenas ambos llegaron a los mismos, poco les importó que hubiera alguien más, sus bocas se encontraron, sus lenguas se enredaron, al igual que sus brazos, sus piernas, todo. El más alto lo empujó contra uno de los cubículos, cerrando la puerta a su paso, pero chistó al darse cuenta que no iba a poder cerrarlas ya que la traba estaba falseada.
—¿Quieres que vayamos a otro?
—No. Aquí está bien.
Realmente no sabía muy bien qué hacer. Era la primera vez que se dejaba llevar por un impulso tan profundo como animal.
—Como quieras —el desconocido empujó su espalda contra la puerta y volvió a tocarlo por sobre sus pantalones. Sus labios se posaron sobre su mentón, sus dientes también. Su presa sólo alzó su rostro al cielo y dejó que su cuello se mojara con la saliva de aquel sujeto.
—Ahora puedes gemir todo lo que quieras —susurró sobre su oído, mordisqueando luego el lóbulo de su oreja, provocando una corriente eléctrica recorriéndole las venas de pies a cabeza. El sujeto se sonrió ante la reacción del más bajo. Era toda una ternura. Por esa razón se apoyó contra él cuando lo vio en el tren. No estaba en sus planes todo lo que había sucedido, al igual que arrastrarlo hasta el baño y seguir excitándose al oír sus gemidos. Pero es que sus muslos eran tan perfectos. Mientras los acariciaba con una de sus manos, pensaba en hundir su rostro en ellos, pero jamás había hecho eso con un tipo que apenas conocía, así que desistió, muy a su pesar. El más bajo se desabrochó sus pantalones y se los bajó—. ¿Tienes prisa?
—No quiero terminar manchando mi ropa —reconoció el muchacho. El rubio giró su cuerpo pero su mano debió seguir sosteniendo la puerta para que no se abriera. Su erección se frotaba entre sus piernas abiertas mientras el más bajo se masturbaba. Sus gemidos parecían sonar al compás del sonido de la puerta del cubículo abriéndose y cerrándose de un golpe segundo a segundo.
—Cierra tus piernas —le pidió. El muchacho de cabellos enrulados prácticamente apoyó su cuerpo contra el suyo y sintió la longitud de aquel sujeto entre sus piernas, e incluso podía ver parte de ella si bajaba la vista.
—Es tan grande —jadeó acariciando su glande.
—Sigue haciendo eso —le pidió el desconocido sobre su oído antes de besar su hombro y hacerse cargo de la erección del más bajo mientras la suya seguía frotándose entre las piernas del muchacho. Él hizo su cabeza hacia atrás y el rubio no pudo evitar dejar marcas sobre su cuello al succionar varias veces de él mientras sentía una de las manos del muchacho enterrándose en sus cabellos y sus labios abriéndose para decirle un débil: “No pares…” ocasionando también que agarrara sus muslos y los apretara mientras incrementaba la velocidad entre sus piernas. Mientras tanto una de sus manos seguía sosteniendo la puerta para que no se abriera y sus pies estaban pegados a uno de los laterales del cubículo y sus piernas seguían sintiendo la hombría ajena yendo arriba y abajo entre ellas. Su cuerpo, que había estado inmóvil hasta ese momento empezó a moverse en sentido contrario al suyo. Su mano apresuró sus movimientos sobre su erección hasta que un líquido blancuzco manchó su mano y el estómago del mismo muchacho que, cansado y todo, siguió dejándose hacer hasta que el más alto llegó el clímax manchando hasta la pared del cubículo. El muchacho de cabellos castaños no pudo evitar sentir aquella longitud entre su boca, y la limpió con la lengua para el placer del rubio—. Te sugiero que dejes de hacer eso a menos que quieras una segunda ronda…
—No me molestaría hacerlo también mañana.
Desde el momento en que sintió su mano masturbándolo supo que no terminaría ahí pero no sabía que tendría la fortuna de seguir ese mismo día.
—Bueno… Ya conozco tus horarios —reconoció el rubio acariciando sus cabellos.
—¿Me perseguías? —preguntó el muchacho, incorporándose y abrochándose el cinturón.
—Por supuesto que no. Es sólo que coincidimos en el tren.
El más bajo abrió la puerta del cubículo cuando ambos estuvieron debidamente vestidos y se acercó al lavabo donde se enjuagó la boca.
—¿Cuándo es tu día libre?
—Los martes.
—Casualidad. El mío también. ¿Te parece al mediodía?
—¿Mismo lugar?
—Espero que se te ocurra algo mejor —le pidió pasando su mano por su insípida barba, pero descartó rápidamente su caricia cuando oyó el sonido de la puerta del baño abriéndose. El recién llegado corrió a los sanitarios a espaldas suyo, ocasión que el más bajo aprovechó para ponerse en puntas de pie y darle un beso en la mejilla—. Nos vemos el martes, entonces.
—Nos vemos el martes —repitió el rubio sonriendo por el accionar del muchacho.
El día podía haber sido una mierda, pero no podía haber terminado de mejor manera.

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